escenario real en el que se comienza a ejecutar una
ceremonia de atrapado y, en consecuencia, un atentado a
la supervivencia. En definitiva —y como ya se ha dicho—, el paso de lo incómodo a lo atrapante conlleva implícitamente un cambio en la percepción (y valoración) del escenario real original, lo que supone una divergencia fatal entre lo que se piensa y vive, y lo que se siente e imagina, aspecto este que determina en numerosas ocasiones un nivel de efervescencia tal que el abandono está servido, puesto que abandonar, curiosamente, es seguir subsistiendo. En este punto aparece, pues, un secreto más de la ansiedad; en este caso, el cambio de percepción del entorno a través de la indicación del paso de lo incómodo a lo atrapante, cambio de una dureza interior excepcional, en la medida en que el propio sujeto constata, como si fuera un espectador de su propia película de terror, cómo racionalmente nada cambia, pero emocionalmente tiene lugar una lucha sin cuartel sobre argumentaciones no controlables por automatizadas. En realidad, «algo está pasando y me conduce a lo terrible» o «estaba bien, pero esta incomodidad me señala el peligro que tengo de morir».
2.7. ¿Ya nunca seré la misma persona de antes?
Esta pregunta, aparentemente simple y usual en la
consulta, no hace más que exponer una cuestión evidente y preocupante: «Hacia dónde me dirijo con este problema». De hecho, es una duda trascendente centrada en el temor de desconocer si se podrá cerrar completamente ese capítulo de sufrimiento y desamparo