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- Oficio 20 min.
“Un sentido que quiera ir más lejos que lo provisional, no admitirá la muerte
como el fin de la vida, sinó que afirmará la trascendencia como máxima
desobediencia al aparente Destino. Y aquel que afirme que sus acciones
desencadenan acontecimientos que se continúan en otros, tiene tomado
entre sus manos parte del hilo de la eternidad”
La muerte física del hombre es idéntica al abandono del capullo de seda por
la mariposa. Morir significa mudarse a una casa más bella, es el pasaje a
otra forma de vida. La única cosa que perdemos en esa transformación es
nuestro cuerpo físico, pues ya no lo necesitamos. Es como si se acercase la
primavera y guardamos nuestro abrigo de invierno, sabiendo que ya está
demasiado usado. La muerte no es otra cosa. Cuando muramos perderemos
todas nuestras propiedades y relaciones. Así que ¿por qué no practicar un
poco para estar algo más desapegados de las cosas con las que tendemos a
obsesionarnos?
Eso que creemos tiene mucha importancia, no en el más allá, sinó en el más
acá. Si yo creo que a una persona le simpatizo, me comporto de una manera
muy distinta a que si pienso que me odia. Eso que creo me orienta a
comportarme de una manera determinada.
Lo que creo que pasará después de mi muerte, orienta mis actos hoy.
Pero, ¿es cierto que todo termina con la muerte? ¿es cierto que no se
puede lograr una dirección definitiva, que no varíe con los accidentes de la
vida?
¿Cómo se ubica el ser humano frente al problema de que todo termina con
la muerte?
Está esa persona que tiene evidencia indudable por la propia experiencia.
Para él es indiscutible que la vida es un tránsito y la muerte un escaso
accidente.
En estos cinco estados se emplaza el ser humano. Pero ¿Cuál debería ser el
emplazamiento correcto? Cono mínimo el deseo de poseer la experiencia o
la creencia, porque ese deseo es la condición necesaria para orientarse en
el sentido de la trascendencia. Si ese deseo es débil, nada podrá construirse.
Pero a medida que ese deseo crezca, será como un acto lanzado en busca
de su objeto y ello dará precisamente dirección a la existencia.
Pero a poco que surjan problemas con los seres queridos, a poco que se
produzca una desilusión con la causa abrazada, a poco que algo cambie en
el “sentido” elegido, el absurdo y la desorientación volverán por su presa.
Por cierto que después del fracaso de un sentido provisorio, siempre queda
la alternativa de poner un nuevo sentido provisorio, tal vez en oposición del
que fracasó. Asi, de sentido en sentido, se va borrando a medida que pasan
los años, todo rastro de coherencia y con ello aumenta la contradición y por
tanto el sufrimiento.
Quien soy y hacia donde voy, son las preguntas que guiarán nuestra mente
hacia la región donde están las respuestas verdaderas. Uno no sabe quien
es y no sabe adónde va. Se identifica con las cosas y el cuerpo y cree que su
destino es el de las cosas y el cuerpo. Pero no somos las cosas ni el cuerpo.
Estamos identificados con ellos, pero no somos ellos. Creemos algo que no
es. Esta pregunta nos lleva a comprender la ilusión del yo, su sinsentido.
Pero quien soy realmente?. Con las manos vacías, sin mis cosas, detrás de
mi angustia, de mis ansias, de mi pena, Soy se expresa y construye el
mundo. No eres sólo “yo”, también eres una parte del todo y vas hacia la
luz, hacia donde va todo. Soy es todo y es uno, es la unidad. Necesita
plasmarse, encarnarse, realizarse en la diversidad. Soy es lo humano que
necesita trasladarse al mundo.
Para que tenga sentido nuestro proyecto vital, tendrá que tener la
característica de contribución que hago a otras personas. Este tipo de
acciones, al realizarlas, inician una cadena que se continúa en otras
personas. Se trata de una cadena que se continuará aún cuando yo deje de
existir. Esta acción que contribuye y mejora la situación de vida de otro,
puede ampliarse hasta abarcar conjuntos humanos cada vez más grandes.
En ese sentido, el proyecto vital puede transformarse no solo en una
contribución a otros, sinó también en una contribución histórica y social.
Si la vida tiene sentido tiene que estar dando algún tipo de señal y
necesitamos conocer el modo de captarla. Si está dando la señal, la
conciencia lo debe estar traduciendo de algún modo y se está reflejando en
alguna manifestación humana. A pesar del bullicio en el interior de la
conciencia, la señal tendría que afectar a los sueños, los ensueños y a través
de ellos, la cción. Si lo trascendente está escondido entre todo el fluir de la
conciencia, tiene que haber un modo de reconocerlo. Es porque existe la
posibilidad de reconocerlo, que buscamos un nuevo modo de
funcionamiento.
¿Por qué es tan difícil experimentar sentido en la vida? Porque eres la época
y la época está marcada por la desilusión. Tu sientes lo que la época siente,
sueñas lo que la época sueña, y crees lo que la época cree.
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