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Disciplinas de la filosofía

Las ramas y los problemas que componen la filosofía han variado mucho a través de los
siglos. Por ejemplo, en sus orígenes, la Filosofía abarcaba el estudio de los cielos que hoy
llamamos Astronomía, así como los problemas que ahora pertenecen a la Física. Teniendo
esto en cuenta, a continuación se presentan algunas de las ramas centrales de la filosofía
en el presente:

Ä M
​ etafísica: La etimología de “Metafísica”, significa lo que está “más allá de lo

físico”, por lo que esta se ocupa de investigar la naturaleza, estructura y


principios fundamentales de la realidad en general, como lo también lo que
excede a la realidad. Esto incluye la clarificación e investigación de algunas de
las nociones fundamentales con las que entendemos el mundo, incluyendo: ser,
entidad, existencia, objeto, propiedad, relación, causalidad, tiempo y espacio.

Ä G
​ noseología: Estudia el origen, la naturaleza y los límites del conocimiento

humano. Es posible que lo que se pregunta esta rama de la Filosofía, lo resuelva


la Neurología, por ejemplo.

Ä E
​ pistemología: Es el estudio del conocimiento científico, también denominada

filosofía de la ciencia. Muchas ciencias particulares tienen además su propia


filosofía, como por ejemplo, la filosofía de la historia, la filosofía de la
matemática, la filosofía de la física, etcétera. Se interesa por las condiciones que
hacen que las ciencias sean ciencias, cómo una determinada visión científica
acarrea consecuencias sociales, políticas, religiosas, etc.

Ä L
​ ógica: La lógica es el estudio de los modos en qué razonamos. Mientras la

Psicología se interesa por los contenidos de nuestra conciencia, la lógica lo hace


por la forma, la estructura de nuestros razonamientos.

Ä​ É
​ tica:​ Abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.

Ä E
​ stética​: La única definición que parece gozar de algún consenso entre los

filósofos, es que la estética es el estudio de la belleza, de lo que causa placer y


gusto.
Ä F
​ ilosofía política: La filosofía política es el estudio acerca de cómo debería ser la

relación entre los individuos y la sociedad, el estudio de los gobiernos, las leyes,
los derechos, el poder y las demás instituciones y prácticas políticas. La filosofía
política se diferencia de la ciencia política por su carácter generalmente
normativo.

Ä F
​ ilosofía del lenguaje: Es el estudio del lenguaje en sus aspectos más generales

y fundamentales, como la naturaleza del significado, de la referencia, y la


relación entre el lenguaje, los usuarios del lenguaje y el mundo.

Ä ​Antropología Filosófica: (anthropos: hombre) Es el estudio del hombre


considerado como totalidad y su lugar en el universo. Así como la medicina
estudia la anatomía del hombre, o la paleontología los restos de otras
generaciones la antropología se ocupa de la existencia, sentido y misión de la
vida del hombre.

Distinción entre ciencia, ideología y filosofía

No es ciencia ni ideología… es filosofía

Lo que ya ha quedado claro es que la filosofía es un tipo de saber que se plasma en


la actividad de teorizar y criticar (es decir, ejercer la capacidad crítica, la capacidad de
analizar en cada caso cómo, por qué y para qué); que su herramienta principal es la
argumentación y que todos la practicamos, en mayor o menor grado, con más o menos
profundidad o regularidad. Dicho esto corremos el riesgo de confundirla con el saber vulgar,
es decir, el tipo de saber que todos tenemos y que no requiere ninguna profesionalizad. El
saber vulgar es el que nos permite movernos en la vida cotidiana, saber cómo parar un
colectivo, donde comprar un libro, cómo atarnos los zapatos, cómo hablar por teléfono. Es
decir, es todo ese conjunto de saberes que no hemos adquirido de manera sistemática, sino
que tenemos por el solo hecho de vivir en una determinada sociedad y por la necesidad de
subsistir en ella. La filosofía es, claro está, un tipo de saber diferente, porque su objeto de
estudio es diferente y también por el rigor y el grado de reflexión teórica que demanda su
estudio. Sin embargo, al decir esto corremos el riesgo de confundirla con las ciencias. Pero
la filosofía y la ciencia se diferencian, en primer lugar, en que la primera no conlleva
supuestos ni determina de antemano el límite de sus cuestionamientos; y, en segundo
lugar, en que la ciencia tiene siempre un objeto de estudio particular determinado y no
universal, como pretende tener la filosofía.

Dicho en términos generales, la filosofía se ocupa de aquello que concierne a un ser


humano. El filósofo reflexiona, por ejemplo, sobre el sentido de la vida, la necesidad de la
acción, el rumbo que debe llevar dicha acción, la relación del hombre con sus pares, el
sentido de la religión, el lugar que ocupa el cuerpo en la totalidad del ser humano. Si ahora
nos detenemos a observar las ciencias, encontraremos, por ejemplo, que la psicología se
encarga también del ser humano –de su conciencia y su inconsciente, de su relación con
los demás y del rumbo que cada uno da a su vida-, pero se diferencia de la filosofía porque
su objetivo es establecer leyes generales a partir de un estudio de casos particulares y por
aplicar luego todas estas leyes o conclusiones a la singularidad de una historia personal, de
un ser humano concreto. La filosofía, en cambio, plantea sus preguntas considerando a
todos los hombres en general, en sentido universal. Es decir, un psicólogo investigará cuál
es el rumbo particular que un paciente concreto y particular da a su vida y sus motivaciones
individuales para hacerlo, mientras que el filósofo va a preguntarse acerca del rumbo
general o universal que los hombres dan a su vida, de las motivaciones que todo hombre
tiene para actuar de cierta manera.

Lo mismo sucede con la sociología, que se ocupa del hombre en tanto ser social, de
sus relaciones sociales, de la historia de las sociedades y de la descripción y análisis del
funcionamiento concreto de las sociedades concretas. La filosofía también se preocupa por
las relaciones entre los seres humanos, por la necesidad de los hombres de vivir en
sociedad y aún de sus organizaciones políticas. Sin embargo, lo hará de manera universal,
y no considerando una sociedad particular ni un determinado grupo social. Cuando
Aristóteles define al hombre como un animal social no está ocupándose de explicar el
fenómeno social, si no de la esencia humana. Si tomamos la antropología social tendremos
el mismo caso. Ella se ocupa de la cultura, de su origen y desarrollo, sus grupos étnicos
concretos y determinados. La antropología filosófica, en cambio, busca acercarse a definir
la naturaleza humana universal que permita entender a todo ser humano. Y lo mismo podría
verse en todas las ciencias que toman algún aspecto del hombre como parte de su objeto
de estudio: la historia, la medicina, la economía. La diferencia de los planteos filosóficos
será siempre su grado de universalidad –contra la especificidad del objeto del que se ocupa
cada ciencia particular- y su acercamiento reflexivo, sin supuestos.
Ahora, una vez que la filosofía se caracteriza como un sistema de ideas o un modo
de organizar los pensamientos es fácil confundirla con una ideología. Una ideología es,
precisamente, un sistema de ideas, pero más precisamente, una forma determinada de ver
el mundo y de explicarlo. La diferencia con la filosofía es que, mientras que ésta está abierta
a nuevos cuestionamientos y a revisar esas ideas con que conforma sus sistemas, se dice
generalmente que las ideologías son cerradas y dogmáticas. Una ideología es, en sentido
despectivo, un dogma; y decimos “despectivo”, porque lo dogmático implica la rigidez del
pensamiento y el cierre a un intercambio con diferentes formas de pensar. Sin embargo,
como veremos más adelante, pretender estar excluido de toda ideología significa confiar en
que es posible mirar el mundo con absoluta objetividad y sin ninguna determinación
histórica, personal, social, lo cual es ciertamente una ingenuidad. Lo que queremos decir es
que en toda época, en todo lugar, en todo espacio social, existen valores y discursos que se
consideran más valiosos y que nos resultan más apropiados que otros. Y esos valores y
discursos son, en cierta forma, nuestra manera de ver el mundo y de explicarlo, es decir,
nuestra ideología, más o menos consciente. Esto es, hasta donde podemos ver, inevitable.

En todo caso digamos que lo determinante en el caso de la filosofía es, más que
tener una mirada objetiva de la realidad de su tiempo –lo cual es ciertamente imposible-,
esforzarse por no abandonar el cuestionamiento de esa realidad y por no ceder
conscientemente al dogmatismo.

“La búsqueda de la verdad es una pasión por la libertad y sus


consecuencias. Aspirar a ella es ir hacia lo mejor de nosotros mismos y de lo
que nos rodea.”

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