Está en la página 1de 5

1.

La metáfora o alegoría del sol

"—También decimos que hay algo Bello-en-sí y Bueno-en-sí [...] y llamamos a cada
una «aquello que es»." "[...] de unas decimos que son vistas pero no pensadas, mientras
que a su vez, las Ideas son pensadas, pero no vistas." "—¿Has advertido que el
artesano (demiourgós) de los sentidos modeló (demioúrgesen) mucho más
perfectamente la facultad (dýnamis) de ver y ser visto?" "[...] el sol no es la vista, pero
siendo su causa, es visto por ella." "—Del mismo modo piensa así en lo que conviene al
alma: cuando fija su mirada en objetos sobre los cuales brilla la verdad (alétheia) y lo
real (to ón), lo piensa, conoce y parece tener inteligencia (nous). Pero cuando [se
vuelve] hacia lo sumergido en la oscuridad, lo que nace y perece, entonces opina
(doxázei) y ve débilmente opiniones (dóxas) que la hacen ir de aquí para allá, y parece
no tener inteligencia. [...] —Entonces, lo que aporta la verdad de las cosas
cognoscibles y al que conoce lo otorga la facultad [de conocer], puedes decir que es la
Idea del Bien. [...]" "[...] así como dijimos que era correcto tener a la luz y a la vista
como afines al sol, pero sería erróneo creer que son el sol, ahora es correcto
considerar que ambas cosas, la verdad y el conocimiento, son afines al Bien, [...]."

a) Así como es por la luz del sol que lo visible se hace evidente a los ojos, así es por la
luz de la verdad y el ser - en contraste con el crepúsculo del devenir y perecer - que se
hace la naturaleza de la realidad. aprehensible para el alma. b) Así como se puede decir
que la luz y la vista son como el sol y, sin embargo, no el sol, así también se puede decir
que la ciencia y la verdad son como el Bien y, sin embargo, no el Bien; es por el sol que
hay luz y vista, y es por el bien que hay ciencia y verdad. c) Así como el sol es autor de
sustento y generación, así el Bien es autor de ser y esencia. Así, el Bien está más allá del
ser y es la causa de toda existencia.

2. La metáfora de la línea

"-Toma, pues, una línea que esté cortada en dos segmentos desiguales y vuelve a
cortar cada uno de los segmentos, el del género visible y el del inteligible, siguiendo la
misma proporción. Entonces tendrás, clasificados según la mayor claridad u oscuridad
de cada uno: en el mundo visible, un primer segmento, el de las imágenes. Llamo
imágenes ante todo a las sombras y, en segundo lugar, a las figuras que se forman en el
agua y en todo lo que es compacto, pulido y brillante y a otras cosas semejantes, si es
que me entiendes.
-Sí que te entiendo.
-En el segundo pon aquello de lo cual esto es imagen: los animales que nos rodean,
todas las plantas y el género entero de las cosas fabricadas.
-Lo pongo -dijo.
-¿Accederías acaso -dije yo- a reconocer que lo visible se divide, en proporción a la
verdad o a la carencia de ella, de modo que la imagen se halle, con respecto a aquello
que imita, en la misma relación en que lo opinado con respecto a lo conocido?
-Desde luego que accedo -dijo.
-Considera, pues, ahora de qué modo hay que dividir el segmento de lo inteligible.
-¿Cómo?
-De modo que el alma se vea obligada a buscar la una de las partes sirviéndose, como
de imágenes, de aquellas cosas que antes eran imitadas , partiendo de hipótesis y
encaminándose así, no hacia el principio, sino hacia la conclusión; y la segunda,
partiendo también de una hipótesis, pero para llegar a un principio no hipotético y
llevando a cabo su investigación con la sola ayuda de las ideas tomadas en sí mismas y
sin valerse de las imágenes a que en la búsqueda de aquello recurría .
-No he comprendido de modo suficiente -dijo- eso de que hablas.
-Pues lo diré otra vez -contesté-. Y lo entenderás mejor después del siguiente
preámbulo. Creo que sabes que quienes se ocupan de geometría, aritmética y otros
estudios similares dan por supuestos los números impares y pares, las figuras, tres
clases de ángulos y otras cosas emparentadas con éstas y distintas en cada caso; las
adoptan como hipótesis, procediendo igual que si las conocieran, y no se creen ya en el
deber de dar ninguna explicación ni a sí mismos ni a los demás con respecto a lo que
consideran como evidente para todos, y de ahí es de donde parten las sucesivas y
consecuentes deducciones que les llevan finalmente a aquello cuya investigación se
proponían.
-Sé perfectamente todo eso -dijo.
-¿Y no sabes también que se sirven de figuras visibles acerca de las cuales discurren,
pero no pensando en ellas mismas, sino en aquello a que ellas se parecen, discurriendo,
por ejemplo, acerca del cuadrado en sí y de su diagonal, pero no acerca del que ellos
dibujan, e igualmente en los demás casos; y que así, las cosas modeladas y trazadas
por ellos, de que son imágenes las sombras y reflejos producidos en el agua, las
emplean, de modo que sean a su vez imágenes, en su deseo de ver aquellas cosas en sí
que no pueden ser vistas de otra manera sino por medio del pensamiento?
-Tienes razón -dijo.
XXI. -Y así, de esta clase de objetos decía yo que era inteligible, pero que en su
investigación se ve el alma obligada a servirse de hipótesis y, como no puede
remontarse por encima de éstas, no se encamina al principio, sino que usa como
imágenes aquellos mismos objetos, imitados a su vez por los de abajo, que, por
comparación con éstos, son también ellos estimados y honrados como cosas palpables.
-Ya comprendo -dijo-; te refieres a lo que se hace en geometría y en las ciencias afines
a ella.
-Pues bien, aprende ahora que sitúo en el segundo segmento de la región inteligible
aquello a que alcanza por sí misma la razón valiéndose del poder dialéctico y
considerando las hipótesis no como principios, sino como verdaderas hipótesis, es
decir, peldaños y trampolines que la eleven hasta lo no hipotético, hasta el principio de
todo; y una vez haya llegado a éste, irá pasando de una a otra de las deducciones que
de él dependen hasta que de ese modo descienda a la conclusión sin recurrir en
absoluto a nada sensible, antes bien, usando solamente de las ideas tomadas en sí
mismas, pasando de una a otra y terminando en las ideas.
-Ya me doy cuenta -dijo-, aunque no perfectamente, pues me parece muy grande la
empresa a que te refieres, de que lo que intentas es dejar sentado que es más clara la
visión del ser y de lo inteligible que proporciona la ciencia dialéctica que la que
proporcionan las llamadas artes, a las cuales sirven de principios las hipótesis; pues,
aunque quienes las estudian se ven obligados a contemplar los objetos por medio del
pensamiento y no de los sentidos, sin embargo, como no investigan remontándose al
principio, sino partiendo de hipótesis, por eso te parece a ti que no adquieren
conocimiento de esos objetos que son, empero, inteligibles cuando están en relación
con un principio. Y creo también que a la operación de los geómetras y demás la llamas
pensamiento, pero no conocimiento, porque el pensamiento es algo que está entre la
simple creencia y el conocimiento.
-Lo has entendido -dije- con toda perfección. Ahora aplícame a los cuatro segmentos
estas cuatro operaciones que realiza el alma: la inteligencia, al más elevado; el
pensamiento , al segundo; al tercero dale la creencia y al último la imaginación ; y
ponlos en orden, considerando que cada uno de ellos participa tanto más de la claridad
cuanto más participen de la verdad los objetos a que se aplica.
-Ya lo comprendo -dijo-; estoy de acuerdo y los ordeno como dices."

Una línea se corta en dos partes desiguales y cada una de ellas se vuelve a dividir en la
misma proporción. Las dos divisiones principales corresponden al mundo inteligible y
al mundo visible. Una sección de la división visible consta de imágenes, es decir,
sombras y reflejos, y se accede a través de la imaginación. La otra sección superior en la
división visible consiste en detalles sensibles y se accede a través de la creencia. Una
sección de la división inteligible consiste en Formas y se accede a ella a través del
pensamiento, pero a través de particulares e hipótesis sensibles, como cuando los
geómetras usan una imagen de un triángulo para ayudar a razonar sobre la
triangularidad, o apelan a axiomas para probar teoremas. La otra sección superior en la
división inteligible también consta de Formas, pero se accede a ella mediante la
comprensión, una ciencia puramente abstracta que no requiere ni particulares sensibles
ni hipótesis, sino sólo un primer principio no hipotético, a saber, la Forma del Bien.El
propósito de la educación es mover al filósofo a través de los distintos tramos de la línea
hasta llegar a la Forma del Bien.

3. La metáfora o alegoría de la Caverna

Traducción: Conrado Eggers Lan

“—Compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación


con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea en
forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella
están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben
permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden girar en
derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás
de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cual
imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros
levantan delante del público para mostrar por encima del biombo. (…) Imagínate ahora
que del otro lado del tabique, pasan sombras que llevan toda clase de utensilios y
figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases;
y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
—Extraña comparación haces, y extraños son esos prisioneros.
—Pero son como nosotros. (…)
—Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su
ignorancia, que pasaría naturalmente si les ocurriese esto: que uno de ellos fuera
liberado y forzado a levantarse de repente volver el cuello y marchar mirando a la luz
y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir
aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que respondería si se le
dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más
próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente? Y si se le
mostrara cada uno de los objetos que pasan del otro lado de tabique y se le obligara a
contestar preguntas sobre lo que son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que
considerará que las cosas que antes veía eran más verdaderas que las que se le
muestran ahora? (…) Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los
ojos y trataría de eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por
considerar que éstas son realmente más claras que las que se le muestran?
—Así es.
—Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo
antes de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado
y, tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo
de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos? (…) Necesitaría
acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. (…) Finalmente, pienso,
podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le son
extraños, sino contemplarlo cómo es en sí y por sí, en su propio ámbito. (…) Después
de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones y los
años y que es lo que produce las estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito
visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto. (…) Y si se
acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus antiguos
compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los
compadecería? (…) Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y
de las recompensas para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los
objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles
habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese
capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y que
envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿0 más bien no le pasaría
como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un
hombre pobre» o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de
opinar y a aquella vida? (…) Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara
su propio asiento, ¿no tendría ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar
repentinamente del sol? (…) Y si tuviera que discriminar de nuevo aquellas sombras, en
ardua competencia con aquellos que han conservado en todo momento las cadenas, y
viera confusamente hasta que sus ojos se reacomodaran a ese estado y se
acostumbraran en un tiempo nada breve, ¿no se expondría al ridículo y a que se dijera
de él que, por haber subido hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera
valdría la pena Intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos
hacía la luz, ¿no lo matarían, sí pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?”

Los seres humanos han pasado toda su vida en una cueva o guarida subterránea que
tiene la boca abierta hacia la luz. Tienen las piernas y el cuello encadenados para que no
puedan moverse, y solo pueden ver frente a ellos, hacia la parte posterior de la cueva.
Encima y detrás de ellos arde un fuego, y entre ellos y el fuego hay un camino elevado a
lo largo del cual hay un muro bajo. Los hombres pasan por la pared llevando todo tipo
de estatuas, y el fuego arroja las sombras de estas estatuas al fondo de la cueva. Todo lo
que ven los prisioneros son las sombras, por lo que suponen que las sombras son los
objetos mismos.

Si un prisionero se desencadena y se vuelve hacia la luz, sufre dolores agudos, pero con
el tiempo comienza a ver las estatuas y pasa de la etapa cognitiva de la imaginación a la
de la creencia. Luego, el prisionero es arrastrado fuera de la cueva, donde la luz es tan
brillante que solo puede mirar las sombras, luego los reflejos y finalmente los objetos en
sí: esta vez no estatuas, sino objetos reales. Con el tiempo, mira hacia el sol y
comprende que el sol es la causa de todo lo que ve a su alrededor, de la luz, de la visión
y de los objetos de la visión. Al hacerlo, pasa de la etapa cognitiva del pensamiento a la
del entendimiento.

El propósito de la educación es arrastrar al prisionero lo más lejos posible de la cueva;


no para infundir conocimiento en su alma, sino para volver toda su alma hacia el sol,
que es la Forma del Bien. Una vez fuera de la cueva, el prisionero se muestra reacio a
descender a la cueva y participar en los asuntos humanos. Cuando lo hace, su visión ya
no está acostumbrada a la oscuridad, y parece ridículo a sus semejantes. Sin embargo, se
le debe hacer descender de nuevo a la cueva y participar de los trabajos y los honores
humanos, ya sea que valga la pena hacerlo o no.

También podría gustarte