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En su trayecto hacia Lima por la costa del sur, Almagro fundó la Villa de
Almagro, en el valle de Chincha, a fines de agosto de 1537, con la intención de
convertirla en la capital de su Gobernación de Nueva Toledo. 1 Posteriormente,
esa capital sería trasladada más al sur, a Sangallán, en la provincia de Pisco,
actual región de Ica. En medio de los festejos de la fundación, Almagro se
enteró de la huida de Gonzalo y de Alonso de Alvarado; entonces pensó
seriamente en ejecutar a Hernando Pizarro, tal como lo venía aconsejando su
lugarteniente Rodrigo Orgóñez, pero no lo hizo pues por entonces le llegaron
unas cartas de Francisco Pizarro, invitándolo a solucionar pacíficamente el
conflicto, lo cual aceptó. Ambos gobernadores se sometieron al arbitraje del
fraile mercedario Francisco de Bobadilla y se encontraron en el pueblo
de Mala (sur de Lima), el 13 de noviembre de 1537. Se armó una discusión que
terminó en un altercado; finalmente, temiendo un atentado, Almagro montó su
caballo y regresó a Chincha. Bobadilla quedó entonces en libertad de dictar su
fallo en el litigio en ausencia de una de las partes, pero antes encargó hacer las
mediciones correspondientes a unos pilotos de mar, luego de las cuales quedó
convencido de que los pizarristas tenían la razón: que el Cuzco no pertenecía a
la jurisdicción de Almagro. Por ende, falló ordenando el cese de hostilidades y
obligando a Almagro abandonar el Cuzco y liberar a Hernando.
Dicho fallo enfureció a los almagristas, quienes exigieron su jefe que decapitara
a Hernando. Pero entonces intervino Francisco Pizarro, quien, al ver que el
fallo le era enteramente favorable y que no contentaría jamás a Almagro,
astutamente sugirió acordar una tregua, aceptando que Diego de Almagro
siguiera siendo Gobernador del Cusco hasta la llegada de un emisario del
rey Carlos I, quien ventilaría definitivamente el asunto; a cambio de esta
concesión, suplicó a Almagro que dejara en libertad a su hermano Hernando,
comprometiéndose enviarlo a España antes de cumplirse seis semanas.
Creyendo de buena fe las promesas de su viejo socio de la conquista, Diego de
Almagro aceptó y soltó a Hernando, lo que constituyó un grave error que le
costaría la vida.
Diego de Almagro tuvo un hijo del mismo nombre, con una india panameña, al
que se conocía como "El Mozo", de cuya tutoría se encargó el viejo capitán
almagrista Juan de Rada. Ambos se trasladaron a Lima, siguiéndoles el resto
de los almagristas que habían quedado sumidos en la pobreza por obra de los
pizarristas. Fueron conocidos como los “Caballero de la Capa”, pues se decía
que a tal punto llegaba su pobreza que tenían que compartir una sola capa.
Estos almagristas se cansaron de esperar al Juez que la Corona había
prometido enviar para dirimir en la disputa entre los conquistadores, y juraron
entonces hacer justicia con sus manos vengando la muerte de Almagro el
Viejo. Encabezados por Rada, asaltaron el Palacio de Gobierno y dieron
muerte a Francisco Pizarro, el 26 de junio de 1541 de una estocada en el
cuello, aunque esto no lo Ultimo por completo: se sabe que el almagrista
"Martin de Bilbao" lo acabó de un jarronazo en la cabeza. Cabe señalar que el
Mozo no participó personalmente en este atentado, pues Rada no quiso que
sufriera riesgos.