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Psicoanálisis aplicado a la

terapéutica:una experiencia de
tratamiento de la fibromialgia
La medicina considera la Fibromialgia como un síndrome crónico caracterizado por dolor
generalizado en el cuerpo, de al menos 3 meses y en diferentes zonas corporales, sobre
todo musculares y articulares (puntos gatillo). En algunos casos, este síntoma puede llegar
a ser muy invalidante. Según estadísticas oficiales afecta al 4,2 % de las mujeres,
generalmente en la edad media de la vida y el 0,2% de hombres. (Guía del Ministerio de
Sanidad y Consumo).

La comisión de Sanidad y Consumo del Congreso de los diputados resolvió en su sesión


del 19.09.2000, aprobar una proposición no de Ley relativa a la asistencia médica y social
de estas personas. Esto da una idea de la importancia social que tiene el asunto.
La fibromialgia fue establecida por el ACR en 1990 y posteriormente ha sido reconocida
en 1992 por la OMS y tipificada en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE
10).

Su diagnóstico es clínico, siempre hay que descartar o confirmar otras enfermedades


reumáticas, aunque a veces coexiste con otras enfermedades. Para su tratamiento se han
empleado diferentes medicamentos con fines diversos y respuestas variadas, pero
solamente algunos de ellos aportan evidencia científica y aportan un discreto beneficio.

En la guía presentada por el Ministerio de Sanidad, recientemente, se plantea la


consideración del tratamiento psicológico con tres orientaciones: a) Programas de
modificación del comportamiento. B) Relajación y entrenamiento con técnicas de
biofeedback. C) Terapia cognitiva conductual. Por supuesto, no aparece el psicoanálisis.

Les presento un proyecto de trabajo de psicoanálisis aplicado a la terapéutica de


orientación lacaniana, que tiene dos aspectos. Por un lado el clínico, porque es una
experiencia clínica en la que se atiende a mujeres diagnosticadas de fibromialgia (en un
centro de salud de atención primaria) y por otro de investigación, porque se trata de
trabajar y estudiar los aspectos novedosos que nos plantea la experiencia. Hay varias
preguntas que dejo abiertas:

¿Es posible aplicar el psicoanálisis desde el punto de vista de la clínica del dolor y más
en concreto la fibromialgia?
¿Es posible que en esta experiencia se puedan producir efectos terapéuticos rápidos?
En esta experiencia clínica se realizan durante seis meses entrevistas semanales y
reuniones de grupo cada quince días (grupos de seis o siete mujeres).

Me voy a aproximar a las preguntas planteadas, tomando los siguientes cuestiones:

1. El perfil de estos pacientes.


2. La diferencia entre cuerpo y organismo.
3. La fibromialgia como un síntoma transclínico.
4. Casos clínicos y conclusiones.

1.-Acerca del perfil de estos pacientes.

La presentación clínica de estos pacientes desde las primeras entrevistas es compleja y


variada. Relato algunos ejemplos.
E.F.C comienza diciendo que tiene 55 años, que tiene dolor de espalda y cansancio “Por
las mañanas no me podía mover, me duelen hasta las uñas, en la cama, incluso
acostada…la enfermedad te va quitando cosas”.

A.M.S tiene 61 años y comienza la entrevista diciendo: “me duele hasta la carne, se me
fue la regla muy joven, a los 39 años y empecé al poco con problemas de huesos, el
ginecólogo no le dio importancia…”.
A.S.G tiene 41 años, es inmigrante, y presenta cuadros de dolor de espalda, que se
amplían progresivamente desde hace tres años a partir del traslado a España.

L.M.V tiene 42 años, de aspecto melancólico, se casa embarazada después de un noviazgo


corto. Ella ha tenido dos hijos aparentemente no deseados, cree que el dolor es porque ha
estado tomando anticonceptivos durante 20 años y se le han descalcificado los huesos.
M.L.D tiene 47 años, se casó embarazada con 19 años, y comienza su historia de dolor
en una vacaciones de verano tras la recaída en el alcohol de su marido, el dolor se inició
en los talones y en las rodillas “no podía dar un paso”.

En general, estas pacientes circulan por el sistema sanitario sin encontrar un camino
adecuado que les ayude a resolver la encrucijada en que les ha colocado su enfermedad.
Son mujeres que llevan muchos años, algunas más de 20 con este padecimiento. Se
encuentran, en muchas ocasiones, con un sistema sanitario hostil.
Hay algo del “dolor”que escapa a la posibilidad de ser tramitado por el discurso de la
ciencia. Hay una gran facilidad para el diagnóstico según los criterios establecidos, pero
una enorme dificultad para encontrar tratamientos eficaces.
¿Cómo es posible que suceda esto en la época en que la tecnología ha conseguido un
desarrollo tan colosal, que el cuerpo puede ser estudiado, fotografiado, analizado a escala
nunca conocidas?.
Para entender esta cuestión, creo que es apropiado recordar la intervención de Jacques
Lacan, publicada en Intervenciones y Textos, bajo el título de Psicoanálisis y Medicina,
durante una mesa redonda bajo el lema «El lugar del psicoanálisis en la Medicina»
auspiciada por el colegio de médicos en el hospital parisino La Salpetriere, el 16 febrero
de 1966. Año crucial para Lacan, cuando publica sus escritos.
En esta conferencia, de gran actualidad, Lacan dice que quiere abordar un tema que nunca
tuvo que tratar en su enseñanza, el lugar del psicoanálisis en la medicina y comienza
señalando el cambio que se está produciendo en lo que llamaría la función del médico:
“al considerar la historia de la medicina, a través de las épocas, el gran médico, el médico
tipo era un hombre de prestigio y autoridad…”.
Más adelante señala que es en el registro del modo de respuesta a la demanda del enfermo
donde está la posibilidad de supervivencia de la posición propiamente médica, y señala:

“Cuando el enfermo es remitido al médico o cuando lo aborda, no digan que espera de él


pura y simplemente la curación. Coloca al médico ante la prueba de sacarlo de su
condición de enfermo, lo que es simplemente diferente, pues esto puede implicar que él
esté totalmente atado a la idea de conservarla. Viene a veces a demandarnos que lo
autentifiquemos como enfermo; en muchos casos viene, de la manera más manifiesta,
para demandarles que lo preserven en su enfermedad, que lo traten del modo que le
conviene a él, el que le permitirá seguir siendo un enfermo bien instaurado en su
enfermedad….no es necesario ser psicoanalista, ni siquiera médico, para saber que
cuando cualquiera, nuestro mejor amigo, sea hombre o mujer, nos pide algo, esto no es
para nada idéntico, e incluso a veces es diametralmente opuesto, a aquello que desea…”

Esta distancia que Lacan pretende acotar al plantear la diferencia que hay entre la
demanda del paciente y el deseo inconsciente que la habita, es fundamental para entender
la respuesta equivocada que en muchas ocasiones se produce desde el discurso de la
ciencia y la desesperación en la que muchos médicos caen ante el fracaso terapéutico. A
fin de cuentas se trata de entender la “estructura de la falla que existe entre la demanda y
el deseo”

Más adelante, dice:


“Preemítanme delimitar más bien como falla epistemosomática, el efecto que tendrá el
progreso de la ciencia sobre la relación de la medicina con el cuerpo…
Pues lo que yo llamo goce es el sentido en que el cuerpo se experimenta, es siempre del
orden de la tensión, del forzamiento, del gasto, incluso de la hazaña. Incontestablemente,
hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor, y sabemos que es solo a ese
nivel del dolor que puede experimentarse toda una dimensión del organismo que de otro
modo permanece velada…”
El médico es conducido a aplicar con criterios de eficiencia su saber a los cuerpos
enfermos y olvidar la verdadera demanda que funda la función del médico, que es la
demanda que parte de la voz del que sufre. El médico debe saber que su eficacia no está
solamente en el saber de la ciencia y que su figura clínica, su arte, su competencia, su
arsenal terapéutico fracasan frente a estos enfermos que de manera extraña reaccionan
mal a los tratamientos habituales. Lacan lo que viene a plantear es que el médico no se
olvide del sujeto. Esto se ve de forma dramática en las Unidades del Dolor de los
hospitales, lugares donde son remitidas estas pacientes, en donde son sometidas a
tratamientos farmacológicos agresivos y con escasos resultados terapéuticos. El “dolor”
que habita en las pacientes diagnosticadas de Fibromialgia no cede ante los analgésicos
más potentes, incluido la morfina y sus derivados o equivalentes. Estas pacientes
diagnosticadas de fibromialgia exponen con su cuerpo la falla en el saber de la medicina
con el cuerpo, pagando así un alto precio.

Entonces la cuestión de la falla epistemosomática en la estructura de la demanda y el


deseo y su relación con los síntomas contemporáneos y la falla epistemosomática en la
relación de la medicina y el cuerpo, sería temas a profundizar e investigar.

2.-El cuerpo y el organismo…

Hay que considerar la diferencia que existe entre cuerpo y organismo. Aquí hay un punto
de partida distinto en la medicina y el psicoanálisis.
Para el médico el cuerpo es una suma de órganos, el saber de la medicina es un saber
sobre lo real del organismo, que conciernea un real biológico.

El saber de la ciencia es un saber más o menos efectivo, puesto que no siempre cura. Para
el psicoanálisis el organismo y el cuerpo no son la misma cosa.
El desarrollo de la genética y la biotecnología han sorprendido a todos, sobre todo a partir
de la clonación de la oveja Dolly por el científico escocés Ian Willians, y plantea
numerosos problemas éticos a la humanidad, pero siempre queda un resto no alcanzable.
El mismo científico que puede duplicar o clonar al organismo de la oveja, tiene que
reconocer que no hay posibilidad para la clonación humana, porque dice que somos el
fruto de la interacción de los genes y el medio ambiente.

Para el psicoanálisis el ser hablante está parasitado por el significante, el cuerpo no es un


dato primario, entre el organismo y el cuerpo hay una gran distancia.
Esto se puede observar en la clínica y podría dar muchísimos ejemplos. He podido
observar como los ancianos, en ocasiones, habitados por el deseo de morir, consiguen su
objetivo de manera rápida y eficaz. Así me lo confesó una mujer de algo más de 70 años,
tras el fallecimiento de su marido y pude observar como en el corto periodo de dos meses
su cuerpo se iba estremeciendo progresivamente hasta su muerte, lo real del organismo
se descomponía, no se podía hacer nada. Para ella la vida ya no tenía ningún sentido, en
su soledad ya había tomado esta respetable decisión y solamente se pudo acompañar este
tránsito hacia la muerte. Lo real del organismo, desenganchado, desanudado de lo
simbólico, del vínculo con la vida, no podía sostener sus funciones vitales.

Les puedo hablar de otra experiencia que en su momento me conmovió mucho. Un


paciente de 60 años que padecía un cáncer en fase muy avanzada y que ya estaba en
tratamiento paliativo, prácticamente ya no se podía levantar de la cama, me preguntó
cuando se iba a morir, a lo que le contesté que no lo sabía. Me pidió que le retirara toda
la medicación, que incluía morfina para el dolor y otros fármacos, habitualmente
imprescindibles. No sabía muy bien qué hacer, pero accedí a su demanda. Yo le visitaba
todos los días en su domicilio y pude comprobar como falleció tres días después, sin
necesidad de medicación, despidiéndose tranquilamente de su mujer y familiares.

No hay respuestas convincentes desde el lado de la ciencia para poder explicar estos
hechos. Y es que efectivamente el organismo y el cuerpo no son la misma cosa. En el
registro de lo real del organismo no sabemos grandes cosas, aunque la ciencia trate de dar
algunas explicaciones. No se trata solamente del orden en que están dispuestas las cuatro
moléculas que forman el ADN, para establecer las diferencias entre lo animal y lo
humano. A fin de cuentas no hay tanta diferencia entre el genoma de la mosca y del
hombre, tal y como se ha conocido recientemente.

Tomo como referencia el ordenamiento o el resumen que hizo Marie Helene Brouse, en
el seminario sobre el cuerpo en psicoanálisis, del EIM, del año 2001, que esta publicado
en el libre editado por el NUCEP «El cuerpo en psicoanálisis», allí plantea que hay tres
momentos en la enseñanza de Lacan. Esta el primer momento:

Cuerpo=i(a) (narcisismo), Cuerpo: organismo más imagen.


El «infans» no habla, aunque está sumergido en un baño de lenguaje, aún no dispone de
la función de la palabra, hay una prematuración del nacimiento, padece de la experiencia
de un cuerpo fragmentado, de un cuerpo que no puede gobernar. Sin embargo el campo
visual está altamente desarrollado, hay una suerte de discordancia temporal entre su
desarrollo motriz y el campo de la percepción visual.
En estas circunstancias en las que el niño no tiene la capacidad de caminar, de coger los
objetos, si puede distinguir fácilmente las imágenes de su entorno, sucede la experiencia
del espejo, que hay que entenderla como un dinamismo libidinal (su satisfacción
manifiesta cuando está delante del espejo), pues allí se pone en juego el mundo libidinal
de los objetos para el niño, y el rasgo fundamental de este dinamismo libidinal es que él
va a identificarse con una imagen que le presta el otro, con una imagen total del cuerpo.
El primer cuerpo de la enseñanza de la Lacan es el cuerpo de la imagen.

Es decir, que frente a su descoordinación motriz, se va a encontrar en el campo virtual,


en el campo del Otro, con una imagen total del cuerpo. En el campo del Otro la imagen
está completa y el “infans» se identifica jubilosamente. Hay un júbilo, un goce, en el
hallazgo de esa imagen que le permite conquistar una unidad corporal que en realidad no
posee.

“Es gracias a la imagen, e incluso al imago, que se puede establecer una relación entre el
organismo y la realidad”
De ahí la pasión narcisista que emerge como consecuencia del poder totalizador de la
imagen. Al final de su enseñanza Lacan insiste en que el hombre adora su cuerpo y se
pregunta porqué está tan infatuado de su imagen. La imagen no es la idea de la belleza,
en la clínica se constata a veces lo contrario, de que se producen fijaciones pulsionales
cuyo sustrato es la deformidad.

El segundo momento:
Cuerpo=I(A)>i(a).
En este momento el cuerpo se convierte en un conjunto de significantes, insignias, signos,
letras, todo lo que Lacan desarrolla, por ejemplo en el seminario V, emblemas y la
necesidad de Lacan de armonizar esta nueva forma de presentar el cuerpo a partir del
significante, con la manera precedente, es decir, el cuerpo como imagen total y fascinante.
El cuerpo no es un don de la naturaleza (el organismo, si), es un producto transformado
por el discurso. El organismo animal deviene un cuerpo sintomático y pulsional en el ser
parlante, el lenguaje afecta al organismo, lo desnaturaliza, lo modifica.
El ideal del yo es una insignia que viene a colmar la falla en ser del sujeto. El sujeto se
identifica y se complementa con un significante porque precisamente falta el significante
que sería el significante del sujeto.
El cuerpo de lo simbólico debe ser incorporado. Lacan dirá que el lenguaje es un cuerpo
incorporal, precisamente porque es un cuerpo que se incorpora.
Las identificaciones primordiales del sujeto serán las identificaciones a esos significantes
de la alienación primitiva, engendrados por la invocación del OTRO, y que escribimos:
S1/Stachado. En la cura analítica se tratará de producir estos significantes identificatorios
primordiales que comandan la vida del sujeto sin que él lo sepa, pues en cada sujeto habrá
un repertorio limitado de los significantes de alienación al Otro (Alienación).
La incorporación del cuerpo simbólico produce un vaciamiento de goce, que no es ni mas
ni menos que la castración a la que se ve sometido el ser hablante por el hecho de ingresar
en el lenguaje, lo que indica que el encuentro del ser viviente con la lengua posee un
carácter traumático (para Freud este trauma originario no era sino el encuentro con la
sexualidad). Lacan acabó por imputar la fragmentación de las representaciones del
cuerpo, no simplemente a la prematuración, sino al efecto del lenguaje mismo.
En esta operación no todo el goce es negativizado, porque queda un resto de vida activa
que empuja a la satisfacción y que se especifica con los objetos pulsionales que se
localizan en las zonas erógenas del cuerpo. Objetos pulsionales, conceptualizados como
objeto a. Lacan propone la operación de la separación que opone a la primera, que genera
un plus de goce y produce el objeto de la satisfación pulsional, el objeto a.
El sujeto se complementa con el Ideal del yo I(A) y con el objeto (a), y el objeto lo vamos
a encontrar en el fantasma.
El tercer momento:
el cuerpo=sinthome.
es decir el cuerpo como síntoma en el sentido de la última enseñanza de Lacan, en el
marco de la clínica del nudo borromeo, en la cual lo simbólico no es lo predominante.
Hay tres registros, real, simbólico e imaginario.
Miller destaca en el libro Psicosis Ordinarias (pag. 273):
“Primero está la imagen del cuerpo, que aborda el estadio del espejo: así pues, el cuerpo
imaginario. Lacan llegaría a decir el cuerpo es imaginario. Entonces, reservemos el
nombre del cuerpo a la imagen del cuerpo. En segundo lugar, está el cuerpo de goce, y se
lo llama la carne. No necesariamente está dotado de una forma, es la sustancia gozante
del cuerpo. Y, en tercer lugar, hasta podemos llamar cadáver al cuerpo simbolizado, el
corpse, como dice Lacan. Sin duda hay que jugar en los tres registros: el cuerpo como
imaginario, la carne como real y el cadáver como simbólico…Lo que referimos como
fenómeno del cuerpo no se presenta de la misma manera según afecte la imagen del
cuerpo, la sustancia gozante del cuerpo o lo simbólico del cuerpo.

El otro día en la consulta una paciente joven, que trabaja como actriz, venía a recoger una
radiografía que se había pedido porque presentaba un dolor de rodillas y una lumbalgia,
desde hace varios meses. Al informarle de que eran normales, me dice que no sabía que
hacer con el insomnio que también tenía desde hace varios meses, coincidencia que no se
me escapa por lo que le pregunto ¿qué paso hace dos meses?. Contesta que falleció su
padre, pero que ella ha sido la fuerte de la familia. Le sugiero la necesidad de hablar de
esta cuestión y que hay que considerar si lo resuelve de otra manera el duelo, que si ella
no habla, quizá lo esté haciendo el cuerpo.

Contesta que hace tres años falleció su hermana y que conoció que su hermano estaba
enfermo por el VIH. A ella se le cayó el pelo hasta casi quedarse calva, lo cual no es un
síntoma cualquiera para una actriz. Su imagense vió seriamente afectada ante el encuentro
con un real de esas dimensiones, sin que interviniese la mediación simbólica. Lo real
irrumpe en lo imaginario, choca, allí donde no opera lo simbólico, produciendo un
trastorno creo que del orden de lo psicosomático (I<>R). Ella dice que esto lo resolvió un
tiempo después rapándose el pelo, y posteriormente le creció normal. Ahora, con el dolor
de rodilla, podríamos decir que está haciendo un síntoma, sin lesión corporal, y podríamos
aventurar la posibilidad de que en unos años esta mujer podría ser candidata a tener una
evolución hacia la fibromialgia. Este caso serviría para pensar como se suceden los
acontecimientos en la vida de un sujeto y como puede evolucionar sino encuentra el
camino adecuado para que lo real y el goce no se apoderen de su existencia por la vía del
dolor.

En las clases de Mayo de 1999 de este mismo seminario “La experiencia de lo real en la
cura analítica” Miller introduce el concepto de «cuerpo viviente», lo que implica la
relación entre un concepto como cuerpo del lado de lo imaginario y «viviente» del lado
del organismo y de lo simbólico. Y dice que:

«no hay goce sino es a condición de que la vida se presente bajo la forma de un cuerpo,
de un cuerpo vivo…Eso dice que no se trata solamente de cuerpo imaginario, no
solamente del cuerpo bajo la forma de su forma. No se trata del cuerpo imagen, de aquel
que nosotros conocemos, al cual nos referimos, porque es operatorio en el estadio del
espejo, ese cuerpo especular que dobla el organismo. Cuando se habla de cuerpo vivo
tampoco se trata del cuerpo simbólico…ni imaginario ni simbólico, sino vivo, he aquí el
cuerpo que está afectado del goce»

Todo esto nos introduce en la temática del cuerpo en la última enseñanza del Lacan y el
texto de biología lacaniana del cuerpo de este seminario, esta sería otra vía de desarrollo
e investigación. Aquí señalo hay un punto de intersección entre la ética del médico y la
del psicoanalista, en tanto que el médico se ocupa del cuerpo en el sentido de la vida y el
psicoanalista lacaniano del tratamiento del goce, que no es sin cuerpo vivo. Este es otro
tema de estudio.

3.-La fibromialgia como un síntoma transclínico del cuerpo.

¿Cómo considera los fenómenos del cuerpo la Medicina?, conviene recordar que el
término psicosomático fue utilizado en 1946 como concepto, por el pensador alemán,
representante de la escuela vitalista H. Heinroth. Los médicos incluyeron este término
como una concepción novedosa en medicina y pretendieron con ello hacer lugar a “la
influencia de los factores psíquicos en la compresión de determinadas afecciones
orgánicas”. El conocimiento médico ya había producido grandes progresos en el
conocimiento de la neurología y la fisiología.

Hay innumerables definiciones y puntos de vista, teorías, pero en general podríamos


tomar la definición del diccionario enciclopédico de Medicina, Morland, que dice sobre
la psicosomática:
«que tiene síntomas corporales de origen psíquico, emocional o mental. Perteneciente a
la relación existente entre mente y cuerpo.»

En general se consideran enfermedades psicosomáticas un gran abanico de padecimientos


corporales: el asma, las rinitis crónicas no alérgicas, las migrañas, el colon irritable, las
lumbalgias crónicas, algunas enfermedades auto inmunes como el Lupus, las
enfermedades inflamatorias intestinales, el colon irritable, algunos enfermedades de la
piel etc…La amplitud y la pasividad del fenómeno psicosomático es evidente y me
atrevería a decir que casi generalizado. ¿Quién no ha presentado algunas de estas
enfermedades en algún momento de su vida? o las padece de forma crónica. Es decir
estamos ante un hecho de la clínica que no es marginal, aunque quizá muchos de estos
pacientes no vayan a la consulta del psicoanalista. Lo cierto es que el fenómeno
psicosomático no es un enigma a resolver, la gente no viene por estas cuestiones a la
consulta del analista, viene por otras cosas.

Entonces, tenemos el cuerpo implicado en el registro del dolor como síntoma, y estecreo
que es el caso de la fibromialgia, que se podría corresponder con una estructura neurótica
o incluso psicótica. En los casos clínicos se puede constatar esta cuestión, y en la clínica
hay un momento en que tiene que dilucidarse para orientar la estrategia de la cura.

En el capítulo de fenómenos del cuerpo y estructuras (Psicosis Ordinarias, pag. 103) se


plantea que la neoconversión serían los fenómenos del cuerpo no histérico, propios de la
psicosis y por tanto no interpretables a la manera freudiana. Se trata pues, de fenómenos
que aparecen con el cuerpo como soporte, y que constituyen un síntoma para el sujeto sin
que haya lesión. Esta última aclaración nos permite distinguirlos de los fenómenos
llamados psicosomáticos”
Esta cuestión de la Neoconversión que a mí me ha resultado muy novedosa e interesante
es otro tema a profundizar e investigar.

4.- Algunos casos clínicos.

El primer nombre de síntoma en psicoanálisis es el síntoma somático, de conversión.


Lacan dice en el texto de Los Escritos, en la pag. 206:
“hay enfermedades que hablan y Freud tomó la responsabilidad de hacernos entender la
verdad de lo que dicen”
Su instrumento fue la palabra:
“Tratamiento psíquico quiere decir…tratamiento desde el alma –ya sea de perturbaciones
anímicas o corporales- con recursos que de nuestra manera primaria e inmediata influyen
sobre lo anímico del hombre. Un recurso de esa índole es sobre todo la palabra, y las
palabras son, en efecto el instrumento esencial del tratamiento anímico” (Sigmund Freud,
tratamiento psíquico, obras completas).
Me ha interesado especialmente el caso de Isabel de R, que cuando la atiende Freud
padecía hacía más de dos años dolores en las piernas y dificultad para caminar. En los
últimos años había fallecido el padre, su madre tuvo que someterse a una grave operación
y después fallece su hermana. Freud dice que esto la apartaba del trato social y de los
placeres propios de su edad. Tenía intensa fatiga y tenía que guardar reposo. Localizaba
especialmente el dolor en la cara anterior del muslo derecho. El hecho de que la
hiperalgesia se presentara en los muslos le daba que pensar. Freud habla aquí del
reumatismo muscular crónico cuya descripción recuerda bastante a la de la fibromialgia,
aunque tiene algunas particularidades:
-dolor indeterminado y “cansancio doloroso”.
-A diferencia del hipocondríaco el sujeto no da demasiados detalles sobre el mismo.
-Cuando se estimula la zona dolorosa la paciente muestra una singular expresión, más
bien de placer que de dolor, grita como quien experimenta un voluptuoso cosquilleo,
cierra los ojos y dobla el torso hacia atrás. “Esta expresión no podía corresponder en modo
alguno al dolor que, según ella, le producía la presión ejercida sobre los músculos o la
piel, sino más probablemente al contenido de los pensamientos que se ocultaban detrás
de tales dolores…”
Freud prepara el terreno para iniciar el tratamientopsíquico. El historial patológico, dice
Freud, que Isabel de R. relató era muy extenso y se componía de sucesos dolorosos muy
diversos. Durante el tiempo en que se ocupa de los cuidados del padre se produce un
fracaso de su primer amor y se rebela como en algunos momentos se dirige los más duros
reproches por haber dedicado tiempo al placer con este primer amor.
En este momento Freud dice que la histeria reproduce el siguiente mecanismo:
“Cada nuevo motivo psíquico de sensaciones dolorosas se había ido a enlazar con un
lugar distinto de la zona dolorosa de la pierna. El lugar primitivamente doloroso del muslo
derecho se refería a la asistencia prestada al padre y a partir de él había ido creciendo, por
oposición y a consecuencia de nuevos traumas, el área atacada por el dolor. “
El procedimiento de Freud consistía en tratar de que la paciente enlazara por medio de la
asociación las diferentes zonas dolorosas y las escenas enlazadas a esa sensación
dolorosa, de esta forma iba

haciendo un recorrido.
En el final del tratamiento ella reconoce que cuando su hermana fallece ella piensa “Ahora
ya está libre y puede hacerme mi mujer”. Se refería a su cuñado del que había acumulado
un significativo deseo.
Freud explica como actúa la defensa ante una representación intolerable y convierte el
excitación psíquica en un fenómeno somático
“Para ahorrarse la dolorosa certidumbre de amar al marido de su hermana creó en su lugar
un sufrimiento físico, naciendo sus dolores como resultado de una conversión de lo
psíquico en somático” (pag. 121). “Durante la estancia en el balneario coincidiendo con
la familia y el cuñado llegaron sus amorosos deseos y simultáneamente sus dolores a su
máximo desarrollo…” (pag. 127)…
Para Freud “los distintos síntomas histérico desaparecían de inmediato y definitivamente,
en cuanto se conseguía despertar con toda claridad el recuerdo del proceso provocador, y
con él el afecto concomitante. Y describía el paciente con el mayor detalle posible dicho
proceso, dando expresión verbal al afecto…” (S.Freud, el mecanismo psiquico de los
fenómenos histéricos, obras completas, tomo I, pag, 43, Ed. Biblioteca nueva).
La conversión es un síntoma que se inscribe en el cuerpo como descifrable por el saber
inconsciente. Lacan dice que “el analista interpreta el símbolo y he aquí que el síntoma
que lo inscribe en letras de sufrimiento en la carne del sujeto se borra. (J.Lacan, Función
y campo de la palabra, pag 294, Los escritos).
Lacan plantea en el texto de las formaciones del inconsciente que en este caso el dolor se
encuentra directamente articulado –un punto de goce- con el deseo.
“Les habléde Elisabeth von R. de quien les decía que con solo leer el texto de Freud se
puede formular, porque el mismo lo articula, que su dolor en la parte superior del muslo
derechos es el deseo de su padre y el de su amigo de la infancia. En efecto este dolor
interviene cada vez que la paciente evoca el momento en que se encontraba
completamente al dolor de su padre enfermo, a la demanda de su padre, y al margen de
esto, se ejercía la atracción del deseo de su amigo de la infancia, que ella se reprochaba
tomar en consideración. El dolor del muslo derecho es el de sus dos cuñados, uno de los
cuales, el esposo de su hermana menor, representa el buen deseo masculino, y el otro el
malo –por otra parte, este último ha sido considerado por todas esas damas como un
hombre muy malvado…lo que hay que comprender es que el síntoma –y esto es lo que
significa conversión- el deseo es idéntico a la manifestación somática. Si ella es el
anverso, el es su revés” (pag. 344, formaciones del inconsciente).
Miller realiza el siguiente comentario: “en la histeria el cuerpo está concebido para servir
al deseo –también para la defensa contra el deseo, pero el asunto es que gira alrededor del
deseo.” (pag.254, psicosis ordinarias”.
Nos encontramos en el momento de la primera enseñanza de Lacan, de predominio de lo
simbólico, donde el síntoma es descifrable, tiene un sentido y está articulado con el deseo.
Más adelante Lacan a partir del seminario 20 establece una nueva concepción del síntoma.
Esta clínica clásica de la histeria la podemos observar cotidianamente en las consultas de
la medicina, lo que pasa es que no hay escucha de estos síntomas histéricos. Llamo la
atención sobre opiniones que he escuchado en numerosas ocasiones de que estas
manifestaciones histéricas no se dan hoy día, yo diría que son relativamente frecuentes,
pero que no van al psicoanalista, se quedan en el médico que muchas veces no sabe que
hacer.
A continuación veamos algunas viñetas clínica de los casos clínico que están siendo
atendidos.
Mari Luz es una mujer de 48 años, que se casó embarazada a los 19. Tiene una larga
historia de síntomas corporales, hace 20 años comenzó con dolores de cabeza y
posteriormente con dolores de rodillas y talones, que se fueron extendiendo
progresivamente en casi todas las articulaciones de su cuerpo.
Desde el principio habla de los problemas del alcoholismo de su marido, aunque
inicialmente lo relataba como si no tuviera nada que ver con su dolor, pero en el relato de
su padecimiento y recaídas se descubría una curiosa coincidencia con las recaídas de su
marido en el alcohol y varios intentos de separación. Durante las primeras entrevistas se
fue tratando de localizar y establecer las conexiones entre su historia del dolor y la historia
de su vida, con la misma lógica en que Freud procede en el historial clínico de Isabel de
R.
Ella empieza con fuertes dolores de cabeza un poco antes del primer ingreso psiquiátrico
de su marido hace 18 años, estando asintomático durante un tiempo durante la mejoría
del marido. Posteriormente comienza, durante unas vacaciones en una isla, con dolor de
talones y rodilla, tras un paseo por la playay de una noche de borrachera en la que
desaparece y la deja sola con los dos hijos.

“Uno de los días mi marido se fue por ahí y recayó y nos hizo una pequeña jugarreta…y
en los talones había una especie de hormigueo y dolorcillo en las rodillas, se me acorchaba
la mejilla y la parte anterior del muslo, como cuando se duermen las piernas y empezaron
a hacerme pruebas y después los hombros y las lumbares”

Esto cambia claramente la situación de la pareja y desde entonces ella desarrolla un


despliegue del síntoma corporal, que se va ampliando según otros acontecimientos
difíciles de su vida, como es el que le realizaran una intervención quirurgica cuando tenía
21 años, que le impedía tener más hijos “me llevé un gran disgusto, pero me fui
acostumbrando y cuando tenía 8 años mi hijo empecé a cuidar de mi sobrina, me hubiera
gustado tener dos o tres…”.

Ella dice“yo he sido una persona muy alegre, pero desde hace años, estoy caída, me centro
mucho en los dolores, cuando estoy más caída, tengo más dolor”.
En la actualidad varios días al año el marido vuelve a desaparecer de su domicilio y se
emborracha. Esto le resultaba insoportable, hasta el punto de que relatando su historia en
la cuarta entrevista plantea que se plantea separarse del marido de manera definitiva. Aquí
realizo una intervención en la que le planteo que lo fundamental es hablar de lo que le
pasa y que quizá sea un poco prematuro tomar decisiones.

En la siguiente entrevista comienza hablando del alcoholismo de su padre “el alcohol no


lo soporto, no lo aguanto, mi padre era alcohólico, el alcohol lo he vivido siempre muy
mal…entre mi madre y mi padre siempre hubo muchas discusiones por eso” e inicia una
nueva fase en su tratamiento en que despliega poco a poco su novela familiar.

Más adelante habla con el marido y le propone separarse provisionalmente, durante un


año, que le está buscando casa en el barrio, que necesita recuperar confianza en él y que
si la recupera se planteará continuar y si no que la separación será definitiva.
De su marido dice que “le ha cambiado la bebida, le conocí por una amiga común a los
17 años, estaba de mi continuamente, nos íbamos a los pantanos…al volver de la mili
empieza a salir y volver tarde, se tiraba dos días fuera, mi suegra no le daba importancia,
un día me fui con mi hermana a vivir una semana, pero el primer año se portó bastante
bien…después tuvo recaídas y le ingresaron en el hospital, llegaba a casa y montaba
broncas grandes y ahí empecé a tener psoriasis y me dijeron que a causa de los nervios,
después empecé con jaquecas…”

Ella vive en tensión cada día hasta comprobar en que estado viene a casa y relata que
“hasta que no le veo aparecer por la puerta estoy nerviosa, cuando me relajo me encuentro
cansada y con dolor y después poco a poco me voy recuperando, aunque tengo dolor
porque no se me va del todo…le he dicho que intente darme la confianza suficiente como
para saber yo que no va a recaer…”

Dice que tiene una minusvalía del 36% y que esto lo va a utilizar para buscar trabajo
porque le abre posibilidades que tiene que aprovechar. Dice que se encuentra mucho
mejor, que tiene ganas de vivir. En esta ocasión ni cuestione ni apoyo estos planes, ante
mí observo a una mujer en que algo del deseo comienza a moverse de nuevo, lo que le
permite realizar una canalización del goce distinta y una mejoría sintomática evidente.

En sesiones recientes ha comenzado a relatar que la última recaída de hace cuatro años
coincide con un episodio en que está a punto de divorciarse del marido tras un
enfrentamiento de él con su hijo: “mi hijo estaba en casa, llegó a casa y estaba muy
soberbio y llegaron a enfrentarse muy fuerte, estuvo ingresado en el hospital y después
volvió a ingresar por recaída…desde hace cuatro años, no soporto que se acerque a mí,
dormimos en camas y habitaciones separadas, mi cuerpo no responde cuando se acerca a
mi y este es un punto de mucho conflicto…”

Aquí se pone en juego una nueva dimensión del síntoma, que he podido observar de forma
sistemática en todos los historiales clínico.
Ya sabemos que estos cambios son frágiles y que queda un camino por recorrer en el
tratamiento de esta paciente, pero me parece ilustrativo este caso, porque lo ubico como
un caso de histeria clásico, al estilo de Isabel de R.

Pero no siempre es así, en otros casos hay una dificultad estructural para pensar la clínica
y una enorme desconexión entre los afectos y el dolor corporal que refieren.
Miller plantea que lo real de las cosas humanas se presenta con la forma de una curva de
Gauss y que nosotros trabajamos en lo no seguro. No solo no es cierto sino que tampoco
es seguro.

Aquí entramos en todos aquellos casos clínicos en que se pueden considerar el dolor como
un síntoma de anudamiento o que cumple una función en la psicosis. Por esta razón me
parece de una novedosa aportación las denominaciones de las neoconversiones, como los
síntomas del cuerpo que no son interpretables a la manera freudiana.
El dolor es de alguna manera el punto de origen de una prótesis corporal real que suple
una psicosis. Si se necesita un cuerpo para presentar un síntoma de conversión, aquí se
ve que una neoconversión puede permitirse a un sujeto hacerse un cuerpo a partir de su
síntoma.
Lucía tiene 45 años, comenzó hace cinco años con un dolor de rodilla que fue
extendiéndose por el cuerpo y sobre todo un dolor miofascial que le resulta muy molesto.
Ha sido estudiada por diferentes servicios hospitalarios, reumatología, neurología,
maxilofacial, y no se ha encontrado patología orgánica.
Es una mujer de aspecto melancólico, que me pareció algo extraña desde el principio,
aunque no sabría muy bien decir porqué, tal vez por la mirada perdida mientras hablaba.
Tiene dos hijos y está casada desde muy joven, aunque realmente lo hizo por la influencia
de una amiga, que salía con un amigo del que posteriormente sería su marido. “Yo no
conocía chicos, no quería salir”. Después de un noviazgo de varios meses, se casó
embarazada. Su padre falleció hace seis años. Curiosamente es el punto de comienzo de
su cuadro clínico, aunque lo comenta como si fuese un hecho aislado y sin afecto para
ella.
Su padre era alcohólico y lo describe como un hombre violento, que dejó de trabajar y
que ayudaba poco en la casa, al que acompañaba por los bares cuando era pequeña. Relata
varios episodios de enfrentamiento a él cuando era adolescente. “cállate borracho y el se
levantó y me quería pegar, no me callaba, no lo podía remediar…”
Los dos hijos que tuvo no fueron deseados. Con el segundo intento abortar tomando unas
hierbas y no fue al ginecólogo hasta los siete meses. El segundo hijo comenzó a hablar
muy tarde y estuvo en tratamiento hasta los 12 años, con una escolarización bastante
deficitaria.
Su marido dice que no es malo, aunque va mucho al bar. Se queja de que “no da la cara”,
porque viven en la casa de su madre, que comparten con su cuñado y cuñada, con los que
no se hablan, de forma que tienen el salón de la casa dividido por un tabique y solamente
comparten la cocina y el baño. Viven dos familias en un mismo domicilio, llevan así trece
años y su cuñada le hace la vida imposible.
Esta mujer que “da la cara” para que la medicina la interrogue y la explore llevaba sin
apenas dormir tres años cuando inició el tratamiento. Una de las primeras intervenciones
fue la de tratar de resolver con medicación, este insomnio tan severo, lo que le ha
proporcionado un cierto alivio.
Ella cree que el dolor es porque ha estado tomando anticonceptivos durante 20 años y se
le han descalcificado los huesos, en la cara tiene artrosis. Ella me enseña el informe del
servicio de maxilo- facial en el que dice que no encuentran nada, pero asegura que tiene
artrosis. Ante esta certeza decido no contrariarla, se podría pensar en una interpretación
delirante.
Es una mujer que habla de su familia y de los problemas sin mostrar afecto alguno, no
trabaja y se queja del marido porque siempre vuelve un poco tarde a casa. De la relación
con el marido dice que actualmente no utiliza método anticonceptivo, que el no quiere
usar preservativo y ella lo rechaza con frecuencia “yo cuando el quiere, no, yo no estoy
dispuesta”.
Es un caso a verificar el diagnóstico, el dolor inunda su vida, consulta con mucha
frecuencia a diferentes servicios sanitarios, pero acude a ellos más bien pérdida y sin
mostrar una queja excesiva. Me impresiona de un caso de psicosis a verificar, quizá una
paciente inclasificable.
Puedo decir que efectivamente, hay una clínica desde el psicoanálisis de orientación
lacaniana para el dolor como síntoma corporal, para la fibromialgia en concreto,y yo
mismo estoy sorprendido de la eficacia terapéutica en algunos casos clínicos. Esta clínica
es la clásica de la histeria. Pero no todos los casos son así. Podríamos pensar la
fibromialgia como un fenómeno transclínico, donde se presentarán muchos casos con
síntomas no interpretables a la manera freudiana, no solamente de psicosis, también de
estructuras neuróticas más complejas, más bizarras, donde el sujeto del inconsciente no
aparece por ningún lado y donde es difícil operar desde una posición analítica, pero no
imposible.
Se trataría de una clínica que tiene que ver con un debilitamiento de lo simbólico y la
apuesta por hacer existir el sujeto del inconsciente en el caso de la neurosis o de buscar
soluciones o anudamientos en el caso de la psicosis.

La fibromialgia es un síntoma que tiene de especial su resistencia a las neurociencias y la


farmacología, pone a prueba la palabra, es también un síntoma contemporáneo.

Santiago Castellanos

Referencias bibliográficas:
Estudios sobre la histeria (historial clínico de Elisabeth Von R.). Obras Completas,
Sigmund Freud. Seminario V. Las Formaciones del inconsciente. Jacques Lacan.
La tercera. Intervenciones y textos. Jacques Lacan. Ed. Mantial
Psicoanálisis y Medicina. Intervenciones y textos. Jacques Lacan. Ed. Mantial
La Psicosis Ordinaria. J.A. Miller y otros. Ed. Paidos
La Experiencia de lo Real en la Cura psicoanalítica. J.A. Miller. Ed. Paidos

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