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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

FACULTAD DE DERECHO

ENTREGA FINAL
SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN JURÍDICA

TEMA

¿Cuáles son las dificultades que presenta la Policía Nacional del Perú para ejecutar
las medidas de protección a las víctimas de violencia intrafamiliar?

JIMENA LOZANO CHAVEZ

ASESOR
Marcos Galvan

2023-2

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ESTADO DE LA CUESTIÓN

Estudios Específicos sobre el Tema

Definición de justicia y la dificultad del acceso de esta por las mujeres

Para comenzar, es necesario determinar si el acceso a la justicia existe en nuestro país y


definir qué implica la justicia y su acceso. Según el jurista Hans Kelsen, la justicia es la
virtud que permite a un individuo actuar correctamente y en satisfacción para todos, siendo
el camino hacia la felicidad (Alfonso Ávila, 2018)). En este sentido, brindar y ejercer la
justicia se convierte en un esfuerzo por perpetuar la felicidad en la sociedad.

Esta idea también es respaldada por Platón en "La República", donde vincula la felicidad
con la justicia y la infelicidad con la injusticia.

Por otro lado, autores como John Rawls han profundizado en la idea de la justicia,
asociándose con la imparcialidad y la equidad. Rawls desarrolló la idea de la imparcialidad
en su teoría de la "posición original", asegurando que solo a través de condiciones
imparciales se pueden obtener resultados justos. Esta imparcialidad se garantiza mediante
un "velo de ignorancia", que evita que los participantes conozcan su identidad o posición
social, purificando así los acuerdos de influencias externas y asegurando un tratamiento
equitativo para diferentes concepciones del bien (José Francisco Caballero, 2006, pg. 2-8)

Rawls destaca la importancia del acceso a la justicia y señala las desigualdades sociales
existentes, abogando por la colaboración entre individuos para lograr la equidad a lo largo
del tiempo. Esta perspectiva subraya la necesidad de preservar la justicia para contrarrestar
las desigualdades sociales en la sociedad.

En nuestra sociedad existen grupos que presentan diversos niveles de dificultad para
acceder a la justicia por determinadas creencias o estereotipos sociales. Entre ellos, las
mujeres ocupan un lugar crucial debido a que estas enfrentan barreras sistemáticas,
sociales y emocionales al buscar protección y apoyo legal. La presencia de la
estigmatización, la falta de recursos, desconocimiento de derechos, revictimización son solo
algunas de las dificultades que obstaculizan su acceso a la justicia, perpetuando de esta
manera los ciclos de violencia y vulnerabilidad hacia ellas.

Al respecto, Javier La Rosa Calle señala las barreras de género en el sistema judicial,
destacando la pertinencia del enfoque de género para abordar las necesidades específicas
de las mujeres en el acceso a la justicia. Se ha detectado la presencia de estereotipos y
patrones sociales en el sistema, como indica La Rosa, que dificultan el cumplimiento de las
necesidades legales de las mujeres, como el caso de una mujer víctima de violencia familiar
que no puede denunciar a su agresor debido a estereotipos existentes.

En adición a lo expuesto por La Rosa, es relevante señalar los estereotipos de género más
comunes que afectan el acceso a la justicia por parte de las mujeres: la culpabilización de la
víctima y la normalización de la violencia. Estos elementos son frecuentes ya que
cuestionan el comportamiento de las mujeres, haciéndolas responsables de la violencia que
sufren. En consecuencia, en ocasiones, las denuncias de violencia son minimizadas y
consideradas normales en ciertos contextos sociales.

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Según las Naciones Unidas en Derechos Humanos, los estereotipos de género son
percepciones generalizadas o ideas preconcebidas sobre las características o atributos que
deberían tener mujeres y hombres. Asimismo, subrayan que estos estereotipos limitan la
capacidad de las mujeres para desarrollar sus capacidades personales.

En su texto "La perspectiva de género y criminología: una relación prolífica", Norma Fuller
menciona la idea estereotipada donde los varones son vistos como sujetos impositivos,
propensos a recurrir a la violencia, mientras que las mujeres son percibidas como sujetos
pasivos y cómplices de su propia victimización.

Estos estereotipos contribuyen significativamente a la persistencia de la violencia de


género, ya que muchas mujeres encuentran dificultades para acceder adecuadamente a la
justicia y no reciben el apoyo esperado, lo que lleva a que opten por no denunciar.

El informe de investigación de Luis Pásara, "La Justicia en la Pantalla", describe los rasgos
y dinámicas del sistema penal colombiano, que son similares a muchos países
latinoamericanos, con altos niveles de desigualdad, exclusión social y violencia contra la
mujer.

A raíz de esta investigación, se muestran las distintas problemáticas que presentan, en


general, los países latinoamericanos, donde se alojan diversas problemáticas sociales,
siendo una de las principales la desigualdad de género hacia las mujeres.

Las mujeres experimentan desigualdad debido a múltiples razones, tal como la


jerarquización de géneros provocada por los estereotipos de género, donde el varón
representa la dominación y, por ende, una posición jerárquica superior, lo que conlleva a la
consideración de la mujer como inferior. Existe una evidente dominación que impregna las
relaciones sociales debido a los patrones y estereotipos sociales que etiquetan a la mujer
con características asociadas a su sexo.

De esta manera, los patrones preestablecidos impuestos por la sociedad generan una
desigualdad que perpetúa el machismo en Perú, ya que se inculca una mentalidad donde se
normaliza la sumisión de la mujer frente al varón. En muchas ocasiones, se validan estos
comportamientos machistas, y el hombre agrede a la mujer, quien se ve obligada a callar y
justificarlo, debido a que las agresiones están normalizadas en nuestro entorno y no se
fomenta un pensamiento crítico que sancione la conducta del agresor. Estos ideales
representan conductas de muchos peruanos y de las instituciones, las cuales contribuyen a
invisibilizar el sufrimiento de muchas mujeres.

Ante ello, Pásara destaca que la violencia no solo proviene de parejas, sino también de un
Estado y una sociedad vengativa, lo que resulta en humillación y segregación hacia las
mujeres. Las instituciones cuestionan los argumentos de las víctimas, lo que socava la
legitimidad de la justicia penal y el poder del Estado en sociedades desiguales.

En Perú, la violencia familiar es un problema social significativo, con un alto índice de


maltrato hacia las mujeres. Las denuncias por violencia familiar han aumentado, y la
mayoría de los agresores son esposos o exparejas.

A pesar de estas políticas, persisten desafíos en la calidad del servicio de atención a las
víctimas en el sistema legal. La Policía Nacional del Perú, como primera institución de
contacto, presenta problemas en la atención y seguridad de las víctimas. Estudios de
diversos académicos y centros de investigación han señalado deficiencias en la atención
policial, donde los sesgos de género y los estereotipos influyen en la falta de una respuesta
efectiva y comprensiva hacia las víctimas.

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Es imperativo abordar estas deficiencias y prejuicios en las instituciones encargadas de
proporcionar justicia para garantizar un acceso equitativo a la misma, especialmente para
las mujeres que sufren violencia de género.

Con el fin de alcanzar los objetivos de las políticas públicas emitidas por el Estado para
combatir la violencia familiar, es crucial contar con una atención y servicio de calidad
que satisfagan las necesidades de las víctimas, impactando positivamente el proceso
legal. De lo contrario, se podría generar un sentimiento de frustración y desconfianza
hacia las instituciones, una situación que lamentablemente persiste en nuestro país.

A pesar de que existe un marco jurídico que reconoce a las instituciones como garantes
de esta justicia, en la práctica, muchas veces, esto no se cumple debido a diversas
barreras. La Policía Nacional del Perú, como institución encargada de recibir denuncias
y llevar a cabo investigaciones, enfrenta desafíos significativos en la atención y
seguridad de las víctimas, a pesar de su papel crucial como primer contacto con estas.

Como respuesta a esta problemática arraigada, varias instituciones académicas, centros


de investigación y autores han enfocado sus esfuerzos en estudiar este fenómeno.
Entre las contribuciones más destacadas que guardan relación con mi área de
investigación y perspectivas teóricas se encuentra el trabajo de Karime Parodi Ambel,
quien en su texto “Abordando los sesgos contra las mujeres víctimas de delitos sexuales
en el Poder Judicial chileno: un estudio de caso”, señala las consecuencias de los
sesgos y estereotipos de género en las víctimas, incluyendo investigaciones fallidas y la
falta de credibilidad hacia sus declaraciones.

Elizabeth Chávez y Erika Irene Zuta Vidal, en su tesis titulada “El acceso a la justicia de
los sectores pobres a propósito de los consultorios jurídicos gratuitos PUCP y la
recolecta de PROSODE”, evidencian la deficiencia de los efectivos policiales en la
atención a las víctimas al momento de presentar denuncias. Ellas mencionan la
tendencia a justificar al agresor, minimizando la denuncia e incluso culpabilizando a la
víctima por su situación.

Esto se alinea con las observaciones de la Defensoría del Pueblo, que en 2012
identificó deficiencias en la atención a mujeres víctimas de violencia, señalando la falta
de un registro único para estos casos, escasa capacitación del personal y ambientes
inadecuados para brindar una atención adecuada. Estas limitaciones impiden la
recopilación de datos esenciales para implementar políticas públicas efectivas en la
prevención y atención de estos casos.

Estos sesgos sociales hacen que las víctimas se sientan incómodas al presentar
denuncias, y a menudo sufren revictimización por parte de la Policía, quienes
cuestionan sus declaraciones y minimizan su situación, entre otras conductas.

Soledad Calle, quien ha investigado la atención social en temas de violencia de género


por parte de las instituciones, destaca la revictimización de las mujeres víctimas de
violencia de género. Su estudio revela que muchos de los relatos presentados son
minimizados o rápidamente derivados a otros servicios, lo que exige nuevas
declaraciones y evaluaciones. Además, menciona la conducta poco profesional de las
autoridades encargadas de la atención a las víctimas, marcada por la descalificación,
desacreditación y falta de empatía, lo que contribuye a la revictimización y desanima a
las víctimas a presentar denuncias, empeorando su situación.

Esta perspectiva es respaldada por María Luisa, quien aborda la revictimización y el


acceso a la justicia de las víctimas de violencia de género. Destaca que las instituciones
encargadas de garantizar la integridad de las víctimas a menudo muestran actitudes

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perjudiciales, como comentarios inapropiados, maltrato por parte de la policía e incluso
la falta de inicio del proceso legal si la víctima no se ajusta al estereotipo de "víctima
ideal".

Dammert, en su investigación “Trabajo policial, burocracias y discrecionalidad en la


implementación de la violencia contra la mujer. El caso de las comisarías en el Perú”,
señala que en los centros policiales persisten desigualdades que generan precariedad
en el sistema judicial. Asimismo, cita a Bardales y Vásquez, quienes exponen que las
mujeres víctimas de violencia enfrentan traumas y vergüenza, agravados por la atención
policial. Además, señalan: “Esto refleja fallas estructurales en un sistema que conduce a
la revictimización. A pesar de denunciar la gravedad de la violencia, algunas, motivadas
por consejos de terceros, se enfrentan a una dura realidad: denunciar no cambia su
situación” (Dammert: 2018, 29).

Mónica Chipana, en su investigación “Factores que determinan la actuación policial en


la intervención en casos de violencia de pareja contra la mujer en las comisarías del
distrito de Paucarpata Arequipa-2017”, expone los resultados de su estudio,
concluyendo que existen estereotipos sexistas, asignación del rol reproductivo a la
mujer, expectativas de dependencia y atribución de inestabilidad emocional a la mujer.
Estos estereotipos reducen la percepción de seguridad hacia las instituciones y
desincentivan a los policías a recibir denuncias.

Es esencial que la Policía Nacional del Perú, como primer contacto con las víctimas y
primer eslabón para alcanzar la justicia, adopte conceptos arraigados en el humanismo
y un enfoque de género. Todas las personas merecen que se respete su dignidad y
calidad de vida, por lo que se debe fomentar la empatía hacia las víctimas y capacitar a
los efectivos policiales en estos temas.

Los estereotipos de género arraigados en la Policía Nacional impiden que las mujeres
ejerzan sus denuncias, percibiendo el proceso como complejo y estigmatizante. Estos
roles sociales incrustados en la institución obstaculizan la justicia para las víctimas de
violencia familiar y limitan la efectividad de las medidas de protección.

Así de esta manera brinda un rol a la policía para ejecutar una serie de dispositivos en
favor de la víctima de forma acelerada y pronta, siendo uno de los más emblemáticos las
medidas de protección

Las medidas de protección se definen como las acciones que el Estado, a través de sus
órganos competentes, implementa para asegurar la tranquilidad de las víctimas de
violencia, evitando actos dañinos adicionales contra ellas.

Bisset Marchena define las medidas de protección como aquellas acciones que el Estado, a
través de sus órganos e instituciones competentes, emplea para procurar la tranquilidad de
las víctimas de violencia, previniendo acciones futuras en su perjuicio. Destaca la
importancia de adoptar mecanismos de defensa, como se especifica en la Ley 30364, que
aborda la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar.

Estas medidas se aplican mediante la evaluación de riesgos, donde se determina la


gravedad del caso y se detallan mediante protocolos establecidos por la Policía Nacional del
Perú.

Saldaña destaca que durante este proceso, los agentes de policía o los fiscales penales
aplicarán la ficha de valoración de riesgo y establecerán las medidas de protección
pertinentes. Esto implica brindar mayor atención a los casos más graves en términos de

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seguridad, como patrullajes en el domicilio de la víctima o la comunicación de los hechos al
Centro de Emergencia Mujer.

Sin embargo, persisten deficiencias significativas en la implementación efectiva de estas


medidas de protección, particularmente en el enfoque del alejamiento ordenado. Aspectos
como los estereotipos de género y la revictimización de las víctimas son temas cruciales,
junto con la necesaria capacitación de los agentes policiales para abordar estos casos de
manera efectiva.

Raquel Borges Blázquez, en su investigación comparativa sobre la protección de víctimas


de violencia de género en Europa, resalta la falta de compromiso en la respuesta a este
fenómeno. Subraya las limitaciones de los modelos de gestión que carecen de la capacidad
necesaria para brindar protección efectiva a las víctimas. Además, señala las dificultades de
los Estados para abordar este problema debido a la complejidad de los sistemas
burocráticos.

En este contexto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) también subraya


la disparidad y la falta de institucionalización en las capacitaciones destinadas a los
funcionarios encargados de la administración de justicia y la policía. Destaca la carencia de
mecanismos de responsabilidad necesarios para generar cambios sostenibles (CIDH:2007,
cap.2).

Mariela Herrera y Maribel Pascacio resaltan la complejidad de abordar esta problemática en


el contexto peruano. Enfatizan las deficiencias del sistema administrativo en la
implementación de las medidas establecidas por las políticas públicas. Indican que, cuando
se implementan, estas medidas tienden a distorsionarse, mermando su efectividad.

Estas dificultades se corroboran en el informe de la Defensoría del Pueblo, que advierte


deficiencias en la atención a las víctimas de violencia en el distrito de San José de Sisa. A
pesar de haberse registrado más de 180 casos de violencia en los Centros de Emergencia
Mujer (CEM) locales, se detectó que algunos casos no recibieron una atención adecuada.
Se menciona un caso donde las medidas de protección no se implementaron a pesar de
que la víctima estaba en peligro (Defensoría del Pueblo: 2023).

Por estas razones, es fundamental que la Policía Nacional del Perú, como el primer punto
de contacto para las víctimas y el primer eslabón para acceder a la justicia, adopte
principios arraigados en el humanismo y el enfoque de género. Todos los individuos tienen
derechos que deben ser respetados en términos de dignidad y calidad de vida.

El humanismo se manifiesta a través del diálogo empático con las víctimas, evidenciando la
racionalidad y solidaridad. La sensibilidad de los agentes policiales hacia las mujeres
violentadas está estrechamente vinculada a la formación en estos temas. En el año 2018, el
Ministerio del Interior, en colaboración con la Defensoría del Pueblo y la Policía del Perú,
implementó medidas para capacitar al personal policial en la atención a las víctimas de
violencia. Se inició el curso "Instructores policiales en derechos de las mujeres", con la
capacitación de 50 policías femeninas para brindar una atención óptima a las víctimas y
prevenir la violencia de género. A pesar de la suposición de que las mujeres policías
podrían mostrar mayor empatía, los resultados no han sido claros, ya que las quejas sobre
la atención policial persisten, y las denuncias han aumentado.

Nicolás Hoyos, en su investigación "La capacidad Estatal de la Dirección de lucha contra la


violencia familiar de la Policía Nacional del Perú en el año 2015", destaca la importancia de
establecer una estrategia para proteger a las víctimas de violencia desde el primer contacto
con el personal policial, ya que esta interacción impacta el proceso posterior de la víctima.

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Las investigaciones mencionadas critican el rol fundamental de la Policía debido a la falta
de interés y conocimiento mostrados por la mayoría de sus miembros. Hoyos también
señala que la policía sigue considerando que las situaciones de violencia doméstica no son
crímenes, sino simples conflictos familiares. Esta carencia de conocimiento y capacitación
adecuada conlleva a una protección inadecuada de las víctimas.

Estas perspectivas resaltan la falta de eficacia en las medidas de protección emitidas por el
Estado para las mujeres víctimas de violencia de género debido al incumplimiento por parte
de los encargados de brindar protección. De acuerdo con las propuestas de Mariela Herrera
y Maribel Pascacio, se requiere una reforma en el papel de esta institución para asegurar
una atención adecuada en estos casos. Esto implica la implementación de nuevos
protocolos de atención y una formación adecuada para el personal encargado de la
atención a las víctimas de violencia familiar, con el objetivo de fomentar la cooperación y la
correcta aplicación de las fichas de valoración de riesgo.

MARCO TEÓRICO-NORMATIVO

III.1. Marco Normativo

En el contexto peruano, se han establecido medidas de protección dirigidas a las mujeres


víctimas de violencia de género, las cuales representan un pilar fundamental en la lucha
contra esta problemática persistente. Este escenario social desafiante ha motivado al
Estado peruano a ratificar tratados internacionales, reafirmando así su compromiso con el
reconocimiento y salvaguarda de los derechos de las mujeres afectadas por situaciones de
violencia de género. En el ámbito nacional, se han promulgado normativas específicas
destinadas a abordar esta forma de violencia.

Las instituciones responsables de brindar protección a las víctimas implementan protocolos


de atención con el fin de mejorar la calidad de asistencia y optimizar el proceso penal. Este
proyecto de investigación se sumerge en la evaluación de la efectividad de estas medidas,
explorando detalladamente su implementación y su eficacia en la protección de las mujeres
afectadas por la violencia de género. En este contexto, se analizarán minuciosamente las
disposiciones legales, los tratados internacionales, las políticas públicas y los mecanismos
de aplicación que componen el entramado del Estado peruano para abordar de manera
efectiva la problemática de la violencia de género.

III.1.1. Marco Normativo Internacional

Los tratados internacionales referentes a la violencia de género, ratificados por el Estado


peruano, ostentan un rango constitucional y deben ser cumplidos de manera cabal,
obligatoria e inmediata por los órganos encargados de administrar justicia en el país.

Estos tratados expresan los derechos de las mujeres y exigen la no discriminación,


promoviendo la igualdad de género. Entre los principales instrumentos ratificados por el
Estado para afrontar la violencia de género, destaca en primer lugar el Convenio
Interamericano para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer - Convenio
de Belem Do Pará, ratificado el 2 de abril de 1996.

Este representa un hito relevante en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, ya que
busca establecer medidas de protección y atención integral a las víctimas de violencia de
género. Su enfoque se centra en prevenir, sancionar y erradicar cualquier forma de

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violencia contra la mujer, garantizando protección, asistencia y acceso a la justicia para las
mujeres afectadas. Esta legislación representa un compromiso institucional para combatir
esta problemática, sentando bases legales para el empoderamiento y protección de las
mujeres peruanas.

Asimismo, se encuentra el Convenio sobre la Eliminación de Todas las Formas de


Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Este Convenio establece medidas para erradicar
la violencia contra la mujer, reconociendo la importancia de asegurar la igualdad de género
y proteger a la mujer contra cualquier forma de discriminación o maltrato. Además, busca
promover políticas públicas que garanticen la integridad física, psicológica y social de las
mujeres, así como su acceso a la justicia en casos de violencia.

También es relevante mencionar el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la


Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Este protocolo permite
a las mujeres presentar quejas individuales ante el Comité de la CEDAW si sus derechos
han sido vulnerados, incluyendo situaciones de violencia.

Es preciso mencionar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) presentados por la


Agenda 2030 de la ONU. Como signatario, el país se compromete a trabajar en el logro de
la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.

En cuanto a la calidad de atención de las autoridades, la Declaración de Beijing en 1995


tiene como objetivo brindar educación y capacitación sobre derechos humanos al personal
policial, militar y otros sectores, con el propósito de sensibilizarlos respecto a los factores de
diferenciación de género y promover un mejor trato hacia las mujeres.

A pesar de la emisión de normativas y la ratificación de tratados internacionales


relacionados con los derechos de las mujeres, la prevención de la violencia de género y la
lucha contra este fenómeno persisten debido a la inadecuada aplicación de dichas
disposiciones legales. Por consiguiente, resulta imperativo que el Estado refuerce la
implementación de esta legislación en las instituciones públicas. Asimismo, es fundamental
que garanticen la protección de estas mujeres mediante medidas como la orden de
alejamiento, requiriendo que los agentes estén plenamente familiarizados con estas
disposiciones jurídicas, se adhieran a las leyes y adopten un enfoque de género en su
actuar.

III.1.2. Marco Normativo Nacional

El Gobierno ha promovido, a través de sus políticas públicas, un conjunto de normativas


dirigidas a abordar la compleja problemática de la violencia de género en el país. La
Constitución Política del Perú (1993) establece el marco legal fundamental, contemplando
los derechos de las mujeres y la responsabilidad del Estado peruano en la erradicación y
prevención de la violencia de género, así como en la prohibición de cualquier forma de
discriminación hacia la mujer y la garantía de una atención adecuada a las víctimas.

Sin embargo, la realidad evidencia deficiencias en la aplicación efectiva de estos principios


en el ámbito policial, contraviniendo lo establecido por la Constitución. Ante esta situación,
el Estado peruano ha incluido, dentro de sus políticas públicas, medidas dirigidas a abordar
la carencia de capacitación, sensibilización y protocolos, con el fin de ofrecer respuestas
más idóneas a esta problemática.

Dentro de estas políticas públicas, se destaca la Ley N°30364, una herramienta


fundamental en la lucha contra la violencia de género, que busca prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres y los miembros del grupo familiar. Esta ley

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establece medidas integrales para combatir la violencia de género, desde la prevención
hasta la atención a la víctima, protección y acceso a la justicia que estas merecen.

Asimismo, el reglamento de la Ley N°30364 detalla los procedimientos legales y


administrativos que deben seguirse para denunciar casos de violencia. Además, establece
las responsabilidades de las instituciones encargadas de brindar apoyo a las víctimas de
violencia de género. Por último, este reglamento define las medidas de protección y
asistencia que deben ofrecerse a las víctimas, incluyendo acciones como las órdenes de
alejamiento y el acceso a refugios.

Siguiendo con lo anterior, los artículos del 35 al 44 proporcionan información específica


sobre las medidas de protección y las acciones cautelares para los casos de riesgo que
enfrentan las víctimas."

Es fundamental mantener la claridad y la precisión al describir las disposiciones y los


procedimientos establecidos en el reglamento de la Ley 30364 para garantizar una
comprensión adecuada de las medidas de protección destinadas a las víctimas de violencia
de género.

El propósito de estas medidas es asegurar el bienestar social y la seguridad de las


personas afectadas por la violencia, fortaleciendo la intervención estatal y fomentando el
respeto y la no discriminación. Además, la ley establece pautas específicas para las
instituciones encargadas de brindar seguridad y protección a las víctimas, como la Policía
Nacional, que tiene la responsabilidad de recibir las denuncias y llevar a cabo las
investigaciones preliminares en un plazo máximo de 5 días hábiles desde la recepción
formal de la denuncia. Posteriormente, se deben implementar las medidas de protección
correspondientes, en consonancia con la gravedad del caso, y es crucial que la Policía
Nacional ejecute estas medidas.

En concordancia con estas directrices, se encuentra la Ley 26842, conocida como la Ley
General de Salud, emitida el 27 de julio de 2017, que coloca la salud física y mental como
prioridad. Esta legislación es relevante para prevenir la violencia y aborda aspectos
relacionados con la violencia de género, como la salud mental.

Las conductas violentas contra la mujer son tipificadas como delitos en el Código Penal de
1991, el cual identifica y penaliza diversas formas de violencia familiar y sexual contra las
mujeres, como la violencia familiar, lesiones por razón de género y feminicidio. Estas
disposiciones penales tienen como objetivo sancionar actos violentos que atenten contra la
integridad de la mujer, considerando su gravedad.

Además, en línea con el Código Penal, es necesario destacar el artículo 377, que aborda la
omisión, rehusamiento o demora de actos funcionales. Esta disposición estipula que
cualquier funcionario público que se niegue ilegalmente a cumplir con sus deberes en su
cargo será sancionado con pena de hasta dos años y multa de treinta a sesenta días. Por
tanto, la normativa estatal establece sanciones para aquellos funcionarios, incluyendo a la
Policía, que no cumplen adecuadamente con sus responsabilidades en favor de las víctimas
de violencia, protegiendo así sus derechos y seguridad.

III.1.2.1. Instrumentos nacionales para la lucha contra la violencia de género

El Estado peruano ha adoptado políticas públicas en su reglamentación con el objetivo


primordial de proporcionar protección a las víctimas de violencia de género, esto en estricto
apego a la normativa legal vigente en el país.

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Uno de los instrumentos fundamentales es el Plan Nacional contra la Violencia hacia la
Mujer 2016-2021, cuya meta principal radica en garantizar los derechos de las mujeres,
asegurar su acceso a la justicia y propiciar una vida libre de violencia para ellas. Este plan
establece diversas estrategias, entre las cuales se incluye la revisión de patrones
socioculturales que promuevan la desigualdad entre géneros, así como el reconocimiento
del Estado como garante y protector de las personas afectadas por la violencia, velando por
su acceso efectivo a la justicia. Además, se hace hincapié en la implementación de medidas
específicas para cada caso particular, asegurando así la protección integral de la víctima y
una atención adecuada a sus necesidades.

En concordancia a lo mencionado, el Estado peruano ha planteado un plan estratégico de


desarrollo 20250 conocido también como el Plan Bicentenario. Este plan tiene como
objetivo convertir al Perú en un país sostenible, democratico y desarrollado.

Dentro de sus planes estratégicos, presenta ejes importantes tono al fortalecimiento


institucional y la reducción de brechas sociales, igualdad de oportunidades. Asimismo, a
partir de sus planes estratégicos busca atender y prevenir la violencia de género, así como
salvaguardar los derechos de las mujeres.

Para hacer frente a la violencia de género, el Estado peruano se ha comprometido a través


del Programa conjunto contra la violencia basada en género, un enfoque multisectorial
liderado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización Panamericana de la Salud
(OPS-OMS) desde el año 2017. Este programa busca mejorar los servicios sociales, legales
y de justicia para las víctimas de violencia.

En línea a lo anterior se encuentra el Protocolo base de actuación conjunta (PBAC), cuyo


objetivo es articular intrínsecamente para brindar una atención integral por parte del Estado,
así como incentivar a los ciudadanos a utilizar los servicios sociales como el de la justicia
para la protección de sus derechos y por último, garantiza una atención con calidad y
celeridad desde el Estado.

En consonancia con lo anterior, el Acuerdo Nacional contempla, en su séptima política de


Estado, la erradicación de la violencia de género mediante la promoción de una mayor
seguridad ciudadana y el fortalecimiento del civismo. Se busca, específicamente, combatir
prácticas violentas arraigadas, como el maltrato familiar.

Asimismo, dentro de este acuerdo, la décima sexta política de Estado enfatiza el


fortalecimiento de la Familia, la Protección y la Promoción de la Niñez, la Adolescencia y la
Juventud. El compromiso estatal se centra en fortalecer el núcleo familiar, fomentando una
convivencia respetuosa y garantizando la dignidad y los derechos de todos sus miembros.
Este enfoque tiene como propósito prevenir, sancionar y erradicar conductas violentas que
puedan presentarse en el seno de las relaciones familiares.

Estos esfuerzos tienen como objetivo consolidar la institución familiar a través de la


educación, promoviendo una mayor estabilidad basada en el respeto, el liderazgo y la
eliminación de la discriminación hacia la mujer.

A su vez, el Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades de Mujeres y Varones, emitido


mediante el Decreto Supremo 009-2005-MIMDES, establece estrategias para lograr la
equiparación de oportunidades entre hombres y mujeres, buscando eliminar cualquier forma
de jerarquización entre los géneros.

Esta investigación está vinculada a los objetivos mencionados, ya que busca explicar cómo
los estereotipos de género actúan como obstáculo para brindar una atención adecuada a

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las víctimas y, además, aborda la problemática de la ineficacia de las medidas de
protección.

En cuanto a la calidad de atención de las autoridades, el Estado peruano se adhirió a la


Declaración de Beijing en 1995, comprometiéndose con la Plataforma de Acción de dicho
acuerdo. Esta plataforma tiene como objetivo brindar educación y capacitación sobre
derechos humanos al personal policial, militar y otros sectores, con el propósito de
sensibilizarlos respecto a los factores de diferenciación de género y promover un mejor trato
hacia las mujeres.

A pesar del interés evidente del Estado peruano, tanto a nivel nacional como internacional,
por abordar esta problemática, las políticas públicas no parecen ser suficientes. Se requiere
una implementación más efectiva por parte de las entidades encargadas de la protección de
las víctimas, específicamente la Policía Nacional del Perú, para garantizar una protección
integral y una respuesta adecuada a las necesidades de quienes han sufrido violencia de
género.

III.2. Marco Teórico

Esta revisión teórica tiene como objetivo explorar y analizar críticamente las diversas
barreras que obstaculizan la eficacia de las acciones de protección policial dirigidas a
mujeres víctimas de violencia en el Perú. Se examinarán factores contextuales, legales,
culturales y operativos que inciden en la respuesta de la Policía Nacional del Perú ante
estos casos, así como las implicaciones de estas dificultades en la garantía de derechos y
la seguridad efectiva de las mujeres en situación de vulnerabilidad.

Al abordar estas dificultades, se busca identificar y comprender las razones subyacentes


que limitan el pleno ejercicio de la protección policial, con el propósito de proponer
recomendaciones y estrategias que puedan fortalecer y mejorar la respuesta institucional
ante la violencia de género. Este análisis se fundamentará en teorías, estudios empíricos y
marcos conceptuales pertinentes para esclarecer las complejidades inherentes a la
prestación de medidas de seguridad por parte de la Policía Nacional del Perú en el contexto
de la violencia contra las mujeres."

III.2. 1 Acceso a la Justicia

El acceso a la justicia comprende un derecho fundamental que todo ser humano tiene para
participar en el sistema de justicia de manera efectiva y equitativa. Esto implica que todos,
sin excepción de su condición social, económica, cultural o cualquier factor, puedan acceder
a la justicia y recibir un trato digno e imparcial por parte de las instituciones judiciales.

La Defensoría del Pueblo menciona que es necesario que todos los servicios de justicia
están caracterizados por su independencia, imparcialidad, transparencia y se basen en
criterios éticos en concordancia con la Constitución Política del Perú, los derechos
universales, los derechos humanos y la igualdad de acceso para todos los ciudadanos. Sin
embargo, precisan que el acceso a la justicia en Perú es un tema complicado y representa
un desafío para el Estado peruano y la sociedad.

Javier la Rosa Calle, a través del Centro de Estudios de Justicia de las Américas, menciona
que la administración de la justicia es un tema de suma importancia y se refiere al acceso
oportuno y a condiciones de igualdad de servicios jurídicos. Asimismo, presenta una
novedosa definición del acceso a la justicia, precisando lo siguiente: “el derecho de las
personas, sin distinción de sexo, raza, edad, identidad sexual, ideología política o creencias
religiosas, a obtener una respuesta satisfactoria a sus necesidades jurídicas” (Javier de la
Rosa, 2020, pp. 22).

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El Estado peruano ha implementado diversas normativas y políticas públicas destinadas a
favorecer el acceso a la justicia; sin embargo, este sigue representando una significativa
problemática para las mujeres, especialmente aquellas que enfrentan dificultades
económicas, ya que no logran acceder a la justicia de la misma manera que cualquier
ciudadano peruano. Existen obstáculos relacionados con la falta de reconocimiento de sus
vivencias, estereotipos de género arraigados y una impunidad sistemática frente a los
abusos que enfrentan. Como resultado, se genera una profunda desconfianza por parte de
las mujeres víctimas hacia la administración de justicia.

En particular, en casos de violencia contra la mujer, a pesar de los avances evidentes en la


promulgación de políticas públicas, planes nacionales y programas especializados, aún no
se ha implementado una política integral dedicada específicamente a la atención de estas
víctimas. Esto implica la persistencia de descalificaciones, negligencia en la recopilación de
pruebas preliminares para sustentar un proceso judicial posterior y la escasa credibilidad
otorgada a los testimonios proporcionados por las víctimas.

El acceso a la justicia se convierte, por ende, en un tema de máxima importancia en la


sociedad, al representar un requisito básico y un derecho fundamental de todo ser humano
a la utilización efectiva de los mecanismos legales. Es imperativo impulsar iniciativas que
garanticen dicho acceso, orientadas mediante programas sociales destinados a brindar
protección a la ciudadanía. Esto permitirá satisfacer la legítima expectativa ciudadana de
contar con un sistema de justicia efectivo y equitativo para todos.

III. 2.2 Violencia de Género

La violencia de género, según Naciones Unidas, se refiere a los actos dañinos dirigidos
contra una persona o grupo debido a su género, originándose en la desigualdad de género,
el abuso de poder y normas perjudiciales. Se destaca que las diferencias estructurales de
poder ponen a mujeres y niñas en riesgo frente a múltiples formas de violencia (UNRIC,
2023).

Aunque la violencia de género se conceptualiza como una violencia hacia toda persona, se
reconoce que el riesgo es mayor para las mujeres debido a un conjunto de complejos de
factores sociales, culturales y sociales arraigados a patrones de desigualdad de género.

Históricamente. Las mujeres se han visto gravemente vulneradas y subordinadas a diversas


esperas sociales, económicas y políticas, estableciendo un contexto de desigualdad y
discriminación basada en el género. Por tanto, esto evidencia las desigualdades en cuanto
a relaciones de poder desequilibradas.

Por ello, la violencia de género se arraiga a un tema de desigualdades, estereotipos y


prácticas culturales donde las mujeres muestran un mayor riesgo.

La Agencia de la ONU para los Refugiados la define como una grave violación de derechos
humanos, con consecuencias en la salud física y mental de las víctimas.

Esta problemática incluye diversos tipos de violencia, como la física, sexual, psicológica y
económica, manifestándose tanto en el ámbito público como en el privado. Su arraigo en la
sociedad requiere ser abordado en la agenda política por varias razones:

En primer lugar, la legitimación de soluciones, al reconocerla como problemática política,


valida la necesidad de buscar soluciones efectivas a través de programas y políticas
preventivas. A partir de ello, brindar una mayor visibilización y evitar la normalización o la
ignorancia de este tema, para que se puedan adoptar medidas eficaces.

12
Por tanto, la legitimación de soluciones implica reconocer a la violencia de género como una
problemática social grave que requiere una respuesta integral por parte de las Instituciones
Públicas. Esto implica no solo la promulgación de leyes y políticas públicas sino también
recursos adecuados para su implementación efectiva. Esto incluye una correcta
capacitación a los efectivos policiales y judiciales en enfoques de género, establecimiento
de refugios y centros de atención y brindar campañas educativas para cambiar creencias
que perpetúan la violencia.

En segundo lugar, la visibilización y protección de derechos en relación con la violencia de


género promueven la conciencia social sobre este fenómeno, fomentando la sensibilización
y el compromiso institucional con los derechos humanos de las personas afectadas. Este
aspecto representa un componente esencial en la agenda política, ya que proporciona
elementos fundamentales para garantizar la protección integral de las víctimas de violencia
de género.

La visibilización implica destacar la violencia de género como un problema social. Esto


abarca campañas educativas, medios de comunicación y programas de sensibilización que
expongan las consecuencias de la violencia contra las mujeres. De esta manera, se busca
desafiar y modificar la percepción social que normaliza este tipo de violencia.

En lo que respecta a la protección de los derechos de las víctimas, es necesario promover y


defender los derechos humanos de las mujeres, incluyendo el acceso a la justicia, la
seguridad, el apoyo psicológico y legal, entre otros aspectos. Asimismo, es crucial abordar
la prevención de la revictimización, donde los testimonios de las víctimas no sean
cuestionados ni culpabilizados por los hechos. Esto requiere una capacitación especializada
para los profesionales encargados de atender a las víctimas, tales como policías, fiscales y
personal médico.

Por lo tanto, a través de este punto en la agenda política, se busca un cambio cultural,
desafiando los roles tradicionales, sino también un cambio legal que fomente el respeto
mutuo y la igualdad de género en la sociedad.

En tercer lugar, el cambio social contribuye a modificar roles y comportamientos arraigados


que perpetúan la discriminación y desigualdad. A través de este enfoque, se busca una
transformación de creencias, actitudes y prácticas arraigadas en la sociedad, con el
propósito de erradicar la tolerancia y normalización de la violencia hacia las mujeres
víctimas de violencia de género.

Este objetivo implica educar y generar conciencia en la población en general, fomentando


relaciones basadas en el respeto y la igualdad. Además, es pertinente involucrar a diversos
actores sociales, como líderes de organizaciones no gubernamentales y medios de
comunicación, para que se sumen a esta lucha y promuevan una participación activa en la
creación de entornos equitativos y libres de discriminación.

En resumen, el cambio social se posiciona como un tema central en la agenda política, ya


que implica un compromiso continuo para transformar las estructuras sociales y culturales,
promoviendo una sociedad donde la violencia sea censurada y se garantice la seguridad
para todas las personas.

A raíz de todo lo mencionado, evidencia que los estereotipos de género juegan un papel
significativo en la generación y perpetuación de la violencia de género. En Perú, se
atribuyen roles específicos a hombres y mujeres, como la idea de que las mujeres deben
permanecer en casa y los hombres deben ser proveedores, contribuyendo a la
jerarquización de géneros y a la subordinación femenina.

13
Esta mentalidad, arraigada en una sociedad patriarcal, coincide con Francisca Expósito,
quien destaca que "la cultura ha validado la idea de la superioridad masculina, consolidada
a través de la socialización" (Expósito, 2001, p. 22). Tales concepciones establecen al
hombre como figura preponderante y portador del poder, relegando a la mujer a un papel
irracional y emocional, lo que presenta numerosos desafíos, especialmente en el ámbito
judicial y social.

Estos estereotipos generan expectativas de comportamiento, exponiendo a posibles


discriminaciones o violencia en caso de no cumplirse. Además, justifican y normalizan
comportamientos violentos.

III. 2.1 Violencia contra la mujer

La violencia contra la mujer, según ONU Mujeres, se define como cualquier acto de
violencia basado en el género que cause daño físico, sexual o psicológico, así como
coacción o privación de su libertad, ya sea en entornos públicos o privados. Esta definición
identifica diversas formas de agresión que vulneran los derechos de la mujer y,
lamentablemente, en ocasiones, legitiman sus propias agresiones debido a estructuras
patriarcales arraigadas en la sociedad. Esta estructura jerarquizada obliga a las mujeres a
tolerar la violencia, una realidad profundamente arraigada en nuestra nación.

La violencia contra la mujer puede manifestarse de diversas formas y en diferentes


contextos:

En primer lugar, la violencia física es aquella que implica el uso de fuerza con la intención
de causar daño o sufrimiento. Esto puede incluir golpes, empujones, estrangulamiento,
entre otros.

En segundo lugar, la violencia psicológica muestra una conducta con el objetivo de dañar
emocional y mentalmente a la víctima. Esto puede incluir amenazada, humillaciones,
insultos, amenazas. Esto genera un gran efecto en cuanto a la salud mental de la víctima,
pues su autoestima y bienestar general se ven alterados.

En tercer lugar, la violencia sexual involucra cualquier acción de índole sexual no


consentida o coercitiva. Eso puede incluir, acoso, abuso sexual, explotación sexual, entre
otro comportamiento que vulneren la integridad sexual y autonomía sexual de la mujer. Este
representa, de igual manera, una afectación en la salud mental y vida de la víctima.

Estas formas de violencia evidencian la desigualdad de poder y estructural entre hombres y


mujeres, vulnerando múltiples derechos humanos y generando graves consecuencias en la
salud emocional y física de la víctima.

III.2.2 Enfoque de género

El enfoque de género se fundamenta en establecer un marco estratégico para cuestionar


las desigualdades sociales, políticas y culturales entre hombres y mujeres en la sociedad.
Se centra en las relaciones de poder y los roles tradicionales basados en el género.

Según la ONU de las Mujeres junto con MIDEPLAN (Ministerio de Planificación Nacional y
política Económica, brindan un concepto de enfoque de género:

“El enfoque de género refiere a observar, analizar y promover transformaciones


respecto de las desigualdades e inequidades en la condición, construcción de los
roles y posición de hombres y mujeres en la sociedad. La incorporación de este
enfoque ha surgido de la necesidad de apreciar y valorar la realidad desde una

14
perspectiva de justicia y equidad y, por consiguiente, en las labores de diseñar,
implementar, evaluar políticas e intervenciones públicas, valorar buenas prácticas y
obtener aprendizajes. Por un lado, procura controlar los posibles efectos e impactos
adversos derivados de las intervenciones y cuidar de no incurrir en discriminación
por razón de género y, por otro, a promover la igualdad de oportunidades con
especial énfasis en el fortalecimiento de las capacidades y competencias de las
mujeres a través de su empoderamiento como titulares de derechos” (ONU DE
MUJERES, 2017, pg.6)

Este tema ha adquirido relevancia en la agenda internacional, ya que diversos organismos


internacionales subrayan la importancia de priorizar este asunto y desarrollar estrategias
para prevenir y abordar estas desigualdades.

Por ejemplo, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de Copenhague en 1995, se


destacó esta problemática en relación con el género, centrando la agenda en estrategias
para lograr un desarrollo social equitativo. Asimismo, la Cuarta Conferencia Mundial de la
Mujer en el mismo año resaltó la necesidad de erradicar estereotipos de género para
alcanzar la igualdad. Principalmente, se identificaron problemáticas como el acceso
desigual a la educación y servicios, la violencia contra las mujeres, los estereotipos de
género, la desigualdad en la participación y acceso, la disparidad en el ejercicio del poder y
la persistente discriminación y violación de derechos hacia las niñas.

Como sociedad, es fundamental tomar conciencia de las disparidades existentes entre


mujeres y hombres para evitar que continúen perpetuándose las desigualdades sociales.
Resulta crucial implementar el enfoque de género como una perspectiva integral para
transformar estos roles y relaciones sociales, con el fin de instaurar una sociedad equitativa
y justa.

III.2. 3 Función institucional de la Policía Nacional del Perú

La Policía Nacional del Perú es una institución del Estado cuya finalidad es garantizar los
derechos fundamentales de los ciudadanos peruanos. Se le atribuyen múltiples roles y
responsabilidades en la sociedad, entre los principales se encuentran: asegurar la
seguridad ciudadana manteniendo el orden público para garantizar la protección de los
ciudadanos; proporcionar protección y asistencia, incluyendo la atención inmediata a
víctimas de delitos y emergencias.

Uno de sus roles primordiales es recibir denuncias, y entre las más recurrentes en el Perú
se encuentra la violencia de género, donde la PNP tiene la responsabilidad de responder de
manera inmediata y adecuada. Esto implica el registro preciso de las denuncias, la
cumplimentación de la ficha de valoración de riesgo y la prestación de asistencia a la
víctima de acuerdo con sus necesidades físicas, legales y emocionales.

Marin Berrospi resalta el papel fundamental de la Policía Nacional del Perú, siendo
responsables de iniciar y llevar a cabo los procedimientos policiales para intervenir en casos
de violencia.

En consecuencia, la PNP desempeña un rol esencial en la garantía y provisión de seguridad


a los ciudadanos, además de tener una relevancia crucial en el apoyo a las víctimas de
violencia de género.

III.2.4 Las medidas de protección

Según el Gobierno del Perú, las medidas de protección son acciones personalizadas e
intransferibles dictadas por el Juzgado De Familia para prevenir y neutralizar la violencia

15
hacia la mujer. Estas medidas buscan preservar la integridad física, sexual y psicológica de
las víctimas.

Dexia Abogados señala que el objetivo primordial de estas medidas es prevenir la


continuidad del delito. Tras su aplicación y la evaluación del caso, su fin principal es evitar la
reincidencia de los hechos (Dexia Abogados, 2021).

Para aplicar medidas de protección, es necesario que exista un hecho continuado y que
haya peligro por parte del agresor para futuros actos. Entre las medidas comunes se
encuentran: alejamiento del agresor del domicilio, prohibición de poseer armas, restricción
de comunicación con la víctima, refugio en un lugar seguro y la orden de alejamiento,
siendo esta última la más frecuente.

La orden de alejamiento limita la movilidad del agresor respecto a su víctima, siendo una
medida cautelar en casos de violencia de género. Está regulada en el artículo 48 del Código
Penal, restringiendo los derechos del agresor en beneficio de la protección de la víctima.

Al recibir una denuncia, la Policía debe completar la ficha de valoración de riesgo,


remitiéndola al Juez de Familia. Con base en esta ficha y las pesquisas preliminares, el juez
decide la medida de protección para la víctima. No obstante, la policía enfrenta desafíos,
como la falta de capacitación para completar la ficha correctamente o minimizar la gravedad
del caso, lo que puede revictimizar a la persona afectada. Esta situación es crucial, ya que
estos procesos son fundamentales para determinar las medidas de seguridad para la
víctima. Su ejecución inadecuada expone a la mujer a mayores riesgos.

Karen Villanueva, citando a Castillo Vilca y Edwin Vanegas, indica que el factor jurídico
incidió en la ineficacia de las medidas de protección en casos de violencia familiar. Se
evidenció una ineficiencia por parte de la Policía del Perú en la ejecución de estas medidas,
al no brindar apoyo ni realizar Vanegas, 2019, citado en Villanueva Solis, 2021).

Por tanto, es esencial implementar integralmente las medidas de seguridad en coordinación


con diversas instituciones y llevar a cabo una aplicación oportuna para lograr una mayor
efectividad.

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