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El sedentarismo es la falta de actividad física regular,

definida como: “menos de 30 minutos diarios de ejercicio


regular y menos de 3 días a la semana”. La conducta
sedentaria es propia de la manera de vivir, consumir y
trabajar en las sociedades avanzadas. Sin embargo, la
inactividad física no es simplemente el resultado del modo
de vida elegido por una persona: la falta de acceso a
espacios abiertos seguros, a instalaciones deportivas y a
terrenos de juegos escolares; así como los escasos
conocimientos sobre los beneficios de la actividad física y
la insuficiencia de presupuestos para promover la
actividad física y educar al ciudadano puede hacer difícil,
si no imposible, empezar a moverse.
Se considera que una persona es sedentaria cuando su
gasto semanal en actividad física no supera las 2000
calorías. También lo es aquella que sólo efectúa una
actividad semanal de forma no repetitiva por lo cual las
estructuras y funciones de nuestro organismo no se
ejercitan y estimulan al menos cada dos días, como
requieren.
Se entiende por actividad física cualquier movimiento
corporal producido por los músculos esqueléticos. El
ejercicio físico es una actividad planificada, estructurada y
repetitiva que tiene como objetivo mejorar o mantener los
componentes de la forma física. Hablamos de deporte
cuando el ejercicio es reglado y competitivo.
La falta de ejercicio o sedentarismo disminuye la
capacidad de adaptación a cualquier actividad física,
iniciando un círculo vicioso.
Está comprobado que los estilos de vida sedentarios
constituyen una de las 10 causas fundamentales de
mortalidad, morbilidad y discapacidad; constituyendo el
segundo factor de riesgo más importante de una mala
salud, después del tabaquismo. El sedentarismo duplica el
riesgo de enfermedad cardiovascular, de diabetes tipo II y
de obesidad; asimismo, aumenta la posibilidad de sufrir
hipertensión arterial, osteoporosis, cáncer de mama y
colon, entre otros.

¿Cuáles son los riesgos para la salud de un estilo de


vida sedentario?
 Obesidad.
 Enfermedades del corazón, incluyendo enfermedad coronaria e infarto.
 Presión arterial alta.
 Colesterol alto.
 Accidente cerebrovascular.
 Síndrome metabólico.
 Diabetes tipo 2.
 Ciertos tipos de cáncer, incluidos los de colon, seno y de útero.

o La preocupación por conocer los factores que influyen en el rendimiento


académico está llevando en los últimos años al estudio de una posible relación
con los hábitos de vida del alumnado. Numerosos trabajos previos muestran que
la actividad física se relaciona con diferentes beneficios a nivel cognitivo y
psicosocial que podrían traducirse en un mayor rendimiento académico. Esta
tesis doctoral se plantea con el objetivo de profundizar en la posible relación
entre estas variables. Para ello se utilizaron datos objetivos de actividad física
medidos mediante acelerometría y las calificaciones escolares de los alumnos/as
pertenecientes a siete centros educativos de la ciudad de Huesca. Con este
objetivo, se diseñaron cuatro estudios para abordar esta cuestión desde distintas
perspectivas metodológicas.
En el primer estudio se analiza de manera transversal la relación entre la
actividad física y el rendimiento académico. Los participantes fueron 301
estudiantes de secundaria de edades comprendidas entre 13 y 15 años (161
chicas y 140 chicos). Los datos se analizaron aplicando un modelo lineal y un
modelo cuadrático. Los resultados mostraron que la actividad física guardaba
una relación con forma de “U” invertida con el rendimiento académico, aunque
sólo significativa en los chicos. Los participantes que alcanzaron 60 minutos
diarios de actividad física moderada-vigorosa tendían a obtener mejores
calificaciones. Sin embargo, los estudiantes que mostraban niveles muy bajos o
muy altos de actividad física tendían a obtener un menor rendimiento
académico.
En el segundo estudio se exploran los patrones de comportamiento de los
adolescentes en relación al sedentarismo, el nivel de actividad física y el
rendimiento académico. Los participantes fueron 142 estudiantes de edades
comprendidas entre 13 y 15 años (81 chicas y 61 chicos). Se llevó a cabo un
análisis cluster cuyos resultados mostraron la existencia de tres perfiles
diferentes. El grupo de sujetos que mayoritariamente cumplía las
recomendaciones de actividad física a intensidad moderada-vigorosa estaba
compuesto por chicos. Este cluster destacaba también por sus altos niveles de
actividad sedentaria y, pese a ser el grupo que menos tiempo dedicaba al
estudio, presentaba un alto rendimiento académico.
En el tercer estudio se analiza la relación entre actividad física y rendimiento
académico de manera cuasi-experimental, después de aplicar un programa de
intervención para incrementar los niveles de actividad física entre los cursos 1º
y 3º de ESO. La muestra final se compuso de 156 sujetos (79 chicas y 77
chicos). Los resultados mostraron que la actividad física no estaba
significativamente relacionada con el rendimiento académico, de manera lineal.
Sin embargo, en el caso de la actividad física entre semana medida después de
la intervención se observaba un patrón correlacional no lineal con forma de “U”
invertida, significativo en los chicos. Asimismo, la influencia de las covariables
género y nivel socio-económico desapareció después de la intervención sobre
los niveles de actividad física.
En el cuarto estudio se analiza de manera longitudinal la relación entre actividad
física y rendimiento académico, durante toda la etapa de la ESO. Completaron
el estudio 133 participantes, 65 chicas y 68 chicos. Tras la extinción del
programa de intervención los niveles de actividad física descendieron, mientras
que el rendimiento académico se mantuvo estable a lo largo de los cuatro años.
Las covariables género y nivel socio-económico perdieron su influencia sobre el
rendimiento académico después de la intervención, efecto que se mantuvo un
año más tarde de su retirada.
En conclusión, el trabajo presentado muestra que unos niveles de actividad
física en torno a las recomendaciones para población adolescente son
compatibles con un buen rendimiento académico. Los resultados obtenidos nos
permiten incluso sugerir que la actividad física puede ser beneficiosa para el
rendimiento en términos de eficiencia; y que a través de un modelo de
promoción accesible (no excluyente, gratuito, donde todos tengan la
oportunidad de participar) se pueda contribuir a homogeneizar el rendimiento
académico entre géneros y niveles socio-económicos.

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