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Esperamos que el presente documento sea motivo de reflexión del conjunto todos los

actores del Sistema Educativo, permitiendo la revalorización y puesta en juego de las


practicas subjetivantes en la escuela, habilitando así el derecho a aprender de nuestros
estudiantes y su inclusión, como eje de la educación.

Pero el aprendizaje escolar supone algunas novedades: la escuela es el primer lugar de


inserción social del niño y lo que ocurra con él en esta institución cobra un peso
fundamental en su vida. La escuela le otorga una imagen de sí que puede ser diferente a la
de sus padres pero también otorga a los padres una imagen del niño. Esto tiene
muchísima importancia a la hora de pensar el aprendizaje escolar, porque esa
representación del niño puede marcar su pasaje por la escolaridad y su relación con el
conocimiento.

La escuela le va a devolver al niño una imagen de sí que será fundamental en su


constitución. El psiquismo no está constituido de entrada. Nuestros deseos, ideales,
representaciones de nosotros mismos y del mundo se constituyen en una historia vincular,
con otros que nos alimentan, nos cuidan, nos acompañan, y en un entorno social, que va a
determinar también ideales, mandatos y posibilidades.

Un niño se ve a sí mismo de acuerdo a la mirada que los otros le devuelven y se puede


amar a sí mismo a partir del amor que los otros le dan. Ser maravilloso para uno mismo
sería imposible sin la certeza de ser “la octava maravilla” para ese otro amado. Es por esto
que las miradas de la familia y de la escuela ocupan un lugar privilegiado en la
representación que el niño arma de sí.

Si ubicamos a un niño como “siendo” un trastorno, si los profesionales lo etiquetan


tempranamente, ese niño tendrá muchas dificultades para salirse de ese lugar, porque es
algo que lo constituye, le da el “ser”. Y le costará construir una imagen valiosa de sí. Es
decir, todo niño debe poder ser ubicado como maravilloso para los que lo rodean, durante
los primeros tiempos de su vida, para constituir un armado narcisista sólido y, a la vez,
será imprescindible que pueda ir tolerando fracturas narcisistas, golpes al narcisismo. Para
ello ese niño-rey deberá caer al rango de niño, semejante a otros niños, lo que resulta
imprescindible para soportar la situación escolar.

El papel de la escuela:

Pero como la infancia deja marcas pero no todo está determinado en los primeros años de
la vida, la entrada a la escuela es una oportunidad importante para que aquello que no
pudo construirse o lo hizo de un modo bizarro, pueda ir armándose. Y los docentes tienen
un lugar fundamental en esta posibilidad. Pueden ser motores de transformaciones en
tanto traten de ubicar a cada niño en su singularidad. Podemos afirmar que no se pueden
hacer predicciones, que nada está jugado de antemano y que los niños pueden realizar
modificaciones sorprendentes. Este desarrollo, historia de estructuraciones y
reestructuraciones, nos muestra en principio, que un niño es un psiquismo en constitución
y que sus actos, afectos y pensamientos no pueden ser interpretados conforme a nuestras
propias constelaciones psíquicas. Y aunque puede parecer muy abstracto o muy teórico
nos da elementos para pensar varias cuestiones: todo niño es un sujeto en constitución y
esto supone que no podemos decretar ninguna patología de por vida, porque es alguien
sujeto a variaciones y a nuevos modos de procesar la información.La escuela puede
ocupar un lugar importante en esa constitución, a través de intervenciones que ayuden a
desplegar posibilidades.

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