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Ahora bien, al mismo tiempo que ejecutores de las leyes, nos toca ser
representantes y defensores del pueblo; y en nombre de ese pueblo que está
aquí, frente a nosotros, y también mucho más lejos, en ciudades y en villorios
apartados, solicitamos del Congreso Nacional las leyes indispensables para
afirmar en este país no sólo la democracia política, sino también la democracia
económica y la justicia social. De ustedes senadores y diputados elegidos por el
pueblo- sean del partido que sean-, el gobierno que se inicia hoy espera un
trabajo continuo para darles a los dominicanos un puesto bajo el sol entre los
países avanzados de América.
América nos observa con interés y con amor, como lo atestigua la presencia en
este acto de gobernantes del Hemisferio y de visitantes distinguidos venidos de
todos los confines americanos. Nunca se habían reunido en República
Dominicana tantos hombres ilustres elegidos por sus pueblos para las más altas
funciones de gobierno, tantos lideres de partidos populares, tantos
representantes legítimos de la cultura continental. La feliz reunión de estos
grandes señores de la política y del pensamiento, a todos los cuales debemos
gratitud por el afán que pusieron en ayudarnos a ser libres, es sólo una
muestra de ese interés y ese amor con que están mirándonos los pueblos
hermanos del Hemisferio. Como país americano, debemos hacer uso inteligente
de nuestros recursos políticos para dar a ese interés y a ese amor carácter
oficial dentro del sistema regional de pactos y tratados que unen a todo el
Continente, si echar en el olvido que los pueblos nuestros quieren actuar juntos
en defensa de sus libertades democráticas, pero al mismo tiempo tienen un
vivo sentimiento de orgullo por el legado de soberanía nacional que recibieron
de sus fundadores.
Deseamos Paz
Un gobernante democrático debe tener oídos abiertos para oír la verdad, ojos
activos para ver lo mal hecho antes de que se realice, mente vigilante para que
nada ponga en peligro la libertad de cada ciudadano, y un corazón libre de
oídos, dedicado día y noche sólo al servicio del pueblo. Nosotros juramos aquí,
en este día solemne, que si nuestra corta capacidad nos impide tener oídos
abiertos, ojos activos, mente vigilante, nuestra naturaleza y nuestra historia les
asegura a los dominicanos que tenemos un corazón libre de oídos. No espere
nadie el uso del oído mientras estamos gobernando. Nosotros estamos aquí con
la decisión de trabajar, no de odiar; dispuestos a crear, no a destruir; a
defender y a amparar, no a perseguir. Pongamos todos juntos el alma en la
tarea de acabar con el odio entre los dominicanos como se acaba con la mala
yerba en el campo que va a ser sembrado; pongamos todos juntos el alma en
la tarea de edificar un régimen que de amparo a los que nunca lo tuvieron, que
de trabajo a los que buscan sin hallarlo, que de tierras a los campesinos que la
necesitan, que de seguridad a los que aquí nacen y a todos los que erran por el
mundo en pos de abrigo contra la miseria y la persecución.
Nada se obtiene de un día para otro; el mismo Dios según se lee en Génesis,
tardó seis días en crear el mundo y en poblarlo de seres vivos, de árboles y de
luz, pero todo se logra con el trabajo, con la persistencia y con la fe. Fe y
persistencia tuvieron los que establecieron esta República Dominicana en un
pedazo de isla y con un pueblo tan mínimo como un sietemesino entre las
naciones; fe y persistencia tuvieron los que se lanzaron a la guerra, hace ahora
cien años, para conquistar la soberanía perdida; fe y persistencia tuvieron los
que lograron que nuestro país volviera a ser libre en 1924; fe y persistencia
tuvieron los que lucharon hasta abatir la tiranía. Sin la persistencia y la fe de
unos y otros, si su coraje y martirio, hoy no estaríamos reunidos aquí, por eso
es justo que en estos momentos volvamos el pensamiento a ellos y les demos
gracias con la devoción de hijo por la madre que lo llevó en el seno; pues los
héroes de la libertad son como las madres de los pueblos, y como las madres
les debemos respeto y amor.
Así como nada se obtiene de un día para otro, nada se obtiene de un día para
otro, nada se obtiene sin luchas. Debemos luchar contra los obstáculos que
tiene la República en su camino. Los próximos meses serán de freno para
muchos, porque estamos en el caso de evitar que las finanzas nacionales se nos
desplomen a causa de gastos sin control. Pero vivimos en un país de grandes
riquezas, que vende más de lo que compra, y si los dominicanos colaboran con
el gobierno en el propósito de no hacer gastos innecesarios, podemos vernos en
poco tiempo si limitaciones para el uso de divisas extranjeras. Así mismo, si
ustedes, senadores y diputados, trabajan con tesón, como estamos seguros de
que lo harán, para aprobar las medidas que le permitan al gobierno para hacer
la reforma agraria y disponer de los medios indispensables para ampliar la
producción agrícola, estaremos en capacidad de evitar la inflación que nos
amenaza.
Nuestro país es rico y nuestro país es inteligente. Tenemos una tierra fecunda y
gente que desea trabajarla. En otros países de América los latifundios mayores
se hallan en manos privadas, pero aquí las fincas más extensas son bienes del
Estado. Vamos a juntar al hombre con la tierra, al inteligente hombre
dominicano con la rica tierra dominicana, y estemos todos seguros de que eso
se hará o no habrá democracia en este país.
Tesón y Humildad
Además de eso, ustedes, los visitantes, cuenten con el cariño de este pueblo.
Observen que con traje civil o con traje militar, todos los dominicanos los miran
con afecto, y recuerden que, con traje civil o militar, todos acudieron, cada una
dentro de sus funciones, a garantizar la libertad de hombre y mujeres de esta
tierra para votar según su conciencia. Todos ellos, pues, pueblo uniformado en
las Fuerzas Armadas y pueblo con su ropa de trabajador o campesino o clase
media, dieron el ejemplo inesperado y a ellos y a ustedes el motivo para
reunirnos hoy bajo este cielo de un pedazo de América.
Don Rómulo Betancourt, don Ramón Villeda Morales, don Francisco Orlich, don
Lyndon Johnson, don Alexander Bustamante, don Luis Muñoz Marin;
excelentísimos representantes diplomáticos de países amigos; profesores,
escritores, poetas, periodistas, líderes políticos que nos visitan; amigos que han
venido de lejos para acompañarnos a esta solemne; a todos ustedes, los que
gobiernan pueblos, los que los representan y los guían, los que los embellecen
con sus obras, a todos les damos la bienvenida más cordial y a todos les
pedimos que de regreso a sus patrias lleven y difundan las palabras con que
vamos a terminar este discurso: