Está en la página 1de 4

Harpagón: (Mirando sus monedas) ¡Oh, mis preciosas monedas!

Nada me hace más feliz que contarlas una y


otra vez.

– Cléante: (Entrando) Padre, quiero hablar contigo sobre un asunto importante.

– Harpagón: ¿Qué sucede, hijo mío?

– Cléante: Estoy enamorado de Mariana y quisiera pedir su mano en matrimonio.

– Harpagón: ¿Y qué fortuna tiene su familia?

– Cléante: No lo sé, pero eso no importa. ¡Lo importante es el amor!

Harpagón: ¡Tonterías! Lo único importante es el dinero. No te daré mi bendición.

(Entra Elisa)

– Elisa: Padre, yo también tengo algo que contarte. Estoy enamorada de Valerio.

– Harpagón: ¿Otro pretendiente sin dinero? ¡Jamás! Casarán con quienes yo elija, ¡y punto!

– Frosina: (A Cléante y Elisa) No se preocupen, jóvenes enamorados. Tengo un plan para convencer a
vuestro padre.

– Cléante: ¡Oh, Frosina! ¿En verdad podrás ayudarnos?

Frosina: Claro que sí. Primero, les diré a Mariana y Valerio que vengan aquí.

(Entran Mariana y Valerio)

– Mariana: ¿Nos llamaron?

– Frosina: Sí, vamos a idear un plan para que Harpagón acepte sus uniones.

– Valerio: ¡Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario!

– Señor Simón: (A Cléante y Valerio) Tengo una idea para que Harpagón acepte sus matrimonios.
Necesitamos encontrar su tesoro escondido y hacerle ver que el amor vale más que el dinero.

– Cléante: ¡Eso es genial, señor Simón! ¿Cómo lo haremos?

– Señor Simón: La Flecha, el sirviente de Cléante, nos ayudará a encontrar el tesoro.

– La Flecha: (Entrando) Estoy dispuesto a hacer todo lo posible para que mi amo sea feliz.

– Valerio: Entonces, ¡pongamos manos a la obra!

– La Flecha: (Cavando) ¡Aquí está! ¡He encontrado el tesoro de Harpagón!

– Cléante: ¡Increíble! Ahora que tenemos el tesoro, debemos pensar en cómo enseñarle a mi padre la
lección.

– Valerio: Podemos decirle que el tesoro ha sido robado y ver cómo reacciona.
– Elisa: (Entrando) ¡Esa es una idea estupenda! Así aprenderá que hay cosas más importantes que el dinero.

– Cléante: Padre, tenemos malas noticias. ¡Tu tesoro ha sido robado!

– Harpagón: (Desesperado) ¡No puede ser! ¡Era mi vida entera!

– Elisa: Pero padre, ¿no te das cuenta de que hay cosas más valiosas que el dinero?

– Cléante: Es cierto. El amor y la felicidad de tus hijos deberían ser lo más importante.

(Entra Frosina con Anselmo)

– Frosina: Señor Harpagón, he encontrado a Anselmo, el padre de Mariana y Valerio. Él está dispuesto a
casar a sus hijos con los suyos.

– Anselmo: Pero solo si usted aprende a valorar el amor y la felicidad de sus hijos por encima del dinero.

– Harpagón: (Pensativo) Está bien, acepto. Entiendo que el amor de mis hijos es más importante que el
dinero.

– Cléante: Y padre, debemos confesarte algo: nosotros encontramos tu tesoro y lo escondimos para
enseñarte una lección.

– Harpagón: (Sorprendido) ¡Vaya! Entonces, he aprendido que no solo debo valorar el amor, sino también la
honestidad de mis hijos.

Todos: (Aplaudiendo) ¡Bravo, señor Harpagón!

También podría gustarte