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Durante siglos, gran parte de la cultura se ha confeccionado a los ojos de un modelo
hetero-normativo binario en el que se hace una distinción de las personas de acuerdo al
género biológico (masculino – femenino) asignado al momento de nacer, lo cual ha
supuesto también una imposición naturalizada de características y roles a tener dentro de
una sociedad. En general, se ha relacionado la figura del hombre (cis) con el sexo fuerte y a
la mujer con el débil, incapaz de desarrollarse independientemente a nivel intelectual,
político y económico.
Variados autores sostienen que no es sino hasta el siglo XVIII que se fortalece la
toma de consciencia colectiva sobre esta brecha, que lleva a la consolidación de la corriente
ideológico-social que puso en tela de juicio la opresión hacia las mujeres: el feminismo. Sin
embargo, este desnivel sociocultural ha sido tanto reforzado, como cuestionado por
múltiples estudiosos a lo largo de la historia: es en la Baja Edad Media que Christine de
Pizan escribe La ciudad de las damas, texto que hace un seguimiento de la figura de la
mujer desde la Antigüedad y pone al descubierto aquellos discursos de pensadores que
afianzaron la desigualdad de género. Si bien esta obra no puede enmarcarse dentro del
movimiento feminista, es posible señalar que reflexiona sobre las condiciones de
subordinación de género y, de esta forma, compondría los cimientos sólidos del posterior
movimiento feminista.
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“Christine de Pizan y La Ciudad de las Damas: la mujer como sujeto jurídico activo” de
Soledad Barrios y Vanina Guazzaroni, “Christine de Pizán: Mujer inteligente, dama de
corazón” de Simone Roux y “A Medieval Woman's Mirror Of Honor” de Madaleine Pelner
Cosman.
“…me encontraba con la mente algo cansada, después de haber reflexionado sobre
las ideas de varios autores” (1995, 63) inicia su texto de Christine de Pizán. July Edith
Chaneton en “La ciudad de las damas. Teorías y prácticas feministas” señala que, en 1405,
Christine de Pizán escribió su texto con el fin de intervenir como mujer en las disputas
entre los escritores varones acerca de la «naturaleza femenina». (1998, 37) Leer La ciudad
de las damas implica una re-lectura de las distintas concepciones de pensamiento canónicas
que funcionaron como estructura social y configuraron la cultura a lo largo de la historia.
Dichas concepciones, lejos de acercarse a fomentar la igualdad entre los roles de hombre –
mujer, fueron cuestionadas desde el principio por Christine. Continúa su texto diciendo
“Me preguntaba cuáles podrían ser las razones que llevan a tantos hombres, clérigos y
laicos, a vituperar a las mujeres, criticándolas bien de palabra bien en escritos y tratados”
(1995, 64) y es allí donde da inicio a una serie de recuento de múltiples autores que
adjudican a la mujer el papel de demonio o ser inferior: según célebres intelectuales, tales
como Platón o Aristóteles, las mujeres eran seres inferiores, cuya naturaleza no estaba
preparada para que recibieran educación o fueran consideradas sujetos de derecho. Sin
embargo, la autora francesa se opuso al debate intelectual que sostenía que la mujer era un
ser impuro y engañoso, el cual nada bueno podía aportar a la sociedad. En cambio, Pizán
reflexiona sobre los procedimientos escolásticos de la época y piensa a la mujer en un nivel
de igualdad de condiciones frente al hombre.
De esta manera, tal como apunta Cabré Pairet en “El otro centenario: La cuidad de
las damas y la construcción de las mujeres como sujeto político”, en la Edad Media la
educación femenina condenaba a las mujeres al silencio público, el cual Christine rompió
para que la experiencia femenina tuviera allí su voz. (2011, 3) Para esto, a lo largo de La
ciudad de las damas Christine analiza –a modo de contra-argumentación- la consagración
dentro de la sociedad que tuvieron diferentes mujeres de renombre a lo largo de la historia
debido a sus hazañas dentro de la política, la educación y la religión. Esta postura crítica
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ante el conocimiento normativo posee precedentes: diferentes figuras femeninas han
reflexionado acerca de la discriminación hacia la mujer desde la Antigüedad clásica, sobre
todo en el campo de la investigación, siendo anulados sus planteamientos por la filosofía
universal. En este sentido, Christine repasa y compila hechos y teorías que han disputado
con el modelo filosófico hetero-patriarcal establecido.
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que Pizán fue educada por su padre en distintas disciplinas que nada tenían que ver con
aquello que era considerado “natural” para el aprendizaje de una mujer. Su educación la
llevó a poder comprender el trabajo que hacía su esposo, Etienne Castel, secretario y
notario del rey Carlos V de Francia. Es posible afirmar que tanto la previa preparación de la
autora, como la labor de su cónyuge se fusionaron en lo que dio como resultado la base
estructural de La Ciudad de las damas. No es inocente los nombres que Pizán elige para las
tres damas coronadas del relato (Razón, Justicia y Derechura), los cuales en conjunto hacen
alusión al cumplimiento de las leyes y los valores morales de la época encuadrándose
simbólicamente dentro de tres figuras no ya masculinas, sino femeninas.
En La ciudad de las damas según Soledad Barrios y Vanina Guzzaroni, en palabras
de Gisele Bock, se encuentra la fórmula “Yo, Cristina”, la cual expresa la consciencia que
tenía de su dignidad como mujer y como individuo; a su vez que era una reafirmación de
autoridad. (2011, 6) El empleo de la primera persona singular supone, por un lado, el hecho
de que la propia Christine se coloca en el lugar de mujer escritora/intelectual y, por otro
lado, la seguridad de la autora en posicionar a la figura femenina como sujeto de derecho en
la sociedad del bajomedioevo.
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Se analizarán las tres damas principales del relato que ayudarán a la construcción de
la ciudad idílica en el marco de la ideología de género.
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BIBLIOGRAFÍA
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-------------------------------- (1996) “La querella de las mujeres: una interpretación
desde la diferencia sexual”, en Política y Cultura, primavera núm. 6, Univ. Autónoma
Metropolitana, México DF.
SCOTT, J. (1990) "El género una categoría útil para el análisis histórico", en J.S.
Amelang y otros, Historia y Género. Las mujeres en la Europa Moderna y Contemporánea.
Valencia.