La persona humana

Educación personalizada:
fundamentos antropológicos,
filosóficos y psicológicos
CONTENIDO
1. Objetivos

2. Educar contando con la persona

3. Persona y naturaleza humana

4. Atributos o propiedades radicales de la persona

Principio de identidad personal
Principio de apertura
Principio de originación
5. Estrategias para desplegar atributos de la persona

6. Resumen

7. Bibliografía
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Objetivos De acuerdo con esta nueva concepción, los riesgos

del individualismo educativo se esquivan situando el
Los objetivos propuestos con el desarrollo del presente foco no tanto en las diferencias individuales entre los
tema, La persona humana, son los siguientes: alumnos y alumnas, como en el grupo considerado
como una comunidad de aprendizaje en la que los
• Conocer qué es la educación personalizada y en alumnos y alumnas no son ya pasajeros en el aula, sino
qué consiste educar contando con la persona. tripulación (Prawat, 1992); puesto que se les reserva un
• Definir los conceptos de persona, personeidad, papel activo y participativo, dentro de un esfuerzo común
personalidad y naturaleza humana. de la clase liderada por el profesor (Watkins, 2012).
• Identificar los principios fundantes de la persona y Se trata, fundamentalmente, de una personalización
las diferentes dimensiones que la forman. a través de la participación, la auto-gestión y la auto-
organización (Leadbeater, 2004).
• Establecer las estrategias para el despliegue de los
principios fundantes de la persona y las diferentes La educación personalizada que propone García Hoz va
dimensiones que la forman. más allá de los roles que puedan asignarse a docentes
y al alumnado en el proceso educativo, puesto que
Educar contando pretende que la tarea educativa se lleve a cabo mediante
un encuentro auténticamente personal. Por tanto, la
con la persona educación personalizada, en este sentido, no se reduce
a una combinación de aprendizaje personalizado
Víctor García Hoz, primer doctor en pedagogía en España,
(personalised learning) y enseñanza personalizada
catedrático de Pedagogía Superior, de Pedagogía
(personalised teaching), sino que “el énfasis se pone en
Experimental y Diferencial y fundador de la Sociedad
el alumno como persona, en el educador como persona,
Española de Pedagogía en 1949, formula una propuesta
y en la interacción permanente entre ambos” (Vélez,
educativa en la que sitúa a la persona en el centro de la
2003, p. 2).
tarea educativa, por lo que su teoría ha sido clasificada
como una pedagogía de la persona (Bernal Guerrero, La propuesta de pedagogía de la persona de Víctor
1999). Para denominar esta propuesta, él escoge la García Hoz es más una actitud ante la educación y
fórmula de educación personalizada. una concepción de la misma, inspirada en profundas
convicciones antropológicas, que una metodología
El sentido que tiene personalizar en el planteamiento
pedagógica. Puede describirse como la apuesta por un
pedagógico de García Hoz es el de reorientar todo el
“proceso educativo en función de la persona” (García Hoz,
proceso educativo refiriéndolo a la persona. Personalizar
1993, p. 31) o por una “educación referida a la persona”
el proceso educativo, dar carácter personal al mismo,
(p. 32). Y es a partir de este planteamiento como se
no es tanto adaptarlo a las peculiaridades individuales
debe interpretar las fórmulas elegidas por García Hoz
sino llevarlo adelante contando con la persona. En este
(1993), que son dos: la de “personalización educativa”,
sentido, la educación personalizada tiene un significado
cuando se refiere a la educación como proceso, y la de
en la escuela de García Hoz que trasciende el que
“educación personalizada”, cuando pretende expresar el
habitualmente se le otorga en otras tradiciones.
resultado que va consolidándose a través del quehacer
Por ejemplo, en el ámbito educativo anglosajón, educativo (p. 34).
la personalización se relaciona, más que
Según García Hoz esto puede significar que, unido al
con una teoría educativa, con los conceptos
carácter personal se encuentran una serie de notas que
de co-customisation y co-configuration, propios de las
pueden ser objeto de un desarrollo o crecimiento. García
nuevas teorías de marketing y que han sido asumidos por
Hoz (1970) elabora una primera lista de estas notas, que
las nuevas políticas de servicios en países como Inglaterra
son la singularidad, la apertura y la autonomía, y en una
(Hartley, 2007; Peters, 2009). Según estas teorías de
posterior ampliación de este elenco, que es más bien
marketing, el consumidor debe tomar un papel más activo
una explicitación de notas ya incluidas implícitamente
y elegir u optar entre las diferentes posibilidades que se le
en esas tres, añade la dignidad y el ser principio de
ofrecen para dar, él mismo, el acabado preciso al producto
actividad intencional. Las tres notas fundamentales,
según sus necesidades y deseos. Más que adaptar el
cuyo despliegue o crecimiento en cada alumno o alumna
producto al consumidor, se le da la posibilidad a éste de
es pretendido por la educación personalizada de García
realizar él mismo esa adaptación.
Hoz, son las siguientes:
A partir de ahí, la personalización educativa se entiende
como una renovada individualización de la educación que
ya no adapta el proceso educativo a cada alumno o alumna,
sino que más bien otorga a este un papel activo y que
tiene como rasgos novedosos dos aspectos importantes:
la asunción de un modelo teórico constructivista y
el énfasis en un esfuerzo educativo de socialización,
complementario al de individualización (Mincu, 2012).

a. Singularidad: la irreductibilidad de las personas:
Cada persona no es un caso de la clase o de la
especie persona porque, justamente, en tanto
persona, es irrepetible: es persona distinguiéndose
del resto. Precisamente por este motivo, porque
las personas lo son distinguiéndose del resto,
se significa por sus nombres propios, que no las
describen, sino que las designan distinguiéndolas
de las demás. Ser persona quiere decir, ante todo,
ser irreductible a lo común: “Si se toma ‘persona’
como un término común, entonces todos son
‘eso’ que se llama persona (…) pero si la persona
se predica, se pierde de vista el ‘quien’, es decir, la
irreductibilidad a lo común” (Polo, 1999, p. 89).
Por este motivo, Spaemann (2000) afirma que
persona no es un término descriptivo que sirva para
identificar a determinados seres según una serie de
rasgos comunes, sino que, más bien, reconoce el
carácter excepcional, único, de aquel a quien así se
denomina. Cada persona es una excepción, de modo
que no se puede tener un conocimiento conceptual
de ellas, pues todo concepto es, por definición, algo
común, algo general o universal. Como indica Yepes
(1998), la persona no comparece en el escenario de
la objetividad abstracta de la razón. Por tanto, se
debe distinguir la persona, que es cada quién, de la
naturaleza humana, que es común.
b. Apertura: intimidad y manifestación: Para Zubiri
Según Jaspers (1958), existe una comunicación
humana, a la que llama empírica, en la que se
relaciona con los demás como representantes de
algo genérico, como casos-de o ejemplares-de,
y no como sí mismos. En tanto que casos, se es
sustituible, pero no lo es, obviamente, en tanto que
sí mismo. De modo que esa comunicación empírica
deja fuera a las personas en sí mismas. La persona
de cada quien comparece, no es tenida en cuenta, en
dicha comunicación: hay una comprensión de yo a
yo por virtud de la comprensión común de una cosa
objetiva, como un contenido intelectual, en el cual se
aprehende y reconoce una exactitud como tal o un
hacer en que se abraza colectivamente una finalidad
con los medios pertinentes. Pero estas comunidades
son impersonales, en ellas “todo yo, a pesar de su
autonomía formal, es reemplazable, en principio,
por cualquier otro yo; todos los yo puntiformes son
intercambiables” (Jaspers, 1958, p. 453).
La persona humana | 4
Jaspers (1958), apunta que el trato despersonalizado
es aquel en que se es tratados como representantes
de alguna clase o tipo, o ejemplares de alguna
especie, es decir, cuando se considera de modo
genérico. En ese caso, la relación entre el docente y
el estudiante es meramente funcional. Un docente
educa a un alumno de manera despersonalizada
si lo trata como un alumno más, como otro caso
perteneciente a la clase alumno.
La persona debe ser tenida en cuenta en el
proceso educativo, y esto supone un giro radical,
un profundo cambio de actitud, porque la persona,
como realidad única y distinta a las otras personas,
como ella misma, tiende a ser obviada también en la
enseñanza. En la enseñanza institucional existe un
reparto de roles y funciones, una red de relaciones
estereotipadas establecidas. Esto conlleva el
riesgo de reducir a la condición puntiforme, como
dice Jaspers (1958), a la condición de nódulos,
a las personas involucradas. Por tanto, educar
en función de la persona supone trascender ese
orden, no quedarse en él, sino tener en cuenta al
alumno como quien es, como él mismo. Por eso,
señala Sellés (2007), educar personalmente implica
que el que educa acepte a cada una de las personas
a quienes educa como un quién distinto.
(1984), la persona no es que tenga de suyo estas
o aquellas propiedades, sino que su realidad es
formal y explícitamente suya. La realidad que se es,
además, es propia; se posee de un modo singular,
distinto a como se poseen las cosas, precisamente,
porque esa realidad que es propia, además, se es.
Según Polo (1999), las personas se conocen a sí
mismas sin que ello tenga carácter terminativo,
puesto que ese conocerse es solidario con su
ser, de modo que equivale a acompañarse, a ser
íntimamente. Por tanto, no es este un conocimiento
del que se disponga y que se pueda adquirir o
perder; sino un conocimiento que siempre va con
la persona, haciendo que acompañe íntimamente.
Pero, para las demás personas, como es obvio,
dicho conocimiento está vedado. Solo se tiene un
conocimiento desde dentro de una única persona,
que se es sí mismo. Si la persona es un conocer-se,
no se encuentra al alcance del conocer ajeno y su
conocimiento no puede ser nunca empírico. Pero
la persona no solo es una realidad abierta a sí, sino
también abierta hacia fuera, hacia la realidad que
quiere y conoce, y que es ajena o exterior a ella. Y
en esta apertura a la realidad exterior, la persona
se manifiesta.

El conocimiento de las otras personas es siempre
mediado por una manifestación que guía la atención
hacia una intimidad que no se puede conocer
directamente. Esto quiere decir que, si se priva de
tal condición clamorosa, manifestativa, a lo que
se percibe y se detecta, si se queda en ello y no se
orienta la atención a quien se manifiesta mediante
todo ese despliegue de recursos, se pierde de vista
como intimidad personal. Las personas se conocen
unas a otras desde fuera ya que “comunicarse
con otro a través de la expresión de sus actos
personales es ir percibiendo desde fuera la sucesiva
realización somática de su libertad” (Laín Entralgo,
1962, p. 316).
Reconocer a la otra persona equivale a advertir el
carácter aportante y manifestativo de lo que se
muestra, es decir, que esas posibilidades que ofrece
la naturaleza humana son actualizadas y hechas
realidad, en último término, por la persona (García
Hoz, 1993). De esta manera “la persona, como
principio de actividad, se superpone a la naturaleza”
(1993, p. 173). La persona añade intenciones a
la naturaleza. Es correcto, por tanto, como hace
García Hoz (1993), comparar el reconocimiento de
la persona, que se manifiesta de este modo, con la
experiencia estética, que siempre va más allá de lo
mostrado al percibirlo como algo esplendoroso.
La persona no se compone de un conjunto de
facetas. El intento de educar a toda la persona
(Hargreaves, 2005) responde a un paradigma
analítico que pone el punto de vista no en la persona,
que en ningún caso se resuelve en una totalidad de
facetas, sino en dicha totalidad.
La educación personalizada de García Hoz apuesta
también por una educación integral, que no deja
fuera ninguna de las dimensiones humanas (La
Marca, 2017); pero lo hace, precisamente, porque
todas esas vertientes remiten a un origen, a una
fuente, que es la persona. Todas esas vertientes
humanas son modos de adquirir visibilidad, y no
reconocer a la persona que resplandece tras ellas
es dejar que esas manifestaciones externas la
encubran, sustituyéndola.
c. Autonomía: conducir-se: La persona se manifiesta
subordinando su comportamiento a su libertad, es
decir, conduciéndose. La educación personalizada
no persigue como finalidad última la instrucción
del estudiante, o que este adquiera determinadas
competencias con vistas a un fin ulterior distinto a
la propia persona; sino que su fin es, como afirma
García Hoz (1985), “la capacidad de un sujeto para
formular y realizar su proyecto personal de vida” (p.
32). La educación personalizada busca mediar en la
vida de cada individuo para que “cada persona sea
capaz, mediante las ayudas oportunas, de formular
y llevar a cabo una forma de existencia personal,
singular” (Bernal Guerrero, 1994, p. 254).
La persona humana | 5
El reconocimiento de la persona no es independiente
del reconocimiento de su libertad, que dota a su
conducta de ese carácter manifestativo del que se
habla. El comportamiento humano es asistido por
el propio sujeto: es un conducir-se. Mientras hace,
la persona puede estar pendiente de su hacer, tiene
la capacidad de distanciarse o separarse de él, de
modo que puede corregirlo gracias a la experiencia
y al aprendizaje, dotándolo de una carga intencional
que se suma o se añade a las tendencias naturales
o espontáneas. Y ello supone una mayor sujeción
de esta dotación natural a la libertad; que “el sujeto
vaya alcanzando gradualmente capacidad para
dirigir su vida” (García Hoz, 1967, p. 3), a través de
la educación, convierte el trabajo del aprendizaje
“en un elemento de formación personal” (p, 10).
Formarse como persona quiere decir formarse para
la libertad, de modo que la educación personalizada
no es más que un ejercicio libre “que sirve a la
libertad” (García Hoz, 1993, p. 106).
La educación personalizada está al servicio de la
libertad porque busca que esta desempeñe un papel
activo esencial en la vida de cada persona. Existe el
deber y el derecho de que cada quien haga su vida
dando coherencia a la narración que puede forjar
su identidad personal; pero, para conseguir esa
meta, es imprescindible una adecuada promoción
educativa (Ruiz Corbella, Bernal Guerrero, Gil
Cantero y Escámez, 2012).
Persona y naturaleza humana
Siguiendo a Forment, E. (1989), el pensamiento
contemporáneo, especialmente el del siglo XX,
ha desarrollado una filosofía personalista que parece
considerar al hombre como persona y exaltar su valor sobre
todos los demás seres, que son, por tanto, impersonales.
Bajo la denominación de personalismos se incluyen
posiciones diversas, de forma que se trata propiamente
de corrientes personalistas. No obstante, todas tienen
un denominador común, puesto de relieve por Mounier
(1965) al afirmar: “llamamos personalismo a toda
doctrina y a toda civilización que afirma el primado de
la persona humana sobre las necesidades materiales
y sobre los mecanismos colectivos que sustentan su
desarrollo” (p. 72; Lacroix, 1971, 1973).

Ser persona, para determinados personalismos, no es
poseer unas características esenciales propias que
permitan actuar al ser humano libremente, de un modo
personal. Por el contrario, significa obrar de tal manera
que el individuo, mediante sus actos, devenga persona,
que es así algo que tiene que conquistar por sí mismo y,
por tanto, una autocreación. La persona no es un principio
o constitutivo esencial, raíz de todas las posibilidades
personales. No es el origen de un proceso, sino el fin
de una actividad autocreadora totalmente libre. Por
el contrario, la educación personalizada se ocupa
plenamente de la persona y la respeta en todas sus
dimensiones partiendo de la base de que todo ser
humano, independientemente de sus condiciones, tiene
por sí mismo plenitud de dignidad.
Actualmente, reviste gran interés la gran diferencia
que hay entre considerar a la persona como principio o
considerarla como resultado. Si la persona se entiende
como principio, implícitamente se dice de ella que
es origen de sus acciones, libre y por consiguiente
responsable. Si, por el contrario, la persona se entiende
como resultado, sea de factores sociales, sea de
factores biológicos o técnicos, difícilmente se le puede
atribuir libertad y responsabilidad algunas, ya que la
persona humana vendría determinada por tales factores
anteriores a ella (García Hoz, 1982).
Una consecuencia de la dignidad de la persona es
afirmar, promover y proteger el derecho de todo ser
humano a tener su propia opinión; aprovechando todas
las oportunidades posibles para que los educandos
aprendan a pensar por cuenta propia, huyendo de todo
tipo de adoctrinamiento despersonalizador. Ahora
bien, una visión parcial del sentido crítico puede llevar,
de significar la capacidad de no aceptar pasivamente
ninguna aseveración sin preguntarse por el valor que
tiene, según los fundamentos en los que se apoya, a
interpretarse como una actitud negativa, de rechazo de
todo lo que venga de los demás, especialmente de los
que de alguna manera están constituidos en autoridad
(Javaloyes, 2008).
Una condición para que la persona que se está educando
alcance un grado adecuado de desarrollo personal
parece ser la aceptación de la realidad, que, demasiadas
veces, se ve sustituida por meras opiniones no
contrastadas. Si las palabras se vacían de su contenido
objetivo para llenarse de la significación que cada quien
les da, se acaba haciendo imposible el diálogo. El ser
humano se ve reducido a un mero juego de impulsos
primarios, sensitivos, en definitiva, exclusivamente al
ámbito biológico.
La persona humana | 6
Zubiri, considerado por muchos como el gran ideólogo de
la persona en la actualidad, distingue dos elementos
constitutivos de la persona humana: personeidad y
personalidad. La personeidad corresponde a la unidad
estructural psico-orgánica sexuada que constituye el
punto de partida de la realidad humana. Para Zubiri, el
ser humano mantiene su identidad personal desde la
concepción a la muerte natural, ya que es siempre él
mismo. La personalidad va unida al despliegue de sus
potencialidades en el tiempo y, por tanto, no es siempre
lo mismo, es el punto de llegada de la realidad humana
(Ballesteros, J. 2009).
Atendiendo a Murillo (2010), la distinción
entre personeidad y personalidad no es un mero
problema conceptual, sino un problema planteado por
la misma estructura de la realidad humana concreta.
La plenitud y complejidad de la persona humana radica
en la articulación de la personeidad y la personalidad.
En ella van implicados los problemas cuerpo-alma,
naturaleza-historia y ser-actividad. Pues el hombre no
existe en general, solo existen las personas humanas
y las personas son individuos dotados de sensibilidad,
razón, libertad y sentimiento.
a. Personeidad: El rasgo fundamental que constituye
la personeidad es la suidad. Esto significa que
la persona es una realidad suya, es decir, que lo
que formalmente constituye a la persona es que
tiene su realidad en propiedad. En palabras de
Castilla, B. (2000):
“Ser persona es ser efectivamente mío. Ser
una realidad sustantiva que es propiedad de sí
misma. El ser realidad en propiedad, el primer
modo de respuesta a la cuestión de en qué
consiste ser persona. La diferencia radical que
separa la realidad humana de cualquier otra
forma de realidad es justamente el carácter de
propiedad. Un carácter de propiedad que no
es simplemente un carácter moral. No se trata
únicamente de que la persona tenga dominio,
que sea dueña de sus actos en el sentido de
tener derecho, libertad y plenitud moral para
hacer de sí y de sus actos lo que quiera dentro
de las posibilidades que posee. Se trata de una
propiedad en sentido constructivo. La persona
es su propia realidad, sea o no dueña de ella, y
precisamente por serlo y en la medida que lo es,
tiene capacidad para decidir”.
La persona, entonces, es la realidad que se
pertenece a sí misma. La realidad psicofísica de
la persona constituye su personeidad, por el hecho
de subsistir en la forma de la autopertenencia.
Zubiri (1984) señala:

“Ser persona, evidentemente, no es simplemente
ser una realidad inteligente y libre. Tampoco
consiste en ser sujeto de sus actos. La persona
puede ser sujeto, pero es porque es persona,
y no al revés. Pero yo no lo creo: la persona es
subsistente ciertamente, pero lo es porque es
suya. La suidad es la raíz y el carácter formal de
la personeidad. La persona es inexorablemente el
carácter de una realidad subsistente en la medida
en que esta realidad es suya, cuya estructura la
hacen ser sujeto con los caracteres de voluntad y
libertad” (p. 49).
b. Personalidad: Atendiendo a Murillo (2010), si se
examina la persona humana atendiendo a las
modificaciones que, activa o pasivamente, ha
experimentado su ser o al contenido de sus acciones
que han modulado su personeidad, en uno u otro
sentido, entonces se halla ante la personalidad.
Desde el momento en el que se empieza a
desarrollar el embrión humano, ya ha adquirido
una cierta personalidad. Su personalidad depende
del contenido de las acciones de cada persona y
de su circunstancia bioquímica, social y cultural
o espiritual. La personalidad no solo se refiere a
hacerse persona mediante los contenidos de los
propios actos de decisión, sino también a lo que
queda en el ser de la persona como resultado de
la influencia sobre ella de los otros o de lo otro. En
palabras de Zubiri (1986):
“Personalidad es lo que un ser, desde una
determinada personeidad, llega efectivamente
a ser. En la intimidad personal el hombre
va desplegando y desarrollando su propia
personalidad. La personalidad es lo que se ha
logrado ser, en uno u otro sentido, con lo que ya
se era como persona” (p. 152).
La personeidad es la fuente más profunda del ser
humano, la raíz de donde nace todo su actuar.
En este sentido, y siguiendo a Castilla, B. (1996;
2000), la personalidad tiene un carácter en cierto
modo derivado:
“Si llamamos personeidad a este carácter que
tiene la realidad humana en tanto que es suya,
entonces las modulaciones concretas que esta
personeidad va adquiriendo es lo que se llama
personalidad. La personeidad es la forma de
realidad, la personalidad es la figura según la
cual la forma de realidad se va modelando en sus
actos y en cuanto se va modelando en ellos”.
La persona humana | 7
El actuar es derivado de la personeidad y con sus
actos modula su propia personeidad. Tanto en
la personeidad como en la personalidad interviene
el espíritu y el cuerpo. Deja de tener importancia
la contraposición entre ambos, pues la persona
se refiere siempre a sí misma como un todo.
Por persona se entiende un alguien corporal.
Atendiendo a Marías (1984): “cuando digo yo, tu o
un nombre propio, pienso en un cuerpo en tanto que
es de alguien” (p. 42).
La realidad entera del hombre, su cuerpo, su
conciencia, su libertad, todo lo que es y lo que
hace, es decir, su personeidad y su personalidad,
pertenece al terreno de la persona y es determinada
con el carácter de la dignidad. Para que el hombre
pueda hacerse, ha de ser antes fundamentalmente
persona, ha de tener personeidad.
Por más condicionado que se encuentre por su
circunstancia, por más eficacia que se le conceda
a su autodesarrollo, sin personeidad no hay
personalidad, ni persona humana, ni comunidad
humana. El acto de hacerse persona, en que se
desarrolla la personalidad, tiene como base el
ser personal, que para Zubiri es la sustantividad
humana. Por ello, lo decisivo para entender la
realidad personal humana es la interconexión
de personeidad y personalidad, en la cual se integra
la individualidad y la subsistencia del propio ser con
la construcción de la realidad personal concreta.
Pero, no es accidental que el ser humano dotado
de personeidad tenga personalidad. Para Zubiri
(1984), la persona es “la unidad concreta de
la personeidad según la personalidad” (p. 56). Se
puede decir que cambia la persona, y la persona
humana está en perenne cambio, porque cambia
la personalidad, pero no la personeidad, ahí se basa
la conciencia de la identidad personal.
Siguiendo a Murillo (2010), en abstracto puede
darse el momento personeidad sin el momento
personalidad, pero en concreto, al ponerse en
marcha una realidad dinámica de la personeidad,
se desarrolla ya un comienzo de personalidad.
El problema de la persona humana consiste, por
tanto, en la articulación de la personeidad y la
personalidad, que son dos momentos inseparables
de la misma realidad.

La persona humana tiene caracteres diferentes a
los de otras realidades, en virtud de los cuales el
hombre es una realidad que esencialmente tiene
que ir haciéndose. Dentro de la personeidad está
germinalmente la personalidad. La personeidad
es un fondo de posibilidades infinitas, de acuerdo
con su infinita creatividad. De muchas maneras se
ha interpretado ese fondo de inquietud inagotable.
El ser humano tiene entonces dos clases de
propiedades: las que le competen por el mero
hecho de su estructura psicoorgánica, y las que el
hombre hace propias por su acto de voluntad.
La personalidad, en cuanto depende de la creatividad
libre, puede recibir múltiples orientaciones, no
predeterminadas en la naturaleza. El individuo
humano difiere en este sentido de una máquina,
una planta o un animal, de este modo se apropia de
una u otras posibilidades.
Atendiendo al realismo filosófico, se entiende el concepto
de naturaleza en general como lo propio de los distintos
tipos de seres, es decir, lo que tienen en común, lo que
les hace ser ellos y no otros, que se manifiesta como
principio de actividad. En consecuencia, la naturaleza
del hombre, como la naturaleza de cualquier otro tipo de
ser, es un principio de actividad que se refiere a lo que
es propio al ser humano, es decir, a lo que le hace ser
precisamente ser humano y no otro tipo de ser distinto.
Lo propio del ser humano es la racionalidad, que
constituye el principio dinámico de las operaciones
que le son propias. Las operaciones específicamente
humanas se llevan a cabo mediante el entendimiento o
inteligencia (conocer) y la voluntad (querer) encarnadas,
las cuales le confieren la capacidad de hacerse presente
el ser propio y el de las demás realidades (Millán, A.
1995). La naturaleza humana es lo común a todos los
hombres y mujeres, lo que les hace ser iguales. Pero
en la realidad lo que existen son seres concretos,
individuos que tienen la misma naturaleza, pero que no
se confunden, que son distintos entre sí, pues cada ser
humano concreto recibe el nombre de persona.
La persona humana | 8
La persona es lo que le hace real a cada hombre, lo único
de cada quien. Cada persona es una concreción de la
naturaleza humana en un ser individual, único, irrepetible,
distinto, que es diferente a las demás personas, aun
cuando todas tengan la misma naturaleza. A esto se
debe añadir que la persona es necesariamente sexuada,
de forma que no se trata de algo accidental, sino que
forma parte del mismo ser personal. Se es persona
desde la condición de hombre o mujer, por lo que no
debe confundirse el sexo con el género.
Atributos o propiedades
radicales de la persona
Las principales características de la persona son
las siguientes:
• La persona siempre es idéntica a sí misma, tiene
una identidad propia.
• Es principio consciente y dinámico de sus propias
operaciones. De aquí deriva su autonomía y su
libertad, su originalidad y su creatividad en el obrar.
• Su apertura a toda la realidad (natural, humana
y trascendente), que se realiza mediante
la comunicación.
• Su carácter sexuado.
• Su originación: ninguna persona se ha dado el ser
a sí misma, sino que lo ha recibido de alguien. La
persona es en sí, pero no es por sí.
• Su afectividad, forjadora del carácter, en donde
se sitúan los sentimientos, las emociones, los
impulsos y tendencias, los afectos y pasiones, el
amor, etc.
• Su entendimiento, que escudriña la realidad en
busca de la verdad.
• Su voluntad, encaminada a la práctica del bien y a la
toma de decisiones correspondientes para alcanzarlo.
Los enfoques antropológico y fenomenológico aportan
una serie de principios y elementos constitutivos de la
persona que se plasman e imbrican en una sola realidad,
la realidad personal o, lo que es lo mismo, la unidad
de la persona. No son partes escindibles del conjunto.
Ninguno de estos elementos sería posible sin el cuerpo,
pero tampoco la afectividad o la libertad tienen sentido
sin la inteligencia, y así sucesivamente.
Todas estas características de la persona obedecen a
dos grandes categorías o conjuntos que las aglutinan.
Por una parte, están los principios que originan y de los
que deriva el hecho de ser persona son los principios
fundantes. Por otra, se pueden distinguir en ella unas
realidades o magnitudes funcionales diferenciadas que
constituyen sus dimensiones.
 La persona humana | 9

Efectivamente, la persona es ella misma, inconfundible, • El principio de identidad

con una identidad propia manifestada en su singularidad • El principio de apertura
que la hace ser original, irrepetible, principio consistente
• El principio de originación
de actividad intencional, creativo y unificador, es decir,
autónoma. Por otra parte, toda persona está abierta a Además, en la persona se pueden distinguir cuatro
la realidad, es comunicante y receptora, necesita de los dimensiones, que son las siguientes (Tabla 2):
demás como los demás necesitan de ella, necesita amar
y ser amada. Por último, toda persona es heterónoma, • Dimensión corporal
originada con respecto a su existir, ya que no se ha • Dimensión afectiva
creado a sí misma, no es por sí.
• Dimensión volitiva
Los principios fundamentales de la persona son tres, • Dimensión intelectiva
los siguientes (Tatbla 1):

Principios fundantes y sus manifestaciones

PRINCIPIOS FUNDANTES MANIFESTACIONES ELEMENTOS INTEGRANTES

Identidad Singularidad Originalidad-Creatividad

Unicidad en el ser y en el obrar

Sustancialidad Ser siempre el mismo

Subjetividad Autoposesión

Principio consciente de actividad intencional,

creativo y unificador

Autonomía Dignidad

Conciencia

Libertad

Apertura A la realidad Trabajo

A los demás Amor-Amistad

Comunicación.

A la trascendencia Religación

Originación Heterenomía Ser por otro

Filiación Próxima (padres)

Radical (Dios)

Tabla 1. Principios fundantes y sus manifestaciones (Carrasco, J., 2011).

 La persona humana | 10

Dimensiones de la persona

DIMENSIONES DE LA PERSONA ELEMENTOS INTEGRANTES

Corporal, temporal y espacial Sensasiones

Sistema nervioso

Sistema hormonal

Instintos

Afectiva (Belleza) Sentimientos

Emociones

Sensibilidad

Tendencias

Impulsos

Volitiva (Bien) Libertad

Querer.

Intelectiva (Verdad) Procesos mentales: percepción, atención, memoria, imaginación,

reflexión, etc.

Factores intelectuales o inteligencia múltiplest

Tabla 2. Dimensiones de la persona (Carrasco, J., 2011).

Una visión unitaria de la persona implica atender a sus principios fundantes y dimensiones (Figura 1):

PRINCIPIOS FUNDANTES Y DIMENSIONES DE LA PERSONA

PRINCIPIOS DIMENSIONES

Identidad Corporal
Ser ella misma (Elementos
biosomàticos)

Apertura Afectiva
Salir de sì misma UNIDAD (Sentimientos
emociones...)

Originaciòn Volitiva
Ser originada (Bien)

Intelectiva
(Verdad)

Figura 1. Principios fundantes y dimensiones de la persona (Carrasco, J., 2011).


Principio de identidad personal
La palabra identidad se deriva del término latino identitas,
que está compuesto a su vez por dos palabras ídem, que
significa el mismo, y entis, que indica lo que es. De esta
forma, identidad, en su sentido etimológico, vendría a
significar ser sí mismo. En consecuencia, el principio
de identidad personal hace referencia a la necesidad que
tiene cada persona de ser ella misma, cuya manifestación
más patente es la singularidad. Cada persona posee un
modo de ser singular dotado de una especial dignidad, la
capacidad de existir en sí y no en otro.
a. Señas personales: La identidad indica persistencia
de la persona en su unidad a través de sus múltiples
cambios y determinaciones. Siguiendo a Ferrater
Mora, “la identidad en cuanto a mismidad alude más
bien a la permanencia de la sustancia a través de
todos sus cambios, hay entonces una identidad que
es continuidad” (Ferrater, 1944, p. 351). El fenotipo
es la clave de la identidad biológica personal, ya
que permite distinguir incluso un gemelo de otro,
mientras el genotipo no puede distinguirlos. El
fenotipo manifiesta la continuidad del yo pese a
sus transformaciones físicas.
Son muchos los autores contemporáneos que
coinciden en destacar que la identidad personal
va unida al hecho de tener el mismo cuerpo, de
tener un fenotipo propio. Su argumento se basa
en que la identidad del organismo, que puede
ser observada mediante signos externos, es una
indicación necesaria y suficiente de su identidad
interna y por tanto de su individualidad y condición
personal. La identidad orgánica es radicalmente
diferente de la identidad física, ya que durante su
vida un organismo cambia continuamente sus
componentes materiales siendo, sin embargo, el
mismo. La identidad orgánica es la identidad de una
forma dinámica, en el tiempo, no de una materia.
La identidad hace referencia a la necesidad que
tiene cada persona de ser ella misma. En un plano
superficial, esta necesidad de ser tiende a saciarse
con el tener, con la posesión de bienes materiales o
con determinado estilo de vida exterior. Se produce
así una confusión al tratar de colmar la necesidad
de ser con el tener (Jacques Philippe, 2007).
La persona humana | 11
En otro sentido, se puede llegar a buscar satisfacer
la necesidad de ser a través de la adquisición y el
ejercicio de ciertos talentos, deportivos, artísticos
o intelectuales. Aunque parece un mejor método
que el satisfacer la necesidad de ser con el tener,
se corre el riesgo de confundir el ser con el hacer,
identificando a la persona con el conjunto de sus
talentos o aptitudes.
La tendencia a construirse un ser sobre la base del
hacer cuenta con un aspecto positivo, el desarrollo
de la persona mediante el ejercicio de sus diferentes
capacidades. Pero no se puede identificar a la
persona con la suma de sus aptitudes, la persona es
mucho más que eso. No se puede juzgar a alguien
solamente por sus facultades, cada persona posee
un valor y una dignidad únicas, independientes de
su saber hacer.
La tendencia a ir desarrollando el yo es normal
y positiva, constituye un resorte del crecimiento
humano y espiritual, una motivación para
progresar, adquirir dones y talentos. Las personas
buscan realizarse según determinados valores
o cualidades valiosas, lo que significa que, de
modo inconsciente, se identifican con el bien que
son capaces de hacer. Resulta igual de peligroso
que lo anterior, identificarse con el bien que se es
capaz de hacer, porque esa identidad es igual de
frágil, a pesar de ser superior, porque llegará el
día que uno u otro valor sufra un descalabro en
el que quite aquella cualidad en la que destacaba
la persona. Por ello, la identidad consiste en ser
sí mismo, con sus virtudes y defectos, con sus
avances y limitaciones.
Los resultados de la confusión entre el yo y los
talentos son el orgullo, la dureza, el desprecio
del prójimo y el temor y el desaliento ante el
fracaso. Los fracasos son mal asumidos porque
en lugar de aceptarlos como incidentes lógicos,
incluso provechosos, se perciben como un ataque
a la persona, una amenaza a la identidad.
Educar a alguien en el deseo de perfección podría
alimentar un falso yo irreal, si esa meta no va en
paralelo a enseñar la importancia de aceptarse
como uno es. Si la persona no se acepta a sí misma
como es, tratará de satisfacer las imposibles
exigencias que le impone su falso yo idealizado.
Intentará imitar la verdadera y legitima forma de
ser de un personaje ideal, que él no es, mientras
reprime su verdadera y legitima forma de ser.

b. La singularidad de la persona como manifestación
de la identidad: Atendiendo a Moreno (1989), la
singularidad se refiere a la capacidad de existir en
sí y no en otro. De ahí que la singularidad implique
no solo distinción cuantitativa de las personas
entre sí, sino también distinción cualitativa en virtud
de la que cada persona es quien es, diferente de
las demás e irrepetible. La singularidad de cada
persona es la característica que la constituye de un
modo determinado, el suyo propio.
La singularidad es el indicador de la persona por
el que ésta se distingue de cualquier otra, el que la
hace única y convierte en único todo lo que hace, en
el sentido más radical. Todo lo que la persona haga,
piense, ame, aporte o deje de aportar estará
condicionado siempre por esa radical originalidad.
Por ello cada persona es singular, con identidad e
intimidad propias, irrepetible, creativa e íntegra.
La singularidad fenomenológicamente implica
individualidad, por la cual el ser es indiviso en sí,
separado de otro. De este modo la persona no
solo se distingue del universal, sino también de
otros seres de su misma especie. La persona
por ser alguien se manifiesta como principio,
agente y creadora de su propia actuación.
Es un hecho que la capacidad de volverse sobre
sí mismo es un rasgo característico y privativo de
la persona. Este reflexionarse es causa de que en
ella tomen un particular significado e importancia
dimensiones tales como intimidad, silencio,
soledad, sufrimiento, alegría, timidez, etc. De la
singularidad deriva una de las dimensiones más
importantes de la persona, la capacidad de tener
intimidad. Intimidad se refiere a lo más interior.
Por ello, íntimo es superlativo de interior, así
como óptimo lo es de bueno y pésimo de malo.
La dificultad en comprender qué es la intimidad se
debe a su inmediatez y evidencia. De ahí que el
cultivo de la intimidad deba ser, desde el punto
de vista de la singularidad, objeto importante
de la educación personalizada. La singularidad
desemboca necesariamente en la integridad
personal. La persona íntegra, entra, no es un
conglomerado de actividades diversas, sino un
ser capaz de poner su sello personal propio en las
diferentes manifestaciones de su vida.
Por otra parte, la singularidad hace al sujeto
consciente de sus propias posibilidades y de sus
propias limitaciones cuantitativa y cualitativamente;
por tanto, por lo que se refiere a su vida interior, como
en relación con el mundo que le rodea, que hace que
el conocimiento de sí mismo sea susceptible de una
utilización práctica en el ámbito de la prudencia. La
orientación tiene en ello su fundamento más claro.
La persona humana | 12
La manifestación dinámica de la singularidad
personal es la originalidad, cualidad que permite
considerar a alguien origen de algo. En la medida en
que el origen de alguna realidad está en la actividad
de un ser, se atribuye a éste la cualidad de creativo.
Ser original es tanto como ser creativo. Originalidad
y creatividad están estrechamente vinculadas. Si la
creatividad se manifiesta en la solución nueva de un
problema fáctico o de expresión, se infiere que, sólo
merced a la capacidad creativa es la persona capaz
de progreso. Por tanto, el cultivo de la originalidad
es la última resultante de una educación concebida
en sentido personal, ya que cada persona no solo
es única e irrepetible, sino que convierte en único y
propio lo que hace (García Hoz, 1993).
c. La autonomía de la persona, consecuencia de
su singularidad: Aunque la persona no es por
sí al haber recibido el ser, sin embargo, si es en
sí y no en otro, y actúa por sí, es decir de modo
libre y responsable, la persona. También es
autónoma, de forma que no puede ser participada
o asumida por otra, sino que es intransferible,
libre y, en consecuencia, responsable, capaz de
formular su propio proyecto personal de vida y
autogobernarse. Ello se debe a que es principio
de actividad, no resultado de factores ajenos a ella
como pretenden determinados reduccionismos
personalistas. Partiendo del carácter contingente
de toda la creación, la persona es el único ser
creado que se es, que se autoposee. De esta forma
hace realidad las posibilidades que tiene como
persona, al ser origen de sus acciones.
Las diferencias humanas también se manifiestan en
el obrar de las personas. La persona como principio
de actividad hace realidad las posibilidades que
esta tiene. En la persona radica la energía o fuerza
necesaria para que una posibilidad se convierta en
realidad o que una actitud se manifieste en actos.
Desde este punto de vista, la persona es causa
de sus actos. Pero también es origen, porque es
menester la actuación personal para que un acto
se realice.
Este ser principio de actividad tiene tres cualidades
estrechamente vinculadas: ser intencional, ser
unificador y ser creativo. Los actos de la persona
son intencionales porque van orientados a un fin que
los unifica, consistente en la aspiración a la verdad,
a la belleza y al bien, es decir, a la perfección. La
vivencia personal de este fin es la que corresponde
a la alegría o felicidad razonable.

Por su parte, el carácter creativo de los actos
personales los diferencia esencialmente de los
actos animales o mecánicos. Estos siguen siempre
normas previamente establecidas por la naturaleza
biológica o por la ciencia técnica. Por eso, es
en el acto creativo donde se pone de relieve el
carácter específicamente humano que los actos
del hombre pueden tener (Bernardo, Javaloyes,
Calderero, 2007).
La persona es absolutamente personal, propia
e intransferible, de ahí deriva su autonomía.
Por su parte la dignidad y libertad humanas,
consecuencias de la autonomía personal, se
derivan de su naturaleza, solo el ser humano es
digno y libre de entre todos los seres del mundo,
pues constituyen la raíz de la racionalidad.
La autonomía confiere una peculiar dignidad según
la cual el ser humano se siente sujeto, es decir,
realidad distinta y superior al mundo de puros
objetos que le rodea, su posición es dominante
respecto a los objetos. La dignidad o condición de
digno hace referencia siempre a una superioridad o
grandeza, lo que lleva a entender la dignidad como
la grandeza del ser humano. La dignidad indica
señorío de la persona sobre todas las cosas, pues
solo ella es superior al mundo objetivo que la rodea.
Esta superioridad del ser humano sobre el mundo
se manifiesta de dos formas:
- Por el camino de conocimiento (cultura): conocer
es dominar, porque es poseer algo de la realidad
del objeto conocido. La idea arranca del objeto
para entrar en la mente. Así pues, incorporar a un
sujeto al mundo de la cultura es una forma clara
de desarrollar lo que tiene de persona.
- Por el camino de la acción (técnica): solo el
ser humano puede acercarse a las cosas y
ser capaz de modificarlas de acuerdo con las ideas
que previamente ha concebido. Desarrollar en
el ser humano las posibilidades del mundo
de la técnica, acción técnica, es otra forma de
desarrollar claramente lo que tiene de persona.
El ser humano conoce y manipula las cosas
de acuerdo con su propio conocimiento. El
conocimiento y la actuación son actos de
conciencia y de libertad. La conciencia y la libertad
son las grandes manifestaciones de la persona
humana en su dignidad. La conciencia equivale a
darse cuenta, el ser humano llega a ser plenamente
sí mismo cuando alcanza, de modo adecuado y
completo, conciencia de sí (Choza, 1988).
La persona humana | 13
Hay que distinguir dos acepciones del término
conciencia: la conciencia psicológica, que es el
acto de la reflexión propiamente dicho, que vuelve
sobre sí mismo con el fin de saber que sabe y saber
lo que sabe; y la conciencia moral, que envuelve ya
un juicio sobre la moralidad de los actos, es decir,
la relación que tienen con las exigencias de la
dignidad humana.
La libertad se puede entender como la propia
voluntad actuando. La libertad hace efectiva la
tendencia natural de la voluntad hacia el bien. Se trata
de una tendencia movida por la razón, con lo cual
se encuentra que en el acto de voluntad concurren
factores cognitivos con los estrictamente volitivos.
Ahora bien, ser persona, para determinados
personalismos, no es poseer unas características
esenciales propias que permitan actuar al ser
humano libremente, de modo personal.
El camino hacia la perfección de la persona puede
ser considerado como un despliegue sucesivo de
las posibilidades de obrar libremente. Esto exige
la realización de un proyecto personal de vida. La
formulación de este proyecto implica la selección
anticipada de lo que se puede y se debe hacer dentro
de las múltiples posibilidades y limitaciones que el
mundo ofrece. Y, como un proyecto tiene sentido
en la realización de una obra, a esta decisión previa
sigue la decisión de obrar.
La educación de la libertad tiene aquí su
expresión más clara, educar para elegir bien,
añadiéndole, como una consecuencia, el desarrollo
de la capacidad de aceptación o rechazo. Cuando la
libertad se realiza eligiendo no entre posibilidades
presentes, sino entre posibilidades que se han
de descubrir, entonces propiamente se habla de
iniciativa personal, con lo que se encuentra con un
nuevo objeto de la educación de la libertad.
En definitiva, la libertad de iniciativa, la libertad de
elección y la libertad de aceptación constituyen
los objetivos de la educación personalizada en
función de la autonomía de la persona. No se puede
vivir humanamente sino partiendo de la capacidad de
criterio propio para apreciar las personas, las cosas
y situaciones, elegir el camino más adecuado entre
varias posibilidades y atenerse a las consecuencias
de esa elección. Vivir humanamente es tanto como
vivir en libertad (García Hoz, 1993).
La autonomía de la persona exige ir superando
tres estadios o fases para conseguir su madurez y
plenitud, son los siguientes:

- La fase de dependencia, propia de la infancia, que
les hace ser más heterónomos que autónomos.
- La fase de independencia, que comienza en
la pubertad y continúa hasta que alcanzan el
equilibrio personal postadolescente.
- La fase de autonomía interdependiente, propia
de la edad adulta y que constituye uno de los
exponentes claros de la madurez personal. Por
ello, lo correcto no es decir que la persona existe,
sino que coexiste.
Principio de apertura
Atendiendo a Castilla (1999), la apertura a los demás
es, para Zubiri, parte constitutiva del ser personal. Los
demás, con su propia identidad y singularidad, intervienen
constitutivamente en la vida. Los demás, con la situación
que crean en la convivencia, están ya en mí mismo. Pero
ese estar de los demás no elimina la diferencia que hay
entre una persona y los demás. No se es los demás, la
vida es la propia y no la de los otros. La autoposesión es
la propia y no la de los demás. Se está, por tanto, ante una
singular condición aparentemente paradójica, porque los
demás están implicados en la propia persona y, a la vez,
no se es los demás.
Zubiri introduce la dimensión relacional a nivel
constitutivo. Plantear la apertura social desde la persona
supone una nueva y más profunda fundamentación
de la relación de cada persona con los demás. Zubiri
considera tres aspectos en la relación entre la persona y
su apertura a los demás, son los siguientes:
• Versión a los demás: la primera característica del
estar vertido a los demás es la constatación de
un hecho, son los demás los que han intervenido
en la vida de la persona, aún antes de que haya
podido ser consciente de ello. Ello viene porque el
niño o niña necesita ayuda de los demás. Cuando
se despierta el sentir inteligente, se advierte la
necesidad de socorro, que lleva a sentir que el ser
humano está constitutivamente abierto al otro,
desde el más cercano. Esta versión a los demás
está biológicamente fundada.
• Vinculación: el nexo que une al ser humano con
los demás es una unidad, que la persona no
establece conscientemente. A ese nexo Zubiri
lo denomina vinculación. La vinculación es una
unidad primaria, física y real. Abierto el niño o niña
a la necesidad de amparo son los otros los que la
han satisfecho. Zubiri analiza como el ser humano
es un ser vinculable y vinculado y el vínculo efectivo
no es dado por sí, sino por los demás. Los otros
no intervienen en tanto que personas, sino en
tanto que otros seres humanos que trasmiten
al niño o niña un haber humano que consiste en
una mentalidad y una tradición, lo que les permite
formar una comunidad. Las relaciones de las
personas en tanto que personas forman no tanto
una comunidad, sino una comunión, las personas
no se asocian se compenetran.
La persona humana | 14
• Apropiación: para Zubiri la apropiación se trata de la
propia vida modificada y enriquecida por la vida de los
demás, que para ellos es también propia. La alteridad
como fuente de vida propia no es otra cosa sino las
otras vidas de los otros en tanto que permiten a la
persona hacer su propia vida, es decir, en cuanto a
sus posibilidades. La apropiación recae formalmente
sobre las posibilidades que le otorga a la persona las
vidas de los demás. Es la vinculación entre necesidad
y ayuda en la que la vida de los demás, abierta a la
propia, permite que la persona forje su personalidad.
Por lo tanto, en la persona se da una necesidad existencial
de apertura a los demás. En primer lugar, se encuentra
con unas relaciones que le vienen impuestas por la
existencia de otros sujetos con los que ha de convivir.
En segundo lugar, están las relaciones familiares, que
no se dan en otra comunidad, a medida que la persona
va evolucionando es capaz de proyectarse a una familia
constituida sobre la base de las decisiones propias.
Las relaciones familiares presentan una necesidad de
libertad de aceptación y, posteriormente, de una libertad
de elección. Existe un tercer tipo de relaciones que
responde a la espontaneidad del hombre respecto de las
cuales se mantiene libre de una manera constante, son
las relaciones de amistad.
También es necesario considerar la respuesta del ser
humano a su vocación de realidad, es decir, el sentimiento
y la actitud de solidaridad, de sentirse partícipe de una
entidad superior al individuo singular, de comunicarse que
le rodea. Por esta razón, la solidaridad, si primariamente
es vinculación a los otros seres humanos, se puede
entender en un sentido amplio como vinculación
y sentirse parte de la naturaleza, viviéndola como
una armonía en la cual cada ser humano participa.
Principio de originación
Toda persona es originada, no se ha dado a sí misma el
ser, no es ni existe por sí, sino por alguien distinto a ella,
es heterónoma en cuanto a su existencia, no tiene en sí
el poder de autocrearse.
Muchas personas ante su autopercepción como seres
carentes de raíces experimentan un vacío existencial que
les genera una herida muy profunda en la conciencia, una
inseguridad y una angustia de fondo. De esta forma, el ser
humano se convierte en una parte insignificante e inútil del
cosmos, pudiendo encontrar dificultad para aceptar la vida
y para aceptarse a sí mismo tal y como es.

El hecho de que los niños y niñas que vienen
al mundo sean deseados por sus padres, o de
cualquier manera recibidos con amor, es una buena
base para enfrentase a la vida con confianza, sin
olvidar que la conciencia está influida por el clima
de la cultura en la que se desenvuelve la persona.
La unidad propia de la condición personal se
manifiesta a través de la totalidad. Sin embargo,
esa misma condición personal pone de relieve una
característica más profunda que la totalidad, la
unidad de la persona y de su actuar. La persona se
manifiesta como un todo que se eleva por encima
de las diversas partes que la componen. De este
modo, la persona no es el resultado de la suma
de sus partes, sino de la relación de estas con la
unidad de su ser.
Estrategias para desplegar
atributos de la persona
Las estrategias para favorecer el despliegue de los
principios fundantes de la persona, de los que se ha
hablado en el apartado anterior, son las siguientes:
• La persona como principio consistente de actividad,
intencional, creativo y unificador.
• Dar prioridad al trabajo y al esfuerzo del estudiante,
ya que son los principales medios de educación.
• Fortalecer la idea de que el trabajo bien hecho es
el medio común y ordinario para alcanzar el propio
perfeccionamiento humano y trascendente y para
contribuir al bien de la sociedad.
• Toda actividad susceptible de ser realizada por el
alumnado no debe ser realizada por el docente.
• Toda actividad debe ser planteada rigurosamente
y exigida su estricta realización, de forma que el
alumnado adquiera hábitos y estrategias eficaces
de cultura y de trabajo.
• Procurar el máximo desarrollo de los valores.
a. Singularidad
- Crear las condiciones necesarias para que cada
alumno/a pueda descubrir su propia singularidad
y plasmar en un proyecto personal lo que nadie
más que él o ella puede aportar a los demás.
- Diagnóstico de cada escolar y uso del mismo
por parte del alumno/a, docentes, orientadores
y padres.
La persona humana | 15
- Pronóstico fundado en el diagnóstico previo
que ayude a adecuar su orientación académica
y personal.
- Determinación de los objetivos de la orientación
en base a una formulación explícita de los valores
que han de ser estimados por el alumnado.
- Programación explícita de la orientación de
los escolares.
- Orientación personal, académica y profesional de
cada alumno/a.
- Posibilidad de que los trabajos y las relaciones
escolares permitan el desarrollo de cada
estudiante de acuerdo con su capacidad, sus
intereses y aficiones, su ritmo de aprendizaje y
con la circunstancia familiares y sociales de su
historia personal.
- Disposición y uso de medios adecuados
explícitamente identificados para que el
alumnado comprueben los aspectos positivos
de su quehacer y encuentren satisfacción ante el
trabajo bien realizado.
- Determinación de los contenidos de la actividad
expresiva en todas sus manifestaciones.
- Hacer consciente a cada alumno/a de sus
capacidades y limitaciones.
- Programación y agrupamientos flexibles.
- Enseñar a cada alumno/a a pensar-se,
autoevaluarse y autorregularse.
- Posibilitar el aprendizaje directo de la realidad.
- Estudio de las causas que puede perturbar el
aprendizaje de cada alumno/a.
- Programación sistemática de la relación con
la familia.
b. Autonomía
- Respetar la iniciativa de cada alumno/a y
su creatividad.
- Actuación del docente como estímulo, orientación
y control del trabajo del alumnado.
- Establecimiento y armonización de los programas
en las distintas áreas del conocimiento.
- Orientar a cada alumno/a para que sepa encontrar
sentido a su vida mediante la integración de los
valores acordes a su dignidad.
- Incluir actividades en las que puedan manifestar
sus ideas.
- Elegir y diseñar su propio método de trabajo.
- Asignarle encargos acordes a su madurez.
- Fundamentar razonadamente lo que se dice y
darle la razón cuando la tenga.
- Animarlos a que comiencen actividades y
participen activamente en otras.
- Ayudar a encauzar sus afanes e ilusiones.

c. Libertad
- Fomentar la iniciativa propia de cada alumno/a y
ofrecerle posibilidades de elección y aceptación.
- Estimular en los estudiantes la adquisición de un
concepto claro de libertad y dignidad humana.
- Practicar la autoevaluación y la autorregulación.
- Descripción clara de las funciones de cada
miembro de la comunidad educativa.
- Enseñar a ponderar las cosas y a razonar.
- Enseñar a sopesar las distintas opiniones
y respetarlas.
- Ayudar a prever las consecuencias de las
decisiones libres.
- Enseñar a ser críticos con los medios
de comunicación.
- Enseñar a reflexionar sobre la propia experiencia.
- Estimular y exigir un comportamiento correcto.
- Animarlos a arriesgarse y ser valientes.
d. Dignidad personal
- Orientar a cada alumno/a para que sepa integrar
los valores de acuerdo con su dignidad.
- Fomentar la actitud de respeto a todas las
personas y respetarse a sí mismo.
- Respetar a cada alumno/a por su condición
de persona.
- Proporcionar estrategia y actividades que
fomenten la adquisición de criterio propio.
- Ayudar a aceptarse tal y como son, con sus
capacidades y limitaciones y ayudarles a mejorar.
- Ofrecer siempre confianza.
e. Apertura y comunicación
- Desarrollar la conciencia de que los demás
forman parte de cada cual, la necesidad de una
exigencia personal máxima.
- Desarrollo y uso de la capacidad de interacción
educativa entre el alumnado.
- Fomentar la disposición receptiva y la
capacidad expresiva.
- Identificación y uso de canales
comunicación formal.
- Normativa de convivencia basada en el diálogo, la
participación y la interiorización personal.
- Programas de voluntariado.
- Participación de toda la comunidad educativa en
el gobierno y desarrollo de la Institución educativa.
- Fomentar la apertura a la realidad natural y social
mediante salidas culturales, el trabajo en equipo
y la escucha a los otros.
La persona humana | 16
f. Originación-heteronomía
- Cultivar la humildad que lleva a aceptarse a sí
mismo y a la realidad propia que conlleva el
hecho de existir.
- Enseñar el valor de cada persona debido a
su dignidad.
- Fomentar el amor y el respeto hacia los padres.
- Saber agradecer la realidad de la propia existencia.
g. Unidad de la persona
- Fomentar la coherencia entre lo que se piensa, lo
que se dice y lo que se hace, ser consecuentes.
- Desarrollar la creatividad como principio
unificador del proceso educativo.
- Realizar una planificación integral de la educación,
que incluye la programación globalizada en toda
la etapa de Educación Infantil.
- Asegurar la unidad del fin y del proceso educativo.
Resumen
Víctor García Hoz, formula una propuesta educativa en la
que sitúa a la persona en el centro de la tarea educativa,
la educación personalizada, en este sentido, no se reduce
a una combinación de aprendizaje personalizado y
enseñanza personalizada, sino que el énfasis se pone en
el alumno como persona, en el educador como persona,
y en la interacción permanente entre ambos.
Las tres notas fundamentales cuyo despliegue o
crecimiento en cada alumno o alumna es pretendido
por la educación personalizada son: singularidad: la
irreductibilidad de las personas; apertura: intimidad y
manifestación; y autonomía: conducir-se.
la educación personalizada se ocupa plenamente
de la persona y la respeta en todas sus dimensiones
partiendo de la base de que todo ser humano,
independientemente de sus condiciones, tiene por sí
mismo plenitud de dignidad.
La personeidad corresponde a la unidad estructural
psico-orgánica sexuada que constituye el punto de
partida de la realidad humana. La personalidad va unida
de al despliegue de sus potencialidades en el tiempo y, por
tanto, no es siempre lo mismo, es el punto de llegada de
la realidad humana.

La naturaleza del hombre, como la naturaleza de cualquier
otro tipo de ser, es un principio de actividad que se refiere
a lo que es propio al ser humano, es decir, a lo que le
hace ser precisamente ser humano y no otro tipo de ser
distinto. Lo propio del ser humano es la racionalidad,
que constituye el principio dinámico de las operaciones
que le son propias. Las operaciones específicamente
humanas se llevan a cabo mediante el entendimiento o
inteligencia (conocer) y la voluntad (querer) encarnadas,
las cuales le confieren la capacidad de hacerse presente
el ser propio y el de las demás realidades.
Las principales características de la persona son las
siguientes: la persona siempre es idéntica a sí misma,
tiene una identidad propia; es principio consciente y
dinámico de sus propias operaciones; su apertura a toda
la realidad, que se realiza mediante la comunicación; su
carácter sexuado; su originación: ninguna persona
se ha dado el ser a sí misma, sino que lo ha recibido
de alguien; su afectividad, forjadora del carácter; su
entendimiento, que escudriña la realidad en busca de la
verdad; su voluntad, encaminada a la práctica del bien y a
la toma de decisiones correspondientes para alcanzarlo.
Los principios fundamentales de la persona son
tres: el principio de identidad, el principio de apertura y
el principio de originación. Además, en la persona
se pueden distinguir cuatro dimensiones: dimensión
corporal; dimensión afectiva; dimensión volitiva;
dimensión intelectiva. Existen diferentes estrategias que
permiten el despliegue de los atributos fundantes de la
persona y el desarrollo de todas sus dimensiones.
La persona humana | 17
La educación personalizada está al servicio de la
libertad porque busca que esta desempeñe un papel
activo esencial en la vida de cada persona. Existe el
deber y el derecho de que cada quien haga su vida dando
coherencia a la narración que puede forjar su identidad
personal, pero para conseguir esa meta es imprescindible
una adecuada promoción educativa.
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