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FORMAS DE PROPIEDAD

Producto de la revolución social de 1910, una de las primeras en América Latina, la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoció un régimen sui generis de la tierra y los
recursos naturales, misma que en el año de 1992 cambió sustancialmente para flexibilizar su
regulación y permitir la capitalización del campo. El artículo 27 de la Constitución Política de 1917,
estableció la propiedad originaria de las tierras y los recursos naturales existentes en ella a favor de
la nación, la cual se reservaba el derecho de transmitirla a los particulares para formar la
propiedad privada y la social— ejidos y comunidades—, que revestían carácter de inalienables,
inembargables e imprescriptibles; además de la pública, que pertenecía al Estado.

De igual manera prescribe que la propiedad derivada podría ser expropiada por causa de utilidad
pública o sufrir las modalidades que dictara el interés social. En materia de recursos naturales, fue
más radical ya que no autorizó ningún tipo de propiedad derivada sobre ellos, como consecuencia
los particulares sólo podrían explotarlos mediante concesiones, reservando la explotación directa
de algunos de ellos a la nación, entre los cuales se encontraba el petróleo, el uranio y otros
necesarios para el desarrollo del país.

De lo anterior se tiene que la propiedad originaria de la tierra, podía asumir como propiedad
derivada varias manifestaciones, que dentro del derecho se le denominan regímenes de
propiedad, entre los cuales se encuentran los siguientes: pública, terrenos nacionales, ejidal,
comunal y propiedad privada. Hay que notar que no es la propiedad privada la que predominaba
sino la originaria, que debía tener como finalidad regular en beneficio social el aprovechamiento
de los recursos naturales susceptibles de apropiación con el objeto de hacer una distribución
equitativa de la riqueza pública, cuidar de su conservación, lograr el desarrollo equilibrado del país
y el mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos.

En el año de 1992, las características que distinguían a las tierras ejidales y comunales se
transformaron profundamente. El 6 de enero de ese año se reformó la Constitución Federal para
quitar el carácter de inalienables, inembargables e imprescriptibles a las tierras ejidales, de tal
manera que los derechos sobre ellos pudieran ser transmitidos por venta, renta, asociación y otros
actos mercantiles. Las tierras comunales siguieron conservando ese carácter, pero se permitió que
se pudieran convertir a ejido, y si lo hacen también pierden la protección especial que les da la ley.
Junto con la reforma a la Constitución Federal se derogó la Ley Federal de Reforma Agraria y se
aprobó, para sustituirla, la Ley Agraria, lo mismo se hizo con otras leyes que regulan recursos
naturales.
II. La propiedad originaria de la nación y el desarrollo rural

El primer párrafo del artículo 27 constitucional expresa que: “la propiedad de las tierras y aguas
comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponden originariamente a la
Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de trasmitir el dominio de ellas a los particulares,
constituyendo la propiedad privada”.

“antes que cualquier otro propietario está la nación. La Nación es el ente abstracto que garantiza el
uso, goce y disfrute de todos cuantos conformamos la nación. Si la nación es el cúmulo de
individuos que habitamos en ella, entonces todos tenemos derecho a obtener un espacio de lo
nacional. Esto indica pues, que la propiedad individual se subordina a la colectiva”. De igual
manera se expresa que: “el concepto de propiedad originaria encierra la preponderancia de la
propiedad pública sobre la privada. La segunda deriva de la primera. Sólo que lo originario no nos
hace referencia a lo cronológico sino a lo jerárquico”.

El párrafo tercero del artículo 27 constitucional, no se refiere únicamente a las tierras sino a todos
los recursos naturales del territorio mexicano. En él se expresa que:

La nación tendrá en todo tiempo el derecho […] de regular, en beneficio social, el aprovechamiento
de los elementos naturales susceptibles de apropiación, con objeto de hacer regulación a la que se
refiere la Constitución Federal, constituyen los primeros cinco ejes centrales del desarrollo rural.

El segundo aspecto es la facultad del Estado para dictar las medidas legislativas que permitan
lograr lo anterior, entre ellas las que permitan preservar y restaurar el equilibrio ecológico, así
como para el fomento de la agricultura, la ganadería, la silvicultura y de las demás actividades
económicas en el medio rural, para evitar la destrucción de los elementos naturales y daños que la
propiedad pueda sufrir en perjuicio de la sociedad.

Pero la Ley Agraria no sólo regula la tierra sino también su uso para el desarrollo rural. El 28 de
abril del 2011, se reformaron los artículos 4° y 27 para garantizar el derecho a la alimentación de
todos los mexicanos y la forma de llevarlo a cabo. El primero establece que “toda persona tiene
derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad” y el Estado está obligado a garantizarla.
En la fracción XX del artículo 27 constitucional, relativo al desarrollo rural integral, se agregó otro
párrafo donde se establece que “el desarrollo rural integral y sustentable a que se refiere el párrafo
anterior, también tendrá entre sus fines que el Estado garantice el abasto suficiente y oportuno de
los alimentos básicos que la ley establezca”.

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