Está en la página 1de 4

“El pensamiento político en la tradición oriental.

China

Luis Roca Jusmet

Hay que empezar problematizando los términos para saber de que hablamos y para
entrar también en el mismo significado de lo que es un pensamiento político.

Hablar de tradición oriental ya marca una doble diferenciación con nuestra propia
perspectiva. Somos modernos y somos occidentales. Es decir, venimos de unas raíces
antiguas que podemos encontrar en parte en Grecia pero al mismo tiempo formamos
parte de un mundo, el mundo moderno, que ha roto con lo tradicional. Oriente es lo
Otro de Occidente y es, al mismo tiempo lo Otro de lo moderno. O esto es lo que nos
parezca. Porque “Oriente” no deja de ser una invención de algo que se inventa por
aquellos que se constituyen a sí mismos como “Occidente”. Y dentro de “Oriente”
incluimos dos tradiciones tan radicalmente diferentes como la India y como China.
Vaya entonces por delante que no existe la tradición oriental. India es más próximo a
nosotros, ya que forma parte de lo indoeuropeo. China es lo más radicalmente Otro.

François Jullien, filósofo francés contemporáneo, va a buscar en China lo “impensado”


en la filosofía griega y europea. Lo que plantea es que en China hay un camino de
pensar diferente de la filosofía que se inicia en Grecia. Lo cual no quiere decir que sea
prefilosófico, que significaría que no llega a filosófico. No se trata de esto. Se trata de
otro camino del pensar. Pero en este camino del pensar hay ideas que no se
conceptualizan, hay relaciones entre ideas que no siguen los criterios formales de la
argumentación. En China prefieren el rodeo porque no consideran que los procesos que
conforman el mundo real puedan ser atrapados.

En China no hay una ontología ni una ética ni una filosofía política. Porque no quieren
definir lo que son las cosas ni se preguntan por lo que está bien y lo que está mal ni
tampoco por lo justo y lo injusto. Lo que hay es una cosmología, una moral y un
pensamiento estratégico. No hay un pensamiento político en la medida en que no hay
una interrogación sobre la justicia. Veremos esto cuando comparemos a Platón y a
Confucio.
La pregunta que también nos podemos hacer es de que hablamos cuando decimos
“China”. Porque parece como si estuviéramos hablando de una tradición milenaria que
va desde los tiempos míticos del Emperador Amarillo hasta la contemporánea
República Popular China. Quizás porque, como dice Jullien, lo que hay casi siempre son
transformaciones silenciosas. Y que cuando se quiere cortar se hace de una manera tan
radical como Qin o como Mao con su revolución cultural, con una imposible pretensión
de romper con todo lo anterior. China es, en todo caso, como cualquier otro país o
nación “una comunidad imaginada”. Es decir, una identidad simbólica e imaginaria
basada en una serie de propiedades que abstraemos para señalar unos límites.

En todo caso en China aparecerán una serie de escuelas durante los períodos de
Primavera y Otoño y de los Reinos combatientes, que van desde el en 770 hasta el 221
A.C., es decir entre los siglos VIII y III A.C.). Las escuelas que nos interesan son el
taoísmo, el confucionismo, el legalismo, el moismo

En China se va construyendo en la antigüedad un sistema político muy complejo, con


un soberano que es el Emperador, que sigue el mandato del Cielo, con unos ministros y
lo que se ha llamado la burocracia celeste, formado por hombres de letras. Este es, como
mínimo, el sistema idealizado que piensa Confucio. Pero no lo piensa como un modelo
construido desde un ideal de justicia pensado desde la reflexión filosófica sino como lo
que sigue la Vía del Cielo, la Tradición con mayúsculas. La Autoridad basada en el
respeto y la lealtad, en la que cada cual mantiene su lugar simbólico porque cumple con
su función. Es un sistema político y social en la que no son los nombres sino las
funciones los que definen este lugar de Autoridad. Podríamos decir que es un sistema
político moral normativo que sigue la Vía del Cielo. Confucio y Mencio son las
referencias. Pero son sabios, no filósofos. No buscan la verdad sino que son
transmisores de la Vía del Cielo. La armonía y la virtud de Ren (la Humanidad) son sus
principios. Es el gobierno de los ritos, perfectamente delimitados para cada lugar y cada
momento. De hecho los ministros y los funcionarios celestes eran los que garantizaban
la conservación de la Tradición y que con su presencia el Emperador ejerciera su papel
de mediador del Cielo y de la Tierra,

Pero frente a Confucio estaban los legialstas y los moistas. Los legalistas son los que
plantean un gobierno de la ley universal frente al gobierno de los ritos. Pero no la ley
que es universal porque se basa en la idea de derechos iguales que hay detrás del Estado
de derecho sino la ley que obliga a todos a obedecer al Soberano, el Emperador.
Confucio hará la recopilación del corpus de lo que se llaman “los clásicos chinos”. Gran
parte de ellos fueron compilados, escritos o comentados por el propio Confucio y fue la
base para el estudio de los letrados, que conformaron “la burocracia celeste “.

Los moístas, por su parte planteaban el amor universal como base de la política y una
sociedad igualitaria al margen de la Tradición. Esta escuela, fundada por Mozi, es lo
que François Jullien considera lo más próximo a un camino del pensar similar a la
filosofía griega.

Tenemos después la estrategia para el gobierno y para la guerra, cuyas bases están en el
clásico de Sun Zi. Una idea de eficiencia, que François Jullien nos describe muy bien.
No basada en la planificación ni en el conflicto sino en el ser capaz de adaptarse. La
lógica de evitar el enfrentamiento, de que gana la guerra el que lo hace antes de que se
desencadene. Es lo que desde el siglo III se llama el confucionismo. Fue la fuente de
inspiración política hasta la modernidad. Fue en el siglo XX cuando entran en China las
influencias del pensamiento político occidental. Pero como hicieron con el budismo,
siempre lo adaptan a su propia tradicional cultural. El fundador del Kuomintang Sun
Yantsen incorpora el pensamiento republicano y liberal en 1919 al gobierno chino. Con
lo que llamó los tres principios del pueblo: nacionalismo, democracia y bienestar para el
pueblo. Mao Tse Tung, que incorporará la doctrina marxista-leninista a su propio
pensamiento, muy doctrinal y dogmático (pensamiento Mao Tse Tung) intentará con la
revolución cultural (1976-1996) destruir todo el legado de la tradición (como había
hecho siglos antes el emperador Qin Shi Huang ( s.III a.C) con el legalismo. En el siglo
XXI . Pero la historia demostró finalmente que el confucionismo no estaba muerto, solo
dormido y el mismo Partido Comunista Chino lo incorpora en su discurso político.

Queda por tratar la relación con la política del taoísmo, que es mucho más compleja.
Para Iñaki Preciado, uno de los mejores sinólogos españoles, aventurará que el
confucionismo refleja la actitud política conservadora y reaccionaria y la taoísta la
revolucionario. Es una afirmación muy discutible pero que puede contener alguna
verdad. Haría falta estudiar todas las manifestaciones del llamado taoísmo filosófico,
del religioso y de las sectas maoístas, como la de los Maestros Celestiales o la Gran
Tríada. Por ejemplo en el año 184 en tiempos del emperador Ling de la dinastía Han
hubo unas revueltas campesinas lideradas por la secta taoísta de Zhang Jue. También la
rebelión de los boxers a principio del siglo XX contra la influencia extranjera en la
época de la Emperatriz Cixi de la dinastía Qin. En todo caso lo que se llama el taoísmo
“filosófico”, que son los textos de Lao Tsé, Chuang Tsé y Lao Tsé podemos
considerarlos, a mi modo de ver, como apolíticos, incluso en un sentido que podríamos
comparar, dentro de Grecia, con Epicuro. Apolítico que significa implícitamente
antipolítico, en el sentido de plantear un camino de libertad al margen de las
instituciones.

Jean François Billeter , sinólogo suizo, considera que el confucionismo es


políticamente conservador y que el llamado “taoísmo filosófico” es una simplificación
que agrupa a pensadores políticamente conservadores ( como Lao Tsé) o subversivos
( como Chuang Tsé).

En todo caso son unos apuntes que nos permiten ver las implicaciones políticas de este
camino del pensar tan interesante que es el chino.

También podría gustarte