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ESCRITORES MAS
Importantes
DE COLOMBIA
2020
El fin de este libro es resaltar la labor de grandes escritores de este pais en esta
cuarentena, aprender un poco mas de ellos de su vida y de lo que escribieron-
Este libro se hace con fines institucionales y Educativos, como dije al principio es una
recopilación de datos de toda internet puestos en un solo documento para tu disfrute
y deleite.
Biografía
Los años de su primera infancia en Aracataca marcarían decisivamente su labor como
escritor; la fabulosa riqueza de las tradiciones orales transmitidas por sus abuelos nutrió
buena parte de su obra. Afincado desde muy joven en la capital de Colombia, Gabriel
García Márquez estudió derecho y periodismo en la Universidad Nacional e inició sus
primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador.
A los veintiocho años publicó su primera novela, La hojarasca (1955), en la que ya
apuntaba algunos de los rasgos más característicos de su obra de ficción. En este primer
libro y algunas de las novelas y cuentos que le siguieron empezaron a vislumbrarse la aldea
de Macondo y algunos personajes que configurarían Cien años de soledad, al tiempo que
el autor hallaba en algunos creadores estadounidenses, sobre todo en William Faulkner,
nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca
la insurrección guerrillera cubana de Fidel Castro y el Che Guevara hasta su triunfo en
1959. Amigo de Fidel Castro, participó por entonces en la fundación de Prensa Latina, la
agencia de noticias de Cuba. Al cabo de no pocas vicisitudes con diversos editores, García
Márquez logró que una editorial argentina le publicase la que constituye su obra maestra y
una de las novelas más importantes de la literatura universal del siglo XX, Cien años de
soledad (1967).
Jorge Isaacs
(Cali, 1837 - Ibagué, 1895) Escritor colombiano que debe su fama a la novela sentimental
María (1867), uno de los títulos más representativos de Romanticismo hispanoamericano.
Jorge Isaacs realizó sus estudios de primaria en la escuela de Cali y en Popayán y los continuó
en la capital de la República entre 1848 y 1852. Regresó a Cali sin terminar el bachillerato
debido a la difícil situación económica de su familia, lo que le hizo olvidar su sueño de ir a
estudiar medicina a Inglaterra.
En 1854 participó en las campañas del Cauca contra la dictadura del general José María Melo.
Dos años después contrajo matrimonio con Felisa González Umaña. En 1860 volvió a tomar las
armas en defensa del gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez, contra el que se
había sublevado el general Tomás Cipriano de Mosquera.
Un año después fue nombrado subinspector de los trabajos que se realizaban en la
construcción del camino de Cali a Buenaventura. Durante este año de labores en el
campamento de La Víbora, en el clima adverso de las malsanas selvas del Dagua, Jorge Isaacs
inició la redacción de su novela María, aprovechando los tiempos de descanso y las horas
nocturnas. Allí contrajo el paludismo, enfermedad que lo llevaría a una muerte prematura;
renunció al empleo y regresó a Cali a terminar la redacción de la obra.
El 16 de marzo de 1861 murió su padre, suceso que le obligó a dejar a un lado su afición por la
anatomía, la botánica y la medicina y a dedicarse a salvar de la ruina las haciendas y negocios
de la familia. No logró cancelar las deudas, motivo por el cual le entregó todos los negocios a
su hermano Alcides. De vuelta a Bogotá, se instaló como comerciante: abrió un almacén en el
que vendía telas, herramientas y cristalería importada que anunciaba en los avisos de los
periódicos.
Por iniciativa de su amigo José María Vergara y Vergara, publicó su primer libro de Poesías
(1864) e hizo su aparición literaria por mediación del grupo constituido en torno al semanario
El Mosaico (el mismo Vergara, Eugenio Díaz, José Manuel Marroquín), donde Isaacs empezó a
dar a conocer algunos de sus escritos. Representó al Estado de Tolima en el Congreso de 1868
y 1869. Por esos años experimentó un drástico giro ideológico: Isaacs, que siempre había sido
conservador, pasó en 1869 a engrosar las filas del partido radical. Esta conversión no le fue
perdonada por muchos de sus antiguos copartidarios y le causó burlas y rencores hasta el final
de su vida. Fue nombrado Secretario de Gobierno del Cauca y simultáneamente Secretario de
Hacienda (1870).
En 1871-1872 representó a los Estados Unidos de Colombia como cónsul general en Chile. En
1873 regresó nuevamente a Colombia y se dedicó a organizar la educación en Cali. Se
preocupó por la calidad de la enseñanza en todos sus aspectos, tanto en la preparación y
capacitación de los maestros como en la dotación de los centros educativos; promovió la
educación de la mujer y procuró la creación de escuelas nocturnas, agrícolas y de oficios.
Seguidamente ocupó el cargo de superintendente general de Instrucción Pública Primaria en el
Estado del Cauca (1875) y en el de Tolima (1883-1884).
Su obra literaria
En mayo de 1867 apareció en Bogotá su obra cumbre, María, novela que alcanzó un éxito
inmediato, hasta el punto de reeditarse en más de veinte ocasiones a lo largo del siglo XIX.
Reconocida por la crítica literaria como la mejor novela romántica de la América Latina, María
ha proporcionado a su autor el lugar que en la historia literaria corresponde a los clásicos
universales.
Casi la totalidad de la obra relata la estancia de Efraín en la hacienda, desde su vuelta del
colegio de Bogotá hasta su marcha a Inglaterra. En un admirable "tempo lento", el autor nos
presenta en esta parte central el mundo idílico de las relaciones entre los dos enamorados,
hecho de silencios, equívocos, medias voces, secretos, palabras no pronunciadas,
adivinaciones, juegos de manos, miradas... Y, a su alrededor, el escenario real de la tierra del
Cauca.
Motivan este doble aspecto, de idilio y realidad, las dos corrientes literarias que confluyen en
la novela: la romántica y la realista. La primera proviene del pasado; es la corriente de la
novela sentimental, que en la obra tiene su muestra más importante en el exotismo del cuento
de esclavos de Nay y Sinar, desarrollado en un marco africano. La segunda, cara al futuro,
anuncia algunas características de parte de la novela hispanoamericana, y dentro de ella tiene
lugar el máximo acierto de Jorge Isaacs: el descubrimiento del paisaje americano. Problema
muy discutido por la crítica ha sido el del valor autobiográfico de la narración: en algunos
momentos es indudable que Isaacs refleja su experiencia directa y familiar.
José Eustasio Rivera
(Rivera, 1888 - Nueva York, 1928) Escritor colombiano autor de la novela La vorágine
(1924), considerada un clásico de la literatura hispanoamericana. Hasta la llegada de La
vorágine, la literatura colombiana sólo tenía en la María de Jorge Isaacs (1867) una obra
de indiscutible altura universal. José Eustasio Rivera logró en esta narración desembarazar
la novela nacional del localismo detallista propio del costumbrismo y, con original
expresión, supo plasmar a través de la tragedia de Arturo Cova la enconada lucha del
hombre con la naturaleza.
José Eustasio Rivera nació en el pequeño pueblo de San Mateo, hoy Rivera (Huila), el 19 de
febrero de 1888, en el seno de una familia dedicada a las labores del campo y con
aguerridos antepasados huilenses; su padre, don Eustasio Rivera, era hermano de los
generales conservadores Pedro, Napoleón y Toribio Rivera, quienes desempeñaron
importantes cargos en la administración, el Congreso y el campo educativo. Casado con
Catalina Salas, el matrimonio tuvo once hijos.
Rivera hizo sus primeros estudios en Neiva, primero en el colegio de Santa Librada y
posteriormente en el de San Luis Gonzaga, mostrando tempranamente su inclinación por
las letras. Influido por las corrientes románticas y modernistas, ya desde sus primeros
poemas reveló su inquietud por la naturaleza. Dice en "Gloria", por ejemplo: "yo llevo el
cielo en mí..." o "yo llevo la cascada que en oscura selva se rompe; y he amoldado a mi
cráneo la llanura y se ha encerrado en él la cordillera".
A través de su identificación con la geografía nacional, José Eustasio Rivera logró una
poesía llena de emoción, sin pertenecer a los movimientos de su época como los Nuevos,
ni a la acartonada generación centenarista. Otros de estos poemas escritos entre 1906 y
1909 son "Tocando diana", "En el ara", "Dúo de flautas", "Triste", "Aurora boreal" y "Diva,
la virgen muerta". La visión de la naturaleza le sirvió para interpretar y fortalecer su propia
personalidad. Pero no se quedaría en la mera descripción del entorno, sino que, tanto en
esta primera obra como en poesías posteriores y en su prosa, expresó su sentido trágico
de la existencia humana, de lo fugaz y limitado de la vida.
En 1906 viajó a Bogotá para ingresar, becado, en la Escuela Normal. Tres años más tarde
se desempeñó como inspector escolar. En los Juegos Florales de Tunja, en los que se
conmemoraba el centenario del grito de Independencia, Rivera obtuvo el segundo lugar
con poemas de corte épico, muy influidos por la poética de Miguel Antonio Caro: la "Oda a
España" fue publicada en septiembre de 1910 por El Tropical de Ibagué. Regresó a Bogotá
donde, para mantenerse, trabajó en el Ministerio de Gobierno, mientras estudiaba en la
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, graduándose en 1917
con la tesis Liquidación de las herencias. De ese entonces data su drama teatral Juan Gil.
Pocos meses después de egresado, le fue ofrecida desde Neiva una curul en la Cámara de
Representantes, que Rivera aceptó. Pronto un telegrama del obispo de Garzón, Esteban
Rojas, pidiéndole la renuncia "por el bien de la unidad católica", hizo que el escritor
exclamara: "Me barrieron de un sotanazo".
El primer contacto de José Eustasio Rivera con los Llanos Orientales tuvo lugar en enero de
1916. El segundo fue en abril de 1918, cuando, en función de su profesión de abogado,
viajó en bongó por el río Meta hasta la hacienda Mata de Palma, estadía que duró hasta el
mes de febrero de 1920 y durante la que hizo amistad con Luis Franco Zapata, figura clave
en la génesis de La vorágine. En 1912 Luis Franco Zapata se había escapado con Alicia
Hernández Carranza desde Bogotá, donde ella trabajaba como empleada de una tienda.
Juntos llegaron al fondo de la Amazonia, entre Colombia y Venezuela, y se instalaron en las
caucherías del Brazo Casiquiare, cerca de Brasil.
En 1918, en Orocué, Luis Franco Zapata le contó todas sus historias a Rivera, desde las más
íntimas hasta las de índole social, sin excluir las mitológicas, las de aventuras y las de
sangre. "La mayor parte de los personajes de La vorágine (afirma Isaías Peña Gutiérrez)
surgieron de los relatos de Luis Franco Zapata, incluidos los nombres, que poco variaron."
Cerca de Orocué, Rivera tuvo un segundo ataque de cefalea que se repitió en Sogamoso en
1919 y, de regreso a Orocué, sufrió las fiebres del paludismo, que le curaron Luis Franco y
Alicia.
De nuevo en Bogotá, Rivera participó en la tertulia del Olimpito, que solía reunirse en los
cafés Windsor o Inglés; asistían jóvenes poetas como Rafael Maya o Luis Rosales, e
intelectuales como Luis López de Mesa. Gran amigo de Rivera fue el poeta Miguel Rasch
Isla, y simultáneamente con él puso José Eustasio en las librerías su primer libro, Tierra de
promisión (1921). Compuesto por 55 sonetos y dividido en tres partes (la selva, las
cumbres y el llano), de este poemario dijo Juan Lozano y Lozano al mes siguiente de su
publicación: "Son versos perfectos de salvaje realeza. Allí está íntegra, pero idealizada,
nuestra pampa aborigen, desfile lujurioso, violento, que se engarza en sonetos
espléndidos, como perla en oro".
En marzo de ese mismo año, durante una excursión emprendida con el poeta Alberto
Ángel Montoya, cerca de Purificación, Rivera sufrió otro serio ataque, acompañado de
convulsiones y delirios; fue atendido por el doctor José María Lombana Barreneche, y tras
una recuperación de dos meses en Neiva regresó a Bogotá. El 4 de julio, encabezando con
Antonio Gómez Restrepo una delegación diplomática, partió hacia Perú y México. Con
motivo de la celebración de los centenarios de la independencia de los dos países, Rivera
entró en contacto con los escritores Amado Nervo, Manuel Gutiérrez Nájera y Juan de Dios
Peza, entre otros. Para El Mundial de Lima, José Eustasio Rivera concedió una polémica
entrevista que lo llevó a una fuerte controversia con el gran poeta Eduardo Castillo.
En febrero de 1922 falleció el padre de Rivera, a la edad de 74 años. Nombrado secretario
de la comisión limítrofe Colombiano-Venezolana, José Eustasio partió con la comisión en
septiembre de 1922, rumbo a Girardot. Siguiendo la ruta río Magdalena abajo, pasaron por
Barranquilla y se adentraron por Venezuela; por el Orinoco llegaron hasta Ciudad Bolívar y
a Caicara a finales de octubre. La falta de apoyo del gobierno impulsó a Rivera a
abandonar la comisión y a proseguir el viaje por su cuenta.
Rivera llegó a San Fernando de Atabapo en diciembre, y en Orocué se encontró con
Melitón Escobar, antiguo compañero de comisión, a la que se integró de nuevo y con la
que continuó su viaje por Yavita, Maroa y Victorino, en plena selva. Sin mapas, sin ni
siquiera medios rudimentarios, trazaron los límites, con la ayuda de los ingenieros suizos
que los acompañaban. Según las notas de viaje del doctor venezolano Ramón Ignacio
Méndez, "fue en los largos y tediosos días de la permanencia de Yavita que José Eustasio
Rivera escribió muchos de los capítulos de La vorágine, y fue allí donde le oí leer algunas
páginas de la obra".
En compañía de Melitón Escobar, Rivera decidió salir por el sur, río abajo, para investigar
un sinnúmero de atropellos contra ciudadanos colombianos de los que había tenido
noticia: la venta de colombianos a caucheros brasileños; las explotaciones feudales de
Leonidas Norzagaray Elicechea, deforestador y esclavista que llegó a acuñar su propia
moneda; la penetración peruana en el territorio nacional colombiano y los criminales
procedimientos de la Casa Arana.
Primero desde Manaos (el 18 de julio de 1923) y, después del dilatado regreso por
Venezuela entrando por Barranquilla, como representante de la Cámara, Rivera hizo toda
clase de denuncias, escribió artículos, organizó una junta de defensa nacional e incluso citó
al ministro de Relaciones Exteriores, por su negligencia al enviar una comisión sin los
mínimos instrumentos para desarrollar su labor y por el cargo de infidencia al hacer llegar
a Norzagaray el informe secreto que Rivera había despachado desde Manaos. Por ley se
les reconocieron los sueldos a los miembros de la comisión, pero el ministro fue absuelto,
no sin antes reconocer el patriótico procedimiento de Rivera. Sin embargo, por carecer de
apoyo partidista, éste no logró lo que en el fondo perseguía: la salvaguardia de la
soberanía y el honor nacional. Norzagaray, en cambio, intentó matar en dos ocasiones al
escritor.
Desengañado, Rivera volvió a Neiva y, consciente de que su más efectiva arma de
denuncia era su pluma, se dedicó a hacer excursiones por el Caquetá para, desde los
artículos que publicó en los principales diarios, denunciar las anomalías o, desde el propio
terreno, facilitar consejos. Rivera fue el primero en proponer la construcción de la vía
Neiva-San Vicente de Caguán, que de haberse realizado hubiera impedido la guerra con el
Perú, y que fue finalmente ordenada... 63 años más tarde. La vorágine se terminó de
escribir el 21 de abril de 1924, en Neiva. Su lanzamiento al público coincidió con el
cumpleaños de la madre del autor, el 25 de noviembre de 1924.
No había visto aún la luz La vorágine cuando Rivera fue llamado a presidir una comisión
investigadora sobre irregularidades del aparato burocrático del gobierno. Dos
investigaciones sirvieron para mostrar el enorme valor ético y patriótico de Rivera y, en un
país con amplios niveles de corrupción, para sepultar las aspiraciones políticas del escritor.
Los apuntes que de estas indagaciones extrajo iban a servir de documentación para su
segunda novela, que no alcanzó a redactar y que llevaría por título La mancha negra. El 31
de marzo de 1928 partió, como presidente de la delegación colombiana, al Congreso
Internacional de Inmigración y Emigración que se celebró en La Habana.
Por cuenta propia viajó a Nueva York, adonde llegó a finales de abril. Residió primero en el
hotel Le Marquis y luego en un apartamento en las cercanías del Central Park. En esta
ciudad se dedicó a la traducción de La vorágine al inglés, al proyecto de llevarla al cine
(nunca realizado) y a su próxima novela, que "habría de aparecer al marcharse al África,
porque allí se sentiría más seguro que en su propia tierra", como dijo a José A. Velasco. Los
oscuros manejos del representante de la empresa petrolera Standard Oil, el capitán
Flanagan, los tratos secretos e irregulares de altos funcionarios del gobierno como Carlos
Adolfo Urueta, la indelicada actitud del ex ministro Esteban Jaramillo y hasta los sobornos
al consejero espiritual del estadista Dr. Zerda, opuesto a la firma del contrato entre la
Standard Oil y el Estado colombiano para la construcción del oleoducto Cartagena-
Barrancabermeja, eran parte del explosivo material que Rivera se disponía a manejar, con
su pulcritud moral, para su nueva obra.
El 29 de octubre recibió un homenaje en la Universidad de Columbia, dictó conferencias y
llegó a rumorearse que sería nombrado cónsul. Pronunció un discurso en el ágape ofrecido
al piloto Benjamín Méndez, dos días antes del histórico vuelo entre Nueva York y Bogotá, y
luego de la partida del avión Rivera comenzó a sentirse mal. Lo que en un principio el
médico creyó que era una gripe y que finalmente jamás logró diagnosticarse (no se
permitió la autopsia) fue convirtiéndose en un grave estado que, tras cuatro días en coma,
llevó a la muerte a José Eustasio Rivera, a las 12:50 de la invernal tarde del 1 de diciembre
de 1928.
El cadáver fue repatriado a bordo de un barco de la United Fruit, llegó a Barranquilla,
donde se le rindieron honores, y, remontando el Magdalena, llegó finalmente a Bogotá el
7 de enero de 1929, donde fue velado en el Capitolio Nacional. Más de quince mil
personas desfilaron ante él y el 9 de enero fue enterrado en el Cementerio Central, en
medio de sentidas despedidas, hermosos discursos y grandes multitudes.
La vorágine
Junto a Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes y Doña Bárbara (1929) de
Rómulo Gallegos, La vorágine (1924) es uno de los títulos esenciales de la corriente realista
que subsistió en la narrativa hispanoamericana durante las primeras décadas del siglo XX,
tendencia que convivió con la novela indigenista de autores como Alcides Arguedas, Jorge
Icaza o Ciro Alegría y con la «novela de la revolución mexicana» de Mariano Azuela y
Martín Luis Guzmán, circunscrita al país azteca.
Inspirada en el relato que oyera de labios de Luis Franco Zapata en Orocué, en 1918, sobre
el viaje que lo llevó con Alicia Hernández a establecerse en el corazón de la selva (y que en
cierto modo el autor había revivido en su viaje con la comisión limítrofe Colombiano-
Venezolana), ninguna obra anterior a La vorágine había logrado reflejar la extensión
pavorosa de la selva amazónica, la selva del caucho, a la que el protagonista y narrador,
Arturo Cova, se precipita para escapar a sus deberes sociales en compañía de Alicia, una
pequeña burguesa arrancada por él de su mundo familiar más por capricho que por
pasión. Las vicisitudes afanosas de Arturo Cova y de sus compañeros hacen pensar en los
esfuerzos de individuos que obstinadamente, en medio de las arenas movedizas, se agitan
para librarse de ellas, y por su mismo esfuerzo se hunden más rápidamente. Y, en efecto,
la selva se tragará al fin a los tránsfugas de la sociedad.
"Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna jugué mi corazón al azar y me lo ganó
la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni
de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador
cuyos labios no conocieron la súplica". Así empieza su relato; personaje complejo, cuando
cree descubrir el cansancio de su compañera aparecen los celos, el apasionamiento: "Alicia
me trataba ya, no sólo con indiferencia, sino con mal disimulado desdén. Desde entonces
comencé a apasionarme por ella y hasta me dio por idealizarla".
Arturo Cova quiere ser siempre el triunfador, el actor central. Su compañero, Fidel Franco,
lo acusará de ser un desequilibrado tan impulsivo como teatral; en realidad es un solitario
que sólo cree en él: "el ideal no se busca, lo lleva uno consigo mismo" afirma; sin embargo,
no lo mueve ideal alguno. Actúa sin saber por qué, buscando tan sólo el acto puro, sin
finalidad alguna. Por encima de todo está dominado por el cansancio de la vida, que lo
arrastra a la aventura sin motivo. Su carácter está lleno de notas contradictorias: ataques
histéricos, neurosis, búsqueda del agotamiento y del sufrimiento como un sedante, deseo
de violencia y a la vez un sentido innato de la justicia y una compasión enfermiza hacia los
débiles.
RAFAEL POMBO
José Rafael de Pombo y Rebolledo, popularmente conocido como Rafael Pombo,
nació en Bogotá, Colombia el 7 de noviembre de 1833; fue escritor del amor y la
naturaleza, fabulista, poeta, traductor, intelectual y diplomático colombiano. Máximo
representante del romanticismo en el país y una de las principales figuras en la Lírica
Romántica en lengua española. Fue un hombre de una cultura amplia y universal,
aficionado a la música y a las artes plásticas, era además un incansable lector.
La familia de Rafael Pombo formaba parte de la aristocracia Criolla, su padre Lino de
Pombo O’Donnell, fue un destacado político militar y diplomático Cartagenero, quien
se casó en Popayán con Ana Rebolledo, de familia de la alta alcurnia, Rafael Pombo fue
hijo primogénito y tuvo cinco hermanos: Beatriz quien vivió con él toda su vida, Felisa,
Juanita, Fidel (Fundador del Museo Nacional) y Manuel. Su madre le enseñó sus
primeras letras, a los once años (1844), ingresó al seminario de Bogotá. El estudio del
latín hizo de él un diestro traductor de los clásicos.
Parece que la inclinación por la Poesía nació desde muy temprano, a sus diez años ya
había copiado versos y traducciones en un cuadernillo, que tituló “Panteón Literario”,
en 1846 ingresó en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, donde estudio
humanidades. En 1848 recibió el grado en matemáticas e Ingeniería en el colegio
Militar que había fundado el general Tomas Cipriano de Mosquera.
Aunque nunca ejerció como ingeniero, se sabe que hizo algunos estudios para el
mejoramiento urbano de Bogotá.
Posteriormente Rafael Pombo viajó a Popayán, donde su familia materna tenía
propiedades, allí escribió dos de sus poemas más conocidos: “La Copa de Vino” y “Mi
Amor”, firmada con el seudónimo de Edda.
En compañía de los escritores José Eusebio Caro y José María Vergara y Vergara
fundaron en 1852 “La siesta”, órgano literario de marcado tinte romántico.
En 1855 viajó a New York como secretario de la legación colombiana. Permaneció 17
años en Estados Unidos, residió en Washington y en Filadelfia siendo esta su época de
plenitud creadora.
Cuando llegó de su larga permanencia en Estados Unidos, regresó a Santa Fe de
Bogotá, donde trabajó como traductor y periodista, fundó varios periódicos entren los
cuales se destacan “El cartucho y El Centro”. En 1902 fue nombrado Miembro
Honorario de la Academia de Historia.
El 20 de agosto de 1905, en el teatro Colón, Rafael Pombo fue coronado como el mejor
poeta de Colombia. El 6 de febrero de 1912 reemplazó a Manuel María Mallarino,
como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, de la que fue secretario
perpetuo.
Rafael Pombo, es uno de los poetas colombianos más sobresalientes del siglo XIX,
favorecido por su solvencia económica fue el primero que asumió la labor poética
como su principal actividad durante toda su vida; con él nace una poesía nueva en el
Continente, también se destaca en Rafael Pombo su inclinación por la Literatura
Infantil.
Su obra completa se publicó por primera vez en cuatros volúmenes en el año de 1916.
Rafael Pombo murió el 5 de mayo de 1912, a la edad de 78 años en Bogotá (Colombia)
y enterrado en el Cementerio Central de esta misma ciudad.
En 1983 fue inaugurada La Fundación Casa Rafael Pombo
Tomas carrasquilla
Tomás Carrasquilla (17 de enero de 1858 – 19 de diciembre de 1940) narrador y
escritor. Nació en Santo Domingo, Antioquía, Colombia. Su padre fue Rafael
Carrasquilla Isaza, ingeniero civil, y su madre fue Ecilda Naranjo Moreno, una amante
de las letras. Su padre se dedicó a las labores mineras, por ella la familia Carrasquilla se
mudó al pueblo de Concepción. Posteriormente, comenzó sus estudios en leyes en la
Universidad de Antioquia, pero no logró culminar sus estudios debido a las guerras
civiles de principios del siglo XX. En tal sentido, se desplazó al municipio de Argelia para
trabajar en una mina.
Carrasquilla, conoció a Fernando González, y al caricaturista Ricardo Rendón, y al
escritor León de Greiff. Posteriormente, fundó el grupo de Los Panidas. Por un tiempo
se dedicó al oficio de sastre y a realizar frecuentes viajes de negocios a Medellín. Entre
1879 y 1891 asumió el cargo de secretario del juzgado del circuito y juez municipal.
Durante ese lapso publicó su obra: Simón el mago gracias a esta obra pudo ingresar al
Casino Literario, dirigido por Carlos Eugenio Restrepo, futuro presidente de Colombia.
En 1890 se publicó en un volumen colectivo del Casino Literario.
Tomás Carrasquilla, creó con algunos amigos una biblioteca pública en Santo Domingo
y, escribió su primera novela: Frutos de mi tierra. Esta fue innovadora porque su
escritura utilizaba términos muy coloquiales. Narraba las aventuras del joven Agustín y
de la familia Alzate y sobre la vida de un pueblo pequeño, de temas cotidianos como
las envidias entre familias, los chismes y recelos, todo con la intención de ser fiel a la
realidad.
Carrasquilla superó las formas planas, exteriores y un tanto insustanciales de las obras
costumbristas. Gracias a Carrasquilla aparece en Colombia el escritor de oficio, que se
dedica por completo a la literatura. En suma, el aporte en el campo narrativo de
Carrasquilla es notable porque con él surgen elementos fundamentales de la narrativa:
la crítica social y la esencia de lo humano visto a través de personajes que, poseen sus
propias características individuales, dotados de vicios y virtudes.
Luego de escribir Frutos de mi tierra, el escritor antioqueño viajó por primera vez a
Bogotá temporalmente. Durante esta estancia en la capital, Baldomero Sanín Cano lo
introdujo en los círculos intelectuales capitalinos, presentándole al poeta José
Asunción Silva. Con su novela ya editada, regresó a su pueblo. Continuó su vida entre
Medellín y Santo Domingo. Lamentablemente sufrió un accidente mientras cabalgaba
un caballo, se vio obligado a permanecer inmóvil durante dos meses, y cuando se
repuso y regresó a Santo Domingo, una enfermedad en la garganta lo postró
nuevamente.
Al tiempo redactó tres de sus más famosos cuentos: Blanca, Dimitas Arias y el
legendario A la diestra de Dios Padre. Este último fue el más popular a nivel nacional,
relata la historia de Peralta, un hombre generoso que auxilia a los miserables de la
tierra y recibe la ayuda de Jesucristo; detiene a la muerte y le gana al diablo en el
juego, y se ganó el cielo por vida ejemplar. Su popularidad fue tal que el dramaturgo y
director Enrique Buenaventura lo adaptó al teatro.
En el año de 1903 Carrasquilla escribió El ánima sola, San Antoñito, El padre Casafús, la
crónica El baile blanco y, Salve, Regina. Al año siguiente, su producción literaria
mermó, pero se dedicó a escribir columnas en El Espectador de Medellín. El escritor se
adhirió al ambiente nocturno y de bohemia, yendo a tertulias literarias y sociales. Fue
miembro de tertulias como la de Susana Olózaga de Cabo y la de los clubes Unión,
Cosmos y Jockey Club.
Desde agosto de 1914 se radicó en Bogotá, y trabajó en el Ministerio de Obras
Públicas. Luego, al trasladarse El Espectador a Bogotá, Carrasquilla siguió escribiendo
columnas. Publicó por entregas la novela corta Ligia Cruz. Se dice que Carrasquilla
gustaba de dictar sus obras y era poco amigo de escribirlas. En 1922 redactó el
homenaje a José Asunción Silva.
La marquesa de Yolombó, es una de sus obras más representativas. Allí plasmó su
profundo conocimiento de los seres humanos, la precisión de su realismo y demuestra
la capacidad para ver a los personajes en sus permanentes cambios. Por otro lado, es
interesante prestar atención a las descripciones de tradiciones y creencias, de
celebraciones y ceremonias que aparecen en La marquesa de Yolombó, estos
elementos enriquecen la recreación del ambiente, muestran también lo más
entrañable y auténtico de la región y del poderoso sincretismo cultural de Colombia.
Desde 1926, sufrió trastornos circulatorios, ceguera y una parálisis, pero no impidió su
creación literaria; dictó la trilogía Hace tiempos, integrada Por aguas y pedrejones, Por
cumbres y cañadas y Del campo a la ciudad. Es una recopilación de sucesos
autobiográficos y su última gran obra literaria. Falleció el 19 de diciembre de 1940 en
Medellín, a causa de la gangrena.
Su obra fue reconocida por la Academia Colombiana de la Lengua que le otorgó el
Premio Nacional de Literatura y Ciencias José María Vergara y Vergara. Sigue siendo
reconocido como el primer novelista del país y un gran referente de la la literatura del
Siglo de Oro.
descubre la literatura anglosajona y las novelas del boom latinoamericano, especialmente a Gabriel
García Márquez y a Mario Vargas Llosa.
Siguiendo la tradición familiar, en 1990 Vásquez comienza a estudiar Derecho en la Universidad del
Rosario en el centro histórico de Bogotá. Desde el primer año, cuando una materia le aburre –es
decir, cuando la materia se aparta de la idea humanista del derecho− se sienta en la última fila para
leer a escondidas. En esa época empieza a frecuentar las librerías de segunda del centro de
5
Bogotá, la Casa de Poesía Silva donde muchos años después situaría una de las escenas cruciales de
El ruido de las cosas al caer y los sitios históricos relacionados con la vida y muerte de Jorge Eliécer
Gaitán, el político liberal asesinado en 1948 que llegaría a desempeñar un papel importante en Los
informantes y, más aún, La forma de las ruinas. Mientras tanto, lee con voracidad a los autores
latinoamericanos −además de los ya mencionados, descubre a Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y
Carlos Fuentes− y empieza a participar en concursos de cuento para escritores noveles: en 1993
sale finalista en el Concurso Nacional de Cuento Universidad Externado de Colombia y el Concurso
Nacional de Cuento Germán Vargas, ambos convocados en Bogotá; en 1995 es finalista, con uno de
los primeros borradores de Persona, del Concurso Internacional de Novela Corta Ciudad de
Barbastro; y en 1996, a punto de terminar la carrera de Derecho, gana el Concurso Nacional
Metropolitano de Cuento en Barranquilla con un relato llamado “La esposa de Filipo”.
De este modo, la vocación literaria de Vásquez empieza a cobrar cuerpo durante la carrera de
Derecho. Sin embargo, nunca abandona los estudios. A mediados de 1996 se gradúa con una tesis
titulada La venganza como prototipo legal en la Ilíada, que la misma Universidad del Rosario
publicaría años más tarde.
Mario mendoza
Mario Mendoza Zambrano nació en 1964 en Bogotá, Colombia. Estudió en la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá donde obtuvo la maestría en Literatura
Latinoamericana. Posteriormente, es profesor del Departamento de Literatura de la
misma universidad en la que había estudiado. Aunque siempre profundamente
vinculado a su Bogotá natal, Mario Mendoza cruzó el Atlántico en diversas ocasiones.
Lo hizo cuando fue a Toledo, para asistir en los cursos de literatura hispanoamericana
de la Fundación Ortega y Gasset; y, también para ir a Israel donde residió en Hof
Ashkelon (Gaza), una de las zonas más calientes del planeta. Fue después de este viaje
cuando, al regresar a su país, empezó a publicar algunos artículos en diarios revistas
colombianos. En el otoño de 1997 trabajó en James Madison University en Virginia,
EE.UU.
Luego de licenciarse en literatura y trabajar como pedagogo, Mendoza, decidió iniciar
su carrera literaria a partir de 1980, combinando la escritura con la docencia y la
colaboración con diversos medios culturales como diarios y revistas, entre esas, la
Revista Bacánika. Ha impartido clases de literatura durante más de diez años.
Gracias a su novela Satanás, Mario, obtuvo del Premio Biblioteca Breve de la editorial
Seix Barral en 2002. Mendoza es uno de los más reconocidos autores latinoamericanos
de la actualidad.
Laura Restrepo
Laura Restrepo Casablanca nació en Bogotá, Colombia, en 1950. Estudió Filosofía y Letras en la
Universidad de los Andes y posteriormente hizo un postgrado en Ciencias Políticas. Fue profesora
de Literatura en la Universidad Nacional y del Rosario.
Ha compaginado la militancia política con sus actividades como escritora y periodista. En 1983 fue
nombrada miembro de la comisión negociadora de la paz entre el gobierno y el grupo guerrillero
M-19. Publicó en 1986 Historia de un entusiasmo, fruto de sus experiencias con el M-19, por lo que
tuvo que exiliarse en México y Madrid hasta que el M-19 abandonó las armas y pasó a ser un
partido de oposición.
En 1997 ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz por su novela Dulce compañía. En 1998 se hizo
acreedora del Prix France Culture que otorga la crítica francesa a la mejor novela extranjera
publicada en Francia.
En 2004 fue nombrada directora del Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá, pero renunció poco
después tras haber sido galardonada con el Premio de Novela Alfaguara. Por su novela Delirio.
En 2009 publicó Demasiados héroes.