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A Marcos Ríos
Recebido em: 01/2015
Aprovado em: 05/2015
*
Belén Castellanos Rodríguez. E-m@il: crbelen@yahoo.es
Referêncías
1
Quiero agradecer y hacer constar en este punto mis conversaciones con
Analía González, maestra de danza.
2
También deseo mencionar aquí la inspiración reciente de mis diálogos con
Tea Grginović, filóloga hispánica e inglesa.
3
Téngase en cuenta que no uso el término fantasía para indicar el carácter
falso, en este caso, de la sensación de conexión o de la conexión misma.
Tampoco pretendo darle a dicha sensación un correlato de realidad
indubitable. Es por ello que asimilo esta fantasía de conexión con la fe, no
siendo la fe o la convicción, la creencia en fraudes o simulaciones ni
tampoco la certeza devenida de demostraciones empíricas o racionales, es
decir, fácticas o lógicas, sino ese impulso vital que se mantiene en la ascesis
o aspiración a alguna verdad esencial que, como arcké o primer principio,
tan solo puede ser intuido o presupuesto o, si queremos, demostrado por ese
método que no es, realmente una demostración y conocemos como reducción
al absurdo: aspiración hacia aquello sin lo cual todo carecería de sentido.
Por esa precisa razón examinaremos la legitimidad de la pregunta por el
sentido e incluso de la exigencia de sentido, haciendo una apuesta religiosa
por ella.
Así, propongo recoger el significado genético del término fantasía y así
entenderla, al modo griego, como aparición, manifestación, imagen o, en
términos generales, aquello que puede ser percibido, sentido. Si se desea
enlazar con el lenguaje psicoanalítico, recordaremos que Freud se resistía a
decantarse en cuento al carácter de realidad o irrealidad objetiva del motivo
o argumento de la fantasía, no considerando, además que dirimir tal
cuestión fuera demasiado relevante, pues el acontecimiento psíquico, en todo