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FINES DE LA EDUCACIÓN CRISTIANA

Desde los inicios de la civilización la educación ha desempeñado un papel


dominante en la construcción social. Las sociedades han utilizado la educación
como herramienta para la transmisión o adelanto de la cultura, la enseñanza de
los patrones de conductas aceptables, y la inculcación de conocimiento, valores,
destrezas y actitudes, por medio de instituciones que han sido creadas con ese
fin. En los albores del tercer milenio continúa el mismo fenómeno social.
La educación cristiana no excluye estas intenciones sociales, pero va más allá.
En general, la educación cristiana está más ligada a la formación integral del
creyente, al crecimiento espiritual del ser humano, para que se manifieste una fe
comunitaria que transforme, a su vez, a la sociedad. Esto es el discipulado; de
acuerdo a las palabras de nuestro Dios en donde deja plasmado que nuestra
gran comisión es de acuerdo al evangelio según San Mateo 28:19-20 ( 19Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas
las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén.) El discipulado evangélico hace al educando y a la
educanda consciente del amor de Dios. Esta verdad teológica le conduce a
experimentar la proximidad del más cercano a través de la incursión y de la
solidaridad social.
Una iglesia saludable es una iglesia que educa a la luz de las Sagradas
Escrituras. Consecuente a esta intención, la iglesia invierte sus mejores recursos
y esfuerzos para alcanzar esta hermosa aspiración eclesial. El riesgo de enseñar
y aprender el Evangelio de forma correcta es la transformación social y, sobre
todo, el goce pleno de la libertad en Cristo Jesús.
Una vez entendido que el papel constructivo de la educación cristiana
pone mayor interés en los aspectos instructivos del carácter creyente que en la
ganancia numérica de adeptos, estamos obligados a explorar el concepto. Para
entender su significado tomaré prestado la siguiente definición esbozada por el
Dr. Robert Pazmiño (2002).
La educación cristiana consiste en el esfuerzo divino-humano deliberado,
sistemático y continuo de comunicar o apropiarse del conocimiento, valores,
actitudes, habilidades, sensibilidad y el comportamiento que constituye o son
consistentes con la fe cristiana.

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La educación cristiana es muy importante para todo creyente de Jesucristo,
porque cuando creemos y aceptamos a Cristo como nuestro salvador pasamos
a ser hijos de Dios de acuerdo al evangelio según San Juan 1:12 (Mas a todos
los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser
hechos hijos de Dios), y como tal, debemos dejar lo que traemos del mundo para
empezar nuestra transformación como hijos de Dios, en 2 Corintios 5:17 dice:
De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Tales palabras son palabras de Dios
y como tal debemos acuñarlas, aceptarlas y creer que realmente vamos a ser
personas diferentes. Cuando aceptamos a Cristo es porque creemos realmente
que Dios nos ama y creemos que Dios envió a su hijo unigénito a morir en la
cruz del calvario por nosotros para que fuéramos salvos, esto lo dice el
evangelio según San Juan en el capítulo 3:16 Porque de tal manera amó Dios al
mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no
se pierda, más tenga vida eterna. Es de esta manera cuando empezamos
nuestra transformación y empezamos nuestra transformación al tomar un paso
de obediencia y ese paso es nuestro bautismo en agua; El bautismo es un acto
de obediencia. Si bien no es necesario para la Salvación, demuestra la sumisión
a Dios y la decisión de seguir a Cristo. El Bautizo es por inmersión, porque
creemos que Jesús lo ejemplificó de esta forma para que nosotros le
siguiéramos. Es un paso para reconocer públicamente nuestra fe en Él. Esto
podemos fundamentarlo en Marcos 1:9-11 9Aconteció en aquellos días, que
Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10Y
luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma
que descendía sobre él. 11Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi
Hijo amado; en ti tengo complacencia. Y este es el paso de obediencia que
Jesús hizo a su padre que está en los cielos.
Posteriormente de tomar la decisión de bautizarnos y hablamos con el Pastor
encargado de la iglesia a donde hemos decidido reunirnos, él los preparará para
tomar el curso prebaustimal que costa de 12 lecciones; en donde aprenderemos
cuales serán nuestros deberes y obligaciones para pasar a ser miembros de la
iglesia.
Principios rectores de la educación cristiana
De ahí que podemos dar un salto cualitativo para tratar de establecer tres
principios rectores que sustenten la comprensión de la función de la educación
cristiana:

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1. Todo y toda participante de la escuela bíblica tiene derecho a una
educación integral, innovadora y auténtica que propenda al pleno
desarrollo y respeto de sus capacidades psicológicas, motoras,
emocionales, morales y espirituales.
2. Una aproximación a la educación cristiana encuentra su raíz en la
revelación de Dios, centrada en la persona de su hijo Jesucristo y su
enseñanza acerca del Reino de Dios, consecuente con el testimonio de
las Sagradas Escrituras Cristiana, y la iluminación del Espíritu Santo.
3. Los esfuerzos curriculares y metodológicos, ese currículo operacional que
se da en las aulas, debe motivar, inspirar y ser fuente que haga brotar la
alegría del Evangelio. En ocasiones, en los escenarios formativos
cristianos predomina un clima educativo lúgubre, en lugar de la alegría por
aprender.
Más sencillo, una educación cristiana auténtica tiene lugar cuando se es
consciente (1) del respeto hacia la dignidad del ser humano; (2) en la afirmación
y experiencia de la acción Trinitaria en la pedagogía eclesial; (3) en fomentar la
alegría y el disfrute del Santo Evangelio.
Thomas Groome plantea que la educación religiosa (cristiana) tiene tres
propósitos fundamentales: Educar para afirmar los valores del reino de Dios,
educar para nutrir la fe y educar para vivir la libertad. Y, respetuosamente, le
añado un cuarto propósito; educar para vivir y disfrutar la alegría del Evangelio
en comunidad. El que nosotros busquemos escudriñar la palabra de Dios es
importante, porque podemos conocer más de cerca al Padre a través de su
palabra y poniendo primeramente a Jesús como nuestro intercesor delante de su
Padre.
Educar para afirmar los valores del reino de Dios
Tanto la persona de Jesús como su enseñanza acerca de los valores cardinales
del reino de los cielos son objetos de estudio en la educación cristiana. O sea,
son su contenido. Pero ¿qué significa el reino de Dios?, ¿cuál es su alcance?,
¿qué implicaciones tiene para la vida de cada creyente?

El reino, centro del contenido de la predicación de Jesús, simboliza la presencia


activa de Dios y su poder sobre, en y al final de la historia. Como símbolo
comunitario transforma las circunstancias y trae al escenario un denuedo de
esperanza y posibilidad para el corazón abatido y cansado. Para Xavier León-
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Dufour, el Reino de Dios, con su advenimiento proclama el fin del dominio de
Satanás y de los poderes del pecado y de la muerte sobre los seres humanos.
Una iglesia que crece saludablemente enseña a los cristianos a encarnar los
valores del reino de Dios en cada acto personal y en cada gesto de afirmación
comunitaria. Esto es lo que Efesios asevera con la expresión, “perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio”; Efesios 4:12 Esta perfección encuentra
autenticidad en la imitación del modelaje de Jesús y en la confesión universal de
la iglesia que le declara Señor y Cristo.
Educar para nutrir la fe
La educación cristiana auténtica promueve la vida en la fe cristiana. Llegar al
conocimiento del Hijo de Dios; Efesios 4:13 (hasta que todos lleguemos a la
unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo) o conocer lo que Dios quiere;
Romanos 12:2 (No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.), se aprende, se enseña. Que mejor
escenario para que ocurra el misterio del crecimiento espiritual de la iglesia que
el instituto bíblico. Los elementos distintivos de esa enseñanza germinan en un
proceso de formación. Produce la creencia, la convicción y el entendimiento de
la obra de Dios. Ella ilumina y robustece la confianza en Dios. El estudio de las
Sagradas Escrituras nutre la fe, la hace fuerte a tal magnitud que nos da las
herramientas para enfrentar las pseudas-enseñanzas religiosas que denigran y
laceran la dignidad del ser humano. Una fe bien nutrida abraza la confianza, que
descansa en la fidelidad de Dios y en la gracia de su poder salvador,
alumbrando el camino para hacer su voluntad, la plenitud del reino en medio
nuestro.
Educar para vivir la libertad
La iglesia cristiana ha sido instituida para vivir, modelar, educar y propiciar la
libertad. Esta cualidad humana se convierte en uno de los propósitos esenciales
del proyecto pedagógico eclesial. Pero, sin un programa educativo sólido e
integral, cuya aspiración sea el redescubrimiento de la condición de libertad, no
aflora la conciencia de haber sido creado a imagen y semejanza divina. Dicha
consideración etimológica debe dirigir al magisterio de la iglesia a reconocer que
los procesos pedagógicos auspiciados por la educación cristiana deben
fomentar escenarios educativos, en donde se propicie que el participante emplee

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sus funciones intelectuales con el fin de percibir, vivir y re-vivir la realidad de la
libertad.
El descubrimiento del valor superior de la libertad se alcanza por medio de
experiencias de aprendizajes que inspiran al educando a valorar, sentir y anhelar
la plena dimensión de esta condición humana. En la educación cristiana para la
libertad y transformación creativa, se diseñan y aquilatan procesos pedagógicos
genuinos que inspiran a los alumnos y a las alumnas a construir utopías y a
soñar con una mejor sociedad y convertirse a su vez en mejores seguidores y
seguidoras de Jesús. Esto es, permanecer en Cristo Jesús.
Educar para vivir y disfrutar la alegría del Evangelio en comunidad
Como hemos mencionado, una iglesia que crece celebra la vida y disfruta la
alegría del Evangelio en comunidad. En el cuarto evangelio, Jesús en una
oración intima al Padre, peticiona: A los que me has dado, guárdalos en tu
nombre, para que sean uno, así como nosotros (Jn 17:11). De ahí que el
esfuerzo constante de la educación cristiana afirma con mayor ahínco el aspecto
comunitario sobre el desarrollo personal, énfasis de la educación secular.
Por tanto, es necesario que busquemos a Dios a través de la Educación
Cristiana, buscar respuesta y tratar cada día conocer a Dios a través de esta
educación. Y si aún hay cristianos que solo llegan a su lugar de reunión para
alabar, exaltar y bendecir el nombre de Jesús, hay que instarlos a que busquen
a Dios a través de la Educación Cristiana, que los institutos bíblicos imparten.
Primeramente, para conocer más de cerca a nuestro Dios, en segundo lugar,
para llegar a ser canales de evangelismo y ganar almas para Cristo y no solo ser
puentes, sino que seamos ejemplo a través de nuestro testimonio. Dios quiere
darnos tesoros de vida y libertad aquí en la tierra para que a través de nosotros
el mundo pueda conocerlo, para que los miembros de nuestras iglesias
conozcan que no solo debemos calentar bancas, sino que vayamos a todo el
mundo y cumplamos con la gran comisión que nos muestra el evangelio según
San Mateo capitulo 28 versículos 19 al 20. Dios no ama y su hijo Jesucristo es el
gran maestro que nos capacita a través del consolador que es el Espíritu Santo
para ser sus discípulos escogidos para llevar el mensaje de salvación.

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