Está en la página 1de 4

Los Warren

Harpagón: El protagonista, un hombre extremadamente avaro.

Cléante: Hijo de Harpagón, enamorado de Mariana.

 Elisa: Hija de Harpagón, enamorada de Valerio



 Mariana: Joven por la que suspira Cléante.

 Valerio: Joven enamorado de Elisa.

 Frosina: Casamentera que intenta ayudar a los jóvenes enamorados

 Anselmo: Vecino de Harpagón, padre de Mariana.

 Señor Simón: Un hombre que ayuda a Cléante y Valerio en sus planes.

 La Flecha: Sirviente de Cléante, cómplice en la búsqueda de la felicidad
de su amo

 Acto 1: (En el salón de la casa de Harpagón)


 – Harpagón: (Mirando sus monedas) ¡Oh, mis preciosas monedas!
Nada me hace más feliz que contarlas una y otra vez.
 – Cléante: (Entrando) Padre, quiero hablar contigo sobre un asunto
importante.
 – Harpagón: ¿Qué sucede, hijo mío?
 – Cléante: Estoy enamorado de Mariana y quisiera pedir su mano en
matrimonio.

 – Harpagón: ¿Y qué fortuna tiene su familia?

 – Cléante: No lo sé, pero eso no importa. ¡Lo importante es el amor!

 – Harpagón: ¡Tonterías! Lo único importante es el dinero. No te daré mi


bendición.

 (Entra Elisa)

 – Elisa: Padre, yo también tengo algo que contarte. Estoy enamorada


de Valerio.

 – Harpagón: ¿Otro pretendiente sin dinero? ¡Jamás! Casarán con


quienes yo elija, ¡y punto!
 Acto 2: (En el jardín de la casa de Harpagón)
 – Frosina: (A Cléante y Elisa) No se preocupen, jóvenes enamorados.
Tengo un plan para convencer a vuestro padre.

 – Cléante: ¡Oh, Frosina! ¿En verdad podrás ayudarnos?

 – Frosina: Claro que sí. Primero, les diré a Mariana y Valerio que
vengan aquí.

 (Entran Mariana y Valerio)

 – Mariana: ¿Nos llamaron?

 – Frosina: Sí, vamos a idear un plan para que Harpagón acepte sus
uniones.

 – Valerio: ¡Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario!

 Acto 3: (En casa de Señor Simón)


 – Señor Simón: (A Cléante y Valerio) Tengo una idea para que
Harpagón acepte sus matrimonios. Necesitamos encontrar su tesoro
escondido y hacerle ver que el amor vale más que el dinero.

 – Frosina: Claro que sí. Primero, les diré a Mariana y Valerio que
vengan aquí.

 (Entran Mariana y Valerio)

 – Mariana: ¿Nos llamaron?

 – Frosina: Sí, vamos a idear un plan para que Harpagón acepte sus
uniones.

 – Valerio: ¡Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario!

 Acto 3: (En casa de Señor Simón)


 – Señor Simón: (A Cléante y Valerio) Tengo una idea para que
Harpagón acepte sus matrimonios. Necesitamos encontrar su tesoro
escondido y hacerle ver que el amor vale más que el dinero.

 – Cléante: ¡Eso es genial, señor Simón! ¿Cómo lo haremos?

 – Señor Simón: La Flecha, el sirviente de Cléante, nos ayudará a


encontrar el tesoro.
 – La Flecha: (Entrando) Estoy dispuesto a hacer todo lo posible para
que mi amo sea feliz.

 – Valerio: Entonces, ¡pongamos manos a la obra!

 Acto 4: (En el jardín de la casa de Harpagón,


buscando el tesoro)
 – La Flecha: (Cavando) ¡Aquí está! ¡He encontrado el tesoro de
Harpagón!

 – Cléante: ¡Increíble! Ahora que tenemos el tesoro, debemos pensar en


cómo enseñarle a mi padre la lección.

 – Valerio: Podemos decirle que el tesoro ha sido robado y ver cómo


reacciona.

 – Elisa: (Entrando) ¡Esa es una idea estupenda! Así aprenderá que hay
cosas más importantes que el dinero.

 Acto 5: (En el salón de la casa de Harpagón)


 – Cléante: Padre, tenemos malas noticias. ¡Tú tesoro ha sido robado!

 – Harpagón: (Desesperado) ¡No puede ser! ¡Era mi vida entera!

 – Elisa: Pero padre, ¿no te das cuenta de que hay cosas más valiosas
que el dinero?

 – Cléante: Es cierto. El amor y la felicidad de tus hijos deberían ser lo


más importante.

 (Entra Frosina con Anselmo)

 – Frosina: Señor Harpagón, he encontrado a Anselmo, el padre de


Mariana y Valerio. Él está dispuesto a casar a sus hijos con los suyos.

 – Anselmo: Pero solo si usted aprende a valorar el amor y la felicidad


de sus hijos por encima del dinero.

 – Harpagón: (Pensativo) Está bien, acepto. Entiendo que el amor de


mis hijos es más importante que el dinero.

 – Cléante: Y padre, debemos confesarte algo: nosotros encontramos tu


tesoro y lo escondimos para enseñarte una lección.
– Harpagón: (Sorprendido) ¡Vaya! Entonces, he aprendido que no solo

debo valorar el amor, sino también la honestidad de mis hijos.

 Todos: (Aplaudiendo) ¡Bravo, señor Harpagón!

FIN

También podría gustarte