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De interpretatione recta,

de Leonardo Bruni:
un episodio en la historia de la traducción y la hermenéutica

Texto, traducción, estudio y notas


de Fernando romo Feito
De interpretarione recta 3

INTRODUCCIÓN
Al fondo de la nave derecha, en la iglesia de la Santa Croce de Florencia,
un hermoso sepulcro quattrocentesco custodia los restos del que fue canciller
de la República de Florencia, Leonardo Bruni. Como epitafio1 una inscripción
reza:
Postquam Leonardus e vita migravit
Historia luget eloquentia muta est
Ferturque Musae tum graecae tum latinae
Lacrimas tenuere non potuerunt

Sus contemporáneos le honraron, pues, como historiador y como


orador —eloquentia—, y si las musas, no sólo griegas sino también latinas,
no pudieron contener las lágrimas, es porque cultivó ambas con tenaz
dedicación y ejemplar esfuerzo durante años. Su obra alcanza una considerable
amplitud, y abarca, en efecto, obras que Paolo Viti2 ha clasificado en escritos
humanísticos, polémicos, biográficos, políticos y cancillerescos. Es una
clasificación temática, porque si se atiende a los géneros discursivos, puede
decirse que cultivó todos los retóricos de su tiempo, y todavía habría que
añadir su monumental Historiarum florentini populi libri XII.
Si se pregunta por el relieve que alcanzó la actividad del traductor
propiamente dicha, se puede responder que es Leonardo Bruni uno de los

1 Este epitafio me parece una variación sobre el diseño retórico del de Plauto, supuestamente copiado
por Aulo Gelio de un De poetis, de Varrón, que sólo Gelio atestigua y que no ha llegado hasta nosotros.
Varrón afirmaría, siempre según Aulo Gelio, que fue obra del propio Plauto:
Postquam est mortem aptus Plautus, Comoedia luget,
Scaena est deserta, dein Risus, Ludus Iocusque
Et Numeri innumeri simul omnes collacrimarunt.
(Aulo Gelio, Noctes Atticae, I, xxiv, 3
Esto es:
«Después que Plauto fue arrebatado a la muerte, la Comedia llora,
La escena está desierta, y las risas, la diversión y las bromas,
Y los ritmos sin número, todos a una, estallaron en lágrimas».
Lo que no dice que tomasen a Bruni por personaje de comedia, pero ilustra acerca del aprecio en que
le tenían, y de la forma de componer de los humanistas, toda vez que Manetti y Poggio Bracciolini
pronunciaron el elogio fúnebre de Bruni, y tal vez alguno de ellos compusiera el epitafio.
2 Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, UTET, 1996. Reúne de forma cómoda casi
toda la obra no histórica del autor.
4 Leonardo Bruni

primeros en abrir camino, quizá el primero con semejante amplitud, a la


recuperación del legado griego, tan decisivo para la configuración de lo que
como espacio cultural llamamos Europa. De hecho, sus traducciones de la
epístola de Basilio de Cesárea A los jóvenes, sobre cómo aprovechar las letras
griegas o de la Ética a Nicómaco aristotélica, recorrieron Europa. Pero con eso
ya queda subrayado que su labor como traductor es de primera importancia. Y
no sólo práctica, sino teórica, como atestigua su De interpretatione recta, el
tratado que contiene lo principal de su reflexión sobre la tarea del traductor, y
que demuestra el alto grado de conciencia de ésta que alcanza. Nuestro intento
es ofrecer el De interpretatione recta, texto latino y traducción, creemos que
por primera vez completo en España. Se comprenderá que esta introducción
se centre en el tratado en cuestión, y sólo roce los acostumbrados recorridos
generales por la vida y la obra del autor.3 Pero sí será necesario situar el valor
de la actividad traductora en el Renacimiento, y en Bruni mismo, antes de
discutir el tratado.

Interpretatio
Basta con reparar en el título, De interpretatione recta, para guardarse
de proyectar a la ligera nuestras estructuras mentales. Para nosotros la
traducción es una actividad especializada y relativamente técnica. La
menos susceptible de tecnificación es la literaria, que se mantiene próxima
a la filología y a la propia actividad literaria. Pero que haya una titulación
académica de ‘Traducción e Interpretación’ es bastante elocuente. Nótese,
para empezar, que el término de Bruni es interpretatio, que recubre tanto la
actividad traductológica como la del que comenta la Biblia, pongamos por
caso. La tradición en la que se inserta Bruni es la de Cicerón en De optimo
genere oratorum, y la de Jerónimo en su famosa epístola Ad Pammachium.

3 Las fuentes más cómodas y accesibles hoy son: Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e
politiche, cit.; Bernard Pradelle, Laurence, Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et poésie à
Florence au début du Quattrocento, París: Champion, 2008; Griffiths, Gordon, Hankins, James,
Thompson, David, The Humanisme of Leonardo Bruni. Selected Texts, Brighamton (New York):
The Renaissance Society of America, 1987 (citado desde ahora Hankins); de forma reducida a las
proporciones de un artículo, Pérez González, Maurilio, «Leonardo Bruni y su tratado De interpretatione
recta», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 8, 1995; y también: Vega, Miguel Ángel
(ed.), Textos clásicos de teoría de la traducción, Madrid: Cátedra, 2004, pp. 99-109, en traducción
(incompleta) de Antonio Guzmán.
De interpretarione recta 5

De optimo genere interpretandi. Y desde luego, nadie diría que Cicerón o


Jerónimo correspondan gran cosa a la figura actual del traductor.
Convendrá, por lo tanto, acercarnos al sentido inicial de la palabra
interpretatio,4 cuyo prefijo subraya el carácter de intermediación. Se
empleaba en relación con la aclaración de mensajes cuyo sentido no fuera
inmediatamente evidente: oráculos, leyes, pero también textos literarios
y más raramente filosóficos. Por ejemplo, Quintiliano: «Interpretamos las
expresiones oscuras» (obscure dicta interpretamur, Inst. Or. III, 4, 3), como
una de las funciones del orador. La palabra ‘intérprete’, que parece implicar
con preferencia contextos jurídicos, se define en el Thesaurus Lingua Latinae
como: «El que, en una situación determinada, inspira confianza, por ejemplo,
al narrar algo». Hay también ejemplos de Cicerón (De leg. I, 30): «El discurso
es intérprete de la mente» (interpres mentis oratio), o de Lucrecio (De rerum
natura VI, 1149): «La lengua es intérprete del alma» (animi interpretes…
lingua). Y desde luego, la latinidad ha entendido desde siempre interpretatio
como equivalente latino de exégesis.
En el caso de interpretari se extenderá el significado hasta el de ‘traducir’,
cosa que se aprecia en Cicerón, Jerónimo y Agustín, así como a las diferentes
formas de entender la traducción y a su evolución medieval y humanística
posterior. Boecio usaría interpretatio indistintamente para referirse a la
hermeneía aristotélica y para la traducción latina de expresiones griegas;
frente a expositio para la explicación de doctrinas anteriores, platónicas o
aristotélicas. Sin embargo, sobre todo en el ámbito de la Escolástica del s.
XIII, lo que se consolida es la distinción entre la interpretatio o actividad
del interpres, el que traduce, y la expositio o el commentarium, actividades
ambas del expositor o commentator.

4 Lo he estudiado en Romo, Fernando, «Escucho con mis ojos a los muertos». La Odisea de la
interpretación literaria, Madrid: CSIC, 2008, de donde resumo lo que sigue. Allí tenía en cuenta
principalmente a Bianchi, Luca, «Fra Lessicografia e storia delle tradizioni filosofiche: metamorfosi
dell’interpretatio», L’interpretazione nei secoli XVI e XVII (Canziani, Guido, Zarka, Yves, eds.). Milán:
Francoangeli, 1993, pp. 35-58. Y del mismo autor: Studi sull’Aristotelismo del Rinascimento, Padova:
Il Poligrafo, 2003. Véase Copeland, Rita, Rhetoric, Hermeneutics, and Translation in the Middle
Ages: Academic Tradition and vernacular Texts, Cambridge University Press, 1991, para un estudio
de la evolución del modelo antiguo en la tradición anglosajona, que enmarca la traducción en los
desplazamientos medievales de la retórica a la hermenéutica.
6 Leonardo Bruni

En el Quattrocento progresivamente interpretatio extiende su


valor para abarcar también el de la expositio, al tiempo que se afianzan
versio, conversio, translatio, y, por fin, traductio; lo que no quita para que
interpretatio se use muchas veces tanto para la comprensión lingüística
como doctrinal. Desde luego, la actividad interpretativa es inseparable por
lo general de la necesidad de trasladar un legado cultural del griego al latín,
o bien de moverse entre el griego y el latín y las lenguas vernáculas. Y hace
notar Hankins,5 si comparamos desde un punto de vista cuantitativo esta
actividad con su equivalente medieval, la ventaja resulta aplastante para el
Renacimiento, al menos en lo que respecta al griego: la competición entre
estudiosos e impresores multiplicaba las revisiones de textos; y se aprecia
un superior refinamiento en el estudio de las lenguas y la comprensión del
contenido. A finales del XVII gran parte del corpus griego ya había sido
traducida al francés, italiano, español, alemán e inglés. Las causas para
Hankins están claras: hay ahora, en el Quattrocento, un público aristocrático
sin tiempo para el estudio medieval de glosas y quaestiones. De hecho las
nuevas traducciones triunfan también en la universidad, cuyos patronos
eran los mismos de los humanistas (si hay enfrentamiento es entre método
escolástico y humanismo, no entre éste y la institución universitaria). En
síntesis: más letrados, nuevos patronazgos, un nuevo público, imprenta,
nacionalismos emergentes que quieren ennoblecer las lenguas vernáculas,
deseo de los humanistas de ampliar el público de las buenas letras… Pues
bien, tal actividad, que proseguía la larga tradición medieval con un espíritu
nuevo, produjo una serie de interesantes reflexiones teóricas sobre la tarea
de traducir, entre las cuales la primera es precisamente el De interpretatione
recta, de Bruni.

Interpres u orator
El Mundo Antiguo conoce una alternativa en el ámbito de la interpretatio
a la que subyace la oposición entre epieikeía (lat.: aequitas) y akríbeia, esto
es, entre equidad que lleva a ser flexible y rigor. Es una diferencia no sólo

5 Hankins, James, «Translation Practice in the Renaissance: The Case of Leonardo Bruni», Humanism
and Platonism in the Italian Renaissance I, Roma: Edizioni di Storia e Letterature, 2003, pp. 177-192.
De interpretarione recta 7

terminológica, sino de actitudes, de origen ético e implicaciones jurídicas.6 Y


se aprecia cuando Cicerón, buscando definir el orador ideal, se pone a traducir:
En efecto, he traducido, de dos oradores áticos elocuentísimos, de
Esquines y Demóstenes, los dos más espléndidos discursos, contrarios
entre sí; y no he traducido como intérprete, sino como orador (nec […]
ut interpres, sed ut orator), con los mismos pensamientos (sententiis)
y con las formas tanto como con las figuras suyas, con las palabras
adaptadas a nuestro uso (ad nostram consuetudinem). En las cuales no
he creído necesario verter palabra por palabra, sino que he conservado
el estilo de todas las palabras y su sentido (genus omnium verborum
vimque) (De optimo genere oratorum, IV 14).

El texto de Cicerón nos ilustra respecto de dos modos de acercarse a


los textos. El intérprete en sentido jurídico ha de explicar el sentido palabra
por palabra (ad verbum, verbum de verbo), porque su enemigo no sólo es
la oscuridad sino además la ambigüedad o la inexactitud. Quedaba la otra
actitud, la del que se siente libre de la servidumbre de las palabras (ad
sensum). Puede tomarse libertades con éstas siempre que respete su estilo
y sobre todo el pensamiento del autor (sententia), sin añadir ni quitar nada
del tal pensamiento. Y Cicerón ha traducido como orador, con las palabras
suyas propias y de sus contemporáneos latinos, con ánimo de competir
con los griegos. En síntesis, la Antigüedad dispone de una teoría de la
traducción perfectamente clara, de la que Cicerón es ejemplo diáfano pero
que se encuentra también en Quintiliano o Aulo Gelio, y que Paolo Chiesa7
(1987: 7-9) ha formulado con especial penetración: Cicerón distingue la
interpretatio ad verbum (puramente técnica) de la ad sensum, y en relación
con ellas la aemulatio retórica, cuyo centro es el texto de llegada. Que todo
el mundo capaz de leer sea bilingüe libera de la necesidad de ser fieles al
texto de partida, y permite la emulación. Lo que se refleja en la terminología:
convertere, vertere, transferre son los verbos generales; aemulari, imitari,

6 La mejor definición está en la Ética a Nicómaco aristotélica, DigestoIus est ars boni et equi, citado
por el propio Bruni en §51.
7 Chiesa, Paolo, «Ad verbum o ad sensum? Modelli e coscienza metodologica della traduzione tra tarda
Antichità e alto Medioevo», Medioevo e Rinascimento, I, 1987, pp. 1-51. Para un análisis general de
la traducción en términos retóricos: Chico Rico, Francisco, «Retórica y traducción. Nóesis y poíesis
en la traducción del texto literario», Lenguas, literatura y traducción. Aproximaciones teóricas (P.−Y.
Raccah, B. Sáiz Noeda, eds.), Madrid: Arrecife, 2001, pp. 257-285.
8 Leonardo Bruni

sequi, los de valor retórico; interpretari se reserva para la versión literal. Y no


hay más tecnicismo que interpres, porque los que emulan son scriptores. Una
oposición semejante encontraremos en el ámbito de la poética. Supongamos
que el poeta quiere inspirarse en una materia ya tratada por la tradición —
actitud esta habitual en el mundo antiguo, a la inversa del nuestro—, pues
conseguirá hacerla suya si no pretende dar palabra por palabra, como fiel
intérprete (nec verbo verbum curabis reddere fidus/ interpres) que no se
atreve a apartarse de la operis lex (Ars poetica, vv. 131-135). Es un caso algo
diferente, en tanto que el poeta debe hacer suya la materia común (publica
materies privati iuris erit, v. 131), y debe producir algo nuevo a partir de
ella, mientras que Cicerón, aun modificando el tenor literal, lo que quiere dar
en su traducción, suponemos, es justamente esa lex operis a que se refiere
Horacio. Pero es un caso que confirma la existencia del primer polo de la
antinomia: el que se ve obligado a dar palabra por palabra. Desde luego, como
afirma Copeland, la práctica de Cicerón responde a un proyecto retórico de
asimilación pero también desplazamiento del legado griego.8
Cuatro siglos después de Cicerón, el padre de la Iglesia y patrono de
los traductores, Jerónimo, cuando se siente atacado en su trabajo, se defiende
con que, trasladando textos griegos, no pretende verter palabra por palabra,
sino idea por idea (non verbum e verbo sed sensum exprimere de senso, Ad
Pammachium, 57, 5); se acuerda de Horacio y de otros clásicos que tradujeron
pretendiendo conservar «el decoro y la elegancia»; y afirma taxativamente
que si traduce al pie de la letra, «sonará absurdo», porque lo que hay que
buscar es el pensamiento (Ad Pammachium, 57, 5-7).
Pues bien, puede decirse que el traductor medieval ha sido un traductor
ad verbum. ¿Qué es, entonces, lo que lo diferencia del humanista, del propio
Bruni? Según Hankins,9 un cambio en la concepción del lenguaje. La traducción
ad verbum implicaba una concepción del latín y el griego como lenguas
intemporales con una relación realista a lo que denotaban, mientras que en la
ad sententiam apunta una cierta conciencia de la historicidad de las lenguas
y de la relación del sentido al texto en tanto que complejo significativo. Pero

8 Copeland, Rhetoric, Hermeneutics, and Translation in the Middle Ages: Academic Tradition and
vernacular Texts, cit., p. 222.
9 Hankins, «Translation Practice in the Renaissance: The Case of Leonardo Bruni», cit.
De interpretarione recta 9

tampoco es que se cambiase con el Humanismo a la traducción ad sententiam,


sino de la ad verbum a una variedad de posibilidades, en relación con el
género. Hankins aduce como ejemplo a Trapezuntius, quien distinguía entre:
a) literal, esto es: ad verbum para textos sagrados; b) libre para retóricos y
poéticos, c) intermedia para filosofía e historia. En sus palabras: «En historia,
no se esfuerce en las palabras, […] sino que cuando vea el asunto entero
podrá verterlo en latín a su manera; en oratoria no debe ignorar las palabras,
no hay que seguir sólo el sentido sino expresar mucho más, todo lo que pueda,
el género del discurso y la variedad estilística».10
Que la conciencia de las posibilidades estaba en el ambiente lo
demuestra el De ratione dicendi de Vives (1532, un siglo posterior al De
interpretatione recta), que en su cap. XII (291-295), referente a las versiones
sive interpretationes diferencia entre las fieles sólo al sentido, las fieles sólo a
la frase o dicción (sola phrasis, aut dictio), y las que intentan considerar ambos
aspectos. Lo que se ha llamado principio de incomensurabilidad lingüística le
lleva a objetar a la segunda posibilidad, y a admitir en cambio la traducción
ad verbum en los lugares de oscuridad, trascendencia pública o privada, y en
los misterios de la Escritura. Pero hay que notar que ésta era ya la práctica del
traductor medieval. En cualquier caso, para Vives las causas de error en las
versiones radican en ignorancia de las lenguas o de la materia tratada. Desde
luego, por mucho que se quieran conservar las figuras y tropos del original,
nunca la fidelidad debe inducir a admitir el solecismo o el barbarismo.

Bruni y su tiempo
Estaremos todavía en mejores condiciones para entender lo que
representa el De interpretatione recta de Bruni, si lo enmarcamos en la
biografía de su autor, y en las controversias en que se vio envuelto.
No es casual que Bernard-Pradelle,11 en la más reciente edición de
conjunto de obras de Bruni, haya partido precisamente de su actividad como

10 Op, cit., p. 185: historia, de verbis nihil laboret, […] sed cum rem totam percipit, eam more suo
in Latinum vertat licebit; oratoria, is ignorare non debet non verba, non sensum illius solum sibi
sequendum, sed multo magis orationis genus et dicendi varietatem Latine, quantum facere potest, esse
exprimendum.
11 Bernard-Pradelle, Laurence, Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et poésie à Florence au
début du Quattrocento, cit. Los datos que siguen proceden de Bernard Pradelle (pp. 181-188), así como
de Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, cit., pp. 43-47.
10 Leonardo Bruni

traductor para trazar la semblanza completa del personaje. Nacido entre 1370
y 1375 en Arezzo, hijo de un mercader de grano, y trasladado a Florencia
hacia 1395, Bruni había entrado en el círculo del canciller de la República,
Coluccio Sallutati. Cuando Manuel Crisoloras llega a Florencia procedente de
Bizancio para enseñar griego, en 1397, el joven Bruni abandona los estudios
jurídicos por los literarios y se consagra al estudio del griego: entre 1402 y
1405 publica sus primeras traducciones. En 1405 marcha a Roma, donde será
secretario apostólico, experiencia romana que conoce una breve interrupción,
el 1410, en que acepta el cargo de canciller de la República de Florencia,
pero regresa a Roma el 1411 y permanece al servicio del papado sin volver
a Florencia hasta 1415, ya definitivamente. Al año siguiente, la ciudad le
concede el derecho de ciudadanía, cuando comienza la publicación de su
Historia del pueblo florentino. En 1427 es por segunda vez elegido canciller
pero ahora ya no deja el cargo hasta su muerte, en 1444. Estos simples jalones
cronológicos permiten dejar por sentado que el de Arezzo será desde muy
pronto florentino de adopción y de vocación. No en vano Florencia, siendo él
niño y prisionero junto con su padre de los gibelinos franceses, había liberado
a Arezzo de ese poder.
Bruni ha conocido en su vida varias circunstancias críticas: la primera, la
guerra entre Milán y Florencia, cuando el duque Giangaleazzo Visconti, señor
absoluto de Milán, intenta extender su poder hacia el sur, y sólo la republicana
Florencia se le opone. El año crítico es 1402. Florencia triunfa gracias
a la muerte repentina del Visconti, pero Bruni participará de la exaltación
republicana, del sentimiento de haber sido los florentinos los únicos capaces
de hacer frente a la amenaza absolutista, y con éxito, pues han salvaguardado
la libertad. A estos años iniciales corresponden las primeras traducciones, de
Jenofonte contra la tiranía, del Fedón platónico, de Plutarco, la Oratio ad
adolescentes de Basilio de Cesarea, y en torno a 1402, ya obras originales
suyas, la Laudatio florentine urbis y los Dialogi ad Petrum Paulum Histrum.
Hay que notar que tanto la Oratio como la Laudatio y los Dialogi tienen
un cierto carácter de manifiestos de una nueva cultura, la del humanismo,
inseparable en la concepción de Bruni de la libertad republicana.
En tanto que Secretario Apostólico, Bruni vive la rebelión del pueblo
de Roma, que obliga al papa Gregorio XII a huir a Viterbo (1405), y luego
el conflicto que se conoce como Cisma de Occidente. Asiste al Concilio de
De interpretarione recta 11

Pisa (1409), que condena a Gregorio XII y al antipapa de Avignon Benedicto


XIII, y que elige a Alejandro V. Bruni estará a su servicio y al de su sucesor,
Juan XXIII. Son años agitados, de viajes siguiendo al papa, de turbulencias
romanas, en los que, en general, Bruni intenta contribuir al asentamiento del
poder papal, en Roma y en los Estados Pontificios. Años también en los que
contrae matrimonio con una joven de la alta burguesía florentina, Tommasa
di Simone della Fioraia (1412), y hace fortuna. Hay que situar en este tramo
la Oratio in funere Othonis adulescentuli (1405), y la Oratio Heliogabali ad
meretrices (1408), aparte, claro está, de las abundantes cartas, oficiales unas y
debidas a su cargo, y privadas otras, que corresponden a unos años movidos.
Desde 1415 su vida, aunque a veces sirva a la Santa Sede o actúe de
embajador de la ciudad ante el papado, es inseparable de Florencia. Son
los años en que se sitúa la mayor parte de su obra, tanto traducciones como
originales. Traducciones de Plutarco: las vidas de Marco Antonio, Catón,
los Gracos, Paulo Emilio, Demóstenes; discursos contra Diopites y a favor
de Ctesifonte, de Demóstenes; contra Ctesifonte, de Esquines; el Gorgias
platónico; pero también la Vita Ciceronis, nueva expresión del humanismo
comprometido civilmente, e inicio de un giro hacia la historia; la Historia, ya
citada, y dado que ésta llegaba hasta principios del s. XV, el Commentarius
rerum suo tempore gestarum, que se extiende hasta 1440. Todo esto en 1416.
En 1417 traduce la Ética a Nicómaco, de Aristóteles, que está en el origen
del De interpretatione recta (¿1424?); pero esos años registran además
traducciones de más vidas de Plutarco, de parte del libro X de la Ilíada, de la
Apología y el Critón platónicos; además del De militia (1421), el Isagogicon
moralis disciplinae (1425), el De studiis et litteris (1422-1426), la Oratio in
funere Iohannis Strozze (1427), la Vita Aristotelis (1429). No debe extrañar
en estos años, los de madurez, el interés por Aristóteles, si se repara en que
su obra ética y política podía proporcionar ideología a las élites dirigentes
florentinas. Era, desde luego, un Aristóteles muy diferente al de la Escolástica,
y se explica bien que el De interpretatione recta surgiera justamente para
defenderlo.
Los últimos años de su vida asisten a la victoria de Cosme de Médici,
aunque Bruni se las arregla para, conciliando a las diversas familias de la
burguesía forentina, mantener una relativa independencia que le permite
seguir al frente de la cancillería hasta su muerte. Si bien cada vez con menor
12 Leonardo Bruni

influencia real. Son los años de las Vidas de Dante y de Petrarca (1436), de la
Constitución florentina en griego (1439), de abundantes obras históricas, pero
también de traducciones: desde la Política, de Aristóteles, hasta las epístolas
platónicas, e incluso una comedia de Aristófanes, el Pluto; hasta traduce al
latín una de las novelle del Decamerón y compone otra, original suya, la
Storia di Seleuco e di Antioco.
En 1439 la ciudadanía se extiende a perpetuidad a todos sus
descendientes varones, y en 1444 muere honrado por la ciudad, que le erige
el hermoso monumento fúnebre de Bernardo Rosellino en la Santa Croce que
aún admiramos hoy.
Un repaso incluso telegráfico como el nuestro sirve para dar una idea
de que estamos ante una obra extensa, en la que la actividad traductora ocupa
un lugar fundamental.12 La inspira la idea de que es necesario recuperar el
legado del Mundo Antiguo, interrumpido por un milenio de oscuridad. Pero si
se repara en el perfil de conjunto del personaje, que prefiere Dante a Petrarca
porque el primero participó en política y luchó por su patria, y en el lugar que
ocupa para él Aristóteles, el de la Ética y la Política, se entiende que no es una
ocupación puramente intelectual, exenta de implicaciones. Es el humanismo
cívico, tan bellamente estudiado por Hans Baron.13 Como es sabido, la
interpretación de Baron, luego discutida y matizada por muchos, estriba en
que, frente a la visión de Burckhardt del Renacimiento como expansión del
individuo en el marco de las tiranías, la visión medieval mistificante de una
paz impuesta por el papa o por el emperador se ve sustituida por una visión
realista del expansionismo de los estados del norte (Milán, los Visconti). Si es
verdad que la monarquía absoluta es superior para guardar el orden pacífico,
la república lo es en cuanto a salvaguardia de la participación política en
libertad, inseparable del pleno desarrollo humano. Lo que hace Baron es
contraponer ese ideal republicano como realmente existente y centrado en
Florencia, al Burckhardt que identificaba Renacimiento con extensión de las

12 En Bernard-Pradelle, Leonardo Bruni Aretino, cit., la relación de obras de Bruni ocupa las pp. 939-
955, de las que más de treinta entradas corresponden a traducciones.
13 Baron, Hans, The Crisis of the Early Italian Renaissance, New Jersey: Princeton U. P., 1966 (2ª
ed., primera de 1955). Trad. it. de R. Pecchioli: La crisi del primo rinascimento italiano. Umanesimo
civile e libertà republicana in un’età di classicismo e di tirannide (ed. riveduta e aggiornata con una
presentazione al lettore italiano), Firenze: Sansoni, 1970.
De interpretarione recta 13

monarquías absolutas y del mundo cortesano anejo, válida en sus límites,


pero parcial. Y, sin exagerar, Leonardo Bruni es el héroe de Baron. Es cierto
que la interpretación de éste, formulada en la década de 1920, no fue ajena al
ascenso del nazismo y al deseo de estimular al mundo intelectual alemán a la
participación política; no menos quedará como mérito suyo el haber llamado
la atención sobre esta dimensión de nuestro personaje.

De interpretatione recta
Centrémonos ahora en el contexto inmediato y previo al De
interpretatione recta. Bruni parece consciente de la advertencia de
Jerónimo de que en las Escrituras hasta el orden de palabras es misterio. En
consecuencia, y a pesar de su servicio al papado, todas sus traducciones son
laicas. En palabras de Bernard-Pradelle, el problema que parece plantearse es
cómo traducir la lengua filosófica, y la respuesta la encuentra en Cicerón,14 en
la medida en que no se trata sólo de traducir contenidos —cree Bruni— sino
también el estilo; y en que se muestra convencido de que cuanto se dice en
griego puede trasladarse al latín.
De hecho, sabemos que hubo ya un helenismo medieval, por limitado
que fuera. Mientras los humanistas traducen textos inéditos no hay problema,
pero surge cuando ponen sus manos en Aristóteles, que ya era bien conocido.
Como hemos visto, Bruni tradujo la Ética a Nicómaco en 1416, y le antepuso
un proemium y una praefatio, datada en 1419, que dedicaba la traducción
al papa Martín V. De la obra de Aristóteles ya hacía más de un siglo que
había dos traducciones: una, de Herman el Alemán a partir del texto árabe
de Averroes, de hacia 1240; la otra, de Roberto Grosseteste (1168-1253),
obispo de Lincoln entre 1235 y 1253, algo anterior a 1250, más tarde revisada
por Guillermo de Moerbeke, traductor de Aristóteles para Tomás de Aquino,
hacia 1260.15 Esta última era bien conocida y se había extendido por todas

14 Bernard-Pradelle, Leonardo Bruni Aretino, cit., p. 50.


15 Hubo una llamada Ethica vetus, sólo los libros II y III, de finales del s. XI, completada con el libro I
hacia 1220-1230, entonces Ethica nova. Le siguieron la de Herman el Alemán y la de Grosseteste. Véase
González Rolán, T., Moreno Hernández, A., Saquero Suárez-Somonte, P., Humanismo y Teoría de la
Traducción en España e Italia en la primera mitad del siglo XV. Edición y estudio de la Controversia
Alphonsiana (Alfonso de Cartagena vs. L. Bruni y P. Candido Decembrio), Madrid: Ediciones Clásicas,
2000, p. 347 (citado desde ahora González Rolán).
14 Leonardo Bruni

las universidades como texto oficial para la enseñanza de la filosofía moral;


resultaba, pues, inevitable que la nueva fuera discutida, y lo fue; al fin y al
cabo, se proponía desplazar a la anterior.16
Es necesario atender primero al proemio17 de Bruni a su traducción de
la Ética. Parte de que aun habiendo una versión anterior, el resultado parecía
más obra de bárbaros que de latinos. Pero al final del proemio va más allá:
«creo que he conseguido poner por vez primera estos libros en latín, dado
que no lo estaban antes» (p. 193). Su argumento es que el latín es lo bastante
rico en formas expresivas y medios de embellecimiento: Plauto y Terencio
tradujeron a Menandro sin sacrificar nada y usando palabras latinas. Cicerón
trata temas equiparables a los aristotélicos e incluso discute cuánto más rico
(locuples) es el latín. El mero hecho de comparar latín y griego es ya un
reconocimiento de riqueza, y no hay por qué preferir a Demóstenes y Homero
sobre Cicerón y Virgilio.
En esencia las críticas son: a) el traductor medieval deja abundantes
términos en griego, como si no hubiera equivalentes latinos, cuando, insiste,
«la lengua latina […] es rica de sobra, no sólo para expresar lo que quieras,
sino también para adornarlo suficientemente» (p. 180); b) emplea términos
no autorizados por los autores clásicos; c) el estilo de su traducción es de una
rudeza (asperitas) que no se compagina con la elocuencia aristotélica; y d)
como consecuencia de sus errores léxicos, la doctrina misma queda desfigurada
y oscurecida.18 El traductor medieval, según Bruni, era ignorante en una y
otra lengua, latina y griega; ignoraba la materia de la que estaba tratando; y
desfiguraba el estilo del original. Pero de acuerdo con González Rolán,19 ni
es cierto que Grosseteste ignorase la materia ni el griego. Sencillamente, la
suya era una traducción típicamente ad verbum, técnica, que pretendía no

16 El procedimiento no fue privativo de Bruni. Véase, Botley, Paul, Latin Translation in the Renaissance,
Cambridge University Press, 2004, pp. 41-42.
17 González Rolán, pp. 179-193. Este libro estudia con minuciosidad admirable y edita y traduce de
forma cuidada todos los documentos de la llamada «controversia alfonsiana», a los que nos hemos de
referir.
18 Bruni concedería que el antiguo traductor fuera sabio en filosofía, pero cree que no, ya que confunde
la materia tanto como el vocabulario: traducir kálon por bonum en vez de por honestum, arrastra
también utile por bonum, lo que lleva a la confusión de los tres términos centrales de la filosofía moral:
honestum, bonum, utilem. De modo que la torpeza en cuanto a palabras implica errores doctrinales.
19 Véase González Rolán, cit., pp. 76-80, que resumo.
De interpretarione recta 15

apartarse del original griego —la diferencia entre ad verbum y ad sententiam


se había perdido en la Edad Media— mientras que el traductor humanista
traduce ad sententiam y con un espíritu de aemulatio. Casi desconocido el
griego en la Italia de los humanistas, estos se proponían recrear el original
con un estilo espléndido. Porque para Bruni la Ética aristotélica no es un
libro de texto para las escuelas, sino que forma parte de los studia humanitatis
y debe ser tratado con el mismo criterio retórico y estético que las demás
disciplinas humanísticas. Para lo cual, siguiendo a Petrarca, defiende el
valor de la elocuencia aristotélica, sin darse cuenta de que éste se equivoca,
porque cuando Cicerón en Academica (II, xxxvii, 119) y Quintiliano (X, 83)
hablan en este sentido, se refieren a obras aristotélicas primerizas que se han
perdido, no a las que conservamos.20 De modo que no se puede sostener que
los traductores medievales hayan afeado unos textos que en otro caso serían
elocuentes. De hecho, de acuerdo con Eugenio Garin, Bruni tiene presente
la versión de Grosseteste, y «più che di una traduzione veramente nuova, si
ha l’impressione di avere dinanzi una revisione sistematica della versione
medievale».21
El destino de la versión de Bruni es notable. De una parte, los estatutos
de la Universidad de Salamanca, aprobados por el papa Martín V en 1422,
impusieron la traducción de Bruni en lugar de la de Grosseteste; de otro, hubo
abundantes reacciones críticas, de las que una particularmente interesante
es la carta de un tal Demetrio Scarano, que debía pertenecer a la Orden de
Predicadores. Bruni le responde entre 1424 y 142622 rechazando sus tres
acusaciones: que Aristóteles nunca se había preocupado de ser elocuente; que
el intérprete al que Bruni critica es Boecio, por tanto anterior a la Orden de
Predicadores; se indigna con las críticas del maledicente Bruni. Es fácil para
éste responder que Aristóteles escribió artes retóricas, que nadie antes se había

20 Pero véase Botley, Paul, Latin Translation in the Renaissance. The theory and practice of Leonardo
Bruni, Giannozzo Manetti, Erasmus, cit., pp. 44 ss. para una minuciosa argumentación en sentido
contrario: Bruni se mantuvo en su opinión durante muchos años y admiraba demasiado la concisión
y frecuente cita de poetas en Aristóteles como para que se tratase de la simple repetición de un error
ajeno.
21 Ob. cit., p. 82.
22 Puede verse esta carta, la 22 del libro IV, en Bruni, Leonardo, Epistolarum libri VIII recensente
Laurentio Mehus (1741), ed. por John Hankins, Roma: Edizioni di Storia e Letteratura, 2007, I, pp.
137-140.
16 Leonardo Bruni

preocupado por pies y sílabas en la oratio soluta, y que —ya sabemos que se
equivoca— de acuerdo con Cicerón, escribió elocuentemente sobre toda clase
de cuestiones. Y aprovecha para acusar a Demetrio y su maestro, doctos en
teología pero ignorantes de las buenas letras, y por consiguiente, incapaces
para valorar la elocuencia aristotélica, y mucho menos para traducirlo como
corresponde. La carta en cuestión nos interesa porque parece como un primer
esbozo de lo que luego va a defender en su tratado, compuesto por esos años,
y seguramente poco posterior a la traducción de la Ética, y por lo tanto, más o
menos contemporáneo con la carta en cuestión. Baron lo dató en 1420, y Viti
acepta la fecha. Bernard-Pradelle quiere afinar un poco más:23 si en el prólogo
a la traducción del Fedro (1424), del que cita fragmentos en De interpretatione
recta, afirma haber decidido ignorar a quienes critican sus traducciones, y a
fines de 1426 se encuentra con Berto di Antonio di Berto, canciller de Siena
y dedicatario del tratado, debe haber formulado la defensa de su método entre
1424 y 1426 y haberlo redactado a mediados de este último año.
En efecto, de un simple repaso al índice analítico del tratado se infiere
que éste parece proceder mediante expansión o amplificación de las cuestiones
abordadas en la carta. Como si se hubiera visto Bruni en la necesidad de
desarrollar lo que allí apuntó, pero ahora con una estructura retórica más
amplia, en la que fácilmente se reconoce la clásica división del discurso en
partes: exordio-partitio-argumentatio-confutatio-peroratio.24 De las que falta
la última, porque el discurso se interrumpe en la refutación o confutatio:
Exordio: §§1-3, Referencia al prefacio a su traducción de la Ética a
Nicómaco, y a las críticas que le han dirigido por atacar al traductor medieval:
no ha podido contener su indignación (§2), y además no le ha atacado
personalmente, sino sólo su incompetencia (§3).
Partitio o divisio: §4, Para más claridad, expondrá: a) su método; b)
las críticas al traductor medieval; c) que en sus críticas ha seguido a los más
sabios, Cicerón y Jerónimo (parte esta que no se ha completado y de la que
sólo tenemos el §53.

23 Bernard-Pradelle, Leonardo Bruni Aretino, cit., pp. 615-616.


24 Nuestro análisis tiene en cuenta el «argumento analítico» de Bernard-Pradelle, cit., pp. 623-624,
pero resaltamos la estructura retórica del discurso de Bruni
De interpretarione recta 17

Argumentatio: §§5-30, a) Necesidad de conocer las dos lenguas, la de


partida y la de llegada (§5); de la lengua que se traduce, por la lectura de los
autores, para diferenciar el sentido literal del figurado (§6): ejemplos (§§7-
10); de la lengua a la que se traduce, para evitar neologismos, remplazamiento
de términos, o dejar los términos en griego (§11). b) Necesidad de atención al
ritmo y armonía de las palabras (§12). c) Defectos del traductor: comprender
mal, dar mal lo comprendido, darlo mal escrito o con mal estilo (§13);
comparación con el pintor o el escultor (§14); cada escritor tiene su estilo:
Cicerón, Salustio, Tito Livio (§15); necesidad de atención particular a ritmo
y figuras (§16): dificultad específica de las de palabras (§§17-18), figuras de
pensamiento (§19); d) ejemplos (§20): de Platón, del Fedro (§§21-24); de
Aristóteles, de la Ética a Nicómaco (§§25-27), y de la Política (§28-29). e)
Conclusión parcial (§30).
Confutatio: §§31-52, a) Crítica de la traducción medieval: Aristóteles
en la Política (§32); el mismo texto a manos del traductor medieval (§33);
críticas a la mala comprensión del léxico griego (§§34-39). b) Segundo
fragmento de la Política en la traducción medieval (§40); barbarismos y
solecismos latinos que ha usado el traductor medieval (§§41-49); términos
dejados en griego (§§50-51); conclusión parcial (§52).
§53, Sus críticas son conformes a las de Cicerón y Jerónimo.
El punto de partida, podemos estar de acuerdo con Bernard-Pradelle
parece ser la contraposición entre el proceder del traductor medieval y el del
propio Bruni: aquél ha escrito lo que de buena fe (bona fide, §1) ha visto,
mientras que éste procede —y exige de cualquiera que pretenda traducir—
conforme a un método. Claro que esto no es justo, puesto que Grosseteste
también actuó de forma metódica, sólo que su método era diferente, ad
verbum. El objetivo de Bruni es claro: «Que lo que se ha escrito en una
lengua, se traduzca rectamente (recte) a la otra (§5)». Y toda la primera parte
de la argumentación se orienta a desarrollar las condiciones necesarias para
garantizar la tal corrección: recte.
El peligro del traductor es doble: si entiende mal lo que hay que verter
o si lo transmite mal (si aut male capit, quod transferendum est, aut male
reddit, 158), punto éste de la mayor importancia porque la diferencia entre
comprender e interpretar va a ser de las más productivas en la hermenéutica
18 Leonardo Bruni

filológica posterior.25 En efecto, no es imposible que, comprendiendo bien,


falte pericia para expresar de forma adecuada esa comprensión, de ahí la
doble exigencia de competencia en ambas lenguas y de amplias lecturas que
moldeen la capacidad expresiva del traductor. Y concibe no el lenguaje, sino
el latín y el griego, que no es lo mismo, algo así como el medio en que vive la
cultura digna de tal nombre, entendida como opuesta a la barbarie. Se entiende
mejor lo que esto significa si se repara en que el latín medieval, y en particular
el escolástico era algo así como una lengua técnica, no susceptible de cultivo
literario. El objetivo primero es evitar los errores léxicos: confusión del
sentido literal y figurado; empleo de neologismos innecesarios y en particular
de helenismos (en este punto Bruni es completamente estricto); y confusiones
léxicas. En conjunto, lo que Scheleiermacher llamaría errores cualitativos:
dar unos significados por otros.
Pero la exigencia no se queda ahí. Hay una regla de oro para el traductor
que resulta sorprendente. Dado que cada escritor tiene su figura (su carácter o
estilo), «el mejor intérprete, sin duda, se convertirá en el primer autor con toda
su mente, alma y voluntad (tota mente et animo et voluntate) y se transformará
de algún modo y meditará en en expresar la figura, actitud, movimiento y
color y los rasgos todos de su discurso (eiusque orationis figuram, statum26,
ingressum coloremque et liniamenta cuncta exprimere meditabitur, §14)».
Para Bernard Pradelle,27 consiste en un redescubrimiento de la teoría antigua
de la imitación, y lo sería de su versión horaciana, la que se orienta a imitar,
además de la naturaleza, a los autores. Dar en latín no sólo el pensamiento
(res), sino el estilo mismo (verba) del original, tal es el objetivo del traductor
humanista, del verdadero traductor. Bernard-Pradelle ha evocado aquí
el platonismo del Pseudo Longino en De lo sublime. Aunque frente a la
posibilidad de anticipación de motivos caros a la hermenéutica romántica —la

25 La diferencia entre comprender e interpretar, esto es, explicar lo que se ha comprendido, es


constitutiva de la historia de la hermenéutica. Y alcanza hasta Schleiermacher que identifica subtilitas
intelligendi, es decir, comprensión, con hermenéutica, frente a subtilitas explicandi, «arte de exponer»,
es decir, retórica. Véase mi «Escucho con mis ojos a los muertos», cit., para todas las referencias
a Schleiermacher, que, no se olvide, es tanto fundador de la hermenéutica contemporánea, como
traductor: todo Platón.
26 Recuérdese que en retórica status [causae] traduce el griego stásis, que designa la posición relativa
de las partes que se enfrentan en la retórica judicial, por ejemplo, acusador y defensor.
27 Bernard-Pradelle, Leonardo Bruni Aretino, cit., p. 618.
De interpretarione recta 19

íntima fusión congenial con el autor interpretado—, Bianchi28 ha hecho notar


que lo que pretende Bruni es, más bien, dar en latín un equivalente perfecto
de la obra de Aristóteles. Donde por perfecto habrá que entender el que da
no sólo los significados del original, sino también su estilo. Se comprende
que para el traductor medieval, y para la Escolástica tardía o para el mundo
jurídico, rige una separación entre res y verba, de modo que lo que cuenta es
res, la materia o como hoy diríamos: los contenidos o significados. Mientras
que verba, el lenguaje, es un mero instrumento técnico de exposición del
pensamiento científico. Para Bruni, al contrario, res y verba son inseparables,
Aristóteles un maestro de la elocuencia, además de un filósofo, y no dar lo
que hoy llamaríamos el equivalente dinámico de su estilo es, simplemente, no
traducirlo. Lo que implica, además, una conciencia de la diferencia lingüística
y de la alteridad realmente novedosa.29
En consecuencia, el mejor método consiste en que el traductor o el
intérprete se «insinúe y deslice (insinuet ac inflectat, §15)» a través de las
frases del original de modo que «ni falten palabras a los sentidos ni a las
palabras mismas el brillo y el ornato» (ibidem). Lo que explica la prolija
atención que presta Bruni a las figuras de dicción sobre todo, y al ritmo de la
prosa, de acuerdo con la doctrina clásica de Cicerón y Quintiliano. Y no sólo
eso, sino que ilustra además lo que quiere decir con un fragmento de su versión
del Fedro, en el que, por más que se puedan señalar algunas inexactitudes,
en general hay que reconocer no sólo la proximidad a las actuales, sino el
cuidado con que Bruni intenta verter los períodos y el ritmo del discurso
platónico. Nuevos fragmentos aristotélicos le permiten reafirmarse en su tesis
de la elocuencia del Estagirita, y todavía va a añadir uno, de la Política, más

28 Bianchi, Studi sull’Aristotelismo del Rinascimento, cit., pp. 206-207.


29 Vale la pena compararla con la expresada por Maquiavelo respecto de los clásicos, en carta a Francisco
Vettori de 10 de diciembre de 1532: «Caída la tarde, me vuelvo a casa y entro en mi escritorio, y a la
puerta me despojo de aquel vestido de diario, lleno de fango y lodo, y me pongo paños reales y curiales;
y decentemente revestido, entro en las antiguas cortes de los hombres antiguos, donde, recibido de ellos
amorosamente, me apaciento de aquel alimento sólo mío y para el cual nací; donde no me avergüenzo
de hablar con ellos y preguntarles la razón de sus acciones; y ellos por su humanidad me responden;
y no siento durante cuatro horas aburrimiento alguno, me olvido de todo afán, no temo la pobreza, no
me asusta la muerte: todo me transfiero a ellos (tutto mi transferisco in loro)» (Machiavelli, Opere II,
Turín: Einaudi, 1999, p. 296). No hace falta apelar al Romanticismo para esa conciencia de la alteridad
inseparable de la voluntad de alcanzar al otro. Hay un despuntar del sentido histórico, sin duda más
intuido que formulado, ya en el Renacimiento.
20 Leonardo Bruni

resumen que traducción esta vez (§32), que compara con la correspondiente
versión de Grosseteste para recrearse en subrayar los, según él, innumerables
defectos de ésta. No sin incurrir en alguna que otra incongruencia: ¿por
qué verter politeía por politia y no por res publica? Pero nótese que hoy
una traducción con rigor filológico preferiría respetar el término griego o
lo añadiría en forma de glosa aclaratoria… Mientras que Bruni procede «a
romper toda correspondencia precisa entre lemas griegos y latinos».30 Hay
que guardarse de pensar que el ideal de los traductores del Renacimiento se
identifica, sin más con el nuestro.
No hay duda de que actuando como actúa, Bruni cree estar reviviendo la
concepción de Cicerón y Jerónimo —las supone coincidentes— y combatiendo
una barbarie y oscuridad prolongadas durante siglos. Lo que supone, como
sabemos, recuperar la primacía de la retórica sobre la centralidad medieval de
la exégesis.31 Mas justamente cuando invoca a ambos para demostrar que en
sus críticas al traductor medieval no había hecho sino seguir a estos, el tratado
se interrumpe.

La Controversia Alphonsiana
La traducción de Bruni suscitó que el interesante e influyente personaje
que fue Alfonso de Cartagena (1384-1456) compusiera un tratado polémico
de probable título32 Declamationes (super translatione Ethicorum Aristotelis),
y probable datación en 1432. La traducción bruniana se había difundido con
éxito, como sabemos, lo que sin duda impulsa a Cartagena. Es la llamada
controversia alphonsiana, que enfrentó a Bruni con varios personajes de su
tiempo, y entre otros, con el mencionado Alfonso de Cartagena33, que le da
nombre.
Pero prescindamos de la discusión histórica para entrar en el contenido
del tratado.

30 Bianchi, Studi sull’Aristotelismo del Rinascimento, cit.: 150.


31 Copeland, Rhetoric, Hermeneutics, and Translation in the Middle Ages: Academic Tradition and
vernacular Texts, cit.
32 Habitualmente Declinationes. Pero véanse las buenas razones en González Rolán, cit., pp. 82-95.
33 Se ocupan de esta polémica Bernard-Pradelle, Leonardo Bruni Aretino, cit., pp. 57-62, y, sobre todo,
González Rolán, T., cit. Por desgracia, Bernard-Pradelle no parece tener noticia de este último.
De interpretarione recta 21

Digamos de entrada que Cartagena parte del conocimiento previo de


las anteriores traducciones de Bruni, al que llama nuevo Cicerón, o Cicerón
«redivivo» (p. 199), y que no pretende atacar su versión de la Ética, sino su
afirmación de que hasta él, hasta Bruni, realmente no había sido traducida. La
tesis de Alfonso consiste en que la versión de Bruni es aceptable como una
nueva posibilidad junto a la de Grosseteste, pero que no debe susituirla.
Sus argumentos parten de que, sabiendo griego o sin saberlo, la razón es
una y la misma para todos los pueblos, por mucho que se expresen en distintos
idiomas. Por consiguiente, lo que hay que ver es «si el latín lo admite, si se
ha escrito adecuadamente, y si se ajusta a las cosas mismas» (et rebus ipsis
concordetis), no si está en armonía con el griego (p. 205). En segundo lugar, el
criterio estilístico para una traducción que pretende validez científica no puede
ser el estético, sino la exactitud. Ello justifica la opción por los helenismos,
que está autorizada además de antiguo: mejor asimilar palabras griegas que
recurrir a perífrasis y circunloquios (p. 213). El resto del tratado, desde el
capítulo IV hasta el final, repasa diversos lugares de la versión medieval, para
demostrar que, frente a las críticas de Bruni, sus elecciones fueron correctas o
estaban justificadas. Por otra parte, no hay por qué erigir a Cicerón en criterio
único de la verdad, siendo que destacó en elocuencia pero no en filosofía
moral, y que seguramente no conocía la Ética aristotélica. En último término,
no hay por qué someter la ciencia a la elocuencia (p. 233).34 En cualquier
caso, la conclusión no invita a desechar la versión bruniana, sino a preferir la
de Grosseteste a efectos de estudio e investigación, y a complementarla con la
de Bruni para la aclaración de algunos pasajes en los que parece explicar algo
más claramente (ut apostillam quandam illis in locis, ubi aliquid tibi apertius
explicare videbitur, p. 264).
La polémica no terminó aquí, pero nos interesan sobre todo las dos
cartas dirigidas por Bruni35 al Arzobispo de Milán, datadas una el 15 de
octubre de 1436 (la cuarta del libro VII de la ed. Mehus); y otra, al mismo
destinatario (la veinticuatro del libro X), en 1437; y una tercera al obispo de
Burgos (la once del libro IX).

34 Así en Hankins, The Humanisme of Leonardo Bruni. Selected Texts, cit.


35 Para el texto de estas cartas hemos seguido el texto editado en González Rolán, cit., pp. 267-335.
Véase al respecto su análisis en pp. 110, que aquí seguimos en parte.
22 Leonardo Bruni

La primera carta manifiesta lo que podríamos llamar cuestión de


competencias. Bruni reconoce a Cartagena competente en Derecho, pero
aunque sea un hombre culto y que conoce a los clásicos, en el ámbito de
los studia humanitatis no es sino un intruso. Hoy sabemos que está probado
lo contrario: el propio Cartagena había traducido a Cicerón en 1422. Pero,
como dice González Rolán, el enfrentamiento con los juristas es un auténtico
tópos entre los humanistas. Como ejemplo: en carta a Cándido Decembrio,36
Valla narrando su discusión con un jurista, que aducía a Bartolo contra
Cicerón, le hace decir: «No son de nuestra incumbencia las palabras sino
los pensamientos, no las hojas de los árboles sino las pomas y los frutos, a
diferencia de lo que hacéis vosotros los oradores, que os ocupáis de ellas»
(p. 634). Los humanistas son los oradores, lo que ya resulta significativo.
Valla le pide un libro del tal Bartolo para leerlo y es contundente: «Asinum
loqui, non hominem putes (pensarías que habla un asno, no un hombre)». Y
concluye que tal separación entre sententia y verba no se sostiene, ¿cómo
va a interpretar las leyes el que ignora la lengua latina? (p. 642). Los juristas
atacan a los humanistas porque éstos sobrevaloran las palabras, verba, frente
a las cosas, a la materia, res; en cuanto a la respuesta humanística, que podría
suscribir Bruni, es lo bastante clara.
La segunda cuestión, que se extiende a lo largo de las dos primeras cartas,
es, me parece, la conciencia bruniana de que el conflicto de toda traducción es
el de una lengua respecto a la otra (omnis interpretatio contentio unius linguae
ad alteram est, p. 274). Pero de aquí se sigue una concepción de la verdad
diferente a la esgrimida por Alfonso de Cartagena. Para éste hay unas res
vinculantes, ya que la razón es una para todos los pueblos. De modo que sin
saber griego se puede razonar acerca de si la doctrina aristotélica, tal y como
se infiere del traductor medieval, es conforme a la verdad o no. Mientras que
para Bruni, cuya conciencia de la alteridad y la diferencia lingüística es aguda,
la veracidad lo es respecto del griego. Así que los razonamientos de Cartagena
no pueden tener más valor que el de meras conjeturas, adivinaciones dice él.
Pues le está vedado al intérprete modificar nada: nam variare interpreti nefas
est (p. 291).

36 Valla, Lorenzo, «Lavrentivs Valla clarissimo et eloqventissimo viro, Candido Decembri», en Opera
omnia (nota previa de Eugenio Garin), I, Turín: Bottega d’Erasmo, 1962, p. 633 ss.
De interpretarione recta 23

Una tercera cuestión es la de las palabras. Ésta es doble. Lo que subyace


es que las palabras no son indiferentes, hay que entender que ni siquiera
cuando se trata de materia científica. De modo que sólo se pueden y deben
utilizar las que hayan sido autorizadas por los clásicos. Pero, por otra parte,
la imprecisión en los términos acaba por afectar a la pureza de la doctrina.
Cartagena había pedido propiedad estricta en materia científica (p. 253).
Bruni responde reafirmándose en que la traducción de t’agathón por summum
bonum es correcta. Sabemos que puede ser así en unos pasajes de la Ética,
no en todos, y que al apoyarse en autoridades latinas ajenas a Aristóteles, le
resultó a Bruni una doctrina platónica en vez de aristotélica. Como ya notó
Hankins,37 le lleva a ello su método de centrarse en el léxico prescindiendo de
la filosofía y autorizar su traducción con las fontes; así, Alfonso de Cartagena
le censura en este punto con justicia por prescindir de las cosas mismas, no lo
que se dijo en griego sino lo que se pudo o debió decir, porque la autoridad
es la razón, los autores son auctoritates que se presupone dijeron la verdad,
y el valor del latín es su interminabilis latitudo para aceptar palabras griegas.
La precisión científica es el tipo de propiedad que requiere la filosofía. Tiene
razón, por ello, González Rolán,38 cuando afirma que se puede considerar a
Cartagena precursor de la distinción que conocemos de Trapezuntius entre
distintos modos de traducción de acuerdo con distintos tipos de texto.
La tercera carta, la dirigida al obispo de Burgos, tiene el valor de
permitirnos apreciar las actitudes de los polemistas, a los que con razón
podemos considerar contendientes, y el respeto mutuo que se profesaron.

Final
Hemos asistido a un episodio particularmente interesante de la polémica
ideológica en el Renacimiento, la edad de la crítica, como es sabido. Y lo
primero que deberíamos tener en cuenta es que justamente se trata de eso, de
una polémica que tiene un alcance general, puesto que va más allá de lo que
sería un documento particular de la historia de la traducción, o de la historia
de la hermenéutica, a la que también pertenece. No, aquí están implicadas

37 Hankins, The Humanisme of Leonardo Bruni. Selected Texts, cit., pp. 202-203.
38 González Rolán, T., Humanismo y Teoría de la Traducción en España e Italia en la primera mitad
del siglo XV, cit., p. 117.
24 Leonardo Bruni

cuestiones como la relación entre lenguaje y pensamiento; entre filosofía


y elocuencia; entre estilo en prosa y estética; entre textos y comunidades
interpretativas…
Un gran conocedor de Bruni, James Hankins,39 ha contrastado de forma
expresiva el latín renacentista, retórico y literario (como el de la antigua Roma),
frente al medieval moldeado por el discurso de la ciencia, la ley, la lógica y
la teología. El latín escolástico, ya lo advertimos, era una gramática común
a un conjunto de lenguas técnicas, incapaz de cultivo literario. Frente a él, la
solución humanística no podía ser otra que reproducir por completo la lengua
de la Antigüedad, lo que, postulado por Petrarca, encuentra la formulación de
la técnica que requería, en Bruni, la lectura de los mejores autores, el estudio
de su lengua sin excluir ritmo y ornato, y la necesidad de comprender su
porqué para poderlo adaptar a los propios fines. Así surgieron la idea de las
edades de las lenguas, mejores o peores; y la fijación de un canon de buenos
autores, y del de pureza lingüística. Sólo contra ese fondo pudieron surgir
las lenguas literarias y sus autores. Lo que no era ajeno, como sabemos, a lo
que pudiéramos llamar una nueva comunidad interpretativa, enfrentada con
los mantenedores de la Escolástica, integrantes de la Universidad medieval,
teólogos, filósofos, y juristas; aunque las críticas humanistas no fueran justas
y en no pocos casos estos filósofos y juristas fueran sensibles a los mismos
textos.
El núcleo de la controversia radica en la distinta concepción de la relación
entre res y verba. No es una antigualla, es, nada más y nada menos, que una
de las formulaciones históricas de un problema filosófico central, cual es el
de la diferencia y relación entre pensamiento y lenguaje. Para una concepción
del lenguaje como instrumento técnico de exposición científica, recurrir a los
términos griegos originales, desprovistos de su semántica, era, sencillamente,
un medio de acuñar tecnicismos. Para una concepción del lenguaje de un
incipiente esteticismo40, el significado original griego estaba presente y era

39 Hankins, The Humanisme of Leonardo Bruni, cit.: 197-212.


40 Véase Hankins, James (1990), Plato in the Italian Renaissance, 2 vols., Leiden: Brill, pp. 18-
26, para una tipología de la lectura en el Renacimiento. Caracteriza a la incipiente lectura estética la
búsqueda del placer que produce la belleza,. Se trata de un lector que prescinde de notas porque confía
en su educación clásica. Es el lector o lectora que no está dispuesto al estudio de glosas y comentarios,
y que espera un latín elegante.
De interpretarione recta 25

cuestión de buscarle equivalentes dinámicos que no hicieran traición a ese


latín elegante que se intentaba rescatar. Por lo mismo, no podía haber filosofía
sin elocuencia. Traducir suponía para los escolásticos un mejor conocimiento
de las autoridades, que lo eran en tanto acercasen a la verdad o participasen
de ella, y verdad una, dogmática. Para el humanista Bruni significaba ilustrar
la lengua latina, y recuperar una humanidad ideal. Aunque la ineludible
exigencia de la teología, la filosofía, o el derecho acabarían por imponer
la diversificación en los tipos de traducción, en función de la diversidad de
textos y empleo de estos. En su enfrentamiento, unos y otros vislumbraron no
pocas cuestiones que todavía hoy son dignas de ser pensadas. Por lo pronto,
un siglo después, otro gran traductor, Martín Lutero, decía aquello de Erasmo
es palabras (verba), él, Lutero, res; y en una de sus Tischreden se expresa así:
Son las cosas las que mandan. El que no entiende las cosas no puede
extraer el sentido de las palabras […] Yo he explicado más lugares
[de la Escritura] por el conocimiento de las cosas que por el resto del
conocimiento de la gramática. Si los jurisconsultos no comprendieran
las cosas, nadie entendería las palabras (Res sunt praeceptores. Qui non
intelligit res, non potest ex verbis sensum elicere […] Ego plures locos
explicavi per cognitionem rerum quam reliqua cognitione grammatices.
Si iureconsulti non intelligerent res, verba nemo intelligeret, Tischreden
5246, WA XIV).

Al tiempo que su oponente, Erasmo, buscaba en su Ciceronianus41 el


estilo en prosa adecuado a las polémicas de su tiempo: de esas discusiones
acabaría por surgir el género ensayístico. No es la misma polémica que la que
se da entre Bruni y Grosseteste, o entre Bruni y Cartagena, pero se reconoce un
hilo conductor. Y todavía muchos más años después, Gadamer encabezaría la
sección central de su Verdad y método con el lema luterano Qui non intelligit
res, non potest ex verbis sensum elicere. Pues ¿qué mejor imagen que la
traducción para simbolizar esa capacidad de la tradición de transmitir unos
significados capaces de actualizarse? Y es que, tal vez sin saberlo siempre

41 Por cierto que en el Ciceronianus, refiriéndose a Bruni, dice Erasmo: «En facilidad de dicción y
claridad se acerca bastante a Cicerón, pero en nervio y en otras virtudes decepciona un poco; en otras
partes apenas se cuida de la pureza del lenguaje romano, por lo demás es un varón tan sabio como
honesto». Lo considera menos purista, pues, de lo que se pudiera pensar. Véase mi edición en Madrid:
Cátedra, 2011.
26 Leonardo Bruni

ellos mismos, aquellos esforzados polemistas del Renacimiento avanzaban


hacia la formulación de la Modernidad. Esa es su grandeza, y por eso mismo,
por el carácter tantas veces fundacional de su pensamiento, merece la pena
volver a ellos.

Nuestra edición
El De interpretatione recta a pesar de su importancia histórica tuvo mala
fortuna editorial. En efecto, nunca fue impreso y no vio la luz modernamente
hasta la edición de Hans Baron, Leonardo Bruni Aretino. Humanistisch-
philosophische Schriften, mit einer Chronologie seiner Werke und Briefe,
Leipzig & Berlin: Teubner, 1928, pp. 81-96. Baron omitió los pasajes de
Platón y Aristóteles que Bruni aduce como ejemplos, de modo que hay que
esperar hasta Paolo Viti, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, UTET,
1996, pp. 145-193, para disponer de una edición verdaderamente completa.
Y en fecha reciente ha presentado la suya Laurence Bernard Pradelle,
Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et poésie à Florence au début
du Quattrocento, París: Champion, 2008, pp. 618-681.
La edición de Baron se basaba sobre todo en los manuscritos Vat. Pal.
Lat. 1598 (ff. 109r-120v); Vat. Ottob. Lat. 1901 (ff. 10v-23r); Riccardiano
1030 (ff. 173r-183r); Vat. Lat. 1560 (ff. 10r-20v); Roma Angelica 141
(ff. 34r-47r). La de Viti se apoyó en el Angelica 141 y el Riccardiano
1030; y la de Bernard-Pradelle, en las dos anteriores, de Baron y Viti, y
tiene en cuenta además el manuscrito de París 11290 y las correcciones
de Bertalot a la edición de Baron, basadas en el códice Campori 17 de
la Biblioteca Estense de Módena.42 Entre el texto de Bernard-Pradelle y
el de Viti las diferencias son básicamente de puntuación, además de que
Bernard-Pradelle parece respetar más de cerca las grafías del latín del s.
XV (que por quae, michi, premium por proemium, etc.). Aquí he copiado
el texto de Bernard-Pradelle, con alguna diferencia mínima: él edita en
aparte hasta lo que claramente es discurso indirecto. Esas diferencias,
así como las apreciadas entre Bernard Pradelle, Viti, y Baron, se hacen
constar en notas a pie de página.

42 Véanse las pp. 81-83 de Baron, 61 de Viti, 191 de Bernard-Pradelle.


De interpretarione recta 27

En cuanto a traducciones, Baron dio el texto latino, sin más; y Viti y


Bernard-Pradelle acompañaron sus ediciones de traducciones, italiana y
francesa respectivamente. En España Maurilio Pérez González, en «Leonardo
Bruni y su tratado De interpretatione recta», Cuadernos de Filología Clásica.
Estudios Latinos, 8, 1995, pp. 193-233, editó el texto de Baron, hasta con
las advertencias en alemán de los pasajes omitidos, y lo tradujo. Hay que
citar, además, Griffiths, Gordon, Hankins, James, Thompson, David, The
Humanisme of Leonardo Bruni. Selected Texts, Brighamton (New York): The
Renaissance Society of America, 1987, que contiene una traducción al inglés
completa, sin texto latino.
La nuestra tiene en cuenta todas las citadas e indica en nota los lugares
controvertidos. Hemos decidido respetar la división en tres partes de la edición
de Baron, que han omitido los demás editores, por ser fiel a la estructura del
discurso bruniano. En el texto latino y en la traducción damos la numeración
en parágrafos de Bernard-Pradelle, y, entre paréntesis cuadrados, la paginación
de Viti; en nuestra traducción añadimos, también entre paréntesis cuadrados,
la numeración en parágrafos de Pérez González, que, obviamente, siendo
anterior a la de Viti, no coincide con ésta y no podía ser completa. Debemos
llamar la atención sobre la temprana fecha de este trabajo, y sobre la calidad
de su traducción, algunas de cuyas soluciones hemos adoptado. Por lo demás,
dadas las circunstancias, podemos decir que la nuestra es la primera traducción
completa en castellano. Intentamos dar lo que dice el texto de Bruni, no más
ni menos y en una lengua correcta. Nuestras notas se benefician de todas
las anteriores, y sobre todo de las de Bernard-Pradelle, las más abundantes,
haciéndolo constar.
Advirtamos, para terminar, que en las notas de texto y traducción las
referencias que remiten a los textos y traducciones de que hemos podido
disponer se abrevian del siguiente modo:

Baron, Hans, Leonardo Bruni Aretino. Humanistisch-philosophische


Schriften, mit einer Chronologie seiner Werke und Briefe, Leipzig & Berlin:
Teubner, 1928:................................................................................................B
Bernard Pradelle, Laurence, Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et
poésie à Florence au début du Quattrocento, París: Champion, 2008:.......BP
28 Leonardo Bruni

Bruni, Leonardo, Epistolarum libri VIII recensente Laurentio Mehus (1741),


ed. por John Hankins, Roma: Edizioni di Storia e Letteratura, 2007, I:. . Mehus
González Rolán, T., Moreno Hernández, A., Saquero Suárez-Somonte, P.,
Humanismo y Teoría de la Traducción en España e Italia en la primera mitad
del siglo XV. Edición y estudio de la Controversia Alphonsiana (Alfonso de
Cartagena vs. L. Bruni y P. Candido Decembrio), Madrid: Ediciones Clásicas,
2000: ...........................................................................................................GR
Griffiths, Gordon, Hankins, James, Thompson, David, The Humanisme of
Leonardo Bruni. Selected Texts, Brighamton (New York): The Renaissance
Society of America, 1987:............................................................................. H
Pérez González, Maurilio, «Leonardo Bruni y su tratado De interpretatione
recta», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 8, 1995: ......MPG
Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, UTET, 1996: ... PV
De interpretarione recta 29

Referencias
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republicana in un’età di classicismo e di tirannide (ed. riveduta e
aggiornata con una presentazione al lettore italiano), Firenze: Sansoni,
1970.
—————, Leonardo Bruni Aretino. Humanistisch-philosophische
Schriften, mit einer Chronologie seiner Werke und Briefe, Leipzig &
Berlin: Teubner, 1928.
Bernard Pradelle, Laurence, Leonardo Bruni Aretino. Histoire, éloquence et
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30 Leonardo Bruni

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mitad del siglo XV. Edición y estudio de la Controversia Alphonsiana
(Alfonso de Cartagena vs. L. Bruni y P. Candido Decembrio), Madrid:
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of Leonardo Bruni. Selected Texts, Brighamton (New York): The
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Viti, Paolo, Leonardo Bruni. Opere letterarie e politiche, UTET, 1996.
De interpretarione recta 31

Abreviaturas de títulos de obras clásicas citadas


Arstt., Nic.: Aristóteles, Ética a Nicómaco
Pol.: Aristóteles, Política
Auct. ad Herenn.: Rhetorica ad Herennium
Cic., De Or.: De oratore
Opt.: De optimo genere oratorum
Or.: Orator
Inv.: De inventione
Enn.: Ennio
Gell.: Aulo Gelio, Noctes Atticae
Hom., Il.: Homero, Ilíada
Instit.: Institutiones Justiniani
Iuv.: Juvenal
Liv.: Tito Livio
Quint.: Quintiliano
Paul., Dig.: Julio Paulo, Digesto
Plat., Phaedr.: Platón, Fedro
Plin.: Plinio el Viejo
Ulp., Dig.: Ulpiano, Digesto
Verg., En.: Virgilio, Eneida
Texto y Traducción
34 Leonardo Bruni

Ad Bertum Senensem
1. Cum Aristotelis libros ad Nichomachum scriptos e Greca lingua
in latinum vertissem, praefationem apposui, in qua permultos1 errores
interpretis antiqui disserendo redargui. Has redargutiones meas nonnulli, ut
audio, carpunt quasi nimirum inclementes. Aiunt enim: etsi errores inerant,
tamen illum, quantum intellexi, bona fide in medium protulisse, nec pro eo
reprehensionem mereri, sed laudem.2 Consuevisse moderatos disputatores
etiam manifesta errata non usque adeo aperire, sed factis potius redarguere
quam verbis insectari.
2. Ergo autem fateor me paulo vehementiorem in reprehendendo fuisse,
sed accidit indignatione animi, quod, cum viderem eos libros in greco plenos
elegantie, plenos suavitatis, plenos inestimabilis cuiusdam decoris, dolebam
profecto mecum ipse atque angebar tanta traductionis fece conquinatos ac
deturpatos eosdemm libros in Latino videre. Ut enim, si pictura quadam
ornatissima et amenissima delectarer, ceu Protogenis aut Apellis aut
Aglaophontis, deturpari illam [152] graviter ferrem ac pati non possem et
in deturpatorem ipsum voce manuque insurgerem, ita hos Aristotelis libros,
qui omni pictura nitidiores ornatioresque sunt, coinquinari cernens cruciabar
animo ac vehementius commovebar. Si cui ergo vehementiores visi sumus,
hanc nos causam noverit permovisse, que profecto talis est, ut, etsi modum
transgressi fuissemus, tamen venia foret nobis haud immerito concedenda.

1 Baron: per multos.


2 PV: punto y coma.
De interpretarione recta 35

A Berto de Siena1
1. Habiendo vertido los libros de Aristóteles a Nicómaco del griego al
latín, les antepuse un prefacio en el cual rebatí razonadamente los múltiples
errores del antiguo intérprete.2 Estas críticas mías, algunos, según he oído, las
censuran como demasiado inclementes3. Pues dicen que aunque había errores,
lo que comprendió lo ha sacado a la luz de buena fe, y por eso no merece
crítica sino alabanza; que era costumbre de los que discutían moderadamente
no descubrir hasta tal punto ni siquiera los errores manifiestos, sino rebatirlos
con hechos4 más que censurarlos con palabras.
2. Yo, por cierto, reconozco haber sido un poco demasiado violento en
la crítica, pero ha sido por indignación, porque, viendo esos libros llenos de
elegancia en griego, llenos de agrado, llenos de aquel decoro inestimable,
verdaderamente me dolía conmigo mismo y me acongojaba al ver los
mismos libros en latín desfigurados5 y ensuciados por tan gran impureza
de la traducción. Pues igual que si me deleitase con una pintura bellísima y
gratísima, por ejemplo, de Protogenes, de Apeles, o de Aglaofonte,6 soportaría
difícilmente que se la desfigurase y no lo podría sufrir, y hasta alzaría la voz y
la mano contra el desfigurador mismo, así me atormentaba en mi ánimo y me
conmovía violentamente viendo ensuciados estos libros de Aristóteles, que
son más brillantes y bellos que cualquier pintura. Así que, si hemos parecido
demasiado violentos a alguno, habrá de reconocer que nos ha movido esta
causa, que verdaderamente es tal que, aunque nos hubiésemos excedido un
poco, sin embargo no inmerecidamente habría de concedérsenos excusa.

1 Berto di Antonio Aldobrandini —en H, Berto di Antonio di Berto—, canciller de la República de


Siena y representativo de la vida política ciudadana, que murió en 1446. Dedicatoria manuscrita de
Bruni, añadida al manuscrito florentino Riccardiano 1030, f. 173r (PV, siguiendo a B).
2 Bruni había traducido la Ética a Nicómaco, que dedicó al papa recién electo Martín V, entre 1416 y 1417;
fue pasada al vulgar en 1418. El prefacio a que refiere BP se puede leer en B, 76-81, y en GR, 178-193.
3 Acusación de Demetrio, mencionado por Bruni en sus Epístolas (H, 373). Ver Intr.
4 H y BP traducen factis por ‘refutaciones concretas’.
5 Latín deturpatos, que se convertiría en tecnicismo filológico de la edición de textos.
6 Protógenes, pintor y escultor de Cauno, del s. IV después de J. C., relacionado en anécdotas con
Apeles, contemporáneo suyo pero de Éfeso. Aglaofonte es nombre de un pintor, citado por Platón en
el Gorgias (448b), y más tarde por Plinio el Viejo, padre y maestro del famoso Polignoto. Según PV la
referencia puede venir de Cic., De Or., 3.26; Quint., 12.10.3-9; o Plinio, 35.10.79-97; 35.10.101-106;
35.36.60. Bruni se había servido ya de la comparación con Apeles en Dialogus I §44 (BP). Misma
comparación en carta al arzobispo de Milán (Mehus, pp. 81-90, GR, p. 285).
36 Leonardo Bruni

3. Sed non sumus transgressi modum iudicio nostro, sed quamvis


indignantes modestiam tamen humanitatemque servavimus. Sic enim
cogito.3 An ego quicquam in mores illius dixi? An in vitam? An ut perfidum,
ut improbum, ut libidinosum illum reprehendi? Nihil profecto horum. Quid
igitur in illo reprehendi? Imperitiam solummodo litterarum. Hec autem, per
deum immortalem, que tandem vituperatio est? An non potest quis esse vir
bonus, litteras tamen aut nescire penitus aut non magnam illam, quam in
isto requiro peritiam habere? Ego nunc non malum hominem, sed malum
interpretem esse dixi. Quod idem fortasse de Platone dicerem, si gubernator
navis esse vellet, gubernandi vero peritiam non habere. Nihil enim de
philosophia sibi4 detraherem, sed id solummodo carperem, quod imperitus et
ineptus gubernator esset.
4. Atque ut tota res ista latius intelligatur, explanabo tibi primo, quid
de hac interpretandi ratione sentio. Deinde merito reprehensiones a me factas
docebo. Tertio me in reprehendendo illius errata doctissimorum hominum
morem observasse ostendam.

I
5. Dico igitur omnem interpretationis vim in eo consistere, ut, quod in
altera lingua scriptum sit, id in alteram recte traducatur. Recte autem id facere
nemo potest, qui non multam ac magnam habeat utriusque lingue peritiam.
Nec id quidem satis. Multi enim ad intelligendum idonei, ad explicandum
tamen non idonei sunt. Quemadmodum de pictura multi recte iudicant, qui
ipsi pingere non valent, et musicam artem non multi intelligunt, qui ipsi sunt
ad canendum inepti.

3 B: cogita!
4 B: ei. Pero aunque PV y BP editan sibi, como BP hace notar, el contexto no exige reflexivo.
De interpretarione recta 37

3. Pero a nuestro juicio no nos hemos excedido, sino que, aun indignados,
hemos conservado la moderación y las buenas maneras. En efecto, yo así lo
creo. ¿Acaso he dicho algo contra su moral? ¿acaso contra su vida? ¿acaso
le he criticado como traidor, malvado, desvergonzado? Nada de esto en
absoluto.7 Entonces, ¿qué he criticado en él? Solamente la impericia literaria.
Pero ésta, por Dios inmortal, ¿qué censura es? ¿Acaso no puede uno ser un
hombre honesto pero no saber letras a fondo o no tener la gran pericia que
reclamo en él? Yo no he dicho que fuera un mal hombre sino un mal intérprete.
Esto mismo diría tal vez de Platón, si quisiera ser piloto de una nave, pero no
tuviera la pericia para gobernarla. Pues nada le quitaría de filosofía, sino que
sólo le censuraría eso, que fuera un piloto imperito e inepto.
4. Y para que todo el asunto se comprenda mejor, te explicaré primero
qué pienso de este método de traducir. Luego, justamente, te haré ver las
críticas hechas por mí. En tercer lugar, mostraré que, al criticar sus errores,
me he atenido al modo de los hombres más doctos.8

I
5 [1]. Digo, pues, que toda la fuerza de la interpretación consiste en que
lo que está escrito en una lengua, se traslade correctamente a otra. Pero nadie
puede hacer eso correctamente que no tenga mucha y gran pericia de una y
otra lengua. Y ni siquiera eso basta. Pues muchos idóneos para comprender,
para explicar, sin embargo, no son idóneos. Al igual que en pintura muchos
juzgan correctamente que ellos mismos no son capaces de pintar, y de música
muchos entienden que ellos mismos son ineptos para cantar.

7 Mismo argumento en carta al arzobispo de Milán (Mehus, pp. 81-90, GR, p. 285).
8 Como ya notó B, esta partitio promete tres partes, de las que Bruni sólo completó dos.
38 Leonardo Bruni

6. [154] Magna res igitur ac difficilis est interpretatio recta. Primum


enim notitia habenda est illius lingue, de qua transfers, nec ea parva neque
vulgaris, sed magna et trita et accurata et multa ac diuturna philosophorum
et oratorum et poetarum et ceterorum scriptorum omnium lectione quesita.
Nemo enim, qui hos omnes non legerit, evolverit, versarit undique atque
tenuerit, vim significataque verborum intelligere non potest, presertim cum
Aristoteles ipso et Plato summi, ut ita dixerim, magistri litterarum fuerint
ac usi sint elegantissimo scribendi genere veterum poetarum et oratorum et
historicorum dictis sententiisque referto, et incidant frequenter tropi figureque
loquendi, que aliud ex verbis, aliud ex consuetudine preiudicata significent.
7. Qualia sunt apud nos: «gero tibi morem» et «desiderati milites»
et «boni consule» et «opere pretium fuerit» et «negotium facesso» et milia
huiuscemodi. Quid enim sit «gerere» et quid «mos», etiam rudis lector
intelligit; quod vero totum significat, aliud est. «Desiderati milites centum»,5
si verba attendas, aliud, si consuetudinem, perierunt. Idem est de ceteris, que
supra posuimus, cum alid verba, aliud sententia verborum significet.

5 B: sin comillas.
De interpretarione recta 39

6 [2]. Cosa importante, entonces, y difícil es la interpretación correcta.


Pues primero hay que tener idea de la lengua de la cual se traduce, y no
pequeña ni banal, sino grande y frecuente y cuidada y buscada con mucha y
constante lectura de los filósofos y los oradores y los poetas y de todos los
demás escritores.9 Pues nadie que a todos estos no los lea, los hojee, los dé
vueltas por todas partes y se adueñe de ellos, puede comprender el valor y
los significados de las palabras, sobre todo cuando el mismo Aristóteles y
Platón fueron, por así decir, sumos maestros de las letras, se sirvieron de
un elegantísimo género de escritura colmado de dichos y sentencias de los
antiguos poetas y de los oradores y los historiadores, y se encuentran en ellos
frecuentemente tropos y figuras de dicción, que significan literalmente una
cosa, y otra según la costumbre prejuzgada.10
7. Como son entre nosotros: ‘gero tibi morem’ y ‘desiderati milites’ y
‘boni consule’11 y ‘opere pretium fuerit’ y ‘negotium facesso’ y mil de este
modo. Qué significa gerere y mos lo comprende hasta un lector inculto;12 qué
significa el todo es otra cosa. ‘Cien soldados echados de menos’, si atiendes a
las palabras, una cosa, si al hábito lingüístico, ‘perecieron’. Es lo mismo con
las demás que hemos puesto arriba, ya que una cosa significan las palabras,
otra el sentido de la frase.13

9 Cfr. De studiis §3; PV: 250.


10 Es decir, un significado literal diferente del idiomático, como traduce H (218).
11 PV edita y traduce boni consules: ‘cónsules buenos’, que en B y BP es ‘estimar como bueno’. Las
demás expresiones significan respectivamente: ‘te complazco’, ‘soldados cuya pérdida se lamenta’,
‘valdría la pena’, ‘suscito dificultades’. Abajo deprecare: ‘conjurar’.
12 Latín rudis; en H: a schoolboy, un ‘escolar’. Lo contrario es el eruditus.
13 La oposición es entre verba, ‘palabras’, y sententia, ‘sentido’. Nótese que sententia es término
retórico, por ejemplo para las figurae sententiae frente a las figurae elocutionis: ‘de pensamiento’ o ‘de
frase’ frente a ‘de dicción’. Es decir que sententia se asocia con el sentido en conjunto de la frase, frente
al de la palabra aislada, vis.
40 Leonardo Bruni

8. «Deprecor hoc» negationem dicit. Rudis autem lector et inexercitatus


perinde capiet, quasi illud velit, quod deprecatur, et, si6 interpretandum sit,
contrarium michi dicet, quam littera habeat, de qua transfert. «Iuventus»
et «iuventa» duo sunt, quorum alterum «multitudinem», alterum «etatem»
significat. «Si michi foret illa iuventa» inquit Virgilius; et alibi: «primevo
flore iuventus exercebat equos»; et Livius: «armata iuventute excursionem in
agrum Romanum fecit». «Deest» et «abest»: alterum vitupera- [156] tionem,
alterum laudem importat. «Deesse» namque dicimus, que bona sunt, ut
oratori vocem, histrioni gestum; «abesse» autem vitia, ut medico imperitiam,
causidico prevaricationem. «Pena» et «malum» affinia videntur: sunt autem
longe diversa. Nam «dare penas»: «subire» est ac perpeti»; «dare» autem
malum est: «alteri inferre». Contra vero: quid alienius videri potest quam
«recipio» et «promitto»? Sunt tamen interdum eadem. Cum enim dicimus
«recipio tibi hoc», nichil aliud significamus quam «promitto». Possem
innumerabilia pene huius generis commmerorare, in quibus, qui non plane
doctus sit, perfacile aberret. Qui ergo ista non intuitus fuerit, aliud pro alio
capiet.

6 B: etsi.
De interpretarione recta 41

8. Deprecor hoc dice negación. Pero el lector inculto e inexperto


entenderá como si quisiera lo que conjura, y si hay que traducir, me dirá lo
contrario de lo que trae a la letra14 lo que traduce. Iuventus e iuventa son dos
palabras de las que una significa ‘la multitud de los jóvenes’, la otra ‘edad’.
«Si yo tuviera aquella edad», dijo Virgilio; y en otro lugar: «La juventud en
la flor de la edad ejercitaba a los caballos»; y Livio: «Con la juventud armada
hizo una incursión en el territorio romano».15 Deest y abest:16 una produce
censura, la otra alabanza. Pues decimos que falta, deesse, lo que son bienes,
como la voz para el orador, el gesto para el actor; al contrario, están ausentes,
abesse, los vicios, como la impericia para el médico, la prevaricación para
el abogado. Pena y malum parecen afines, pero son muy diferentes. Pues
dare poenas es subire, como perpeti;17 pero dare malum es alteri inferre.
Al contrario, ¿qué puede parecer más distinto que recipio y promitto? Y sin
embargo, a veces son lo mismo. Pues cuando decimos recipio tibi hoc, no
significamos otra cosa que promitto.18 Podría recordar casi innumerables de
este genero, en las cuales, quien no sea plenamente docto, facilísimamente
errará. Por consiguiente, quien no considere eso con atención, entenderá una
cosa por otra.

14 La oposición central desde Cicerón (De optimo genere oratorum, IV 14) es entre ad sensum y ad
litteram.
15 Las citas anteriores son, respectivamente, Verg., En. 5, 398 (PV); y 7, 162-163 (PV, BP). Las citas
de Bruni varían respecto de las ediciones actuales. La cita de Livio es contaminación de I, 14, 4; III, 8,
7; y IV, 30, 4 (PV). En BP: Liv. 30, 11, 6.
16 Deesse: ‘echar de menos’; abesse: ‘estar lejos de’.
17 Las tres expresiones son aproximadamente equivalentes para ‘sufrir un castigo’ y ‘sufrir’ o ‘soportar’.
Mientras que dare malum y alteri inferre son ‘inferir un mal a otro’.
18 Puesto que, a pesar de ‘recibo’ y ‘prometo’ recipio tibi hoc sería ‘retiro, recibo, retengo esto para ti,
en beneficio tuyo’.
42 Leonardo Bruni

9. Sepe etiam ex uno aut altero verbo totas sententias significamus; ut


«Actoris Aurunci spolium»,7 quod ridicule de speculo poeta dixit; et illud
«utinam ne in nemore Pelio», quod originem causamque mali primevam
ostendit. Hec apud Grecos frequentissima sunt. Nam et Plato multis in locis
talia interserit, et Aristoteles crebro utitur: ut «duo simul euntes», quod ab
Homero sumptum ad vim ac robur amicitie transfert. Et «de surreptitio
repulso», quod ab Achille in oratione ad legatos dictum in Politicorum
libris expressit. Et «de Helene pulchritudine et gratia», quod a senioribus
Troianorum sapienter dictum transfert ad naturam voluptatis.
10. Latus est hic ad dicendum campus. Nam et Greca lingua difussissima
est, ac innumerabilia sunt huiusmodi apud Aristotelem et Platonem de
Homero, de Hesiodo, de Pindaro, de Euripide ac de ceteris veteribus poetis
scriptoribusque assumpta, et alioquin crebre interseruntur figure, ut, nisi quis
in multa ac varia lectione omnis generis scriptorum versatus fuerit, perfacile
decipiatur ac male capiat, quod est transferandum. Sit igitur prima interpretis
cura linguam illam, de [158] qua sumit, peritissime scire, quod sine multiplici
et varia ac accurata lectione omnis generis scriptorum numquam assequetur.

7 Aunque todos editan «actoris Aurunci», hay que notar que en la Eneida, de donde procede la cita, el
nombre propio es Actor, y aurunci el gentilicio.
De interpretarione recta 43

9 [3]. A menudo por una o dos palabras significamos la frase entera;


como Actoris Aurunci spolium, que dijo el poeta con gracia del espejo;19 y lo
de utinam ne in nemore Pelio, que muestra el origen y causa primera de un
mal.20 Son frecuentísimas entre los griegos. Pues también Platón las siembra
así en muchos lugares, y Aristóteles se sirve de ellas repetidas veces, como
duo simul euntes, que tomado de Homero lo transfiere a la fuerza y vigor de
la amistad.21 Y de surreptitio repulso, que, dicho por Aquiles en el discurso a
los legados, expresó en los libros de la Política.22 Y de Helene pulchritudine
et gratia,23 que, dicho sabiamente por los ancianos troyanos, lo traslada a la
naturaleza del placer.
10. Amplio campo hay aquí para hablar. Pues la lengua griega es
vastísima e innumerables son las expresiones semejantes en Aristóteles
y Platón, tomadas de Homero, de Hesíodo, de Píndaro, de Eurípides, y de
los demás antiguos poetas y escritores, y frecuentemente las figuras están
sembradas en otro sentido, de modo que, si no es quien esté versado en mucha
y varia lectura de todo género de escritores, con mucha facilidad se engañará
y entenderá mal lo que hay que traducir. [4] Sea pues el primer cuidado del
intérprete saber peritísimamente la lengua de la que toma, lo cual nunca
conseguirá sin múltiple, varia, y atenta lectura de todo género de escritores.

19 Verg., En. 12, 94; Iuv., 2, 100 (B, PV, BP). Spolium, que se aplica a una lanza, vale tanto ‘despojos’,
o ‘botín’ del guerrero aurunco Actor. En Juvenal la frase épica se aplica irónicamente a un objeto
cotidiano, un espejo.
20 «Ojalá que nunca en el bosque Pelión». Enn. apud Auct. ad Herenn., 2, 22, 34 (B, PV, BP).
21 «Dos que van juntos»: Hom., Il. 10, 224; Arstt., Nic. 1155a 15, Pol. 1287b (PV, BP).
22 Aristóteles (Pol., 1278a) se sirve, para el ciudadano que no participa de los honores públicos, de la
frase «como si fuera un despreciable extranjero» (Hom., Il. 9, 648), con que Aquiles se lamenta ante los
enviados de los aqueos del trato que le ha inflingido Agamenón (B, PV, BP).
23 Arstt., Nic.1109b: ‘De la belleza y la gracia de Helena’ (Hom., Il. 3, 155-160) (B, PV, BP).
44 Leonardo Bruni

11. Deinde linguam eam, ad quam traducere vult, sic teneat, ut


quodammodo in ea dominetur et in sua totam habeat potestate; ut, cum
verbum verbo reddendum fuerit, non mendicet illud aut mutuo sumat aut in
Greco relinquat ob ignorantiam latini sermonis; vim ac naturam verborum
subtiliter norit, ne «modicum» pro «parvo», ne «iuventutem» pro «iuventa»,
ne «fortitudinem» pro «robore», ne «bellum» pro «prelio», ne «urbem»
pro «civitate» dicat. Preterea inter «diligere» et «amare», inter «eligere» et
«expetere», inter «cupere» et «optare», inter «persuadere» et perorare», inter
«recipere» et «promittere», inter «expostulare» et «conqueri» et huiusmodi
pene infinita quid intersit, discernat. Consuetudinis vero figurarumque
loquendi, quibus optimi scriptores utuntur, nequaquam sit ignarus; quos
imitetur et ipse scribens, fugiatque et verborum et orationis novitatem,
presertim ineptam et barbaram.
12. Hec omnia, que supra diximus, necessaria sunt. Et insuper ut
habeat auris8 earumque iudicium, ne illa, que rotunde ac numerose dicta sunt,
dissipet ipse quidem atque perturbet. Cum enim in optimo quoque scriptore
et presertim in Platonis Aristotelisque libris et doctrina rerum sit et scribendi
ornatus, ille demum probatus erit interpres, qui utrumque servabit.
13. Denique interpretis vitia sunt: si aut male capit, quod transferendum
est, aut male reddit9 aut si id, quod apte concinneque dictum sit a primo
auctore, ipse ita convertat,10 ut ineptum et inconcinnum et dissipatum efficiatur.
Quicumque vero non ita structus est disciplina et litteris, ut hec vitia effugere
cuncta possit, is, si interpretare aggreditur, merito carpendus et improbandus
est, vel quia homines in varios errores impellit aliud pro alio afferens, vel
quia maiestatem primi auctoris imminuit [160] ridiculum absurdumque videri
faciens.

8 B: Et insuper ut habeat auris severum iudicium; PV: aures. B comenta, y BP lo recoge, que los
manuscritos traen earumque, que se basa en un error.
9 En PV: aut male reddit; aut si id, quod apte…
10 B: convertit.
De interpretarione recta 45

11. Posea luego la lengua a la que quiere traducir de tal modo que en
cierto sentido sea señor en ella y la tenga entera en su poder; para que, cuando
hubiere de dar palabra por palabra, no la mendigue o la tome prestada o la
deje en griego por ignorancia del latín; conocerá sutilmente el sentido y la
naturaleza de las palabras, para que no diga modicus por parvus, ni iuventus
por iuventa, ni fortitudo por robur, ni bellum por proelium, ni urbs por
civitas.24 Discierna además lo que hay entre diligere y amare, entre eligere y
expetere, entre cupere y optare, entre persuadere y perorare, entre recipere y
promittere, entre expostulare y conquerir, y las casi infinitas de este género.25
No ignore tampoco el hábito lingüístico y las figuras de las que se sirven los
mejores escritores; a los cuales imitará él mismo al escribir, y huya de las
novedades de palabras y de discurso, especialmente de las ineptas y bárbaras.
12. [5] Todo lo que hemos dicho es necesario. Y además que tenga
oídos y juicio en ellos, para que no desbarate y altere él mismo lo que se ha
dicho elegante y armoniosamente.26 Puesto que también en el escritor óptimo,
y especialmente en los libros de Platón y Aristóteles, no hay sólo riqueza
de doctrina sino también escritura literaria, será intérprete excelente, en fin,
quien conserve una y otra.27
13. [6] Los vicios del intérprete, en suma, son: si comprende mal
lo que hay que traducir o lo da mal; o si lo que el primer autor ha dicho
adecuadamente y con elegancia, él mismo lo vierte de modo que resulte
inadecuado, inelegante, y desbaratado.28 En verdad, quienquiera que no esté
tan preparado en la disciplina de las letras como para poder huir de todos
estos vicios juntos, si se acerca a la interpretación, ha de ser merecidamente
censurado y reprobado, bien porque al dar una cosa por otra empuja a los
hombres a errores varios, bien porque, al hacerlo parecer risible y absurdo,
disminuye la grandeza del primer autor.

24 Respectivamente: ‘modesto/pequeño’, la ‘gente joven/la edad juvenil’, ‘fortaleza/robustez’, ‘guerra/


batalla’, ‘ciudad (edificios y calles)/ciudad (ciudadanía)’. Se trata de términos próximos, auténticos
falsos amigos.
25 Aproximadamente, sólo aproximadamente: ‘estimar/amar’, ‘elegir/aspirar’, ‘desear/pedir’,
‘persuadir/concluir’, ‘recibir/garantizar’, ‘pedir/lamentarse’.
26 Bruni se refiere aquí sin duda al ritmo de la prosa. Cfr. Cic., Or., 162 y ss (H, BP). También Cic.,
Br., 34; Fin. IV, 7 (BP).
27 Se notará que et doctrina rerum et scribendi ornatus traslada a la traducción la articulación retórica
básica en res y verba: ‘contenidos’ y ‘palabras’, o ‘qué se dice’ y ‘cómo se dice’. Por scribendi ornatus
podemos entender estilo o escritura literarios.
28 BP llama la atención para dissipatus sobre Cic., Or. 220, 233, 235, donde siempre es un defecto;
mientras que en De Or. III, 207 es una figura. Remite además a Quint., IX, 3, 39.
46 Leonardo Bruni

14. Dicere autem: non vituperationem, sed laudem mereri eum, qui,
quod habuit, in medium protulit, nequaquam rectum est in his artibus, que
peritiam flagitant. Neque enim poeta, si malos facit versus, laudem meretur,
etsi bonos facere conatus est, sed eum reprehendemus atque carpemus, quod
ea facere aggressus fuerit, que nesciat. Et statuarium vituperabimus, qui
statuam deformarit, quamvis non per dolum, sed per ignorantiam id fecerit. Ut
enim ii, qui ad exemplum picture picturam aliam pingunt, figuram et statum
et ingressum et totius corporis formam inde assumunt nec, qui ipsi facerent,
sed, quid alter ille fecerit, meditantur: sic in traductionibus interpres quidem
optimus sese in primum scribendi auctorem tota mente et animo et voluntate
convertet et quodammodo transformabit eiusque orationis figuram statum,
ingressum coloremque et liniamenta cuncta exprimere meditabitur. Ex quo
mirabilis resultat effectus.
15. Nam cum singulis fere scriptoribus sua quedam ac propria sit dicendi
figura, ut Ciceroni amplitudo et copia,11 Salustio exilitas et brevitas, Livio
granditas quedam subaspera: bonus quidem interpres in singulis traducendis
ita se conformabit, ut singulorum figuram assequatur. Itaque, sive de Cicerone
traducet, facere non poterit, quin comprehensiones illius magnas quidem et
uberes et redundantes simili varietate et copia ad supremum usque ambitum
deducat ac modo properet, modo se colligat. Sive de Sallustio transferet,
necesse habebit de singulis pene verbis iudicium facere proprietatemque
et religionem plurimam sequi atque ob hoc restringi quodammodo atque
concidi. Sive de Livio traducet, facere non poterit, quin illius dicendi figuram
imitetur. Rapitur enim interpres vi ipsa in genus dicendi illius, de quo transfert,
nec aliter servare sensum commode poterit, nisi sese insinuet ac inflectat per
illius comprehensiones et ambitus cum verborum proprietate orationisque
effigie. Hec est enim optima interpretandi ratio, si figura prime orationis
quam optime conservetur, ut neque sensibus verba neque verbis ipsis nitor
ornatusque deficiat.

11 B: copia. Sallustio exilitas…


De interpretarione recta 47

14. [7] Pero decir que no merece censura sino alabanza quien ha sacado
a la luz lo que tenía, no es correcto en absoluto en estas artes que reclaman
pericia. Pues tampoco el poeta merece alabanza si hace malos versos, aunque
intenta hacerlos buenos, sino que le criticamos y censuramos porque se ha
puesto a hacer lo que no sabe. Y vituperamos al escultor que ha desfigurado
una estatua, aunque no lo haga con mala intención sino por ignorancia. Pues
igual que los que pintan según el ejemplo de otro cuadro, toman de allí la figura
y la actitud y el movimiento y la forma del cuerpo entero, y no meditan qué
harían ellos mismos sino qué ha hecho aquél otro, así en las traducciones no
hay duda de que el mejor intérprete se convierte en el primer autor con toda
su inteligencia y su espíritu y su voluntad, y de algún modo se transformará y
pensará en expresar la figura, actitud, movimiento y color y los rasgos todos de
su discurso.29 De lo cual resulta, sin duda, un admirable efecto.
15 [8]. Pues ya que casi cada escritor tiene una cierta dicción30 suya
y propia, como Cicerón la amplitud y la riqueza, Salustio la sequedad y la
concisión, Livio una cierta grandeza algo áspera31, sin duda el buen intérprete
se acomodará al traducir a cada uno, de modo que adopte la dicción de cada
uno. Y así, si traduce a Cicerón, no podrá hacerlo a menos que lleve aquellas
frases suyas, amplias, ricas y redundantes, con su misma variedad y abundancia,
hasta el último giro, tan pronto se acelere, tan pronto se concentre. Si traslada
de Salustio, necesariamente tendrá que pensarse casi cada palabra, y procurar
la propiedad y la mucha exactitud, y por esto reprimirse de algún modo y
contenerse. Si traduce a Livio, no podrá hacerlo a menos que imite su dicción.
Pues se ve arrebatado el intérprete por la fuerza misma de la dicción de aquél
de quien traduce, y no podrá conservar adecuadamente el sentido si no se
introduce y desliza a través de las frases y períodos de aquél con la propiedad
de las palabras y la semejanza del discurso. Éste es, entonces, el mejor método
de traducir, si se conserva la figura del primer discurso tan excelentemente que
ni faltan palabras a los sentidos ni a las palabras mismas el brillo y el ornato.

29 Esta comparación, a la que subyace la equiparación entre el discurso y el cuerpo humano, constituye
el núcleo del pensamiento de Bruni sobre la materia. Pero, aunque la comparación de oratoria y pintura
sea ciceroniana (Or. 8-10), el alcance real de su afirmación hace pensar más bien en la famosa carta de
Maquiavelo a Francesco Vettori, de 10 de diciembre de 1513, donde refiriéndose a los clásicos afirma:
«tutto mi transferisco in loro». Cfr. Intr.
30 Se notará que con figura Bruni continúa la comparación anterior, aunque determinada ahora como
figura dicendi vale más bien como ‘dicción’ o ‘estilo’.
31 Para la caracterización de los autores en este párrafo y el siguiente, remite PV a Quint., 10, 1, 32; 1,
101; 1, 113. BP añade Cic., De Or. I, 50: Br. 283-284. Y hace notar que subasper, aquí aplicado a Livio,
sólo se registra en Cels., 5, 28, 19.
48 Leonardo Bruni

16. [162] Sed cum sit difficilis omnis interpretatio recta propter multa
et varia, que in ea (ut supra diximus) requiruntur, difficillimum tamen est
illa recte transferre, que a primo auctore scripta sunt numerose atque ornate.
In oratione quippe numerosa necesse est per cola et commata et periodos
incedere ac, ut apte quadrateque12 finiat comprehensio, diligentissime
observare. In exornationibus quoque ceteris observandis summa diligentia
erit adhibenda. Hec enim omnia nisi servet interpres, prima orationis maiestas
omnino deperit et fatiscit.
17. Servari autem sine magno labore magnaque peritia litterarum non
possunt. Intelligende sunt enim ab interprete huiuscemodi, ut ita dixerim,
orationis virtutes ac in ea lingua, ad quam traducit, pariter representande.
Cumque duo sint exornationum genera —unum, quo verba, alterum, quo
sententiae colorantur—, utrumque certe difficultatem traductori affert,
maiorem tamen verborum quam sententiarum colores, propterea quod sepe
huiusmodi exornationes numeris constant, ut cum paria paribus redduntur aut
contraria contrariis vel opposita inter se, que Greci «antitheta» vocant.
18. Frequentur enim verba Latia vel plus vel minus syllabarum habent
quam Greca, neque par sonus auribus faciliter correspondet. Iacula quoque,
que interdum iacit orator, ita demum fortiter feriunt, si numeris contorquentur.
Nam fluxa et decurtata vel inepte cadentia minus confodiunt. Hec igitur omnia
diligentissime cognoscenda sunt ab interprete et servatis ad unguem numeris
effingenda.

12 Adverbio posiblemente neológico de Bruni, forjado sobre el adjetivo quadratus de Quint., II, 5, 9;
IX, 4, 69 (BP).
De interpretarione recta 49

16 [9]. Pero, puesto que resulta difícil toda interpretación correcta a


causa de las muchas y variadas cosas que para ella, como arriba dijimos,
se requieren, dificilísimo es también trasladar con corrección las cosas que
están escritas armoniosa y adornadamente por el primer autor. Ya que en el
discurso rítmico es necesario avanzar por miembros, incisos y períodos32 y,
para terminar el período de forma adecuada y redonda, poner la atención más
diligente. En conservar los restantes ornamentos también habrá que aplicar
la mayor diligencia. Pues si el intérprete no los conserva todos, la dignidad
originaria del discurso perece por completo y sucumbe.
17. Pero no pueden conservarse sin gran trabajo y gran pericia literaria.
Pues el intérprete ha de comprender estas, por así decir, virtudes del discurso
y en la lengua a la que traduce representarlas de forma equivalente. Y ya
que hay dos géneros de ornato —uno que da color a las palabras, otro al
pensamiento—, y ciertamente uno y otro aportan dificultad al traductor, es
mayor, sin embargo, la del de palabras que la del de pensamiento, a causa
de que a menudo los ornatos de este tipo constan de ritmos,33 como cuando
corresponden semejantes a semejantes, o contrarios a contrarios, o bien
opuestos entre sí, que los griegos llaman «antítesis».34
18. Pues con frecuencia las palabras latinas tienen más o menos sílabas
que las griegas, y no corresponde fácilmente a los oídos un sonido igual.
También los dardos que, de vez en cuando, lanza el orador, sólo hieren con más
fuerza si se lanzan rítmicamente. Pues flojos y recortados o con una cadencia
inadecuada traspasan menos. Así pues, todas estas cosas el intérprete ha de
conocerlas con la mayor diligencia y reproducirlas conservando los ritmos a
la perfección.

32 Por ‘período’ hay que entender una unidad de sentido completo (sententia), por comma un miembro
o cláusula dentro del período, por colon una expresión o frase breve dentro del miembro. para la
definición de periodus, colon y commata cfr. Lausberg §§923-940. Nótese que se trata de términos
griegos, y que Bruni había criticado la práctica de no sustituirlos por otros latinos.
33 El latín numerus designa el ritmo de la prosa, que ha de ser perceptible, pero sin confundirse con la
regularidad del ritmo de la poesía. Al tratamiento del numerus dedica Lausberg los §§977-1074.
34 PV traduce ut cum por ‘de modo que’. El ámbito de las figuras de pensamiento implica relaciones
lógicas de las que se ocupaba la dialéctica, una de las tres artes mayores del Trivium. H (1987: 373)
remite, para el pasaje, a Auct. ad Her. 4.15.21, y recuerda que el nombre de la figura que consiste en
igualar el número de sílabas de dos miembros distintos se llama isocolon. Por su parte, BP recuerda
Cic., Or. 80; Cic., De Or. III, 199-209. El final del párrafo corresponde a Cic., Or. 164. Pero es una
articulación universal en la retórica, clásica y moderna.
50 Leonardo Bruni

19. Quid dicam de sententiarum exornationibus, que orationem illustrant


plurimum et admirabilem reddunt? Et iam he quam superiores frequenter
ab optimis scriptoribus adhibentur. An poterit interpres eas sine flagitio vel
ignorare vel preterire vel non servata illarum maiestate transferre?
20. De quibus omnibus, quo melius ea, quae dixi, intelligantur, exempla
quedam adscribere libuit, ut conspicuum sit non ab oratoribus modo, verum
etiam a philosophis huiuscemodi exornationes frequentari et maiestatem
orationis totam perire, nisi servata earum figura transferantur.
21. [164] Plato philosophus in eo libro, qui dicitur Phedrus, ornate sane
ac numerose locum quemdam pertractat. Verba eius hic adscripsi paulo altius
repetita. Sunt autem hec:
«O puer, unicum bene consulere volentibus principium est: intelligere,
de quo sit consilium, vel omnino aberrare necesse. Plerosque vero id fallit, quia
nesciunt rei substantiam. Tanquam igitur scientes non declarant in principio
disceptationis, procedentes vero, quod par est, consequitur, ut nec sibi ipsis
neque aliis consentanea loquantur. Tibi igitur et michi non id accidat, quod in
aliis damnamus. Sed cum tibi atque michi disceptatio sit, utrum amanti potius
vel non amanti sit in amicitiam eundum, de amore ipso, quale quid sit et quam
habeat vim, diffinitione ex consensu posita, ad hoc respicientes referentesque
considerationem faciamus, emolumentumne an detrimentum afferat.13
Quod igitur cupiditas quedam sit amor, manifestum est. Quod vero
etiam qui non amant cupiunt, scimus. Rursus autem, quo amantem a non
amante discernamus, intelligere oportet, quia in uno quoque nostrum due
sunt idee dominantes atque ducentes, quas sequimur, quacumque ducunt: una
innata nobis voluptatum cupiditas, altera acquisita opinio, affectatrix optimi.

13 BP: afferat?
De interpretarione recta 51

19 ¿Qué decir de los ornatos de pensamiento, que ennoblecen mucho el


discurso y lo vuelven admirable? Y tanto estos como los anteriores los usan
los mejores escritores con frecuencia. ¿Acaso podrá el intérprete ignorarlos
o postergarlos sin escándalo, o bien trasladarlos sin conservar su grandeza?
20 [10]. De todo esto, para que se comprenda mejor lo que he dicho,
me ha parecido bien añadir algunos ejemplos, para que se vea que no sólo los
oradores sino también los filósofos son asiduos de los ornatos de este tipo,
y que perece toda la grandeza del discurso si no se traducen conservando su
figura.
21 [11]. El filósofo Platón, en el libro de título Fedro,35 trata un pasaje
muy adornado y rítmico. Sus palabras, poco antes repetidas, las he escrito
aquí. Y son éstas:
«Joven, el único principio para los que quieren deliberar bien es
comprender acerca de qué es la deliberación, o bien necesariamente
equivocarse. Ciertamente esto engaña a muchos, porque no conocen la
sustancia del asunto. Pues como si supieran, no lo declaran al principio de la
discusión, pero al avanzar, por fuerza se sigue que no digan nada consecuente
ni para sí mismos ni para los demás. Así, no nos suceda a ti y a mí lo que
condenamos en otros. Pero ya que la discusión entre tú y yo es si es preferible
hacerse amigo del que ama o más bien del que no ama, sentada de mutuo
acuerdo una definición del amor mismo, de qué naturaleza y qué es el amor y
qué fuerza tiene, mirando a esto y por referencia a esto consideremos si aporta
provecho o perjuicio.
Así pues, que el amor es un cierto apetito, es manifiesto. Pero que
también los que no aman desean, lo sabemos. De nuevo, para que discernamos
al que ama del que no ama, es preciso comprender que también en cada uno
de nosotros hay dos ideas dominantes y que nos llevan, a las cuales seguimos
dondequiera que nos lleven: una, un apetito de placeres innato en nosotros;
otra, una opinión adquirida, que rebusca lo mejor.

35 Plat. Phaed. 237b-238c (PV). Se trata de un fragmento, latín: locus, casi idéntico a la traducción que
Bruni publicó en 1424, y H (222) advierte que no sólo es fiel hasta anticipar una conjetura del editor del
XIX Heindorf, sino que incluso imita el ritmo del original.
52 Leonardo Bruni

He autem in nobis quandoque consentiunt, quandoque in seditione atque


discordia sunt; et modo hec, modo altera pervincit. Opinione igitur ad id,
quod sit optimum, ratione ducente ac suo robore pervincente «temperantia»
exsistit; cupiditate vero absque ratione ad voluptates trahente nobisque
imperante «libido» vocatur. Libido autem, cum multiforme14 sit multarumque
partium, multas utique appellationes habet. Et harum formarum que maxime
in aliquo exsuperat, sua illum nuncupatione nominatum reddit nec ulli ad
decus vel ad dignitattem acquiritur.
Circa cibos enim superatrix rationis et aliarum cupiditatum cupiditas
«ingluvies» appellatur et eum, qui hanc habet, hac ipsa appellatione
nuncupatum reddit. Rursus que circa ebrietates tyrannidem exercet ac eum
quem possidet hac ducens, patet quod habebit cognomen.15 Et alias harum
germanas et [166] germanarum cupiditatum nomina, semper que maxime
dominatur, quemadmodum appellare deceat, manifestum est.
Cuius autem gratia superiora diximus, fere iam patet. Dictum tamen,
quam non dictum, magis patebit. Que enim sine ratione cupiditas superat
opinionem ad recta tendentem rapitque ad voluptatem forme et a germanis,
que sub illa sunt circa corporis formam, cupiditatibus roborata pervincit et
ducit: ab ipsa insolentia, quod absque more fiat, amor vocatur».

14 B echa en falta un aliquid; BP recoge la crítica de Bertalot, para quien el giro es equivalente a triste
lupus stabulis.
15 B, PV: cognomen?
De interpretarione recta 53

Pero éstas en nosotros unas veces están de acuerdo, otras en rebelión y


discordia; y unas veces ésta, otras la otra logran la victoria completa. Así
pues, si la opinión lleva por la razón a lo que sea mejor y vence con su fuerza,
hay templanza, pero si el apetito sin razón arrastra a los placeres y manda
en nosotros, se llama deseo.36 Pero el deseo, puesto que es multiforme y de
muchas partes, tiene en todo caso muchos nombres. Y de estas formas la que
sobresale sobre todo en alguno, le da nombre por su denominación y ninguno
se lo granjea para decoro o para dignidad.
Pues acerca de la comida, el apetito que supera a la razón y a los
demás apetitos se llama gula, y al que lo tiene, hace que se le llame con esta
apelación. A su vez, el que ejerce la tiranía respecto de la ebriedad y aquél
a quien posee tiranizándolo, queda claro qué nombre tendrá. Y los demás
hermanos de éstos, y los nombres de los apetitos hermanos, cómo conviene
llamarlos siempre que domine alguno en grado máximo, es manifiesto.
Pero en función de cuál hemos dicho las cosas anteriores, ya casi está
claro. Sin embargo, más claro quedará dicho que no dicho. Pues el apetito
que sin razón supera la opinión que tiende a lo correcto y arrebata al placer
de la belleza, y, robustecido por los apetitos hermanos que, respecto de la
belleza del cuerpo, le están por debajo, vence por completo y predomina: por
la misma insolencia, porque es ‘a-moral’, se llama amor».37

36 He traducido cupiditas por ‘apetito’, y libido, por ‘deseo’, por mor de diferenciar lo que el latín
diferencia; pero téngase en cuenta que cupiditas se relaciona con cupio: ‘deseo, quiero, apetezco’. A
su vez, con cupiditas traduce Bruni el griego éros, para la definición del amor, y epithumía para las
siguientes menciones, mientras que con libido traduce el griego húbris: ‘desenfreno’.
37 El texto latino trae un juego de palabras que he intentado reflejar aquí: quod ‘absque more’ fiat,
‘amor’ vocatur: ‘porque se da sin norma o sin regla se llama ‘amor’; que a su vez pretende reflejar el
original griego ap’ autês tês rómes eponumian laboûsa, éros eklethe (Phaed. 237-238c).
54 Leonardo Bruni

22. Totus hic locus insigniter admodum luculenterque tractatus est


a Platone. Insunt enim et verborum, ut ita dixerim, delicie et sententiarum
mirabilis splendor. Et est alioquin tota ad numerum facta oratio. Nam et «in
seditione esse animum» et «circa ebrietates tyrannidem exercere» ac cetera
huiusmodi translata verba quasi stelle quedam interposite orationem illuminant.
Et «innata nobis voluptatum cupiditas», «acquisita vero opinio, affectatrix
optimi» per antitheta quedam dicuntur; opposita siquidem quodammodo
sunt «innatum» et «acquisitum», «cupiditasque voluptatum» et «opinio ad
recta contendens». Iam vero quod inquit: «huius germane germanarumque
cupiditatum nomina et superatrix rationis aliarumque cupiditatum cupiditas»;
[168] et «utrum amanti potius vel non amanti sit in amicitiam eundum?»: hec
omnia verba inter se festiva coniuncta, tamquam in pavimento ac emblemate
vermiculato, summam habent venustatem.
23. Illud preterea quod inquit: «cuius gratia hec diximus, fere iam patet;
dictum tamen, quam non dictum, magis patebit»: membra sunt duo, paribus
intervallis emissa, quae Greci «cola» appellant. Post hec ambitus subicitur
plenus et perfectus: «que enim sine ratione cupiditas superat opinionem ad
recta tendentem rapitque ad voluptatem forme et a germanis, que sub illa
sunt circa corporis formam, cupiditatibus roborata pervincit et ducit: ab
ipsa insolentia, quod absque more fiat vocatur». Videtis in his omnibus
sententiarum splendorem ac verborum delicias et orationis numerositatem;
que quidem omnia nisi servet interpres, negari non potest, quin detestabile
flagitium ab eo comittatur.
24. In eodem libro rotunde admodum et significanter per continuationem
verba posuit, inquiens:
«Hanc tibi, o dilecte amor, nostra pro facultate, quam pulcherrime
optimeque valuimus, poetico quasi more palinodiam cecinimus. Quare
et antedictorum veniam presta et horum gratia mihi propitius assiste.
Tum, si quid indignum tuo nomine a Phedro et a me dictum sit, Lysiam
huius disputationis patrem accusans ab huiusmodi desistere facias et ad
philosophiam, quemadmodum frater eius Polemarchus versus est, ita illum
converte.
De interpretarione recta 55

22 [12]. Todo este lugar lo ha tratado Platón de un modo por completo


singular y excelente. Pues no sólo hay, por así decir, delicias verbales sino
también admirable esplendor de los pensamientos. Por lo demás, el discurso
entero está compuesto con ritmo. Pues «rebelión del espíritu», y «ejercer la
tiranía respecto de la ebriedad», y las demás metáforas semejantes iluminan
el discurso casi como estrellas intercaladas.38 E innata nobis voluptatum
cupiditas, acquisita vero opinio, affectatrix optimi se dicen por antítesis, si
es que se oponen de algún modo innatum y acquisita, cupiditas y opinio ad
recta contendens.39 Pero lo que dice de «los apetitos hermanos de éste y los
nombres de los apetitos hermanos y el apetito superador de la razón y de
los demás apetitos»; y «si hay que buscar la amistad del que ama mejor que
del que no ama»: todas estas palabras, enlazadas con ingenio, como en un
pavimento de mosaico,40 tienen la mayor belleza.
23. Además, aquello que dice: «Pero en función de cuál hemos dicho las
cosas anteriores, ya casi está claro. Sin embargo, más claro quedará dicho que
no dicho»: son dos miembros, enunciados con intervalos semejantes, que los
griegos llaman cola. Después de esto, el período se presenta rico y perfecto:
«Pues el apetito que sin razón supera la opinión que tiende a lo correcto y
arrebata al placer de la belleza, y robustecido por los apetitos hermanos que le
están debajo respecto de la belleza del cuerpo, vence por completo y conduce:
por la misma insolencia, porque es ‘a-moral’, se llama ‘amor’». Veis en todo
esto esplendor de pensamientos y delicias verbales, y además la armonía del
discurso; todas las cuales, si el intérprete no las conserva, no se puede negar
que cometa una detestable ignominia.
24 [13]. En el mismo libro dispuso las palabras del todo rotunda y
significantemente, diciendo:
«Esta palinodia a ti, oh dilecto amor, según nuestra capacidad, la más
bella y mejor que pudimos, casi al modo poético, te hemos cantado. Por lo
cual, perdona las cosas antedichas, y en gracia a éstas asísteme propicio.
También, si Fedro o yo hemos dicho algo indigno de tu divinidad, acusando
a Lisias, padre de esta disputa, hazle desistir de discursos como éste y hazle
volver a la filosofía, como ya se ha vuelto su hermano Polemarco.

38 Cfr. Cic., De Or. III, 170 (BP). La misma metáfora en De studiis §21, PV: 265.
39 Que corresponden a: ‘innato apetito de placeres’, ‘opinión adquirida’, ‘aspiración a lo mejor’.
40 De acuerdo con H (374), el símil procede de Lucilio, pero apud Cicerón, De Or., 3.171.
56 Leonardo Bruni

Hec ipsa et ego deum oro, o Socrates. Tuum vero sermonem iam pridem
admiror. Quam valde superiori antecellit!, ut16 iam vereri incipiam, ne Lysias
michi [170] exilis exanguisque videatur si pergat ad hunc tuum alium suum
conferre».
Totus hic locus in Greco valde insignis et numerosus est et amenus. Nos
autem in Latinum transferentes an servaverimus maiestatem elegantiamque
primi auctoris, nescimus; conati certe simus illam servare.
25. Quid Aristoteles? An et ipse ornamenta dicendi eodem modo
consectatur? Mirifice profecto atque creberrime,17 ut ego ipse interdum
admirari cogar tantam eius rei curam in medio subtilissimarum disputationum
philosopho adfuisse. Referam vero unum aut alterum locum exempli gratia.
Aristoteles in decimo Ethicorum libro, cum de felicitatte contemplativi
hominis loqueretur, sic inquit: «Esse vero perfectam felicitatem
contemplativam quandam operationem vel ex eo patebit quod deos maxime
existimamus felices ac beatos esse. At quas res illis tribuimus agendas?
Utrum iustas? At erit ridiculum si in contractibus ac reddendis depositis et
huiusmodi rebus occupati dicantur. Sed an fortes?18 In substinendis terroribus
et periculis subeundis honesti causa? Et quenam pericula et qui terrores esse
diis possunt? An liberales? At cui dabunt? Et simul absurdum est dicere illis
esse nummos vel aliquid tale. An modestas? At que tandem ista laus est non
habentibus pravas cupiditates? Ita per omnia discurrenti apparebit in rebus
agendis parvum quiddam esse et indignum numine deorum. Atqui vivere
illos cuncti existimant. Et operari ergo.19 Nam dormire eos dicendum non est
quemadmodum Endymionem.20 Viventi autem si nec agere quicquam tribuatur
et multo magis nec facere, quid restat tandem preter contemplationem? Quare
operatio dei, beatitudine precellens, contemplativa que- [172] dam esset et in
hominibus ergo illa que huic cognatissima est erit utique felicissima!21

16 PV: Tuum vero sermonem iam pridem admiror quam valde superiori antecellit, ut
17 PV: crebrerrime,
18 PV: Sed an fortes? In substinendis terroribus et periculis subeundis honesti causa?
19 PV: existimant, et operari ergo.
20 PV: non est, quemadmodum Endymionem.
21 PV: Quare operatio dei, beatitudine precellens, contemplativa quedam esset. Et in hominibus ergo
illa que huic cognatissima est erit utique felicissima.
De interpretarione recta 57

Esto mismo también yo lo pido al dios, Sócrates. Y admiro tu discurso


hace tiempo. ¡Cuánto aventaja al anterior!, de modo que empiezo a temer que
Lisias me parezca menudo y sin nervio, si persiste en comparar a este tuyo
otro suyo». 41
Todo este lugar es en griego muy notable y armonioso y encantador. Pero
nosotros, al pasarlo al latín, no sabemos si habremos conservado la grandeza
y elegancia del primer autor; ciertamente hemos intentado conservarla.
25 [14]. ¿Y qué decir de Aristóteles? ¿Acaso no persigue igual también
él mismo los ornatos del discurso? Admirable, cierta y repetidamente,42 de
modo que yo mismo a veces me siento forzado a admirarme de que el filósofo
haya tenido tan presente la cosa en medio de sutilísimas discusiones. Pero
aportaré uno u dos lugares a guisa de ejemplo. Aristóteles, en el libro décimo
de la Ética,43 hablando de la felicidad del hombre contemplativo, dijo así:
«En verdad, ser la perfecta felicidad una cierta actividad contemplativa
se hará patente por que juzgamos que los dioses son felices y beatos en grado
máximo. Pero, ¿hacer qué cosas les atribuimos? ¿tal vez cosas justas? Pero será
ridículo decir que están ocupados en contratos, en devolver depósitos y cosas
semejantes. ¿Acaso valerosas en soportar terrores y afrontar peligros por una
causa justa? ¿Y qué peligros y qué terrores puede haber para los dioses? ¿Acaso
acciones liberales? ¿Pero a quién darán? Y a la vez es absurdo decir que tienen
dinero o cosa semejante ¿Acaso moderadas? ¿Y qué vale, en fin, esta loa no
para quienes no tienen malos deseos? Así, aparecerá a quien discurra por todo
que en hacer cosas hay algo de pequeño e indigno del poder de los dioses. Pero
todos juzgan que ellos viven, y por consiguiente, se ocupan en algo. Pues no
es de decir que duerman como Endimión. Pero, para el que vive, si no se le
atribuye actuar alguno, y mucho menos producir nada, ¿qué resta finalmente
sino la contemplación? Por lo que la actividad de un dios, sobresaliendo en
bienaventuranza, sería contemplativa. Y por consiguiente en los hombres
aquella que le esté más emparentada será con motivo la más feliz».

41 Plat., Phaed., 257 a-c.


42 Otro lugar discutido por Demetrio y definitivamente respondido por Bruni en su Vida de Aristóteles
(H, 374; 290-291; PV, 504-529; BP, 819-855 §§19-23). Bruni afirma que los que niegan intención
literaria a Aristóteles lo han leído en malas traducciones, que lo desfiguran, y acumula para ello lugares
de Cicerón, máxima autoridad en materia de estilo. Su argumentación viene a coincidir con la de la
carta a Demetrio (IV: 22), pero añade una división cuatripartita de la obra aristotélica que distingue entre
obras de elocuencia, política y moral, argumentación, y secretos de la naturaleza. Para la interrogación
retórica y el desarrollo que sigue: Quint., X, 1, 83; XII, 2, 22.
43 Arstt., Nic.1178b.
58 Leonardo Bruni

26. Ne Demosthenes quidem aut Cicero, qui verborum dicendique


artifices exsistunt, melius hanc exornationem explicassent, quam est ab
Aristotele explicata. Idem in secundo Ethicorum inquit:
«Non enim ex eo quia sepe audivimus aut sepe vidimus sensum
accepimus, sed contra habentes usi sumus non utentes habuimus. At virtutes
acquirimus operando prius quemadmodum et in aliis artibus. Que enim oportet
postquam didicerimus facere ea faciendo adiscimus ceu fabricando fabri et
cytharam pulsando cytharedi, sic iusta agendo iusti et modesta modesti et
fortia fortes efficiuntur».
27. In eodem quoque libro de hoc ipso loquens, sic inquit:
«Preterea nequaquam simile est in artibus et virtitutibus. Nam que ab
arte procedunt laudem in se habent. Quare sufficit illa ita existere. Sed que
a virtute proficiscuntur non satis est si ipsa iuste, quodammodo se habent, et
modeste agantur,22 sed si agens ita egerit: primo si sciens, secundo si eligens
et eligens propter ipsa, tertio si certo et immobili iuditio agat.
Ad ceteras vero artes habendas nichil horum requiritur preterquam
scientiam. At in virtutibus scire ipsum parum est aut nichil. Uti vero atque
exercere plurimum immo totum valet. Utpote23 que ex frequenti actione
iustorum modestorumque proveniant. Res enim tunc iusta est et modesta
dicitur quando talis est qualem iustus et modestus ageret.
Iustus autem et modestus est non qui hec agit sed qui sic [174] agit ut
iusti et modesti agunt. Bene ergo dicitur quod quis iusta agendo iustus fit et
modesta modestus; non agendo autem nullus ut bonus sit ne curare quidem
videtur.
Sed plerique non ita faciunt, verum ad verba disputationesque conversi
putant se philosophari atque ita viros bonos fieri: egrotos imitari qui verba
medicorum audiunt quidem diligenter, faciunt autem nichil ex his que sibi
precepta sunt. Ut ergo illorum corporibus non bene erit qui ita curantur, sic
nec illorum animis qui ita philosophantur».

22 B: agant
23 PV: valet, utpote
De interpretarione recta 59

26 [15]. No hay duda de que ni Demóstenes ni Cicerón, que sobresalen


como artífices de palabras y oratoria, explicarían mejor este adornado discurso
que lo ha hecho Aristóteles. Él mismo, en el segundo de la Ética dijo:
«Pues no es porque a menudo hemos oído o visto por lo que tenemos
sentidos, sino, al contrario, teniéndolos los usamos, no porque los usamos
los tenemos. Mas las virtudes las adquirimos actuando antes, como en las
demás artes. Pues lo que es preciso hacer después de haberlo aprendido, esto
haciéndolo lo aprendimos, fabricando el que fabrica y pulsando la cítara
el citaredo; así, haciendo cosas justas se hacen los justos, moderadas los
moderados, y valerosas los valientes».44
27. También en el mismo libro, hablando de esto mismo, dice así:
«Además, no es igual en absoluto en artes y virtudes. Pues las cosas que
proceden del arte tienen alabanza en sí. Por ello basta con que existan como
son. Pero las que vienen de la virtud, no es bastante si ellas mismas se hacen
justamente, como de algún modo son, y moderadamente, sino si el que actúa,
lo hace así: primero, si es consciente; segundo, si las elige y las elige por sí
mismas; tercero, si actúa con juicio seguro y firme.
Ciertamente, para tener las restantes artes nada de esto se requiere
excepto conocimiento. Pero en las virtudes el saber mismo es poco o nada.
Verdaderamente utilizarlas y practicar vale mucho, es más, todo. Puesto que
provienen del cumplimiento frecuente de cosas justas y moderadas. Pues se
dice entonces que una cosa es justa y moderada cuando es tal como el justo y
moderado la haría.
Y justo y moderado es no quien hace esto, sino quien lo hace como los
justos y moderados lo hacen. Bien se dice, entonces, que quien hace cosas
justas se hace justo, y moderadas, moderado, pero no actuando ninguno
parece ni siquiera preocuparse de ser bueno.
Pero muchos no actúan así, sino que, entregados por completo a las
disputas verbales,45 piensan que filosofan y que se hacen varones buenos:
imitando a los enfermos, que oyen las palabras de los médicos sin duda con
diligencia, pero no hacen nada de lo prescrito para ellos. Así que, igual que
no le irá bien al cuerpo de quienes así se curan, así a los espíritus de quienes
así filosofan».46

44 Arstt., Nic.1103a-b.
45 Latín ad verba disputationem conversi: hendyadis.
46Arstt., Nic.1103a-b. En efecto, se notará que, como dice Bruni, el pasaje entero está montado sobre
60 Leonardo Bruni

Videtis in his verbis elegantiam, varietatem et copiam cum exornationibus


tum verborum tum etiam sententiarum.
28. In libris vero Politicorum Aristoteles multo crebrior est. Quod enim
est materia civilis et eloquentie capax, nullus fere locus ab eo tractatur sine
rhetorico pigmento atque colore, ut interdum etiam festivitatem in verbis
oratoriam persequatur. Quale est illud in septimo Politicorum libro:
«Videmus, inquit, homines acquirere et tueri non virtutes externis
bonis, sed externa virtutibus. Ipsaque beata vita sive in gaudio posita est, sive
in virtute, sive in ambobus, magis existit moribus et intellectu in excessum
ornatis, mediocra vero externa possidentibus, quam his, qui externorum plura
possident quam opus sit, moribus vero intelligentiaque deficiant».24
29. Et alio loco de magistratu, qui custodie reorum presit, sic inquit:
«Contigit vero, ut boni quidem viri maxime hunc magistratum devitent,
pravis autem nequaquam [174] tutum sit illum committere, cum ipsi potius
indigeant custodia et carcere, quam alios debeant custodire».25
30. Pleni sunt Platonis Aristotelisque libri exornationum huiusmodi ac
venustatum, quas longum nimis foret per singula consectari. Lector certe,
si modo eruditus disciplina sit, faciliter ea deprehendet. His vero exemplis
abunde patet neminem posse primi auctoris maiestatem servare, nisi ornatum
illius numerositatemque conservet. Dissipata namque et inconcinna traductio
omnem protinus laudem et gratiam primi auctoris exterminat. Ex quo scelus
quodammodo inexpiabile censendum est hominem non plane doctum et
elegantem ad transferendum accedere.

24 Arist., Pol.1323a-b.
25 Arist., Pol.1321b.
De interpretarione recta 61

Veis en estas palabras elegancia, variedad y riqueza con ornato, no sólo


de palabras sino de pensamientos.
28 [16]. Pero en los libros de la Política es mucho más abundante. Pues
ya que la materia es civil47 y susceptible de elocuencia, casi ningún lugar suyo
se trata sin pintura y color retóricos, de modo que de vez en cuando persigue
también el agrado oratorio en las palabras. Cual es, en el libro séptimo de la
Política, lo de:
«Vemos —dice— que los hombres no consiguen y guardan las virtudes
con los bienes externos, sino los bienes externos con las virtudes. La vida
feliz misma —ya esté puesta en el placer, ya en la virtud, ya en ambos— se
da más en los adornados en exceso de moral e inteligencia, pero poseedores
de bienes externos medianos, que en los que poseen más de lo necesario, pero
les falta carácter e inteligencia».48
29. Y en otro lugar, acerca de la magistratura que se encarga de la
custodia de los acusados, dice así:
«Sucede, en verdad, que sin duda los varones buenos eviten al máximo
esta magistratura, pero que no es del todo seguro encomendarla a malvados,
cuando están ellos a falta de custodia y cárcel más que aquellos a los que
deben custodiar».49
30 [17]. Llenos están los libros de Platón y Aristóteles de ornatos
semejantes y de elegancias, que sería demasiado largo perseguirlas una por
una. Ciertamente el lector, si es un poco erudito en la disciplina,50 las descubrirá
con facilidad. Pero queda bastante claro a partir de estos ejemplos que nadie
puede conservar la grandeza del primer autor, si no conserva fielmente su
ornato y su armonía. Pues una traducción dispersa e inarmónica elimina al
punto toda la alabanza y la gracia del primer autor. Por lo cual hay que juzgar
crimen en cierto modo inexpiable que un hombre indocto por completo y sin
gusto se acerque a la traducción.

constantes antítesis, además del símil final.


47 Es decir, que tiene que ver con la vida del civis, del ciudadano en tanto miembro de la ciudad, lo que
hoy llamamos política.
48 Aristt., Pol. 1323a-b. H (223) advierte que se trata de traducciones algo diferentes a las que Bruni
publicaría en 1437.
49 Aristt., Pol. 1321b.
50 Se entiende, en la retórica.
62 Leonardo Bruni

II
31. Quoniam illa, quae habere oportet interpretem, ostendimus ac
reprehensiones artificum ex opere ipso, si non recte fecerint, merito nasci
docuimus, videamus nunc tandem unum aliquem locum illius interpretationis.
Ex eo namque totum genus translationis eius poterimus intelligere et, utrum
reprehensionem aut laudem mereatur, iudicare.
32. Aristoteles in libro Politicorum quarto (utriusque enim operis idem
fuir traductor, nec refert, ex illo vel ex hoc exempla sumantur), Aristoteles
ergo in libro Politicorum quarto docet: Solere potentes ac26 magnos in civitate
homines simulare interdum quedam ac dolose pretexere ad multitudinem
populi excludendam a rerum publicarum gubernatione. Esse vero illa, in quibus
ista simulatione utuntur, quinque numero: contiones, magistratus, iudicia,
armaturam, exercitationem. Pena enim magna constituta adversus divites,
nisi contioni intersint, nisi magistratus gerant, nisi in iudicio cognoscant,
nisi arma possideant, nisi ad bellicos usus exerceantur; per huiusmodi penam
ad ista facienda divites compellunt; at pauperibus nullam in rebus penam
constituunt, quasi parcentes eorum tenuitati.
Hec enim pretexitur causa; sed re vera hoc agunt, quo illi agunt, quo illi
impunitate permissa a gubernatione rei publicae se disiungant. Pena siquidem
remota, nec exercere se da bellicos usus multitudo curabit nec arma [178]
possidere volet, cum liceat per legem impune illis carere, nec magistratum
geret pauper, si id putabit damnosum, cum sit in eius arbitrio gerere vel
non gerere. Onus quoque iudicandi sepe vitabit, si nequeat compelli, ac
tempus rebus suis libentius impendet quam publicis consiliis. Atque ita fit,
ut tenuiores quidem homines sub pretextu ac velamento remissionis penarum
sensim ac latenter a re publica excludantur, apud divites autem et opulentos
remaneant administratio et arma et peritia preliandi. Ex quibus potentiores
facti quodammodo tenuioribus dominentur.27

26 B: et
27 Ars., Pol. 1297a 13-16.
De interpretarione recta 63

II
31 [1]. Puesto que hemos mostrado lo que debe tener el intérprete, y
hemos enseñado que las críticas a los artífices merecidamente nacen de su
propio trabajo, si no lo han hecho de modo correcto, veamos ahora finalmente
un pasaje solo de la traducción de aquél.51 Pues por éste el género entero de su
traducción podremos entender, y juzgar si merece censura o alabanza.
32. Aristóteles en el libro cuarto de la Política (pues el traductor de una
y otra obra fue el mismo, y no importa si se toman los ejemplos de aquélla
o de ésta), Aristóteles, pues, en el libro cuarto de la Política, enseña52 que
suelen los hombres grandes y poderosos de la ciudad simular algunas cosas
a veces y disimularlas engañosamente para excluir a la multitud del pueblo
del gobierno de la república.53 Ciertamente, aquellas en que se sirven de esta
simulación son cinco: asambleas, magistraturas, procesos judiciales, armas,
ejercicios. Pues hay establecidas grandes penas contra los ricos si no participan
en la asamblea, si no asumen las magistraturas, si no instruyen procesos, si
no poseen armas, si no se ejercitan en los usos bélicos; por una pena así se
ven empujados los ricos a hacer esas cosas; mientras que para los pobres no
establecen pena alguna en estas cosas, como preservándolos por su pobreza.
Ésta, pues, es la causa simulada; pero realmente lo hacen para que se
desentiendan, permitida la impunidad, del gobierno de la república. Alejada,
en efecto, la pena, ni se ocupará la multitud de ejercitarse en los usos bélicos,
ni querrá poseer armas, ya que es lícito por ley carecer de ellas impunemente,
ni asumirá el pobre una magistratura si lo considera perjudicial, ya que está
en su arbitrio asumirla o no asumirla. También evitará a menudo la carga
de juzgar si no puede ser obligado, y gastará su tiempo libremente en sus
cosas más que en asambleas públicas. Y sucede así que los más pobres, con
velado pretexto de remisión de penas, insensiblemente y a escondidas se
verán excluidos de la república, mientras que las funciones administrativas y
el ejército y la pericia para combatir permanecerán entre los ricos. Los cuales
al hacerse más poderosos dominarán de algún modo a los más pobres.

51 Entiéndase de Grosseteste, no de Guillermo de Moerbeke, como creyó Hans Baron.


52 En BP dos puntos y aparte y comillas, como si fuera discurso directo, pero no lo es. Lo que sigue no
es que, como afirma H (224), sea una traducción diferente de la que el propio Bruni daría en 1437; más
bien se trata de un resumen de Aristóteles.
53 Recuérdese que res publica, ‘la cosa pública’ viene a equivaler a nuestra ‘política’ o ‘estado’.
64 Leonardo Bruni

33. Hec est Aristotelis sententia, quam prolixius explicare volui,


quo clarius intelligeretur illius mens. Nunc autem eius verba preclare et
eleganter in Greco scripta quemadmodum hic interpres in Latinum convertir,
animadverte! Ex hoc enim modus et forma traductionis, qua ubique usus in
transferendo est, manifestissime deprehendetur. Inquit enim interpres noster
hoc modo:
«Adhuc autem, quecumque prolocutionis gratia in politiis sapienter
loquuntur ad populum, sunt quinque numero: circa congregationes, circa
principatus, circa pretoria, circa armationem, circa exercitia». 28
Deus immortalis, quis hec intelliget? quis hanc interpretationem ac non
potius delirationem ac barbariem vocitabit? Veniant queso defensores huius
interpretis et istos, si possunt, defendant errores vel desinant michi irasci, si
illum reprehendi.
34. Primum enim, quod inquit «prolocutionis gratia sapienter loquuntur
ad populum»: quid est queso « prolocutionis gratia loqui»? Si enim loquuntur
homines ad populum sapienter gratia prolocutionis, magnum profecto aliquid
debet esse prolocutio. Doce me ergo, quid tandem sit! Nam ego id verbum
numquam audivi hactenus neque legi nec quid importet intelligo. Si in extrema
barbarie id verbum in usu est, doce me, [180] quid apud barbaros significet
«prolocutionis gratia loqui»? Nam ego Latinus istam barbariem non intelligo.

28 Ars., Pol. 1297a 13-16.


De interpretarione recta 65

33 [3]. Éste es el pensamiento de Aristóteles, que he querido explicar


más largamente para que se entendiera su reflexión con más claridad. Pero, sus
palabras, tan clara y elegantemente escritas en griego, ¡advierte ahora cómo
este intérprete las ha vertido al latín! Pues por este [ejemplo], se sorprenderá
con absoluta claridad el modo y forma de traducir de que se ha servido por
todas partes para su versión. Pues dijo nuestro intérprete de este modo:
«Hasta aquí, todas las cosas que, a modo de prólogo, sabiamente hablan
del gobierno al pueblo, son en número de cinco: acerca de las asambleas,
acerca de los principados, acerca de los pretorios, acerca del armamento,
acerca de los ejercicios».54
Dios inmortal, ¿quién entenderá esto? ¿quién la llamará interpretación
y no más bien delirio y barbarie? Vengan, por favor, los defensores de este
intérprete y esos, que defiendan si pueden los errores, o bien desistan de
encolerizarse contra mí, si le he criticado.
34. Pues, en primer lugar, en lo que dijo de prolocutionis gratia
sapienter loquuntur ad populum, ¿qué es —pregunto— prolocutionis gratia
loqui? Pues si los hombres hablan al pueblo sabiamente gratia prolocutionis,
algo de gran provecho debe ser la prolocutio. Explícame, entonces, en fin, qué
es. Pues yo nunca he oído esta palabra hasta aquí, ni la he leído, ni entiendo
qué aporta. Si en lo último de la barbarie55 esa palabra se usa, explícame qué
significa entre los bárbaros prolocutionis gratia loqui. Pues yo, latino, esa
barbarie tuya no la entiendo.

54 Hemos traducido antes el pasaje por: «Ciertamente, aquellas en que se sirven de esta simulación son
cinco: asambleas, magistraturas, procesos judiciales, armas, ejercicios». Y el texto de Grosseteste es:
Adhuc autem, quecumque prolocutionis gratia in politiis sapienter locuuntur ad populum, sunt quinque
numero: circa congregaciones, circa principatus, circa pretoria, circa armationem, circa exercitia. En
cuanto al texto aristotélico (Arstt., Nic. 1297a) es: sophídsontai pròs ton dêmon pénte tòn arithmón,
perì ekklesían, perì tàs arkhás, perì dikastería, perì hóplisin, perì gumnasían.
55 Lat. barbaries vale tanto para cualquier país bárbaro —incluso Italia para los griegos, pero más
en general cualquier país extranjero—, como para la incultura y rudeza de costumbres. En cuanto a
extrema igualmente puede entenderse en sentido espacial y figurado.
66 Leonardo Bruni

35. Si prolocutio est ut «prologus» et «proemium», congruere non potest.


Non enim loquuntur homines ad populum gratia proemii vel prologi, sed
proemium et prologus adhibetur gratia locutionis. Quodsi forsan dicere vis:
«prolocutionis gratia» idest gratia «decepctionis» et «simulationis», quodnam
tandem malum est hec tam dura inusitataque locutio tua! ut «simulationem»
apelles «prolocutionem» et «dolose confingere» interpreteris «sapienter
loqui»? Hec enim omnia sunt absurdissima.
36. Atqui quod inquit «sapienter loquuntur», in Greco non est «loquuntur»,
sed id verbum ex se ipso interpres adiunxit. Deinde quod inquit «sapienter»,
male capit. «Sophisma» enim non «sapientiam», sed «deceptionem» et
«cavillationem» significat. Itaque partim adiungit ipse de suo, partim male
capit ex Greco, partim male reddit in Latino, cum «prolocutionis gratia»
dixerit, quod dicendum fuit «sub pretextu aliquo et simulatione». Pretexitur
enim causa et dolose confingitur, cum aliud agitur, aliud simulatur. Agitur
enim re vera, ut tenuiores excludantur a rei publice gubernatione; simulatur
vero pro eorum commodis illa fieri, propter que excluduntur.
De interpretarione recta 67

35. Si prolocutio es como ‘prologus’ o ‘proemium’, no concuerda. Pues


no hablan los hombres al pueblo en gracia al proemio o prólogo, sino que
proemio o prólogo se emplean en gracia al discurso. Que si tal vez quieres decir
prolocutionis gratia, por deceptionis, ‘engaño’ y simulationis, ‘simulación’,
¡qué mala cosa es, en fin, esta tan dura e inusitada expresión tuya! Ya que a la
‘simulación’ la llamas ‘prólogo’,56 y ‘fabricar engaños’ lo interpretas ‘hablar
sabiamente’.57 Todo esto es absurdísimo.
36. Y en lo que dijo de sapienter loquuntur, en griego no aparece
loquuntur, sino que esta palabra la ha añadido por su cuenta el intérprete.
Inmediatamente, lo que dice de sapienter lo entiende mal. Pues sophisma no
significa sapientia, sino deceptio et cavillatio, ‘engaño’ y ‘sutileza’. Y así,
parte la añade por su cuenta, parte la da mal en latín, cuando dice prolocutionis
gratia lo que debió decir sub pretextu aliquo et simulatione, ‘bajo algún
pretexto y por simulación’. Pues se disimula la causa y se fingen engaños
cuando se hace una cosa, se simula otra. Se actúa en realidad, en efecto, para
que los más pobres sean excluidos del gobierno de la república; mientras que
se simula que se hace a favor suyo aquello por lo que se les excluye.

56 Lat. ut simulationem appelles prolocutionem, donde prolocutio, el término de Grosseteste, deriva


de proloquor, ‘decir en voz alta’, y vale como ‘prólogo’ o ‘preámbulo’ en latín medieval. Bruni acusa a
Grosseteste de valerse de barbarismos.
57 Es decir, «interpretas dolose confingere como sapienter loqui». Desde luego, loquuntur (pres. de ind.
de loqui: ‘hablar’) no traduce el sophídsontai aristotélico (cfr. n. 80), con un objeto directo personal:
‘engañar’. Sophisma, envuelto en sophídsontai, desde luego, en mala parte, ‘engaño’.
68 Leonardo Bruni

37. Quod autem postea subicit «circa congregationem», absurdissimum


est. Verbum enim «contionem» significat, non «congregationem».
Differunt autem plurimum inter se. Nam congregatio est etiam bestiarum;
unde «gregem» dicimus. «Contio» autem proprie est multitudo populi ad
decernendum de re publica convocata; et ita verbum in greco significat. Itaque
non recte transtulit, cum aliud pro alio posuerit nec vim servaverit Greci
verbi. Sed hoc veniale peccatum est. Ast illud nequaquam venia dignum,
quod subicit circa «praetoria». Quod enim «pretoria» inquit, «iudicia» debuit
dicere. «Iudicium enim [182] furti» dicimus, non «pretorium furti», et «res
iudicata», non «pretoriata» et «probationes in iudicio factas» et «iudicium de
dolo malo». Denique «dicastis» Grece, Latine «iudex»; «dicastirion» Grece,
Latine «iudicium»; hoc est verbum e verbo. Iste delirat et ea nescit, que pueri
etiam sciunt.
38. Circa «principatus» inquit: hec st alia absurditas. Debuit enim
«magistratus» dicere. Nam principatus est imperatoris vel regis; pretores vero
et consules et tribunos plebis et ediles curules et prefectos annone et alios
huiusmodi numquam diceremus «principatum habere», sed «magistratum
gerere». Est enim magistratus potestas uni vel pluribus hominibus a populo vel
a principe commissa, principatus autem est maior quedam supereminentia, cui
cetere omnes potestates parent. Sic Octavianum et Claudium et Vespasianum
principes fuisse dicimus, Senecam vero, qui consul fuit temporibus Neronis,
nemo principem appellasset. Erat enim tunc Nero «princeps», non Seneca;
neque consulatus Senece «principatus» erat, sed «magistratus»; neque
imperium Neronis «magistratus» diceretur, sed «principatus».
De interpretarione recta 69

37 [4]. Pero lo que añade después de circa congregationem es


absurdísimo. Pues la palabra griega58 significa contio, no congregatio. Y
difieren mucho entre sí. Pues congregatio es también de bestias, de donde
decimos grex.59 Pero contio propiamente es la ‘multitud del pueblo, convocada
para juzgar de la cosa pública’; y esto significa en griego la palabra. Y así no
tradujo correctamente, cuando ha puesto una cosa por otra y no ha conservado
el sentido de la palabra griega. —Pero esto es pecado venial. [5] Mientras
que no es en absoluto digno de venia lo que añade de circa pretoria. Porque,
en efecto, dijo pretoria, debió decir iudicia.60 Iudicium furti —decimos—
no pretorium furti, y res iudicata, no pretoriata, y probationes in iudicio
factas y iudicium de dolo malo. Finalmente dicastis en griego, en latín iudex;
dicastirion en griego, en latín iudicium. Esto es palabra por palabra. Pero él
delira y no sabe lo que saben incluso los niños.
38 [6]. Circa principatus dice. Éste es otro absurdo. En efecto debió
decir magistratus. Pues el principado es del rey o del emperador; mientras
que los pretores y los cónsules y los tribunos de la plebe y los ediles curules
y los prefectos de la annona61 y los demás semejantes nunca diríamos que
‘tienen el principado’, sino que ‘desempeñan una magistratura’. El poder del
magistrado, en efecto, es encomendado por el pueblo a uno o bien a muchos
hombres, mientras que el principado62 es una cierta grandeza suprema, a la
que todos los poderes se someten. Así decimos que Octaviano y Claudio y
Vespasiano fueron príncipes, pero a Séneca, que fue cónsul en tiempos de
Nerón, nadie le hubiera llamado príncipe. Pues era príncipe entonces Nerón, no
Séneca; y el consulado no era el principado de Séneca, sino una magistratura;
ni el imperio de Nerón se llamaría ‘magistratura’ sino ‘principado’.

58 Recuérdese: ekklesía (cfr. n. 54)


59 Grex: ‘rebaño’, de donde en español, por ejemplo, ‘gregario’. Pero hace notar BP que en latín
medieval, congregatio, ‘reunión’, no es del todo aberrante.
60 Todo el pasaje se basa en la contraposición entre praetorium, ‘palacio del pretor provincial’ en latín
clásico y judicium, ‘proceso judicial’, pero también ‘tribunal’. Lo que explica los restantes ejemplos
de Bruni: ‘proceso por robo’, ‘cosa juzgada’, ‘pruebas practicadas en un proceso’, ‘proceso por un mal
engaño’. En cuanto al griego dicastés y dicastérion valen ‘juez’ y ‘tribunal’, respectivamente.
61 Lat. annona: la cosecha del año; el prefecto es el encargado del abastecimiento de Roma.
62 El principado es el nuevo régimen instaurado por Octavio Augusto, que se caracteriza por conservar
nominalmente las magistraturas republicanas pero concentrando el poder real en una sola mano.
70 Leonardo Bruni

Hec sunt luce clariora. Nec quisquam Latinorum, qui litteras noverit,
huiusmodi officia et potestates civibus commissa «principatus vocavit.
Dicimus etiam «principem» per translationem: ut «princeps senatus», idest
primarius homo in senatu, «princeps iuventutis», qui inter adolescens fama
et honore primarius habetur. Hec est consuetudo Latini sermonis. Hic autem
interpres noster in aliis forsan non indoctus erat; litterarum certe penitus fuit
ignarus.
39. Deinde subicit «circa armationem», «circa exercitia». Hec etiam
duo puerilia sunt: «Armationem» enim non satis usitate dicimus; «exercitia
vero concta penitus opera sine ulla distinctione important. Aristoteles autem
hoc ita ponit, ut exercitationes corporum ad bellicos usus designet.
40. Post hec resumens, que prius enumeraverat, in hunc modum [184]
verba subicit: «Circa congregationem quidem, licere omnibus congregationi
interesse; damnum autem imponi divitibus, si non intersint congregationi,
vel solis vel multo maius; circa principatus autem, habentibus quidem
honorabilitatem non licere abiurare, egenis autem licere; circa pretoria vero
divitibus quidem esse damnum, si non discutiant, egenis autem licentiam,
vel his quidem magnum damnum, his autem parvum. Eodem modo et de
possidendo arma et de exercitari leges ferunt: egenis quidem licet non possidere,
divitibus autem damnosum [non possidentibus. Et si non exerceantur, his
quidem nullum damnum, divitibus autem damnosum].29 Ut hi quidem propter
damnum participent, hi autem propter non timere non participent. Hec quidem
igitur sunt oligarchia sophistica legislationis».30

29 B omite el texto entre [].


30 Arstt., Pol. 1297a 16-35.
De interpretarione recta 71

Esto es más claro que la luz. Ninguno de los latinos que conociera las
letras hubiera llamado ‘principado’ a cargos semejantes y a los poderes
encomendados a los ciudadanos. Decimos también ‘príncipe’ por metáfora,
como ‘príncipe del senado’, esto es, el hombre de primer rango, en el senado;
‘príncipe de la juventud’, que es tenido por de primer rango en fama y honor
entre los jóvenes. Éste es el uso ordinario de la lengua latina. Pero este
intérprete nuestro tal vez no fuera ignorante en otras cosas; de las letras, por
cierto, ignorante por completo.
39 [7]. Luego añade circa armationem, circa exercitia. Éstas dos también
son puerilidades: armatio, en efecto, no es lo bastante usada; mientras que
exercitia implica cualquier actividad sin distinción alguna. Aristóteles pone
esto así para designar los ejercicios físicos con vistas a los usos de la guerra.
40 [8]. Después de esto, resumiendo lo que antes había enumerado,
añadió de este modo:
«Respecto a la asamblea, entonces: se permite a todos estar presentes
en la asamblea, pero se impone una pena a los ricos, si no participan, o bien
de poca cuantía63 o mucho mayor; acerca del principado: a los que tienen
honorabilidad no les es lícito negarse jurando en falso, pero a los pobres es
lícito; acerca de los pretorios: para los ricos sin duda hay perjuicio, si no
discuten, pero a los pobres licencia, o bien para aquellos perjuicio grande,
mientras que para éstos pequeño. Del mismo modo hay leyes no sólo para la
posesión de armas sino para los ejercicios: para los pobres es lícito no poseer,
pero dañoso para los ricos que no poseen. Y si no se ejercitan, para estos sin
duda ningún daño, pero para los ricos dañoso, de modo que estos a causa del
daño participen, mientras que aquellos, por no temer, no participen. Así, éstas
son las sofisterías oligárquicas de la legislación».64

63 El lat. solis que editan todos lo traducen PV por «del sale»: ‘de la sal’; BP por «d’un sou»: ‘de una
perra’, ‘de poca cuantía’; H entiende «upon them alone»: ‘solo a ellos’; MPG: «solos o en grupo».
Mejor sentido hacen H y MPG, pero más fiable parece el texto de PV y BP.
64 El texto de Grosseteste dice: Circa congregationem quidem: licere omnibus congregationi interesse,
damnum autem imponi divitibus, si non intersint congregationi, vel solis vel multo maius; circa
principatus autem: habentibus quidem honorabilitatem non licere abiurare, egenis autem licere; circa
pretoria vero: divitibus esse damnum, si non discutiant, egenis autem licentiam, vel his quidem magnum
damnum, his autem parvum. Eodem modo et de possidendo arma et de exercitari leges ferunt: egenis
quidem licet non possidere, divitibus autem damnosum, ut hi quidem propter damnum participent, hi
autem propter non timere non participent. Hec quidem igitur sunt oligarchica sophistica legislationis.
H (374) califica de tendenciosa la traducción bruniana, puesto que los términos que Bruni discute, en
72 Leonardo Bruni

41. O Aristotelis elegantiam! Qui tanto studio de arte rhetorica scripsit,


qui tanto splendore tantoque ornatu libros suos refersit. Istane tam balbutientia,
tam absurda, tam muta in Latino illi redduntur, ut «prolocutiones», ut
«honorabilitates», ut «propter non discuti» et «propter non scribi», ut
«oligarchica sophistica legislationis» et huiusmodi portenta verborum
dicantur, que vix in pueris primas discentibus litteras tolerabilia forent?
42. Sed missas faciamus querelas et in illa ipsa ineptitudine31 loquendi
errores insuper videamus. Quod inquit «damnum imponi divitibus, si non
intersint congregationi», non «damnum» sed «pena» dicendum fuit. Licet
enim damnatio penam importet, tamen aliud est «damnum», aliud «pena».
Nam damnum et fures afferunt et aves et quadrupedes, pena vero a lege
imponitur, si contra quis faciat, quam iussit. Nec etiam «congregationi»
dicendum fuit, sed «contioni».
43. Quod vero postea subicit «habentibus honorabilitatem non licere
abiurare principatus»: tria hic sunt —«honorabilitas» et «principatus» et
«abiurare»—, quorum singula vitiose sunt posita. De «principatu» osten-
[186] sum est supra evidentissimus probationibus non «principatus», sed
«magistratus» esse dicendum.
44. Nunc autem de «honorabilitate» et «abiuratione» videamus. Quero
igitur, quid velit dicere «honorabilitatem habentibus non licere abiurare»?
Utrum, si sint persone honorabiles ceu equites et nobiles, abiurare non
possunt, mercatores autem et populares possunt, licet ditiores sint equitibus
et nobilibus? Vel quomodo se hec habent? Nam si ad honorem lex respicit,

31 Ineptitudo sería término que solo aparece una vez en la litaeratura latina, en un fragmento de Cecilio
Estacio citado por Nonio Marcelino, 128, 12 (BP).
De interpretarione recta 73

41. ¡Oh, elegancia de Aristóteles! Quien escribió con tanto cuidado


acerca del arte retórica, quien con tanto esplendor y de tan gran ornato colmó
sus libros. ¿Y de modo tan balbuceante, tan absurdo, tan mudo en latín se dan
que se dice prolocutiones, honorabilitates, propter non discuti y propter non
scribi, oligarchica sophistica legislationis y maravillas verbales semejantes,
que apenas se tolerarían en niños que aprenden las primeras letras?
42 [9]. Pero dejemos las lamentaciones y veamos en esa misma ineptitud
oratoria, encima, errores. Lo que dijo de damnum imponi divitibus si non
intersint congregationi, no debió decir damnum sino poena. Pues aunque
la condena implica una pena, sin embargo, una cosa es daño, otra pena.65
Pues daño aportan los ladrones y las aves y los cuadrúpedos, pero la pena es
impuesta por la ley si alguien hace algo contrario a lo que manda. Y tampoco
debió decir congregatio, sino contio.66
43 [10]. Pero en lo que añade después: habentibus honorabilitatem
non licere abiurare principatus, aquí hay tres [términos] —honorabilitas,
principatus y abiurare—, cada una de los cuales está puesto erróneamente.
Acerca de principatus se ha mostrado antes con los más evidentes argumentos
que no hay que decir principatus sino magistratus.
44. Pero veamos ahora acerca de honorabilitas y abiuratio. Pregunto,
entonces, ¿qué quiere decir honorabilitatem habentibus non licere abiurare?67
¿Tal vez que, si son personas honorables, como caballeros y nobles, no pueden
jurar en falso, pero los mercaderes y populares pueden, aunque sean más ricos
que caballeros y nobles? O ¿cómo está la cosa? Pues si la ley mira al honor,

su valor medieval, estaban más próximos a la intención aristotélica. Así prolocutio (griego: prophasis)
significa ‘preámbulo’ en latín medieval; congregatio (gr.: ekklesía), ‘encuentro universitario’ y
praetoria, ‘palacio de justicia’ o residencia del praetor, que era un funcionario judicial. Magistratus no
podía ser significativo para los teólogos escolásticos de la Francia monárquica del s. XIII, su significado
se dedujo de su contexto precisamente en el Aristóteles latino; lo mismo vale para ius praetorium. La
traducción de tímema por honorabilitas produjo amplia confusión (Summa Theologiae 1-2, Q. 95, art.
4, corpus). H concluye que si bien no es justo acusar a Moerbeke de ignorancia y locura, el argumento
de Bruni tenía fuerza polémica contra la validez del latín medieval para traducir la terminología política
antigua.
65 Imposible traducir el juego de palabras damnatio/damnum.
66 Lo clásico, en efecto, es contio: ‘asamblea presidida por un magistrado’.
67 Recuérdese: ‘a los que tienen honorabilidad no es lícito negarse’. En el ejemplo de partida era
‘negarse al principado’, en el de final de párrafo se contrapone los honorables a los pobres. Siempre
honorabilitas: ‘honorabilidad’, abiurare: ‘negar por juramento en falso’.
74 Leonardo Bruni

non ad divitias, nobiles etiam, si sint egeni, magistratus gerere compellentur,


ignobiles vero, quamvis sint ditissimi, renuntiare poterunt?32 Nam licet
divites sint, non habent honorabilitatem. Vel dicemus pauperem quidem
habere honorabilitatem, si bonus sit, divitem autem, si sit improbus, non
habere? Atqui honorabilem esse constat bonum virum, quamvis sit pauper,
vituperabilem autem malum, quamvis sit dives. Qui vero honorabilis est, eum
honorabilitatem habere negari non potest. Quod si hec ita sunt, cur inquit
«habentibus honorabilitatem non licere, egenis autem licere», quasi contrarii
sint honorabiles et egeni?
45. Quid ad hec respondebit interpres noster? Nichi profecto, quod
rectum sit. Nam dato uno inconveniente plura sequuntur. Interpres enim
noster propter ignorantiam lingue «honorabilitatem» dixit, quod «censum»
dicere debebat. Est autem census valor patrimonii, quem iste stulto et imperito
et inusitato vocabulo «honorabilitatem» nuncupavit. Ex hoc autem verbo,
quod inconvenienter ab «honore» traxit, mille, ut ita dixerim, inconvenientia
sequerentur. Sed non «honorabilitas» dicendum fuit, sed «census»; hoc est
enim conveniens nomen et Greco proprie correspondens, «honorabilitas»
autem inconveniens ac penitus alienum.
46. Civitates enim Grecorum ferme omnes censu moderabantur. Rome
quoque census fuit a Servio Tulio rege constitutus.33 Divisit enim civitatem
non secundum regiones, sed secundum censum, faciens unum corpues eorum
civium, qui habebant supra centum milia eris, aliud corpus habentium censum
a centum milibus ad septuaginta quinque, tertium [188] eorum, qui habeban
censum a septuaginta quinque milibus ad quinquaginta; et ita descendens
usque ad quinque milia pervenit. Infra eum numerum sine censu reliquit,
quasi tenues et impotentes. Ex censu autem, que domi et militie subeunda
forent opera constituit. Quia vero patrimonia vel minuuntur vel augentur, de
quinquennio in quinquennium recenseri constituit. Id quinquennium «lustrum»
appellarunt; magistratus vero, qui censui preessent «censores» dicti sunt.
Apud Grecos vero censores dicuntur «timite» et census «timima» vocatur.
Sed bonus ille interpres ista non legerat. Verum pro censu «honorabilitatem»
somniavit, novum faciens verbum a se ipso, quod nemos ante posuerat.

32 En B no es interrogativa sino enunciativa.


33 Liv., I, 44, 1-2.
De interpretarione recta 75

no a las riquezas, incluso los nobles, si son pobres, son forzados a asumir las
magistraturas, mientras que los no nobles, por más ricos que sean, podrán
renunciar. Pues aunque sean ricos no tienen honorabilidad. ¿O bien diremos
que el pobre, no hay duda, tiene honorabilidad si es bueno, mientras que el
rico, si es malo, no la tiene? Pero consta que el hombre bueno es honorable,
aunque sea pobre, mientras que el vituperable, malo, aunque sea rico. Pero
quien es honorable, no se puede negar que tiene honorabilidad. Entonces, si
las cosas son así, ¿por qué dice habentibus honorabilitatem non licere, egenis
autem licere, como si ‘honorables’ y ‘pobres’ fueran contrarios?
45 [11]. ¿Qué responderá a esto nuestro intérprete? Nada seguramente
que sea correcto. Pues dado un término que no conviene, muchos se seguirán.
Nuestro intérprete, en efecto, a causa de su ignorancia de la lengua dijo
honorabilitas cuando debía decir census. ‘Censo’ es el valor patrimonial, al que
éste, con vocablo tonto, inhábil e inusitado, ha llamado honorabilitas. Y de esta
palabra, que inconvenientemente ha sacado de ‘honor’, mil inconvenientes,
por así decir, seguirían. Pero no ha tenido que decir honorabilitas sino census;
pues éste es el nombre conveniente y que corresponde con propiedad al griego,
mientras que honorabilitas es inconveniente y por completo fuera de lugar.
46. Las ciudades griegas, en efecto, se regían casi todas por el censo. En
Roma también fue establecido un censo por el rey Servio Tulio.68 Pues dividió
la ciudad no según distritos sino según el censo, haciendo un solo cuerpo de
aquellos ciudadanos que tenían un censo de más de cien mil ases; otro de los
que tenían de cien mil a setenta y cinco mil; el tercero, de los que tenían de
setenta y cinco mil a cincuenta mil; y así llegó bajando hasta los cinco mil.
Por debajo de ese número los dejó sin censar, como pobres e incapaces. Y
a partir del censo estableció las cargas que había que sostener, en paz y en
guerra. Pero, puesto que los patrimonios o bien aumentan o bien disminuyen,
estableció que se rehiciera el censo de cinco en cinco años. A este quinquenio
lo llamaron ‘lustro’; y los magistrados que estaban al frente del censo, fueron
llamados ‘censores’. Y entre los griegos a los censores se los llama timite,
y al censo timima.69 Pero aquel buen intérprete no había leído tales cosas.
Verdaderamente en lugar de census vio en sueños honorabilitas, creando una
palabra por su cuenta, que nadie antes había puesto.

68 Liv., 1.44, 1-2 (PV; antes, en H: 374: Liv., 1.42, 5).


69 Los términos griegos son timetés: ‘el que tasa, censor’ y tímema: ‘precio, estimación, valor’.
76 Leonardo Bruni

47. Quod autem inquit «licere abiurare magistratum», dubito, ne verbum


«abiurare» non recte sit positum; prepositio enim ad verbum «iuro» addita
«falsum iuramentum» significare videtur, ut periurare, deierare, abiurare.
Sallustius de Sempronia: «creditum abiuraverat, cedis conscia fuerat».34
«Abiurare creditum» est: falso iuramento se a pecunia credita defendere.
Itaque «abiurare magistratum» esset falso iuramento magistratum negare,
quod non cadit in presenti sententia.
48. Illud autem quod subdit circa pretoria, «divitibus esse damnum,
si non discutiant, egenis vero licentiam», satis ostendimus supra non
«pretoria» sed «iudicia» neque «damnum» sed «penam» esse dicendum.
In quibus adeo turpis est error, ut pueros etiam, qui primas discunt litteras,
pudere deberet tante ignorantie ac ruditatis. Deinde, quod inquit «si non
discutiant», imperitissimum est. Nam et iudices parum diligentes interdum
non «discutiunt» ea de quibus «iudicant». Hoc autem pauperi non permittitur,
ut «iudex» sit et non «discutiat», sed excusare se potest ab onere «iudicandi».
49. Sequitur deinde cetera barbaries usque ad preclaram illam
conclusionem, cum inquit «hec quidem igitur sunt oligarchica [190] sophistica
legationis». Que dum lego, partim ingemisco, partim rideo. Ingemisco enim
elegantiam illorum librorum in tantam barbariem fuisse conversam; rideo
vero, quod verba illius conclusionis tanquam medicinalia quedam michi
videntur. Perinde est enim dicere «oligarchica sophistica legislationis», ac
si quis dicat «aromatica styptica prime decoctionis». O me simplicem! qui
cola et commata et periodos et dicendi figuras ac verborum sententiarumque
ornamenta servari postulem ab huiusmodi hominibus, qui nedum ista non
sentiunt, sed de primas quidem litteras tenere videantur; tanta sunt ignorantia
ruditateque loquendi.

34 Sall., C. 25, 4.
De interpretarione recta 77

47 [12]. Y en lo que dijo de licere abiurare magistratum, dudo que


la palabra abiurare esté puesta correctamente, pues la preposición añadida
al verbo iuro parece significar falsum iuramentum, como ‘perjurar’, ‘hacer
juramento’, ‘negar con juramento falso’. Salustio, acerca de Sempronia:
«Había negado con juramento haber recibido un crédito, había sido cómplice
de un crimen».70 Abiurare creditum es: ‘rechazar con juramento falso haber
recibido dinero a crédito’. Y así abiurare magistratum sería: ‘negar con falso
juramento haber recibido una magistratura’, lo que no encaja con el contexto
presente.71
48 [13]. Pero lo que pone acerca de los «pretorios» de que «para los
ricos sin duda hay daño, si no discuten, pero a los pobres licencia», bastante
lo hemos aclarado arriba: no hay que decir ‘pretorios’ sino ‘tribunales’, y
no ‘daño’ sino ‘pena’. En lo cual el error es tan feo que hasta los niños que
aprenden las primeras letras deberían avergonzarse de tan gran ignorancia
e impericia.72 Luego, lo que dice de que «si no discuten», muestra la mayor
ignorancia de todas. Pues incluso los jueces poco diligentes a veces no
«discuten» aquello de lo que juzgan. Pero esto no se permite al pobre, que sea
juez y no discuta, sino que puede excusarse de la carga de juzgar.
49 [14]. Sigue luego la restante barbarie hasta aquella brillante conclusión,
cuando dice «así, éstas son las sofisterías oligárquicas de la legislación». Lo
cual, cuando lo leo, no sé si reir o llorar. Lloro, en efecto, porque la elegancia
de aquellos libros se haya convertido en tan gran barbarie, pero río porque
las palabras de la conclusión me parecen propias de médicos. Pues decir
«sofisterías oligárquicas de la legislación» es como si alguien dijera: «aromas
astringentes de la primera cocción». ¡Oh, simple de mí! Que pretendo que
miembros e incisos y períodos y figuras retóricas y los ornamentos de palabra
de pensamientos los conserven hombres como éste, que no sólo no sienten
esas cosas, sino que ni siquiera parece que tengan las primeras letras; de tan
grande ignorancia y rudeza en el hablar son.

70 Sall., C., 25 (H: 374, B: 95, PV, BP).


71 H (374) hace notar que abiurare para ‘repudiar’ es perfectamente aceptable en el latín de la Edad de
Plata, de modo que Bruni sólo tiene razón si la Latinidad se limita a la Época Clásica.
72 Lat. ruditas, de rudis, ‘inculto, grosero, ignorante’. Lo contrario es ser eruditus.
78 Leonardo Bruni

50. Quid de verbis in Greco relictis dicam, que tam multa sunt, ut
semigreca quedam eius interpretatio videatur? Atqui nichil Grece dictum
est, quod Latine dici non possit! Et tamen dabo veniam in quibusdam paucis
admodum peregrinis et reconditis, si nequeant commode in Latinum traduci.
Enim vero, quorum optima habemus vocabula, ea in Greco relinquere
ignorantissimum est. Quid enim tu michi «politiam» relinquis in Greco,
cum possis et debeas Latino verbo «rem publicam» dicere? Cur tu michi
«oligarchiam» et «democratiam» mille locis inculcas et aures legentium
insuasissimis ignotissimis nominibus offendis, cum illorum omnium optima
et usitatissima vocabula in Latino habeamus? Latini enim nostri «paucorum
potentiam» et «popularem statum» et «optimorum gubernationem» dixerunt.
Utrum igitur hoc modo Latine prestat dicere, an verba illa, ut iacent, in Greco
relinquere?
51. «Epichiia» est iustitie pars,35 quam nostri iurisconsulti «ex bono
et equo» appellant. «Ius scriptum sic habet —inquit iurisconsultus—, debet
tamen ex bono et equo sic intelligi, et aliud ex rigore iuris, aliud ex equitate».
Et alibi inquit: «Ius est [192] ars boni et equi». Cur tu ergo michi «epichiiam»
relinquis in Greco, verbum michi ignotum, cum possis dicere «ex bono et
equo», ut dicunt iurisconsulti nostri? Hoc non est interpretari sed confundere,
nec lucem rebus, sed caliginem adhibere.
52. Quid dicam de suavitate ac rotunditate orationis, qua quidem
in re plurimum laborasse Aristoteles in Greco videtur.36 Hic autem
interpres ita dissipatus delumbatusque est, ut miserandum videatur, tantam
confusionem intueri. Tedet me plura referre. Est enim plena interpretatio eius

35 Griego epieikeía. Definiciones de ‘derecho’, ius, en: Ulp., Dig., 1, 1, 1; Paul., Dig., 1, 1, 11; Instit.,
1, 2, 3; Cic., De Inv., 2, 65.
36 PV: videtur?
De interpretarione recta 79

50 [15]. ¿Qué diré de las palabras dejadas en griego, que son tantas
que la suya parece una traducción medio griega? ¡Pero nada se ha dicho en
griego que no se pueda decir en latín! Y, sin embargo, disculparé algunas
pocas palabras del todo extrañas y oscuras, si no pueden traducirse fácilmente
al latín. Pero para las que tenemos los mejores vocablos, dejarlas en griego
es de muy ignorante. ¿A qué, en efecto, me dejas en griego politía73cuando
puedes y debes decir en latín res publica? ¿Por qué me repites en mil lugares
‘oligarquía’ y ‘democracia’ y ‘aristocracia’ y ofendes los oídos de los que leen
con nombres inusitadísimos e ignotísimos, cuando para todos ellos tenemos
en latín los mejores y más usuales vocablos? Pues nuestros latinos dijeron
‘poder de unos pocos’ y ‘estado popular’ y gobierno de los mejores’.74 Así
pues, ¿es preferible decir de este modo en latín, o bien las palabras, como
están, dejarlas en griego?
51. La epiichia es una parte de la justicia, que llaman nuestros
jurisconsultos ex bono et equo.75 «El derecho escrito va así —dice el
jurisconsulto—; debe, sin embargo, interpretarse de acuerdo con lo bueno y
lo justo, y una cosa es según el rigor del derecho, otra según la equidad». Y
en otro lugar dice: «El derecho es el arte de lo bueno y lo justo». ¿Por qué me
dejas en griego epiichia, palabra para mí desconocida, cuando puedes decir
ex bono et aequo, como dicen nuestros jurisconsultos? Esto no es interpretar,
sino confundir, y no aportar luz a las cosas, sino oscuridad.76
52 [16]. ¿Qué decir del encanto y rotundidad del discurso, en que sin
duda parece Aristóteles haber trabajado muchísimo en griego? Pero este
intérprete es tan disperso y tan flojo que parece digno de lástima considerar
tan gran confusión. Me cansa recordar más cosas. Pues su interpretación está

73 Lo correcto sería politeía.


74 Lat. paucorum potentia, popularis status, optimorum gubernatio. Nótese que el traductor actual
habría procedido más como Grosseteste que como Bruni.
75 Griego epieíkeia, concepto definido por Aristóteles en la Ética a Nicómaco (1137b 15-1138a 4), que
corresponde al latín aequitas, equidad, y que se relaciona con la expresión jurídica ex bono et aequo,
‘según lo bueno y lo justo’.
76 BP hace notar que la imagen es recurrente en Bruni: Dialogus I, §48; Isagogicon §1.
80 Leonardo Bruni

talium ac maiorum absurditatum et delirationum, per quas omnis intellectus


et claritas illorum librorum miserabiliter transformatur fiuntque ii libri ex
suavibus asperi, ex formosis deformes, ex elegantibus intricati, ex sonoris
absoni et pro palestra et oleo lacrimabilem suscipunt rusticitatem, ut, si quis
apud inferos sensus sit rerum nostrarum, indignetur et doleat Aristoteles
libros suos ab imperitis hominibus ita lacerari, ac suos esse neget, quos isti
transtulerunt, ac suum illis nomen inscribi molestissimi ferat. Hec igitur ego
tunc reprehendi et nunc etiam reprehendo.
III
53. Quod autem non aliene sint reprehensiones mee a consutudine
doctissimorum hominum, et Hieronymus et M. Cicero probant, quorum
reprehensiones si in similibus legantur, videbuntur mee tanto clementiores
esse, quanto aures nostre ad huiusmodi corruptiones propter seculi
ignorantiam quodammodo iam obcalluerunt. Illis vero tanquam mosntra et
inaudita prodigia viderentur.
De interpretarione recta 81

llena de tales absurdidades y extravagancias y mayores, por las cuales todo el


sentido y claridad de aquellos libros se transforma miserablemente, y se hacen
de agradables ásperos, de hermosos deformes, de elegantes embrollados, de
sonoros discordantes, y en vez de la armonía oratoria77 adoptan una rusticidad
digna de lágrimas: de modo que si algún sentido de nuestras cosas hay entre
los de abajo, se indignará y dolerá Aristóteles de que sus libros sean de tal
manera desgarrados por hombres imperitos, y negará que sean suyos los que
ellos han traducido, y llevará con mucho desagrado que su nombre se inscriba
en ellos. Así que estas cosas critiqué entonces y también ahora las critico.
III
53. Que no sean ajenas mis críticas del hábito de los hombres más
sabios, lo prueban no sólo Jerónimo sino también Cicerón; cuyas críticas si
se leen en casos semejantes, tanto más indulgentes parecerán las mías cuanto
nuestros oídos de algún modo se han encallecido para semejantes alteraciones
a causa de la ignorancia de nuestra época. Pero a ellos les parecerían como
monstruosidades y prodigios inauditos.

77 Lat. pro palestra et oleo. PV remite a Cicerón (De Or. 1, 81), un pasaje que contrapone una oratoria
propia de la palestra y el aceite, que usaban los atletas en ella, con otra, adecuada a la turba civil del
foro. De modo que la primera, la del gimnasio y el entrenamiento, sería la preparada con cuidado. Pero
no está claro que en Cicerón sea un elogio.

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