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ANTIBIÓTICOS:

Los antibióticos se utilizan para tratar infecciones causadas por bacterias, que son

microorganismos unicelulares que pueden causar enfermedades en organismos vivos.

Este tipo de fármaco actúa impidiendo que las bacterias crezcan o destruyéndolas. No

todos los antibióticos son iguales y existen diferentes tipos de antibióticos diseñados para

combatir diferentes tipos de bacterias.

CLASIFICACIÓN DE ANTIBIÓTICOS

Existen varios tipos de clasificación para los antibióticos, las clasificaciones más

comunes son:

● Según su estructura química.

● Según su mecanismo de acción.

● Según su espectro de actividad.

● Según su origen.

Clasificación según su estructura química:

● Penicilinas: son un conjunto de antibióticos del tipo betalactámicos. Son

sustancias con capacidad para matar o impedir el crecimiento de ciertos microorganismos

sensibles, especialmente los que causan enfermedades

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● Cefalosporinas: Son un grupo de antibióticos betalactámicos bactericidas que

inhiben las enzimas en las paredes celulares de bacterias susceptibles e interrumpen su

síntesis. Hay cinco generaciones de cefalosporinas, cada una de las cuales aumenta el rango

de actividad contra diferentes tipos de bacterias. Las cefalosporinas son activas contra la

mayoría de las bacterias Gram positivas y Gram negativas.

● Macrólidos: Son un grupo de antibióticos principalmente bacteriostáticos que

inhiben la síntesis de proteínas bacterianas mediante la unión a la subunidad 50S del

ribosoma. Los macrólidos se absorben poco por vía oral y se concentran en los fagocitos. Hay

varios tipos de macrólidos, como la eritromicina, la claritromicina, la azitromicina y la

fidaxomicina. Los macrólidos son activos contra cocos aerobios y anaerobios grampositivos,

excepto la mayoría de los enterococos, muchas cepas de Staphylococcus aureus

● Aminoglucósidos: Son un grupo de antibióticos bactericidas que detienen el

crecimiento bacteriano actuando sobre sus ribosomas y provocando la producción de

proteínas anómalas. Actúan a nivel de ribosomas en la subunidad 30S bacteriana, y por ende,

a nivel de síntesis de proteínas. Los aminoglucósidos son particularmente activos contra

bacterias aeróbicas.

Algunos ejemplos de aminoglucósidos incluyen la gentamicina, la kanamicina, la

estreptomicina, y la tobramicina.

● Tetraciclinas: Grupo de antibióticos bacteriostáticos que inhiben la síntesis de

proteínas bacterianas al unirse a la subunidad 30S del ribosoma. Algunos ejemplos de

tetraciclinas son la doxiciclina, la eravaciclina, la minociclina, la omadaciclina y la

tetraciclina. Estos antibióticos son activos contra infecciones causadas por rickettsias,

espiroquetas, Helicobacter pylori y otros patógenos.

● Quinolonas: Grupo de agentes quimioterapéuticos sintéticos con actividad

antimicrobiana y toxicidad selectiva. La mayoría de las quinolonas utilizadas en la clínica son

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del grupo de las fluoroquinolonas, que se caracterizan por tener un grupo fluoruro en el anillo

central. Estos compuestos son particularmente importantes en el tratamiento de infecciones

urinarias. Las quinolonas actúan bloqueando o inhibiendo las enzimas topoisomerasa II y

topoisomerasa IV, que son esenciales para la topología del ADN bacteriano.

● Carbapenem: Son antibióticos bactericidas que inhiben la síntesis de la pared

celular bacteriana. Tienen un amplio espectro de acción contra bacterias grampositivas y

gram negativas, incluyendo algunas resistentes a otros antibióticos. Algunos ejemplos son el

ertapenem, el imipenem, el meropenem y el doripenem.

Clasificación según su mecanismo de acción

● Bactericidas: Matan las bacterias

● Bacteriostáticos: Inhiben el crecimiento de las bacterias

Clasificación según su espectro de actividad

● Amplio espectro: Actúa contra un rango amplio de bacterias.

● Espectro reducido: Actúan contra un rango más limitado de bacterias.

Clasificación según su origen

● Naturales: Aquellos producidos por microorganismos.

● Semisintéticos: Aquellos que son derivados de antibióticos naturales.

● Sintéticos: Aquellos sintetizados completamente en laboratorio.

Es importante no abusar del uso de los antibióticos ya que puede generar resistencia. La

resistencia a los antibióticos ocurre cuando las bacterias cambian para protegerse contra los

antibióticos, lo que hace que los antibióticos se vuelvan parcial o completamente ineficaces.

Cuando esto sucede, esta bacteria, que es capaz de sobrevivir al tratamiento con un

antibiótico específico, puede multiplicarse e infectar a otros transmitiendo sus propiedades.

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ANALGESICOS

Son medicamentos que se usan para aliviar el dolor causado por diferentes motivos,

como lesiones, inflamaciones, infecciones o enfermedades crónicas.

Actúan de diferentes formas según su tipo y el origen del dolor, algunos bloquean la

producción de sustancias que causan dolor e inflamación, como las prostaglandinas. Otros

actúan sobre los receptores del sistema nervioso que transmiten las señales de dolor al

cerebro.

Tipos de Analgésicos

Analgésicos no opioides: son los que actúan bloqueando la producción de sustancias que

causan dolor e inflamación, como las prostaglandinas. Son de amplio espectro, es decir, útiles

en numerosos tipos de dolor. Se distinguen tres tipos:

● Analgésicos-antitérmicos puros: como el paracetamol, que combaten la fiebre

y el dolor leve o moderado.

● Analgésicos-antiinflamatorios (AINE): como el ácido acetilsalicílico (AAS),

el ibuprofeno o el diclofenaco, que reducen la inflamación y el dolor moderado o severo.

● iCOX selectivos: como el celecoxib o el rofecoxib, que son AINE que inhiben

selectivamente la enzima COX-2, responsable de la inflamación y el dolor, pero no la

COX-1, que protege el estómago y las plaquetas.

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Analgésicos opioides: son los que actúan sobre los receptores opioides del sistema

nervioso central y periférico, bloqueando la transmisión y la percepción del dolor. Son de

mayor potencia que los no opioides, pero también tienen más efectos secundarios y riesgo de

adicción. Se usan para el dolor severo o refractario. Se dividen en dos grupos:

● Opioides débiles: como la codeína, el tramadol o la buprenorfina, que se

pueden combinar con analgésicos no opioides o fármacos coadyuvantes (que potencian el

efecto de los analgésicos o alivian algunos síntomas asociados al dolor).

● Opioides fuertes: como la morfina, el fentanilo o la metadona, que se reservan

para casos de dolor extremo o terminal.

Analgésicos secundarios: son los que no tienen como objetivo principal tratar el dolor,

sino otras afecciones, pero que también tienen un efecto analgésico. Se usan para el dolor

crónico o neuropático (causado por una alteración del sistema nervioso). Algunos ejemplos

son:

● Antidepresivos: como la amitriptilina, que modula los neurotransmisores

implicados en el dolor y el estado de ánimo.

● Anticonvulsivantes: como la lamotrigina, que reduce la transmisión nerviosa y

la sensibilidad al dolor.

● Corticoides: como la prednisona, que disminuye la inflamación y la respuesta

inmunitaria.

Clasificación de los Analgésicos:

Según la escala analgésica de la Organización Mundial de la Salud (OMS), propone

tres niveles de tratamiento según la intensidad del dolor:

● Primer escalón: se usan analgésicos no opioides, como el paracetamol, la

aspirina o el ibuprofeno, que son efectivos para el dolor leve o moderado. También se pueden

usar fármacos coadyuvantes, que son medicamentos que no son analgésicos por sí mismos,
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pero que potencian el efecto de los analgésicos o alivian algunos síntomas asociados al dolor,

como los antidepresivos, los anticonvulsivantes o los corticoides.

● Segundo escalón: se usan analgésicos opioides débiles, como la codeína, el

tramadol o la buprenorfina, que son efectivos para el dolor moderado o severo. Estos

medicamentos actúan sobre los receptores opioides del sistema nervioso central y periférico,

bloqueando la transmisión y la percepción del dolor. También se pueden combinar con

analgésicos no opioides o fármacos coadyuvantes.

● Tercer escalón: se usan analgésicos opioides fuertes, como la morfina, el

fentanilo o la metadona, que son efectivos para el dolor severo o refractario. Estos

medicamentos tienen un mecanismo de acción similar a los opioides débiles, pero con mayor

potencia y riesgo de efectos secundarios. También se pueden combinar con analgésicos no

opioides o fármacos coadyuvantes.

También se pueden clasificar en función de su duración, se diferencia entre el dolor

agudo y el crónico:
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Dolor agudo:

Se origina por daño tisular. Es parte del mecanismo que protege al cuerpo de daños.

Por lo general, desaparece a medida que se sana el proceso que lo causó.

Por ejemplo: dolor postoperatorio, dolor por traumatismo, cefalea tensional, dolor de

muelas y dolor de espalda agudo.

Dolor crónico:

Persiste más allá de su capacidad para curar heridas.

A menudo resulta difícil establecer un cambio tisular que lo justifique.

El dolor crónico debe considerarse aquel que se produce de forma intermitente

durante un largo período de tiempo.

Por ejemplo: migraña, dismenorrea, dolor de huesos y articulaciones (artritis

reumatoide, osteoartritis, lumbalgia crónica), dolor de nervios (neuralgia del trigémino,

neuropatía diabética, dolor de nervios, neuropatía posherpética, distrofia simpática refleja) y

fibromialgia.

Desde un punto de vista fisiológico se pueden distinguir varias etapas:

● Dolor en estadio I o dolor fisiológico o dolor nocturno. Se caracteriza por una

estimulación nociva de corta duración y una fuerte correlación entre

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estimulación e intensidad. Por ejemplo, dolor por picazón leve y estimulación

térmica sin lesión.

● Dolor en estadio II o dolor inflamatorio. Se caracteriza por estímulos nocivos

persistentes y poca correlación entre estimulación e intensidad. Por ejemplo:

dolor postoperatorio, dolor traumático y dolor reumático. Dolor en estadio III

o dolor neuropático. Se caracteriza por daño nervioso central y no existe

correlación entre la estimulación y la intensidad del dolor.

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Antibióticos más comunes y cómo usarlos correctamente
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