Está en la página 1de 3

Fabulas

Fabula “el León y el Mosquito”


Érase una vez un león, se encontraba muy tranquilo en la selva, cuando un
mosquito muy grande decidió hacerle la vida imposible.

"¡No creas que por ser más grande que yo te tengo miedo!", dijo el mosquito
desafiando al león, conocido como el rey de la selva.

Luego de esas palabras, el mosquito ni corto ni perezoso, empezó a zumbar le la cabeza al león volando de
un lado a otro, mientras que el león buscaba el mosquito como loco.

El león rugía de la rabia ante el atrevimiento del mosquito y a pesar de sus intentos por matarlo, el mosquito
lo picaba en diferentes partes del cuerpo, hasta que el león demasiado cansado se derrumbó en el suelo.

El mosquito sintiéndose victorioso, retomó el camino por donde vino. En poco tiempo el mosquito se
tropezó con una tela de araña y vencido se vio también.

Moraleja: No existen nunca peligros pequeños, ni tropiezos insignificantes.

Fabula “La Pulga y el Hombre”


Un hombre disfruta de un buen sueño, cuando comenzó a sentir picazón por todo el
cuerpo. Molesto por la situación, buscó por toda su cama para ver qué era lo que les
estaba causando tanta molestia. Tras su búsqueda encontró a una minúscula pulga y
le dijo las siguientes palabras:

- ¿Quién te crees que eres insignificante bicho, para estar picándome por todo mi
cuerpo y no dejarme disfrutar de mi merecido descanso?

- Contestó la pulga: "Discúlpeme señor, no fue mi intención molestarlo de ninguna


manera; le pido por favor que me deje seguir viviendo, ya que por mi pequeño tamaño no creo que lo pueda
molestar mucho." El hombre riéndose de las ocurrencias de la pulga, le dijo:

Lo siento pequeña pulga, pero no puedo hacer otra cosa que acabar con tu vida para siempre, ya que no
tengo ningún motivo para seguir aguantando tus picaduras, no importa si es grande o pequeño que pueda
ser el prejuicio que me causes.

Moraleja: todo aquel que le hace daño a otra persona, debe estar dispuesto a afrontar las consecuencias.
Fabula “El Buen Tiempo y la Lluvia”
“Nunca llueve a gusto de todos” así dice el refrán, y la historia que sigue parece darle la
razón. Había una secuela muy hermosa en un pueblo apartado. A la escuela iban tres
perritos y tres ranitas. Ellos vivían muy cerca y eran buenos amigos. A menudo iban
juntos a clase, eran muy puntuales.

Muchas veces antes de llegar a la escuela peleaban. Si el día amanecía con lluvias las ranitas se ponían
felices, a diferencia de los perritos ya que se ponían rabiosos.

"¡Wiii! Que feliz estoy, nos daremos un buen baño en las charcas que la lluvia está formado." - Decía una de
las ranitas.

"Que feo es cuando llueve, es un día perdido para mí, me deprime tanto la lluvia." - Dijo uno de los perritos
con una cara triste.

Cundo el día amanecía soleado un con radiante sol, sucedía todo lo contrario; los perritos no se cambiaban
por nadie, se sentían felices. En cambio las ranitas estaban sin ánimos, ya que se imaginaban el calor y la
sequedad que iba a torturarlas. Sé que todos se estarán preguntando qué día estarían contentos los perritos
y las ranitas. ¡Muy fácil! Los días que amanecían grises y fríos pero sin lluvia, que pocos días amanecía así.

Moraleja: Debemos aceptar la vida tal cual como se presenta, de esta manera nunca se sentirán infelices.

“La gallina de los huevos de oro”


Un buen día, un hombre paseaba por el bosque y se encontró una hermosa gallina. Se la
llevó a su casa y a los pocos días se dio cuenta de que cada día ponía un huevo de oro .
Se creyó que dentro del estómago de la gallina habría mucho oro y se haría rico y la
mató.

Pero cuál fue su sorpresa cuando al abrirla vio que por dentro era igual que las demás
gallinas.

Resulta que la gallina ponía huevos de oro pero ella no era de oro. De modo que como la había matado se
quedó sin la riqueza que la madre naturaleza le había otorgado al dejarle en el bosque la gallina de los
huevos de oro.

MORALEJA: Estad contentos con lo que tenéis y huid de la insaciable codicia.


Fabula “La cigarra y la hormiga”
La cigarra era feliz disfrutando del verano: El sol brillaba, las flores desprendían su
aroma...y la cigarra cantaba y cantaba. Mientras tanto su amiga y vecina, una pequeña
hormiga, pasaba el día entero trabajando, recogiendo alimentos.

¡Amiga hormiga! ¿No te cansas de tanto trabajar? Descansa un rato conmigo mientras
canto algo para ti. – Le decía la cigarra a la hormiga.

Mejor harías en recoger provisiones para el invierno y dejarte de tanta holgazanería – le


respondía la hormiga, mientras transportaba el grano, atareada.

La cigarra se reía y seguía cantando sin hacer caso a su amiga.

Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se habían quedado sin hojas y
del cielo caían copos de nieve, mientras la cigarra vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo lejos la
casa de su vecina la hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.

Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes mucha comida y una casa
caliente, mientras que yo no tengo nada.

La hormiga entreabrió la puerta de su casa y le dijo a la cigarra.

Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué hacías mientras yo cargaba
con granos de trigo de acá para allá?

Cantaba y cantaba bajo el sol- contestó la cigarra.

¿Eso hacías? Pues si cantabas en el verano, ahora baila durante el invierno-

Y le cerró la puerta, dejando fuera a la cigarra, que había aprendido la lección.

Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar el tiempo.

También podría gustarte