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Leyendas

prehispánicas

Libro Artesanal Veracruzano


Leyendas
prehispánicas
Leyendas prehispánicas

D.R. © Secretaría de Educación de Veracruz, 2023


km 4.5 carretera federal Xalapa-Veracruz,
Col. Rubí Ánimas,
C. P. 91193, Xalapa, Veracruz, México
Edición artesanal, diciembre de 2023
ISBN 978-607-725-152-9

Hecho en México
Departamento de Apoyo Editorial de la CDOSE, SEV

Leyendas prehispánicas es una adaptación artesanal,


corta y libre, realizada por la Secretaría de Educación
de Veracruz del Gobierno del Estado, a través del
Departamento de Apoyo Editorial de la Coordinación
para la Difusión y Optimización de los Servicios
Educativos. Cualquier comentario o sugerencia remitirlos
al correo electrónico apoyoeditorial@msev.gob.mx.
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de Veracruz
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Gobernador del Estado

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Jefe de la Oficina de Colecciones y Revistas

Maria Reyna Landeros Gutiérrez


Compilación

Soledad Cabrera Excelente


Elizabeth Polanco Galindo
Guadalupe Baxin Baxin
Alejandro Arnaud Méndez
Corrección de estilo

Margarita García Salamanca


Diseño y formación
Índice

7 Coyolxauhqui y Huitzilopochtli

9 Los hombres del maíz

11 Tenochtitlan

12 Flor de Cempasúchil

13 Iztaccíhuatl y Popocatépetl

15 Tajín y los Siete Truenos

17 El conejo en la luna

20 Referencias
Coyolxauhqui y Huitzilopochtli

Cuenta la leyenda que Coatlicue, la madre de todos los


dioses, estaba barriendo el Templo de las Serpientes,
en lo alto de un cerro de Coatepec, cuando le cayó una
pequeña bola de plumas que, como le pareció bonita,
recogió, guardó en su vientre y, en consecuencia,
quedó embarazada sin saber cómo.

Luego, al enterarse su hija Coyolxauhqui y sus otros


hijos, los 400 surianos, se sintieron ofendidos y,
pensando lo peor de su madre, decidieron arrebatarles
la vida a ella y a la criatura para limpiar el honor de
la familia. No obstante, uno de ellos, Quauitlicac, tras
arrepentirse de lo que planeaban hacer sus hermanos,
decidió contarle al bebé (Huitzilopochtli), quien aún
se encontraba en las entrañas de su madre.

Desde que se enteró de las perversas intenciones


de sus hijos, Coatlicue vivía con temor, por lo que,
desde su vientre, Huitzilopochtli le habló para decirle
que no tuviera miedo y, vestido con indumentaria
para la guerra (escudo, dardos, lanza dardos de color
azul) y con una serpiente de fuego (Xiuhcoált), en el

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momento preciso en que se presentaron todos para
llevar a cabo su plan, ¡nació!

Huitzilopochtli, como gran guerrero, valiente e


incansable, defendió a su madre con la serpiente de
fuego; a su hermana Coyolxauhqui le cortó y arrojó
al cielo la cabeza (que se convertiría en la luna); al
resto de sus hermanos (los surianos) los persiguió,
los acabó (convirtiéndolos en estrellas) y, luego,
utilizó sus ropajes y armas para crear su propia
armadura, la cual sería su seña particular.

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Los hombres del maíz

La leyenda cuenta que hace mucho tiempo, cuando


el mundo aún no era mundo y no existían humanos
siquiera, solo el firmamento y el mar…, un día los
dioses se reunieron con la idea de crear la Tierra, con
montañas y valles, flores, frutos, y animales en los
cielos, en el agua y en la tierra. Les pareció un buen
plan y estuvieron contentos.

Luego de una temporada pensaron en dar vida a


una criatura distinta, una que pudiera habitar el
lugar que ellos habían creado y que, además, los
honrara. Entonces, se reunieron otra vez y decidieron
formarla con barro, dándole a su rostro facciones
hermosas, brazos y piernas fuertes para trabajar la
tierra. Desafortunadamente, cada vez que la criatura
intentaba hacer esfuerzo en sus labores se deshacía
y volvía a ser un montículo de lodo; no hablaba ni
razonaba.

Los dioses se dieron cuenta que su idea había fallado,


aunque su ánimo no decayó y resolvieron unir fuerzas
con otros cinco dioses para mejorar su creación. Esta

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vez hicieron un hombre de madera que podía
hablar y caminar, aunque con movimientos tiesos y
desastrosos; incluso logró tener descendencia, pero
algo andaba mal... ¡no tenían alma ni emociones!

Al percatarse de la situación, los dioses se pusieron


tristes y resolvieron terminar con el hombre de
madera utilizando el agua, en forma de un gran
diluvio, para limpiar su creación. Después consideraron
tomarse un tiempo para analizar, calmada y
minuciosamente, los materiales que usarían
para crear de nuevo un hombre, pero con alma y
sentimientos.

Transcurrió otro largo periodo cuando concluyeron


que el maíz sería el componente ideal. Por consiguiente,
tomaron una mazorca —el maíz se convertiría en la
sangre y corazón del hombre para vincularlo con la
tierra—, la molieron formando una masa de color
blanco que se llenó de su esencia y con ella crearon
cuatro hombres: Balam Quitza, Balam Acab, Ma
Hucutah e Iqui Balam, quienes fueron enviados a
poblar el mundo y enseñar a sus hijos a respetar la
naturaleza, trabajar la tierra, cuidarla y honrar a los
dioses que los crearon.

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Tenochtitlan

Desde hace muchos años se cuenta que, en


el México prehispánico, el valiente y magnífico
Huitzilopochtli les dio a los habitantes de Aztlán la
encomienda de fundar una nueva ciudad en un sitio
específico: donde hubiera un águila parada sobre un
nopal, devorando una serpiente, sería la señal para
identificarlo. Solo cuando lo encontraran podrían
detener su peregrinaje y asentarse en ese lugar, que
sería bendecido por los dioses y en el cual tendrían
una gran prosperidad.

Así, durante largo tiempo se mantuvieron emigrando


de un sitio a otro sin encontrar la señal. Un día, a la
mitad del lago de Texcoco, alcanzaron a ver un águila
enorme, posada en un nopal, devorando la serpiente,
y entonces supieron que allí fundarían la nueva ciudad:
Tenochtitlan, que se convertiría en la más grande y
próspera de su época.

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Flor de Cempasúchil

Cuenta una antigua historia que Xóchitl y Huitzilin,


una pareja de jóvenes enamorados, subieron una
montaña para buscar a Tonatiuh, dios del Sol, a
quien solicitarían bendecir su amor y perdurarlo
eternamente. Conmovido, Tonatiuh cumplió su deseo.

Poco después se suscitaría una guerra a la cual


Huitzilin fue enviado; antes de partir prometió a su
amada regresar a su lado para permanecer juntos
por siempre. Y fue así como Xóchitl esperó su regreso
todos los días.

El tiempo pasó y Huitzilin nunca volvió. La joven


entristeció y su sufrimiento, una vez más, conmovió
al dios del Sol, quien decidió transformarla en una flor
muy bella que llamó Cempasúchil, donde un buen
día se posó un colibrí.

Al instante, Xóchitl reconoció en aquel ave a su


amado Huitzilin, quien transformado en un colibrí
había vuelto para cumplir su promesa.

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Iztaccíhuatl y Popocatépetl

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo vivió


Popocatépetl, un hombre valeroso, enamorado
perdidamente de una doncella llamada Iztaccíhuatl
a quien, después de declararle su amor, le pidió
matrimonio.

Un día Popocatépetl, obligado a marchar a la guerra,


prometió a su amada que volvería; confiada en su
palabra, ella lo esperó incansablemente. Sin embargo,
un enemigo que envidiaba el amor de la pareja, dijo
a Iztaccíhuatl que este había muerto en batalla. A los
pocos días, la joven, desconsolada por saber que él no
regresaría, murió de tristeza.

Tiempo después, el valiente guerrero volvió sano


y salvo buscando a su amada. Al enterarse de lo
ocurrido, lo invadió un gran dolor y como homenaje
a su amada erigió una montaña elevada. Una vez
terminada, tomó en sus brazos a Iztaccíhuatl, le dio un
último beso, la colocó sobre la montaña y se quedó a
su lado para proteger su cuerpo.

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Los dioses, conmovidos al ver este amoroso suceso,
decidieron cubrir sus cuerpos con la nieve de la
montaña para que perdurara por siempre la imagen
de los amantes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.

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Tajín y los Siete Truenos

Hace mucho tiempo, en el Totonacapan vivió Tajín,


un joven travieso e inquieto que a diario se metía en
problemas, retaba a los animales lanzándoles piedras,
desbarataba los hormigueros y trepaba a los árboles
rompiendo sus ramas.

Una mañana cuando caminaba por el bosque se topó


con un anciano de grandes cejas y bigotes, quien lo
saludó y, de inmediato, comentó que buscaba alguien
que le ayudara con los quehaceres domésticos,
mientras trabajaban fuera de casa él y sus hermanos,
los Siete Truenos, llamados así por su labor de subir a
las nubes y crear los truenos para que lloviera.

Luego de un rato, Tajín aceptó porque pensó que


sería divertido. Entonces el anciano lo llevó a su
pequeña vivienda hecha de piedra y lo presentó a sus
hermanos, a quienes no les agradó la idea de recibir
un extraño. Aun así, se quedó a trabajar y, después de
una temporada, realizó las tareas cada vez mejor y
ganó su confianza.

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Sin embargo, un día, mientras todos trabajaban y
Tajín estaba solo en la casa, se sintió aburrido
y quiso divertirse; así que robo las herramientas
mágicas de los Siete Truenos y subió a las nubes
para provocar una gran tormenta. Cuando se
dieron cuenta de lo sucedido empezaron a buscarlo
y perseguirlo. Tras encontrarlo y recuperar sus
pertenencias, lo arrojaron al mar para darle una lección.

Tajín, asustado por la ira de los hermanos, se ocultó. En


ocasiones sale de su escondite y ocasiona “travesuras”
como los desbordes de aguas del mar y de los ríos;
por tanto, los Siete Truenos deben ir al cielo, atraparlo
y volver a dejar todo en calma.

16
El conejo en la luna

Cuenta la leyenda que, durante un paseo por el cielo,


Quetzalcóatl tomó la forma de un ser humano para
visitar la Tierra y deleitarse con sus coloridos paisajes.
Al llegar la noche, el poderoso dios azteca estaba
sorprendido con las maravillas que encontró en su
recorrido por el mundo, pero también agotado y
hambriento.

De manera que Quetzalcóatl eligió una fresca pradera


para descansar y contemplar las estrellas, cuando de
repente vio a un conejo caminando hacia él. Luego
de escuchar sobre el largo paseo del ser divino, el
pequeño animal lo invitó a compartir su cena, sin
importar que fuera su última zanahoria.

A pesar de estar hambriento, Quetzalcóatl le agradeció,


pero le dijo que no sería capaz de despojarle de su
única comida. Ante el cansancio del dios azteca, el
conejo, muy preocupado, se ofreció como alimento
para saciar su apetito y que, de este modo, pudiera
regresar a su hogar en el cielo.

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El gesto tan noble conmovió a Quetzalcóatl y, en
reconocimiento a su generosidad, decidió plasmar la
silueta de la liebre en la luna, para que se recuerde
por la eternidad el gran acto de bondad que realizó.

18
Escribe aquí una leyenda
de tu comunidad
¡No olvides ilustrarla!

19
Referencias

México desconocido. (s.f.) La leyenda de


Coyolxauhqui. Consultado 12 de diciembre de
2023 https://www.mexicodesconocido.com.mx/la-
leyenda-de-coyolxauhqui.html

Obras de teatro cortas. (s.f.) La leyenda el conejo en


la luna. https://obrasdeteatrocortas.org/la-leyenda-
del-conejo-en-la-luna/

Ortiz. M. (s.f.) 12 leyendas mexicanas cortas para


leer con los niños. Cultura genial. https://www.
culturagenial.com/es/leyendas-mexicanas-para-
ninos/

20
Leyendas prehispánicas se terminó de elaborar artesanalmente
en diciembre de 2023, siendo gobernador de Veracruz, Cuitláhuac
García Jiménez y secretario de Educación Víctor Emmanuel
Vargas Barrientos.

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