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INDICE
1. La concepción del ser humano en la filosofía.
1.1. La concepción clásica del ser humano.
1.2. La concepción moderna del ser humano.
2. La teoría de la evolución.
3. Visión Antropológica del ser humano.
4. El ser humano desde la perspectiva sociológica.
5. La psicología: ciencia del alma.
Dado que todo conocimiento depende de la perspectiva que adoptemos, el filósofo Michel
Foucault (1926-1984) afirmó que las ciencias no estudian al ser humano de forma global,
sino que lo fragmentan en categorías. Por ejemplo, un biólogo estudia al ser humano como
organismo vivo, mientras que un economista estudia su comportamiento como
consumidor. Sin embargo, según Foucault, la filosofía es la única disciplina científica que
aspira a comprender al ser humano en su globalidad.
Para los filósofos clásicos el objetivo del ser humano es alcanzar la felicidad, y esta solo se
alcanza a través de la vida plena y en armonía en la sociedad.
Ambas concepciones comparten que el hombre tiene un alma inmortal y una naturaleza
invariable.
Estas dos concepciones del hombre, la clásica y la cristiana, serán dominantes hasta la edad
moderna, e influirán en el desarrollo de nuestra cultura occidental.
1.2. La concepción moderna del ser humano.
A medida que avanzó la ciencia y el conocimiento humano, la filosofía va a cuestionar la
concepción clásica del ser humano, como ser racional y de naturaleza invariable.
Para los filósofos modernos la razón y la lógica no bastan para explicar la complejidad del
comportamiento humano.
El antropólogo Lévy-Strauss (1908-2009) dice que las diferentes culturas han creado
distintos sistemas de significados y valores, que influyen en el modo en que los seres
humanos se perciben a sí mismos y perciben el mundo que los rodea.
2. LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN.
La aparición de la teoría de la evolución de Charles Darwin cambió totalmente la
concepción que los seres humanos tenemos de nosotros mismos.
En 1859, Charles Darwin publica “El origen de las especies por medio de la selección
natural”, causando una gran conmoción en la sociedad.
La tesis fundamental de la teoría de la evolución es que las especies mantienen una lucha
por la existencia, bien de unos animales contra otros (ejemplo: los machos entre sí en
época de celo), entre cazadores y cazados, y una lucha frente al medio en el que viven. Así,
los más fuertes, los más veloces, los más aptos sobreviven y transmiten sus características
a los descendientes.
Poco después, Gregor Mendel (1822-1884) formuló las leyes de la herencia. A través de
sus experimentos con guisantes en la huerta de su monasterio, descubrió el mecanismo del
proceso evolutivo, iniciando así la ciencia de la genética.
Los humanos somos primates del género “homo” y de la especie “Homo sapiens”. Somos
anatómicamente similares a otros grandes simios, pero con un mayor desarrollo cerebral,
capacidad para el lenguaje y para el pensamiento simbólico.
El humano moderno, Homo sapiens, nació en África y desde ahí colonizó los demás
continentes, desplazando al resto de homínidos. Toda la humanidad tenemos ese origen
común.
La adopción de la dieta carnívora resultó fundamental para conseguir proteínas, así pudo
permitirse un intestino más pequeño que los herbívoros, lo que le permitió ahorrar energía
para alimentar un cerebro más grande.
El dominio del fuego y la caza nos independizaron del medio, aumentando nuestra
capacidad de subsistencia y de organización social.
Por tanto, la teoría de la evolución nos ha hecho concebirnos como animales inteligentes,
con capacidad para el pensamiento simbólico, el lenguaje articulado, y la capacidad de
crear cultura a través de los rituales.
En los animales los rituales son pautas de conductas instintivas. Por ejemplo, los perros
después de defecar hacen el intento de tapar los excrementos con sus patas, aunque no
haya tierra.
En el ser humano, en cambio, el ritual es simbólico y cumple una función social. La vida
humana está marcada por pautas ceremoniales. Por ejemplo: dejar flores en las tubas de
nuestros seres queridos, los aplausos al finalizar un concierto, un apretón de manos para
saludarnos o llegar a un acuerdo.
Los seres humanos vivimos inmersos en un mundo repleto de ritos simbólicos que
organizan nuestra sociedad.
La psicología es la ciencia que estudia cómo las personas pensamos, sentimos y nos
comportamos, en relación con el medio físico y social que nos rodea.
Todas las sociedades humanas se caracterizan por transmitir su cultura a través del
lenguaje. Lo que nos lleva a considerar que el ser humano es una construcción cultural,
porque es el resultado de valores, creencias e ideas que ha ido adquiriendo a lo largo del
tiempo, creando una imagen de su propia persona y del mundo que le rodea.
En la evolución del ser humano son fundamentales dos aspectos: por un lado los cambios
biológicos que dieron lugar al proceso de hominización, y por otro lado, los cambios
culturales que permitieron a los homínidos adaptarse al medio y dieron origen a la
humanización.
Las distintas formas de interpretar el mundo han dado lugar a la aparición de diferentes
culturas. Esto es porque cada grupo social puede entender el mundo de diferentes formas,
dando lugar a la diversidad cultural.
La cultura es algo concreto y particular de cada sociedad o comunidad. No obstante, las
culturas no son herméticas, ya que frecuentemente se entremezclan unas con otras,
haciendo que surjan cambios y dando lugar al multiculturalismo, que es la convivencia de
varias culturas en el mismo lugar.
Nunca debemos olvidar que nuestra cultura nos otorga una perspectiva del mundo, pero
que existen otras perspectivas. Y que todas las culturas satisfacen las mismas necesidades
básicas de los individuos por diferentes medios.
La sociedad es un conjunto de personas que se unen de una manera estable para lograr un
objetivo común.
Cada sociedad se caracteriza porque los individuos comparten una cultura determinada,
unas normas de convivencia, unos deberes y obligaciones personales y colectivos, y unos
valores que determinan la moral del grupo y del individuo. Cuando un individuo no sigue el
orden moral establecido por la comunidad surge el conflicto, que deberá solucionarse
mediante la justicia, la cooperación o la responsabilidad.
Los estereotipos limitan a las personas, ya que no permiten desarrollar libremente sus
facultades personales o restringen la toma de decisiones.
Un estereotipo de género es una opinión o prejuicio generalizado que atenta contra las
características que posee un hombre o una mujer o sobre las funciones sociales que deben
realizar.
Los micromachismos son una forma de violencia de género, que incluye actitudes o
conductas machistas en la vida cotidiana que son sutiles, casi imperceptibles. Son
aceptadas socialmente y se perpetúan y transmiten constantemente, de forma consciente
e inconsciente.
La transición a la vida adulta abarca diferentes cambios, que van desde la incorporación al
mundo laboral hasta la emancipación de la familia, así como la posibilidad de comenzar a
participar en la comunidad a través de distintas instituciones u organismos.
En España la emancipación de los jóvenes es más tardía que en otros países desarrollados.
Las causas son: las dificultades para el acceso a la vivienda y al primer empleo, el abandono
escolar y la falta de políticas sociales de juventud y género.
La psicología es la ciencia que estudia cómo las personas pensamos, sentimos y nos
comportamos, en relación con el medio físico y social que nos rodea. Etimológicamente,
significa ciencia del alma (lógos, psyché)
5.1. El conductismo.
En 1913, el norteamericano John Watson se da cuenta que la psicología debía cambiar su
metodología si quería equipararse con las demás ciencias. Por ello abandonó la
introspección y convirtió la psicología en la ciencia de la conducta, y es así como surgió el
conductismo.
Dentro del conductismo aparecen diferentes corrientes o teorías que tratan de explicar el
comportamiento humano. Las más importantes son el condicionamiento clásico y el
condicionamiento operante o instrumental.
a) El condicionamiento clásico. https://youtu.be/JH2_Fr9DePU
La psicología conductista comienza su estudio a partir del reflejo condicionado. En
todos los animales existen los llamados reflejos innatos o incondicionados. Por
ejemplo, si nos acercan una cerilla (estímulo) a la mano, la retiramos (respuesta) sin
siquiera tener que pensar conscientemente en el peligro. La conducta de los
animales se fundamente en gran medida en este tipo de pautas instintivas, que
tienen como base un esquema de estímulo-respuesta.
¿Pero podemos conseguir asociar esa respuesta con un estímulo no innato? El
profesor de fisiología ruso Ivan Paulov (1849-1936) observó que el reflejo salivar y
la secreción de jugos gástricos (respuesta) de un perro se producían antes de que
éste viera el alimento, simplemente con oír los pasos de la persona que traía la
comida. A partir de esta observación ideó un experimento que consistía en
presentar un estímulo condicionado (el sonido de una campana) junto con un
estímulo incondicionado (la comida). Al principio el perro solo salivaba al ver la
comida, pero al repetirse la secuencia sonido-comida el perro empezaba a salivar al
oír el sonido de la campana, antes de ver la comida.
Skinner tomó un concepto del psicólogo Thorndike llamado ley del efecto, según el
cual “el aprendizaje consiste en la formación de hábitos que se afirman en la mente
si van seguidos de un refuerzo”.
Para demostrar su teoría, Skinner ideó un experimento conocido como las cajas de
Skinner. En estas cajas que contenían palancas, luces y aparatos eléctricos, se
introducían animales (ratas, ratones, palomas, patos…). Al principio el animal
actuaba por azar, pero, cuando accionaba una determinada palanca recibía comida.
Las repeticiones sucesivas hacían que presionase la palanca inmediatamente para
conseguir el alimento. El refuerzo del premio consolidaba la conducta hasta
convertirla en un hábito. Por lo tanto, la conducta se adquiere, mantiene y modifica
en función de las consecuencias que la siguen.
Para los cognitivistas el mundo no es lo que vemos: es cómo interpretamos lo que vemos
a partir de nuestras experiencias y nuestra subjetividad.
Sigmund Freud (1856-1939) es el autor más importante de esta teoría. Para Freud los seres
vivos tenemos dos instintos, a los que denomina pulsiones: el de autoconservación y el
sexual o libido. Ambos instintos se rigen por el placer, pero están sometidos al principio de
realidad. Por ejemplo, si un gato quiere comer un ratón (placer) y llega un perro, el gato
abandona el ratón, aunque tenga hambre (realidad).
a) El Ello, son los instintos y pulsiones primarios de nuestra naturaleza, que no son
controlados por la conciencia. Aquí están las pulsiones sexuales y de agresión. Se
rige por el principio del placer.
b) El Yo, es el componente de nuestra mente que media entre el ello y las
circunstancias. Dirige nuestra actividad consciente y se rige por el principio de la
realidad.
c) El Superyó, es el yo social y normativo, la conciencia moral. Es en parte consciente y
en parte inconsciente, y se opone al ello cuando entra en conflicto con la moral
social que hemos aprendido.
Esta teoría trata de explicar el modo en que intentamos superar los problemas y
dificultades. Por ejemplo, si atribuimos nuestro suspenso a saber poco, sabremos que la
solución será aprender más. Sin embargo, si atribuimos nuestro suspenso a que el profesor
nos tiene manía, seguramente la solución más probable será quejarnos al profesor.
Uno de los descubrimientos de esta teoría es el rasgo prominente. “Las personas tendemos
a atribuir la causa de la que observamos a los rasgos más llamativos que nos son
mostrado”. Por ejemplo: un estudio demostró que los acusados objeto de un interrogatorio
eran juzgados culpables el doble de veces cuando aparecían en vídeo en primer plano
frontal, a cuando eran mostrado desde un punto de vista lateral.
Esta teoría también ayuda a explicar el fenómeno del “cabeza de turco”, es decir, cuando
alguien es considerado culpable de una situación de la que no es responsable, por el mero
hecho de destacar, ser diferente o estar en un lugar más visible.
https://youtu.be/lUzabjJeVbk
5.7. La obediencia y conformidad.
Esta teoría trata de explicar como en ocasiones nos comportamos en contra de nuestros
principios por la obediencia a alguien a quien atribuimos autoridad, o por la presión de
sentirnos conformes con el comportamiento del grupo, sin necesidad de una coacción
explícita.