Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Desde que las Cortes se reunieron en Cádiz en 1810, una de sus prioridades
fue la de permitir la libertad de prensa, salvo en materias de índole religiosa. El
10 de noviembre de ese año los constituyentes elaboraron un decreto que
permitía la libre expresión de opiniones políticas a través de publicaciones.
También se dieron a la tarea de suprimir al Tribunal del Santo Oficio de la
Inquisición. El virrey de Nueva España, Francisco Javier Venegas, prefirió no
darse por enterado, pues temía que la libertad de expresión favoreciera a
aquellas personas que querían la independencia.
En 1810 y 1811 aparecieron impresos que favorecían la unión con España y
condenaban la rebelión iniciada por Miguel Hidalgo. Publicistas (término usado
en aquella época para designar a los que publicaban) como Agustín Fernández
de San Salvador y Mariano Beristáin criticaron ferozmente a los insurgentes y
polemizaron con los muy pocos impresos que salían de las prensas rebeldes,
como El Despertador Americano de Guadalajara. El Diario de México,
temeroso de la censura, prefería no meterse en asuntos políticos. En 1812, con
la promulgación de la Constitución, fue imposible seguir ignorando la libertad
de prensa.
El artículo 371 de La Pepa señalaba: “Todos los españoles tienen libertad de
escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia,
revisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y
responsabilidad que establezcan las leyes”. De inmediato el abogado
oaxaqueño Carlos María de Bustamante decidió editar un folleto titulado El
Juguetillo. Empezaba su cuadernillo con la frase “Conque podemos hablar...”, y
a continuación, de un modo algo tímido, se atrevía a exponer sus principales
ideas políticas. No faltó quien se opusiera al pensamiento de Bustamante, de
modo que aparecieron divertidas publicaciones como El Juguetón, con lo que
se dio pie a las primeras polémicas políticas impresas de nuestra historia.
Al lado de Bustamante, José Joaquín Fernández de Lizardi se dio a la tarea de
publicar un periódico de contenido político: El Pensador Mexicano, en el que no
solo expresaba sus ideas sino que se atrevía a aleccionar al virrey acerca de
cómo debía actuar. Tanto en El Pensador como en El Juguetillo, Lizardi y
Bustamante se comprometieron con la formación de valores cívicos e
impulsaron a sus compatriotas a participar en los procesos electorales que se
avecinaban, aunque no se atrevieron a inducir el voto a favor o en contra de
personajes específicos. De cualquier manera, fueron papeles muy influyentes,
a tal grado que el virrey Venegas, temeroso tras las elecciones de noviembre
de 1812, decidió suprimir la libertad de prensa y perseguir a los principales
publicistas. Fernández de Lizardi terminó procesado, mientras que Bustamante
consiguió escapar de la ciudad de México para unirse a las tropas insurgentes,
primero a las de Francisco Osorno en los llanos de Apan y luego a las de
Morelos, quien iba en campaña para ocupar Oaxaca. De inmediato Bustamante
emprendió la tarea de publicar periódicos en el bando insurgente –como el
Correo Americano del Sur– y promovió entre los independentistas el
establecimiento de un Congreso constituyente y una Constitución liberal que, a
semejanza de la de Cádiz, garantizara la participación electoral y la libertad de
prensa.
En 1820, tras la debacle insurgente y el restableci-miento de la Constitución,
Bustamante volvió a publicar sus juguetillos. El primero se llamó Motivos de mi
afecto a la Constitución, en el que señalaba todas las bondades de La Pepa
pero censuraba a las autoridades virreinales que mezclaban “la libertad con la
esclavitud”. Por su parte, Fernández de Lizardi entró en polémica con los que
defendían a la extinguida Inquisición. El nuevo virrey, Juan Ruiz de Apodaca,
toleró estas publicaciones, pero cuando las prensas empezaron a publicar las
ideas del Plan de Iguala decidió suprimir la libertad de expresión, como había
hecho su antecesor.
Sin embargo, en 1821 la situación de Nueva España era muy diferente. Las
imprentas de Puebla, Veracruz, Mérida, Oaxaca y Guadalajara, entre otras,
siguieron publicando opiniones políticas. La polémica Memoria político-
instructiva de Servando Teresa de Mier, en la que proponía una independencia
republicana, fue reimpresa, lo mismo que numerosas obras liberales
provenientes de España y de otras partes de Hispanoamérica y el mundo.
Nunca antes salieron a la luz tantas publicaciones políticas. Con la
independencia, pese a los intentos de censura, este número siguió creciendo.
Entre 1823 y 1824 cientos de impresos y decenas de periódicos discutían las
posibilidades que se abrían en el futuro de México. El camino sería todavía
largo y tortuoso, pero muy pronto quedó claro que sin la libertad de prensa
sería imposible construir las instituciones democráticas que necesitaba el país.
El federalismo
Constitución de 1857
Para estas alturas la constitución de 1824 había cobrado nuevamente vigencia
después del triunfo de la Revolución de Ayutla en 1855. Sin embargo, Ignacio
Comonfort elaboró un Estatuto Orgánico Provisional para gobernar, hasta la
aprobación de la nueva constitución el 5 de febrero de 1957.
Este documento reestablece el gobierno federal, democrático y representativo
con sus tres poderes originales, así como las leyes de separación del Estado y
la Iglesia, nacionalización de bienes eclesiásticos, registro civil, libertad de
cultos e imprenta, entre otros.
Constitución de 1917
Es conocida como Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de
1917. Se trata de una aportación a la tradición jurídica de México y al
constitucionalismo universal.
Es la primera carta magna de la historia que incluye lo mejor en aportaciones al
régimen legal de los derechos sociales.
En ella no solo se elimina el cargo de vicepresidente, sino que se elimina
también la reelección del presidente, a diferencia de la Constitución de 1857.
Originalmente contó con 136 artículos y 19 transitorios, que han sido
modificados con el paso del tiempo.
Leyes de Reforma
Las Leyes de Reforma es el nombre con el que se conoce al conjunto de leyes
expedidas entre 1855 y 1863, durante los gobiernos de Juan Álvarez, Ignacio
Comonfort y Benito Juárez.
El objetivo fundamental de estas leyes fue la separación de la Iglesia y el
Estado.
Varias de estas leyes se elevaron a nivel constitucional por el Congreso
Constituyente que redactó la Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos de 1857.
La Ley Juárez es considerada la primera promulgada de las Leyes de Reforma.
Esta ley fue promulgada el 23 de noviembre de 1855 y se le conoce
oficialmente como La Ley de Administración de Justicia y Orgánica de los
Tribunales de la Nación del Distrito y Territorios.
La ley Juárez suprimió los tribunales especiales aboliendo los fueros militares y
religiosos declarando a todos los ciudadanos iguales ante la ley.
Ley Iglesias por la cual se prohibió el cobro de derechos y obvenciones
parroquiales, el diezmo.
Ley Lafragua o Ley de libertad de imprenta es la ley que garantiza la libertad de
expresión en los medios impresos, y entró en vigor el 28 de diciembre de 1855.
Ley del Registro Civil también conocida como La Ley Lafragua estableció el
Registro del Estado Civil. Fue expedida el 27 de enero de 1857.
Ley Orgánica de Registro Civil es aquella en que se establecía que el registro
del estado civil de las personas quedaba a cargo de empleados de gobierno y
no de la Iglesia. Fue expedida en Veracruz el 28 de julio de 1859.
Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos: esta ley complementa la Ley
Lerdo de desamortización de los bienes de la Iglesia, es decir la venta de los
bienes de la Iglesia.
Ley de Matrimonio Civil: fue expedida en Veracruz el 23 de julio de 1859, por
medio de esta ley se estableció que el matrimonio religioso no tenía validez
oficial. El Matrimonio Civil sería entonces el que tendría valor oficial.