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Las habilidades parentales son aquellas características, actitudes y destrezas que son
recomendables en los padres para poder ejercer sus paternidades de un modo responsable,
respetuoso y positivo. Todas las personas están dotadas internamente con capacidades suficientes
para ejercer como buenos padres y madres. Aun así, las peculiaridades personales y los
ambientes sociales en los que se desenvuelven, en muchas ocasiones, obstaculizan la posibilidad
de manifestar dichas habilidades parentales.
Índice
Cuando te preguntas qué son las habilidades parentales positivas, la respuesta es que forman
parte, junto con las capacidades parentales, de las llamadas competencias parentales que
constituyen los recursos y características de que disponen los padres para hacer frente a la crianza
de sus hijos e hijas de una manera adecuada. Se constituyen como referentes de seguridad y
afecto para ellos y ellas, garantizándoles un desarrollo íntegro y saludable de sus pequeños y
pequeñas.
En muchas ocasiones, los términos habilidades parentales, estilos de crianza, parentalidad positiva
o estilos de apego son utilizados de manera indistinta para hacer referencia a un mismo concepto
global de competencias parentales.
Concretamente, las capacidades parentales hacen referencia a la dotación personal concreta de
los padres con respecto a sus conductas parentales. Las habilidades parentales suponen la
manifestación práctica de las capacidades parentales. Resulta importante tener en cuenta
dicha diferencia de conceptos, ya que es importante anotar que todos los padres y madres están
capacitados para ejercer una paternidad positiva con sus hijos e hijas, sin embargo, no todos
poseen las habilidades adecuadas ejercitadas para llevarlo a cabo.
Las competencias parentales son la empatía, la capacidad de establecer un apego seguro con los
niñas y niñas, modelos de crianza positiva respetuosos, positivos y democráticos y la capacidad de
participar en redes sociales para favorecer la socialización de sus hijos e hijas.
Estimulación y apoyo: favorece el desarrollo de las potencialidades internas de los niños y niñas.
Reconocimiento: imprescindible para asentar las bases para una autoestima positiva.
Educación sin violencia: debe estar presente indudablemente como requisito imprescindible
para crear sociedades justas y no violentas.
Consecuencias secundarias: los padres educan de manera mucho más sosegada y respetuosa
a sus hijos e hijas. Con ello, los niños y niñas crecen de modo mucho más calmado y alegre
integrando modelos de conducta caracterizados por el respeto, la solidaridad y el afecto real. Todo
ello desembocará en que cuando sean adultos sean personas más equilibradas que construirán
sociedades mucho más justas y fraternales.
Por otro lado, las habilidades parentales ceben cumplir tres propósitos concretos en su tarea de
parentalidad positiva. A continuación, veremos las funciones de las habilidades parentales positivas
en la primera infancia:
1. Función nutriente: ofrecer alimento emocional y sensorial a los hijos e hijas favorece un apego
seguro que garantizará su sensación de protección y seguridad afectiva.
2. Función socializadora: contribuir a la construcción del "sí mismo o misma" y a las interacciones
positivas con su entorno. El objetivo es que se conviertan en modelos de aprendizaje
constructivos para que los niños y niñas interioricen conductas sociales adecuadas que les
permitan funcionar de manera respetuosa y armónica en la sociedad.
3. Función educativa: utilizar las herramientas culturales adecuadas para transmitir los principios y
valores morales y éticos a sus hijos e hijas que les permitan convivir de manera pacífica y
respetuosa con sus prójimos, con la naturaleza y con su entorno.