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TEMA 1: LA EMPRESA DURANTE EL PERIODO DE

FORMACIÓN DEL CAPITALISMO (XV/XVI-XVIII)

1.1 CONTEXTO GENERAL

Desde nales del siglo XV, y sobre todo durante los siglos XVI y XVII, los términos
empresa y empresario empiezan a vincularse a un sistema de valores nuevo. Se
evoluciona desde un sistema basado en la propiedad de la tierra a otro
fundamentado en el comercio, el valor del dinero y el crédito. Si bien esta evolución
es lenta y paulatina, no afecta por igual a todos los ámbitos geográ cos y, por
supuesto, es un fenómeno eminentemente urbano. En cualquier caso, hay un
consenso generalizado entre los historiadores en considerar que a partir del siglo
XVI, por mucho que el contexto general sea el del feudalismo, se evoluciona hacia
una economía de mercado y progresivamente se consolida (siempre dentro del
marco feudal y del predominio de la agricultura como actividad principal) el
CAPITALISMO MERCANTIL. Este sistema económico está muy relacionado con los
grandes descubrimientos geográ cos y muy vinculado a los negocios mercantiles,
la banca y las nanzas; aunque paulatinamente se va extendiendo a las
manufacturas y, muy lentamente, a la agricultura. En cualquier caso, a grandes
rasgos, y a diferencia de lo que sucederá a partir de la Revolución Industrial, la
mayoría de negocios están sobre todo vinculados a la esfera de la circulación
(comercio) y no al sector productivo. Así pues, desde el punto de vista empresarial,
en la época del capitalismo mercantil, la ganancia o el bene cio se origina,
fundamentalmente, en el diferencial entre los precios de compra y de venta de los
productos y no en la introducción generalizada de mejoras tecnológicas o de
cualquier otro tipo (organizativas, por ejemplo) dirigidas a incrementar la
productividad y a reducir el coste por producto unitario. Una forma de proceder, en
de nitiva, que se explica por la baja presión de la demanda propia del período y por
las di cultades de los empresarios para “recuperar” o rentabilizar las inversiones
introducidas. Y ello debido a las di cultades (por restricciones de todo tipo) de
ensanchar los consumidores potenciales; la mayoría ligados a los sectores
privilegiados de la sociedad.

Así pues, por mucho que progresivamente se abran paso los negocios de tipo
mercantil, interesa no perder de vista que la estructura social continúa estando
fuertemente jerarquizada. Los procesos de movilidad social ascendente son
escasos, pues el orden social se fundamenta en privilegios que son concedidos por
el rey de forma totalmente piramidal. El rey controla el poder por “derecho divino”,
apoyado por grupos privilegiados que lo auxilian en el gobierno y en cuestiones
bélicas a cambio de recibir prebendas y la cesión de algunos monopolios.
Generalmente en detrimento de los mercaderes y, por supuesto, del “pueblo llano”
(campesinos, artesanos, grupos marginales, etc.) que se ve sometido a la tiranía de
los señores feudales, al pago de cuantiosas rentas señoriales y de impuestos reales
que se destinan sobre todo a sufragar guerras, a los intereses particulares del
monarca y, muy raramente, a mejorar las condiciones de vida de la población en
general.
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En cualquier caso, no es menos cierto que a partir del siglo XVI, generalmente por
los intereses de las propias monarquías de fortalecer sus dominios frente al exterior,
“limitar” el poder de la nobleza feudal y ganarse de algún modo el favor de sus
súbditos, se inicia en prácticamente toda Europa un cambio institucional. Este
cambio es auspiciado por el poder real en concomitancia con los mercaderes,
banqueros y en general con los representantes del capital mercantil,
tradicionalmente con una menor consideración social. Culminará con el
fortalecimiento de las monarquías (de ahí el concepto de monarquía absoluta), el
surgimiento de las naciones-estado, la progresiva separación (aunque lenta) de los
interés particulares del rey de su funciones gubernamentales y representativas, etc.
De ahí, que paralelamente a la consolidación del capitalismo mercantil, pueda
hablarse de la asunción de un nuevo orden político por parte de la monarquía con el
objetivo prioritario de asentar su poder en el interior de sus respectivos dominios.
Ello in uirá en la mejora progresiva del “bienestar” de un número cada vez mayor de
población, en la marcha de determinados negocios y, en general, en la mitigación
del riesgo y la incertidumbre. Del mismo modo que fomentará las oportunidades de
negocio entre los particulares (en solitario o en colaboración con los poderes
públicos) para intentar mitigar los desórdenes públicos y fomentar la puesta en
marcha de determinados servicios. Destacan, por ejemplo, los esfuerzos para
asumir el control y la prevención de los desastres naturales, el aprovisionamiento de
las ciudades (sobre todo para evitar motines), la realización de infraestructuras
básicas, la puesta en marcha del crédito público, la gestión de los monopolios y en
algunos países, incluso, la publicación de leyes destinadas a mitigar el poder de la
nobleza feudal en general y a reducir la propiedad eclesiástica en particular.

Un conjunto de medidas, en de nitiva, que si bien se dirigían al fortalecimiento del


poder real, favorecían sobre todo los intereses del capital mercantil. Entre otras
cosas, porque al ser prácticamente los únicos que disponían de liquidez para
intervenir y participar en las “empresas” o servicios que exigía la puesta en marcha
de los nuevos estados-nación, tuvieron la oportunidad de participar en negocios de
envergadura y, al mismo tiempo, dado que la monarquía necesitaba de su inversión,
intentar in uir para conseguir medidas legislativas más favorables a su condición.
En síntesis, un mayor reconocimiento social en un mundo cuya escala de valores
había girado tradicionalmente en torno a la propiedad de la tierra, las prebendas y
la renta feudal.

Con la ayuda del capital mercantil y otros grupos “privilegiados”, el Estado


consiguió progresivamente “modernizarse” y garantizar una serie de servicios
básicos. Paralelamente, el poder de los señores feudales se fue erosionando y el
Estado asumió el monopolio de la lucha contra la violencia. Paulatinamente
consiguió someter las acciones de los particulares a la Ley, lo que favoreció la
desaparición de conductas arbitrarias contra las personas y sus propiedades. Si
éstas aparecían eran castigadas, lo que al n y al cabo aumentaba la seguridad y
favorecía, como es natural, desde la convivencia dentro de una misma comunidad
hasta el fomento de la propiedad privada y la actividad empresarial.

Sin embargo, los estados-nación europeos tuvieron di cultades para


monopolizar la lucha contra la violencia fuera de sus fronteras. Pues eran frecuentes
las actividades de corsarios, piratas, bucaneros y libusteros en aguas territoriales
donde no llegaba la autoridad de los estados y la seguridad no estaba garantizada.
Éstos solían tener sus bases en lugares independientes o muy alejados del poder
estatal y buscaban el bene cio en actividades de dudosa “legalidad”;
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fundamentalmente en el saqueo de barcos y ciudades o en la redención de
cautivos. En cualquier caso, interesa subrayar que, en la época, el corso
(contrariamente a la piratería) era una actividad legal auspiciada por la propia
monarquía. Su nalidad era hacer la “guerra por mar” a los enemigos de sus
respectivos estados-nación y paliar, por decirlo de algún modo, el hecho de no
disponer de una marina o cial su cientemente organizada o de un sistema de
defensa adecuado. Su ejercicio exigía la obtención previa de una patente de corso
(permiso o licencia) por parte del poder real, quien recibía a cambio un porcentaje
(el denominado quinto real) sobre las capturas realizadas por los corsarios a
embarcaciones enemigas. En la práctica, el corso estaba a medio camino entre el
comercio y la “guerra” y era, en de nitiva, un “comercio forzado”. En el sentido que
los corsarios tenían como objetivo apresar barcos enemigos, con scar sus
mercancías y capturar a los miembros de la tripulación para convertirlos en cautivos
para posteriormente venderlos y/o exigir un rescate. Desde el punto de vista
económico-empresarial, dadas las numerosas confrontaciones bélicas que
afectaron a toda Europa durante la Edad Moderna, el corso resultó ser una actividad
muy lucrativa que atraía la participaron inversores de muy distinta condición:
nobles, artesanos, representantes públicos, etc. De todos modos, fueron sobre todo
los inversores de adscripción mercantil (por el hecho de disponer de mayor liquidez,
ser propietarios de barcos que en tiempos de paz utilizaban con otros nes o
conocer las rutas marítimas) los principales armadores corsarios. Sirva de ejemplo
el artículo sobre La Escuadra de Mallorca que tenemos como lectura grupal
obligatoria en el apartado de prácticas del tema 1. Por último, interesa subrayar que
el corso (una actividad que en la actualidad tendría la consideración de fraudulenta
y hasta cierto punto “ma osa”) fue legal hasta nales del siglo XIX. En la práctica,
hasta que los Estados renunciaron a los monopolios comerciales y al corso a favor
del libro comercio. Dicho de otra manera, hasta después de la Revolución Industrial
y de las reformas liberales.

Hechas estas consideraciones generales, se analizan los sectores


económicos (comercio y manufactura) que en la época pre-industrial fomentaron
el surgimiento de tipologías empresariales y/o formas de gestión que, en mayor o
menor medida, han in uido en la organización de la empresa capitalista
propiamente dicha. Lo que implica, en cierto modo, dejar parcialmente de lado el
sector agrario, ya que en la época la propiedad de la tierra era considerada, sobre
todo, como un símbolo social y una fuente de extracción de rentas; raramente se
organizaba siguiendo los principios de “racionalidad” capitalista. Desde otra
perspectiva interesa hacer notar que en esta época los términos empresa y
empresario se relacionaban, sobre todo, con los términos AVENTURA,
AVENTUREROS y HOMBRES FUERTES. Fundamentalmente, debido a los peligros,
incertidumbres y asimetrías informativas propias del período.
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1.2 LA EMPRESA MERCANTIL

A partir de los siglos XVI y XVII, los negocios destinados al intercambio (ya fuera de
mercancías, personas, numerario, etc.) fueron las más frecuentes. Asimismo, dado
que en dicha etapa el Estado se encuentra “en construcción” y las monarquías
absolutas todavía no han estructurado el aparato administrativo del Estado, resulta
también comprensible que fueran los mercaderes (dado que eran prácticamente los
únicos que poseían liquidez) los que generalmente (previa subasta de un servicio y/
o cesión de un monopolio real) tuvieran a su cargo determinados servicios: correos,
avituallamiento de ciudades, recaudación de impuestos, etc. Predominaron las
empresas de tipo familiar, aunque fueron también frecuentes las empresas
colectivas (“precedente” de las sociedades mercantiles capitalistas) conocidas con
el nombre de compañías. Implicaban (con un distinto grado de responsabilidad) a
diversos socios en un mismo negocio con el objetivo de disponer de una cantidad
de capital superior al que normalmente podía conseguir una sola familia o individuo.

1.2 1. LA EMPRESA MERCANTIL DE CARÁCTER FAMILIAR

• En cualquier caso, la consideración que en general tenían los MERCADERES


(EMPRESARIOS) de la época era muy distinta a la que tendrán a partir de la
Revolución Industrial y de la instauración del CAPITALISMO propiamente
dicho. Se caracterizaban, sobre todo, por la falta de especialización funcional
en un negocio concreto y por la imbricación de las actividades que llevaban a
cabo. De ahí, uno de los principales rasgos de nidores de las empresas
mercantiles familiares-- SU CARÁCTER GENERALISTA1. Lo que signi ca,
en la práctica, que la mayoría se dedicaban simultáneamente a actividades
aparentemente no relacionadas entre sí. Entre los negocios que a menudo
simultaneaban destacan las siguientes:

1. Comercio: con una gran variedad de zonas (mercados internacionales,


locales, regionales, etc.) y productos. Era menos arriesgado que trabajar con
un único producto o en una sola “plaza” (mercado) y, al mismo, permitía sortear
la incertidumbre propia de la época y la baja presión de la demanda.

2. Transporte: dado que no había líneas regulares de comunicación, los


mercaderes solían incluir dentro de su cartera de negocios, la propiedad total o
parcial de algún medio de transporte marítimo o terrestre. Si bien, debido a su
elevado coste, era frecuente que compartieran la propiedad de barcos y
tuvieran participaciones en distintos tipos de embarcaciones.

3. Prestamistas: solían tener negocios relacionados con las nanzas y el


préstamo a particulares e instituciones. La banca como institución todavía
propiamente dicha surge en el siglo XVII. De ahí que los mercaderes que en
general disponían de dinero en efectivo gracias a sus negocios comerciales se
dedicaran a esta actividad aprovechándose de su preeminencia económica y
exigiendo intereses elevados. La simbiosis entre negocios mercantiles y

1 OJO: Léase al respecto el texto sobre Benet Capó (Lecturas tema 1).
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nancieros se mantendrá durante todo el período; a pesar de que a medida
que se avanza hacia los siglos XVI y XVII irán surgiendo empresas
especializadas. Una especial mención merece, en este contexto, la aparición
durante el siglo XVII de la banca pública. Inicialmente el Banco de Cambios de
Amsterdam (1609) y, posteriormente, el Banco de Inglaterra (1696), seguidos de
muchas otras iniciativas similares en las principales ciudades europeas. Estos
bancos surgen con una doble función: otorgar créditos a particulares y
negociar la deuda de sus respectivos Estados.

4. Arrendatarios de servicios “públicos”; por ejemplo correos, recaudación de


impuestos, abastos.

5. Arrendatarios de grandes explotaciones agrarias y pecuarias; lo que a


cambio de pagar una renta anual les facilita el acceso a las cosechas sin acudir
a intermediarios y les da la posibilidad de obtener un mayor margen de
bene cio con la comercialización de los productos agrarios.

6. Gestión de propiedades inmobiliarias; sobre todo en los núcleos urbanos y,


en particular en las zonas portuarias.

7. Actividades diversas relacionadas con el sector primario; propietarios o


arrendatarios de ganado (fundamentalmente lanar), gestión de minas, bosques
y productos forestales, etc.

8. Actividades manufactureras; las actividades que realiza el mercader en


relación con el sector secundario suelen ser de dos tipos:

-Propietarios de talleres o instalaciones manufactureras de tamaño superior a


los talleres gremiales propiamente dichos.

-Enlace entre el sector productivo (en general familias campesinas, aunque


puede suceder que éstas residan en los núcleos urbanos) y el mercado. En
este contexto, la historiografía alemana utiliza el término “Verlag” para
referirse a los mercaderes que realizan dicha función y de enden, en muchos
casos, que esta forma de proceder dio lugar a un sistema de producción
fundamentado en el encargo a domicilio conocido con el nombre “verlag-
system”2. El mercader distribuye la materia prima a familias trabajan en la
manufactura a tiempo parcial (compaginando dichas labores con las tareas
del campo) a bajo coste y de forma rudimentaria. El mercader les paga por el
trabajo nal realizado (a tanto por pieza producida y no un salario
propiamente dicho) y posteriormente es también él quien coloca los
productos manufacturados en los mercados en los que opera y cuyas redes
de distribución controla. En este sentido, el bene cio del mercader radica
en la esfera de la circulación, pues no ha invertido en los distintos hogares
campesinos ni les ha facilitado ningún instrumental especí co para realizar la
elaboración del producto y, ni siquiera, ha controlado sus horas de trabajo ni

2 Dicho sistema por encargo se distingue del denominado putting-out-system en el que son las propias familias (sin
presencia de mercaderes intermediarios) las que se proveen de materia prima y colocan los productos manufacturados
en el mercado regional.
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les ha pagado un salario propiamente dicho por el tiempo trabajado porque,
en la práctica, en los hogares solo se dedican a la manufactura a tiempo
parcial; generalmente los días lluviosos, por la noche o en las épocas en que
las tareas agrícolas no requieren a todos los miembros de la familia.

9. ETC.
10. ETC.

El generalismo es, en síntesis, una de las principales estrategias de las que se sirven
las empresas de la época para reducir el riesgo y la incertidumbre. No obstante,
tanto por lo que respecta a las formas de gestión como a los instrumentos
desarrollados por los mercaderes, destacan otros aspectos característicos del
período que, aunque modi cados, han pervivido (y en algunos casos aún perviven)
hasta épocas más recientes. Por un lado, en los rasgos característicos de la
organización y la gestión de las empresas y, por otro, en algunos de los
instrumentos desarrollados por los mercaderes que, con el tiempo, fueron
adoptados por las empresas de otros sectores.
Por lo que respecta a los aspectos ORGANIZATIVOS, merecen una especial
mención los siguientes:
- La importancia otorgada a la familia en sentido extenso, a las relaciones de
parentesco, a la endogamia de grupo, a los códigos de conducta y a las
relaciones de vecindad. De tal modo, que los organigramas de estas
empresas, a diferencia de lo que sucede con las compañías mercantiles, se
fundamentan en la genealogía familiar. Asimismo, se da una coincidencia
entre el lugar de residencia de la familia (casa en sentido amplio) y la “sede
empresarial”.
- La imbricación entre propiedad y dirección fue prácticamente generalizada y
la contratación de personal asalariado ajeno a la familia una excepción. Pues,
en la época, no era bien visto incorporar a la empresa a personas “ajenas” a
la familia y las empresas de mayor tamaño (las compañías) que precisaban
de la contratación personal para su gestión no gozaban, precisamente, de
“buena reputación”. En general, la separación entre propiedad y dirección era
considerada como sinónimo de negocios mal llevados.
- La práctica más común consistía en implicar en el negocio a socios, factores
y comisionados de la con anza de la familia. De ahí el surgimiento de la
gura del comisionado que ha pervivido hasta nuestros días y de la que se ha
abusado y se continúa abusando en la actualidad en determinados negocios:
ventas de productos a comisión (electrodomésticos en los grandes
almacenes, coches en los concesionarios o todo tipo de seguros, etc.); por
citar solo algunos ejemplos relevantes.

En relación a los INSTRUMENTOS ideados por los mercaderes con el objetivo


de mitigar los riesgos e incertidumbres y agilizar sus negocios en un período
caracterizado por la lentitud en el transporte, las asimetrías informativas, la
inseguridad en los viajes o el elevado coste de las transacciones, destacan los
siguientes:
- La contabilidad por partida doble; surge en la Toscana en el siglo XIII y se
difunde por toda Europa durante los siglos XV-XVI de la mano de los
mercaderes italianos. Permite, a través de la utilización de libros diarios y
mayores, registrar las operaciones realizadas por un mercader en dos
secciones (debe y haber); el montante de las cuales teóricamente ha de ser
idéntico. Permite abrir cuentas individuales por clientes, mercancías y tipo de
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negocios y posibilita, en consecuencia, conocer diariamente el estado
económico de la empresa y quienes son los deudores y acreedores de la
misma.
- Seguros marítimos; como consecuencia de las incertidumbres de los viajes y
el transporte, desde nales del siglo XVI se desarrollan grandes bolsas de
mercaderes en las que se ingresan cantidades de dinero para asegurar (total
o parcialmente) los productos con los que comercian. Estas bolsas están en
los orígenes de los seguros propiamente dichos y de las primeras casas de
seguros; algunas de las cuales han pervivido hasta nuestros días. Entre otras,
la Casa Lloyd’s con sede principal en Londres.
- Correo mercantil; sus orígenes se relacionan con la correspondencia
mercantil (las cartas) entre mercaderes que operaban en distintas plazas o
entre sus socios y factores con el objetivo de conocer aspectos esenciales
de los mercados en los que operaban: climatología, precios de los principales
productos, cambio de moneda, etc. En resumen, una información de vital
importancia para el buen funcionamiento de los negocios mercantiles. Lo que
explica que, con el tiempo, la correspondencia particular evolucionara hacia
un tipo de publicaciones de carácter periódico (semanal o quincenal)
promovidas por los gobiernos de las principales ciudades mercantiles.
Dichas publicaciones son conocidas, genéricamente, con el nombre de
gacetas mercantiles.
- Desarrollo de instrumentos de créditos con el objetivo de suplir la ausencia
de bancos propiamente dichos y evitar (en un mundo en el que
predominaban los riesgos y las asimetrías informativas) llevar numerario o
dinero contante y sonante en el momento de realizar determinadas
transacciones. De entre dichos instrumentos destaca, sin duda, LA LETRA
DE CAMBIO; en cierto modo un precedente remoto del cheque bancario e
incluso de las transferencias telemáticas de dinero. Surge en Italia durante la
segunda mitad del siglo XIII, adquiere gran importancia durante el siglo XIV y
se difunde en Europa durante el siglo XVI. Su función era doble: servir como
instrumento de pago entre distintos mercados nacionales e internacionales y,
a la vez, a través del “endosamiento” servir como instrumento de crédito y de
inversión.

1.2 2. LA EMPRESA MERCANTIL DE CARÁCTER SOICIETARIO: LAS COMPAÑÍAS


(“Compagnia”)

El carácter familiar de una empresa limita, sin duda, sus posibilidades de


nanciación y de ampliación de capital; por lo que se entiende que el recurso al
asociacionismo fuera también una práctica habitual. Fundamentalmente, para
impulsar negocios más costosos o arriesgados. Por ejemplo, abrir una nueva ruta
comercial, participar en campañas corsarias, explotar minas, etc. De ahí la
progresiva proliferación de sociedades o compañías, cuya tipología puede
abordarse desde distintos puntos de vista:
a) La duración de las mismas
- Esporádicas: varios socios se agrupan para un período de tiempo
concreto o para desarrollar una actividad para la cual se prevé una
duración temporal determinada. Cada uno de los socios puede aportar
capital o trabajo o, simplemente, uno de los dos factores. Desde el punto
de vista técnico son las denominadas “commendas” o “societas maris”.
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- Permanentes: varios socios se agrupan para desarrollar una actividad
concreta sin que de entrada se prevea la duración de la misma.
b) Según la responsabilidad de los socios: siendo las más frecuentes las
comanditarias y colectivas de responsabilidad ilimitada
c) Según la propiedad de las mismas
- Privadas: creadas por un conjunto de socios particulares sin que
intervenga como asociado ninguna institución estatal.
- Privilegiadas: se trata de compañías reguladas que reciben el monopolio
del Estado para comerciar con una determinada área geográ ca y/o un
producto concreto a cambio del pago de una renta periódica. Agrupan a
comerciantes que aparte de llevar su propio negocio poseen un número
variable de acciones de la compañía. Entre los principales ejemplos de
compañías privilegiadas destacan La Compañía Inglesa de las Indias
(1600) y la Compañía Holandesa (1602). Tradicionalmente, los
historiadores han considerado las compañías privilegiadas como un
precedente de la empresa gerencial moderna. Por un lado, por su carácter
multi-propietario: eran sociedades por acciones y los accionistas eran
meros inversores. Por otra parte, la administración de estas compañías
era a cargo de administradores profesionales y de trabajadores
asalariados entre los que existía además una fuerte jerarquía
administrativa. Dependían de distintos comités (“secciones”) cada uno de
los cuales con una función especí ca. Como ejemplo se cita a menudo la
Compañía Holandesa que llegó a contar con 12.000 empleados. Sin
embargo, tal y como abordamos la historia económica de la empresa,
interesa no perder de vista que dichas compañías tenían una lógica
meramente mercantilista y fueron sobre todo instrumentos de expansión
política y militar al servicio de sus respectivos Estados.

En cualquier caso, la trascendencia histórica de las compañías en general y


de las compañías privilegiadas en particular está en la base de los orígenes
de LA BOLSA DE VALORES tal y como la entendemos en la actualidad: un
lugar de encuentro de quienes desean invertir su dinero en valores o convertir
estos valores en dinero. Pues el rasgo más destacado de las sociedades por
acciones es que los propietarios de las mismas pueden vender o traspasar
libremente sus acciones y elegir, en función de su situación particular, de las
distintas coyunturas o de acontecimientos de distinta índole, el momento que
consideren más oportuno hacerlo. La primera sociedad de la que se tiene
constancia que fue concebida con el objetivo de que sus acciones pudieran
ser objeto de “transacción” es la conocida como COMPAÑÍA MOSCOVITA.
Sus orígenes se remontan al mes de mayo de 1553, cuando Sebastián Cabot
propone la creación de una sociedad que sería ofrecida al público en
acciones de 25 Libras. Su gran novedad radicaba en que los socios podrían
vender (por primera vez) parte del negocio sin el consentimiento de los
demás. Lo que signi ca un gran paso adelante en la transición desde los
negocios de tipo personalista hacia los negocios de tipo capitalista. Su
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objetivo era que tres barcos zarpasen desde Londres para buscar una ruta
hacia China por el Norte y el nombre que inicialmente se dio a dicha
compañía fue El Misterio y la Compañía de Aventureros Mercantes para el
descubrimiento de Regiones, Dominios, y lugares desconocidos. Dicho
nombre sirve a la vez para ilustrar que en los siglos XVI y XVII el término
“aventura” aplicado al ámbito empresarial (contrariamente a lo que sucede en
la actualidad; que en general tiene una connotación peyorativa) tenía un
signi cado jurídico bastante preciso: se utilizaba a menudo como sinónimo
de una empresa comercial, generalmente colonial, creada para llevar a cabo
una expedición.
A lo largo del siglo XVII las transacciones comerciales se fueron
intensi cando y el centro neurálgico de los negocios mercantiles se trasladó
de Amberes a Ámsterdam, ciudad que albergó la primera Bolsa de Valores en
el sentido moderno de la palabra. En 1602 se crea la primera lonja dedicada
exclusivamente a la compra-venta de acciones y en 1611 se construye
exprofeso un edi cio con un magní co patio interior dedicado a este n.
Prácticamente de forma paralela (1609) se crea en Ámsterdam el primer
banco y surgen distintos productos nancieros y mecanismos de “trainding”:
deuda perpetua, bonos con cupón anual, mini-acciones, bloques de
acciones, etc. En esta época toda Europa está inmersa en un proceso de
creación de bolsas y “compañías de Indias”: Tolouse, Londres, San
Petersburgo, Colonia, Berlín, etc. Este movimiento se sustenta en el propio
desarrollo económico, las mejoras en el transporte, las necesidades del
comercio y el mismo crecimiento del capitalismo. De este mismo siglo data
igualmente la primera crisis bursátil o el primer crack de acciones. Tiene lugar
en 1688, después de impresionantes subidas del valor de las acciones de la
Compañía Oriental de Indias y al no cumplirse las expectativas de regreso de
una embarcación con un cargamento muy importante. Esta situación fue
descrita, además, por un testigo excepcional: el poeta judío español José de
la Vega, quien en 1688 escribe el primer libro sobre la bolsa. Se titula
“Confusión de confusiones. Diálogos curiosos entre un lósofo agudo, un
mercader discreto y un accionista erudito”. Un documento de excepción en
el que se describe la bolsa de Ámsterdam y la conducta obsesiva del
especulador inestable.
Otro precedente a destacar es el relativo a la creación de la Bolsa de
Londres, cuyos orígenes se remontan a la redacción en 1567 por parte de sir
Thomas Gresham de un informe en el que, ante el derrumbe de la bolsa de
Amberes, advierte a la monarquía británica de la conveniencia de crear la
Bolsa de Inglaterra. No obstante, hay que esperar hasta 1711 y, más
concretamente, a la constitución de la Compañía de los Mares del Sur cuyo
objetivo explícito era dedicarse al trá co de esclavos de las colonias
españolas y portuguesas de Sudamérica. El comercio no tuvo mucho exito
pero absorbió millones de libras esterlinas de deuda del Estado. Además, al
amparo de este ejemplo, se constituyeron centenares de empresas con
objetivos bastante exóticos: comercio de caballos, recuperación de restos de
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naufragios, mejora de viviendas en las islas inglesas, etc. Asimismo, en
algunos casos, las fortunas obtenidas con estas “aventuras” se invirtieron en
sectores pioneros de la industria británica: el subsector del algodón en
Manchester y en la industria del hierro en la región de Birminghan.
Con todo, más que quedarnos con estos ejemplos memorables y con todos
los matices ya subrayados, interesa subrayar que estos precedentes
constituyen el origen de las modernas sociedades anónimas que, con su
capacidad para movilizar enormes masas de capital para desarrollar una idea
empresarial, un invento o un subsector económico concreto (transporte,
comunicaciones, informática y nuevas tecnologías en general) han sido
determinantes para el desarrollo económico. Sin olvidar, por supuesto, que
dichas sociedades han consagrado la promoción de las bolsas de valores y
las han convertido en un símbolo de la vida económica del mundo actual.
1.3 LA EMPRESA MANUFACTURERA

La dedicación prioritaria de la mayoría de la población al sector primario (en algunas


comarcas o regiones alrededor de un 70-90% del total de los vecinos), la escasa
capacidad para acumular excedente y, en general, la baja presión de la demanda
explica que muchas unidades familiares (sobre todo en el mundo rural) produzcan
para el autoconsumo. En el sector secundario las oportunidades de negocio se
presentaban, mayoritariamente, en las ciudades (según la denominación de la
época, “burgos”), en las que residían los menestrales artesanos, comerciantes,
mercaderes y, en general, la población que en la época no vivía directamente del
sector primario. En de nitiva, los sectores de población que necesitaban acudir
al mercado para abastecerse de alimentos esenciales, ropas y tejidos, especias,
etc. El siguiente esquema (1.3.1) sintetiza los rasgos característicos del sector y en
las páginas siguientes se incluyen, asimismo, un conjunto de esquemas con los que
se pretende, por un lado, presentar los rasgos característicos de las empresas
manufactureras y, por otra parte, enfatizar las principales lógicas productivas e
insistir en la tipología de las unidades de producción características del período.
De todos modos, interesa hacer una aclaración previa respecto al término
MANUFACTURA que en el período que nos ocupa se recomienda utilizar para hacer
referencia a las actividades transformadoras en general y con los distintos negocios
relacionados con lo que hoy denominamos sector secundario. Se pre ere la
utilización de dicho término en lugar del de industria porque hace referencia a
bienes producidos con una escasa o nula mecanización y a escala reducida.
Mientras que el cali cativo de bienes industriales hace referencia a productos
elaborados con un cierto nivel de mecanización y en los que la productividad (la
escala) es un factor prioritario. Un fenómeno que suele ser frecuente a partir de la
Revolución Industrial y no en la época pre-industrial o del capitalismo mercantil en
la que los bene cios no radicaban, precisamente, en la introducción de cambios
organizativos o técnicos en vistas a incrementar la productividad y reducir el coste
por producto unitario.
Desde otra perspectiva es igualmente importante insistir en que los cambios en el
sector manufacturero se introducen de forma paulatina y que las distintas lógicas
productivas no se suceden en el tiempo de forma lineal. Puede de hecho suceder
que los empresarios del sector se sirvan, al mismo tiempo, de distintas lógicas
productivas y que en función de factores de distinta índole (mayor o menor
disposición de mano de obra, posibilidad disponer de instalaciones más
adecuadas, cercanía a los mercados de distribución o de materias primas, etc.)
opten por una lógica productiva distinta para desarrollar las distintas fases que
requiere la obtención de un bien. Por ejemplo, por el trabajo a domicilio para hilar,
por el trabajo en una unidad de producción centralizada para tejer, por un taller para
realizar el acabado nal del producto, etc. Una realidad, esta última, que sirve para
entender, contrariamente a lo que ha venido defendiendo la historiografía
tradicional, que el proceso conocido como Revolución Industrial (del cual nos
ocupamos en el tema 2) no es en absoluto lineal. Dicho de otra manera, que no hay
un solo camino hacia la manufactura centralizada (más concretamente hacia el
“Factory system”). El proceso de industrialización propiamente dicho no implica,
necesariamente, la evolución desde los talleres gremiales ubicados en los centros
urbanos al sistema de producción a domicilio a causa de las trabas impuestas por
las autoridades públicas y las ordenanzas gremiales y, por último, la instauración de
fábricas que posibilitaban el incremento de la productividad.
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1.3.1 ESQUEMA GENERAL

Manufactura pre-industrial

DIVERSOS MODELOS DE ORGANIZACIÓN

Predomino de unidades de pequeño tamaño y de tipo familiar y de métodos gerenciales sencillos


1.3.2 DIFERENCIAS ENTRE EL TALLER Y LA FÁBRICA (“mill”)

Taller Fábrica
1. Propio de la época preindustrial, aunque en 1. Proliferan a par r de la primera revolución
la actualidad pervive en algunos sectores. industrial.

2. Reducidas dimensiones 2- Grandes dimensiones.


3. Ubicado en unas dependencias de la casa de 3- Edi cios centralizados y especialmente
la familia del artesano. No existe una construidos con la nalidad de producir. Se separa
separación entre el lugar de producción y el el lugar de producción del de residencia.
de residencia.
4. Mano de obra cuali cada. 4- Escasa representación de la mano de obra
cuali cada. Alta presencia de trabajadores sin
ningún po de cuali cación y sin ningún otro
medio de ingreso alterna vo.
5. Prioriza la calidad sobre la can dad. 5- Prioriza la can dad sobre la calidad
(producción en masa).
6. Escasa mecanización. 6- Generalmente está altamente mecanizada.
7. Destacan las relaciones “paternalistas” entre 7- No existen relaciones paternalistas. Los
trabajadores comparten intereses comunes y
los maestros y los aprendices.
estos son contrarios a los intereses de los
propietarios de la fábrica. De ahí que, en lugar de
trabajadores, hablemos de mano de obra
asalariada, es decir, de proletariado.
8. Sistema de producción denominado: 8- Sistema de producción denominado Factory
“producción por lotes” (!especialización system. Los trabajos se distribuyen de forma
exible). Se caracteriza por la no división del secuencial. Este sistema de producción persigue
trabajo, es decir, cada artesano conoce y un triple obje vo:
actúa en todas y cada una de las dis ntas a) Incrementar la produc vidad.
fases de elaboración del producto. b) Reducir los costes unitarios.
c) Evitar el despilfarro mediante un uso
racional de los factores de producción.
La fábrica responde a una lógica de producción
más próxima al capitalismo y solamente ene
sen do en una sociedad donde se da un
incremento progresivo de la demanda.
9. El control de los empos produc vos no es 9- Se controlan los empos produc vos.
una prioridad.
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1.3.3 DIFERENCIAS ENTRE LAS FÁBRICAS REALES PRE-INDUSTRIALES Y LAS
“MILLS” O FÁBRICAS A PARTIR DE LA 1ª REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

En este último cuadro comparamos las fábricas propiamente dichas, que proliferan
a partir de la revolución industrial, con una tipología de manufactura centralizada
propia del período preindustrial y cuya lógica productiva se fundamentaba en los
principios del mercantilismo. Un tipo de pensamiento según el cual el Estado ha de
ejercer un papel esencial en la promoción del desarrollo económico general y
manufacturero en particular de un para evitar la competencia extranjera. Las
Manufacturas o Fábricas Reales surgen por inspiración de la monarquía francesa
con el objetivo impulsar la producción nacional mediante la construcción de
fábricas destinadas a abastecer las necesidades de la corte, la hacienda real y las
clases altas. Están generalmente especializadas en la producción de bienes de lujo:
tapices, porcelana, cristal, etc. Su gran impulsor fue Colbert, ministro de Luis XIV)
pero tuvieron una gran difusión en toda Europa durante el siglo XVIII debido a la
in uencia del pensamiento ilustrado. En general ocuparon grandes edi cios
suntuosos que pretendían ser un símbolo del poder económico y político de sus
respectivos estados. Sin embargo, ni por sus dimensiones, ni por el grado de
mecanización, ni por el número de trabajadores ni por la forma como se organizaba
la producción pueden ser consideradas como el precedente inmediato de las
fábricas modernas. Dependían exclusivamente de los pedidos de las clases más
acomodadas, no introdujeron un nuevo sistema de trabajo y su centralización
respondía, sobre todo, a la necesidad de controlar la calidad del producto. No
perseguían el bene cio económico, se nutrían de los presupuestos de la Tesorería
General o de la Real Hacienda y la mayoría fueron de citarias y un lastre para las
economías de sus respectivos países.

Manufacturas centralizadas o fábricas Fábricas (“mills”)


preindustriales (Manufacturas Reales)
1. Son de época preindustrial y responden al 1- Proliferan a par r de la primera revolución
mercan lismo. industrial y son propias del sistema capitalista.
2. Grandes dimensiones. 2- Grandes dimensiones.
3. Número de obreros importante. 3- Número de obreros importante.
4. Mecanizadas, aunque no de ujo con nuo 4- Mecanizadas y de ujo con nuo.
(con núan con la producción por lotes)
5. No pretenden abastecer una demanda 5- Pretenden abastecer a una demanda amplia y
amplia. Normalmente producen productos producen productos más económicos aunque de
de lujo o de grandes dimensiones que no peor calidad. Su lógica responde al aumento de la
caben en un taller propiamente dicho. Es capacidad adquisi va de la población.
debido a la baja capacidad de consumo de la
población de la época.
6. No buscan reducir los costes por producto 6- Buscan reducir los costes por producto
unitario. unitario.
7. No persiguen la e ciencia económica ni 7- Persiguen la racionalidad económica y la
evitar el despilfarro. reducción del precio por producto unitario.
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