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Aporte de las técnicas de facilitación

neuromuscular propioceptiva en la
terapéutica de las funciones de los
hábitos y praxias vitales

Fonoaudióloga Hilda B. Ogni de Labruna

Sabemos que la función del habla se instala sobre estructuras orgánicas, que en principio
responden a funciones vitales (respiración, succión, sorbición, masticación y deglución), que
dichas estructuras sirven a todas las funciones, aún cuando la acción de esas funciones sea
en apariencia diferente pero en cuyo accionar intervienen complicados mecanismos
neuromusculares basados en una compleja y delicada sinergia muscular.
Esto sólo es posible gracias a la función de complementariedad y adecuación; cada elemento
actuante en una acción funcional determinada, no limita su acción a esa función específica,
sino que está capacitado para servir a otra diferente al adecuarse a la exigencia funcional del
momento.
La presencia de anómalos factores funcionales, endógenos y exógenos, puede determinar
modificaciones estructurales y morfogenéticas de los distintos elementos que indudablemente
repercutirán de manera especial sobre la miodinámica de la masticación, deglución y, por
ende, del habla.
La acción de hablar, de masticar, etcétera, depende de la acción misma que es el acto
orgánico realizable y en él no sólo intervienen elementos fundamentales como los dientes, la
lengua, los maxilares, los músculos, etcétera, sino también una serie de factores para que la
estructura, la función y la acción sean efectivas.
La interacción de los elementos, de estructura y formas diferentes, a pesar de su diversidad,
deben considerarse como una unidad funcional.
Por lo tanto en las disfunciones de los hábitos y praxias vitales es menester comprender las
partes componentes para interpretar así el todo sin perder de vista la totalidad.
Las insuficiencias funcionales tienden a desarrollar movimientos compensatorios e
incorrectos hábitos que producen severas perturbaciones en la sinergias orofaríngeas.
Así mismo las deficiencias en cualquiera de las funciones puede tener incidencia patológica
sobre las demás pues son generadas por los mismos efectores.
Si un elemento no se adapta a los demás, si se perturba de alguna forma la dirección de las
fuerzas, se producirán, en consecuencia, alteraciones en las estructuras efectuadas tanto en
forma directa como indirecta
Malos hábitos linguales, pérdida prematura de piezas dentarias, maloclusiones, actitudes
posturales inadecuadas, repercuten negativamente sobre las funciones y dan origen a un
desequilibrio en la sinergia de las estructuras y sus relaciones con los miosistemas que de
esta forma modifican y distorsionan sus patrones de conducta neuromuscular.

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En la deglución atípica podemos identificar una serie de síntomas característicos, los que
aislados o en conjunto son sin duda la expresión de componentes de acción relativos a
desequilibrios neuromusculares. Entre ellos mencionamos:
A. Persistencia del patrón deglutorio infantil o visceral por incorrecto hábito lingual. La
interposición lingual puede darse sobre sectores anteriores de ambos maxilares, entre
sectores laterales de ambas arcadas, contra incisivos inferiores.
B. Mecanismos oclusales bucales con contractura muscular peribucal, o hipotonía labial.
C. Intervención de los músculos de la mímica durante la deglución.
D. Frecuente respiración bucal.
E. Acción de chupeteo con movimientos del labio inferior al deglutir.
F. Incremento de la saliva, que se escurre entre los dientes o comisuras.
G. Falta de apoyo firme y seguro por parte de la mandíbula en el momento decisivo de la
deglución, pues los músculos elevadores de la misma permanecen en reposo.
En la deglución atípica la rotura de equilibrio de fuerzas internas y externas trae como efecto
patogénico modificaciones de las arcadas dentarias, pues los dientes se ven sometidos a
fuerzas de presión opuestas ejercidas por la lengua por un lado y por el otro por labios y
mejillas.
En el tratamiento de los niños con deglución atípica desde hace un largo tiempo venimos
utilizando las técnicas de facilitación neuromuscular propioceptiva. Ello ha sido posible
gracias a la experiencia recogida en el trabajo con niños paralíticos cerebrales afectados de
severos trastornos neuromusculares, que alteran en forma marcada las funciones vitales y en
los cuales dichas técnicas nos han permitido obtener buenos resultados.
Podemos definir las técnicas de facilitación neuromuscular propioceptiva como métodos
destinados a promover o acelerar la respuesta del mecanismo neuromuscular por medio de
los propioceptores, creando la sensación de orientación y gnosia muscular.
En la reeducación y/o corrección de las disfunciones de los hábitos y praxias vitales, las
técnicas se aplican de modo específico a los movimientos de las partes responsables de las
funciones vitales o necesarias para ellas por medio de movimientos que son propositivos y
específicos, empleando partes más fuertes para estimular y fortalecer a las más débiles.
Las diversas técnicas de facilitación, que se aplican en la reeducación foniátrica, tienen una
finalidad común: promover el aprendizaje favoreciendo con antagonismo balanceado y
equilibrado de los grupos musculares y de los componentes del movimiento, la
concientización de las estimulaciones efectuadas sobre las estructuras, principalmente
propioceptivas del sector orofacial.
La tarea es encarada desde un punto de vista integral netamente dinámico y esencialmente
significativo, actuando sobre los miosistemas más importantes del habla y de la deglución.
Con ella se busca la recuperación gradual y progresiva de los procesos subyacentes
favoreciendo una actividad sinérgicamente equilibrada y funcional entre labios, carrillos,
lengua y el resto de la cavidad bucofaríngea.
Utilizando patrones de facilitación aplicados sobre los músculos faciales, labiales,
mandibulares, del paladar, etcétera, se busca que a través de patrones de movimientos
correctos, y de las sensaciones extero-propioceptivas, establecer una demanda para obtener
una respuesta con su consecuente dinámica en esos niveles.
El objetivo es desarrollar una actividad mejor orientada y coordinada que consecuentemente
favorezca la función óptima del órgano estomato muscular en el que tenemos diversidad de
funciones.
La correcta aplicación de estas técnicas tiende a favorecer la creación de una conducta
sinérgicamente equilibrada, en donde se aprovechan estímulos propioceptivos para

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desarrollar movimientos, para estimular la respuesta y dar énfasis a determinados pivotes o
ejes de acción.
El tratamiento se basa en la creencia de que los estímulos, que consisten en presión,
estiramiento, resistencia máxima, etcétera, realizados manualmente, producen la máxima
activación de toda la vía motora por medio de la recepción, en los elementos de
propiocepción, de una información precisa y exacta.
Antes de comenzar a utilizar las técnicas de facilitación debemos efectuar al paciente un
estudio morfológico y funcional de las características de comportamiento de los diferentes
músculos y estructuras, verificando cómo es su participación en la diversidad de funciones,
con el fin de poner de manifiesto las habilidades, deficiencias y potencialidades.
Determinados los resultados a través de ese estudio sistemático y analítico se seleccionarán
las técnicas a emplear.
Las mismas, cuidadosamente elegidas, deberán tener en cuenta: sintomatología,
características, edad, tratamientos simultáneos, etcétera.
Se interactuará con el odontoestomatólogo, para interiorizarse de todos los aspectos que
pudieran servir a la terapia, además de evaluar si la reeducación foniátrica es necesaria y si
su postergación puede resultar perjudicial.
Los patrones de facilitación pueden aplicarse en niños pequeños, con o sin la colaboración
del paciente, pero para proporcionar estímulos adecuados hay que tener en cuenta el nivel
de desarrollo y capacidad del niño para colaborar. Obviamente el realizar condicionamientos
previos a través de buenas motivaciones es de suma importancia para el tratamiento y muy
especialmente si se trata de niños pequeños.
La estimulación de los propioceptores se basa en los contactos manuales tendientes a actuar
sobre todos y cada uno de los mecanismos deficientes del sector orofacial, por intermedio de
las técnicas de facilitación, por el efecto facilitador que sobre el movimiento y los componentes
neuromusculares tienen dichos procedimientos.
A través de la sincronización normal de la acción muscular, de la combinación espacial de
movimientos, se logra restaurar la función porque se influye de manera significativa en la
forma en que se experimentan y se integran cada una de las partes.
Experiencias de Longhi demuestran la realidad de una orientación tónica somática a los
influjos extero-propioceptivos. Estas experiencias subrayan el importante papel de las
referencias originadas en la actividad y que proporcionan información a las estructuras en
que se efectúan: la reorganización y la comparación de los actos nociceptivos.
De ahí la importancia de utilizar en la primera etapa de la reeducación las técnicas de
facilitación , que consecuentemente proveen por medio de variedad de movimientos o praxias
orofaciales, la concientización de diferenciación o similitud, a partir de la información que se
origina en las estructuras que ejecutan o sirven para dichos movimientos.
La fijación de automatismo de la función, por medio de la alimentación directa con líquidos o
sólidos, la haremos en un período posterior cuando estemos seguros de que cada uno de los
elementos aporta sus componentes de acción en forma equilibrada y armónica.
De acuerdo con la alineación topográfica de las inserciones musculares y con las
características estructurales de cada músculo en particular, cada patrón de movimiento
consta de dos patrones antagónicos entre sí (flexión- extensión, alargamiento- acortamiento)
con respecto a todos los pivotes de acción que participan en el movimiento.
La interrelación de los componentes de acción se hace con referencia a un pivote específico,
que con respecto a los movimientos faciales se agrupan como movimientos antagonistas en
los que entran en juego tres pivotes o ejes de acción: la boca, la nariz, los ojos.

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El patrón antagonista consta de componentes de acción exactamente contrarios a los del
patrón agonista.
Por lo tanto, las zonas extremas de movimiento de cualquiera de los tres pivotes mencionados
(boca, nariz, ojos) hace entrar en juego movimientos afines de los demás pivotes.
La intensa contracción de los músculos circulares peribucales y perioculares, exige
reacciones de alargamiento o acortamiento de los demás grupos faciales. La intensa
contracción de los grupos nasales a su vez, requiere la colaboración de los músculos
responsables del movimiento en torno a la boca y de los ojos.
Todo esto deberemos tenerlo en cuenta para saber aplicar correctamente las diferentes
técnicas, en donde los movimientos más fuertes se resisten para estimular y reforzar a los
movimientos más débiles.
En las técnicas de facilitación se emplean dos tipos de contracción muscular: la contracción
isotónica y la contracción isométrica, o bien en algunos casos ambos tipos de contracción son
usados.
Todo movimiento activo que realice el paciente para ejecutar una praxia o patrón de
movimiento, se dice que es contracción isotónica.
Cuando el intento del paciente es de mantener inmóvil una parte, sin permitir ningún
movimiento, se dice que la contracción muscular es una contracción de sostén o isométrica.
La contracción isotónica fomenta el movimiento, mientras que la contracción isométrica
fomenta la estabilidad.
Las órdenes que utilizamos, conjuntamente con los contactos manuales para la realización
de los ejercicios son los siguientes:
● “empujá” es la orden para la contracción isotónica,
● “sostené” es la orden para el sostén o contracción isométrica,
● “aflojá” es la orden para la relajación,

Las técnicas de facilitación, que se emplean son:


● presión
● estiramiento
● tracción y aproximación
● refuerzo
● contracciones repetidas
● inversión de antagonistas
El fonoaudiólogo emplea las puntas de los dedos para aplicar los contactos manuales. Se usa
el movimiento activo guiado o como movimiento resistido, según lo que se necesite para la
estimulación o ejecución de las praxias.
El movimiento pasivo: lo realizamos para obtener información de las características y
potencialidades, tratando de captar todo el aumento de tensión y variaciones del sincronismo
en una determinada ejecución.
Es necesario hacer comparaciones entre el movimiento activo que realiza el paciente, y el
ejecutado con movilización pasiva.
Describiremos brevemente cada técnica:
Presión: se emplea como mecanismo facilitador como signo sensorial, para ayudar a
comprender la dirección de la praxia que se anticipa con orden verbal pues la piel establece
discriminaciones temporales y espaciales.
La presión se realiza sin producir estímulos dolorosos, es decir que es aplicada una cierta
resistencia mientras el niño realiza el esfuerzo máximo en la realización de una praxia facial,
lingual, etcétera. Por ejemplo, si se indica al paciente elevación de comisuras, se golpea

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reiteradamente sobre ese área, utilizando la yema de los dedos o presionando con los dedos
la zona.
Estiramiento: se utiliza, por elongación de las fibras musculares, para aumentar la fuerza y
favorecer respuestas. Se debe elongar hasta que se palpe tensión en todos los componentes
de un patrón en particular. Por ejemplo, se toman ambas mejillas y se elongan las fibras
musculares hasta notar tensión; se elongan las mejillas hacia afuera, hacia arriba o hacia
abajo.
Tracción y aproximación: por medio de los contactos manuales, se separan o se unen dos
superficies. Utilizamos tracción y aproximación para separar o acercar ambas mandíbulas,
para acercar traccionando el labio superior sobre el inferior, o viceversa, etcétera.
Resistencia máxima: la resistencia máxima puede definirse como la mayor cantidad de
resistencia que se puede aplicar a la realización de una praxia facial, lingual, labial, etcétera,
pero permitiendo que la misma pueda ser completada, es decir permitiendo que el movimiento
se complete en su totalidad.
El movimiento que se realiza venciendo una resistencia máxima, de suficiente magnitud como
para exigir un esfuerzo máximo, produce aumento de la fortaleza. Si la resistencia se regula
adecuadamente favorece la rapidez en determinadas praxias.
Por ejemplo, si la protrusión y elevación de la lengua hacia la izquierda son más débiles el
fonoaudiólogo coloca sus dedos de modo que empuje la lengua del paciente hacia atrás y
abajo, habiendo empujado la lengua hacia atrás se indica al paciente “empujá” la lengua hacia
afuera y arriba, a la izquierda y “¡sostené allí!”
El fonoaudiólogo resiste el movimiento pero sin vencer el sostén.
Refuerzo: se emplea como medio para acrecentar la fuerza de una determinada respuesta.
Los principales componentes de diferentes praxias se potencian, y se refuerzan mutuamente.
Por ejemplo, al movilizar pasivamente el maxilar inferior, con resistencia para su depresión
y/o elevación, puede exigir un refuerzo proveniente del cuello. La apertura de la boca guarda
relación con los patrones de flexión del cuello y el cierre se relaciona con la extensión. El
movimiento lateral de la mandíbula es reforzado con rotación del cuello.
Si se intenta el refuerzo de los movimientos del maxilar inferior, con movimientos del cuello,
la cabeza tiene que estar libre de contactos con superficies.
Contracciones repetidas: la actividad repetida de los componentes más débiles de un pivote,
se obtiene mediante una técnica de énfasis consistente. En contracciones repetidas esto
favorece a desarrollar fuerza y resistencia. Repitiendo las contracciones isotónicas e
isométricas se permite que el paciente se ejercite repetidamente en una determinada praxia.
Una vez que toda la parte ha adquirido seguridad se canaliza hacia respuestas contrarias.
Inversión de antagonistas: Cuando los antagonistas no se invierten de conformidad con la
exigencia de la actividad, la función se compromete al instante en cuanto a fuerza,
coordinación y la acción misma, no puede cumplirse correctamente en el acto orgánico
realizable (sorber, silbar, soplar, etcétera).
Dentro de la inversión lenta tenemos varios tipos, describiremos sólo tres: estabilización
rítmica, inversión lenta, inversión lenta y sostén.
La estabilización rítmica entraña una contracción de sostén del antagonista, seguida de una
contracción de sostén del agonista. Se realiza aplicando resistencia y se enseña a controlar
la cocontracción de los antagonistas. Por ejemplo: co-contracción del cierre de labios
(orbicular) con contracción de sostén del músculo elevador del labio superior.
La inversión lenta es la realización de praxias antagónicas, es decir que entraña una
contracción isotónica del antagonista seguida de una contracción isotónica del agonista.
Algunos de los ejemplos son: retracción de las comisuras hacia arriba, protrusión de las

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comisuras hacia abajo; apertura de los labios con protrusión, cierre de los labios con
inversión.
Inversión lenta y sostén: consiste en una contracción isotónica e isométrica del antagonista,
seguida a su vez por la realización de la praxia contraria y su posterior sostén o contracción
isométrica. Por ejemplo: apertura de labios con protrusión, se indica que “sostenga”, luego se
hace realizar -cierre de labios con inversión-, e inmediatamente se le ordena que “sostenga”.
Todo se realiza aplicando resistencia, a través de los contactos manuales.
Debemos tener en cuenta que alguna de las praxias labiales, linguales, etcétera, están
afectadas por contracturas que limitan, es necesario aplicar técnicas de relajación.

Las técnicas de facilitación en las praxias linguales nos sirven para fortalecerla y crear en la
lengua una acción de empuje en sentido transversal y anteroposterior, porque en este
correcto accionar actúa como estímulo adecuado para el crecimiento armónico de los
maxilares.
Podemos usar dos bajalenguas para realizar la presión, o tomar la lengua con los dedos
enguantados, o con un trozo de gasa.
El fonoaudiólogo resiste los movimientos y se pueden realizar contracciones repetidas
mientras el paciente sostiene sus esfuerzos, o bien se pueden ejecutar movimientos de
inversión.

Con respecto a la deglución podemos aplicar resistencia mediante algunos sencillos recursos.
Se puede utilizar un cubo de espuma de goma de alrededor de 12 mm de lado atado a un
cordel o hilo resistente. Se introduce el cubo de goma sobre la lengua del paciente y se le
indica que “trague”, mientras se ofrece resistencia traccionando del cordel.
Cuando las distintas sinergias musculares oro-faríngeas se conducen con mecanismo
integrador y naturalmente armónico, estamos en condiciones de fijar automatismos seguros
ya que los distintos elementos aportan sus componentes de acción en forma equilibrada y
que las estructuras están aptas para accionar en las diversas funciones.
Vamos entonces a introducir lentamente al niño al acto alimentario propiamente dicho.
Y aquí vale hacer algunas consideraciones, para comprender la importancia de saber graduar
los alimentos con los cuales empezaremos a trabajar.
La función mecánica o acción de masticar puede variar con respecto a las características del
alimento, sea este duro, medianamente resistente, o blando.
El carácter de los movimientos y el ciclo masticatorio se modifican de acuerdo con el tamaño,
dureza y aún las características gustativas de los alimentos. El carácter del alimento influye
poderosamente en la naturaleza de la prensoincisión y los ciclos masticatorios se adaptan al
alimento masticado.
Los alimentos blandos no demandan la acción de una función enérgica, pues con ellos están
disminuidos los estímulos que desencadenan los diversos reflejos neuromusculares.
Con los alimentos duros la contracción muscular aumenta en la prensoincisión el movimiento
mandibular se hace con oscilaciones forzadas, y en la trituración los primeros movimientos
mandibulares dan paso a contactos oclusales, a medida que el bolo se va haciendo más
blando, va aumentando el número de ellos, las relaciones ocluarticulares adquieren
importancia en el acto de la deglución y es necesario un contacto parejo, estable y bilateral
de las zonas laterales de los arcos dentarios en oclusión céntrica.
Comenzaremos entonces a estimular el acto alimentario con alimentos duros a fin de activar
las sinergias estimuladas anteriormente, y a generar de esta manera nuevos estímulos
neuromusculares que a su vez originan nuevas conexiones nerviosas. Además exigimos al

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niño un esfuerzo mayor pero sobre todo, diversidad de movimientos, que en lo mecánico
funcional favorece el adecuado desarrollo muscular.
Paso a paso, analizando con el niño las actividades, se van introduciendo alimentos
medianamente duros y finalmente blandos.
La estimulación de la acción de sorber se activará con líquidos, variando su consistencia, al
igual que con los recipientes en cuanto a su forma y tamaño. Esto favorecerá el saber graduar
la fuerza , resistencia y velocidad.
Dentro de la unidad de conjunto, de finalidad integral de la que hemos hablado, es necesario
tener en cuenta la interfuncionalidad y que esas funciones se realicen sin interferencia.
Un aspecto a tener en cuenta es la respiración.
Cuando la fisiología respiratoria no responde a las leyes naturales se produce una alteración
en el mecanismo oclusivo labial, que pierde su funcionalidad natural.
Anteriormente mencionamos que la deglución atípica se acompaña frecuentemente con
respiración bucal, por lo que la boca se transforma en una cavidad abierta y sufrirá por ello
diversas transformaciones y desequilibrios. Si el problema es funcional, descartado los
problemas orgánicos, aconsejamos trabajar, paralela y simultáneamente, sobre la
restauración funcional, naturalmente adecuada de la respiración a fin de crear una
interfuncionalidad dinámica.
Podemos trabajar sobre la insuficiencia respiratoria, estableciendo el correcto modo
respiratorio, con las técnicas de facilitación.
Se pueden emplear presión, contracciones repetidas y estabilización rítmica, sobre las fosas
nasales, el diafragma, y paredes torácicas. En el caso de observar además de la respiración
bucal algunos desajustes posturales, deficiencias óseas en la parrilla costal, causales o
secuelares, nos limitaremos a enseñar el modo respiratorio nasal, dejando para el kinesiólogo
la aplicación de las técnicas de facilitación.
De todo lo expuesto, se desprende la importancia del trabajo en equipo de todos los
profesionales involucrados, asimismo que para el restablecimiento óptimo del paciente, es
imprescindible la coordinación de las diversas fases del tratamiento. Hay que integrar y
orientar a todas las actividades hacia los objetivos establecidos para cada paciente y en los
que deberemos tener en cuenta:
1. la necesidad de reforzar un músculo o grupo muscular,
2. que a menor deficiencia más eficaz el refuerzo
3. que a mayor deficiencia más grande la necesidad de refuerzo
4. que todo patrón deficitario se refuerza con otro a fin ( relación topográfica)
5. tener presente la combinación espacial de diferentes praxias en forma secuencial en
las que componentes más fuertes potencian a los componentes de aquellas más
débiles.
6. que el refinamiento de la respuesta y la función misma dependen de la combinación
secuencial y óptima de una cadena de músculos, lo que implica una verdadera
sinergia de diferentes grupos musculares.

A partir de este enfoque equilibradamente sinérgico de funcionalidad integral actuamos sobre


la correcta operatividad de los distintos elementos, estableciendo relaciones, correlaciones,
equidistancias y equivalencias entre ellos que harán posible la integralidad de las funciones
vitales con sentido biológico y fisiológicamente adecuado.
Realizar esta tarea requiere considerable esfuerzo sistematización y tiempo, además de la
imprescindible colaboración del paciente y su familia; pero los fundamentos expresados

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destacan la importancia del logro de la misma, de primerísima y vital trascendencia para el
ser humano.

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