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Batalla de Abancay

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Herramientas

Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

[editar datos en Wikidata]

[ocultar]
Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.
Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.
Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

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Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.
Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.
Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.
El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.
Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537


Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

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Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena
Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos
Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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Batalla de Abancay

Artículo

Discusión

Leer

Editar

Ver historial

Herramientas

Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla


Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

[editar datos en Wikidata]

[ocultar]

Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.
Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.
La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

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Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos
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Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

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[ocultar]

Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.
Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.
Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.
Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

Esta página se editó por última vez el 7 jun 2022 a las 13:59.

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Batalla de Abancay

Artículo

Discusión

Leer

Editar

Ver historial

Herramientas

Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay
Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

[editar datos en Wikidata]

[ocultar]

Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.
Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de
Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.
Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.
Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

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ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas
Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

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Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.
Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.
La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia
Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537
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Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas
3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

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[ocultar]

Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.
Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

Esta página se editó por última vez el 7 jun 2022 a las 13:59.

El texto está disponible bajo la Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0;


pueden aplicarse cláusulas adicionales. Al usar este sitio aceptas nuestros términos de uso y
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Batalla de Abancay

Artículo

Discusión
Leer

Editar

Ver historial

Herramientas

Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay

Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

[editar datos en Wikidata]

[ocultar]

Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.

Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de


Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.
Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.

Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.
Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.

Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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Ver historial

Herramientas

Coordenadas: 13°38′00″S 72°53′00″O (mapa)

Batalla de Abancay
Parte de Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

Fecha 12 de julio de 1537

Lugar Orillas del río Abancay, cerca de Abancay, región de Apurímac, actual Perú

Coordenadas 13°38′00″S 72°53′00″O

Resultado Victoria almagrista.

Beligerantes

Cruz de Borgoña Gobernación de Nueva Toledo

Almagristas

Gobernación de Nueva Castilla

Pizarristas

Comandantes

Diego de Almagro

Rodrigo Orgóñez Alonso de Alvarado (P.D.G.)

Fuerzas en combate

600 hombres 500 hombres

Bajas

3 a 4 muertos 3 a 4 muertos

[editar datos en Wikidata]

[ocultar]

Guerras civiles entre los conquistadores del Perú

1537-1548

CuzcoAbancayLas SalinasChupasIñaquitoHuarinaJaquijahuana

La batalla de Abancay, conocida también como la del puente de Abancay fue librada el 12 de
julio de 1537, a orillas del río Abancay (afluente del río Pachachaca), en el Perú, entre las
fuerzas de Francisco Pizarro, encabezadas por Alonso de Alvarado, y las de Diego de Almagro,
dirigidas por Rodrigo Orgóñez. Fue vencedor Almagro, ayudado por Pedro de Lerma, que se
pasó a su bando en plena batalla, y por Paullu Inca, de la nobleza incaica. Con ella empezó las
guerras civiles entre los conquistadores del Perú.

Antecedentes

A principios de 1537, el gobernador de Nueva Castilla, Francisco Pizarro se hallaba en Lima,


donde acababa de repeler el ataque de las tropas incaicas de Quizu Yupanqui. Al estar cortadas
las comunicaciones con el interior, Pizarro ignoraba sobre los sucesos que en esos momentos
ocurrían en el Cuzco, esto es, la finalización del cerco de la ciudad por Manco Inca, y la llegada
de Diego de Almagro de su fracasada expedición a Chile. Creyendo que aún continuaba el
cerco incaico del Cuzco, envió a Alonso de Alvarado con 500 soldados españoles, con la misión
de pacificar toda la región y apoyar a los españoles que aún estuvieran defendiéndose en la
capital imperial. Segundo en el mando fue designado Pedro de Lerma, quien quedó muy
ofuscado pues había esperado que Pizarro le nombrara a él como jefe de la expedición. Esta
disputa entre capitanes traería después serias consecuencias, como veremos más adelante.

Alonso de Alvarado avanzó hacia la sierra por Huarochirí, llegando a Jauja donde permaneció
algunos meses. Simultáneamente, en la noche del 8 de abril de 1537, Diego de Almagro
ocupaba el Cuzco y apresaba a los hermanos Hernando y Gonzalo Pizarro, reclamando sus
derechos de propiedad sobre la capital incaica.

Preludio de la batalla

Ignorando lo que ocurría en el Cuzco, Alvarado salió de Jauja con su ejército y continuó su
marcha hacia la ciudad imperial, llegando a las cercanías de Abancay. Instaló su campamento
en Cochacaxas, cerca al puente sobre el río Abancay y envió una avanzada al mando de Pedro
de Lerma para que averiguara sobre la situación en el Cuzco. Por intermedio de un fugitivo
español se supo de la ocupación del Cuzco por Almagro y la prisión de Hernando y Gonzalo
Pizarro. Esto causó gran consternación entre la gente de Alvarado; la mayoría pidió volver a la
costa, pues temían a los almagristas. Pero Alvarado se negó.

Por su parte, Almagro intentó negociar con su rival. Envió dos mensajeros a Alvarado (Diego de
Alvarado y Gómez de Alvarado, parientes cercanos del mismo) para avisarle de que no
avanzara más en el territorio de su gobernación; le pidió además que se le uniera en su disputa
con los Pizarro. Alonso de Alvarado rechazó de mal modo el ofrecimiento; apresó incluso a los
mensajeros y respondió que no negociaría nada con Almagro hasta no recibir expresa orden
del gobernador Francisco Pizarro, quien era su superior y el único a quien debía lealtad.

Alvarado confiaba en el poderío de sus tropas, pues eran en número similar a las de Almagro,
pero ignoraba que en el seno de su ejército ya se había incubado la deserción. Pedro de Lerma
se puso en tratos secretos con los almagristas, a quienes ofreció pasarse con 50 soldados bajo
su mando. Se cree que lo hizo en venganza por haber sido suplantado por Alvarado en el
mando de la expedición.

Almagro quiso seguir negociando con Alvarado, pues no quería desatar la guerra con los
hombres de Pizarro, pero presionado por los suyos, salió del Cuzco con 500 soldados y se
dirigió al encuentro de Alonso de Alvarado. Llegado a la cercanía del puente de Abancay, una
avanzada suya, comandada por Francisco de Chaves, sorprendió y apresó a Pedro Álvarez
Holguín y a un grupo de soldados de Alvarado que iban descuidados. Fue el preludio de la
victoria almagrista.
Mientras tanto, en su campamento de Cochacaxas, Alvarado se enteraba de la traición de
Pedro de Lerma, ordenando su captura. Pero ya era tarde: Lerma logró escapar y pasarse al
campo almagrista, junto con otros soldados. Esta deserción sería decisiva para el resultado de
la batalla, ya que Lerma descubrió a los almagristas los puntos más favorables para atacar a
Alvarado.

Alvarado desplegó sus tropas para resistir a los almagristas: situó delante del puente a un
contingente bajo el mando de Gómez de Tordoya; en un vado cercano colocó a Juan Pérez de
Guevara y en otro más arriba a Sebastián Garcilaso de la Vega, con sus respectivas tropas,
mientras que él quedó con un cuerpo de reserva, para acudir en auxilio en el momento
necesario.

La batalla

Rodrigo Orgóñez, lugarteniente de Almagro, planeó sorprender a las fuerzas de Alvarado.


Contaba con el valiosísimo apoyo de 10,000 soldados incaicos comandados por Paullu Inca (a
quien Almagro proclamó Inca en una ceremonia especial).

En la madrugada del 12 de julio de 1537, aún bajo la oscuridad, Orgóñez atravesó con su
caballería el vado principal del río; la corriente era muy rápida y algunos de sus hombres
murieron ahogados. Él mismo recibió una pedrada en la boca al saltar a la orilla opuesta, pero
no se desanimó, y alentando a los suyos, arrolló con furia a la gente de Juan Pérez de Guevara
que defendía aquel lado. Pronto, los partidarios de Lerma se unieron a los almagristas, según
lo acordado, y entonces los hombres de Alvarado, no pudiendo distinguir a los amigos de los
adversarios, se vieron en confusión total.

Alertado del ataque, Alvarado se apresuró a ir en auxilio de los suyos. Almagro aprovechó
entonces la ocasión para asaltar el puente que defendía Gómez de Tordoya, cuyos soldados se
dispersaron sin oponer resistencia seria. Enseguida, Almagro cayó sobre la retaguardia de
Alvarado, quedando éste acorralado.

Aunque Alvarado trató de alentar a los suyos, fue en vano pues unos huyeron y otros se
rindieron; él mismo intentó huir, pero fue alcanzado y apresado. Orgóñez quiso decapitarlo
pero Almagro se opuso. Alvarado permaneció prisionero en el Cuzco; poco después se fugaría.

El encuentro fue breve. Los vencedores festejaron ruidosamente el triunfo que tan pocas vidas
les había costado: de los pizarristas murieron 3 o 4, mientras que los almagristas tuvieron
similar número de bajas, gente que se ahogó en el cruce del Abancay. Rara vez en los anales de
la historia militar se vio un triunfo donde un ejército tomase prisionero a otro de similar
número.
Participación indígena

Paullu Inca envió 10 000 indígenas auxiliares para que apoyaran a Almagro en todas las formas
posibles salvo la lucha directa: cavaron trincheras, construyeron 200 balsas para ayudar a
Orgóñez a cruzar el río e hicieron correr a los pizarristas en dirección equivocada haciendo
"muy gran ruido" en la noche. Este caos provocado en las filas pizarristas ayudó sobremanera
para el rápido triunfo de los almagristas. Y sobre todo, fueron indígenas los enviados al
campamento de Alvarado con cartas para hombres a quienes se esperaba convencer en
cambiar de bando.

Importancia

Esta batalla marcó el inicio de las estrepitosas guerras civiles entre los conquistadores del Perú,
la cual se prolongaría por muchos años más, con diferentes actores. Hasta antes de dicha
batalla, Diego de Almagro no deseaba entrar en guerra abierta con Francisco Pizarro, pero la
intransigencia de Alonso de Alvarado y la presión de los suyos lo empujó a desencadenar la
lucha. Por su parte, los Pizarro reprocharon a Alonso de Alvarado el haberse demorado
muchos meses en Jauja antes de continuar su camino al Cuzco, atribuyendo a este hecho el
fortalecimiento de los almagristas.

Finalmente, crecido el número de su ejército a costa de las tropas de Alvarado, Almagro abrió
campaña contra las huestes de Manco Inca, que se habían replegado a Vitcos, ciudad fuerte de
Vilcabamba. Contaba con la valiosa ayuda de Paullu Inca. Las tropas incaicas fueron derrotadas
y dispersadas; aunque la resistencia de los Incas de Vilcabamba se prolongaría por muchos
años más, sin embargo, ya no volverían a ser un serio peligro para los españoles. Se puede
pues, atribuir a Almagro y a Paullu el haber dado fin a la gran rebelión de Manco Inca.

Véase también

Historia del Virreinato del Perú

Bibliografía

Cieza de León, Pedro: La guerra de las Salinas, págs. 5 al 79. Madrid, 1877.

Del Busto Duthurburu, José Antonio: Pizarro. Tomo II. Ediciones COPÉ. Lima, 2001.

Inca Garcilaso de la Vega: Historia general del Perú. Tomo I. Editorial Universo S.A. Lima, 1972.

Prescott, Guillermo: Historia de la conquista del Perú. Tomo II. Editorial Universo S.A. Lima,
1972.

Vargas Ugarte, Rubén: Historia General del Perú. Tomo I. Editor: Carlos Milla Batres. Lima,
Perú, 1981.

Vega, Juan José: Historia general del ejército peruano. Tomo III. El ejército durante la
dominación española del Perú. Lima, Comisión Permanente de la Historia del Ejército del Perú,
1981.
Enlaces externos

Colección de documentos inéditos para la historia de España, vol. LXVIII Guerra de las Salinas,
por Pedro de Cieza .

Control de autoridades

Proyectos WikimediaWd Datos: Q283288

Categorías: AbancayGuerra civil entre los conquistadores de PerúHistoria del departamento de


ApurímacBatallas de PerúBatallas de España en América del siglo XVIConflictos en 1537España
en 1537

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