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Universidad de Palermo

Facultad de Ciencias Sociales


Licenciatura en Psicología
Materia: Psicología Clínica y Psicoterapia II
Ciclo Lectivo 2022
Profesor Titular: Dr. Alejandro Napolitano
Profesora Asociada: Lic. María Laura Mascheroni

Introyección

Dentro del espectro de las Psicoterapias Humanistas, el mecanismo de defensa


denominado Introyección ocupa un lugar relevante en el enfoque de la
Psicoterapia Gestalt. Así como el freudismo se apoyó en metáforas sexuales,
el enfoque gestáltico temprano utilizó las digestivas. Es lo que sucede con la
introyección. Ya lo podemos ver en Yo, Hambre y Agresión, de 1943 (Perls, F.
2020), un libro potente e iniciador de una época. Aún sin mostrar allí todavía
el nombre de Psicoterapia Gestalt, comienza a perfilarse la introyección como
una operación psíquica fundante de la subjetividad, a la vez que un
mecanismo de defensa, alrededor del cual girarán numerosos
acontecimientos, tanto constitutivos del psiquismo, como vinculados a la
neurosis.

1. Empecemos por Ferenczi


Sandor Ferenczi (Hungría 1873-1933) fue un muy próximo amigo, colaborador
y paciente de Freud. La relación entre ambos se quebró hacia 1930, cuando el
1
maestro se mostró muy disconforme ante ciertos rumbos que tomó el trabajo
del psicoanalista húngaro, particularmente en lo referido a su denominada
Técnica Activa. Esta consistía en darle un sesgo fuertemente inter-subjetivo y
relacional al psicoanálisis, que hacía a un lado la neutralidad aséptica del
analista, enfatizando su involucramiento activo y personal (Prall, W. 2000). No
menor, además, resultó su toma de posición respecto de reconocer la
existencia del trauma real en la historia de sus pacientes, oponiéndose a la
renuncia a la teoría de la seducción llevada a cabo por Freud, hito crucial en la
historia del psicoanálisis (Masson, J.M., 1984) 1 Estas características de su
trabajo, más el énfasis puesto en resaltar la experiencia del aquí y ahora de la
sesión, promoviendo el contacto emocional, lo hacen un precursor de las
posiciones humanistas en psicoterapia, así como un antecesor claro de la
teoría de las relaciones objetales, tal como las propondrá más adelante la
escuela inglesa. Así como sucedió con Reich, Bion y Jung, entre varios otros, a
la ortodoxia psicoanalítica no le bastó con confinarlo al ostracismo, sino que
consideró sus posiciones técnico-teóricas como extravíos psicóticos.
Ferenczi presenta el término introyección, por primera vez, en 1909, en su
trabajo Introyección y Transferencia (Ferenczi, S. 1980). Lo postula como un
opuesto de la proyección. En aquel momento no resulta aún claramente
diferenciable de la identificación. Freud toma el concepto y lo utiliza
explícitamente por primera vez en Las pulsiones y sus destinos (1915). La
introyección, tal como es descripta por Ferenczi, aparece ligada, desde el
inicio, a la incorporación oral, coincidiendo diferentes autores en su
pertenencia a las más primitivas pulsiones orales (tragar, comer, escupir,
vomitar). El freudismo insistirá luego en la necesidad de deslindar la
introyección de la incorporación, en el sentido de sostener que incorporación
refiere a un dentro o fuera de la envoltura corporal, mientras que la
introyección evoluciona hacia el poner dentro del aparato psíquico o de una
instancia psíquica (el yo, el ideal del yo, etc.). Sea como fuere, la introyección
nace anclada a una base corporal y alimentaria, pasando a formar parte
1
En una famosa carta a Wilhelm Fliess del 21 de septiembre de 1897 Freud le confiesa “…ya no creo en mi
neurótica”, declarando a su amigo que se inclinaba a creer que las historias de seducción y abuso infantil
narradas por sus pacientes pertenecían sólo al mundo de sus fantasías y no habían ocurrido en realidad, hito
histórico conocido como La renuncia de Freud a la teoría de la seducción. En el estupendo rastreo de la
correspondencia freudiana que efectúa Masson, queda claro que Freud nunca dejó de debatirse en la duda
respecto de ese espinoso asunto.

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importante del soporte teórico de psicoanalistas, como Melanie Klein,
interesados en el desarrollo del psiquismo temprano. La noción de
introyección recorre toda la obra de Ferenczi, y aparecerá acabadamente
configurada en un notable escrito de 1933 (año de su muerte), Confusión de
lenguas (Ferenczi, S. 1984). Se trata de uno de los primeros estudios
psicoanalíticos sobre el abuso sexual infantil, en el que Ferenczi reafirma la
existencia del trauma real en la vida de sus pacientes. Queda sumamente claro
allí, que la introyección ocurre al interior de un vínculo de poder, donde una
mezcla caótica de apego y pavor inducen en la víctima un estado similar al
trance hipnótico, durante el cual escapar resulta imposible. Describe, entonces
Ferenczi, un mecanismo de defensa que denominará identificación con el
agresor, también conocido hoy en día como Síndrome de Estocolmo (Frankel,
J. 2002). Es una operación psíquica compleja, constituida por la articulación
simultánea de tres mecanismos de defensa: introyección, identificación y
disociación. No corresponde aquí abundar sobre esta importante operación
defensiva, aunque sucede que la introyección, tal como Ferenczi la define,
alcanza, al incluirla como un componente esencial de la identificación con el
agresor, un grado muy acabado de precisión, que justifica una breve digresión.
Digamos entonces dos cosas. La primera es que la tradición psicoanalítica
adjudica a Anna Freud la descripción original del mecanismo, lo cual es
erróneo. Anna Freud lo presenta en 1936 y Ferenczi lo hace en Confusión de
lenguas de 1932-33. Más importante aún es que Anna lo define como
“…personificando al agresor, asumiendo sus atributos o imitando su agresión,
el niño se transforma a sí mismo de la persona amenazada en la persona que
profiere la amenaza” (Freud, A., 1936, pág. 113). Lo que propone Ferenczi es
completamente distinto y nos permite comprender la situación con otra
hondura y otras derivaciones: “…se someterán como autómatas a la voluntad
del agresor para adivinar cada uno de sus deseos y gratificarlos;
completamente olvidados de sí mismos, se identifican con el agresor…La
personalidad débil y poco desarrollada, reacciona al displacer súbito no con
defensas, sino con una identificación guiada por la ansiedad y por la
introyección del agresor o persona amenazante…el niño deviene uno con el
atacante” (Ferenczi, S., 1933, págs. 160-165, los resaltados son nuestros)
Ferenczi describe un cambio profundo en el mundo perceptual de la víctima,
que lo llevará a la obediencia automática, a la distorsión mnésica y al conocido

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fenómeno de la introyección de la culpa del perpetrador. Ferenczi describe
réplicas neuróticas de la introyección temprana en vinculaciones ansiógenas
donde se juegan fuertemente situaciones de poder: el vínculo con los padres,
el vínculo transferencial, el vínculo hipnotizador-hipnotizado, el vínculo
perpetrador-víctima.

2. Sigamos con Perls


Fritz Perls junto con Laura Perls en Yo, Hambre y Agresión (1943), y más tarde
junto Paul Goodman y Ralph Hefferline en Terapia Gestáltica (1951)
desarrollan largamente y en diferentes contextos el tema de la introyección.
Sin embargo, si los repasamos atentamente, veremos que el interés principal
de los autores no estuvo en el fenómeno de la introyección propiamente
dicho, sino en la formación de introyecto, ese cuerpo extraño que se instala en
el interior de nuestro psiquismo cuando “tragamos enteras” las imposiciones
que nos vienen del exterior, sin tomarnos el trabajo de “masticarlas bien” para
poder luego asimilarlas. Para comprenderlo mejor, se hace necesario recordar
que el inicio de la disidencia entre Perls y Freud se da en el Congreso de
Marienbad (1936) a propósito de las ideas de Perls respecto de las resistencias
orales. Perls sostenía una connotación positiva de la agresión dentaria,
desligándola de la pulsión de muerte y haciéndola jugar en el sentido de la
vida, en función de sus características autoafirmadoras y promotoras del
crecimiento. El interés principal de estos primeros gestaltistas no fue la
introyección (a la que consideraron siempre patológica) sino la formación de
introyecto y la utilización de la agresión, tanto para evitar su formación
posibilitando así la asimilación, como para expulsarlo del organismo, una vez
que se ha formado. Proponían los fundadores de la Gestalt, considerar el modo
en que se dan la asimilación orgánica del alimento y la asimilación psicológica
de vivencias y experiencias como fenómenos isomórficos (no análogos ni
metafóricos sino isomórficos). En un primer momento el niño, para
alimentarse, succiona el pecho, originando una bomba de vacío y convirtiendo
su boca, orofaringe, esófago y estómago en un espacio único hacia donde la
leche fluye. Perls llama a este momento introyección total. Tras la aparición de
los dientes incisivos (primera barrera de discriminación entre la madre y el
niño) aparece la posibilidad de cortar trozos de alimento y tragarlos, estamos
4
aquí en la introyección parcial. Finalmente, con el surgimiento de las muelas,
surge la manera de triturar completamente el alimento antes de tragarlo,
etapa final a la que Perls denomina asimilación. La ingestión del alimento
sólido antes de la destrucción completa, que lo hará pasible de ser asimilado,
hace que este permanezca en el interior de la vía digestiva como un cuerpo
extraño, ajeno al organismo: introyecto. Los poderosos músculos maseteros
de los maxilares inferiores deben ser capaces de acometer agresivamente el
alimento hasta su destrucción total. Esa capacidad de afrontamiento, agresiva
y autoafirmadora, era considerada por Perls una fuerza a favor de la vida, y de
ahí su connotación positiva. En un sentido literal aggredi de ad gradi (gradus
es “paso” y ad “hacia”), que significa “avanzar” “dar un paso hacia adelante”
(Fromm, E. 1974). No hay un elogio de la violencia ni de la destrucción sino en
este único sentido, evolutivo y auto-afirmador. Isomórficamente, en el nivel
psicológico, también se considera necesaria una actitud de acometimiento que
permita “masticar” enseñanzas, mandatos, lecturas, creencias,
identificaciones, para poder asimilar lo que tengan de nutritivo y desechar lo
tóxico o indiferente. De lo contrario permanecerán en el interior de nuestro
psiquismo como cuerpos extraños desvitalizantes, que nos llevarán a una
existencia inauténtica. El interés de Perls se centró en identificar los
introyectos y operar sobre ellos para destruirlos y asimilarlos, o, de no ser
posible, expulsarlos. No reparó demasiado en los vericuetos psicológicos de la
introyección, considerándola en sí misma una operación psíquica patológica,
posición con la que, en principio, no acordamos, por considerarla un recurso
inevitable en la constitución del psiquismo temprano.
3. Introyección y neurociencias
Los estudios de neuroimágenes cerebrales funcionales, como por ejemplo la
Resonancia Magnética Funcional (fMR), permiten visualizar la activación o
desactivación de regiones localizadas del cerebro como consecuencia de algún
tipo de actividad psíquica (visualizaciones, esfuerzos mnésicos, cálculos
aritméticos, reconocimientos faciales, etc.). Han abierto en los últimos años un
campo novedoso de la investigación neuropsicológica. En lo que hoy nos
compete, han permitido encontrar correlatos neurobiológicos y
neuroendocrinos del relevante mecanismo descripto por Ferenczi en 1909. En
un trabajo de Quirin, et al. (2022) podemos ver la correlación entre tres

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observables que han despertado nuestro interés: a) la activación del córtex
medial prefrontal (MPFC), b) la introyección, c) rasgos de personalidad.
La corteza medial prefrontal (Fig. 1) es un área cerebral involucrada en la
memoria de corto y largo plazo, en la toma de decisiones y en los procesos de
diferenciación self/otros. Posee la capacidad de seleccionar la respuesta
emocional y comportamental más adecuada ante una situación determinada.
Se halla múltiplemente conectada (Fig. 2), en particular con diferentes áreas
ligadas a las memorias y con el hipocampo. Está particularmente vinculada a
las experiencias sociales e intersubjetivas, mostrando, además una importante
actividad neuroplástica.
Respecto de la introyección el trabajo muestra un interés particular en
explorar la auto-diferenciación. Es decir, busca los modos de indagar
empíricamente la manera en que las personas pueden (o no) discriminar
aquella idea o sentimiento que reconocen como propios, de aquellos otros que
perciben como impuestos por la educación o la presión familiar y social
(introyectos). Los autores desarrollan un método sumamente ingenioso
aunque laborioso (ver el trabajo original en la bibliografía para conocer los
detalles) a fin de separar la introyección de la identificación y para ponderar,
asimismo, el monto de introyección presente en las respuestas (índice de
introyección).
En cuanto a los rasgos de personalidad, digamos que, de acuerdo a
investigaciones anteriores de los mismos autores (Quirin, M. et al 2009, 2018,
2019, 2021), había sido posible establecer una correlación positiva entre la
introyección y algunos rasgos de personalidad: 1) escasa capacidad de auto-
percatación emocional (emotional self-awareness) 2) Rumia mental 3)
Preocupación excesiva 4) Tendencia a “quedar pegado” emocionalmente a
experiencias adversas del pasado. Replicaron, entonces, en este estudio la
detección de perfiles de personalidad para investigar si la correlación se
sostenía, y vincularla asimismo con los resultados de la fMR.
El estudio se realizó con 17 voluntarios, estudiantes universitarios, todos
varones y diestros (veremos que la homogeneidad en la lateralidad
hemisférica de la muestra era relevante para el estudio), con una edad
promedio de 23 años y sin antecedentes de trastornos mentales.

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Presentemos, brevemente, la metodología del trabajo, para discutir luego
algunas conclusiones a las que se puede arribar. Se les presenta a los
voluntarios un listado de 96 tareas. Las tareas son muy poco atractivas: pegar
etiquetas, sacar punta a lápices, separar medias por colores y otras por el
estilo. Las tareas propuestas despiertan poco interés, y son tan anodinas, que
será muy difícil identificarse con ellas. Los participantes seleccionarán 48
tareas de las 96. Se dividirán, luego, las 96 tareas en grupos de 12, de manera
que habrá 4 grupos seleccionados por el participante y 4 grupos que no. El
participante elegirá, ahora, 2 de sus 4 grupos pre-seleccionados. Otros 2
grupos de 12 tareas cada uno (no elegidas) le serán impuestos y otros dos
grupos de 12, ni seleccionados ni impuestos, también le serán presentados en
el siguiente momento de la experiencia. El participante leerá las listas que
tiene ante sí: las elegidas por él, las impuestas y las que no fueron ni elegidas
ni impuestas. Finalmente el participante ingresa a un resonador para efectuar
una fMR. Mientras se va tomando la Resonancia Magnética Funcional el
voluntario tendrá a su alcance dos botones, uno que accionará con el índice
derecho y otro con el izquierdo. Se le presentarán entonces en una pantalla,
una por una, las 72 tareas distribuidas aleatoriamente. El participante deberá
pulsar el botón derecho cuando aparezca una tarea impuesta y el botón
izquierdo cuando aparezca una tarea elegida. Veamos ahora, en crudo, cuáles
fueron los resultados observables de la experiencia:
I. El reconocimiento correcto de las tareas elegidas activó la MPFC
derecha mucho más intensamente que la izquierda (hemisferio no
dominante, recordar que los participantes son todos diestros).
II. Se detecta el hecho de que, en el mismo momento en que se produce
el reconocimiento correcto, se activa también, además de la MPFC
derecha, la corteza prefrontal dorsolateral derecha (ver Fig.).
III. Las tareas impuestas, al ser correctamente reconocidas como tales,
activaron la MPFC izquierda (hemisferio dominante).
IV. La introyección, entendida como la falsa atribución a sí mismo de metas
impuestas, implicó la activación simultánea de la MPFC derecha junto
con la izquierda en igual medida, así como también la corteza cingular
anterior (ACC) bilateral.

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V. Se halló una correlación positiva entre una baja activación de la MPFC
derecha, altos índices de introyección, reducida capacidad de
awareness emocional e introversión.
VI. Corroborando investigaciones anteriores y sin considerar los resultados
de la fMR, se halló correlación positiva entre introyección, rumiación,
neuroticismo e introversión.
Pues bien, reflexionemos un momento sobre los resultados del trabajo.
Notaremos, entonces, que la MPFC del hemisferio cerebral derecho (no
dominante en los diestros) juega un rol importante en la representación
mental de los objetivos elegidos por el sujeto. Consistentemente, se observa
una reducida actividad de esta región cerebral tanto en la introyección como
en la activación de los rasgos de personalidad señalados más arriba, asociados
a ésta. Asimismo, este estudio coincide con investigaciones previas (Quirin et
al. 2018), referidas a los correlatos neurobiológicos de las representaciones de
sí mismo, que tanto tienen que ver con el awareness. Los estudios anteriores
revelaron el importante papel desempeñado por la MPFC en la auto-
evaluación, el reconocimiento del propio rostro, añadiéndose en este caso la
representación de las metas auto-seleccionadas, diferenciándolas de las
impuestas (introyectos). Se consolida así la relevancia de la MPFC del
hemisferio cerebral derecho en los rendimientos aludidos y en los procesos
de toma de decisiones autoafirmadas (Di Domenico, 2013), nosotros
conjeturamos su importancia, también, en la generación de la autoestima. La
activación bilateral de ambas MPFC, detectadas durante el falso
reconocimiento como propios de objetivos impuestos, junto a la activación
bilateral de la ACC, es interpretada como un intento de discriminación de
ambas posibilidades (elegido vs. impuesto), es decir como un saber
inconsciente (detección de incongruencias) que buscaría el camino para
expresarse, situación presumiblemente conflictiva, en la cual la acción
psicoterapéutica aparecería particularmente relevante, dado que, si bien la
detección del error de discriminación no alcanza a la conciencia, se detecta un
trabajo intenso de otras áreas corticales, que de alguna manera “saben” que
se trata de un introyecto. Se ha propuesto (Quirin et al., 2018) que la
rumiación y la introyección están vinculadas a una escasa capacidad de
integración del self. La MPFC derecha es considerada un área central en la

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tarea de la integración del self, y esta activación actúa como un buffer contra
los efectos de la rumiación y la introyección. Las dificultades en la integración
del self aparecen, entonces, muy ligadas a favorecer la rumiación y la
introyección, y las intervenciones psicoterapéuticas que favorezcan el
awareness de las sensaciones corporales y el contenido emocional
concomitante, parecen estar particularmente indicadas para favorecer la
integración del self, tema relevante del trabajo psicoterapéutico en Gestalt.
Destaquemos, además, que estamos considerando áreas cerebrales
filogenéticamente muy modernas, con una actividad neuroplástica intensa,
que las hace especialmente permeables al trabajo psicoterapéutico.
Resumamos entonces. ¿Cuáles parecerían ser los trabajos psicoterapéuticos
que más favorecerían el trabajo con introyectos tóxicos, según nos sugieren
los estudios neurobiológicos?. Diríamos, tentativamente, que los trabajos de
visualización o similares que activen la MPFC del hemisferio no dominante
(incluímos la meditación de inspiración vipassana y la práctica de mindfulness),
las técnicas de integración y los trabajos de continuum de conciencia.
En un trabajo anterior de Jais y Quirin (2021) los autores se muestran muy
explícitos a la hora de establecer las relaciones entre el awareness emocional
y la formación de introyectos, denominada aquí infiltración del self (self-
infiltration)2, ( el concepto de infiltración de self, aparece por primera vez en
Kuhl, J., 1994a, 1994b, y fue muy estudiado a partir de entonces). Jais y Quirin
encuentran que el awareness emocional es el principal factor que promueve
la capacidad del self de autorregular, para evitar la “infiltración” por
introyectos “tóxicos”, que pasarían a ser tomados como elecciones propias, sin
detectar su carácter de imposiciones (familiares, culturales, etc.). El trabajo
logra testear empíricamente que una capacidad alta de autorregularse va
siempre ligada a una capacidad alta de auto-percatación emocional, y que la
percepción afinada del proceso emocional propio permite detectar la
presencia de introyectos (denominados aquí, dijimos, infiltración del self). Los
autores describen ejercicios de imaginación guiada, mindfulness, y otros,
vinculados todos, a la actividad del hemisferio cerebral derecho, como
intervenciones idóneas para el trabajo psicoterapéutico con introyectos. Es
2
Remitimos al lector interesado a leer el artículo original en nuestra bibliografía. Los autores diferencian
introyección de infiltración del self, correspondiendo esa distinción a la que hace Perls entre introyección e
introyecto.

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necesario señalar que en el paper, todos los constructos teóricos utilizados son
claramente definidos, poseyendo cada uno de ellos algún instrumento capaz
de mensurarlos para luego procesarlos estadísticamente:
 Infiltración del self y autorregulación del self: Action Control Scale (ACS-
90); Kuhl & Kazén 1994a y 1994b; Baumann & Kuhl 2003; Kaufmann
2020; Kazén 2003.
 Awareness emocional: Self Access Form (SAF); Quirin & Kuhl, 2018

4. Resumiendo
Subidos a hombros de gigantes, podemos intentar, ahora, una
conceptualización más acabada de este importante mecanismo de defensa,
descripto originalmente por Ferenczi, en base a la pura observación clínica,
hace más de ciento diez años.
o Un primer aspecto a resaltar es su temprana aparición. La introyección,
no como defensa, sino como estructura vincular fundante de la
constitución subjetiva, aparece en los primeros momentos de la vida
extra-uterina.
o Nace ligada a las necesidades alimentarias, orales y digestivas,
alrededor de las cuales se estructura.
o En un contexto de extrema dependencia, la introyección, al “meterse al
otro adentro” isomórficamente con la conducta alimentaria, surge
como una forma de asegurar la pertenencia, el reconocimiento
necesarios para sobrevivir.
o Es anterior y diferenciable de la identificación. Esta se organiza a partir
de la mirada y la imitación, mientras que la introyección es somática y
visceroceptiva.
o Su punto de partida esta signado por el apego al que obligan las
necesidades de supervivencia y conservación. Por su afán en la
búsqueda de reconocimiento y pertenencia, la introyección se
desarrolla en un contexto de relaciones de poder, razón por la cual,
aquello que será decodificado como orden o mandato es recibido en un
estado de vulnerabilidad y permeabilidad que Ferenczi asimiló al trance
hipnótico, con su correlato de obediencia automática.

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o La crucial diferenciación que Perls propone con su noción de
introyección e introyecto avala el despliegue de la agresión auto-
afirmadora, como forma de evitar la formación de introyectos, y
promover la asimilación de los componentes nutritivos que el vínculo
trae, eliminando aquello que es tóxico o indiferente.
o En el enfoque terapéutico inaugurado por Perls, la introyección y la
formación de introyecto juegan un papel central, como constitutivas de
la subjetividad y la vincularidad otorgándole un rol primordial a la
agresión auto-afirmadora.
o La introyección como defensa apunta al hecho de que “meterse dentro”
a la fuente de poder permite prever su comportamiento y controlarlo.
Los introyectos aportan una fuente de seguridad al facilitar la convicción
de “estar haciendo lo que se espera de mí”, reduciendo la ansiedad y la
culpa.
o La introyección como modulación vincular se sostiene en el tiempo,
replicándose estereotipadamente en relaciones connotadas como de
sometimiento y dominación a lo largo de la vida.
o Los estudios neurobiológicos, aún en etapa inicial, nos ponen sobre la
pista de que algunas de las intervenciones clásicas del enfoque
gestáltico temprano (darse cuenta continuo, contacto y discriminación
sensorial-emocional), y otras posteriores (imaginación guiada,
meditación, mindfulness) promotoras de la actividad del hemisferio
cerebral derecho, resultarían especialmente provechosas para el
trabajo psicoterapéutico con introyectos.

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Fig.1 Corte sagital del cerebro que permite visualizar la cara interna del
hemisferio cerebral derecho. MPFC: Córtex Medial Prefrontal; OFC: Córtex
Órbito Frontal; dACC: Córtex Cingular Anterior Dorsal; rACC: Córtex Anterior
Cingular Ventral (Austin, A. et al. 2021)

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Fig.2: Principales conexiones del Córtex Medial Prefrontal. ACd: Córtex
Cingular Dorsal; B9: neuronas serotoninérgicas; DR: Núcleo Dorsal del Rafe;
FrA: Córtex Asociativo Frontal; HDB: Brazo horizontal de la bandeleta
diagonal de Brocca; LC: Locus Coeruleus; PAG: Sustancia gris periacueductal;
SN: Locus Níger; STN: Núcleo subtalámico de Luys; VTA: Área tegmental
ventral (Euston, D. et al. 2012)

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