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Qué pasa en nuestro

cerebro en el intervalo
entre la vida y la muerte: el
sorprendente hallazgo

Dos personas caminan hacia la luz del final del túnel. iStock

CIENCIA ESTUDIOS

Qué pasa en nuestro


cerebro en el intervalo
entre la vida y la muerte: el
sorprendente hallazgo
Los investigadores detectaron actividad cerebral en una zona que
se asocia a la conciencia una vez se les había retirado el soporte
vital a los pacientes.
4 mayo, 2023 02:42GUARDAR
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Pablo García Santos @_pablogsantos_

¿Qué ocurre en el intervalo entre la vida y la muerte? No son


pocas las respuestas que se han dado, incluso desde la ciencia, a
esta cuestión que siempre suscita cierto escalofrío cada vez que se
formula. Recientemente, el científico del CSIC Álex Gómez-Marín
describía que en su experiencia cercana a la muerte no había visto
un túnel, aunque sí un pozo. Sin embargo, un nuevo estudio ofrece
pruebas de que la luz al final del túnel que se asocia con la
llegada de la muerte no es tan descabellada como parece.
Los investigadores de la Universidad de Michigan (UMich) en
Estados Unidos que han realizado este trabajo utilizaron los datos
de cuatro pacientes que fallecieron por parada cardiaca en el
hospital mientras estaban bajo monitorización por
electroencefalograma (EGG). Por el momento, el EGG es la única
medida de la actividad cerebral que constituye un
indicador de qué tan despierto está un paciente, ya sea al
salir de una anestesia o para saber cómo de profundo es el coma,
como le sucedía a todos los pacientes analizados.
Pero como ninguno de los tratamientos que se les aplicó tuvo el
efecto deseado, se decidió retirarles el soporte vital, con el
correspondiente permiso de sus familias. La sorpresa llegó al
comprobar los resultados de dos de los pacientes una vez se le
había desconectado de cualquier vía que pudiera mantenerlos con
vida. Estos no sólo experimentaron un aumento en la frecuencia
cardiaca, sino que también mostraron una fuerte actividad de las
ondas gamma. Se trata de un tipo específico de ondas cerebrales
que se vincula con la conciencia, por lo que el hallazgo podría
explicar el fenómeno de las experiencias cercanas a la
muerte.
[Anil Seth, el gran sabio de la consciencia: "La realidad es una
alucinación controlada"]
"La forma en que la experiencia vívida puede surgir de un cerebro
disfuncional durante el proceso de la muerte es una paradoja
neurocientífica. Vimos posibles neurofirmas de
conciencia", explica la investigadora de la Universidad de
Michigan Jimo Borjigin y autora principal de este estudio que se
acaba de publicar en la revista Proceedings of the National
Academy of Sciences.
Qué experimentaron los pacientes
Lo más llamativo es que la actividad cerebral se descubrió en la
conocida como zona caliente de los correlatos
neuronales de la conciencia en el cerebro, la unión entre
los lóbulos temporal, parietal y occipital en la parte posterior de
este órgano. Anteriores estudios ya habían relacionado esta zona
con los sueños, las alucinaciones visuales en la epilepsia, la
recuperación de la memoria y los estados alterados de conciencia.
Los pacientes en los que detectaron actividad cerebral tras la
muerte tenían informes previos de convulsiones, pero ninguna
convulsión durante la hora anterior a su muerte. Por su parte, los
otros dos pacientes no mostraron el mismo aumento de
la frecuencia cardiaca al retirarles el soporte vital ni
presentaron un aumento de la actividad cerebral.
De hecho, la autora principal reconoce que con estos datos no es
posible extraer grandes conclusiones debido al pequeño
tamaño de la muestra. "No podemos establecer correlaciones
entre las señales neuronales de la conciencia observadas y la
experiencia correspondiente en los mismos pacientes de este
estudio".
Además, tampoco existe evidencia del significado fisiológico de las
ondas gamma y de una posible
conciencia encubierta durante el proceso de la muerte,
pese a que en el estudio queda demostrado que el cerebro cuando
está a punto de morir aún puede permanecer activo. También
sugieren la necesidad de reevaluar el papel del cerebro durante un
paro cardíaco.
"Estudios multicéntricos más amplios, que incluyan a pacientes de
la UCI con EEG monitorizado que sobreviven a una parada
cardiaca, podrían aportar datos muy necesarios para determinar si
estas ráfagas en la actividad gamma son o no pruebas de una
conciencia oculta incluso cerca de la muerte", reclama Borjigin en
esta nota de prensa de la UMich.

Este estudio, en realidad, es la continuación de un trabajo más


amplio que comenzaron hace 10 años desde el Departamento de
Fisiología Molecular e Integrativa y del Departamento de
Neurología, liderado por la propia Borjigin. Este grupo de
investigadores realizó varias pruebas en ratas en
situación de muerte clínica para estudiar qué ocurría con su
actividad cerebral.
Tras inducir un paro cardíaco a los animales anestesiados, lo
normal sería pensar que al dejar de haber flujo sanguíneo, el
cerebro de las ratas dejara de funcionar. Sin embargo, los
resultados revelaron que sus firmas eléctricas de conciencia
excedían los niveles encontrados en el estado de vigilia de los
animales. Es decir, que a pesar de que estuvieran muertas,
su cerebro permanecía activo, al igual que sucedió años más
tarde en el estudio con humanos.
Estudios con muestras pequeñas
Tampoco es la primera vez que se ha descubierto actividad
cerebral después de la muerte. Sin embargo, este tipo de
estudios se caracterizan por contar con una muestra
muy reducida. Es el caso de la primera investigación en la que
se detectó que las ondas gamma permanecen activas más allá de la
vida.
[Las experiencias cercanas a la muerte no son alucinaciones:
esto es lo que ocurre en tu cuerpo]
En realidad, este descubrimiento se produjo por casualidad, ya
que los investigadores de la Universidad de Tartu en Estonia
estaban midiendo las ondas cerebrales de una persona de
87 años que sufría epilepsia. Al igual que los cuatro pacientes
del estudio citado antes, la actividad cerebral del octogenario
estaba siendo registrada mediante electroencefalografía (EGG) de
forma continuada para poder detectar las convulsiones.
Aunque durante el proceso de monitorización el paciente
sufrió un infarto y falleció. Quedó entonces un registro de
900 segundos de actividad cerebral, antes y después de la muerte.
El neurocirujano de la Universidad de Louisville (Estados Unidos)
Ajmal Zemmar aprovechó estos datos para elaborar un análisis
que se publicó el pasado año en Frontiers in Aging Neuroscience.
Zemmar descubrió que en los instantes previos y posteriores a la
muerte se producía un aumento en las oscilaciones
cerebrales. En esta ocasión, no sólo se observó cambios en las
ondas gamma, sino que también se detectaron en otras como las
delta, theta, alfa y beta. Esas ondas rítmicas, según detalla el
neurocirujano, seguían los mismos patrones que cuando el
cerebro desarrolla tareas que requieren un alto nivel cognitivo,
como memorizar, soñar, concentrarse o meditar. Pero, en sintonía
con su colega Borjigin.
Este investigador lamenta, como sus compañeros de la
Universidad de Michigan, que es imposible saber qué
experimentaron los pacientes puesto que ninguno de
ellos sobrevivió. Algunas personas que han sido recuperadas
mediante desfibriladores o reanimación cardiopulmonar (RCP) sí
que han podido relatar su experiencia: imágenes del pasado, de
amistades o de familiares fallecidos. Se trata, en realidad, de
recuerdos que se "guardan" en el mapa de conexiones en el que se
graba tanto nuestra experiencia vital y nuestros conocimientos, tal
y como explican los investigadores del CSIC Óscar Herreras y Mar
Gulis en este artículo de 20minutos.
[El final es el principio, una guía para cruzar al otro lado con
paz y serenidad]

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