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Filosofía de género

Simone de Beauvoir y Judith Butler

1.Introducción a la filosofía de género


1.1 ¿Hubo filósofas?
1.2 Ser mujer y además, pensar
1.3 Actividades

2. Género y filosofía existencialista


2.1 Introducción al pensamiento de Simone de Beauvoir
2.2 Actividades
2-3 El segundo sexo: Introducción y selección de textos
2.4 Construcción social del género y estereotipos
2.5 Actividades

3. El género en disputa
3.1 Introducción al pensamiento de Judith Butler
3.2 El género en disputa: Prefacio 1990
3.3 Actividades
3.4 Construcción social del género y la noción de cuerpo en el feminismo
1. Introducción a la filosofía de género
1.1¿Hubo Filósofas?

A continuación trabajaremos con fragmentos de Ellas lo pensaron antes, filósofas


excluidas de la memoria de María Luisa Femenías.

María Luisa Femenías (Buenos Aires,


1950) es doctora en Filosofía por la
Universidad Complutense de Madrid,
profesora titular de Antropología
Filosófica en la Universidad Nacional de
La Plata desde 1997, y profesora
invitada en numerosas universidades del
país y del exterior. Desde 1998 dirige
proyectos de investigación sobre
filosofía y teoría de género.

“En 1987, Mary Ellen Waithe publicaba A History of Women Philosophers -


libro no traducido aún al castellano-, obra de cuatro volúmenes que comienza con la
pregunta: “Hubo filósofas?¿Es posible una historia de las filósofas? Estas preguntas,
formuladas hace más de treinta años, concentran varios interrogantes que desafían el
canon filosófico que, salvo escasas excepciones, hasta tiempos muy recientes excluyó a
las mujeres. La reciente producción historiográfica de mujeres desveló también su
ausencia de los listados de filósofos. Solo se ha hecho referencia, a modo de anécdota, a
los intereses filosóficos de Cristina de Suecia en su correspondencia con René
Descartes, o a los relatos platónicos de un Sócrates instruido en el amor por una mítica
Diotima y al enciclopédico conocimiento de Hildegarda de Bingen, nombres con los
que, por lo general, se saldaba la presencia de las mujeres en la filosofía.
Sin embargo, de la mano de las relativamente recientes historias de las mujeres y
de la vida privada, por un lado, aparecidas a principios de la década de los ochenta, y de
los festejos franceses por los doscientos años de la toma de la Bastilla, cuando se
publicaron muchos debates en torno del derecho de ciudadanía de las mujeres, por otro,
ya cerrando la década, la situación cambió significativamente. Quizás uno de los
aspectos más interesantes sea haber echado luz sobre una interesante producción escrita
por mujeres, a pesar de que las condiciones históricas las desestimaban. Buscando
donde nunca se había buscado, -como relata Waithe-, en los anaqueles de misceláneas
de las más variadas bibliotecas, aparecieron textos, fragmentarios en su mayoría,
escritos por filósofas. Tanto así que, en la actualidad, ya casi nadie discute la presencia
de las mujeres como coagentes históricos de la producción teórica, artística y filosófica,
su interlocución y su participación activa en los intereses de la época, contribuyendo a
la construcción del conocimiento y al desarrollo social.
La pregunta central, por consiguiente, debe apuntar no tanto a si existieron
filósofas, científicas o creadores, sino más bien, a en qué condiciones desarrollaron sus
contribuciones, por qué ni llegaron hasta nosotros, ni ingresaron al canon. Es decir, se
trata de analizar los modos de ocultamiento o invisibilización de las empresas teóricas
llevadas a cabo por mujeres y de preguntar por los sesgos que impidieron la transmisión
de sus textos y, de manera particular, su incidencia en la historia general de la filosofía”
(María Luisa Femenías, (2019:13)

“Huelga decir que, en las diversas épocas de las que nos ocuparemos, los
procedimientos de trabajo y de producción de obras filosóficas fueron radicalmente
diferentes tanto para varones como para mujeres. Sin embargo, debemos señalar las
mayores restricciones que padecieron las mujeres en el acceso a la educación en
general. Por un lado, al igual que sucedió a los varones, históricamente solo algunos
grupos estamentales más acomodados pudieron brindar una educación sistemática a sus
hijos, preocupación que queda claramente plasmada en, por ejemplo, la República de
Platón. En esos casos, el objetivo era producir “kaloskagathos”, un concepto que
significa aproximadamente formar “hombres buenos y nobles”, donde “hombres” es
sinónimo de “varones”. ¿Por qué? Pues porque hay un fuerte presupuesto, parcialmente
desafiado por el propio Platón, que en épocas recientes se ha denominado “sesgo
sexista”.
Pongamos un ejemplo: Aristóteles se ocupa de los llamados nacimientos
monstruosos (terata) y reconoce diversos modos de monstruosidad:
1. Ser mujer y no varón, porque la mujer es un varón incompleto, una réplica
imperfecta del eidos, cuya forma perfecta es el varón.
2. Parecerse a la madre y no al padre, ya que siempre es preferible parecerse al
padre como garantía de paternidad legítima.
Si además este ser monstruoso es inteligente, resulta “contra-natura” (arrenopoi)
porque desafía las leyes de la naturaleza. No es la única concepción de mujer que ofrece
la Antigüedad, pero sí la que se proyectó con más intensidad sobre Occidente.
(…)
Las afirmaciones precedentes, repetidas durante los siglos de modo más o menos
reelaborado, dejan a las mujeres en un terreno poco fértil para construir autoestima y
confianza sus capacidad intelectuales. Por supuesto, muchas mujeres desafiaron los
lugares de inferioridad a los que estaban destinadas. No obstante, como muy lo señala
Waithe, “los monstruos siguen sin integrar el canon”; y ella misma tuvo que buscar
archivos pocos frecuentados para encontrar tanto su producción filosófica cuanto
literaria”. (2019:18)

1.2 Ser mujer y además, pensar

Es difícil evaluar la calidad de la producción de las mujeres. En principio,


contamos con textos fragmentados, que responden a diferentes épocas y que no siempre,
es posible adscribir genealógicamente -en términos foucaultianos- a una determinada
escuela. A pesar de ello, un dato interesante es que, desde la Antigüedad, hubo mujeres
dedicadas a la filosofía: los pitagóricos incluyeron muchas mujeres entre sus miembros
y otro tanto sucedió con los neoplatónicos; el Siglo de las Luces francés contó con
numerosas intelectuales, mientras que el Romanticismo, de la mano de enseñanzas de
Jean Jacques Rousseau, las apartó nuevamente al papel de frágiles musas de las obras de
poetas, artistas plásticos y filósofos.
¿Hicieron aportes las mujeres? ¿Cuáles? En primer término, desafiaron la
condición de “inferiores”, “incapaces”, o “dependientes” a que las destinaba su esencia
femenina. A iguales posibilidades educativas por pertenencia de clase, estamento social
u oportunidad educativa, y disponibilidad de tiempo propio muchas eligieron la
literatura, la ciencia y la filosofía. Tal como afirma la filósofa contemporánea Martha
Nussbaun, para la mayoría de ellas la forma literaria no era separable del contenido
filosófico; es más, formaba parte del contenido, una parte integral de la búsqueda y del
establecimiento de la verdad. En consecuencia, literatura y filosofía fueron modos que
les permitieron constituirse en un “sujeto intelectual mujer” y, con ello, contribuir a la
construcción no solo del conocimiento sino también de una conciencia positiva respecto
de sus capacidades apartándose de definiciones peyorativas, descalificaciones
“edificantes” e inferiorizaciones “científicas”. Incluso, en los períodos más adversos
debido a la censura pública, muchas de ellas teorizaron en diarios íntimos o epístolas
como el espacio que les permitía construir un yo narrativo y posicionarse críticamente
ante su situación y ante sí mismas. Otras, como Christine de Pizán (siglo XV),
proyectaron un futuro utópico en el que la libertad y la equidad primara sobre el
supuesto destino que la sociedad patriarcal les prescribía inexorablemente.
En los casos en que pudieron entrar a universidades o escuelas superiores,
produjeron obra en la que disputaron los problemas teóricos de sus respectivos
contextos histórico-filosóficos, entablando debate con sus colegas varones. Así lo
hicieron por ejemplo, Hipatia de Alejandría (siglo V), de la academia platónica, Anne
de Conway (siglo XVII), quien discutió la teoría de los cuerpos de Thomas Hobbes o
Mary Astell (siglos XVII-XVIII) quien señaló el hiato histórico en que incurrió el
mismo filósofo en el Leviathan respecto del lugar de las mujeres en la sociedad civil;
que retomaría a finales del siglo XX por la politóloga Carole Pateman (siglo XX).
Muchas veces se les prohibió el uso de la palabra y de la pluma, como a
Christine de Pizán o a Sor Juana, o simplemente fueron asesinadas como Hipatia, por
proseguir sus investigaciones “paganas” sobre astronomía. También a muchos varones
se les prohibió la libertad de expresión, como al Marqués de Sade, el libertino (1791), o
fueron quemados como el astrónomo y teólogo Giordano Bruno (1600), pero por algún
motivo, a pesar de que su obra se prohibiera o se quemara en acto público, subsistió
alcanzando amplia difusión y prestigio. No sucedió lo mismo con las obras de las
mujeres. La respuesta más habitual apunta a la calidad de sus contribuciones, lo que es
altamente debatible, pero excede las posibilidades de esta introducción.
Lo cierto es que la mayoría de las filósofas tuvo que esperar hasta el siglo XX
para que sus obras fueron rescatadas del anonimato. Por un lado, durante largos
períodos de la historia, no les fue permitido firmar con nombre propio sus textos, bajo el
precepto de que haciéndolo deshonran a sus familias; figurando en consecuencia la
mayoría de sus textos como de “autor anónimo”, ocultando como lo señalara alguna vez
Virginia Woolf, a una mujer. Por otro lado, superada la etapa de anonimato forzado, la
mayoría de las mujeres firmaba con su inicial y su apellido paterno o marital, o un
pseudónimo masculino, desdibujándose su autoría. Pensemos en George Sand. Incluso
hoy se debate, con buenos argumentos, si La sujeción de la mujer (1869) de John Stuart
Mill la escribió efectivamente el filósofo utilitarista inglés, su esposa Harriet Taylor, o
si fue una contribución entre ambos aunque sólo Mill la hubiera firmado. (2019:22)

1.3 Actividades

A partir de la lectura del texto, responde las siguientes preguntas:

a) ¿Cuáles son las mujeres filósofas que nombra la autora? ¿Las conocías? Teniendo en
cuenta lo trabajado en unidades anteriores, realizá un comentario por escrito de lo que
sepas de cada una de ellas. Podés buscar información adicional en internet teniendo en
cuenta los criterios de búsqueda que utilizamos en la materia (autenticidad y actualidad
del contenido, relevancia en cuanto el tema, el origen, el idioma y su accesibilidad)

b)¿Por qué te parece que las mujeres han sido sistemáticamente excluidas del campo de
la filosofía?

c) ¿Cuál es la pregunta central que según María Luisa Femenías debemos hacernos?
¿Por qué?

d) ¿A qué momentos históricos hace referencia la autora en los cuales se reavivaron los
debates por el lugar de la mujer en la sociedad? En la actualidad, ¿qué debates se dan en
torno a este tema?
2. Género y filosofía existencialista
2.1 Introducción al pensamiento de Simone de Beauvoir

Para introducirnos al planteo filosófico de Simone de Beauvoir trabajaremos con el


texto Beauvoir, la filosofía existencialista y el feminismo de Teresa López Pardina

Teresa López Pardina, Doctora en Filosofía y


miembro del Instituto de Investigaciones Feministas
de la Universidad Complutense de Madrid. Su
campo de investigación es la filosofía francesa
desde la segunda mitad del siglo XX. Su tesis fue
sobre la filosofía de Simone de Beauvoir y la
sociología de la educación.

2.2 Actividades
Una vez leído el texto citado, responder las siguientes preguntas

1-¿Cuáles son, según la autora, los objetivos de Simone De Beauvoir al escribir El


segundo sexo? ¿Cuál es la base conceptual filosófica desde la que parte?

2-¿Con el planteo de qué filósofo se compara la propuesta de Simone de Beauvoir? ¿Por


qué?

3- ¿Cuáles son las características de la “feminidad” o del concepto “el eterno femenino”
según Simone de Beauvoir?

4- La autora afirma que Simone de Beauvoir utiliza como punto de apoyo tres
herramientas hermenéuticas. ¿Cuáles son? ¿Cuál es la conclusión de cada una de ellas?

5-La segunda herramienta conceptual está vinculada con la corriente filosófica


existencialista. ¿Por qué? ¿Cuál es el concepto central?

6- ¿Puede decirse que El segundo sexo posee una carga política? ¿Por qué?
2.3 El segundo sexo: Introducción y selección de textos

Fragmento 1
“Para empezar: ¿qué es una mujer? <Tota mulier in útero: es una matriz>, dicen
unos. Sin embargo, cuando hablan de algunas mujeres, los entendidos decretan <No son
mujeres>, aunque tengan un útero como todas las demás. Todo el mundo está de
acuerdo en reconocer que en la especie humana hay hembras; constituyen, ahora como
siempre, aproximadamente la mitad de la humanidad, sin embargo se nos dice que <la
feminidad está en peligro>; nos exhortan: <Sed mujeres, siempre mujeres, más
mujeres>. Por lo tanto, no todo ser humano hembra es necesariamente una mujer;
necesita participar de esta realidad misteriosa y amenazante que es la feminidad. ¿Se
trata de algo que segregan los ovarios? ¿Está colgada del cielo de Platón? ¿Bastarán
unas enaguas susurrantes para que baje a la tierra? Aunque algunas mujeres se afanen en
encarnarlo, el modelo nunca ha sido patentado.” (2015:47)

1) La autora afirma que para que un ser humano sea considerado mujer necesita
participar de una realidad misteriosa y amenazante que es la feminidad. ¿Qué otras
características podés señalar de la “feminidad”?
2) ¿A qué hace referencia la autora al preguntarse si la mujer se encuentra
colgada del cielo de Platón? ¿Qué características tiene?
3) ¿Qué vinculo puede establecerse entre las Ideas de Platón y la “feminidad”?
4) Como vimos anteriormente, Simone de Beauvoir va a discutir con tres
posibles respuestas a la pregunta “qué es una mujer? Cuál es la que aparece en este
primer fragmento? ¿Con qué cita podés fundamentarlo?

Fragmento 2
“En tiempos de Santo Tomás, se presentaba como una esencia definida con tanta
seguridad como las virtudes somníferas de la adormidera. Sin embargo el
conceptualismo ha perdido terreno: las ciencias biológicas y sociales ya no creen en la
existencia de entidades fijadas de forma inmutable que definan caracteres dados como
los de la mujer, el judío o el negro; consideran que el carácter es una reacción
secundaria ante una situación. Si ya no hay feminidad, será porque nunca la hubo.
¿Quiere eso decir que la palabra “mujer” no tiene ningún contenido? Es lo que afirman
enérgicamente los partidarios de la filosofía de la ilustración, del racionalismo, del
nominalismo: las mujeres son aquellos seres humanos que reciben arbitrariamente el
nombre “mujer”(…) (2015:48).

Fragmento 3
“Si la función de hembra no es suficiente para definir a la mujer, si también nos
negamos a explicarla por «el eterno femenino» y si no obstante aceptamos, aunque sea
con carácter provisional, que existen mujeres sobre la tierra, tenemos que plantearnos la
pregunta de rigor: ¿qué es una mujer? El enunciado mismo del problema me sugiere
inmediatamente una primera respuesta. Es significativo que me lo plantee. A un hombre
no se le ocurriría escribir un libro sobre la situación particular que ocupan los varones
en la humanidad. Si me quiero definir, estoy obligada a declarar en primer lugar: «Soy
una mujer»; esta verdad constituye el fondo sobre el que se dibujará cualquier otra
afirmación. Un hombre nunca empieza considerándose· un individuo de un sexo
determinado: se da por hecho que es un hombre. Si en los registros civiles, en las
declaraciones de identidad, las rúbricas hombre o mujer aparecen como simétricas es
una cuestión puramente formal. La relación entre ambos sexos no es la de dos
electricidades, dos polos: el hombre representa al mismo tiempo el positivo y el neutro,
hasta el punto de se dice «los hombres» para designar a los seres humanos, pues el
singular de la palabra vir se ha asimilado al sentido general de la palabra homo. La
mujer aparece como el negativo, de modo que toda determinación se le imputa como
una limitación, sin reciprocidad. (2015:49)”

5) A partir de la afirmación “A un hombre no se le ocurriría escribir un libro


sobre la situación particular que ocupan los varones en la humanidad”. Realiza una lista
de temas sobre los que hayan escrito y problematizado los filósofos varones que
conozcas.
6) Leer los siguientes fragmentos y luego contestar las preguntas.

Fragmento de (Re) Nombrar-Guía para una comunicación con perspectiva de género-MMGYD


Fragmento de Pedagogías del caos del Colectivo Filosofarconchicxs
Fragmento de Pedagogías del caos del Colectivo Filosofarconchicxs

6.1: ¿Qué significa el lenguaje inclusivo? ¿Cuál es la problemática que intenta


visibilizar su uso?
6.2: ¿Qué relación podés establecer entre el lenguaje inclusivo y el fragmento de
Simone de Beauvoir? En la respuesta agregá las citas que creas que están relacionadas.
6.3 El siguiente ejercicio se denomina la regla de inversión. ¿Conocés o se te
ocurre algún otro ejemplo?

Fragmento 4
“En la práctica, igual que en la Antigüedad había una línea vertical absoluta con
respecto a la cual se definía la oblicua, existe un tipo humano absoluto que es el tipo
masculino. La mujer tiene ovarios, útero, son condiciones singulares que la encierran en
su subjetividad; se suele decir que piensa con las glándulas. El hombre olvida
olímpicamente que su anatomía también incluye hormonas, testículos. Percibe su cuerpo
como una relación directa y normal con el mundo, que cree aprehender en su
objetividad, mientras que considera el cuerpo de la mujer lastrado por todo lo que lo
especifica: un obstáculo, una prisión. <La hembra es hembra en virtud de una
determinada carencia de cualidades> decía Aristóteles. <Tenemos que considerar el
carácter de la mujer como naturalmente defectuoso>. Y Santo Tomás decreta a
continuación que la mujer es un <hombre fallido>, un ser <ocasional>. Es lo que
simboliza historia del Génesis, donde Eva aparece como sacada, en palabras de Bossuet,
de un <hueso supernumerario> de Adán. La humanidad es masculina y el hombre
define a la mujer, no en sí, sino en relación con él, no mujer no tiene consideración ser
autónomo. <La mujer, el ser relativo> escribe Mitchelet. Benda afirma también en Le
Rapport d’Uriel: <el cuerpo del hombre tiene un sentido en sí mismo, al margen del
cuerpo de la mujer, mientras que este último parece desvalidado si no evocamos al
hombre… El hombre se concibe sin la mujer. Ella no se concibe sin el hombre> Y ella
no es m{as que lo que el hombre decida: así recibe [en francés] el nombre de <el sexo>
queriendo decir que para el varón es esencialmente un ser sexuado: para él, es sexo, así
que lo es de forma absoluta. La mujer se determina y se diferencia con respecto al
hombre, y no a la inversa, ella es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, es el
Absoluto: ella es la Alteridad. (2005:50)

Fragmento 5
“La categoría de Otro es tan originaria como la conciencia misma. En las
sociedades más primitivas, en las mitologías más antiguas, encontramos siempre una
dualidad que es la de lo Mismo y lo Otro; esta división no se situó en un principio bajo
el signo de la división de sexos, no depende de ningún dato empírico. (…) Ningún
colectivo se define nunca como Uno sin enunciar inmediatamente al Otro frente a sí.
Basta que tres viajeros se reúnan por azar en un mismo compartimento para que el resto
de los viajeros se conviertan en «otros» vagamente hostiles. Para el aldeano, todas las
personas que no pertenecen a su aldea son «otros» sospechosos; para el nativo de un
país, los habitantes de países que no son el suyo aparecen como «extranjeros»; los
judíos son «otros» para el antisemita, los negros para los racistas norteamericanos, los
indígenas para los colonos, los proletarios para las clases pudientes. (2015:51)”

7): Simone De Beauvoir establece que la mujer pertenece a la categoría de lo


“Otro” y afirma “Ningún colectivo se define nunca como Uno sin enunciar
inmediatamente al Otro frente a sí”. El filósofo Maurice Merleau Ponty establece que
“el otro es el fundamento para la existencia del sujeto”. ¿Qué relación podemos
encontrar entre ambas afirmaciones?

Fragmento 6
¿Cómo es posible entonces que entre los sexos esta reciprocidad no se haya
planteado, que uno de los términos se haya afirmado como el único esencial, negando
toda relatividad con respecto a su correlato, definiéndolo como alteridad pura? ¿Por qué
las mujeres no cuestionan la soberanía masculina? Ningún sujeto se enuncia, de entrada
y espontáneamente, como inesencial. Lo Otro, al definirse como Otro, no define lo Uno:
pasa a ser lo Otro cuando lo Uno se posiciona como Uno. Sin embargo, cuando se opera
esta inversión de Otro en Uno, será porque existe un sometimiento a este punto de vista
ajeno. ¿De dónde viene en la mujer esta sumisión? (2005:52)
Fragmento 7
“Inmediatamente se plantea una pregunta: ¿cómo ha empezado toda esta
historia? Se puede comprender que la dualidad de los sexos, como toda dualidad, se
traduzca en un conflicto. Se puede entender que si uno de ellos consiguiera imponer su
superioridad, debería tratarse de una superioridad absoluta. Falta explicar por qué ganó
el hombre desde un principio. Las mujeres podrían haber vencido, o la victoria podría
haber quedado en el aire. ¿De dónde viene que este mundo siempre haya pertenecido a
los hombres y que sólo ahora empiecen a cambiar las cosas? ¿Este cambio es un bien?
¿Llevará o no a un reparto igualitario del mundo entre hombres y mujeres? (2015:56)”

Fragmento 8
“La perspectiva que adoptamos es la de la moral existencialista. Todo sujeto se
afirma concretamente a través de los proyectos como una trascendencia, sólo hace
culminar su libertad cuando la supera constantemente hacia otras libertades; no hay más
justificación de la existencia presente que su expansión hacia un futuro indefinidamente
abierto. Cada vez que la trascendencia vuelve a caer en la inmanencia, se da una
degradación de la existencia en un «en sí», de la libertad en facticidad; esta caída es una
falta moral si el sujeto la consiente; si se le inflige, se transforma en una frustración y
una opresión; en ambos casos, se trata de un mal absoluto. Todo individuo que se
preocupe por justificar su existencia la vive como una necesidad indefinida de
trascenderse. Ahora bien, lo que define de forma singular la situación de la mujer es
que, siendo como todo ser humano una libertad autónoma, se descubre y se elige en un
mundo en el que los hombres le imponen que se asuma como la Alteridad; se pretende
petrificarla como objeto, condenarla a la inmanencia, ya que su trascendencia será
permanentemente trascendida por otra conciencia esencial y soberana. El drama de la
mujer es este conflicto entre la reivindicación fundamental de todo sujeto que siempre
se afirma como esencial y las exigencias de una situación que la convierte en inesencial.
¿Cómo puede realizarse un ser humano dentro de la condición femenina? ¿Qué caminos
se le abren? ¿Cuáles conducen a un callejón sin salida? ¿Cómo recuperar la
independencia en el seno de la dependencia? ¿Qué circunstancias limitan la libertad de
la mujer? ¿Las puede superar? Son las preguntas fundamentales que quisiéramos
dilucidar. Lo que viene a ser que, si nos interesamos por las oportunidades del
individuo, no definiremos esas oportunidades en términos de felicidad, sino de libertad.”
(2005:64)
2.4 Construcción social del género y estereotipos

Suarez Tomé, Danila; El constructivismo social del género, Filosofía Feminista, FFyL, UBA, 2020

Los estereotipos de género son modelos o roles que conforman un grupo de


características adjudicables a las personas (a sus cuerpos, sus conductas, sus
pensamientos) según el género con el cual hayan sido identificados al momento del
nacimiento. La artista plástica Lala Pasquinelli, sostiene en su proyecto “Mujeres que no
fueron tapa” que los estereotipos de género pueden entenderse como una caja que nos
regalan al momento de nuestro nacimiento. Dicha caja contiene todas las normas
corporales y pautas de comportamiento que tenemos que adoptar según el género que
tengamos. Estas ideas sobre los géneros se construyen y se sostienen culturalmente a
través de muchísimos dispositivos de la cultura masiva. Desde que nacemos, somos
inducidos a convencernos de que aquello que elegimos (juguetes, colores, deportes,
hobbies, ropa) forma parte de nuestros deseos e intereses forjados con autonomía.
Entonces, si los medios de comunicación masiva contribuyen a la construcción
simbólica de nuestra representación del cuerpo en base a nuestro género ¿De qué
manera lo articulan? ¿Podemos hallar pistas en la forma en la que se muestran los
cuerpos de las mujeres en contraposición al cuerpo de los hombres?

Podríamos afirmar que el cuerpo de la mujer tiene valor como objeto de deseo
en cuanto que adquiere importancia sólo cuando es reconocido, no por ella misma, sino
por los demás. En el caso de los varones se valora el cuerpo como una máquina, siendo
admirado por su funcionalidad, por su capacidad de musculatura y por su potencia.

La construcción social del cuerpo se nos impone como un ideal normativo que
configura nuestra identidad, tanto frente a nosotros mismos como frente a los demás. La
presión social mediante las representaciones metafóricas de los cuerpos, categorizados
como masculino o femenino, con propuestas estereotipadas y antagónicas para ambos
géneros contribuyen a situarnos en un permanente intento de alcanzar la representación
ideal de cuerpos perfectos.

2.5 Actividades

1) La artista y activista Lala Pasquinelli, sostiene que los estereotipos de género


pueden entenderse como una “caja” que nos regalan al momento de nuestro
nacimiento, la cual contiene todas las normas y pautas de comportamiento que
tenemos que adoptar según nuestro género.
¿Cuáles son las normas y pautas de comportamiento vinculadas al cuerpo de “la
caja” que te asignaron según tu género?

2) Observar las siguientes imágenes prestando atención a la forma en que se


presenta el cuerpo de las mujeres y el cuerpo de los varones. Luego responder:
¿Cuáles te parece que son las herramientas que utilizan los medios de difusión
masiva para producir y reproducir estereotipos de género vinculados al cuerpo?
¿Son las mismas herramientas para los estereotipos de mujer y varón?
Redes sociales de “Mujeres que no fueron tapa”
Instagram:
https://www.instagram.com/mujeresquenofuerontapa/?igshid=10pi6lpa2b7ti
Facebook:
https://www.facebook.com/mujeresquenofuerontapa/

3. El género en disputa
3.1 Introducción al pensamiento de Judith Butler

¿Cómo pensar el género? ¿Qué es natural y qué es construido de los cuerpos?


¿Por qué el modelo heteronormativo es dominante en nuestras sociedades? ¿Cuál es el
lugar que ocupa el discurso en todo esto? ¿Y las minorías? ¿Qué es la teoría queer?
Estas son algunas de las preguntas teóricas que desarrolla Judith Butler y que permitirán
abordar de manera introductoria su pensamiento general.

● Lo interdisciplinario del género

Judith Butler plantea que la temática del género no puede pensarse si no es en un


contexto interdisciplinario: “El estudio de género involucra la teoría académica y la
investigación empírica pero también involucra políticas que afectan la vida cotidiana de
todo tipo de personas”. Para ejemplificar esto, sostiene que si se estudia el trabajo de las
mujeres, si se piensa acerca de la igualdad política, o se pregunta sobre la sexualidad, en
ese instante también se está hablando de economía, de política y teoría social y de
psicología. Es decir, se necesitan diversas perspectivas para poder comprender la
realidad histórica y política del género.

● Desnaturalizar lo dado: sexo, género y heterosexualidad

El mérito del pensamiento de Butler es producir una ruptura con las categorías
generales respecto de nuestras ideas del sexo y el género que son aceptadas sin un
cuestionamiento crítico. Ella va a plantear que es necesario desnaturalizar y
desesencializar ciertos conceptos que “nos vienen dados” y romper con las dicotomías
en las que siempre pensamos para poder desplegar la temática del género en otras
dimensiones. Ante esto, una de las primeras críticas que va a plantear está relacionada a
la teoría que sostiene que el sexo es natural, dado biológicamente, mientras que el
género es construido socialmente. Ella explica que esta teoría solamente nos permite
pensar dentro de la lógica del binarismo del género, es decir, que solo existen dos
géneros (masculino y femenino) y que esto a su vez presupone la heterosexualidad. ¿Por
qué? Porque de esta forma, la idea de un “sexo natural” que se organiza solamente en
base a dos opciones opuestas y complementarias, perpetúa y sujeta el modelo
heteronormativo que rige la sociedad. Este modelo impone solo dos opciones a los
cuerpos: ser mujeres y hombres, comportarse femenina o masculinamente,
respectivamente, y desear solo al sexo opuesto. Quienes no se conforman con este
modelo se consideran “no normales” y así se perpetúa la homofobia y la transfobia en
nuestra sociedad.

● El cuerpo y el discurso

Para Butler, cuestionar la “naturalidad del sexo” no significa negar la


materialidad del cuerpo o decir que el cuerpo no existe, sino que hay que pensar al
cuerpo como un campo de relaciones dependiente e interdependiente. “Si al cuerpo se lo
trata nada más como una cosa verificable, discreta, perderemos de vista las relaciones
en las cuales existe”. En este sentido, la filósofa también explica que no hay un acceso
directo a la materialidad del cuerpo sino es a través del discurso, que, sin embargo
tampoco puede capturar al cuerpo por completo. Butler sostiene en la
conferencia Cuerpos que todavía importan que el cuerpo probablemente sea el nombre
de nuestra humildad conceptual.

● Minorías, poblaciones vulneradas y movimientos sociales

Una de las razones por las que la pensadora feminista retoma el tema del cuerpo
y su materialidad tiene que ver con su relación con las minorías y poblaciones
vulneradas. “Las mujeres, las personas de género disidente (no binario, es decir, ni
masculino ni femenino), las minorías sexuales, generalmente no son reconocidas y por
ende viven en un cuerpo que tampoco lo es”. Estas personas sufren insultos, acoso,
prejuicios culturales, discriminación social y económica, patologización, entre otros
tipos de violencia, y esto conduce a maneras marginadas de vivir en el mundo: “bajo las
sombras, no como un sujeto social, sino como un fantasma”. Entonces, ¿cómo pueden
ser reconocidos los cuerpos cuándo no se ajustan a la norma social de lo que deben ser?
Es acá, donde aparecen los movimientos sociales que buscan la visibilización y el
empoderamiento político de las minorías. “Hay que entender este reconocimiento como
una lucha continua”.

● La performatividad del género

¿A qué refiere Butler cuando habla de género performativo? Hablamos,


caminamos, actuamos de maneras que consolidan la impresión de ser de un género u
otro como si ese fuera una realidad interna, un hecho, o algo verdadero acerca de
nosotros. Pero en realidad, se trata de un fenómeno producido y reproducido
constantemente a través de normas que son establecidas y controladas por poderes
institucionales y prácticas informales para mantenernos en un determinado lugar. En su
obra El género en disputa, Butler explica: “La unidad del género es el efecto de una
práctica reguladora que intenta uniformizar la identidad de género mediante una
heterosexualidad obligatoria”. Entonces, el género no es algo que se tiene o que se es,
sino algo que se hace y son estas normas las que dictan el “hacer de un género”. Por eso,
“la reproducción del género siempre es una negociación con el poder”, es decir, la
actuación del género que una persona deviene es el efecto de esta negociación.

De la Greca, María Inés, (8 de abril de 2019), Una introducción al pensamiento de Judith Butler, en
https://www.untref.edu.ar/mundountref/introduccion-teoria-judith-butler

3.2 El género en disputa: Prefacio 1990


A continuación leeremos el Prefacio de 1990 de El género en disputa de Judith Butler y
el poema de Susy Shock

3.3 Actividades

1)Identificá las preguntas presentes en el texto de Butler y armar una lista de


conceptos claves.
2)Pensá y escribí 3 preguntas que se relacionen con los interrogantes de Butler.
Ya sea profundizando en ellos o que estén vinculadas con el poema.
3Redactá un breve texto (una carilla aproximadamente) en el cual establezca qué
conceptos podrían vincularse del texto de Butler con el poema incluyendo posibles
respuestas a las preguntas formuladas en la consigna b.

3.4 Construcción social del género y la noción de cuerpo en el feminismo


Suarez Tomé, Danila; El cuerpo y la performatividad de género, Filosofía Feminista, FFyL, UBA, 2020
Bibliografía:
-Butler, Judith; Prefacio 1990, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la
identidad. Barcelona, Paidós, 2007.
-De Beauvoir, Simone, "Introducción", en El segundo sexo, Valencia, Ediciones
cátedra, 2015.
-Femenías, María Luisa, Ellas lo pensaron antes, filósofas excluidas de la memoria,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ediciones Lea, 2019.
-López Pardina, Teresa, Beauvoir, la filosofía existencialista y el feminismo,
Investigaciones Feministas 105, 2009, vol. 0 99-106.

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