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de Leonardo Bruni:
un episodio en la historia de la traducción y la hermenéutica
INTRODUCCIÓN
Al fondo de la nave derecha, en la iglesia de la Santa Croce de Florencia,
un hermoso sepulcro quattrocentesco custodia los restos del que fue canciller
de la República de Florencia, Leonardo Bruni. Como epitafio1 una inscripción
reza:
Postquam Leonardus e vita migravit
Historia luget eloquentia muta est
Ferturque Musae tum graecae tum latinae
Lacrimas tenuere non potuerunt
1 Este epitafio me parece una variación sobre el diseño retórico del de Plauto, supuestamente copiado
por Aulo Gelio de un De poetis, de Varrón, que sólo Gelio atestigua y que no ha llegado hasta nosotros.
Varrón afirmaría, siempre según Aulo Gelio, que fue obra del propio Plauto:
Postquam est mortem aptus Plautus, Comoedia luget,
Scaena est deserta, dein Risus, Ludus Iocusque
Et Numeri innumeri simul omnes collacrimarunt.
(Aulo Gelio, Noctes Atticae, I, xxiv, 3
Esto es:
«Después que Plauto fue arrebatado a la muerte, la Comedia llora,
La escena está desierta, y las risas, la diversión y las bromas,
Y los ritmos sin número, todos a una, estallaron en lágrimas».
Lo que no dice que tomasen a Bruni por personaje de comedia, pero ilustra acerca del aprecio en que
le tenían, y de la forma de componer de los humanistas, toda vez que Manetti y Poggio Bracciolini
pronunciaron el elogio fúnebre de Bruni, y tal vez alguno de ellos compusiera el epitafio.
2 Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, UTET, 1996. Reúne de forma cómoda casi
toda la obra no histórica del autor.
4 Leonardo Bruni
Interpretatio
Basta con reparar en el título, De interpretatione recta, para guardarse
de proyectar a la ligera nuestras estructuras mentales. Para nosotros la
traducción es una actividad especializada y relativamente técnica. La
menos susceptible de tecnificación es la literaria, que se mantiene próxima
a la filología y a la propia actividad literaria. Pero que haya una titulación
académica de ‘Traducción e Interpretación’ es bastante elocuente. Nótese,
para empezar, que el término de Bruni es interpretatio, que recubre tanto la
actividad traductológica como la del que comenta la Biblia, pongamos por
caso. La tradición en la que se inserta Bruni es la de Cicerón en De optimo
genere oratorum, y la de Jerónimo en su famosa epístola Ad Pammachium.
3 Las fuentes más cómodas y accesibles hoy son: Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e
politiche, cit.; Bernard Pradelle, Laurence, Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et poésie à
Florence au début du Quattrocento, París: Champion, 2008; Griffiths, Gordon, Hankins, James,
Thompson, David, The Humanisme of Leonardo Bruni. Selected Texts, Brighamton (New York):
The Renaissance Society of America, 1987 (citado desde ahora Hankins); de forma reducida a las
proporciones de un artículo, Pérez González, Maurilio, «Leonardo Bruni y su tratado De interpretatione
recta», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 8, 1995; y también: Vega, Miguel Ángel
(ed.), Textos clásicos de teoría de la traducción, Madrid: Cátedra, 2004, pp. 99-109, en traducción
(incompleta) de Antonio Guzmán.
De interpretarione recta 5
4 Lo he estudiado en Romo, Fernando, «Escucho con mis ojos a los muertos». La Odisea de la
interpretación literaria, Madrid: CSIC, 2008, de donde resumo lo que sigue. Allí tenía en cuenta
principalmente a Bianchi, Luca, «Fra Lessicografia e storia delle tradizioni filosofiche: metamorfosi
dell’interpretatio», L’interpretazione nei secoli XVI e XVII (Canziani, Guido, Zarka, Yves, eds.). Milán:
Francoangeli, 1993, pp. 35-58. Y del mismo autor: Studi sull’Aristotelismo del Rinascimento, Padova:
Il Poligrafo, 2003. Véase Copeland, Rita, Rhetoric, Hermeneutics, and Translation in the Middle
Ages: Academic Tradition and vernacular Texts, Cambridge University Press, 1991, para un estudio
de la evolución del modelo antiguo en la tradición anglosajona, que enmarca la traducción en los
desplazamientos medievales de la retórica a la hermenéutica.
6 Leonardo Bruni
Interpres u orator
El Mundo Antiguo conoce una alternativa en el ámbito de la interpretatio
a la que subyace la oposición entre epieikeía (lat.: aequitas) y akríbeia, esto
es, entre equidad que lleva a ser flexible y rigor. Es una diferencia no sólo
5 Hankins, James, «Translation Practice in the Renaissance: The Case of Leonardo Bruni», Humanism
and Platonism in the Italian Renaissance I, Roma: Edizioni di Storia e Letterature, 2003, pp. 177-192.
De interpretarione recta 7
6 La mejor definición está en la Ética a Nicómaco aristotélica, DigestoIus est ars boni et equi, citado
por el propio Bruni en §51.
7 Chiesa, Paolo, «Ad verbum o ad sensum? Modelli e coscienza metodologica della traduzione tra tarda
Antichità e alto Medioevo», Medioevo e Rinascimento, I, 1987, pp. 1-51. Para un análisis general de
la traducción en términos retóricos: Chico Rico, Francisco, «Retórica y traducción. Nóesis y poíesis
en la traducción del texto literario», Lenguas, literatura y traducción. Aproximaciones teóricas (P.−Y.
Raccah, B. Sáiz Noeda, eds.), Madrid: Arrecife, 2001, pp. 257-285.
8 Leonardo Bruni
8 Copeland, Rhetoric, Hermeneutics, and Translation in the Middle Ages: Academic Tradition and
vernacular Texts, cit., p. 222.
9 Hankins, «Translation Practice in the Renaissance: The Case of Leonardo Bruni», cit.
De interpretarione recta 9
Bruni y su tiempo
Estaremos todavía en mejores condiciones para entender lo que
representa el De interpretatione recta de Bruni, si lo enmarcamos en la
biografía de su autor, y en las controversias en que se vio envuelto.
No es casual que Bernard-Pradelle,11 en la más reciente edición de
conjunto de obras de Bruni, haya partido precisamente de su actividad como
10 Op, cit., p. 185: historia, de verbis nihil laboret, […] sed cum rem totam percipit, eam more suo
in Latinum vertat licebit; oratoria, is ignorare non debet non verba, non sensum illius solum sibi
sequendum, sed multo magis orationis genus et dicendi varietatem Latine, quantum facere potest, esse
exprimendum.
11 Bernard-Pradelle, Laurence, Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et poésie à Florence au
début du Quattrocento, cit. Los datos que siguen proceden de Bernard Pradelle (pp. 181-188), así como
de Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, cit., pp. 43-47.
10 Leonardo Bruni
traductor para trazar la semblanza completa del personaje. Nacido entre 1370
y 1375 en Arezzo, hijo de un mercader de grano, y trasladado a Florencia
hacia 1395, Bruni había entrado en el círculo del canciller de la República,
Coluccio Sallutati. Cuando Manuel Crisoloras llega a Florencia procedente de
Bizancio para enseñar griego, en 1397, el joven Bruni abandona los estudios
jurídicos por los literarios y se consagra al estudio del griego: entre 1402 y
1405 publica sus primeras traducciones. En 1405 marcha a Roma, donde será
secretario apostólico, experiencia romana que conoce una breve interrupción,
el 1410, en que acepta el cargo de canciller de la República de Florencia,
pero regresa a Roma el 1411 y permanece al servicio del papado sin volver
a Florencia hasta 1415, ya definitivamente. Al año siguiente, la ciudad le
concede el derecho de ciudadanía, cuando comienza la publicación de su
Historia del pueblo florentino. En 1427 es por segunda vez elegido canciller
pero ahora ya no deja el cargo hasta su muerte, en 1444. Estos simples jalones
cronológicos permiten dejar por sentado que el de Arezzo será desde muy
pronto florentino de adopción y de vocación. No en vano Florencia, siendo él
niño y prisionero junto con su padre de los gibelinos franceses, había liberado
a Arezzo de ese poder.
Bruni ha conocido en su vida varias circunstancias críticas: la primera, la
guerra entre Milán y Florencia, cuando el duque Giangaleazzo Visconti, señor
absoluto de Milán, intenta extender su poder hacia el sur, y sólo la republicana
Florencia se le opone. El año crítico es 1402. Florencia triunfa gracias
a la muerte repentina del Visconti, pero Bruni participará de la exaltación
republicana, del sentimiento de haber sido los florentinos los únicos capaces
de hacer frente a la amenaza absolutista, y con éxito, pues han salvaguardado
la libertad. A estos años iniciales corresponden las primeras traducciones, de
Jenofonte contra la tiranía, del Fedón platónico, de Plutarco, la Oratio ad
adolescentes de Basilio de Cesarea, y en torno a 1402, ya obras originales
suyas, la Laudatio florentine urbis y los Dialogi ad Petrum Paulum Histrum.
Hay que notar que tanto la Oratio como la Laudatio y los Dialogi tienen
un cierto carácter de manifiestos de una nueva cultura, la del humanismo,
inseparable en la concepción de Bruni de la libertad republicana.
En tanto que Secretario Apostólico, Bruni vive la rebelión del pueblo
de Roma, que obliga al papa Gregorio XII a huir a Viterbo (1405), y luego
el conflicto que se conoce como Cisma de Occidente. Asiste al Concilio de
De interpretarione recta 11
influencia real. Son los años de las Vidas de Dante y de Petrarca (1436), de la
Constitución florentina en griego (1439), de abundantes obras históricas, pero
también de traducciones: desde la Política, de Aristóteles, hasta las epístolas
platónicas, e incluso una comedia de Aristófanes, el Pluto; hasta traduce al
latín una de las novelle del Decamerón y compone otra, original suya, la
Storia di Seleuco e di Antioco.
En 1439 la ciudadanía se extiende a perpetuidad a todos sus
descendientes varones, y en 1444 muere honrado por la ciudad, que le erige
el hermoso monumento fúnebre de Bernardo Rosellino en la Santa Croce que
aún admiramos hoy.
Un repaso incluso telegráfico como el nuestro sirve para dar una idea
de que estamos ante una obra extensa, en la que la actividad traductora ocupa
un lugar fundamental.12 La inspira la idea de que es necesario recuperar el
legado del Mundo Antiguo, interrumpido por un milenio de oscuridad. Pero si
se repara en el perfil de conjunto del personaje, que prefiere Dante a Petrarca
porque el primero participó en política y luchó por su patria, y en el lugar que
ocupa para él Aristóteles, el de la Ética y la Política, se entiende que no es una
ocupación puramente intelectual, exenta de implicaciones. Es el humanismo
cívico, tan bellamente estudiado por Hans Baron.13 Como es sabido, la
interpretación de Baron, luego discutida y matizada por muchos, estriba en
que, frente a la visión de Burckhardt del Renacimiento como expansión del
individuo en el marco de las tiranías, la visión medieval mistificante de una
paz impuesta por el papa o por el emperador se ve sustituida por una visión
realista del expansionismo de los estados del norte (Milán, los Visconti). Si es
verdad que la monarquía absoluta es superior para guardar el orden pacífico,
la república lo es en cuanto a salvaguardia de la participación política en
libertad, inseparable del pleno desarrollo humano. Lo que hace Baron es
contraponer ese ideal republicano como realmente existente y centrado en
Florencia, al Burckhardt que identificaba Renacimiento con extensión de las
12 En Bernard-Pradelle, Leonardo Bruni Aretino, cit., la relación de obras de Bruni ocupa las pp. 939-
955, de las que más de treinta entradas corresponden a traducciones.
13 Baron, Hans, The Crisis of the Early Italian Renaissance, New Jersey: Princeton U. P., 1966 (2ª
ed., primera de 1955). Trad. it. de R. Pecchioli: La crisi del primo rinascimento italiano. Umanesimo
civile e libertà republicana in un’età di classicismo e di tirannide (ed. riveduta e aggiornata con una
presentazione al lettore italiano), Firenze: Sansoni, 1970.
De interpretarione recta 13
De interpretatione recta
Centrémonos ahora en el contexto inmediato y previo al De
interpretatione recta. Bruni parece consciente de la advertencia de
Jerónimo de que en las Escrituras hasta el orden de palabras es misterio. En
consecuencia, y a pesar de su servicio al papado, todas sus traducciones son
laicas. En palabras de Bernard-Pradelle, el problema que parece plantearse es
cómo traducir la lengua filosófica, y la respuesta la encuentra en Cicerón,14 en
la medida en que no se trata sólo de traducir contenidos —cree Bruni— sino
también el estilo; y en que se muestra convencido de que cuanto se dice en
griego puede trasladarse al latín.
De hecho, sabemos que hubo ya un helenismo medieval, por limitado
que fuera. Mientras los humanistas traducen textos inéditos no hay problema,
pero surge cuando ponen sus manos en Aristóteles, que ya era bien conocido.
Como hemos visto, Bruni tradujo la Ética a Nicómaco en 1416, y le antepuso
un proemium y una praefatio, datada en 1419, que dedicaba la traducción
al papa Martín V. De la obra de Aristóteles ya hacía más de un siglo que
había dos traducciones: una, de Herman el Alemán a partir del texto árabe
de Averroes, de hacia 1240; la otra, de Roberto Grosseteste (1168-1253),
obispo de Lincoln entre 1235 y 1253, algo anterior a 1250, más tarde revisada
por Guillermo de Moerbeke, traductor de Aristóteles para Tomás de Aquino,
hacia 1260.15 Esta última era bien conocida y se había extendido por todas
16 El procedimiento no fue privativo de Bruni. Véase, Botley, Paul, Latin Translation in the Renaissance,
Cambridge University Press, 2004, pp. 41-42.
17 González Rolán, pp. 179-193. Este libro estudia con minuciosidad admirable y edita y traduce de
forma cuidada todos los documentos de la llamada «controversia alfonsiana», a los que nos hemos de
referir.
18 Bruni concedería que el antiguo traductor fuera sabio en filosofía, pero cree que no, ya que confunde
la materia tanto como el vocabulario: traducir kálon por bonum en vez de por honestum, arrastra
también utile por bonum, lo que lleva a la confusión de los tres términos centrales de la filosofía moral:
honestum, bonum, utilem. De modo que la torpeza en cuanto a palabras implica errores doctrinales.
19 Véase González Rolán, cit., pp. 76-80, que resumo.
De interpretarione recta 15
20 Pero véase Botley, Paul, Latin Translation in the Renaissance. The theory and practice of Leonardo
Bruni, Giannozzo Manetti, Erasmus, cit., pp. 44 ss. para una minuciosa argumentación en sentido
contrario: Bruni se mantuvo en su opinión durante muchos años y admiraba demasiado la concisión
y frecuente cita de poetas en Aristóteles como para que se tratase de la simple repetición de un error
ajeno.
21 Ob. cit., p. 82.
22 Puede verse esta carta, la 22 del libro IV, en Bruni, Leonardo, Epistolarum libri VIII recensente
Laurentio Mehus (1741), ed. por John Hankins, Roma: Edizioni di Storia e Letteratura, 2007, I, pp.
137-140.
16 Leonardo Bruni
preocupado por pies y sílabas en la oratio soluta, y que —ya sabemos que se
equivoca— de acuerdo con Cicerón, escribió elocuentemente sobre toda clase
de cuestiones. Y aprovecha para acusar a Demetrio y su maestro, doctos en
teología pero ignorantes de las buenas letras, y por consiguiente, incapaces
para valorar la elocuencia aristotélica, y mucho menos para traducirlo como
corresponde. La carta en cuestión nos interesa porque parece como un primer
esbozo de lo que luego va a defender en su tratado, compuesto por esos años,
y seguramente poco posterior a la traducción de la Ética, y por lo tanto, más o
menos contemporáneo con la carta en cuestión. Baron lo dató en 1420, y Viti
acepta la fecha. Bernard-Pradelle quiere afinar un poco más:23 si en el prólogo
a la traducción del Fedro (1424), del que cita fragmentos en De interpretatione
recta, afirma haber decidido ignorar a quienes critican sus traducciones, y a
fines de 1426 se encuentra con Berto di Antonio di Berto, canciller de Siena
y dedicatario del tratado, debe haber formulado la defensa de su método entre
1424 y 1426 y haberlo redactado a mediados de este último año.
En efecto, de un simple repaso al índice analítico del tratado se infiere
que éste parece proceder mediante expansión o amplificación de las cuestiones
abordadas en la carta. Como si se hubiera visto Bruni en la necesidad de
desarrollar lo que allí apuntó, pero ahora con una estructura retórica más
amplia, en la que fácilmente se reconoce la clásica división del discurso en
partes: exordio-partitio-argumentatio-confutatio-peroratio.24 De las que falta
la última, porque el discurso se interrumpe en la refutación o confutatio:
Exordio: §§1-3, Referencia al prefacio a su traducción de la Ética a
Nicómaco, y a las críticas que le han dirigido por atacar al traductor medieval:
no ha podido contener su indignación (§2), y además no le ha atacado
personalmente, sino sólo su incompetencia (§3).
Partitio o divisio: §4, Para más claridad, expondrá: a) su método; b)
las críticas al traductor medieval; c) que en sus críticas ha seguido a los más
sabios, Cicerón y Jerónimo (parte esta que no se ha completado y de la que
sólo tenemos el §53.
resumen que traducción esta vez (§32), que compara con la correspondiente
versión de Grosseteste para recrearse en subrayar los, según él, innumerables
defectos de ésta. No sin incurrir en alguna que otra incongruencia: ¿por
qué verter politeía por politia y no por res publica? Pero nótese que hoy
una traducción con rigor filológico preferiría respetar el término griego o
lo añadiría en forma de glosa aclaratoria… Mientras que Bruni procede «a
romper toda correspondencia precisa entre lemas griegos y latinos».30 Hay
que guardarse de pensar que el ideal de los traductores del Renacimiento se
identifica, sin más con el nuestro.
No hay duda de que actuando como actúa, Bruni cree estar reviviendo la
concepción de Cicerón y Jerónimo —las supone coincidentes— y combatiendo
una barbarie y oscuridad prolongadas durante siglos. Lo que supone, como
sabemos, recuperar la primacía de la retórica sobre la centralidad medieval de
la exégesis.31 Mas justamente cuando invoca a ambos para demostrar que en
sus críticas al traductor medieval no había hecho sino seguir a estos, el tratado
se interrumpe.
La Controversia Alphonsiana
La traducción de Bruni suscitó que el interesante e influyente personaje
que fue Alfonso de Cartagena (1384-1456) compusiera un tratado polémico
de probable título32 Declamationes (super translatione Ethicorum Aristotelis),
y probable datación en 1432. La traducción bruniana se había difundido con
éxito, como sabemos, lo que sin duda impulsa a Cartagena. Es la llamada
controversia alphonsiana, que enfrentó a Bruni con varios personajes de su
tiempo, y entre otros, con el mencionado Alfonso de Cartagena33, que le da
nombre.
Pero prescindamos de la discusión histórica para entrar en el contenido
del tratado.
36 Valla, Lorenzo, «Lavrentivs Valla clarissimo et eloqventissimo viro, Candido Decembri», en Opera
omnia (nota previa de Eugenio Garin), I, Turín: Bottega d’Erasmo, 1962, p. 633 ss.
De interpretarione recta 23
Final
Hemos asistido a un episodio particularmente interesante de la polémica
ideológica en el Renacimiento, la edad de la crítica, como es sabido. Y lo
primero que deberíamos tener en cuenta es que justamente se trata de eso, de
una polémica que tiene un alcance general, puesto que va más allá de lo que
sería un documento particular de la historia de la traducción, o de la historia
de la hermenéutica, a la que también pertenece. No, aquí están implicadas
37 Hankins, The Humanisme of Leonardo Bruni. Selected Texts, cit., pp. 202-203.
38 González Rolán, T., Humanismo y Teoría de la Traducción en España e Italia en la primera mitad
del siglo XV, cit., p. 117.
24 Leonardo Bruni
41 Por cierto que en el Ciceronianus, refiriéndose a Bruni, dice Erasmo: «En facilidad de dicción y
claridad se acerca bastante a Cicerón, pero en nervio y en otras virtudes decepciona un poco; en otras
partes apenas se cuida de la pureza del lenguaje romano, por lo demás es un varón tan sabio como
honesto». Lo considera menos purista, pues, de lo que se pudiera pensar. Véase mi edición en Madrid:
Cátedra, 2011.
26 Leonardo Bruni
Nuestra edición
El De interpretatione recta a pesar de su importancia histórica tuvo mala
fortuna editorial. En efecto, nunca fue impreso y no vio la luz modernamente
hasta la edición de Hans Baron, Leonardo Bruni Aretino. Humanistisch-
philosophische Schriften, mit einer Chronologie seiner Werke und Briefe,
Leipzig & Berlin: Teubner, 1928, pp. 81-96. Baron omitió los pasajes de
Platón y Aristóteles que Bruni aduce como ejemplos, de modo que hay que
esperar hasta Paolo Viti, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, UTET,
1996, pp. 145-193, para disponer de una edición verdaderamente completa.
Y en fecha reciente ha presentado la suya Laurence Bernard Pradelle,
Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et poésie à Florence au début
du Quattrocento, París: Champion, 2008, pp. 618-681.
La edición de Baron se basaba sobre todo en los manuscritos Vat. Pal.
Lat. 1598 (ff. 109r-120v); Vat. Ottob. Lat. 1901 (ff. 10v-23r); Riccardiano
1030 (ff. 173r-183r); Vat. Lat. 1560 (ff. 10r-20v); Roma Angelica 141
(ff. 34r-47r). La de Viti se apoyó en el Angelica 141 y el Riccardiano
1030; y la de Bernard-Pradelle, en las dos anteriores, de Baron y Viti, y
tiene en cuenta además el manuscrito de París 11290 y las correcciones
de Bertalot a la edición de Baron, basadas en el códice Campori 17 de
la Biblioteca Estense de Módena.42 Entre el texto de Bernard-Pradelle y
el de Viti las diferencias son básicamente de puntuación, además de que
Bernard-Pradelle parece respetar más de cerca las grafías del latín del s.
XV (que por quae, michi, premium por proemium, etc.). Aquí he copiado
el texto de Bernard-Pradelle, con alguna diferencia mínima: él edita en
aparte hasta lo que claramente es discurso indirecto. Esas diferencias,
así como las apreciadas entre Bernard Pradelle, Viti, y Baron, se hacen
constar en notas a pie de página.
Referencias
Baron, Hans, The Crisis of the Early Italian Renaissance, New Jersey:
Princeton U. P., 1966 (2ª ed., primera de 1955). Trad. it. de R. Pecchioli:
La crisi del primo rinascimento italiano. Umanesimo civile e libertà
republicana in un’età di classicismo e di tirannide (ed. riveduta e
aggiornata con una presentazione al lettore italiano), Firenze: Sansoni,
1970.
—————, Leonardo Bruni Aretino. Humanistisch-philosophische
Schriften, mit einer Chronologie seiner Werke und Briefe, Leipzig &
Berlin: Teubner, 1928.
Bernard Pradelle, Laurence, Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et
poésie à Florence au début du Quattrocento, París: Champion, 2008.
Bertalot, Ludwig, Studien zum italienischen und deutschen Humanismus,
herausgegeben von Paul Oskar Kristeller. Roma: Edizioni di storia e
letteratura, dos vols., 1975.
Bianchi, Luca, «Fra Lessicografia e storia delle tradizioni filosofiche:
metamorfosi dell’interpretatio», L’interpretazione nei secoli XVI e XVII
(Canziani, Guido, Zarka, Yves, eds.). Milán: Francoangeli, 1993.
—————, Studi sull’Aristotelismo del Rinascimento, Padova: Il Poligrafo,
2003.
Botley, Paul, Latin Translation in the Renaissance. The theory and practice of
Leonardo Bruni, Giannozzo Manetti, Erasmus, Cambridge University
Press, 2004.
Bruni, Leonardo, Epistolarum libri VIII recensente Laurentio Mehus (1741),
ed. por John Hankins, Roma: Edizioni di Storia e Letteratura, 2007, I.
Cicerón, Marco Tulio, De Inventione. De optimo genere oratorum. Topica
(trad. H. M. Hubbell), Loeb Classical Library, 1949/2000.
Chico Rico, Francisco, «Retórica y traducción. Nóesis y poíesis en la
traducción del texto literario», Lenguas, literatura y traducción.
Aproximaciones teóricas (P.−Y. Raccah, B. Sáiz Noeda, eds.), Madrid:
Arrecife, 2001, pp. 257-285.
Chiesa, Paolo, «Ad verbum o ad sensum? Modelli e coscienza metodologica
della traduzione tra tarda Antichità e alto Medioevo», Medioevo e
Rinascimento, I, 1987, pp. 1-51.
30 Leonardo Bruni
Ad Bertum Senensem
1. Cum Aristotelis libros ad Nichomachum scriptos e Greca lingua
in latinum vertissem, praefationem apposui, in qua permultos1 errores
interpretis antiqui disserendo redargui. Has redargutiones meas nonnulli, ut
audio, carpunt quasi nimirum inclementes. Aiunt enim: etsi errores inerant,
tamen illum, quantum intellexi, bona fide in medium protulisse, nec pro eo
reprehensionem mereri, sed laudem.2 Consuevisse moderatos disputatores
etiam manifesta errata non usque adeo aperire, sed factis potius redarguere
quam verbis insectari.
2. Ergo autem fateor me paulo vehementiorem in reprehendendo fuisse,
sed accidit indignatione animi, quod, cum viderem eos libros in greco plenos
elegantie, plenos suavitatis, plenos inestimabilis cuiusdam decoris, dolebam
profecto mecum ipse atque angebar tanta traductionis fece conquinatos ac
deturpatos eosdemm libros in Latino videre. Ut enim, si pictura quadam
ornatissima et amenissima delectarer, ceu Protogenis aut Apellis aut
Aglaophontis, deturpari illam [152] graviter ferrem ac pati non possem et
in deturpatorem ipsum voce manuque insurgerem, ita hos Aristotelis libros,
qui omni pictura nitidiores ornatioresque sunt, coinquinari cernens cruciabar
animo ac vehementius commovebar. Si cui ergo vehementiores visi sumus,
hanc nos causam noverit permovisse, que profecto talis est, ut, etsi modum
transgressi fuissemus, tamen venia foret nobis haud immerito concedenda.
A Berto de Siena1
1. Habiendo vertido los libros de Aristóteles a Nicómaco del griego al
latín, les antepuse un prefacio en el cual rebatí razonadamente los múltiples
errores del antiguo intérprete.2 Estas críticas mías, algunos, según he oído, las
censuran como demasiado inclementes3. Pues dicen que aunque había errores,
lo que comprendió lo ha sacado a la luz de buena fe, y por eso no merece
crítica sino alabanza; que era costumbre de los que discutían moderadamente
no descubrir hasta tal punto ni siquiera los errores manifiestos, sino rebatirlos
con hechos4 más que censurarlos con palabras.
2. Yo, por cierto, reconozco haber sido un poco demasiado violento en
la crítica, pero ha sido por indignación, porque, viendo esos libros llenos de
elegancia en griego, llenos de agrado, llenos de aquel decoro inestimable,
verdaderamente me dolía conmigo mismo y me acongojaba al ver los
mismos libros en latín desfigurados5 y ensuciados por tan gran impureza
de la traducción. Pues igual que si me deleitase con una pintura bellísima y
gratísima, por ejemplo, de Protogenes, de Apeles, o de Aglaofonte,6 soportaría
difícilmente que se la desfigurase y no lo podría sufrir, y hasta alzaría la voz y
la mano contra el desfigurador mismo, así me atormentaba en mi ánimo y me
conmovía violentamente viendo ensuciados estos libros de Aristóteles, que
son más brillantes y bellos que cualquier pintura. Así que, si hemos parecido
demasiado violentos a alguno, habrá de reconocer que nos ha movido esta
causa, que verdaderamente es tal que, aunque nos hubiésemos excedido un
poco, sin embargo no inmerecidamente habría de concedérsenos excusa.
I
5. Dico igitur omnem interpretationis vim in eo consistere, ut, quod in
altera lingua scriptum sit, id in alteram recte traducatur. Recte autem id facere
nemo potest, qui non multam ac magnam habeat utriusque lingue peritiam.
Nec id quidem satis. Multi enim ad intelligendum idonei, ad explicandum
tamen non idonei sunt. Quemadmodum de pictura multi recte iudicant, qui
ipsi pingere non valent, et musicam artem non multi intelligunt, qui ipsi sunt
ad canendum inepti.
3 B: cogita!
4 B: ei. Pero aunque PV y BP editan sibi, como BP hace notar, el contexto no exige reflexivo.
De interpretarione recta 37
3. Pero a nuestro juicio no nos hemos excedido, sino que, aun indignados,
hemos conservado la moderación y las buenas maneras. En efecto, yo así lo
creo. ¿Acaso he dicho algo contra su moral? ¿acaso contra su vida? ¿acaso
le he criticado como traidor, malvado, desvergonzado? Nada de esto en
absoluto.7 Entonces, ¿qué he criticado en él? Solamente la impericia literaria.
Pero ésta, por Dios inmortal, ¿qué censura es? ¿Acaso no puede uno ser un
hombre honesto pero no saber letras a fondo o no tener la gran pericia que
reclamo en él? Yo no he dicho que fuera un mal hombre sino un mal intérprete.
Esto mismo diría tal vez de Platón, si quisiera ser piloto de una nave, pero no
tuviera la pericia para gobernarla. Pues nada le quitaría de filosofía, sino que
sólo le censuraría eso, que fuera un piloto imperito e inepto.
4. Y para que todo el asunto se comprenda mejor, te explicaré primero
qué pienso de este método de traducir. Luego, justamente, te haré ver las
críticas hechas por mí. En tercer lugar, mostraré que, al criticar sus errores,
me he atenido al modo de los hombres más doctos.8
I
5 [1]. Digo, pues, que toda la fuerza de la interpretación consiste en que
lo que está escrito en una lengua, se traslade correctamente a otra. Pero nadie
puede hacer eso correctamente que no tenga mucha y gran pericia de una y
otra lengua. Y ni siquiera eso basta. Pues muchos idóneos para comprender,
para explicar, sin embargo, no son idóneos. Al igual que en pintura muchos
juzgan correctamente que ellos mismos no son capaces de pintar, y de música
muchos entienden que ellos mismos son ineptos para cantar.
7 Mismo argumento en carta al arzobispo de Milán (Mehus, pp. 81-90, GR, p. 285).
8 Como ya notó B, esta partitio promete tres partes, de las que Bruni sólo completó dos.
38 Leonardo Bruni
5 B: sin comillas.
De interpretarione recta 39
6 B: etsi.
De interpretarione recta 41
14 La oposición central desde Cicerón (De optimo genere oratorum, IV 14) es entre ad sensum y ad
litteram.
15 Las citas anteriores son, respectivamente, Verg., En. 5, 398 (PV); y 7, 162-163 (PV, BP). Las citas
de Bruni varían respecto de las ediciones actuales. La cita de Livio es contaminación de I, 14, 4; III, 8,
7; y IV, 30, 4 (PV). En BP: Liv. 30, 11, 6.
16 Deesse: ‘echar de menos’; abesse: ‘estar lejos de’.
17 Las tres expresiones son aproximadamente equivalentes para ‘sufrir un castigo’ y ‘sufrir’ o ‘soportar’.
Mientras que dare malum y alteri inferre son ‘inferir un mal a otro’.
18 Puesto que, a pesar de ‘recibo’ y ‘prometo’ recipio tibi hoc sería ‘retiro, recibo, retengo esto para ti,
en beneficio tuyo’.
42 Leonardo Bruni
7 Aunque todos editan «actoris Aurunci», hay que notar que en la Eneida, de donde procede la cita, el
nombre propio es Actor, y aurunci el gentilicio.
De interpretarione recta 43
19 Verg., En. 12, 94; Iuv., 2, 100 (B, PV, BP). Spolium, que se aplica a una lanza, vale tanto ‘despojos’,
o ‘botín’ del guerrero aurunco Actor. En Juvenal la frase épica se aplica irónicamente a un objeto
cotidiano, un espejo.
20 «Ojalá que nunca en el bosque Pelión». Enn. apud Auct. ad Herenn., 2, 22, 34 (B, PV, BP).
21 «Dos que van juntos»: Hom., Il. 10, 224; Arstt., Nic. 1155a 15, Pol. 1287b (PV, BP).
22 Aristóteles (Pol., 1278a) se sirve, para el ciudadano que no participa de los honores públicos, de la
frase «como si fuera un despreciable extranjero» (Hom., Il. 9, 648), con que Aquiles se lamenta ante los
enviados de los aqueos del trato que le ha inflingido Agamenón (B, PV, BP).
23 Arstt., Nic.1109b: ‘De la belleza y la gracia de Helena’ (Hom., Il. 3, 155-160) (B, PV, BP).
44 Leonardo Bruni
8 B: Et insuper ut habeat auris severum iudicium; PV: aures. B comenta, y BP lo recoge, que los
manuscritos traen earumque, que se basa en un error.
9 En PV: aut male reddit; aut si id, quod apte…
10 B: convertit.
De interpretarione recta 45
11. Posea luego la lengua a la que quiere traducir de tal modo que en
cierto sentido sea señor en ella y la tenga entera en su poder; para que, cuando
hubiere de dar palabra por palabra, no la mendigue o la tome prestada o la
deje en griego por ignorancia del latín; conocerá sutilmente el sentido y la
naturaleza de las palabras, para que no diga modicus por parvus, ni iuventus
por iuventa, ni fortitudo por robur, ni bellum por proelium, ni urbs por
civitas.24 Discierna además lo que hay entre diligere y amare, entre eligere y
expetere, entre cupere y optare, entre persuadere y perorare, entre recipere y
promittere, entre expostulare y conquerir, y las casi infinitas de este género.25
No ignore tampoco el hábito lingüístico y las figuras de las que se sirven los
mejores escritores; a los cuales imitará él mismo al escribir, y huya de las
novedades de palabras y de discurso, especialmente de las ineptas y bárbaras.
12. [5] Todo lo que hemos dicho es necesario. Y además que tenga
oídos y juicio en ellos, para que no desbarate y altere él mismo lo que se ha
dicho elegante y armoniosamente.26 Puesto que también en el escritor óptimo,
y especialmente en los libros de Platón y Aristóteles, no hay sólo riqueza
de doctrina sino también escritura literaria, será intérprete excelente, en fin,
quien conserve una y otra.27
13. [6] Los vicios del intérprete, en suma, son: si comprende mal
lo que hay que traducir o lo da mal; o si lo que el primer autor ha dicho
adecuadamente y con elegancia, él mismo lo vierte de modo que resulte
inadecuado, inelegante, y desbaratado.28 En verdad, quienquiera que no esté
tan preparado en la disciplina de las letras como para poder huir de todos
estos vicios juntos, si se acerca a la interpretación, ha de ser merecidamente
censurado y reprobado, bien porque al dar una cosa por otra empuja a los
hombres a errores varios, bien porque, al hacerlo parecer risible y absurdo,
disminuye la grandeza del primer autor.
14. Dicere autem: non vituperationem, sed laudem mereri eum, qui,
quod habuit, in medium protulit, nequaquam rectum est in his artibus, que
peritiam flagitant. Neque enim poeta, si malos facit versus, laudem meretur,
etsi bonos facere conatus est, sed eum reprehendemus atque carpemus, quod
ea facere aggressus fuerit, que nesciat. Et statuarium vituperabimus, qui
statuam deformarit, quamvis non per dolum, sed per ignorantiam id fecerit. Ut
enim ii, qui ad exemplum picture picturam aliam pingunt, figuram et statum
et ingressum et totius corporis formam inde assumunt nec, qui ipsi facerent,
sed, quid alter ille fecerit, meditantur: sic in traductionibus interpres quidem
optimus sese in primum scribendi auctorem tota mente et animo et voluntate
convertet et quodammodo transformabit eiusque orationis figuram statum,
ingressum coloremque et liniamenta cuncta exprimere meditabitur. Ex quo
mirabilis resultat effectus.
15. Nam cum singulis fere scriptoribus sua quedam ac propria sit dicendi
figura, ut Ciceroni amplitudo et copia,11 Salustio exilitas et brevitas, Livio
granditas quedam subaspera: bonus quidem interpres in singulis traducendis
ita se conformabit, ut singulorum figuram assequatur. Itaque, sive de Cicerone
traducet, facere non poterit, quin comprehensiones illius magnas quidem et
uberes et redundantes simili varietate et copia ad supremum usque ambitum
deducat ac modo properet, modo se colligat. Sive de Sallustio transferet,
necesse habebit de singulis pene verbis iudicium facere proprietatemque
et religionem plurimam sequi atque ob hoc restringi quodammodo atque
concidi. Sive de Livio traducet, facere non poterit, quin illius dicendi figuram
imitetur. Rapitur enim interpres vi ipsa in genus dicendi illius, de quo transfert,
nec aliter servare sensum commode poterit, nisi sese insinuet ac inflectat per
illius comprehensiones et ambitus cum verborum proprietate orationisque
effigie. Hec est enim optima interpretandi ratio, si figura prime orationis
quam optime conservetur, ut neque sensibus verba neque verbis ipsis nitor
ornatusque deficiat.
14. [7] Pero decir que no merece censura sino alabanza quien ha sacado
a la luz lo que tenía, no es correcto en absoluto en estas artes que reclaman
pericia. Pues tampoco el poeta merece alabanza si hace malos versos, aunque
intenta hacerlos buenos, sino que le criticamos y censuramos porque se ha
puesto a hacer lo que no sabe. Y vituperamos al escultor que ha desfigurado
una estatua, aunque no lo haga con mala intención sino por ignorancia. Pues
igual que los que pintan según el ejemplo de otro cuadro, toman de allí la figura
y la actitud y el movimiento y la forma del cuerpo entero, y no meditan qué
harían ellos mismos sino qué ha hecho aquél otro, así en las traducciones no
hay duda de que el mejor intérprete se convierte en el primer autor con toda
su inteligencia y su espíritu y su voluntad, y de algún modo se transformará y
pensará en expresar la figura, actitud, movimiento y color y los rasgos todos de
su discurso.29 De lo cual resulta, sin duda, un admirable efecto.
15 [8]. Pues ya que casi cada escritor tiene una cierta dicción30 suya
y propia, como Cicerón la amplitud y la riqueza, Salustio la sequedad y la
concisión, Livio una cierta grandeza algo áspera31, sin duda el buen intérprete
se acomodará al traducir a cada uno, de modo que adopte la dicción de cada
uno. Y así, si traduce a Cicerón, no podrá hacerlo a menos que lleve aquellas
frases suyas, amplias, ricas y redundantes, con su misma variedad y abundancia,
hasta el último giro, tan pronto se acelere, tan pronto se concentre. Si traslada
de Salustio, necesariamente tendrá que pensarse casi cada palabra, y procurar
la propiedad y la mucha exactitud, y por esto reprimirse de algún modo y
contenerse. Si traduce a Livio, no podrá hacerlo a menos que imite su dicción.
Pues se ve arrebatado el intérprete por la fuerza misma de la dicción de aquél
de quien traduce, y no podrá conservar adecuadamente el sentido si no se
introduce y desliza a través de las frases y períodos de aquél con la propiedad
de las palabras y la semejanza del discurso. Éste es, entonces, el mejor método
de traducir, si se conserva la figura del primer discurso tan excelentemente que
ni faltan palabras a los sentidos ni a las palabras mismas el brillo y el ornato.
29 Esta comparación, a la que subyace la equiparación entre el discurso y el cuerpo humano, constituye
el núcleo del pensamiento de Bruni sobre la materia. Pero, aunque la comparación de oratoria y pintura
sea ciceroniana (Or. 8-10), el alcance real de su afirmación hace pensar más bien en la famosa carta de
Maquiavelo a Francesco Vettori, de 10 de diciembre de 1513, donde refiriéndose a los clásicos afirma:
«tutto mi transferisco in loro». Cfr. Intr.
30 Se notará que con figura Bruni continúa la comparación anterior, aunque determinada ahora como
figura dicendi vale más bien como ‘dicción’ o ‘estilo’.
31 Para la caracterización de los autores en este párrafo y el siguiente, remite PV a Quint., 10, 1, 32; 1,
101; 1, 113. BP añade Cic., De Or. I, 50: Br. 283-284. Y hace notar que subasper, aquí aplicado a Livio,
sólo se registra en Cels., 5, 28, 19.
48 Leonardo Bruni
16. [162] Sed cum sit difficilis omnis interpretatio recta propter multa
et varia, que in ea (ut supra diximus) requiruntur, difficillimum tamen est
illa recte transferre, que a primo auctore scripta sunt numerose atque ornate.
In oratione quippe numerosa necesse est per cola et commata et periodos
incedere ac, ut apte quadrateque12 finiat comprehensio, diligentissime
observare. In exornationibus quoque ceteris observandis summa diligentia
erit adhibenda. Hec enim omnia nisi servet interpres, prima orationis maiestas
omnino deperit et fatiscit.
17. Servari autem sine magno labore magnaque peritia litterarum non
possunt. Intelligende sunt enim ab interprete huiuscemodi, ut ita dixerim,
orationis virtutes ac in ea lingua, ad quam traducit, pariter representande.
Cumque duo sint exornationum genera —unum, quo verba, alterum, quo
sententiae colorantur—, utrumque certe difficultatem traductori affert,
maiorem tamen verborum quam sententiarum colores, propterea quod sepe
huiusmodi exornationes numeris constant, ut cum paria paribus redduntur aut
contraria contrariis vel opposita inter se, que Greci «antitheta» vocant.
18. Frequentur enim verba Latia vel plus vel minus syllabarum habent
quam Greca, neque par sonus auribus faciliter correspondet. Iacula quoque,
que interdum iacit orator, ita demum fortiter feriunt, si numeris contorquentur.
Nam fluxa et decurtata vel inepte cadentia minus confodiunt. Hec igitur omnia
diligentissime cognoscenda sunt ab interprete et servatis ad unguem numeris
effingenda.
12 Adverbio posiblemente neológico de Bruni, forjado sobre el adjetivo quadratus de Quint., II, 5, 9;
IX, 4, 69 (BP).
De interpretarione recta 49
32 Por ‘período’ hay que entender una unidad de sentido completo (sententia), por comma un miembro
o cláusula dentro del período, por colon una expresión o frase breve dentro del miembro. para la
definición de periodus, colon y commata cfr. Lausberg §§923-940. Nótese que se trata de términos
griegos, y que Bruni había criticado la práctica de no sustituirlos por otros latinos.
33 El latín numerus designa el ritmo de la prosa, que ha de ser perceptible, pero sin confundirse con la
regularidad del ritmo de la poesía. Al tratamiento del numerus dedica Lausberg los §§977-1074.
34 PV traduce ut cum por ‘de modo que’. El ámbito de las figuras de pensamiento implica relaciones
lógicas de las que se ocupaba la dialéctica, una de las tres artes mayores del Trivium. H (1987: 373)
remite, para el pasaje, a Auct. ad Her. 4.15.21, y recuerda que el nombre de la figura que consiste en
igualar el número de sílabas de dos miembros distintos se llama isocolon. Por su parte, BP recuerda
Cic., Or. 80; Cic., De Or. III, 199-209. El final del párrafo corresponde a Cic., Or. 164. Pero es una
articulación universal en la retórica, clásica y moderna.
50 Leonardo Bruni
13 BP: afferat?
De interpretarione recta 51
35 Plat. Phaed. 237b-238c (PV). Se trata de un fragmento, latín: locus, casi idéntico a la traducción que
Bruni publicó en 1424, y H (222) advierte que no sólo es fiel hasta anticipar una conjetura del editor del
XIX Heindorf, sino que incluso imita el ritmo del original.
52 Leonardo Bruni
14 B echa en falta un aliquid; BP recoge la crítica de Bertalot, para quien el giro es equivalente a triste
lupus stabulis.
15 B, PV: cognomen?
De interpretarione recta 53
36 He traducido cupiditas por ‘apetito’, y libido, por ‘deseo’, por mor de diferenciar lo que el latín
diferencia; pero téngase en cuenta que cupiditas se relaciona con cupio: ‘deseo, quiero, apetezco’. A
su vez, con cupiditas traduce Bruni el griego éros, para la definición del amor, y epithumía para las
siguientes menciones, mientras que con libido traduce el griego húbris: ‘desenfreno’.
37 El texto latino trae un juego de palabras que he intentado reflejar aquí: quod ‘absque more’ fiat,
‘amor’ vocatur: ‘porque se da sin norma o sin regla se llama ‘amor’; que a su vez pretende reflejar el
original griego ap’ autês tês rómes eponumian laboûsa, éros eklethe (Phaed. 237-238c).
54 Leonardo Bruni
38 Cfr. Cic., De Or. III, 170 (BP). La misma metáfora en De studiis §21, PV: 265.
39 Que corresponden a: ‘innato apetito de placeres’, ‘opinión adquirida’, ‘aspiración a lo mejor’.
40 De acuerdo con H (374), el símil procede de Lucilio, pero apud Cicerón, De Or., 3.171.
56 Leonardo Bruni
Hec ipsa et ego deum oro, o Socrates. Tuum vero sermonem iam pridem
admiror. Quam valde superiori antecellit!, ut16 iam vereri incipiam, ne Lysias
michi [170] exilis exanguisque videatur si pergat ad hunc tuum alium suum
conferre».
Totus hic locus in Greco valde insignis et numerosus est et amenus. Nos
autem in Latinum transferentes an servaverimus maiestatem elegantiamque
primi auctoris, nescimus; conati certe simus illam servare.
25. Quid Aristoteles? An et ipse ornamenta dicendi eodem modo
consectatur? Mirifice profecto atque creberrime,17 ut ego ipse interdum
admirari cogar tantam eius rei curam in medio subtilissimarum disputationum
philosopho adfuisse. Referam vero unum aut alterum locum exempli gratia.
Aristoteles in decimo Ethicorum libro, cum de felicitatte contemplativi
hominis loqueretur, sic inquit: «Esse vero perfectam felicitatem
contemplativam quandam operationem vel ex eo patebit quod deos maxime
existimamus felices ac beatos esse. At quas res illis tribuimus agendas?
Utrum iustas? At erit ridiculum si in contractibus ac reddendis depositis et
huiusmodi rebus occupati dicantur. Sed an fortes?18 In substinendis terroribus
et periculis subeundis honesti causa? Et quenam pericula et qui terrores esse
diis possunt? An liberales? At cui dabunt? Et simul absurdum est dicere illis
esse nummos vel aliquid tale. An modestas? At que tandem ista laus est non
habentibus pravas cupiditates? Ita per omnia discurrenti apparebit in rebus
agendis parvum quiddam esse et indignum numine deorum. Atqui vivere
illos cuncti existimant. Et operari ergo.19 Nam dormire eos dicendum non est
quemadmodum Endymionem.20 Viventi autem si nec agere quicquam tribuatur
et multo magis nec facere, quid restat tandem preter contemplationem? Quare
operatio dei, beatitudine precellens, contemplativa que- [172] dam esset et in
hominibus ergo illa que huic cognatissima est erit utique felicissima!21
16 PV: Tuum vero sermonem iam pridem admiror quam valde superiori antecellit, ut
17 PV: crebrerrime,
18 PV: Sed an fortes? In substinendis terroribus et periculis subeundis honesti causa?
19 PV: existimant, et operari ergo.
20 PV: non est, quemadmodum Endymionem.
21 PV: Quare operatio dei, beatitudine precellens, contemplativa quedam esset. Et in hominibus ergo
illa que huic cognatissima est erit utique felicissima.
De interpretarione recta 57
22 B: agant
23 PV: valet, utpote
De interpretarione recta 59
44 Arstt., Nic.1103a-b.
45 Latín ad verba disputationem conversi: hendyadis.
46Arstt., Nic.1103a-b. En efecto, se notará que, como dice Bruni, el pasaje entero está montado sobre
60 Leonardo Bruni
24 Arist., Pol.1323a-b.
25 Arist., Pol.1321b.
De interpretarione recta 61
II
31. Quoniam illa, quae habere oportet interpretem, ostendimus ac
reprehensiones artificum ex opere ipso, si non recte fecerint, merito nasci
docuimus, videamus nunc tandem unum aliquem locum illius interpretationis.
Ex eo namque totum genus translationis eius poterimus intelligere et, utrum
reprehensionem aut laudem mereatur, iudicare.
32. Aristoteles in libro Politicorum quarto (utriusque enim operis idem
fuir traductor, nec refert, ex illo vel ex hoc exempla sumantur), Aristoteles
ergo in libro Politicorum quarto docet: Solere potentes ac26 magnos in civitate
homines simulare interdum quedam ac dolose pretexere ad multitudinem
populi excludendam a rerum publicarum gubernatione. Esse vero illa, in quibus
ista simulatione utuntur, quinque numero: contiones, magistratus, iudicia,
armaturam, exercitationem. Pena enim magna constituta adversus divites,
nisi contioni intersint, nisi magistratus gerant, nisi in iudicio cognoscant,
nisi arma possideant, nisi ad bellicos usus exerceantur; per huiusmodi penam
ad ista facienda divites compellunt; at pauperibus nullam in rebus penam
constituunt, quasi parcentes eorum tenuitati.
Hec enim pretexitur causa; sed re vera hoc agunt, quo illi agunt, quo illi
impunitate permissa a gubernatione rei publicae se disiungant. Pena siquidem
remota, nec exercere se da bellicos usus multitudo curabit nec arma [178]
possidere volet, cum liceat per legem impune illis carere, nec magistratum
geret pauper, si id putabit damnosum, cum sit in eius arbitrio gerere vel
non gerere. Onus quoque iudicandi sepe vitabit, si nequeat compelli, ac
tempus rebus suis libentius impendet quam publicis consiliis. Atque ita fit,
ut tenuiores quidem homines sub pretextu ac velamento remissionis penarum
sensim ac latenter a re publica excludantur, apud divites autem et opulentos
remaneant administratio et arma et peritia preliandi. Ex quibus potentiores
facti quodammodo tenuioribus dominentur.27
26 B: et
27 Ars., Pol. 1297a 13-16.
De interpretarione recta 63
II
31 [1]. Puesto que hemos mostrado lo que debe tener el intérprete, y
hemos enseñado que las críticas a los artífices merecidamente nacen de su
propio trabajo, si no lo han hecho de modo correcto, veamos ahora finalmente
un pasaje solo de la traducción de aquél.51 Pues por éste el género entero de su
traducción podremos entender, y juzgar si merece censura o alabanza.
32. Aristóteles en el libro cuarto de la Política (pues el traductor de una
y otra obra fue el mismo, y no importa si se toman los ejemplos de aquélla
o de ésta), Aristóteles, pues, en el libro cuarto de la Política, enseña52 que
suelen los hombres grandes y poderosos de la ciudad simular algunas cosas
a veces y disimularlas engañosamente para excluir a la multitud del pueblo
del gobierno de la república.53 Ciertamente, aquellas en que se sirven de esta
simulación son cinco: asambleas, magistraturas, procesos judiciales, armas,
ejercicios. Pues hay establecidas grandes penas contra los ricos si no participan
en la asamblea, si no asumen las magistraturas, si no instruyen procesos, si
no poseen armas, si no se ejercitan en los usos bélicos; por una pena así se
ven empujados los ricos a hacer esas cosas; mientras que para los pobres no
establecen pena alguna en estas cosas, como preservándolos por su pobreza.
Ésta, pues, es la causa simulada; pero realmente lo hacen para que se
desentiendan, permitida la impunidad, del gobierno de la república. Alejada,
en efecto, la pena, ni se ocupará la multitud de ejercitarse en los usos bélicos,
ni querrá poseer armas, ya que es lícito por ley carecer de ellas impunemente,
ni asumirá el pobre una magistratura si lo considera perjudicial, ya que está
en su arbitrio asumirla o no asumirla. También evitará a menudo la carga
de juzgar si no puede ser obligado, y gastará su tiempo libremente en sus
cosas más que en asambleas públicas. Y sucede así que los más pobres, con
velado pretexto de remisión de penas, insensiblemente y a escondidas se
verán excluidos de la república, mientras que las funciones administrativas y
el ejército y la pericia para combatir permanecerán entre los ricos. Los cuales
al hacerse más poderosos dominarán de algún modo a los más pobres.
54 Hemos traducido antes el pasaje por: «Ciertamente, aquellas en que se sirven de esta simulación son
cinco: asambleas, magistraturas, procesos judiciales, armas, ejercicios». Y el texto de Grosseteste es:
Adhuc autem, quecumque prolocutionis gratia in politiis sapienter locuuntur ad populum, sunt quinque
numero: circa congregaciones, circa principatus, circa pretoria, circa armationem, circa exercitia. En
cuanto al texto aristotélico (Arstt., Nic. 1297a) es: sophídsontai pròs ton dêmon pénte tòn arithmón,
perì ekklesían, perì tàs arkhás, perì dikastería, perì hóplisin, perì gumnasían.
55 Lat. barbaries vale tanto para cualquier país bárbaro —incluso Italia para los griegos, pero más
en general cualquier país extranjero—, como para la incultura y rudeza de costumbres. En cuanto a
extrema igualmente puede entenderse en sentido espacial y figurado.
66 Leonardo Bruni
Hec sunt luce clariora. Nec quisquam Latinorum, qui litteras noverit,
huiusmodi officia et potestates civibus commissa «principatus vocavit.
Dicimus etiam «principem» per translationem: ut «princeps senatus», idest
primarius homo in senatu, «princeps iuventutis», qui inter adolescens fama
et honore primarius habetur. Hec est consuetudo Latini sermonis. Hic autem
interpres noster in aliis forsan non indoctus erat; litterarum certe penitus fuit
ignarus.
39. Deinde subicit «circa armationem», «circa exercitia». Hec etiam
duo puerilia sunt: «Armationem» enim non satis usitate dicimus; «exercitia
vero concta penitus opera sine ulla distinctione important. Aristoteles autem
hoc ita ponit, ut exercitationes corporum ad bellicos usus designet.
40. Post hec resumens, que prius enumeraverat, in hunc modum [184]
verba subicit: «Circa congregationem quidem, licere omnibus congregationi
interesse; damnum autem imponi divitibus, si non intersint congregationi,
vel solis vel multo maius; circa principatus autem, habentibus quidem
honorabilitatem non licere abiurare, egenis autem licere; circa pretoria vero
divitibus quidem esse damnum, si non discutiant, egenis autem licentiam,
vel his quidem magnum damnum, his autem parvum. Eodem modo et de
possidendo arma et de exercitari leges ferunt: egenis quidem licet non possidere,
divitibus autem damnosum [non possidentibus. Et si non exerceantur, his
quidem nullum damnum, divitibus autem damnosum].29 Ut hi quidem propter
damnum participent, hi autem propter non timere non participent. Hec quidem
igitur sunt oligarchia sophistica legislationis».30
Esto es más claro que la luz. Ninguno de los latinos que conociera las
letras hubiera llamado ‘principado’ a cargos semejantes y a los poderes
encomendados a los ciudadanos. Decimos también ‘príncipe’ por metáfora,
como ‘príncipe del senado’, esto es, el hombre de primer rango, en el senado;
‘príncipe de la juventud’, que es tenido por de primer rango en fama y honor
entre los jóvenes. Éste es el uso ordinario de la lengua latina. Pero este
intérprete nuestro tal vez no fuera ignorante en otras cosas; de las letras, por
cierto, ignorante por completo.
39 [7]. Luego añade circa armationem, circa exercitia. Éstas dos también
son puerilidades: armatio, en efecto, no es lo bastante usada; mientras que
exercitia implica cualquier actividad sin distinción alguna. Aristóteles pone
esto así para designar los ejercicios físicos con vistas a los usos de la guerra.
40 [8]. Después de esto, resumiendo lo que antes había enumerado,
añadió de este modo:
«Respecto a la asamblea, entonces: se permite a todos estar presentes
en la asamblea, pero se impone una pena a los ricos, si no participan, o bien
de poca cuantía63 o mucho mayor; acerca del principado: a los que tienen
honorabilidad no les es lícito negarse jurando en falso, pero a los pobres es
lícito; acerca de los pretorios: para los ricos sin duda hay perjuicio, si no
discuten, pero a los pobres licencia, o bien para aquellos perjuicio grande,
mientras que para éstos pequeño. Del mismo modo hay leyes no sólo para la
posesión de armas sino para los ejercicios: para los pobres es lícito no poseer,
pero dañoso para los ricos que no poseen. Y si no se ejercitan, para estos sin
duda ningún daño, pero para los ricos dañoso, de modo que estos a causa del
daño participen, mientras que aquellos, por no temer, no participen. Así, éstas
son las sofisterías oligárquicas de la legislación».64
63 El lat. solis que editan todos lo traducen PV por «del sale»: ‘de la sal’; BP por «d’un sou»: ‘de una
perra’, ‘de poca cuantía’; H entiende «upon them alone»: ‘solo a ellos’; MPG: «solos o en grupo».
Mejor sentido hacen H y MPG, pero más fiable parece el texto de PV y BP.
64 El texto de Grosseteste dice: Circa congregationem quidem: licere omnibus congregationi interesse,
damnum autem imponi divitibus, si non intersint congregationi, vel solis vel multo maius; circa
principatus autem: habentibus quidem honorabilitatem non licere abiurare, egenis autem licere; circa
pretoria vero: divitibus esse damnum, si non discutiant, egenis autem licentiam, vel his quidem magnum
damnum, his autem parvum. Eodem modo et de possidendo arma et de exercitari leges ferunt: egenis
quidem licet non possidere, divitibus autem damnosum, ut hi quidem propter damnum participent, hi
autem propter non timere non participent. Hec quidem igitur sunt oligarchica sophistica legislationis.
H (374) califica de tendenciosa la traducción bruniana, puesto que los términos que Bruni discute, en
72 Leonardo Bruni
31 Ineptitudo sería término que solo aparece una vez en la litaeratura latina, en un fragmento de Cecilio
Estacio citado por Nonio Marcelino, 128, 12 (BP).
De interpretarione recta 73
su valor medieval, estaban más próximos a la intención aristotélica. Así prolocutio (griego: prophasis)
significa ‘preámbulo’ en latín medieval; congregatio (gr.: ekklesía), ‘encuentro universitario’ y
praetoria, ‘palacio de justicia’ o residencia del praetor, que era un funcionario judicial. Magistratus no
podía ser significativo para los teólogos escolásticos de la Francia monárquica del s. XIII, su significado
se dedujo de su contexto precisamente en el Aristóteles latino; lo mismo vale para ius praetorium. La
traducción de tímema por honorabilitas produjo amplia confusión (Summa Theologiae 1-2, Q. 95, art.
4, corpus). H concluye que si bien no es justo acusar a Moerbeke de ignorancia y locura, el argumento
de Bruni tenía fuerza polémica contra la validez del latín medieval para traducir la terminología política
antigua.
65 Imposible traducir el juego de palabras damnatio/damnum.
66 Lo clásico, en efecto, es contio: ‘asamblea presidida por un magistrado’.
67 Recuérdese: ‘a los que tienen honorabilidad no es lícito negarse’. En el ejemplo de partida era
‘negarse al principado’, en el de final de párrafo se contrapone los honorables a los pobres. Siempre
honorabilitas: ‘honorabilidad’, abiurare: ‘negar por juramento en falso’.
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no a las riquezas, incluso los nobles, si son pobres, son forzados a asumir las
magistraturas, mientras que los no nobles, por más ricos que sean, podrán
renunciar. Pues aunque sean ricos no tienen honorabilidad. ¿O bien diremos
que el pobre, no hay duda, tiene honorabilidad si es bueno, mientras que el
rico, si es malo, no la tiene? Pero consta que el hombre bueno es honorable,
aunque sea pobre, mientras que el vituperable, malo, aunque sea rico. Pero
quien es honorable, no se puede negar que tiene honorabilidad. Entonces, si
las cosas son así, ¿por qué dice habentibus honorabilitatem non licere, egenis
autem licere, como si ‘honorables’ y ‘pobres’ fueran contrarios?
45 [11]. ¿Qué responderá a esto nuestro intérprete? Nada seguramente
que sea correcto. Pues dado un término que no conviene, muchos se seguirán.
Nuestro intérprete, en efecto, a causa de su ignorancia de la lengua dijo
honorabilitas cuando debía decir census. ‘Censo’ es el valor patrimonial, al que
éste, con vocablo tonto, inhábil e inusitado, ha llamado honorabilitas. Y de esta
palabra, que inconvenientemente ha sacado de ‘honor’, mil inconvenientes,
por así decir, seguirían. Pero no ha tenido que decir honorabilitas sino census;
pues éste es el nombre conveniente y que corresponde con propiedad al griego,
mientras que honorabilitas es inconveniente y por completo fuera de lugar.
46. Las ciudades griegas, en efecto, se regían casi todas por el censo. En
Roma también fue establecido un censo por el rey Servio Tulio.68 Pues dividió
la ciudad no según distritos sino según el censo, haciendo un solo cuerpo de
aquellos ciudadanos que tenían un censo de más de cien mil ases; otro de los
que tenían de cien mil a setenta y cinco mil; el tercero, de los que tenían de
setenta y cinco mil a cincuenta mil; y así llegó bajando hasta los cinco mil.
Por debajo de ese número los dejó sin censar, como pobres e incapaces. Y
a partir del censo estableció las cargas que había que sostener, en paz y en
guerra. Pero, puesto que los patrimonios o bien aumentan o bien disminuyen,
estableció que se rehiciera el censo de cinco en cinco años. A este quinquenio
lo llamaron ‘lustro’; y los magistrados que estaban al frente del censo, fueron
llamados ‘censores’. Y entre los griegos a los censores se los llama timite,
y al censo timima.69 Pero aquel buen intérprete no había leído tales cosas.
Verdaderamente en lugar de census vio en sueños honorabilitas, creando una
palabra por su cuenta, que nadie antes había puesto.
34 Sall., C. 25, 4.
De interpretarione recta 77
50. Quid de verbis in Greco relictis dicam, que tam multa sunt, ut
semigreca quedam eius interpretatio videatur? Atqui nichil Grece dictum
est, quod Latine dici non possit! Et tamen dabo veniam in quibusdam paucis
admodum peregrinis et reconditis, si nequeant commode in Latinum traduci.
Enim vero, quorum optima habemus vocabula, ea in Greco relinquere
ignorantissimum est. Quid enim tu michi «politiam» relinquis in Greco,
cum possis et debeas Latino verbo «rem publicam» dicere? Cur tu michi
«oligarchiam» et «democratiam» mille locis inculcas et aures legentium
insuasissimis ignotissimis nominibus offendis, cum illorum omnium optima
et usitatissima vocabula in Latino habeamus? Latini enim nostri «paucorum
potentiam» et «popularem statum» et «optimorum gubernationem» dixerunt.
Utrum igitur hoc modo Latine prestat dicere, an verba illa, ut iacent, in Greco
relinquere?
51. «Epichiia» est iustitie pars,35 quam nostri iurisconsulti «ex bono
et equo» appellant. «Ius scriptum sic habet —inquit iurisconsultus—, debet
tamen ex bono et equo sic intelligi, et aliud ex rigore iuris, aliud ex equitate».
Et alibi inquit: «Ius est [192] ars boni et equi». Cur tu ergo michi «epichiiam»
relinquis in Greco, verbum michi ignotum, cum possis dicere «ex bono et
equo», ut dicunt iurisconsulti nostri? Hoc non est interpretari sed confundere,
nec lucem rebus, sed caliginem adhibere.
52. Quid dicam de suavitate ac rotunditate orationis, qua quidem
in re plurimum laborasse Aristoteles in Greco videtur.36 Hic autem
interpres ita dissipatus delumbatusque est, ut miserandum videatur, tantam
confusionem intueri. Tedet me plura referre. Est enim plena interpretatio eius
35 Griego epieikeía. Definiciones de ‘derecho’, ius, en: Ulp., Dig., 1, 1, 1; Paul., Dig., 1, 1, 11; Instit.,
1, 2, 3; Cic., De Inv., 2, 65.
36 PV: videtur?
De interpretarione recta 79
50 [15]. ¿Qué diré de las palabras dejadas en griego, que son tantas
que la suya parece una traducción medio griega? ¡Pero nada se ha dicho en
griego que no se pueda decir en latín! Y, sin embargo, disculparé algunas
pocas palabras del todo extrañas y oscuras, si no pueden traducirse fácilmente
al latín. Pero para las que tenemos los mejores vocablos, dejarlas en griego
es de muy ignorante. ¿A qué, en efecto, me dejas en griego politía73cuando
puedes y debes decir en latín res publica? ¿Por qué me repites en mil lugares
‘oligarquía’ y ‘democracia’ y ‘aristocracia’ y ofendes los oídos de los que leen
con nombres inusitadísimos e ignotísimos, cuando para todos ellos tenemos
en latín los mejores y más usuales vocablos? Pues nuestros latinos dijeron
‘poder de unos pocos’ y ‘estado popular’ y gobierno de los mejores’.74 Así
pues, ¿es preferible decir de este modo en latín, o bien las palabras, como
están, dejarlas en griego?
51. La epiichia es una parte de la justicia, que llaman nuestros
jurisconsultos ex bono et equo.75 «El derecho escrito va así —dice el
jurisconsulto—; debe, sin embargo, interpretarse de acuerdo con lo bueno y
lo justo, y una cosa es según el rigor del derecho, otra según la equidad». Y
en otro lugar dice: «El derecho es el arte de lo bueno y lo justo». ¿Por qué me
dejas en griego epiichia, palabra para mí desconocida, cuando puedes decir
ex bono et aequo, como dicen nuestros jurisconsultos? Esto no es interpretar,
sino confundir, y no aportar luz a las cosas, sino oscuridad.76
52 [16]. ¿Qué decir del encanto y rotundidad del discurso, en que sin
duda parece Aristóteles haber trabajado muchísimo en griego? Pero este
intérprete es tan disperso y tan flojo que parece digno de lástima considerar
tan gran confusión. Me cansa recordar más cosas. Pues su interpretación está
77 Lat. pro palestra et oleo. PV remite a Cicerón (De Or. 1, 81), un pasaje que contrapone una oratoria
propia de la palestra y el aceite, que usaban los atletas en ella, con otra, adecuada a la turba civil del
foro. De modo que la primera, la del gimnasio y el entrenamiento, sería la preparada con cuidado. Pero
no está claro que en Cicerón sea un elogio.