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Ivá n Quinteros

Veinte poemas infantiles del barrio


La almó ndiga
Legales

Quinteros, Iván
Veinte poemas infantiles del barrio La almóndiga / Iván Quinteros
; ilustrado por Gisella Cleiman ; prólogo de Gito Minore. - 1a ed. -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Clara Beter Ediciones, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-631-6513-14-4
1. Poesía. I. Cleiman, Gisella, ilus. II. Minore, Gito, prolog. III.
Título.
CDD A861
Colección Poesía Nuestra
Diseño de cubierta: Liliana Navarro Ilustraciones: Gisela Cleiman
Digitalización de imágenes de interior: Isidoro Reta Diseño de
interiores: Mayra Chaparro
1º edición: julio 2023
© Clara Beter ediciones, 2023
Contacto: clarabeter@yahoo.com.ar
Blog: clarabeter.blogspot.com
www.clarabeterediciones.com.ar
¡La almóndiga te da la bienvenida!

¿Te contaron alguna vez del barrio La almóndiga? Es un lugar muy


particular que queda bien cerquita de tu casa, más de lo que te imaginás.
Allí viven un grupo de vecinos súper divertidos: Úrsula, la detective;
Teodora, la vendedora de sueños; Omar, el calamar; Homero, el panadero;
Dora y sus hermanas; la abuela Manuela; Miguel es pera; Mario, el
bibliotecario, y un par más que ¿para qué te voy a hablar? ¡Son unos
personajes!
¡Tienen un montón de aventuras! ¡Se arma cada lío!
Iván, su autor, me comentó que son amigos desde cuando él tenía tu
misma edad. Y como los amigos se comparten, decidió escribir este libro
para que todas y todos los puedan conocer y disfrutar.
¿Te vas a quedar afuera?
¡Dale! La puerta está abierta. Da vuelta la página y entrá. El barrio te da
la bienvenida.

Firma: Gito Minore, el amigo del autor.


LA LUNA LULÚ

La luna Lulú tiene un lunar


muy singular, re particular, casi triangular.
Las estrellas celosas se burlan de ella:
¡Qué fea Lulú tiene un lunar casi triangular!
Para colmo de males
el farolito de la esquina acusó:
“Yo la vi, ese lunar que la luna robó
es la nariz de un lobo feroz”.
Entre llantos y lamentos la luna juró:
“Yo no lo robé, un poeta me lo prestó”.
Después de mucho girar y reflexionar
la luna Lulú decidió devolver el lunar,
así el pobre lobo feroz
el camino pudo encontrar
de regreso a su hogar.
Al final de la noche
el poeta de puro capricho
le regaló a la luna Lulú
un arcoíris súper espectacular
para dibujar otro lunar casi triangular.
OMAR, EL CALAMAR

Por las noches Omar


sueña que es un calamar
y estira los tentáculos
entre los rulos del mar.
Cuando sea grande
quiere ser marinero
como su abuelo
para viajar por el mundo entero,
ir en elefante
hasta el infierno de Dante,
ser un ladrón
y robarse un dragón.
¿Cuánto falta para ser grande?,
pregunta Omar con voz de calamar.
“Cuando seas grande, querido Omar,
—responde el abuelo con voz de ultramar—
tú y yo seremos marineros
de un barco repleto de sueños”.
ÚRSULA, LA DETECTIVE

En el fondo de su casa, Úrsula tiene un patio


lleno de árboles gigantes y feroces insectos,
donde juega a ser una detective prudente y valiente
junto al vecino Vicente, su ayudante eficiente.
Durante la investigación, Úrsula pregunta:
“¿Qué pensás? ¡Tenés cara de brújula sin imán!”
Vicente el ayudante eficiente responde:
“Pienso que todos deberíamos
cuidar un poco más el medio ambiente”.
De tanto buscar y dar vueltas en el patio
la detective y el ayudante eficiente
al fin encontraron el tesoro escondido
detrás de una bellísima planta carnívora:
una moneda antigua, un collar de perlas,
un zapato de payaso y una muñeca sin cabeza.
Vicente, el vecino ayudante,
dijo con voz de robot:
“¡Por hoy es suficiente!
¡Hace mucho calor,
mejor vamos a tomar un refresco!”
Úrsula respondió sonriente:
“Elemental, querido Vicente,
sin dudas el verano es ideal
para merendar un rico helado
de chocolate y vainilla
o mejor de limón y frutilla.
Pero antes debemos buscar otro lugar
para esconder el tesoro”.
NINFA, LA JIRAFA

Se rifa a Ninfa, la jirafa


más alta del mundo entero,
tan pero tan alta y delgada
como una modelo.
Ella dice medio fanfarrona:
“No soy fea como la mona
ni petisa como la coneja,
no soy tonta como la mula
ni narigona como la elefanta.
Siempre veo más lejos y adelante
incluso veo más allá del mundo entero.
Me gusta ir al bar a desayunar
café con magnolias y margaritas,
me llevo re bien con las mariposas
que son preciosas
y odio al hipopótamo y al chancho
porque siempre andan con las patas embarradas”.
Se rifa a Ninfa, la jirafa,
la mascota ideal,
aunque su cuerpo sea de plástico y madera,
ella es tan real
como tu imaginación te permita volar.
MIGUEL ES PERA

Miguel es pera
en la zona de espera
mientras viene el tren
hacia el andén.
A Miguel le gusta susurrar:
“Recuerden queridas manzanas
el que es pera no desespera”.
Miguel tiene corazón de semilla
por eso por eso repite al sentarse en la silla:
“No le tengo miedo a la muerte,
cuando mi cuerpo vuelva a la tierra
seré un árbol inmenso lleno de frutos”.
Mientras tanto Miguel espera
con su campera amarilla
junto a las miedosas bananas
que salen corriendo
al ver a los monos hambrientos.
Así es Miguel
ni lento ni perezoso
ni banana ni manzana.
Miguel es pera en la zona de espera
HOMERO, EL PANADERO

Tempranísimo por la mañana a Homero, el panadero,


le gusta contar historias mientras amasa pan.
Cerca del horno envuelto en una nube de harina
sin maullar ni estornudar,
el gran gato blanco se acuesta un rato
a escuchar las aventuras
que cuenta Homero sobre un tal Ulises.
Mientras tanto, de lunes a domingo
y de domingo a lunes,
mil vecinos esperan impacientes
en la puerta de la panadería llamada el Héroe
para sacarle de las manos a Homero, el panadero,
su rico pan caliente.
Luego, luego, más tarde,
antes de que sea muy muy tarde,
un poco apurado Homero,
que además de panadero
es un buen amiguero,
sale a compartir por las calles
el pan que ha guardado para los desocupados.
Por eso por eso en el barrio repiten:
“Para que nadie se quede con hambre
incluso si no tiene dinero
pregunte por Homero el mejor panadero”.
LA FAMILIA COCOTERO

En el barrio La Almóndiga
todos conocen a los integrantes
de la extraordinaria familia Cocotero:
la madre Coca es fuerte como una roca,
el padre Coco es tan veloz y valiente
que hasta caza murciélagos con los dientes,
Coquito, el hijo mayor, es obediente
sin embargo, siempre anda
con la nariz repleta de mocos,
la gurrumina se llama Coquita,
pero le dicen Coqueta
porque toma té de rosa mosqueta,
mientras anda en bicicleta.
Al perro le dicen Cuco, Coco siempre lo reta
porque dice que Cuco hace caca en cualquier parte.
Cuentan los loros chimenteros del barrio
que una vez la familia cocotera
estuvo en guerra con la tribu moscardona.
Todo empezó cuando Coca discutió
por una tostada de manteca y dulce de leche
con una moscona súper gigante.
Resulta que esta moscona
era la jefa de la tribu.
Entonces, todas las moscas y moscos,
mosquitos y moscardones
se reunieron en asamblea y decidieron ir a luchar.
¡Último momento!¡Último momento!
Anunciaron en el noticiero:
¡Estalla un conflicto sin igual!
¡Último momento guerra vecinal!
Por suerte la guerra terminó antes de empezar
cuando la tribu de insectos voladores
llegó a la puerta de la casa
de la extraordinaria familia Cocotero
y gritaron asustados al ver un mosquitero
tan pero tan grande como un elefante.
DORA Y SUS HERMANAS

Dora, la administradora,
organizó una reunión
de todas las hermanadoras
para cantar una canción.
Asistieron un montón de Doras
a la encantadora reunión, dijo la contadora:
Dora la fundadora, Dora la aviadora,
Dora la vendedora y Dora la tatuadora
Dora la cargadora, Dora la competidora,
y Dora la peleadora.
Parece que todo iba bien
hasta que Dora la burladora
le dijo a Dora la luchadora
que tenía cara de tostadora,
entonces para colmo de males
se metió Dora la acusadora.
¡Se puso re discutidora!
“Vos sos más loca que una licuadora”.
Por suerte llegó Dora la arregladora
y buscó una solución,
llamó a Dora la mediadora.
¡Basta de pelear!, dijeron,
es hora de cantar nuestra canción.
Todas juntas tomadas de la mano cantaron:
“Nosotras somos las Doras
estamos unidas con soldadora.
Nosotras somos las Doras
juntas somos felices y encantadoras
MALASANGRE

Malasangre es un perro callejero


sin cucha ni dueño, por eso por eso
por la mañana siempre anda
de acá para allá
con hambre pidiendo:
¿Quién tiene un rico hueso para este perro?
Malasangre es un perro atorrante,
por la tarde, mientras todos duermen la siesta
le gusta revolver la basura con el hocico,
por eso por eso después anda de puerta en puerta
con la cola entre las patas pidiendo perdón perdón.
Malasangre es un perro con alma de lobo
por eso por eso por las noches sale a cantar
Auuuuu Auuuuu Auuuuu
hasta que la romántica luna Lulú
empieza a protestar:
¡Por favor, malasangre, dejame descansar!
¡Por favor, malasangre, dejá de aullar!
Malasangre es un perro callejero
por eso por eso no tiene cucha
pero le gusta soñar que un día
volverá su dueño
que lo ha abandonado
para irse a buscar trabajo lejos,
muy muy lejos fuera del barrio.
EL AMIGO INVISIBLE

A la hora del té,


en la vieja mansión abandonada
se reunieron a jugar a las cartas
el fantástico fantasma fundador del barrio
el Señor Wenceslao Almóndiga,
viejo trotamundos y tartamudo,
con el famoso y elegante
siempre bien perfumado Hombre invisible.
“Eee envido y tru tru truco”,
gritó el fantasma,
con voz de membrillo
poniendo un as de espadas
sobre la mesa llena de bichos.
El Hombre invisible,
que nunca le gusta perder a nada,
agarró su sombrero transparente
y protestó un poco enojado:
“Me voy, no me gustan
los fantasmas tramposos”.
“Vol vol volvé aa aa aaamigo,
mez mez mezclemos los naipes
y ju ju juguemos de nuevo”,
le rogó el amigo invisible.
“Ahora ya es tarde para lamentos
cada cual atiende su juego,
me voy al cine a ver un estreno.
Mañana nos vemos, dijo Lemos”.
VERO

Vero, la hija del colectivero,


ayer no fue a la escuela
porque tenía fiebre y mucha tos.
Algo preocupada,
la mamá de Vero
la llevó al hospital,
allí la atendió el joven doctor
Rolo Cloroformo que le preparó
un jarabe súper especial:
“Tela de araña
con pestañas de tiburón
curan cualquier mal”.
Vero, la hija de Roberto el colectivero,
ya se siente mucho mejor,
hoy fue a la escuela
y conoció una nueva compañera.
¡Qué casualidad se llaman igual!
Vero, la hija de Antonio el bombero,
es la nueva compañera de Vero,
la hija de Roberto el colectivero.
LA ABUELA MANUELA

La abuela Manuela
todos los días cuenta las flores
mientras riega el jardín
de muchos colores.
Uno, dos, tres girasoles,
cuatro, cinco, seis crisantemos,
siete, ocho, nueve tulipanes,
diez orquídeas, veinte azaleas, cien hortensias,
y mil trecientas cuarenta y siete rosas.
La abuela Manuela de pronto se puso triste
al descubrir la verdad verdadera:
¡Parece que en el barrio hay un ladrón!
¡Es increíble sí, pero alguien robó una flor!
Por suerte Úrsula, la detective,
y Vicente, su ayudante eficiente,
rápidamente descubrieron al delincuente.
Romero, el enamorado romántico, confesó:
“Fui yo, sin pedir permiso agarré una flor
de fragancia muy dulce
para regalarle a mi hermosa novia Yulieta Mendieta”.
Para reparar su acción, el enamorado romántico,
preparó una riquísima cazuela de ciruelas para la abuela.
Una semana después de esta poesía
Romero y Yulieta se casaron románticamente
y en el jardín de la abuela Manuela creció una flor nueva.
HIMNO ALMÓNDIGA

Cuando los bebés no paran de llorar


y los niños están aburridos,
cuando los adultos tienen cara de preocupación
y los ancianos están un poco tristes,
todos van a un rincón de la plaza
a visitar a Catriel, el árbol sabio.
Allí se reúnen al atardecer,
mientras el viento regala alegría
y ahuyenta las tristezas,
las mariposas meriendan merengues,
las cigarras tocan la guitarra,
y las libélulas bailan flamenco sobre el arcoíris.
Para finalizar la celebración
todos juntos y abrazados
entonan las estrofas del himno del barrio:
“En el barrio la almóndiga
diga diga almóndiga
pida pida almóndiga
almóndiga con puré.
En el barrio la almóndiga
diga diga almóndiga
pida pida almóndiga
almóndiga con puré”.
DANIEL, ELCIEMPIÉS

Daniel, el ciempiés, tuvo un traspié,


anda a los saltos porque perdió un zapato
y le da muchas cosquillas andar descalzo.
“No tengo dinero
para comprarme
zapato nuevo”,
lloraba el ciempiés.
“Parecés un canguro en apuros”,
bromeó un pato
antes de zambullirse
en el charco repleto de patos
y luego le pidió:
“Esperame acá un rato,
un ñato me dio el dato,
parece que el gran gato blanco
está jugando con tu zapato”.
Después de un largo rato
volvió el pato con el zapato
arriba de su emplumada cabeza.
“Amigo, ponete rápido el zapato,
tenés mucho olor a pata”, dijo el pato.
El ciempiés con un poco de vergüenza
le pidió por favor que le atara los cordones del zapato.
“Está bien, pero que sea la última vez, Daniel,
yo te ato el zapato porque ya no aguanto tu olor a pata”.
TEODORA, LA VENDEDORA DE SUEÑOS

Teodora, la vendedora de sueños,


es como una estrella fugaz,
viene y va, va y viene
por las calles del barrio
montada en un camello
cantando sus melodiosos pregones:
“A los sueños y sueñitos
fresquitos y cancheros,
todos los tamaños y colores.
Lleve los mejores sueños
confeccionados por soñadores profesionales.
Para los que tienen miedo al peluquero
lleve sueño de oso hormiguero,
para dormir sin roncar,
así los demás también podrán soñar,
lleve sueño de cormorán,
para curar el hipo y el empacho ya lo dice el refrán:
“No sea mamarracho mejor vaya al hospital”.
Teodora tiene un sombrero que cumple todos todos los sueños.
Al primero que levanta la mano, se lo presta un día entero.
LOS MALABARES DEL MAESTRO CHINO

Una naranja hace girar


el maestro chino sobre el pulgar,
dos naranjas hace girar
el maestro chino sobre el índice y el pulgar,
tres naranjas hace girar
el maestro chino sobre el mayor, el índice y el pulgar,
cuatro naranjas hace girar
el maestro chino sobre el anular, el mayor, el índice y el pulgar,
cinco naranjas hace girar
el maestro chino sobre el meñique,
el anular, el mayor, el índice y el pulgar.
Cinco naranjas en cada mano
el maestro chino hace girar,
cinco naranjas en cada mano
mientras se sienta a meditar.
VIDA DE GATO

El gran gato blanco


se hace un ovillo
estira las patas
y ronronea un rato.
Gira en la alfombra
y juega con su sombra,
maúlla un poquito
y atrapa un mosquito.
Trepa los techos
con el pie derecho,
mira las estrellas
y rasca sus orejas.
El gran gato blanco
duerme en un canasto,
se hace un ovillo
y sueña que es un grillo.
LAS CARITAS QUIEREN DIVERTIRSE

En el bar de las caritas, carita triste pateó a carita feliz,


carita feliz fue al rincón y se convirtió en carita enojada,
carita enojada se la devolvió a carita feliz que antes era carita triste.
“¡Qué lío!”, dijo carita de pancho, no entiendo nada.
Carita enojada pateó la pared y se convirtió en carita feliz.
“Pará, pará”, dijo carita de otra vez sopa,
“¡Qué confusión! Yo tampoco entiendo nada”.
Carita feliz y carita triste volvieron a discutir.
Carita de gaseosa les pidió por favor:
“¡Basta ya, dejen de pelear! ¡Los problemas se resuelven dialogando!”.
Carita de papa frita gritó: “¡Pegale más fuerte!”.
Pim pum pam, las caritas rodaron por el empedrado.
“Al final de los finales somos todas caritas del mismo barrio”,
dijo carita de hamburguesa buena onda.
Carita de kétchup añadió: “Las caritas unidas jamás serán vencidas”.
Cuando llegó carita de postrecito, las caritas se dieron las manos
y se hicieron amigas, todas pusieron carita de selfie.
Y carita de astronauta disparó el flash.
MARIO, EL BIBLIOTECARIO

Mario, el bibliotecario del barrio,


es un funcionario sin igual,
la barba roja le cubre los dientes
y usa lentes de serpiente,
es pequeño y extravagante
pero tiene memoria de gigante.
Conoce todas las historias de todos los libros
de todos los planetas del sistema solar.
Por eso por eso cuando un lector lo va a visitar
siempre sabe qué título recomendar.
En la puerta del establecimiento Mario escribió un refrán:
“Nuestra querida institución es una orquesta perfecta,
para los enamorados ofrece poesía de amor,
para los aventureros aconseja novelas de acción,
para los más valientes sugiere cuentos de terror,
así cada cual un libro leerá y en cada página
un momento especial encontrará”.
Mario, el bibliotecario del barrio,
es un funcionario sin igual,
mientras come tostadas con manteca
ordena alfabéticamente la biblioteca
y piensa: “¡Qué lindo sería organizar un certamen
para ponerle nombre a nuestra querida biblioteca popular!”.
MURIEL, LA NUBE ANDARIEGA

Muriel, la nube andariega,


nunca se queda quieta,
cuando ve una flor sedienta
allí mismo de lluvia la riega.
Si está cansada de jugar
detrás de un edificio
se sienta a descansar.
Siempre está contenta
pero cuando el viento la molesta
entre rayos y centellas
se vuelve tormenta.
Muriel, la pequeña nube andariega,
de golondrinas tiene lleno el corazón
por eso por eso en primavera
regala sueños de algodón.
LA YAPA
LAS TRILLIZAS ORUGA

Mientras miraba una película ridícula


a la oruga Maruca le salió una arruga.
En una crisis de nervios, su hermana Marula
se puso a llorar: ¡Parecés una gata peluda!
Maruja, la otra hermana de Maruca y Marula,
las tranquilizó: “Es tiempo de madurar”,
entonces las tres hermanas se vistieron de púrpura
y en un bar compartieron una deliciosa ensalada de rúcula.
Las trillizas Maruca, Marula y Maruja, ¡Qué risa!,
siempre andan juntas como una rima,
hoy salieron a festejar. ¡Ya tienen diez días de edad!
Y muy pronto sus viejos cuerpos de cilindro van a dejar.
Las trillizas oruga mañana serán mariposas
y en un hermoso jardín rodeadas de flores
con sus alas multicolores irán a jugar.
LUCRECIO LAURENCIO

Los hermanos Lumière inventaron el cine,


Elvis Presley el rocanrol y Gardel el tango canción.
en la historia de la humanidad hubo grandes,
grandísimos inventores. Por ejemplo,
el polímata Leonardo Da Vinci
inventó casi casi de todo,
pero el reconocido científico del barrio La almóndiga
inventó algo que no se ve ni se oye:
Lucrecio Laurencio inventó el silencio.
Cuentan los loros chimenteros
que un día Lucrecio caminaba tan distraído
entre ruidos de motores y discusiones vecinales
que chocó de frente con un elefante,
en ese instante gritó ¡eureka!
y rápidamente guardó el silencio
en una botella llena de estrellas.
Mientras ponía hielo al chichón de su cabeza,
Laurencio escribió la fórmula secreta:
“Respirar nubes, bostezar arcoíris,
abrazar un jacarandá, patear una sandía
y guiñarle tres veces el ojo izquierdo a la luna Lulú”.
De esta manera, un poco de casualidad
después de mucho estudiar,
Lucrecio Laurencio inventó el silencio.
En una entrevista, un prestigioso periodista le preguntó:
¿Para qué sirve algo inservible?
Lucrecio Laurencio respondió con determinación:
“Hay que reciclar el silencio para volver a dialogar”.
Acerca del autor

Iván Quinteros
Poeta y escritor argentino perteneciente a la generación X, nacido en la
ciudad de Buenos Aires en el mes de marzo del año 1973. Luego de
transitar el under porteño del rock en los inicios de la década de los 90 y
participar de diversos proyectos musicales,grabó cinco discos como solista
en forma independiente. Entre los años 1998 y 2008 editó también de
manera autogestiva los siguientes libros: Espejos enfrentados (relatos y
poesía), Puerta ciega (relatos y poesía) y Pamparadán (poesía). En el año
2012 comenzó a trabajarcon Clara Beter ediciones participando de las
antologías Poesía bajo la autopista I y IV, y editó las novelas La puñalada
(2018) y Niño (2020), los poemarios en el formato de plaqueta Oleajes
(2018), Mundo algoritmo (2019), reeditó Pamparadán (2020). En el año
2021 publicó Este Reo Tipo (poesía) y Oleajes del mundo algoritmo (2022).
A su vez, durante los primeros meses de este 2023 salió Rueda (relatos).
También participó de la antología ¿Qué es poesía? II de la Editorial Tres
más uno. Desde el año 2018 conduce el programa de radio llamado Cuerpo
a cuerpo donde entrevista a poetas, escritores y artistas en general.

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