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ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Durante los siglos XVI y XVII los cartógrafos observaron las costas de Sudamérica y África y consideraron, sin
poder explicar, que parecían fragmentos de un continente mayor y que, si estos fragmentos se
aproximaban, encajaban casi perfectamente.
Antes de que surgieran las primeras teorías sobre el movimiento de los continentes (siglo XX), los
naturalistas creían que los continentes habían permanecido fijos a lo largo de la historia de la Tierra y las
cordilleras se habrían originado por fuerzas verticales. Entre las teorías fijistas más destacadas estaba el
CONTRACCIONISMO.
Hipótesis contraccionista (siglos XIX y principios XX): el enfriamiento de la Tierra provocaría una
contracción en su superficie que causaría “arrugas” en la corteza terrestre, originándose así las cordilleras.
Esta teoría, aceptada durante décadas, presentaba varios inconvenientes:
La distribución de cordilleras es localizada, y no uniforme en la superficie terrestre, como sucedería si el
contraccionismo de la Tierra fuera cierto.
La constitución de las cordilleras es más complejo que simples “arrugas” de la superficie.
Para explicar la existencia de fósiles de animales y plantas idénticos en continentes separados, los geólogos
pensaban que los continentes habrían estado unidos por puentes intercontinentales hoy sumergidos, que
permitirían el desplazamiento de animales y la dispersión de semillas.
En 1885, el geólogo suizo Suess, basándose en la distribución de las plantas fósiles y los sedimentos de
origen glaciar, propuso la existencia hace millones de años de un supercontinente que incluía India, África y
Madagascar, añadiendo después Australia y Sudamérica. A este supercontinente lo llamó Gondwana.
Alfred Wegener, un geofísico y meteorológo alemán, no estaba de acuerdo con esta explicación. Tomó sus
ideas del conocido hecho que África y Sudamérica parecían unirse como unas piezas de un rompecabezas.
Recolectó datos de ambos continentes, y encontró que tipos de fósiles y de rocas en la costa Este de Sur
América correspondían a los encontrados en la costa Occidental de África. Cuando añadió los continentes
del Norte al rompecabezas, Wegener se dio cuenta que la cadena de las Montañas Apalaches en Norte
América continuaban como las Montañas Caledonias en el Norte de Europa.
Para explicar estos datos, Wegener propuso la teoría de la deriva continental, en su libro Los Orígenes de
los Continentes y los Océanos, publicado en Alemán en 1915. Su teoría enunciaba que todos los continentes
estaban originalmente unidos en un supercontinente llamado Pangea. También decía que hace
aproximadamente 200 millones de años, Pangea se separó y los continentes se movieron lentamente a sus
posiciones actuales. Las cordilleras se habrían originado por fuerzas horizontales, debido al choque de
masas continentales.
Según Wegner, los continentes, formados por una corteza más ligera, se desplazarían sobre una la corteza
oceánica continua y densa. Wegener reunió varias pruebas que apoyaban la existencia de Pangea en el
pasado, pero no fue capaz de explicar las fuerzas que podrían mover las masas continentales, por eso su
hipótesis de la deriva continental no fue aceptada.
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Coincidencia de las costas atlánticas de América y Europa y África, a nivel de las plataformas
continentales.
Existencia de plantas y reptiles fósiles idénticos y de la misma época en continentes del hemisferio sur
(Sudamérica, África, India, Australia y Antártida).
Coincidencia de estructuras geológicas (cordilleras, glaciares, rocas,…) que se continúan en continentes
separados, como Sudamérica y África.
Método gravimétrico
Se basa en el estudio del valor de la gravedad (g) en diferentes zonas. La fuerza de la gravedad produce una
aceleración (g= 9,8 m/s2), que es mayor cuanto mayor es la densidad de un objeto.
Si la Tierra fuese homogénea y de radio constante, el valor de la gravedad sería igual en todos los puntos de
la Tierra. Sin embargo, dicho valor varía debido a la altitud, la latitud, los distintos relieves y la distribución
de las masas en el interior de la Tierra.
Se denomina anomalía gravitatoria de un punto a la diferencia entre el valor real de la gravedad (gr)
medida con un gravímetro, y el valor teórico de la gravedad en ese punto (gt).
Método geotérmico
La superficie de la Tierra emite calor interno originando lo que se denomina un flujo térmico. La medida del
flujo térmico muestra que existen zonas donde se emite más calor o menos calor que otras, lo que indica
que existen diferentes condiciones internas, de manera que podemos hablar de:
Anomalías positivas: cuando el valor del flujo térmico es mayor que la media, como en las dorsales
oceánicas por donde salen materiales fundidos del manto.
Anomalías negativas: si el flujo térmico es menor que la media, como en las fosas oceánicas donde se
hunde el fondo marino frío hacia el manto.
3 Biología y Geología 4º E.S.O.
Método geomagnético
La Tierra tiene un campo magnético originado por el núcleo externo. Las características del campo
magnético terrestre son:
Es dipolar: tienen dos polos magnéticos (norte y sur) y las líneas de fuerza del campo salen del polo
norte magnético y entran por el polo sur magnético.
Declinación magnética: los polos magnéticos no coinciden con los geográficos.
Variación en intensidad y orientación con el tiempo.
Ha habido épocas en la historia de la Tierra en las que el polo norte magnético estaba en la posición
opuesta a la actual. Estas variaciones de polaridad se denominan inversiones magnéticas. El estudio del
magnetismo de la Tierra y del magnetismo remanente de las rocas ha permitido hacer interpretaciones
importantes en geología, como por ejemplo la confirmación de la hipótesis de la expansión de los fondos
oceánicos (se estudiará en el tema de Tectónica de Placas).
Método sísmico
Se basa en el estudio de la propagación de las ondas sísmicas de los terremotos.
Un terremoto es una vibración de la superficie terrestre debido a la liberación de
energía elástica acumulada en las rocas que están sometidas a esfuerzos.
Cuando sucede un terremoto se transmiten desde su origen un tren de ondas,
denominadas ondas sísmicas, que pueden ser:
Las ondas símicas quedan registradas en unas gráficas llamadas sismogramas, realizadas por aparatos
sensibles a la vibraciones, denominados sismógrafos.
Las ondas símicas internas cuando atraviesan el interior de la Tierra modifican su dirección y velocidad si
cambia el medio por el que se propagan. En términos generales, la velocidad de las ondas aumenta si los
materiales se vuelven más rígidos. Además las ondas S no se propagan por fluidos.
Los cambios en la velocidad de las ondas de propagación de las ondas han permitido detectar la existencia
de zonas de transición entre dos capas de diferente naturaleza, son las llamadas discontinuidades sísmicas,
y en ellas se producen cambios brucos en la velocidad de las ondas P y S. Las principales discontinuidades
son:
Discontinuidad de Mohorovicic: separa la corteza del manto. Se produce un aumento en la velocidad
de las ondas.
Discontinuidad de Gutemberg: separa el manto inferior del núcleo externo. Se produce un descenso
brusco en la velocidad de las ondas P y dejan de propagarse las ondas S.
Discontinuidad de Wiechert-Lehmann: separa el núcleo externo del núcleo interno. Se produce un
aumento en la velocidad de las ondas P.
a) Corteza. Parte exterior de la geosfera, con grandes variaciones de espesor, entre 6 y 70 kilómetros,
según las zonas. En realidad se han establecido dos tipos de corteza:
Corteza oceánica, más delgada, entre 6 y 12 km de espesor, con una antigüedad máxima de 180
millones de años, y formada a partir de magmas basálticos procedentes del manto.
Corteza continental, más gruesa, entre 25 y 70 km de espesor, con rocas muy antiguas, de hasta 4.000
millones de años. Su composición es muy heterogénea, a base de rocas plutónicas, volcánicas y
sedimentarias, metamorfizadas en distintos grados.
Además, en algunas zonas litorales, se ha descrito un tercer tipo de corteza, la corteza de transición,
formada por el estiramiento y posterior deslizamiento gravitacional de la corteza continental.
b) Manto. Es la zona intermedia, desde los 60-70 Km. de profundidad, según las zonas, hasta los 2.900
km. de profundidad. Está formado silicatos y óxidos de calcio y magnesio, que se combinan formando
minerales cada vez más compactos. El estudio de las ondas sísmicas ha permitido diferenciar tres zonas
en el manto:
Manto superior: hasta los 400 km. de profundidad.
Zona de transición: situada entre los 400 y 650 km. de profundidad.
Manto inferior: situado entre los 650 y los 2.900 km. de profundidad
c) Núcleo. Es la zona más interna, desde los 2.900 Km. de profundidad hasta los 6.370 Km. de
profundidad. Está formado por los materiales más densos, principalmente hierro, un porcentaje
pequeño de níquel, y algo de oxígeno y azufre.
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En los años 1920, se creía que el fondo oceánico era plano, formando por grandes llanuras que estaban
cubiertas de sedimentos.
Después de la Segunda Guerra Mundial, y por razones militares, se desarrolló una nueva ciencia, la
oceanografía, durante los años 50. Los oceanógrafos estudiaron el fondo marino empleando buques
oceanográficos equipados con sonar. Los mapas que mostraban los equipos de sonar pusieron de
manifiesto que los fondos marinos tenían tremendos valles profundos (fosas oceánicas), grandes cadenas
montañosas (dorsales ocánicas) y amplias llanuras. Los científicos documentaron la existencia de una
enorme cadena montañosa en medio del Océano Atlántico, que se levantaba más de 2.000 m. sobre el
fondo del mar. Otras cordilleras oceánicas fueron descubiertas en el Pacífico y en el océano Índico.
Además se descubrió que los fondos oceánicos eran muy jóvenes, no se encontraron rocas de más de 180
millones de años (la Tierra se originó hace 4.500 millones de años) y están formados por materiales
volcánicos.
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En el año 1.962, el geofísico Harry Hess publicó un trabajo en el que proponía que a través de las grandes
cordilleras oceánicas se expulsaba magma continuamente procedente del manto y que se extendía a
ambos lados formando el suelo oceánico, como una cinta deslizante. El suelo o fondo del océano se
sumergía después en las grandes fosas oceánicas debajo de las costas de algunos continentes.
Las pruebas que aportó Hess no fueron suficientes para explicar la expansión del fondo del océano y el
movimiento de los continentes. La prueba decisiva llegaría cuando se estudió el magnetismo de las rocas
del fondo oceánico y se descubrió que a ambos lados de las cordilleras oceánicas existían bandas paralelas
de rocas que tenían la misma polaridad magnética y que mostraban una simetría alrededor de las cumbres
de las cordilleras oceánicas.
Observaciones:
Composición:
Abundancia de rocas de origen volcánico (basalto y gabro), sobre las que se han acumulado sedimentos
marinos.
Edad:
Materiales jóvenes, no mayores de 180 m.a.
La distribución de edades es simétrica a ambos lados de la dorsal, los materiales más jóvenes en el
centro y a ambos lados más antiguos cuanto más se alejan del centro de la dorsal.
Conclusiones:
1. El fondo oceánico se genera continuamente por la actividad volcánica de las dorsales y se destruye en las
fosas oceánicas. Los materiales nuevos expulsados por las dorsales empujan a los materiales más antiguos
hacia los lados, provocando la expansión del fondo oceánico.
2. El fondo oceánico se desplaza y arrastra consigo las placas tectónicas; donde dos placas se separan se
generan nuevos océanos; donde dos placas se acercan y colisionan se levantan cordilleras.
En los años 60 se estableció una red mundial de sismógrafos para localizar los epicentros de todos los
terremotos que sucedían anualmente y elaborar mapas de distribución.
Al elaborar estos mapas se descubrió que los epicentros de los terremotos se distribuían en zonas muy
estrechas, llamadas cinturones sísmicos, y que coincidían con los volcanes.
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Así, en el año 1968, Tuzo Wilson sugirió que la superficie terrestre está dividida en grandes placas rígidas,
denominadas placas litosféricas o tectónicas, y sus límites coinciden con los cinturones sísmicos y
volcánicos.
Observaciones:
Los epicentros de los terremotos y volcanes se concentran en estrechas bandas (CINTURONES SÍSMICOS
Y VOLCÁNICOS), fundamentalmente en medio de los océanos y en el borde de algunos continentes.
Conclusiones:
4. LA TECTÓNICA DE PLACAS
La Teoría de la Tectónica de Placas fue la culminación de los estudios del fondo oceánico y la distribución
de volcanes y terremotos. Esta teoría fue avanzada a finales de los años 60 por Tuzo Wilson, aunque en su
elaboración han participado diversos científicos. Básicamente la Tectónica de Placas propone que la
litosfera está dividida en una serie de bloques rígidos, cuyo grosor medio es de unos 120 km bajo los
continentes y 65 km. bajo los océanos, denominados placas litosféricas o tectónicas, que se mueven unas
respecto a otras.
La Tectónica de Placas también se designa como Tectónica Global ya que permite explicar no solamente el
movimiento de los continentes, sino otros fenómenos como la expansión de los océanos, la distribución de
volcanes y terremotos, la formación de cordilleras o el origen de algunos archipiélagos volcánicos, en una
síntesis que engloba a la mayor parte de procesos de la dinámica terrestre.
Las dorsales oceánicas son grandes cadenas montañosas submarinas, de miles de kilómetros de longitud y
una altura que oscila entre 1.500 y 2.000 metros, que se encuentran situadas en el centro de los océanos.
Algunas cimas de las dorsales sobresalen por encima del mar y forman islas volcánicas, como Islandia, Santa
Elena o Ascensión. En su parte central se encuentran fracturadas y por ahí asciende magma desde el
manto, produciendo una actividad volcánica lenta, pero constante. El magma que asciende por las dorsales
va formando nuevo fondo oceánico, que empuja a la que existe a ambos lados de la dorsal, a razón de
varios centímetros por año. Esto provoca que a lo largo de millones de años, el fondo del océano (y por
tanto el océano) vaya creciendo y se expanda, por lo que los continentes a ambos lados de ese océano se
alejarán.
Otras zonas donde las placas se separan son los valles de rift intracontinentales. Estos valles son grandes
depresiones alargadas, con una abundante actividad volcánica, que hace que estén formados en su mayor
parte por coladas de lava solidificada, como el Rift Valley africano, que está provocando la separación del
cuerno de África del resto del continente.
Junto con las dorsales aparecen unos relieves transversales que las cortan, cada 50 o 100 Km., y que las
desencajan, desplazándolas lateralmente unos centenares de kilómetros, denominados fallas
transformantes. Constituyen por lo tanto interrupciones del fondo oceánico, por eso se les denominan
zonas de fractura oceánica.
Al principio de la tectónica de placas se estimó que estas fallas eran un nuevo elemento geométrico
limitado por las placas, y se desconocían los procesos que en ellas tenían lugar, de ahí la denominación de
bordes pasivos, porque en ellos ni se crea ni se destruye corteza oceánica.
Las fallas transformantes se caracterizan, principalmente, por una actividad sísmica de gran intensidad,
debida a la gran energía liberada por el rozamiento entre las placas implicadas. Son zonas muy inestables,
donde se producen abundantes terremotos.
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Son límites donde las placas se aproximan y se destruye litosfera oceánica, en una zona de subducción u
obducción. Se sitúan generalmente cerca de los bordes continentales.
• Zonas de subducción: en estas regiones, una placa oceánica más densa se introduce (subduce) por
debajo de otra placa, oceánica o continental. A medida que la placa oceánica va descendiendo, se va
calentando y fundiendo y sus materiales se incorporan al manto.
Las zonas de subducción coinciden con fosas marinas de mucha profundidad, como la de Chile, Filipinas,
Marianas (que alcanza los 11.000 m. de profundidad), Kuriles, Aleutianas, etc,. Las zonas de subducción
tienen mucha actividad geológica:
Terremotos, debido a los enormes empujes y roces que sufre la placa descendente.
Formación de magmas, al fundirse parte de la placa descendente. Los magmas que ascienden a la
superficie por ser muy ligeros y dan lugar a la aparición de volcanes.
La formación de cordilleras tipo andino, consecuencia del levantamiento y la deformación de la placa
superficial, al ser empujada por la que subduce.
La formación de arcos de islas que se forman a partir de magma que se genera al fundirse la placa que
subduce, originando islas volcánicas que sobresalen de la superficie del mar. Son cadenas de islas
volcánicas dispuestas en forma de arco de circunferencia, que queda bordeado por una fosa. Abundan
en el Pacífico cerca de las costas Asia, como por ejemplo las islas Aleutianas, Kuriles, Japón, Filipinas,
Marianas, etc,..
• Zonas de obducción: estas zonas son áreas de colisión entre continentes, y que originan también
cadenas montañosas, la más conocida la cordillera del Himalaya.
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Hace millones de años donde se encuentra el Himalaya existía una zona de subducción, donde el fondo del
océano se hundía bajo el continente asiático. La litosfera oceánica al hundirse arrastró consigo a lo que
sería el continente de la India, aproximándose cada vez más a Asia, hasta que ambos colisionaron. Los
sedimentos marinos, parte del relieve del fondo marino y fragmentos de continente se incrustaron contra
el continente Asiático, elevándose y originando la cordillera del Himalaya.
Fruto de la colisión desapareció la zona de subducción y por tanto ya dejó de hundirse litosfera oceánica
debajo de Asia, dejó de formarse magma y por tanto volcanes.
Las placas litosféricas se desplazan horizontalmente unas respecto a otras. El origen de este movimiento es
debido, en parte, a las corrientes de convección que se generan en el manto, y principalmente a la fuerza
de la gravedad responsable del hundimiento de litosfera oceánica en las zonas de subducción.
Corrientes de convección: provocan un lento flujo de materiales a través de las rocas del manto. El
manto, aunque es sólido, se comporta como un material plástico o dúctil, es decir, se deforma y se estira
sin romperse, debido a las altas temperaturas a las que se encuentra, sobre todo el manto inferior.
En las zonas profundas del manto, en contacto con el núcleo (capa “D”) el calor es muy intenso, por eso
grandes masas de roca se funden parcialmente y al ser más ligeras ascienden lentamente por el manto,
produciendo unas corrientes ascendentes de materiales calientes, las plumas o penachos térmicos.
Algunos de ellos alcanzan la litosfera, la atraviesan y contribuyen a la fragmentación de los continentes.
En las fosas oceánicas, grandes fragmentos de litosfera oceánica fría se hunden en el manto, originando
por tanto unas corrientes descendentes, que llegan hasta la base del
manto.
Fuerza de la gravedad: hoy día, muchos geólogos piensan que la
fuerza de las corrientes de convección no es suficiente para empujar
placas litosféricas de enorme tamaño, como la placa Norteamericana, y
además las corrientes ascendentes son esporádicas.
Por eso, se piensa la gravedad es la principal fuerza, y se
manifiesta de dos formas:
8. EL CICLO DE WILSON
La distribución de las placas litosféricas cambia a lo largo del tiempo, puesto que pueden fragmentarse y
soldarse unas con otras. El Ciclo de Wilson es un modelo que pone de relieve la importancia de la tectónica
de placas, respecto a la configuración de la superficie terrestre, pues explica de forma ordenada, los
procesos de apertura y cierre de una cuenca oceánica, con consiguientes procesos de formación de
cordilleras y sintetiza los efectos de los procesos en los bordes constructivos y destructivos sobre la
litosfera. En el ciclo se pueden distinguir las siguientes fases:
1. El continente se fragmenta por acción de puntos calientes que abomban y adelgazan la corteza hasta
romperla, originándose un rift continental (como el Rift africano).
2. En la línea de fragmentación se empieza a generar litosfera oceánica (borde constructivo) que separa
los fragmentos continentales. Si continúa la separación el rift es invadido por el mar y se va transformando
en una dorsal oceánica. Los continentes quedan separados por una pequeña cuenca oceánica (como el
actual mar Rojo).
3. El proceso continúa y los continentes se separan progresivamente. Entre ellos aparece una cuenca
oceánica ancha, con una dorsal bien desarrollada (como el Océano Atlántico actual).
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4. Cuando la cuenca oceánica alcanza cierto tamaño y es suficientemente antigua, los bordes de contacto
con los fragmentos continentales se vuelven fríos y densos y comienzan a hundirse debajo de los
continentes y se genera un borde de destrucción. En esta zona se origina una cadena montañosa que va
bordeando al continente (orógeno tipo andino). La corteza oceánica se desplaza desde el borde
constructivo al de destrucción como una cinta transportadora, por lo que la cuenca oceánica deja de crecer
(como el Océano Pacífico).
5. Dada la forma esférica de la Tierra, otros bordes constructivos pueden empujar a los fragmentos
continentales en sentido contrario, con lo que la cuenca oceánica se va estrechando (como en el Mar
Mediterráneo).
6. Finalmente al desaparecer la cuenca oceánica las dos masas continentales chocas (obducción) y se
origina un continente único (supercontinente), y sobre la sutura que cierra el océano se forma una
cordillera (orógeno tipo himalayo, como el Himalaya).
El desplazamiento de las placas se realiza sobre una superficie esférica, por lo que los continentes
terminan por chocar y soldarse, formándose una gran masa continental (supercontinente). Esto ha ocurrido
varias veces a lo largo de la historia de la Tierra. El supercontinente impide la disipación del calor interno,
por lo que se fractura y comienza un nuevo ciclo.
Así pues los continentes son permanentes y se recrecen en cada ciclo, mientras que las cuencas
oceánicas se crean y se destruyen.