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En la vida concreta del hombre, puede realmente tener experiencias de la Gracia, que
llegan en el momento oportuno, que llegan a parecer experiencias no tan satisfactorias, pero
que al final llevan la pedagogía de Dios, siendo una de las maneras en que se puede
experimentar. El meditar y reflexionar sobre estas experiencias son de mucha utilidad para la
vida diaria y para poder motivar a las demás personas en su caminar, sabiendo que Dios está
en todo el proceso, desde el inicio hasta el fin, pues la Gracia es lenta, lentísima, pero llega
en el momento que es necesario llegar.
De la experiencia de la Gracia no puede hablarse para saber, sino para ayudar, o en todo
caso, para cantar. Es posible que uno de los grandes fallos de la Teología postridentina de la
Gracia sea la negativa a abordar el tema de la experiencia de la Gracia, o que ya estaba
definitivamente saldado o dicho negativamente: no hay ni puede haber experiencia de
Gracia1.
1
Cfr. J. I. GONZÁLEZ FAUS, Proyecto de hermano, 691.
1
experiencia de la Gracia no es una experiencia de cosas, contenidos, porque los lugares
teológicos cristianos son la cruz de Jesús y el sufrimiento de los inocentes 2.
Aunque Dios es inexperimentable (Jn 1,18: “nadie lo ha visto nunca”) y la acción de Dios
en nosotros es tan profundamente nuestra que no se distingue de nuestra misma acción, ésa
es la forma discreta de dar que tiene Dios4.
El don de Dios no se experimenta como una cosa, sino junto con otras cosas, para sugerir
la experiencia de la Gracia ha sido frecuente el recurso a dos vías: vía ética y vía mística. Vía
ética es la que percibe más el aspecto de fuerza y la posibilitación que aporta el don de Dios;
casi toda la vida humana en el horizonte profético de la justicia y de la fraternidad. Vía mística
es el aspecto de juego y de transformación; sitúa toda la vida humana en el horizonte
agradecido de la gratuidad y de la filiación. La ética sin danza se convierte en fariseísmo y la
danza sin ética se convierte en egoísmo6.
2
Cfr. J. I. GONZÁLEZ FAUS, Proyecto de hermano, 692-693.
3
Cfr. Ibíd., 694.
4
Cfr. Ibíd., 695.
5
Cfr. Ibíd., 696-697.
6
Cfr. Ibíd., 700.
2
Haber callado, obedecido, perdonado, haber cumplido un deber, etc., estas experiencias si
se han tenido, dice Rahner es que se ha tenido la experiencia del Espíritu. Cuando estas
conductas no se adoptan para evitar disgustos, ni para recibir agradecimiento. Cuando le
bañan las aguas de la paz, del gozo, del consuelo, cuando el hombre se ha sido alcanzado por
el océano de la Gracia7.
No basta hablar de trascendencia, sino que debe vivirse. El punto de partida que hace al
hombre capaz de autodescubrirse como radicalmente abierto es el sentido de la experiencia:
La realidad, algo sentido y vivido y que asume todo lo que existe: cosas, sentimientos,
pensamientos, reacciones. Asume 4 constataciones: constatación, conocimiento vivido,
experimentación y conocimiento habitual9.
7
Cfr. J. I. GONZÁLEZ FAUS, Proyecto de hermano, 701.
8
Cfr. S. PIÉ-NINOT, La Teología fundamental¸167-168.
9
Cfr. Ibíd., 168.
10
Cfr. Ibíd., 172.
3
La apertura dinámica se convierte en condición de posibilidad humana para poder llegar
a su plena respuesta y realización en la esperanza, sólo es posible gracias a la revelación
gratuita de Dios en Jesucristo11.
En el hombre surge la pregunta sobre el sentido de la vida y una que es muy importante
¿tiene sentido vivir? Para esto es importante diferenciar entre tener sentido y darle sentido a
la vida.
Tener sentido lleva a buscar el si tiene un porqué si tiene una causa eficiente, si es
inteligible, cuestión respecto a su verdad. Por su parte, dar sentido lleva a preguntarse para
qué, una causa final, si tiene un fin, es la cuestión respecto a la libertad. Que la existencia
humana tenga sentido quiere decir que lleva en sí estructuras ontológicas que la hacen
inteligible. Dar sentido quiere decir comprometer la libertad en el cumplimiento. Tener
sentido es anterior al dar sentido porque funda las condiciones necesarias para que el hombre
pueda comprometerse responsablemente12.
Entre las estructuras ontológicas de la vida humana que constituyen su tener sentido
encuentran puesto privilegiado la libertad y la conciencias: la vida del hombre tiene sentido
porque es libre. Tener sentido indica racionalidad, inteligibilidad, verdad. No se trata sólo de
actos, sino de una estructura ontológicas constitutiva de la persona13.
11
Cfr. S. PIÉ-NINOT, La Teología fundamental, 172.
12
Cfr. R. LUCAS LUCAS, Horizonte Vertical, 76-77.
13
Cfr. Ibíd., 77.
14
Cfr. Ibíd., 78-79.
4
La certeza de no deber morir anularía la vida, le haría perder atractivo e interés. El hombre
muere y quiere morir porque sabe que su fin no es el tiempo. En caso de no morir, el espíritu
perdería su dignidad, sería condenado a la perpetuidad temporal. No es posible sostener que
la vida tiene un sentido sin la afirmación de la inmortalidad personal como estructura
intrínseca de la existencia humana15.
Dar sentido quiere decir voluntad de sentido, que la vida sólo es explicable si se admite
que el hombre tiende genuinamente a descubrir un sentido en su vida y a llenarlo de
contenido. La voluntad de sentido impulsa al hombre a la búsqueda de sentido. El amor es el
sentido de la vida, el hombre está hecho por amor y para el amor; el amar quiere decir dar
sentido a la propia existencia y a la de los demás; por eso el suicida proclama que si su vida
no tiene ningún sentido, no vale la pena seguir viviendo, sin esperanza, sin sentido, la vida
es insoportable17.
Para entender el misterio del hombre, uno de los senderos es la via doloris. El hmbre ante
el sufrimiento siempre busca suavizarlo e incluso eliminarlo; pero la realidad es que el
sufrimiento es un mal, que tiene la función pedagógico-salvífica, ya que sirve para descubrir
y realizar otros valores. La experiencia presenta el dolor como algo negativo, el sentido
depende de la actitud del sujeto ante él, no se trata de cambiar la situación sino de asumir
actitudes adecuadas y coherentes con la situación misma18.
El sentido del sufrimiento no está en el sufrimiento mismo, sino en los planteamientos que
se asumen para superarlo o vivirlo con aceptación madura, depende de circunstancias
15
Cfr. R. LUCAS LUCAS, Horizonte Vertical, 79.
16
Cfr. Ibíd.,80.
17
Cfr. Ibíd., 80-81.
18
Cfr. Ibíd., 89.
5
externas como la familia, los amigos, el trabajo, la sociedad. La actitud de ver lo positivo, el
amor que ahorra al amado sufrimiento cargándolo en sí; no es esconderse ante la realidad y
fingir no ver, sino consiste en ver la realidad de forma objetiva19.
El sufrimiento ofrece al hombre la posibilidad más elevada de dar sentido a la vida; Dios
permite el mal no para sacar de él un bien sino para defender el bien de la libertad humana y
los valores que dependen de ella. El dolor profundiza y excava la conciencia, vaciándola de
todos los objetos de preocupación o de divertimiento que hasta entonces bastaban para
llenarlas. El sufrimiento transforma el mundo y la percepción de él, rompe el ritmo habitual
de la existencia, introduce discontinuidad, y plantea nuevos retos, sometiendo a prueba a la
persona20.
El amor nos dice que existimos, el dolor nos dice que existen aquellos que amamos, el
dolor nos dice que existe el mundo en que vivimos. El atroz dolor de la cruz hizo exclamar a
Cristo lo que ningún otro acontecimiento había podido en el curso de toda su vida “Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Sal 22,1). El dolor extremo, íntimo, es la revelación
más inmediata de la conciencia, es necesario conseguir la conciencia agónica para captar en
profundidad el misterio del ser humano. El hombre se encuentra así mismo, su propia
humanidad, su propia dignidad y su propia misión, por esto el dolor es constitutivo de la vida
humana y signo de autenticidad22.
19
Cfr. R. LUCAS LUCAS, Horizonte Vertical, 89-90.
20
Cfr. Ibíd., 92-93.
21
Cfr. Ibíd., 96-97.
22
Cfr. Ibíd., 100-101.
6
4. Experiencia de la Gracia
La experiencia habrá de tener formas diversísimas, la Gracia puede estar actuando allí
donde el Señor le ha abstraído su mucho hervor, crecido amor y gracia inmensa, y en cambio
puede no estar actuando donde el hombre se cree bañado en consuelos celestiales. Puede
haber (y hay) Gracia sin experiencia, y experiencias que no sean Gracia23.
Una ley que es general: Dar verdadera alegría y gozo espiritual quitando toda tristeza y
turbación. Pero surge la pregunta, ¿Cuál será la verdadera alegría?
Lo que se calificaba con el título puede ser reencontrado en San Juan de la Cruz, en el
lenguaje de la nada y de la boda o del amor. La noche oscura sea precisamente la noche
dichosa, noche sin luz ni guía sea la noche que guiaste y por tanto, que para venir a tenerlo
todo haya que ir por no tener algo en nada. El hombre se abre a una experiencia de la Gracia
de Dios allí donde percibe la superposición de ética y la danza, allí donde se acercan, hasta
casi coincidir, las dos experiencias25.
23
Cfr. J. I. GONZÁLEZ FAUS, Proyecto de hermano, 706.
24
Cfr. Ibíd., 707-708.
25
Cfr. Ibíd., 708-709.
7
La experiencia de Gracia debe hacerse con contención, como probabilidad, porque el
teólogo porque esa experiencia puede aumentar fundadamente la capacidad de riesgo y
entrega de la humanidad del hombre La experiencia de Gracia es siempre ambigua, porque
sólo se da como experiencia concomitante26.
Los medios de manifestación son prestados y este detalle se repite en otros testigos, la
Gracia no se crea de la nada sus medios, sino que informa o se incultura en los que suministra
el medio ambiente, aunque poco a poco puede ir configurándose o adaptándose o purificando
esas mediaciones29.
26
Cfr. J. I. GONZÁLEZ FAUS, Proyecto de hermano, 709.
27
Cfr. Ibíd., 711.
28
Cfr. Ibíd., 713.
29
Cfr. Ibíd., 714.
30
Cfr. Ibíd., 715.
8
5. Pistas pastorales
Es indispensable tener en cuenta la vida del hombre tocado por la Gracia, independiente
de las situaciones. El ser pecador perdonado lo manifiesta, que tenemos una experiencia
aunque sea lentísima, es un proceso de la Gracia que se está viviendo, puede ser una medicina
para las personas; porque incluso en el dolor se le puede encontrar el sentido, en un momento
de mucho sufrimiento, que no se entiende el porqué.
Mostrar a las personas que puede haber Gracia sin experiencia y experiencia sin Gracia.
Muchas veces se cree que cuando todo está bien se ve como algo de Dios y muchas veces
resultan no ser experiencia de Gracia. El narcotráfico visto como una bendición de Dios; hay
gente que vive bien y piensa que la experiencia de Gracia no está en la vida ordinaria, siendo
en la vida, en la historia de la persona donde la Gracia actúa.