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EL DINOSAURIO TORPON

• Existió una vez un dinosaurio, apodado Dino,


que era tan grande como un castillo. A pesar
de su tamaño Dino era un dinosaurio bueno y
muy feliz, y amaba tanto a la naturaleza que
era absolutamente incapaz de hacerle daño ni
a un molesto mosquito. Se pasaba el día tan
alegre que saltaba y danzaba por doquier
animando a cuantos pasaban a su alrededor.
• Sin embargo, un día ocurrió un accidente terrible.
Dino, en uno de sus joviales paseos, pisó sin querer,
con su gran pie, una preciosa flor que había junto al
camino. La bella flor no pudo soportar la fuerza de
aquella pisada, y aquel terrible accidente supuso el
fin de la alegría para Dino. A pesar de que todos le
animaban diciéndole que había sido un percance
desafortunado y que podía haberle pasado a
cualquiera, Dino no se consolaba y no se perdonaba
a sí mismo el no haber estado más atento.
• De esta forma, Dino se sentía cada vez más
triste y desolado, y sus vecinos que le querían
mucho, no podían aguantar aquella situación.
De manera que decidieron tramar un plan
para acabar con la tristeza de Dino, pero no
eran capaces de dar con él.
• Hasta que un día a un saltamontes se le
ocurrió lo siguiente:
• Tal vez la solución sería que Dino caminase de
un lado a otro dando saltos y cabriolas, como
a él le gusta. De esta forma, no podrá hacer
daño nunca a nadie más- Exclamó orgulloso
de su idea.
• Y tenía motivos para estar orgulloso, ya que a
todos les pareció una fantástica idea, incluso al
mismísimo Dino que, a partir de entonces, fue
de acá para allá saltando y bailando siempre, y
con muchísimo cuidado, de puntillas. Y de esta
sencilla forma, Dino recuperó su alegría y se
reconcilió con la naturaleza a la que tanto
quería.

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