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Objeto de la actividad
Introducción
Caso práctico
Carlos tiene 37 años, lleva en prisión desde los 18 años, por varias causas, primero por asesinato (art.
139 Código penal) y luego, dentro de la prisión, por lesiones a funcionarios, amenazas, atentado, entre
otras. Debe cumplir una pena privativa de libertad por un total de 30 años y 6 meses y 5 días.
Era politoxicómano y estaba bajo los efectos de sustancias cuando cometió el asesinato, si bien en el
juicio no se le aplicó ninguna eximente de responsabilidad. En la prisión no puede realizar ningún
trabajo para hacer frente a la responsabilidad civil que por sentencia se le ha impuesto. Si bien, su deseo
es realizar alguna tarea para sufragar su responsabilidad.
Además, Carlos es colombiano, la mayor parte de su familia está en España. Ahora, tiene un trastorno
depresivo, junto al trastorno antisocial de la personalidad.
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Consideraciones previas
El supuesto a analizar nos acerca al caso concreto de una persona que cumple pena de
prisión por la comisión de diferentes delitos, aunque sin entrar en detalle sobre las
circunstancias de los mismos, la continuidad o no de su adicción a las drogas, la veracidad
(o falta de la misma) de sus alegaciones sobre ser sometido a torturas en prisión, etc. Todas
estas variables son fundamentales a la hora de valorar la posible adopción de medidas
alternativas teniendo en cuenta su situación personal.
En todo caso, el enunciado, tal y como es presentado obliga a adoptar una cierta flexibilidad
de interpretación (mediante inferencias), aunque a cambio de una probable pérdida de
rigor.
Hechos factuales:
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Primera pregunta
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c) El artículo 89 del Código Penal entiende la posibilidad de suspensión de la pena y su
sustitución por la expulsión del territorio nacional para extranjeros que cometan
delitos en España. No obstante, y a tenor del punto 4 de dicho artículo, se antoja
imposible la aplicación de esta medida debido al supuesto arraigo de Carlos en el
país (la mayor parte de su familia se encuentra en el país.)
d) Si se apreciase “…en el penado una situación duradera de trastorno mental grave
que le impida conocer el sentido de la pena”, el juez de vigilancia penitenciaria, y
de acuerdo al artículo 60 del Código Penal, podría acordar la sustitución del
cumplimiento de la pena en centro penitenciario por su cumplimiento en un centro
psiquiátrico.
El supuesto propuesto no parece respaldar ni que Carlos padezca un trastorno grave,
ni que no sea consciente del sentido de la pena.
Segunda pregunta
Argumente y analice en qué Establecimiento penitenciario debe cumplir Carlos la pena privativa de
libertad.
Tercera pregunta
Carlos dice que recibe torturas por parte de los funcionarios, ha puesto numerosas denuncias y hay
pendiente un juicio porque le han roto el tabique nasal, además de tener lesiones en el cuerpo. Bajo
este contexto, qué puede solicitar o pedir el preso al Juez de Vigilancia Penitenciaria y a la
Administración penitenciaria en sí. Qué decisiones o actuaciones debe llevar a cabo el Juez y el
centro penitenciario. Argumente la respuesta desde el punto de vista penitenciario.
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encargado de supervisar el cumplimiento de las penas y medidas impuestas a los presos y
de garantizar el respeto a sus derechos.
Por lo tanto, mientras la administración debe actuar de manera rápida y eficiente ante
cualquier denuncia de torturas o malos tratos, el juez de vigilancia penitenciaria es una
figura clave para proteger a los presos de cualquier tipo de maltrato o violación de sus
derechos en prisión.
Carlos puede solicitar el amparo de la Administración, dirigiéndose directamente al director
del Centro Penitenciario o persona que lo sustituya y exponiéndole el motivo de su petición.
Éste, por su parte, y de acuerdo al artículo 53 del Reglamento Penitenciario, “… habrá de
adoptar las medidas oportunas o recabar los informes que estimen convenientes y, en todo
caso, hacer llegar aquéllas a las Autoridades u organismos competentes para resolverlas”,
en este caso, el juez de vigilancia penitenciaria.
Además, y conforme al artículo 75 del Reglamento Penitenciario, el director del Centro
podrá “…, a solicitud del interno o por propia iniciativa …, acordar mediante resolución
motivada, cuando fuere preciso para salvaguardar la vida o integridad física del recluso, la
adopción de medidas que impliquen limitaciones regimentales, dando cuenta al Juez de
Vigilancia. Más aún, el mismo artículo habilita al Consejo de Dirección la propuesta al Centro
Directivo del traslado de Carlos a otro establecimiento de similares características.
Carlos puede dirigirse también al Juez de vigilancia penitenciaria, quién de acuerdo al
artículo 76.1 de la LOGP debe “… salvaguardar los derechos de los internos y corregir los
abusos y desviaciones que en el cumplimiento de los preceptos del régimen penitenciario
puedan producirse”, acordando “lo que proceda sobre las peticiones o quejas que los
internos formulen en relación con el régimen y el tratamiento penitenciario en cuanto
afecte a los derechos fundamentales o a los derechos y beneficio penitenciarios de aquéllos”
(artículo 76.2.g).
Este artículo faculta al Juez de vigilancia penitenciaria a tomar o, requerir del centro
penitenciario, que se tomen las medidas necesarias tendentes a garantizar la integridad de
Carlos.
Otras medidas inmediatas que se deberían garantizar son el acceso a un abogado y a
asistencia médica forense, así como a asistencia psicológica. También sería imperante la
separación o aislamiento de Carlos de aquellas personas que pudieran estar implicadas en
un presunto delictivo de torturas.
Por supuesto, en caso de que existiesen indicios suficientes, la apertura de una investigación
criminal sobre los hechos denunciados.
Conclusión
El artículo 25.2 de la Constitución Española establece que “Las penas privativas de libertad
y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social…”
Sin embargo, el supuesto presentado parece un claro ejemplo del efecto de “prisonización”
ligado a las condenas de larga duración.
Carlos sufre de un trastorno antisocial de personalidad, común entre los que quebrantan el
ordenamiento jurídico, al que se suma un trastorno depresivo, este adquirido durante su
estancia en el centro penitenciario.
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Como se ha comentado someramente en la introducción, el paso por un centro
penitenciario, tal y como está concebido actualmente, es un mal necesario para proteger a
la sociedad del delincuente y que aun teniendo por objeto un fin positivo para el reo, este
es difícil de conseguir debido al caldo de cultivo que se crea en el ambiente penitenciario.
En el supuesto propuesto no se detalla la evolución en la conducta de Carlos durante la
condena, ni los motivos que le llevan a cometer ilícitos contra los funcionarios del centro,
pero no es descabellado inferir que, tras tantos años de internamiento en un régimen
cerrado, el sistema sea responsable de una perpetuación de su conducta criminal.
Una posible dirección a tomar sería la adopción de sistemas que protegiendo a la sociedad
de delincuentes, también evitase la creación de guetos carcelarios y progugnase medidas
más pragmáticas y encaminadas a una reinserción social.
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Bibliografía
Hernández García, J.I. y Melero, D. M. (s.f.). Temario Derecho Penitenciario y de Reforma. Grado en
Criminología, Universidad Europea Miguel de Cervantes.
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