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LOS 10

ESCRITORES MAS
Importantes 
DE COLOMBIA
 

                       

                                                          

    2020

                         Juan Sebastian Santana Aponte


                                                                                    INDICE

 Biografía de Gabriel Garcia Marquez

 Biografía de Jorge Isaacs

 Biografía de Jose Eustasio Rivera

 Biografía de Jose Asuncion silva

 Biografía de Rafael Pombo

 Biografía de Alvaro Mutis

 Biografía de Tomas Carrasquilla

 Biografía de Juan Gabriel  Vasquez

 Biografía de Mario Mendoza

 Biografía de Laura Restrepo


Sinopsis

En este libro recopilaremos la informacion de los escritores mas importantes de la


historia de colombia para que usted pueda leer detalladamente la vida y las obras de
cada uno de ellos.

Además como seguramente ya pudiste odservar te regalaremos un escritor@ extra de


“Regalito”

El fin de este libro es resaltar la labor de grandes escritores de este pais en esta
cuarentena, aprender un poco mas de ellos de su vida y de lo que escribieron-

Este libro se hace con fines institucionales y Educativos, como dije al principio es una
recopilación de datos de toda internet puestos en un solo documento para tu disfrute
y deleite. 

Sin mas que decir, Empezemos!!!.


 
Gabriel García Márquez
(Aracataca, Colombia, 1927 - México D.F., 2014) Novelista colombiano, premio Nobel de
Literatura en 1982 y uno de los grandes maestros de la literatura universal. Gabriel García
Márquez fue la figura fundamental del llamado Boom de la literatura hispanoamericana,
fenómeno editorial que, en la década de 1960, dio proyección mundial a las últimas
hornadas de narradores del continente.
En todos ellos era palpable la superación del realismo y una renovación de las técnicas
narrativas que entroncaba con la novela europea y estadounidense de entreguerras
(Kafka, Joyce, Proust, Faulkner); García Márquez sumó a ello su portentosa fantasía y sus
insuperables dotes de narrador, patentes en la obra que representa la culminación del
realismo mágico: Cien años de soledad (1967).

Biografía
Los años de su primera infancia en Aracataca marcarían decisivamente su labor como
escritor; la fabulosa riqueza de las tradiciones orales transmitidas por sus abuelos nutrió
buena parte de su obra. Afincado desde muy joven en la capital de Colombia, Gabriel
García Márquez estudió derecho y periodismo en la Universidad Nacional e inició sus
primeras colaboraciones periodísticas en el diario El Espectador.
A los veintiocho años publicó su primera novela, La hojarasca (1955), en la que ya
apuntaba algunos de los rasgos más característicos de su obra de ficción. En este primer
libro y algunas de las novelas y cuentos que le siguieron empezaron a vislumbrarse la aldea
de Macondo y algunos personajes que configurarían Cien años de soledad, al tiempo que
el autor hallaba en algunos creadores estadounidenses, sobre todo en William Faulkner,
nuevas fórmulas expresivas.
Comprometido con los movimientos de izquierda, Gabriel García Márquez siguió de cerca
la insurrección guerrillera cubana de Fidel Castro y el Che Guevara hasta su triunfo en
1959. Amigo de Fidel Castro, participó por entonces en la fundación de Prensa Latina, la
agencia de noticias de Cuba. Al cabo de no pocas vicisitudes con diversos editores, García
Márquez logró que una editorial argentina le publicase la que constituye su obra maestra y
una de las novelas más importantes de la literatura universal del siglo XX, Cien años de
soledad (1967).
Jorge Isaacs
(Cali, 1837 - Ibagué, 1895) Escritor colombiano que debe su fama a la novela sentimental
María (1867), uno de los títulos más representativos de Romanticismo hispanoamericano.
Jorge Isaacs realizó sus estudios de primaria en la escuela de Cali y en Popayán y los continuó
en la capital de la República entre 1848 y 1852. Regresó a Cali sin terminar el bachillerato
debido a la difícil situación económica de su familia, lo que le hizo olvidar su sueño de ir a
estudiar medicina a Inglaterra.
En 1854 participó en las campañas del Cauca contra la dictadura del general José María Melo.
Dos años después contrajo matrimonio con Felisa González Umaña. En 1860 volvió a tomar las
armas en defensa del gobierno conservador de Mariano Ospina Rodríguez, contra el que se
había sublevado el general Tomás Cipriano de Mosquera.
Un año después fue nombrado subinspector de los trabajos que se realizaban en la
construcción del camino de Cali a Buenaventura. Durante este año de labores en el
campamento de La Víbora, en el clima adverso de las malsanas selvas del Dagua, Jorge Isaacs
inició la redacción de su novela María, aprovechando los tiempos de descanso y las horas
nocturnas. Allí contrajo el paludismo, enfermedad que lo llevaría a una muerte prematura;
renunció al empleo y regresó a Cali a terminar la redacción de la obra.
El 16 de marzo de 1861 murió su padre, suceso que le obligó a dejar a un lado su afición por la
anatomía, la botánica y la medicina y a dedicarse a salvar de la ruina las haciendas y negocios
de la familia. No logró cancelar las deudas, motivo por el cual le entregó todos los negocios a
su hermano Alcides. De vuelta a Bogotá, se instaló como comerciante: abrió un almacén en el
que vendía telas, herramientas y cristalería importada que anunciaba en los avisos de los
periódicos.
Por iniciativa de su amigo José María Vergara y Vergara, publicó su primer libro de Poesías
(1864) e hizo su aparición literaria por mediación del grupo constituido en torno al semanario
El Mosaico (el mismo Vergara, Eugenio Díaz, José Manuel Marroquín), donde Isaacs empezó a
dar a conocer algunos de sus escritos. Representó al Estado de Tolima en el Congreso de 1868
y 1869. Por esos años experimentó un drástico giro ideológico: Isaacs, que siempre había sido
conservador, pasó en 1869 a engrosar las filas del partido radical. Esta conversión no le fue
perdonada por muchos de sus antiguos copartidarios y le causó burlas y rencores hasta el final
de su vida. Fue nombrado Secretario de Gobierno del Cauca y simultáneamente Secretario de
Hacienda (1870).
En 1871-1872 representó a los Estados Unidos de Colombia como cónsul general en Chile. En
1873 regresó nuevamente a Colombia y se dedicó a organizar la educación en Cali. Se
preocupó por la calidad de la enseñanza en todos sus aspectos, tanto en la preparación y
capacitación de los maestros como en la dotación de los centros educativos; promovió la
educación de la mujer y procuró la creación de escuelas nocturnas, agrícolas y de oficios.
Seguidamente ocupó el cargo de superintendente general de Instrucción Pública Primaria en el
Estado del Cauca (1875) y en el de Tolima (1883-1884).

En enero de 1880 se autoproclamó Jefe Civil y Militar de Antioquia; al no encontrar el apoyo


del gobierno central ni de su partido, tuvo que rendirse y fue expulsado de la Cámara. Tras el
fracaso del intento revolucionario antioqueño se estableció con su familia en Ibagué y
abandonó la política. Rafael Núñez lo nombró secretario de la Comisión Científica en 1881 y
comenzó su vida de explorador. Realizó su primer viaje desde Santafé de Bogotá hacia el
estado del Magdalena, exploró la región occidental, los desiertos de Aracataca (donde
descubrió yacimientos carboníferos) y visitó la Sierra Nevada y la Guajira.
Después de una pausa, reanudó sus exploraciones por la región meridional de Cundinamarca,
donde descubrió cavernas con restos humanos muy antiguos. En noviembre de 1886 recorrió
la zona de Sevilla, Aracataca, Fundación, Montería, Ronda y Masuga; también allí descubrió
yacimientos de hulla, petróleo y fosfato de cal. Pasó sus últimos años con su familia en Ibagué,
donde falleció.

Su obra literaria

En mayo de 1867 apareció en Bogotá su obra cumbre, María, novela que alcanzó un éxito
inmediato, hasta el punto de reeditarse en más de veinte ocasiones a lo largo del siglo XIX.
Reconocida por la crítica literaria como la mejor novela romántica de la América Latina, María
ha proporcionado a su autor el lugar que en la historia literaria corresponde a los clásicos
universales.

La anécdota de la obra, narrada en primera persona por el protagonista, es mínima. Efraín,


terminados sus estudios, regresa a la hacienda paterna, en el valle del Cauca; allí encuentra de
nuevo a su prima María, joven de quince años, adoptada por la familia. El amor, primero
levemente insinuado, se convierte después en una pasión avasalladora, mientras sombríos
presentimientos (la enfermedad de María, la misteriosa ave) anuncian el triste final. El padre
de Efraín decide enviar al muchacho a Inglaterra para que curse estudios de medicina; al año
una carta le anuncia la grave enfermedad de María. Efraín regresa a su casa, pero ya es tarde:
los últimos momentos vividos por la amada los conocerá a través de la narración de su
hermana Emma.

Casi la totalidad de la obra relata la estancia de Efraín en la hacienda, desde su vuelta del
colegio de Bogotá hasta su marcha a Inglaterra. En un admirable "tempo lento", el autor nos
presenta en esta parte central el mundo idílico de las relaciones entre los dos enamorados,
hecho de silencios, equívocos, medias voces, secretos, palabras no pronunciadas,
adivinaciones, juegos de manos, miradas... Y, a su alrededor, el escenario real de la tierra del
Cauca.
Motivan este doble aspecto, de idilio y realidad, las dos corrientes literarias que confluyen en
la novela: la romántica y la realista. La primera proviene del pasado; es la corriente de la
novela sentimental, que en la obra tiene su muestra más importante en el exotismo del cuento
de esclavos de Nay y Sinar, desarrollado en un marco africano. La segunda, cara al futuro,
anuncia algunas características de parte de la novela hispanoamericana, y dentro de ella tiene
lugar el máximo acierto de Jorge Isaacs: el descubrimiento del paisaje americano. Problema
muy discutido por la crítica ha sido el del valor autobiográfico de la narración: en algunos
momentos es indudable que Isaacs refleja su experiencia directa y familiar.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
José Eustasio Rivera
(Rivera, 1888 - Nueva York, 1928) Escritor colombiano autor de la novela La vorágine
(1924), considerada un clásico de la literatura hispanoamericana. Hasta la llegada de La
vorágine, la literatura colombiana sólo tenía en la María de Jorge Isaacs (1867) una obra
de indiscutible altura universal. José Eustasio Rivera logró en esta narración desembarazar
la novela nacional del localismo detallista propio del costumbrismo y, con original
expresión, supo plasmar a través de la tragedia de Arturo Cova la enconada lucha del
hombre con la naturaleza.
 
José Eustasio Rivera nació en el pequeño pueblo de San Mateo, hoy Rivera (Huila), el 19 de
febrero de 1888, en el seno de una familia dedicada a las labores del campo y con
aguerridos antepasados huilenses; su padre, don Eustasio Rivera, era hermano de los
generales conservadores Pedro, Napoleón y Toribio Rivera, quienes desempeñaron
importantes cargos en la administración, el Congreso y el campo educativo. Casado con
Catalina Salas, el matrimonio tuvo once hijos.
Rivera hizo sus primeros estudios en Neiva, primero en el colegio de Santa Librada y
posteriormente en el de San Luis Gonzaga, mostrando tempranamente su inclinación por
las letras. Influido por las corrientes románticas y modernistas, ya desde sus primeros
poemas reveló su inquietud por la naturaleza. Dice en "Gloria", por ejemplo: "yo llevo el
cielo en mí..." o "yo llevo la cascada que en oscura selva se rompe; y he amoldado a mi
cráneo la llanura y se ha encerrado en él la cordillera".
A través de su identificación con la geografía nacional, José Eustasio Rivera logró una
poesía llena de emoción, sin pertenecer a los movimientos de su época como los Nuevos,
ni a la acartonada generación centenarista. Otros de estos poemas escritos entre 1906 y
1909 son "Tocando diana", "En el ara", "Dúo de flautas", "Triste", "Aurora boreal" y "Diva,
la virgen muerta". La visión de la naturaleza le sirvió para interpretar y fortalecer su propia
personalidad. Pero no se quedaría en la mera descripción del entorno, sino que, tanto en
esta primera obra como en poesías posteriores y en su prosa, expresó su sentido trágico
de la existencia humana, de lo fugaz y limitado de la vida.
En 1906 viajó a Bogotá para ingresar, becado, en la Escuela Normal. Tres años más tarde
se desempeñó como inspector escolar. En los Juegos Florales de Tunja, en los que se
conmemoraba el centenario del grito de Independencia, Rivera obtuvo el segundo lugar
con poemas de corte épico, muy influidos por la poética de Miguel Antonio Caro: la "Oda a
España" fue publicada en septiembre de 1910 por El Tropical de Ibagué. Regresó a Bogotá
donde, para mantenerse, trabajó en el Ministerio de Gobierno, mientras estudiaba en la
Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, graduándose en 1917
con la tesis Liquidación de las herencias. De ese entonces data su drama teatral Juan Gil.
Pocos meses después de egresado, le fue ofrecida desde Neiva una curul en la Cámara de
Representantes, que Rivera aceptó. Pronto un telegrama del obispo de Garzón, Esteban
Rojas, pidiéndole la renuncia "por el bien de la unidad católica", hizo que el escritor
exclamara: "Me barrieron de un sotanazo".
El primer contacto de José Eustasio Rivera con los Llanos Orientales tuvo lugar en enero de
1916. El segundo fue en abril de 1918, cuando, en función de su profesión de abogado,
viajó en bongó por el río Meta hasta la hacienda Mata de Palma, estadía que duró hasta el
mes de febrero de 1920 y durante la que hizo amistad con Luis Franco Zapata, figura clave
en la génesis de La vorágine. En 1912 Luis Franco Zapata se había escapado con Alicia
Hernández Carranza desde Bogotá, donde ella trabajaba como empleada de una tienda.
Juntos llegaron al fondo de la Amazonia, entre Colombia y Venezuela, y se instalaron en las
caucherías del Brazo Casiquiare, cerca de Brasil.
En 1918, en Orocué, Luis Franco Zapata le contó todas sus historias a Rivera, desde las más
íntimas hasta las de índole social, sin excluir las mitológicas, las de aventuras y las de
sangre. "La mayor parte de los personajes de La vorágine (afirma Isaías Peña Gutiérrez)
surgieron de los relatos de Luis Franco Zapata, incluidos los nombres, que poco variaron."
Cerca de Orocué, Rivera tuvo un segundo ataque de cefalea que se repitió en Sogamoso en
1919 y, de regreso a Orocué, sufrió las fiebres del paludismo, que le curaron Luis Franco y
Alicia.
 
De nuevo en Bogotá, Rivera participó en la tertulia del Olimpito, que solía reunirse en los
cafés Windsor o Inglés; asistían jóvenes poetas como Rafael Maya o Luis Rosales, e
intelectuales como Luis López de Mesa. Gran amigo de Rivera fue el poeta Miguel Rasch
Isla, y simultáneamente con él puso José Eustasio en las librerías su primer libro, Tierra de
promisión (1921). Compuesto por 55 sonetos y dividido en tres partes (la selva, las
cumbres y el llano), de este poemario dijo Juan Lozano y Lozano al mes siguiente de su
publicación: "Son versos perfectos de salvaje realeza. Allí está íntegra, pero idealizada,
nuestra pampa aborigen, desfile lujurioso, violento, que se engarza en sonetos
espléndidos, como perla en oro".
En marzo de ese mismo año, durante una excursión emprendida con el poeta Alberto
Ángel Montoya, cerca de Purificación, Rivera sufrió otro serio ataque, acompañado de
convulsiones y delirios; fue atendido por el doctor José María Lombana Barreneche, y tras
una recuperación de dos meses en Neiva regresó a Bogotá. El 4 de julio, encabezando con
Antonio Gómez Restrepo una delegación diplomática, partió hacia Perú y México. Con
motivo de la celebración de los centenarios de la independencia de los dos países, Rivera
entró en contacto con los escritores Amado Nervo, Manuel Gutiérrez Nájera y Juan de Dios
Peza, entre otros. Para El Mundial de Lima, José Eustasio Rivera concedió una polémica
entrevista que lo llevó a una fuerte controversia con el gran poeta Eduardo Castillo.
En febrero de 1922 falleció el padre de Rivera, a la edad de 74 años. Nombrado secretario
de la comisión limítrofe Colombiano-Venezolana, José Eustasio partió con la comisión en
septiembre de 1922, rumbo a Girardot. Siguiendo la ruta río Magdalena abajo, pasaron por
Barranquilla y se adentraron por Venezuela; por el Orinoco llegaron hasta Ciudad Bolívar y
a Caicara a finales de octubre. La falta de apoyo del gobierno impulsó a Rivera a
abandonar la comisión y a proseguir el viaje por su cuenta.
Rivera llegó a San Fernando de Atabapo en diciembre, y en Orocué se encontró con
Melitón Escobar, antiguo compañero de comisión, a la que se integró de nuevo y con la
que continuó su viaje por Yavita, Maroa y Victorino, en plena selva. Sin mapas, sin ni
siquiera medios rudimentarios, trazaron los límites, con la ayuda de los ingenieros suizos
que los acompañaban. Según las notas de viaje del doctor venezolano Ramón Ignacio
Méndez, "fue en los largos y tediosos días de la permanencia de Yavita que José Eustasio
Rivera escribió muchos de los capítulos de La vorágine, y fue allí donde le oí leer algunas
páginas de la obra".
En compañía de Melitón Escobar, Rivera decidió salir por el sur, río abajo, para investigar
un sinnúmero de atropellos contra ciudadanos colombianos de los que había tenido
noticia: la venta de colombianos a caucheros brasileños; las explotaciones feudales de
Leonidas Norzagaray Elicechea, deforestador y esclavista que llegó a acuñar su propia
moneda; la penetración peruana en el territorio nacional colombiano y los criminales
procedimientos de la Casa Arana.
Primero desde Manaos (el 18 de julio de 1923) y, después del dilatado regreso por
Venezuela entrando por Barranquilla, como representante de la Cámara, Rivera hizo toda
clase de denuncias, escribió artículos, organizó una junta de defensa nacional e incluso citó
al ministro de Relaciones Exteriores, por su negligencia al enviar una comisión sin los
mínimos instrumentos para desarrollar su labor y por el cargo de infidencia al hacer llegar
a Norzagaray el informe secreto que Rivera había despachado desde Manaos. Por ley se
les reconocieron los sueldos a los miembros de la comisión, pero el ministro fue absuelto,
no sin antes reconocer el patriótico procedimiento de Rivera. Sin embargo, por carecer de
apoyo partidista, éste no logró lo que en el fondo perseguía: la salvaguardia de la
soberanía y el honor nacional. Norzagaray, en cambio, intentó matar en dos ocasiones al
escritor.
Desengañado, Rivera volvió a Neiva y, consciente de que su más efectiva arma de
denuncia era su pluma, se dedicó a hacer excursiones por el Caquetá para, desde los
artículos que publicó en los principales diarios, denunciar las anomalías o, desde el propio
terreno, facilitar consejos. Rivera fue el primero en proponer la construcción de la vía
Neiva-San Vicente de Caguán, que de haberse realizado hubiera impedido la guerra con el
Perú, y que fue finalmente ordenada... 63 años más tarde. La vorágine se terminó de
escribir el 21 de abril de 1924, en Neiva. Su lanzamiento al público coincidió con el
cumpleaños de la madre del autor, el 25 de noviembre de 1924.
No había visto aún la luz La vorágine cuando Rivera fue llamado a presidir una comisión
investigadora sobre irregularidades del aparato burocrático del gobierno. Dos
investigaciones sirvieron para mostrar el enorme valor ético y patriótico de Rivera y, en un
país con amplios niveles de corrupción, para sepultar las aspiraciones políticas del escritor.
Los apuntes que de estas indagaciones extrajo iban a servir de documentación para su
segunda novela, que no alcanzó a redactar y que llevaría por título La mancha negra. El 31
de marzo de 1928 partió, como presidente de la delegación colombiana, al Congreso
Internacional de Inmigración y Emigración que se celebró en La Habana.
Por cuenta propia viajó a Nueva York, adonde llegó a finales de abril. Residió primero en el
hotel Le Marquis y luego en un apartamento en las cercanías del Central Park. En esta
ciudad se dedicó a la traducción de La vorágine al inglés, al proyecto de llevarla al cine
(nunca realizado) y a su próxima novela, que "habría de aparecer al marcharse al África,
porque allí se sentiría más seguro que en su propia tierra", como dijo a José A. Velasco. Los
oscuros manejos del representante de la empresa petrolera Standard Oil, el capitán
Flanagan, los tratos secretos e irregulares de altos funcionarios del gobierno como Carlos
Adolfo Urueta, la indelicada actitud del ex ministro Esteban Jaramillo y hasta los sobornos
al consejero espiritual del estadista Dr. Zerda, opuesto a la firma del contrato entre la
Standard Oil y el Estado colombiano para la construcción del oleoducto Cartagena-
Barrancabermeja, eran parte del explosivo material que Rivera se disponía a manejar, con
su pulcritud moral, para su nueva obra.
El 29 de octubre recibió un homenaje en la Universidad de Columbia, dictó conferencias y
llegó a rumorearse que sería nombrado cónsul. Pronunció un discurso en el ágape ofrecido
al piloto Benjamín Méndez, dos días antes del histórico vuelo entre Nueva York y Bogotá, y
luego de la partida del avión Rivera comenzó a sentirse mal. Lo que en un principio el
médico creyó que era una gripe y que finalmente jamás logró diagnosticarse (no se
permitió la autopsia) fue convirtiéndose en un grave estado que, tras cuatro días en coma,
llevó a la muerte a José Eustasio Rivera, a las 12:50 de la invernal tarde del 1 de diciembre
de 1928.
El cadáver fue repatriado a bordo de un barco de la United Fruit, llegó a Barranquilla,
donde se le rindieron honores, y, remontando el Magdalena, llegó finalmente a Bogotá el
7 de enero de 1929, donde fue velado en el Capitolio Nacional. Más de quince mil
personas desfilaron ante él y el 9 de enero fue enterrado en el Cementerio Central, en
medio de sentidas despedidas, hermosos discursos y grandes multitudes.

La vorágine

Junto a Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes y Doña Bárbara (1929) de
Rómulo Gallegos, La vorágine (1924) es uno de los títulos esenciales de la corriente realista
que subsistió en la narrativa hispanoamericana durante las primeras décadas del siglo XX,
tendencia que convivió con la novela indigenista de autores como Alcides Arguedas, Jorge
Icaza o Ciro Alegría y con la «novela de la revolución mexicana» de Mariano Azuela y
Martín Luis Guzmán, circunscrita al país azteca.

Inspirada en el relato que oyera de labios de Luis Franco Zapata en Orocué, en 1918, sobre
el viaje que lo llevó con Alicia Hernández a establecerse en el corazón de la selva (y que en
cierto modo el autor había revivido en su viaje con la comisión limítrofe Colombiano-
Venezolana), ninguna obra anterior a La vorágine había logrado reflejar la extensión
pavorosa de la selva amazónica, la selva del caucho, a la que el protagonista y narrador,
Arturo Cova, se precipita para escapar a sus deberes sociales en compañía de Alicia, una
pequeña burguesa arrancada por él de su mundo familiar más por capricho que por
pasión. Las vicisitudes afanosas de Arturo Cova y de sus compañeros hacen pensar en los
esfuerzos de individuos que obstinadamente, en medio de las arenas movedizas, se agitan
para librarse de ellas, y por su mismo esfuerzo se hunden más rápidamente. Y, en efecto,
la selva se tragará al fin a los tránsfugas de la sociedad.

Arturo Cova, hombre en apariencia apasionado, violento y amante de la aventura, es en


realidad un personaje cuyo núcleo psicológico es el tedio y la abulia provocada por no
haber encontrado una auténtica finalidad a la vida, abulia que intenta remediar con la
huida y una exacerbación de la voluntad, convirtiéndose aparentemente en un hombre de
acción o un aventurero. Todo el relato de Cova es una fuga de sus verdaderos problemas;
por eso no es extraño que su culminación sea la desaparición en la selva, tragado por el
inmenso cementerio verde, adonde había penetrado empujado por el deseo de vengar la
imaginaria traición de Alicia.

"Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna jugué mi corazón al azar y me lo ganó
la Violencia. Nada supe de los deliquios embriagadores, ni de la confidencia sentimental, ni
de la zozobra de las miradas cobardes. Más que el enamorado, fui siempre el dominador
cuyos labios no conocieron la súplica". Así empieza su relato; personaje complejo, cuando
cree descubrir el cansancio de su compañera aparecen los celos, el apasionamiento: "Alicia
me trataba ya, no sólo con indiferencia, sino con mal disimulado desdén. Desde entonces
comencé a apasionarme por ella y hasta me dio por idealizarla".
Arturo Cova quiere ser siempre el triunfador, el actor central. Su compañero, Fidel Franco,
lo acusará de ser un desequilibrado tan impulsivo como teatral; en realidad es un solitario
que sólo cree en él: "el ideal no se busca, lo lleva uno consigo mismo" afirma; sin embargo,
no lo mueve ideal alguno. Actúa sin saber por qué, buscando tan sólo el acto puro, sin
finalidad alguna. Por encima de todo está dominado por el cansancio de la vida, que lo
arrastra a la aventura sin motivo. Su carácter está lleno de notas contradictorias: ataques
histéricos, neurosis, búsqueda del agotamiento y del sufrimiento como un sedante, deseo
de violencia y a la vez un sentido innato de la justicia y una compasión enfermiza hacia los
débiles.

La prosa de José Eustasio Rivera es poemática y lírica aun en el horror y en la crueldad; el


lenguaje lo acompaña en la imaginación desbordada, con su profusión de imágenes de
gran fuerza expresiva. El autor ahonda psicológicamente en los caracteres y maneja los
elementos con simbolismo evidente y manifiesto. Terrible y desmesurada, llena de
misterio y violencia, La vorágine halla su límite artístico en los elementos de carácter
documental en que abunda, y su grandeza en la reconstrucción de un mundo en el que la
moral cristiana agoniza, mientras se perfilan los esfuerzos que señalan el nacimiento de
una nueva moral rigurosamente adaptada a la vida impuesta por la selva a quien se
aventura en ella. La obra de Rivera pertenece a la tendencia (hoy común a todas las
literaturas hispanoamericanas) que se puede considerar antieuropea en cuanto tiende a
destruir los vínculos que durante todo el siglo XIX hicieron de la América latina una oscura
provincia de las literaturas europeas, y a crear una tradición exclusiva y típicamente
hispanoamericana.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
José Asunción Silva
(Bogotá, 1865 - 1896) Poeta colombiano. En la historiografía literaria suele reconocérsele
como el gran iniciador del modernismo hispanoamericano, tendencia literaria que
alcanzaría su culminación en la obra del nicaragüense Rubén Darío.
 
Dotado de una gran sensibilidad humana y artística y de una notable inteligencia, tuvo una
formación literaria precoz, resultado de un ambiente familiar cultivado y creativo: José
Asunción Silva era hijo del escritor costumbrista y acomodado comerciante Ricardo Silva,
un hombre elegante, de refinado gusto y descendiente de aristocráticos granadinos
emparentados con el general Francisco de Paula Santander. Doña Vicenta Gómez,
hermosa dama bogotana y madre del poeta, era hija del diputado Vicente Antonio Gómez
Restrepo, quien desempeñó importantes labores en los primeros años de la República de
la Nueva Granada y falleció tempranamente.
De los hijos del matrimonio Silva-Gómez sólo llegaron a edad adulta José Asunción, Elvira y
Julia, falleciendo en la infancia Alfonso, Inés y Guillermo. Esta temprana relación con la
muerte marcaría al poeta. Ya a los dos años de edad, José Asunción tenía fama de prodigio
en Bogotá. Parece ser que a esa edad ya sabía leer, escribir e incluso pintar.
Algo que sin duda marcó su infancia y juventud fueron las tertulias literarias que su padre
organizaba, bien en la casona del barrio de La Catedral, bien en el almacén dedicado a la
venta de objetos suntuosos. A estas tertulias asistían no sólo miembros del grupo El
Mosaico (escritores costumbristas como José Manuel Marroquín, José María Vergara y
Vergara, Salvador Camacho Roldán, Ricardo Carrasquilla y José David Guarín, entre otros),
sino también las amistades que don Ricardo Silva cultivaba dentro de la política. Radical sin
fanatismo, fue amigo de José María Samper, Rufino José Cuervo y su hermano Ángel, Jorge
Isaacs, Francisco Javier Zaldúa y Teodoro Valenzuela.
En enero de 1869 José Asunción ingresó al Liceo de la Infancia, dirigido por don Ricardo
Carrasquilla. Como el niño de tres años recién cumplidos ya sabía leer y escribir, no entró
al primer curso sino a dos más avanzados, al lado de compañeros que le aventajaban en
edad como José María Rivas Groot, Andrés de Santamaría y Juan Evangelista Manrique. En
este colegio uno de sus institutores, Nicolás Esguerra, lo apodaría con el mote de "José
Presunción". El 2 de marzo de 1870 nació Elvira Inés Silva Gómez, quien llegaría a ser la
más cercana confidente de su hermano. Aunque los biógrafos insisten en describir a José
Asunción como un niño triste, tímido e introvertido, sus poesías dedicadas a su infancia
recuerdan con nostalgia y dulzura este periodo.
En febrero de 1871 José Asunción Silva ingresó en el Colegio de San José, regentado por
Luis María Cuervo, hermano mayor de Ángel y Rufino José. Conoció por entonces a Alirio
Díaz Guerra, a quien lo uniría una fuerte amistad. Rafael Pombo, amigo de su padre, le
hizo llegar un ejemplar de "El cuervo", de Edgar Allan Poe.
Fue la relación con Rafael Pombo y con Jorge Isaacs una de las más duraderas y fecundas,
tanto para José Asunción como para Elvira Silva. A los diez años, con motivo de su primera
comunión, escribió un poema sobre el tema. En 1877 Silva y otros niños ingresaron al
Liceo de la Infancia, esta vez regentado por el presbítero Tomás Escobar, pariente de doña
Vicenta Gómez; tres años más tarde, concluidos sus estudios, abandonó el colegio, que
terminó clausurado por un ruidoso proceso en el que tomó parte activa el ya entonces
virulento escritor José María Vargas Vila.
La vida apacible de esos años dio un vuelco para los Silva: la situación económica de la
familia, aunque aún holgada, fue golpeada primero por las drásticas medidas del gobierno
radical y, después, por la pérdida de buena parte de la herencia de don Ricardo Silva,
debida a los pleitos con sus primos Suárez Fortoul. Terminado el bachillerato, el futuro
poeta hubo de atender el almacén familiar. Cuenta Enrique Santos Molano, autor de la
biografía más completa que se ha escrito sobre el poeta: "José Asunción Silva armó detrás
del mostrador un laboratorio imponderable de observación social y psicológica. Examinaba
con penetración rigurosa las personas que entraban de compras, de mirones o de
visitantes a Ricardo Silva; espiaba sus gestos, estudiaba sus gustos, procesaba sus
opiniones, acechaba sus peculiaridades, sus virtudes, sus defectos, y los anotaba en su
memoria de ordenador y en un cuaderno. Detrás del mostrador acrecentó sus
conocimientos, devoró cantidades de libros y procuró mantenerse informado de los
movimientos literarios, artísticos y políticos de Europa".
A los dieciséis años parece ser que tuvo su primer amor; al menos así se intuye en dos de
sus poemas, pues, como es bien sabido, en este campo mostró siempre el más caballeroso
y férreo mutismo. La vida amorosa del poeta es un misterio, siempre acompañado de los
más disparatados rumores que van desde una hija secreta, la morbosa garçonière de la
calle 19, hasta su afeminamiento (lo llamaron el "Casto José"), pasando por la infamante
historia del amor incestuoso con su hermana Elvira.
 
En 1881 don Ricardo Silva, que ya empezaba a sentir los acosos de la tiflitis que lo llevaría a
la tumba, compró la finca Chantilly en Chapinero, donde tantos momentos de alegría y
tristeza viviría el poeta; en esa época Silva intentó reunir de nuevo al Mosaico. Bajo el
título de Intimidades se conoce el grupo de poemas escritos entre agosto de 1880 y mayo
de 1884 y que, regalados por el bardo a Paquita Martín, se conservan en la Biblioteca
Nacional en copia manuscrita hecha por ella. Alguna influencia de Gustavo Adolfo Bécquer
se alcanza a percibir en estos tempranos versos, que se alternan con traducciones de
Victor Hugo o de Pierre-Jean de Béranger.
En noviembre de 1883 don Ricardo Silva imprimió su libro Artículos de costumbres y regaló
el manuscrito, con bella dedicatoria, a su hijo José Asunción; un mes más tarde se
protocolizó su emancipación económica y se comenzó a planear el viaje a París, donde
residía desde hacía muchos años el tío abuelo del poeta, don Antonio María Silva Fortoul.
Primero viajó el padre, en abril de 1884, y, tras su regreso, salió rumbo a Europa José
Asunción, el 23 de octubre, llegando a París en los primeros días de diciembre.
José Asunción Silva permaneció un año en el viejo continente, donde asistió a cursos del
afamado neurólogo Jean-Martin Charcot, que tanto le servirían para la descripción de
personajes y comportamientos. En París (adonde llegó cuando su tío abuelo ya había
muerto) se encontró con los hermanos Cuervo, con quienes entabló tertulias literarias. En
1885 conoció a Stéphane Mallarmé; el encuentro con este poeta cuarentón y aún
desconocido fue en el apartamento de Mallarmé, en la calle de Roma. Hacia agosto viajó a
Londres, donde admiró la pintura de los prerrafaelitas y copió como ejercicio el cuadro de
Waller El duelo. Tras un rápido viaje por Holanda, Bélgica, Italia y Suiza, regresó a París, y
en diciembre de 1885 se encontraba de nuevo en Bogotá.
Recién llegado, se enteró del cuantioso robo al Almacén Ricardo Silva. La familia se había
mudado a Chantilly. Por entonces formó parte del grupo de poetas de La Lira Nueva,
presentado por José María Rivas Groot. En la célebre antología (introducción para unos,
antesala del modernismo para otros), Silva figura entre los 35 reseñados, junto a autores
como Candelario Obeso, Fidel Cano, Ismael Enrique Arciniegas y Julio Flórez. De José
Asunción Silva se publicó en esta edición el mayor número de poemas, lo que sirve en
parte para demostrar la importancia que se le dio ya en vida, desmintiendo el tendencioso
invento de su supuesto anonimato.
Casi simultáneamente se publicó El Parnaso colombiano, gran antología en la cual la
muestra de Silva, aunque menor en número, no es menos significativa: "Las crisálidas" y
"Las golondrinas" fueron los poemas publicados y supusieron su verdadero lanzamiento
literario. Por esa época, en casa de Antonio José Ñito Restrepo, vecino de Chantilly en
Chapinero, se conocieron José Asunción Silva y Baldomero Sanín Cano, un antioqueño
cuatro años mayor que él con quien mantendría una larguísima y fecunda amistad, una
intimidad intelectual.
La guerra de 1885 y el grave deterioro de la moneda hicieron cancelar a don Ricardo Silva
su segundo viaje a Europa y regresó, por Barranquilla, el 27 de agosto. A pesar de la
herencia dejada por su tío y de la reputación que tenía el almacén, los negocios de la
familia Silva continuaron su inexorable descenso. Invitado por Alberto Urdaneta, José
Asunción Silva participó en la Primera Exposición Nacional de la Escuela de Bellas Artes de
Colombia, que tuvo como sede el Colegio de San Bartolomé, con el cuadro Un duelo, en la
galería de autores contemporáneos, con el número 875. Por ese entonces Elvira Silva era
ya una de las mujeres más bonitas y solicitadas de Bogotá. Prueba de ello son las
frecuentes reseñas que la prensa hizo de su participación en diferentes bailes y festejos.
Memorable fue el baile que Leo S. Kopp ofreció y en el que destacaron Elvira, acompañada
del conde italiano Gloria, y José Asunción Silva con la bella Isabel Argáez.
Don Ricardo Silva falleció la noche del 1 de junio de 1887, en la casa 93 de la calle 12. Pero
no fue solamente la triste pérdida lo que ensombreció y transformó totalmente el
ambiente familiar; al asumir José Asunción la dirección de los negocios paternos,
descubrió que hasta entonces su familia había vivido en una falsa bonanza, basada en
créditos respaldados únicamente en la confianza que los acreedores tenían en don Ricardo
y que tal vez no era ''heredable''.
Pero el poeta no se amilanó: decidió renovar el negocio y diversificarlo, invirtiendo en
tierras cafeteras, abriendo una sucursal de Ricardo Silva e Hijo llamada Almacén de
Cuelgas y revolucionando la publicidad con poemas-anuncio o bien con enormes letreros
nunca vistos en los diarios capitalinos. Leyó en este año de 1888 tres libros claves: El
crepúsculo de los dioses, de Friedrich Nietzsche; La dama gris, de Hermann Sudermann, y
Le bon heure, de Sully Prudhomme, y empezó los borradores de una serie de novelas que
pensaba reunir bajo el título común de Cuentos negros, que aparecieron en periódicos de
la época. Entre 1889 y 1891, Silva escribió buena parte de su más conocida poesía, como el
Nocturno II, y también, en prosa, La protesta de la Musa.
1891 fue uno de los años más terribles en la vida del poeta: el 6 de enero de 1891 su
hermana Elvira cayó enferma de neumonía, según el diagnóstico del doctor Josué Gómez,
y falleció cinco días más tarde. La partida de defunción fue firmada por el cura de la
catedral, Rafael María Carrasquilla. Entre los poemas que se dijeron en honor de Elvira
Silva después del sepelio, sobresalió el escrito por Jorge Isaacs, amigo muy cercano de la
familia. La muerte de su hermana fue, tal vez, el golpe más fuerte sufrido por José
Asunción hasta entonces. Cubrió el cadáver de su adorada hermana y confidente con lirios
y rosas y lo ungió con perfumes.
Por varios días, José Asunción Silva no pudo levantarse de la cama, y cuando por fin volvió
a sus negocios, llegaron a cobrarle el entierro y no tenía en caja ni los seiscientos pesos de
la deuda. La situación fue tal que hasta miembros de su familia llegaron a humillarlo; doña
Vicenta achacaba la ruina al afán de Silva por los versos. Se acumularon hasta 52
ejecuciones judiciales en su contra. Todos los bienes, sin exceptuar las joyas de su madre
ni los muebles de su casa, acabarían en manos de los acreedores.
No obstante, el poeta no escatimó esfuerzos para revivir la antigua prosperidad: escribió
cartas de hasta 103 páginas a los acreedores; cambió mercancía por las deudas contraídas
e incluso escribió un cuento para promocionar los pianos Apollo con sordina que él vendía.
En 1893 se vio obligado a mudarse del elegante barrio de La Catedral al más modesto de
Las Aguas. En compañía de Baldomero Sanín Cano se dedicó al periodismo a tiempo
completo, escribiendo para El Telegrama, entre otras, la columna ''Casos y Cosas''".
El entonces vicepresidente de la República Miguel Antonio Caro, influido tal vez por doña
Vicenta y su antigua amistad con don Ricardo Silva, nombró secretario de la legación
colombiana en Caracas a José Asunción Silva, acto ratificado con la firma del ministro de
Relaciones Exteriores Marco Fidel Suárez, el 5 de mayo de 1894. En agosto Silva, ya
famoso en todo el país, fue recibido de manera apoteósica en Cartagena; en una mañana
llegó a tener hasta quince visitas; la gente recitaba de memoria sus poemas y el presidente
Rafael Núñez y doña Soledad Román lo acogieron en su casa del Cabrero, de visita. Llegó a
Caracas el día 11 de septiembre. Allí no fue menor la acogida que tuvo, no por su cargo
diplomático, sino por ser figura destacada de la intelectualidad latinoamericana.
En la capital venezolana, aparte de los abrumadores deberes diplomáticos, debido a la
inoperante actitud del embajador, el general José del Carmen Villa, José Asunción Silva se
dedicó a intercambiar ideas con intelectuales venezolanos, a pulir sus Cuentos negros y a
escribir una nueva novela titulada Amor. Inexplicablemente, en diciembre de 1894 solicitó
una licencia para "ir a pasar un mes a Bogotá". Embarcó en el vapor francés Amérique el
21 de enero del año siguiente y, una semana más tarde, el barco encalló frente a Bocas de
Ceniza; tras varias horas de zozobra los viajeros fueron rescatados, mas no el equipaje,
perdiéndose con ello la mayor parte de la obra literaria del poeta.
De nuevo en Bogotá, la "maldita pobreza" lo seguía acorralando; pero no por ello Silva
desmayó en su intento por progresar y volvió a volcar sus energías de una manera feliz en
dos actividades: la reconstrucción de su obra literaria, principalmente de la novela De
sobremesa, y la construcción y montaje de una fábrica de baldosines, cuya formulación
química había patentado. Consiguió máquinas y oficinas, buscó socios y suscriptores para
conseguir el capital necesario, pero el dinero nunca apareció.
En la noche del 23 de mayo de 1896, tras una velada íntima organizada por doña Vicenta,
José Asunción Silva se retiró a su habitación, y a la mañana siguiente fue hallado muerto
sobre su cama. El poeta se había suicidado de un tiro en el corazón; se cuenta que había
preguntado a un médico la localización exacta de dicho órgano. Fue enterrado en Bogotá,
en el cementerio destinado a los suicidas.
Obras de José Asunción Silva
A pesar de ser considerado como uno de los grandes de la literatura, la obra de José
Asunción Silva no es muy extensa. Se ha querido encuadrar al gran poeta colombiano en el
romanticismo y en el modernismo, pero en realidad nos encontramos ante un poeta
excepcional con características singulares. Más que romántico, es un posromántico
poderosamente influido por Bécquer y Edgar Allan Poe; se resiste a incorporarse a la
corriente modernista que acaudilla Rubén Darío, pero es por sus calidades un precursor y
hasta un iniciador del modernismo.
Una primera etapa de su producción está marcada por el romanticismo; así lo demuestra
su libro Intimidades, que recogió poemas escritos entre los catorce y los dieciocho años de
edad. La obra incluye 59 composiciones (por lo menos dos de ellas en forma fragmentaria),
de entre las cuales más de 33 permanecían inéditas. Este libro constituye, tal vez, la fuente
más rica de la obra escrita en verso por el poeta colombiano (los poemas sólo fueron
publicados en su totalidad en 1977).
En esos primeros escritos, Silva afianza su voluntad de poeta. Desde el primer poema, Las
ondinas, se anuncia el tono general, una obra de gótico romanticismo, de textos lúgubres
llenos de misterio; el mundo del poeta es el mundo de los muertos, de la luna, de las
"húmedas neblinas...", como cita Eduardo Camacho Guizado.
Dice Silva en su prólogo de 1882 al poema Bienaventurados los que lloran de Federico
Rivas Frade (1858-1922) que Bécquer y sus imitadores "encierran en poesías cortas, llenas
de sugestiones profundas, un infinito de pensamientos dolorosos". Juan Gustavo Cobo
Borda afirma que este prólogo debe leerse a su vez como autobiografía y poética de Silva,
que "entiende la poesía como una actividad cercana a lo religioso, como plegaria o rezo,
susurro o confidencia". Por lo menos cuatro composiciones de Intimidades son versiones
de textos de Víctor Hugo. Silva quiere evadir la realidad santafereña y se refugia en su
soledad para ir en busca del más allá, de los "paraísos imaginarios" que le sugiriera
Baudelaire.
 
Sin embargo, es El libro de versos la obra considerada de mayor relevancia en la
producción literaria del poeta. Un primer gran tema de esta compilación poética lo
constituye la infancia, que frente al presente negativo y doloroso parece ser la época más
feliz de la vida; pero también existen otras preocupaciones: el poeta y su pasado histórico.
La evocación de su infancia personal se hace reflexión épica sobre el pasado histórico
latinoamericano, sobre su futuro y su presente. Al pie de la estatua es un poema dedicado
al Libertador Simón Bolívar, en el cual el prócer se dirige al poeta. Éste es el único poema
que Silva escribe sobre América y que muestra su naciente preocupación histórica y
política.
En "Infancia", Silva plasma sus vivencias de niño; aparecen los personajes de los cuentos
infantiles: Caperucita, Barba Azul, Gulliver o el ratón Pérez. El vate colombiano describe
aquí sus años de escuela, sus juegos, las historias de la abuela, los paseos al campo...
Miguel de Unamuno sugirió que el poeta busca la muerte sólo por la imposibilidad de
seguir siendo niño: "El mundo le rompió con el sueño la vida".
Una segunda preocupación de Silva la constituye el amor, como se aprecia en el Nocturno
II ("Poeta, di paso...") y en el Nocturno. La pretendida ambigüedad de sus sensaciones
íntimas, especialmente en relación con su hermana Elvira, expresadas a raíz de la muerte
de ésta en el famoso Nocturno III, ha sido apasionadamente comentada por la crítica; a
pesar de todo, y a pesar también de la caprichosa elaboración de los versos, el prodigioso
conjunto de este Nocturno III de ritmo tetrasilábico es un monumento lírico indiscutible.
En una tercera instancia de este Libro de versos, Silva quiere abarcar distintos temas; aquí
se recuerdan sus composiciones Un poema y Vejeces. En la última sección, Silva nos revela
todo su desengaño del mundo y su pesimismo, como lo anunciara el título de su poema
Ceniza o Día de difuntos.
Otro libro unitario en la obra de Silva lo constituye Gotas Amargas. En esta obra las
intenciones poéticas de Silva son diferentes y de claro contenido satírico. Existen otros
poemas de Silva de tono satírico no incluidos en estas trece Gotas, como por ejemplo
Psicopatía de El libro de versos. Al parecer, Silva dio poca importancia a estos poemas, que
no consideraba dignos de su talento.
La sátira abarca temas tales como la literatura de la época, a la que Silva califica de
sensiblerías "semi-románticas". También son tema de mofa la afectación intelectual, los
poetas "grandiosos y sibilinos", los lectores que confunden la literatura con la vida, las
creencias religiosas de su sociedad y de su tiempo, así como sus convenciones sociales,
morales y sexuales. Los poemas dispersos, recogidos bajo el título de Versos varios, son
traducciones y versiones de poemas europeos (franceses en su gran mayoría), así como
poemas juveniles y unos pocos posteriores a El libro de versos.
 
 
 
 
 
 
 

RAFAEL POMBO
José Rafael de Pombo y Rebolledo, popularmente conocido como Rafael Pombo,
nació en Bogotá, Colombia el 7 de noviembre de 1833; fue escritor del amor y la
naturaleza, fabulista, poeta, traductor, intelectual y diplomático colombiano. Máximo
representante del romanticismo en el país y una de las principales figuras en la Lírica
Romántica en lengua española. Fue un hombre de una cultura amplia y universal,
aficionado a la música y a las artes plásticas, era además un incansable lector.
La familia de Rafael Pombo formaba parte de la aristocracia Criolla, su padre Lino de
Pombo O’Donnell, fue un destacado político militar y diplomático Cartagenero, quien
se casó en Popayán con Ana Rebolledo, de familia de la alta alcurnia, Rafael Pombo fue
hijo primogénito y tuvo cinco hermanos: Beatriz quien vivió con él toda su vida, Felisa,
Juanita, Fidel (Fundador del Museo Nacional) y Manuel. Su madre le enseñó sus
primeras letras, a los once años (1844), ingresó al seminario de Bogotá. El estudio del
latín hizo de él un diestro traductor de los clásicos.
Parece que la inclinación por la Poesía nació desde muy temprano, a sus diez años ya
había copiado versos y traducciones en un cuadernillo, que tituló “Panteón Literario”,
en 1846 ingresó en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, donde estudio
humanidades. En 1848 recibió el grado en matemáticas e Ingeniería en el colegio
Militar que había fundado el general Tomas Cipriano de Mosquera.
Aunque nunca ejerció como ingeniero, se sabe que hizo algunos estudios para el
mejoramiento urbano de Bogotá.
Posteriormente Rafael Pombo viajó a Popayán, donde su familia materna tenía
propiedades, allí escribió dos de sus poemas más conocidos: “La Copa de Vino” y “Mi
Amor”, firmada con el seudónimo de Edda.
En compañía de los escritores José Eusebio Caro y José María Vergara y Vergara
fundaron en 1852 “La siesta”, órgano literario de marcado tinte romántico.
En 1855 viajó a New York como secretario de la legación colombiana. Permaneció 17
años en Estados Unidos, residió en Washington y en Filadelfia siendo esta su época de
plenitud creadora.
Cuando llegó de su larga permanencia en Estados Unidos, regresó a Santa Fe de
Bogotá, donde trabajó como traductor y periodista, fundó varios periódicos entren los
cuales se destacan “El cartucho y El Centro”. En 1902 fue nombrado Miembro
Honorario de la Academia de Historia.
El 20 de agosto de 1905, en el teatro Colón, Rafael Pombo fue coronado como el mejor
poeta de Colombia. El 6 de febrero de 1912 reemplazó a Manuel María Mallarino,
como miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, de la que fue secretario
perpetuo.
Rafael Pombo, es uno de los poetas colombianos más sobresalientes del siglo XIX,
favorecido por su solvencia económica fue el primero que asumió la labor poética
como su principal actividad durante toda su vida; con él nace una poesía nueva en el
Continente, también se destaca en Rafael Pombo su inclinación por la Literatura
Infantil.
Su obra completa se publicó por primera vez en cuatros volúmenes en el año de 1916.
Rafael Pombo murió el 5 de mayo de 1912, a la edad de 78 años en Bogotá (Colombia)
y enterrado en el Cementerio Central de esta misma ciudad.
En 1983 fue inaugurada La Fundación Casa Rafael Pombo
 

Biografía de alvaro mutis


Álvaro Mutis Jaramillo (25 de agosto de 1923 -22 de septiembre de 2013) Nació en
Bogotá, Colombia. Poeta, novelista y periodista colombiano, exaltado como uno de los
escritores hispanoamericanos más importantes. Hijo de Santiago Mutis Dávila y
Carolina Jaramillo Ángel, su padre fue secretario de la Presidencia de la República
diplomático, fue nombrado ministro consejero de la Legación en Bruselas, motivo por
el cual se mudan a Bélgica en 1925, en esta vivieron hasta 1932, año en el que su
padre muere. Álvaro Mutis, se crio en el seno de una familia de clase media, la cual
además de trabajar en el ámbito político, se dedicó a la minería y la agricultura, su
abuelo contaba con plantaciones de café y minas, las cuales visitaban en el periodo de
vacaciones.
La infancia de Mutis giro entorno a la Finca de su abuelo y las minas, las cuales
recuerda con aprecio. En 1932 su madre decide que es tiempo de regresar a Colombia,
al retoñar residen en la Finca Coello, que ahora pertenecía a esta, dejar Europa fue
difícil para Mutis, pues esta era su mundo, tenía preciosos recuerdos de esta y
Colombia era para él, solo un lugar de vacaciones. La vida en Europa y su regreso a
Colombia marcaron su vida, todas estas experiencias se ven reflejadas en los escritos
de Mutis.
Mutis acudió al colegio Saint Michel, dirigido por padres jesuitas, abandonó el colegio
en 1932, momento en el que regresa a Colombia, en donde prosigue con sus estudios
en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá, durante su etapa
educativa, Mutis, tuvo poco interés en el estudio de las ciencias, en gran medida se
enfocó en el ámbito de las letras y humanidades, leyó clásicos Julio Verne, Honoré de
Balzac, y Flaubert, posteriormente lee las obras de Rilke y Kafka, entre otros, se
interesó también por los escritores latinoamericanos como Pablo Neruda y Juan
Ramón Jiménez. Con solo 18 años contrae matrimonio con Mireya Durán, de esta
unión nacen tres hijos, María Cristina, Santiago y Jorge Manuel.
Después de casarse, empieza a trabajar como director del programa radial “Actualidad
Literaria” de la emisora Nuevo Mundo, al poco tiempo Mutis, entre en contacto con el
mundo Bohemio y letrado de Bogotá, en este entorno conoce al crítico Casimiro Eiger,
este lo impulsara a entrar en el mundo de la poesía y la escritura, en estos años
visitaba frecuentemente los cafés tradicionales como: “El Molino” y “El Asturias”, al
acudir a estos cafés se relacionó con diferentes poetas y escritores que influirán de
manera determinante en sus obras. En 1942, fue contratado como locutor de noticias
en la Radiodifusora Nacional cargo que desempeña hasta 1946.También se desempeñó
como jefe redacción de la revista “Vida”.
su vida:
En “Vida” aparece el primer poema de Mutis, «La creciente», además de algunos
textos sobre retratos literarios; mientras trabajaba siguió ampliando sus lecturas
ahondando en escritores surrealistas, tales como André Breton, el cual influyo en su
obra “La cebra perfumada”, el cual no fue publicado. Luego publica algunos de sus
textos en el periódico “La Razón”, dirigido en ese entonces por Alberto Zalamea;
influenciado por el grupo de los “Cuadernícolas” publica el cuaderno de poesía “La
balanza” (1948), este contenía ilustraciones realizadas por Hernando Tejada, cuatro
años después lanza el segundo libro “Los elementos del desastre” (1948), este fue
exaltada por su frescura y belleza.
Al notar que la carrera como escritor no generaba los ingresos necesarios para
sostenerse, incursionó en la publicidad, se desempeñó como relacionista y publicista
de empresas, entre estas están: la Compañía Colombiana de Seguros, Bavaria, Lansa y
Esso en la cual empezó a trabajar en 1954, para llevar a cabo sus funciones viajó
constantemente por el mundo, estas experiencias como viajero son de gran relevancia
en la obra de Mutis. Su trabajo en Esso, termina en 1956, momento en el que es
demandado por invertir cierto dinero en empresas culturales, violentando así su
función, al ser demandado Mutis se traslada a México, país en el que reside hasta su
muerte. Al llegar a México entra en contacto con la cultura literaria del país, se hace
amigo de Octavio Paz, Juan José Arreola, Juan Rulfo, también conoce a Luis Buñuel y
Luis de Llano, los dos lo ayudaron a conseguir trabajo en una agencia de publicidad
para televisión.
Si bien, residía en México, Mutis, no perdió el contacto con Colombia, trabajaba
haciendo colaboraciones para la revista “Mito”, en la cual aparece el libro “Reseña de
los hospitales de ultramar” (1959), libro que marca su carrera con la aparición del
emblemático personaje, “Maqroll el Gaviero”, un alter ego, aventurero sombrío que
habla sobre lo frágil y contradictoria de la condición humana.“Maqroll el Gaviero”, está
basado en las experiencias de Mutis, reflejando el aprecio del autor por Europa, su
pasión por los barcos y los trayectos largos.
En 1959, es arrestado por la demanda interpuesta por Esso, pasa un año y medio en
prisión, en el trascurso de ese año, Mutis, vuelve a leer a Proust y escribe «Saraya”,
“Antes que cante el gallo» y «La muerte del estratega», algunos poemas de “Los
trabajos perdidos”, y escribió el “Diario de Lecumberri”, entre otros. Al salir es
contratado como gerente de ventas de América Latina de la Twentieth Century Fox y
después de la Columbia Pictures. En la década de 1960 publica varios escritos con el
seudónimo de Álvar de Mattos en la revista “Snob”, posteriormente llevo a cabo una
serie de conferencias en la Universidad Nacional Autónoma de México, las cuales
fueron publicadas después en la revista de la universidad.
Entre 1965 y 1997 publico los libros: “Los trabajos perdidos” (1965), “Summa de
Maqroll el Gaviero” (1947-1970), “La mansión de Araucaíma” segunda parte (1978,
“Caravansary” (1982) “Los emisarios” (1984) “La nieve del almirante” (1986), “Ilona
llega con la lluvia” (1987) “Un bel morir” (1989), “Amirbar” (1990) y Contextos para
Maqroll (1997), y otros. La carrea de Mutis fue extensa y prolifera, sus obras le hicieron
acreedor de grandes reconocimientos, tales como, el Premio Nacional del nadaísmo
para poesía de 1965, Premio Nacional de Poesía de Colombia en 1983, el siguiente año
recibió en México el premio de crítica “Los Abriles” posteriormente recibió el premio
Médicis por el libro “La nieve del almirante”, seguido fue nombrado doctor honoris
causa en letras por Universidad del Valle, recibió el Príncipe de Asturias y el Premio
Cavour. Álvaro Mutis, fallece el 22 de septiembre de 2013, en México.
 
 

Tomas carrasquilla
Tomás Carrasquilla (17 de enero de 1858 – 19 de diciembre de 1940) narrador y
escritor. Nació en Santo Domingo, Antioquía, Colombia. Su padre fue Rafael
Carrasquilla Isaza, ingeniero civil, y su madre fue Ecilda Naranjo Moreno, una amante
de las letras. Su padre se dedicó a las labores mineras, por ella la familia Carrasquilla se
mudó al pueblo de Concepción. Posteriormente, comenzó sus estudios en leyes en la
Universidad de Antioquia, pero no logró culminar sus estudios debido a las guerras
civiles de principios del siglo XX. En tal sentido, se desplazó al municipio de Argelia para
trabajar en una mina.
Carrasquilla, conoció a Fernando González, y al caricaturista Ricardo Rendón, y al
escritor León de Greiff. Posteriormente, fundó el grupo de Los Panidas. Por un tiempo
se dedicó al oficio de sastre y a realizar frecuentes viajes de negocios a Medellín. Entre
1879 y 1891 asumió el cargo de secretario del juzgado del circuito y juez municipal.
Durante ese lapso publicó su obra: Simón el mago gracias a esta obra pudo ingresar al
Casino Literario, dirigido por Carlos Eugenio Restrepo, futuro presidente de Colombia.
En 1890 se publicó en un volumen colectivo del Casino Literario.
Tomás Carrasquilla, creó con algunos amigos una biblioteca pública en Santo Domingo
y, escribió su primera novela: Frutos de mi tierra. Esta fue innovadora porque su
escritura utilizaba términos muy coloquiales. Narraba las aventuras del joven Agustín y
de la familia Alzate y sobre la vida de un pueblo pequeño, de temas cotidianos como
las envidias entre familias, los chismes y recelos, todo con la intención de ser fiel a la
realidad.
Carrasquilla superó las formas planas, exteriores y un tanto insustanciales de las obras
costumbristas. Gracias a Carrasquilla aparece en Colombia el escritor de oficio, que se
dedica por completo a la literatura. En suma, el aporte en el campo narrativo de
Carrasquilla es notable porque con él surgen elementos fundamentales de la narrativa:
la crítica social y la esencia de lo humano visto a través de personajes que, poseen sus
propias características individuales, dotados de vicios y virtudes.
Luego de escribir Frutos de mi tierra, el escritor antioqueño viajó por primera vez a
Bogotá temporalmente. Durante esta estancia en la capital, Baldomero Sanín Cano lo
introdujo en los círculos intelectuales capitalinos, presentándole al poeta José
Asunción Silva. Con su novela ya editada, regresó a su pueblo. Continuó su vida entre
Medellín y Santo Domingo. Lamentablemente sufrió un accidente mientras cabalgaba
un caballo, se vio obligado a permanecer inmóvil durante dos meses, y cuando se
repuso y regresó a Santo Domingo, una enfermedad en la garganta lo postró
nuevamente.
Al tiempo redactó tres de sus más famosos cuentos: Blanca, Dimitas Arias y el
legendario A la diestra de Dios Padre. Este último fue el más popular a nivel nacional,
relata la historia de Peralta, un hombre generoso que auxilia a los miserables de la
tierra y recibe la ayuda de Jesucristo; detiene a la muerte y le gana al diablo en el
juego, y se ganó el cielo por vida ejemplar. Su popularidad fue tal que el dramaturgo y
director Enrique Buenaventura lo adaptó al teatro.
En el año de 1903 Carrasquilla escribió El ánima sola, San Antoñito, El padre Casafús, la
crónica El baile blanco y, Salve, Regina. Al año siguiente, su producción literaria
mermó, pero se dedicó a escribir columnas en El Espectador de Medellín. El escritor se
adhirió al ambiente nocturno y de bohemia, yendo a tertulias literarias y sociales. Fue
miembro de tertulias como la de Susana Olózaga de Cabo y la de los clubes Unión,
Cosmos y Jockey Club.
Desde agosto de 1914 se radicó en Bogotá, y trabajó en el Ministerio de Obras
Públicas. Luego, al trasladarse El Espectador a Bogotá, Carrasquilla siguió escribiendo
columnas. Publicó por entregas la novela corta Ligia Cruz. Se dice que Carrasquilla
gustaba de dictar sus obras y era poco amigo de escribirlas. En 1922 redactó el
homenaje a José Asunción Silva.
La marquesa de Yolombó, es una de sus obras más representativas. Allí plasmó su
profundo conocimiento de los seres humanos, la precisión de su realismo y demuestra
la capacidad para ver a los personajes en sus permanentes cambios. Por otro lado, es
interesante prestar atención a las descripciones de tradiciones y creencias, de
celebraciones y ceremonias que aparecen en La marquesa de Yolombó, estos
elementos enriquecen la recreación del ambiente, muestran también lo más
entrañable y auténtico de la región y del poderoso sincretismo cultural de Colombia.
Desde 1926, sufrió trastornos circulatorios, ceguera y una parálisis, pero no impidió su
creación literaria; dictó la trilogía Hace tiempos, integrada Por aguas y pedrejones, Por
cumbres y cañadas y Del campo a la ciudad. Es una recopilación de sucesos
autobiográficos y su última gran obra literaria. Falleció el 19 de diciembre de 1940 en
Medellín, a causa de la gangrena.
Su obra fue reconocida por la Academia Colombiana de la Lengua que le otorgó el
Premio Nacional de Literatura y Ciencias José María Vergara y Vergara. Sigue siendo
reconocido como el primer novelista del país y un gran referente de la la literatura del
Siglo de Oro.
 

Juan Gabriel vasquez


Juan Gabriel Vásquez nace el 1 de enero de 1973 como hijo de dos abogados, Alfredo Vásquez y
Fanny Velandia. Crece en una familia de lectores y empieza a escribir muy temprano, publicando
cuentos en publicaciones escolares desde los ocho años. Vásquez suele contar que a los nueve años
su padre le hizo traducir del inglés una biografía del futbolista Pelé . Durante la adolescencia,
4

descubre la literatura anglosajona y las novelas del boom latinoamericano, especialmente a Gabriel
García Márquez y a Mario Vargas Llosa.
Siguiendo la tradición familiar, en 1990 Vásquez comienza a estudiar Derecho en la Universidad del
Rosario en el centro histórico de Bogotá. Desde el primer año, cuando una materia le aburre –es
decir, cuando la materia se aparta de la idea humanista del derecho− se sienta en la última fila para
leer a escondidas. En esa época empieza a frecuentar las librerías de segunda del centro de
5

Bogotá, la Casa de Poesía Silva donde muchos años después situaría una de las escenas cruciales de
El ruido de las cosas al caer y los sitios históricos relacionados con la vida y muerte de Jorge Eliécer
Gaitán, el político liberal asesinado en 1948 que llegaría a desempeñar un papel importante en Los
informantes y, más aún, La forma de las ruinas. Mientras tanto, lee con voracidad a los autores
latinoamericanos −además de los ya mencionados, descubre a Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y
Carlos Fuentes− y empieza a participar en concursos de cuento para escritores noveles: en 1993
sale finalista en el Concurso Nacional de Cuento Universidad Externado de Colombia y el Concurso
Nacional de Cuento Germán Vargas, ambos convocados en Bogotá; en 1995 es finalista, con uno de
los primeros borradores de Persona, del Concurso Internacional de Novela Corta Ciudad de
Barbastro; y en 1996, a punto de terminar la carrera de Derecho, gana el Concurso Nacional
Metropolitano de Cuento en Barranquilla con un relato llamado “La esposa de Filipo”.
De este modo, la vocación literaria de Vásquez empieza a cobrar cuerpo durante la carrera de
Derecho. Sin embargo, nunca abandona los estudios. A mediados de 1996 se gradúa con una tesis
titulada La venganza como prototipo legal en la Ilíada, que la misma Universidad del Rosario
publicaría años más tarde.
 
 
 

Mario mendoza
Mario Mendoza Zambrano nació en 1964 en Bogotá, Colombia. Estudió en la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá donde obtuvo la maestría en Literatura
Latinoamericana. Posteriormente, es profesor del Departamento de Literatura de la
misma universidad en la que había estudiado. Aunque siempre profundamente
vinculado a su Bogotá natal, Mario Mendoza cruzó el Atlántico en diversas ocasiones.
Lo hizo cuando fue a Toledo, para asistir en los cursos de literatura hispanoamericana
de la Fundación Ortega y Gasset; y, también para ir a Israel donde residió en Hof
Ashkelon (Gaza), una de las zonas más calientes del planeta. Fue después de este viaje
cuando, al regresar a su país, empezó a publicar algunos artículos en diarios revistas
colombianos. En el otoño de 1997 trabajó en James Madison University en Virginia,
EE.UU.
 
Luego de licenciarse en literatura y trabajar como pedagogo, Mendoza, decidió iniciar
su carrera literaria a partir de 1980, combinando la escritura con la docencia y la
colaboración con diversos medios culturales como diarios y revistas, entre esas, la
Revista Bacánika. Ha impartido clases de literatura durante más de diez años.
 
Gracias a su novela Satanás, Mario, obtuvo del Premio Biblioteca Breve de la editorial
Seix Barral en 2002. Mendoza es uno de los más reconocidos autores latinoamericanos
de la actualidad.
 
 
 
 
 
 
Laura Restrepo
Laura Restrepo Casablanca nació en Bogotá, Colombia, en 1950. Estudió Filosofía y Letras en la
Universidad de los Andes y posteriormente hizo un postgrado en Ciencias Políticas. Fue profesora
de Literatura en la Universidad Nacional y del Rosario.
Ha compaginado la militancia política con sus actividades como escritora y periodista. En 1983 fue
nombrada miembro de la comisión negociadora de la paz entre el gobierno y el grupo guerrillero
M-19. Publicó en 1986 Historia de un entusiasmo, fruto de sus experiencias con el M-19, por lo que
tuvo que exiliarse en México y Madrid hasta que el M-19 abandonó las armas y pasó a ser un
partido de oposición.
En 1997 ganó el Premio Sor Juana Inés de la Cruz por su novela Dulce compañía. En 1998 se hizo
acreedora del Prix France Culture que otorga la crítica francesa a la mejor novela extranjera
publicada en Francia.
En 2004 fue nombrada directora del Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá, pero renunció poco
después tras haber sido galardonada con el Premio de Novela Alfaguara. Por su novela Delirio.
En 2009 publicó Demasiados héroes.

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