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(Entra Elisa)
– Elisa: Padre, yo también tengo algo que contarte. Estoy enamorada de Valerio.
– Harpagón: ¿Otro pretendiente sin dinero? ¡Jamás! Casarán con quienes yo elija, ¡y punto!
– Frosina: (A Cléante y Elisa) No se preocupen, jóvenes enamorados. Tengo un plan para convencer a
vuestro padre.
Frosina: Claro que sí. Primero, les diré a Mariana y Valerio que vengan aquí.
– Frosina: Sí, vamos a idear un plan para que Harpagón acepte sus uniones.
– Señor Simón: (A Cléante y Valerio) Tengo una idea para que Harpagón acepte sus matrimonios.
Necesitamos encontrar su tesoro escondido y hacerle ver que el amor vale más que el dinero.
– La Flecha: (Entrando) Estoy dispuesto a hacer todo lo posible para que mi amo sea feliz.
– Cléante: ¡Increíble! Ahora que tenemos el tesoro, debemos pensar en cómo enseñarle a mi padre la
lección.
– Valerio: Podemos decirle que el tesoro ha sido robado y ver cómo reacciona.
– Elisa: (Entrando) ¡Esa es una idea estupenda! Así aprenderá que hay cosas más importantes que el dinero.
– Elisa: Pero padre, ¿no te das cuenta de que hay cosas más valiosas que el dinero?
– Cléante: Es cierto. El amor y la felicidad de tus hijos deberían ser lo más importante.
– Frosina: Señor Harpagón, he encontrado a Anselmo, el padre de Mariana y Valerio. Él está dispuesto a
casar a sus hijos con los suyos.
– Anselmo: Pero solo si usted aprende a valorar el amor y la felicidad de sus hijos por encima del dinero.
– Harpagón: (Pensativo) Está bien, acepto. Entiendo que el amor de mis hijos es más importante que el
dinero.
– Cléante: Y padre, debemos confesarte algo: nosotros encontramos tu tesoro y lo escondimos para
enseñarte una lección.
– Harpagón: (Sorprendido) ¡Vaya! Entonces, he aprendido que no solo debo valorar el amor, sino también la
honestidad de mis hijos.