Está en la página 1de 2

Dino - Saurea

Dino no andaba, dino – sauriaba, alto gritaba, Dino rugía. Por los senderos de aquel
pantano, feliz cantaba tras su mamá, que grande y fuerte lo destrozaba, todo a su paso,
al caminar.

Dino pensaba, mucho pensaba, miraba el cielo, Dino observaba, el firmamento que se
perdía, y las estrellas que no caían.

- ¿Por qué no caen? – se preguntaba - ¿Qué misterios eso encerraba?

La tía de le ronroneó:

- ¿Dino que es eso, que te preguntas?, ¡No más preguntas, no más preguntas! –
refunfuñaba. – Dino camina, dino - saurea. No hace preguntas.

Dino pensaba, el no paraba, dino sabía, que merecía, a su pregunta, una respuesta.

Dino creía, el fantaseaba, que allá en el cielo algo había. “¿Un ser gigante?” se respondia
“¿Un manto grande?, sí! Un manto grande, donde colgaban esas estrellas. Y aun que en
voz alta lo dijo entonces, sentía que nadie lo había escuchado.

- Que voz pequeña… - Dino – sauriaba – ¡que voz minúscula, la que yo tengo, que
nadie escucha, que nadie oye, lo que del cielo, Dino pensó!
- No te detengas – alguien grito – no te preocupes – le repitió. – que las ideas
aunque pequeñas, siempre habrá alguien que las escuche.

¿Quién era ella, y que quería?, que dulce voz, le repetía. Dino sabía, Dino intuía, ¡La voz
de abuela! El se decía. Sonriendo estaba, al lado suyo, caminando, con mucho orgullo,
quien a su paso, lento andaba Abuela-dino, dino- sauriaba.

- Están volando – ella decía – están viajando, muy alto y lejos, esas piedritas del
firmamento. Muy lejos arden, muy lejos flotan, y algunas que otras se alborotan.
- ¡Que sabia eres! – Dino-saureaba – ¡que lista igual! – le repetía. Mientras miraba
a las estrellas, ahora sabía lo que pasaba.
Dino no andaba, Dino – saureaba. Dino pensaba, mucho pensaba y otra pregunta se
generaba. ¿La luna hoy, por que me sigue?, por que me alumbra, por que me brilla. Dino
pensaba, mucho pensaba.

También podría gustarte