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CUADERNOS TEMÁTICOS DE LA

REALIDAD LATINOAMERICANA
NO. 17

Las Jornadas de Luchas Sociales en


el Contexto Electoral del 2023 en
Guatemala
CUADERNOS TEMÁTICOS DE LA
REALIDAD LATINOAMERICANA
NO. 17

Las Jornadas de Luchas Sociales en el contexto


electoral del 2023 en Guatemala

COORDINADORES Y EDITORES DEL CUADERNO

Dr. C. Rafael Castillo Taracena


Mtro. Mauricio José Chaulón Vélez
Lic. Jaime A. Chicas Zea

COORDINADOR IIHAA
DR. José Edgardo Cal Montoya

FOTOGRAFíA DE PORTADA
Mtro. Mauricio José Chaulón Vélez

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Presentación

Los Programas de Estudios Transdisciplinares del Instituto de Investigaciones


Históricas, Antropológicas y Arqueológicas de la Escuela de Historia de la Universidad
de San Carlos de Guatemala, presentamos el Cuaderno Temático de la Realidad
Latinoamericana No. 17, el cual está dedicado a las luchas sociales en el contexto
electoral del 2023 en Guatemala. Su contenido a varias voces aborda desde los
momentos de la primera y segunda vuelta electoral, hasta las movilizaciones y protestas
sociales del mes de octubre, todo lo cual establece un momento histórico en el país. La
corrupción del actual gobierno presidido por Alejandro Giammattei Falla y establecido
desde lo que muy bien se ha denominado como un pacto de corruptos, es resultado de
las graves y profundas contradicciones de la estructura socioeconómica guatemalteca,
por lo que no puede dejar de verse la actualidad en clave histórica.

Sin embargo, la dialéctica produce la reacción y la acción social de los pueblos


indígenas organizados -quienes han sido el sujeto de fuerza motriz de estas
movilizaciones en octubre del 2023-, de la diversa clase trabajadora, de la pequeña
burguesía progresista o con distintos grados de conciencia social, de sectores de la
sociedad civil, de actores de lucha históricos y recientes, siendo en síntesis una
amalgama de se los sectores populares que ha dado un golpe fuerte sobre la mesa del
poder. Los planes y las reacciones del bloque histórico y recalcitrante de la clase
dominante y de la clase política corrupta, ambos integrados, han sido determinantes
para que la situación que se vive en Guatemala desde junio del 2023 sea de crisis, por
lo que los responsables son esos dos grupos. El pueblo y los pueblos no nos hemos
quedado callados y se han tomado las calles, los caminos, las carreteras, los espacios
públicos y las redes sociales digitales, en una avalancha de lucha, resistencia y
dignidad, que pertenece a los procesos históricos del movimiento molecular social y
popular frente a tanto abuso acumulado. Las gotas que han derramado el vaso han siso
los absurdos intentos de impedir que el binomio presidencial conformado por Bernardo
Arévalo de León y Karin Herrera Aguilar tome posesión el 14 de enero de 2024,
utilizando para ellos a operadores corruptos desde el Ministerio Público y el Organismo

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Judicial.
Las Jornadas de Septiembre y Octubre de 2023 están ya en la historia y continuarán,
sin duda, ampliando la constelación de la lucha por agrietar un sistema que sigue
evidenciando que no da para más. De lo más importante de este gran movimiento de
las Jornadas de Septiembre y Octubre del 2023 en Guatemala es la toma de conciencia
y el rehacer el tejido comunitario. Eso no nos lo quita nadie y es uno de los pasos
trascendentales para ir agrietando el sistema y transformarlo poco a poco. La unidad
campo-ciudad que el poder nunca quiere que se dé, está ocurriendo cada vez más y las
relaciones interculturales van escalando a las luchas políticas. Esta es la primera
publicación de varias que dentro del dossier de Cuadernos Temáticos de la Realidad
Latinoamericana buscamos llevar a cabo para, desde nuestro papel como una academia
de praxis comprometida, coadyuvar a estos procesos. Agradecemos la lectura, el
análisis y los debates que surjan de ellos y, si usted lo considera, su difusión. Damos
las gracias también a todas las personas que como autoras de los textos hacen posible
este Cuaderno.

Dr. C. Rafael Castillo Taracena


Mtro. Mauricio José Chaulón Vélez
Lic. Jaime A. Chicas Zea

Programas de Estudios Transdisciplinares


Seminario Permanente de Pensamiento Crítico
Instituto de Investigaciones Históricas, Antropológicas y Arqueológicas
Escuela de Historia
Universidad de San Carlos de Guatemala
Guatemala, octubre de 2023

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José Alfredo Calderón

¡Por favor! No me digan que “no Es inverosímil que, dada la historia política de
se atreverán a tanto” pues las este rinconcito que responde al nombre de
lecciones históricas son variadas y Guatemala, todavía haya mucha gente que, así
contundentes. Por esto y mucho como tiene el desgastado y falso “bendiciones”
más, la victoria en el balotaje debe en la boca, también exclame ante un posible
ser masiva y aplastante. Pero rompimiento abrupto: “¡No se atreverán a
tampoco basta, es esencial el
tanto!”.
acompañamiento de calle que
proteja la llama de un nuevo Habría que investigar si existe algo como el
futuro. ¿Redes? Sí, pero como hipotálamo colectivo dañado, ya que esta es la
complemento creativo. ¿Miedo? parte del cerebro que tiene que ver con la
Solo a la continuidad de la formación y el procesamiento de la memoria a
corrupción y la ignominia
largo plazo. ¿Parala parte más activa sería la amígdala, que regula la
Al parecer,
atrás?memoria
¡¡Ni paraemocional
ganar impulso!!
y el miedo.

Si fuera posible una revisión colectiva de lo psico-socio-neurológico, deberíamos


revisar también el cerebelo y la corteza prefrontal de los guatemaltecos, los cuales
afectan la memoria motriz y el aprendizaje, así como la memoria de trabajo y la
planificación. Por cierto, la planificación de mediano y largo plazo es una de las
falencias más sensibles que acusa la administración pública.

Y cómo no ver afectadas estas áreas, si nuestro contexto desde la constitución de la


República el 21 de marzo de 1847 ha representado muchas décadas de facto y tan solo
una, constituida por los 10 años de primavera democrática con la Revolución de
Octubre (1944-1954). Este es, sin duda, un factor histórico fundamental para entender
esa normalización que hacemos de la vida política, social y económica sin democracia
y estado de derecho.

1Este artículo fue publicado por José Alfredo Calderón en la Revista Crónica, el 10 de
agosto de 2023. Ha sido incluido en este dossier con la autorización del autor.

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En 1871 se tuvo una reforma liberal que fue ultraconservadora y de esa fecha a la caída
de Jorge Ubico (73 años) hubo 3 gobiernos dictatoriales y despóticos que sumaron más
de medio siglo (51 años en total): 15 de Justo Rufino Barrios, 22 de Estrada Cabrera y
14 de Ubico. El resto de gobiernos en este ínterin, tampoco fueron democráticos, pero
duraron muy poco pues la interrupción de sus períodos “legales” era una constante.
Esta distorsión política fue adecuando la psiquis colectiva del guatemalteco, viendo
como normal, algo notoriamente anormal.

Así como Jacobo Árbenz renuncia al cargo de presidente en 1954, pensando que, si lo
hacía, Estados Unidos no se atrevería a invadir Guatemala y habría menos
derramamiento de sangre, los hechos posteriores le demostraron que no solo se
atrevieron, sino que iniciaron un retroceso vertiginoso y brutal que dura hasta nuestros
días.

Ahora veamos la historia más reciente después de la contrarrevolución, que implicó


una larga dictadura militar desde 1954 a 1985 (31 años). Cuando el Dr. Juan José
Arévalo regresó de su exilio el 29 de marzo de 1963, muchos exclamaron que no se
atreverían a cortar de tajo la posibilidad de un segundo mandato del expresidente. Horas
después, el alto mando del ejército da golpe de Estado el 31 de marzo.

Cuando el Lic. Julio César Méndez Montenegro gana las elecciones en 1966, muchas
amenazas, fundamentalmente militares, circulaban en el ambiente. Nuevamente las
voces inocentes (¿o mal intencionadas?) exclamaron que nada podría contra lo que
dieron en llamar: “el tercer gobierno de la revolución”. Luego, antes de tomar posesión,
el alto mando del ejército lo obliga a firmar un vergonzoso pacto al que los periodistas
llamaron posteriormente “Concordato”, en el que los castrenses inutilizaban al
gobierno civil mediante la subordinación forzada.

Las lecciones históricas continúan con el escandaloso fraude de las elecciones de 1974.
Al conocerse a boca de urna la contundente victoria del Frente Nacional de Oposición
–FNO– que estaba conformado por la Democracia Cristiana, el Partido Revolucionario
Auténtico y el Frente Unido de la Revolución Democrática, muchos dijeron que el
gobierno militar y los gringos no se atreverían a forzar los resultados; y claro que los
forzaron, de la forma más grotesca.

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Durante el golpe de Estado del 23 de marzo de 1982 que llevó a Ríos Montt al poder,
pocos imaginaron que habría otro golpe tan solo un año y cuatro meses después con
Mejía Víctores (8 de agosto de 1983).

Hay otro hecho que se repite y que pocos acusan conocimiento o atención sobre el
mismo. En el gobierno de facto del coronel Enrique Peralta Azurdia, se estableció una
Asamblea Nacional Constituyente que dictó (en las peores condiciones posibles) la
penúltima constitución en 1965 y solo la hizo vigente una vez salieron los militares del
poder. Exactamente 20 años después, pasa lo mismo, los dos golpes de Estado ya
apuntados, son el marco para la instalación de otra constituyente y la promulgación de
nuestra actual Carta Magna. De la misma forma que en 1965, la misma solo entró en
vigor una vez que los castrenses entregaron el poder formal.

La historia sigue, pues el espíritu de los Acuerdos de Paz ya reconocidos como


acuerdos de Estado (Decreto Legislativo 52-2005) anhelaron el NO regreso de los
militares de ninguna forma. Muchos dijeron que era imposible un retorno al pasado,
pero el 14 de enero de 2012 asume la presidencia un general de inteligencia y esto sería
el inicio de la debacle nacional que se agravaría después con los gobiernos de Jimmy
y Giammattei.

Con Jimmy en el poder, surgió de nuevo el “no se atreverán” a sacar a la CICIG y


ejercer una regresión troglodita al pasado. Todos sabemos que pasó. Del actual
mandatario ni hablar, pues con él se consolidó la total cooptación del Estado y la
situación actual. Al día de hoy, han hecho lo que han querido con la ley y la impartición
de una “justicia” sesgada. Han perseguido, encarcelado y/o forzado al exilio a muchos
jueces y operadores de justicia probos, así como periodistas independientes.

El sistema se adapta –perversamente– a cualquier situación histórico-concreta. Si bien


los golpes de Estado tradicionales son cosa del pasado, la misma historia nos enseña
cómo se dieron otras variables, igual de efectivas. Con Vinicio Cerezo fueron los
golpes técnicos (mayo 1988 y 1989), con Serrano fue el “autogolpe” (1993) y en
nuestros tiempos, la cooptación total de la alianza criminal permite hacer “golpes
pausados”. Todos estos ejemplos tuvieron a su favor la planificación previa y
minuciosa. Hoy, en cambio, están asustados e improvisan sobre la marcha.

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El plan A sigue vigente tras los fracasos bajo las formas de B, C, D, según el avance
del proceso. “No pudimos hoy, quizá mañana”. Impedir la llegada al 20 de agosto sigue
siendo la prioridad, si esto fracasa (como todos los demás intentos), probarán a generar
violencia el “Día D” y amedrentar a los votantes. Luego, viene lo más difícil, el lapso
al 14 de enero de 2024 es enorme (5 meses). Por si fuera poco, todavía les queda lo
que algunos fachos han dado en llamar la salida menos fáctica; institucional, dicen los
más descarados: Desaforar a un presidente en funciones por medio del Congreso.

¡Por favor! No me digan que “no se atreverán a tanto” pues las lecciones históricas han
sido variadas y contundentes. Por esto y mucho más, la victoria en el balotaje debe ser
masiva y aplastante. Pero tampoco basta, es esencial el acompañamiento de calle que
proteja la llama de un nuevo futuro. ¿Redes? Sí, pero como complemento creativo.
¿Miedo? Solo a la continuidad de la corrupción y la ignominia ¿Para atrás? ¡¡Ni para
ganar impulso!!

Mientras nos decidimos a salir a las calles masivamente, el golpe sigue a pausas con la
reciente decisión de la CC de denegar el amparo a Semilla y darle vía libre al MP para
continuar el proceso de cancelación después del 20 de agosto. ¡O reaccionamos o esta
oportunidad no se repite en 30 años!

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Factor Méndez Doninelli

Un país que hace historia regresiva

Guatemala es un Estado de enorme potencial natural, cultural y humano que acumula riqueza
natural y social con una historia cultural milenaria de más de tres mil años de existencia, asiento
de la civilización Maya, una de las más notables de Mesoamérica y del mundo antiguo, cuyas
elevadas pirámides que permanecen de pie al igual que los descendientes de los pueblos
originarios, son testimonio indeleble de esa cultura que predomina.

Guatemala es una Nación multiétnica, plurilingüe y multicultural donde se hablan 25 idiomas


(22 de origen Maya, el Xinca, el Garífuna y el español, que es el idioma oficial.) La población
total supera los 15 millones de habitantes, según el último censo de población 2018.

La historia de este país centroamericano está llena de luces y sombras. Invasión europea en el
Siglo XV, dominio y sometimiento de los habitantes originarios al imperio español, más de
trescientos años de colonización y dependencia de sus habitantes, despojo violento de territorios
a los indígenas, luchas de independencia, guerras por el Poder político. Independencia de
España en el Siglo XIX. Hegemonía de las élites y de militares. Inestabilidad política, Golpes
de Estado, revoluciones, fraudes electorales, conflicto armado interno, represión
indiscriminada, masacres, graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos.

Cualquiera puede pensar que los signos negativos que he señalado sirvieron para superar errores
y corregir malas conductas. Pero todo indica que no se aprendió nada de las lecciones del
pasado. Cuando se supone que todos los países deben encaminarse por la ruta del desarrollo
económico, político, cultural y social de sus poblaciones, en Guatemala sucede lo contrario, en
lugar de tomar la ruta del progreso y el desarrollo, las elites económicas y la clase política
lacayuna siguen la ruta del cangrejo, o sea caminan hacia atrás, hacen historia regresiva.

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Los elevados índices de desempleo y actividades informales de la mayoría de la Población
Económicamente Activa (PEA), son el desolador panorama que en Guatemala padecen
millones de mujeres y hombres, carentes de oportunidades para un trabajo seguro y estable,
salario digno, prestaciones laborales y acceso a la seguridad social. Alrededor de un millón y
medio de trabajadores tienen el privilegio de tener un trabajo estable, seguro y remunerado, el
resto que son la mayoría, son personas marginadas y excluidas del mercado laboral. Tal
situación, alienta la migración irregular y eleva la desesperación de muchas familias e
individuos. La actividad informal como estrategia de sobrevivencia va en aumento. El total de
la PEA en Guatemala, supera los cinco millones de personas.

Por estos días, inició el proceso de votaciones generales para elegir a nuevas autoridades de
Gobierno, legisladores y corporaciones municipales de todo el país. Un proceso que empieza a
empañarse por las últimas decisiones de autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE),
que sectores de sociedad civil califican como arbitrarias, discriminatorias e inconstitucionales.

¿Elecciones libres, justas, democráticas, incluyentes?

En los últimos sesenta años que tengo de ejercer mis derechos ciudadanos nunca había
visto ni experimentado un proceso de votaciones tan escabroso e incierto como el que
se realizó en 2023 porque fue completamente atípico, insólito e inédito. En un contexto
donde predominan la regresión democrática, la deriva autoritaria, el debilitamiento del
Estado de derecho y la pérdida de independencia entre los poderes del Estado.

Los hechos hablan por sí solos, las redes de corruptos e impunes pusieron en riesgo la
institucionalidad democrática e impulsaron una excesiva judicialización y
criminalización contra actores políticos, además a través del MP hacen uso abusivo e
indebido del derecho penal en temas electorales.

El 20 de enero 2023 se convocó a votaciones generales para elegir nuevas autoridades


de Gobierno, legisladores y corporaciones municipales. De conformidad con los
principios democráticos republicanos que en teoría conforman al Estado guatemalteco,
se entiende que las elecciones deberían ser libres, justas y sobre todo democráticas sin

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restringir el ejercicio de los derechos humanos individuales, o sea, los derechos civiles
y políticos, entre estos, el derecho a elegir y ser electos. Como lo prescribe el artículo
21 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH.).

La carrera política electoral arrancó con ruidos y malestares, esto por las decisiones
tomadas por autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que, primero, anularon
la inscripción del binomio presidencial del partido Movimiento para la Liberación de
los Pueblos (MLP) por “no cumplir requisitos”. Segundo, al partido Podemos por
presuntas irregularidades administrativas al momento de constituir al partido, Tercero,
cancelaron al partido Prosperidad Ciudadana (PC) y anularon más de 1,000
candidaturas que propuso dicho partido y cuarto, anularon la inscripción del partido
Poder, por las mismas razones anteriores, es decir, irregularidades administrativas al
momento de constituir la organización partidaria o durante sus asambleas respectivas.
Sin embargo, autorizaron la inscripción de binomios de personas con impedimentos
constitucionales y de candidatos a diputados o alcaldes no idóneos porque tienen
procesos penales, muchos incluidos en la lista Engel señalados como actores corruptos
y antidemocráticos por el Gobierno estadounidense, otros confesos de ser narcos y
quien sabe cuántos otros impresentables.

Los actos autocráticos de Gobernantes y funcionarios de todos los Poderes públicos


cierran los espacios de participación política a amplios sectores de la ciudadanía. Con
esto se restringe, impide y anula la acción ciudadana, contribuyen al malestar genuino
de la población y vulneran derechos humanos y constitucionales.

Las élites que actúan bajo las sombras, la ultraderecha política guatemalteca, sus
siervos, lacayos y testaferros, tienen la seguridad que han cooptado el Poder Político
para servir a sus intereses particulares y de grupos, por tal razón, las elites no están
dispuestas a perder los privilegios de clase.

En esta fachada de democracia cada cuatro años se convoca a la ciudadanía a votar,


pero nunca a elegir. Son las elites las que eligen e imponen y después, la ciudadanía
con su voto legitima el sistema injusto y desigual que predomina.

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Con violencia arranca campaña electoral

La inmadurez, subdesarrollo y codicia de la clase política guatemalteca se retrata en la


contienda electoral en la que participaron 30 partidos que como ya se dijo, disputan
mediante el sufragio popular los principales cargos públicos del Estado y Gobierno.
El padrón electoral se cerró el 26 de marzo y según el Tribunal Supremo Electoral
(TSE), asciende a nueve millones trescientos setenta y un mil quinientos tres
(9.371,503) ciudadanas y ciudadanos inscritos, aunque al finalizar la fase de
depuración prevista para el 20 de abril, es previsible que disminuya. La votación de
primera vuelta se realizó el 25 de junio 2023.

De conformidad con el Registro de Ciudadanos (RC) del TSE, se confirma la


participación de 23 binomios inscritos. Por otra parte, hay dos binomios excluidos por
presuntas irregularidades y con recursos judiciales pendientes de resolver, los que, de
ser declarados con lugar, podría aumentar el número de candidatos presidenciales.
Información del TSE indica que 32,871 candidatos presentaron papelería, pero solo
fueron inscritos 29,099, es decir, se rechazaron 3,772 por no completar la
documentación que según la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) es necesaria
para ser postulados.

Mientras tanto, dirigentes, militantes y simpatizantes de los 30 partidos políticos


iniciaron su actividad proselitista y de propaganda que, en algunos, es notorio el sentido
clientelar y la ausencia de propuestas orientadas a atender y resolver los problemas
estructurales de Nación que persisten.

Se repite lo de siempre en este tipo de eventos, se carece de creatividad y, por tanto, la


dinámica política no es progresiva, por el contrario, queda la sensación que son actos
regresivos, algo así como volver al pasado. Lo demuestra la misma algarabía de la
retórica político electorera, la poca seriedad de propuestas de la clase política, el
derroche millonario de propaganda audiovisual que lejos de atraer la atención y
simpatía de la ciudadanía, se convierte en un síntoma de contaminación, de falta de
empatía que no invita a la adhesión, menos a la participación. Otra vez, las mismas
cancioncitas, regalos, pirotecnia, grupos musicales, coreografías femeninas, confeti,

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gorritas, desfiles, camisetas, caravanas y fotos de candidatos besando niñas y
abrazando ancianos.

Sin faltar la violencia que, expresa un alto nivel de intolerancia de parte de quienes la
utilizan para amedrentar, acosar, amenazar a los rivales e impedir el desarrollo,
organización y realización de actividades político-partidarias.

En las redes sociales se divulgaron imágenes del conductor de un vehículo que, de


forma deliberada, destruyó sillas plásticas y toldos que estaban colocados para iniciar
un mitin de un partido político. En varias ciudades de toda Guatemala, se derriba la
publicidad de los candidatos de distintas organizaciones partidarias y las redes sociales
son espacios para lanzar campañas anónimas de difamación, desprestigio y calumnia
contra algunas personas que aspiran a cargos de votación popular.

El TSE hizo llamados para que la campaña electoral fuera respetuosa de las leyes y se
realice en paz, sin embargo, es la misma clase política la que viola la LEPP al hacer
campaña anticipada, usar los postes públicos para colocar propaganda política, utilizar
recursos y fondos del Estado para actividades proselitistas, como lo demuestran las
realizadas por el partido oficial Vamos.

Lo deseable es que la clase política guatemalteca supere sus ansias de corrupción, salga
del subdesarrollo político y haga propuestas serias para avanzar en el progreso y
desarrollo del país.

¿Elecciones o simple votación?

Sostengo que en Guatemala cada cuatro años, se convoca a la ciudadanía a ejercer el


derecho a votar por los candidatos de su preferencia, o sea, el ciudadano vota, pero no
elige, son las élites, los políticos corruptos y las autoridades usurpadoras los que
previamente eligen. El ciudadano solo emite su voto para “legitimar” el proceso
electoral y mantener la imagen de una democracia de fachada.
En 1985 cuando se aprobó una nueva Constitución Política de la República (CPRG),
la Asamblea Nacional Constituyente de entonces, aprobó la Ley Electoral y de Partidos

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Políticos (LEPP), Decreto 1-85 que tiene rango constitucional y que crea el Tribunal
Supremo Electoral (TSE). El artículo 3, define cuáles son los derechos y deberes
ciudadanos y literalmente dice: “Derechos y deberes de los ciudadanos. Son derechos
y deberes inherentes a los ciudadanos: a) Respetar y defender la Constitución Política
de la República. b) Inscribirse en el Registro de Ciudadanos y obtener el Documento
de Identificación Personal que lo faculte para poder ejercitar los derechos y cumplir los
deberes a que se refiere el presente artículo. c) Elegir y ser electo. d) Ejercer el sufragio.
e) Optar a cargos públicos. f) Velar por la libertad y efectividad del sufragio y la pureza
del proceso electoral. g) Defender el principio de alternabilidad y no reelección en el
ejercicio de la Presidencia y Vicepresidencia de la República. h) Desempeñar las
funciones electorales para las que sean designados.”

Según la LEPP, el Tribunal Supremo Electoral es la autoridad máxima en materia


electoral, establecida en el artículo 121 que dice: “Concepto. El Tribunal Supremo
Electoral es la máxima autoridad en materia electoral. Es independiente y de
consiguiente, no supeditado a organismo alguno del Estado. Su organización,
funcionamiento y atribuciones están determinados en esta ley.”

Esta vez, las autoridades del TSE incumplen la LEPP, porque vulneran la Constitución
guatemalteca y los derechos humanos civiles y políticos de la ciudadanía. Los actos y
decisiones apresuradas de dichas autoridades despiertan inquietudes, siembran
desconfianza y con razón, provocan dudas sobre el actuar ético, la independencia e
imparcialidad del ente electoral y la supeditación a otros organismos del Estado.
Los ciudadanos no ignoran las decisiones arbitrarias e ilegales que adoptan los
encargados de garantizar la pureza, transparencia, legalidad y legitimidad de las
votaciones, porque tales decisiones hacen dudar de la honestidad de las mismas y
presagian maniobras orientadas a cometer otra vez, un descarado fraude que favorezca
a los candidatos de los grupos de poder para asegurar la continuidad de la corrupción e
impunidad de sus actos.

Desde 1954 los intereses de las elites depredadoras, de la clase política corrupta y del
capital transnacional que buscan saquear las riquezas naturales y los fondos públicos

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para satisfacer intereses personales y de grupos han sido garantizados y asegurados, a
estos bloques de poder no les importa el bien común ni el desarrollo del país.

No hay de otra, se retrocede o se avanza

El domingo 25 de junio 2023, la ciudadanía acudió a las urnas para ejercer su derecho
humano de elegir y ser electos, un derecho que en el presente proceso de votaciones
generales se cuestiona, pues mucha gente percibe que las actuaciones y decisiones
arbitrarias, discrecionales y que algunos analistas califican hasta de ilegales de las
actuales autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Guatemala, contribuyen
a enturbiar y debilitar ese proceso cívico político.

Guatemala aprobó en 1985 una nueva Constitución Política de la República que sigue
vigente y que dio lugar a crear el TSE. Para asegurar la alternabilidad en el ejercicio
del Poder Público, cada cuatro años se convoca a consultas generales para votar por
nuevas autoridades de los Poderes Ejecutivo (presidente y vicepresidente), Legislativo
(160 diputados del Congreso Nacional y 20 del Parlamento Centroamericano) y 340
alcaldes y corporaciones municipales.

En 1986 se inició la llamada apertura democrática y terminaron los Gobiernos militares


dictatoriales, autoritarios y violadores de derechos humanos. Esta vez, se decidirá quién
será el presidente número diez de esa democracia que hoy parece fracturada y en
regresión.

El TSE es la autoridad superior en materia electoral, garante de la transparencia y


pureza del proceso de votación, después de 38 años es la primera vez que esa institución
y los magistrados que la integran, pierden la confianza de la ciudadanía por sus
actuaciones y decisiones de conocimiento público, como la exclusión de candidaturas
que resultaron incómodas a las élites y sus lacayunos y en contraste, la autorización de
candidaturas con prohibición constitucional expresa, otras opacas, no idóneas con
vínculos con el narco tráfico, el crimen organizado o señalados como actores corruptos
y antidemocráticos.

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En el actual contexto socio político guatemalteco y en términos de derechos humanos
y libertades individuales vulnerados por el Estado guatemalteco, destaca la violación a
las libertades de expresión, opinión, pensamiento y prensa, garantizados en los
artículos 35 de la Constitución guatemalteca y 19 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos.

Lo más emblemático se expresa con ataques, amenazas, campañas de desprestigio,


agresiones, criminalización y exilio de periodistas y comunicadores, se concreta con el
cierre del diario elPeriódico, la criminalización y condena a seis años de privación de
libertad de su presidente, periodista José Rubén Zamora Marroquín, la persecución a
periodistas y columnistas de ese medio.

La censura del presidente Alejandro Giammattei, al prohibir a una librería comercial


que distribuya 2 libros de los periodistas Marvin García y Sony Figueroa, que
incomodan y molestan al mandatario porque denuncian actos de corrupción e
impunidad cometidas por actores políticos gubernamentales, militares y empresarios.
La persecución y criminalización contra operadores, administradores de justicia y
defensores de derechos humanos y del territorio, son ejemplos que destacan en el
contexto coyuntural. El debilitamiento del Estado de derecho, la deriva autoritaria y
falta de independencia de los Poderes del Estado amenaza la independencia judicial y
al sistema de justicia.

En Guatemala hay una regresión democrática y graves violaciones a derechos


humanos. No es por gusto que ese país está registrado en el capítulo IVB de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH, junto a Nicaragua y
Venezuela, catalogados como países donde hay violaciones graves y sistemáticas a los
derechos humanos.

En la primera vuelta de votaciones generales participaron 22 binomios presidenciales,


representativos de 30 partidos políticos y de una amplia gama de colores que van desde
los que conforman y financian las élites ultraconservadoras, neocolonialistas,
neoliberales y sus lacayos, los que participan bajo la sombra de iglesias evangélicas
neo pentecostales, los que se vinculan a los intereses del crimen organizado y el narco

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tráfico, los corruptos que mantienen capturado al Estado y cooptadas las instituciones
públicas, hasta organizaciones políticas de ex insurgentes.

El resultado final de la votación para presidente sorprendió a propios y extraños, nadie


lo esperaba, hasta las encuestas “técnicos profesionales” fracasaron en los pronósticos
y los analistas no vieron venir el voto de castigo que la ciudadanía hastiada de la
corrupción manifestó como signo de rechazo a la clase política corrupta e impune,
responsable de la regresión democrática, la deriva autoritaria, el debilitamiento del
Estado de derecho y la ausencia de independencia de poderes.

Nadie alcanzó mayoría absoluta, los dos punteros van al balotaje definitivo el 20 de
agosto 2023. Sandra Torres de la Unidad Nacional de la Esperanza UNE (15.86%) es
la tercera vez que se postula, en las dos ocasiones anteriores fue derrotada en segunda
vuelta. El otro, Bernardo Arévalo del Movimiento Semilla (11.78%) quien compite por
primera vez. Ambos se definen como socialdemócratas, Arévalo agrega que en Semilla
son “progresistas”. Ninguno de los aspirantes es de izquierda.
 Torres es ultraconservadora, fundamentalista, cófrade de la corrupción e
impunidad, en contubernio con el Gobierno de Alejandro Giammattei.
 Arévalo es progresista moderado, con rasgos de estadista, académico,
intelectual, diplomático, sin tachas ni vínculo con la corrupción o impunidad.

Al leer el plan de Gobierno de Semilla y compararlo con el de la UNE, se nota que no


incluyen propuestas de transformación económico social, mucho menos de cambios
estructurales. Sin embargo, hay claras diferencias que es necesario distinguir.
 Torres representa el continuismo, saqueo de los fondos públicos, cooptación
del Estado, consolidación de la dictadura corporativa criminal, de las mafias y
redes de corrupción e impunidad.
 Arévalo representa una ventana de oportunidad para desalojar del Poder
político a los corruptos e impunes, para enderezar el rumbo, detener la deriva
autoritaria, respetar el Estado de derecho y sentar las bases para construir una
democracia participativa.

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Para la segunda vuelta la ciudadanía guatemalteca tiene dos opciones bien despejadas:
 Regresar al pasado oscuro y perverso, con la misma pesadilla de corrupción e
impunidad.
 Aprovechar la oportunidad para salir del pantano y empujar el desarrollo del
país.
No hay de otra, se retrocede o se avanza.

El bloque en el poder perdió las elecciones

La estrategia diseñada por las redes de corrupción e impunidad que mantienen


cooptadas las instituciones públicas para satisfacer intereses personales y corporativos,
así como, asegurar la continuidad de los negocios ilícitos y el saqueo de los fondos
públicos, no les funcionó, les falló por completo. Nadie imaginó que el Movimiento
Semilla que durante la primera vuelta ni siquiera aparecía en los primeros lugares de
las encuestas, logró conquistar los votos necesarios para colocarse en segundo lugar y
obtener el derecho a participar en la segunda vuelta.

A partir del momento en que se confirmó la participación de Semilla y su binomio para


disputar la segunda vuelta, se inició una guerra jurídica o lawfare en contra del partido
Semilla y sus principales dirigentes para bloquear e impedir su participación. La
criminalización y acciones jurídicas/judiciales, se extendió también contra magistrados
del TSE y el director y subdirectora del Registro de Ciudadanos.

La FECI del MP realizó sendos allanamientos y secuestró documentos en las oficinas


centrales del TSE y en las del Movimiento Semilla, se giraron órdenes de captura contra
el director y subdirectora del RC del TSE y solicitó retiro de antejuicio contra tres
magistrados del supremo electoral.

Hasta el cierre de esta nota los primeros días de septiembre, la guerra jurídica contra el
TSE y el partido Movimiento Semilla continúa impulsada por acciones del MP y la
Feci. Recursos legales van y vienen. Los magistrados del TSE anularon la decisión del
RC de suspender al partido Semilla y ahora la junta directiva del Congreso tendrá que

19
revisar el acuerdo que tomaron al despojar de su condición de bancada a los diputados
de esa organización política. Mientras tanto, el evento electoral finaliza el 31 de octubre
y se esperan nuevas acciones jurídicas de los corruptos.

Arévalo es declarado presidente

Como estaba previsto, la segunda vuelta de votaciones se celebró el 20 de agosto 2023


y resultó ganador por una mayoría aplastante el binomio Arévalo-Herrera, postulado
por el Movimiento Semilla. Ocho días después, el 28 de agosto el pleno de magistrados
del Tribunal Supremo Electoral TSE oficializó los resultados de la segunda vuelta y
adjudicó los cargos de presidente y vicepresidente de la República a los doctores
Bernardo Arévalo de León y Karina Herrera Aguilar respectivamente, quienes en teoría
deberán asumir el ejercicio del Poder Público el 14 de enero 2024 para el período 2024-
2028.

El mismo día que los magistrados del TSE oficializaron los resultados y declararon
ganadores a Bernardo y Karina, horas antes, el director del Registro de Ciudadanos RC
del TSE, informó que debido a la orden emitida por el juez Fredy Orellana, se
suspendió provisionalmente al partido Movimiento Semilla. Luego, a consecuencia de
la carta enviada al Organismo Legislativo por la Fiscalía Especial contra la Impunidad
FECI del MP en la que informa sobre la orden emitida por el juez Fredy Orellana, la
junta directiva del Congreso decide actuar. En la sesión ordinaria del 30 de agosto,
Shirley Rivera, presidenta de la junta directiva y diputada del partido Vamos, del actual
Gobierno de Alejandro Giammattei, desconoció a la bancada de diputados del
Movimiento Semilla. Tal decisión ilegal, significa que, desde ahora y hasta el 14 de
enero 2024 cuando se instale la nueva y décima Legislatura, los diputados de Semilla
pasan a ser independientes, excluidos de los espacios de decisión.

A toda costa y a cualquier costo, las elites depredadoras y redes de corrupción e


impunidad incrustadas en el bloque que domina el poder político y que perdieron las
votaciones, pretenden descarrilar el proceso electoral, desconocer resultados, anular las

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votaciones e impedir que el 14 de enero 2024 tomen posesión Arévalo-Herrera.

El sistema de justicia cooptado está al servicio de estas redes que cometen actos
ilegales, ejecutan acciones inconstitucionales, promueven discursos de odio y ansían
implantar terror y miedo para silenciar voces, amordazar las libertades de pensamiento,
expresión, información, investigación, prensa e inmovilizar la acción ciudadana. La
indignación y repudio es la respuesta ciudadana. La ciudadanía está fastidiada de las
sucias maniobras ilegales que los corruptos impulsan con la intención de sembrar
zozobra, incertidumbre, inseguridad y desconfianza, que no lograrán.

La última semana de agosto, varios colectivos ciudadanos, autoridades ancestrales de


los pueblos originarios, alcaldías indígenas de todo el país, gremios de profesionales,
académicos, sindicales, estudiantiles, de mujeres y religiosos, reiteraron su enérgica
protesta y advierten que, si se anulan las elecciones o se interrumpe la toma de posesión
del binomio ganador, en legítima resistencia no violenta, tomarán las calles y ciudades
hasta paralizar el país.

A lo anterior, se suman los reclamos unánimes y sincrónicos de las comunidades


nacional e internacional por la excesiva judicialización del proceso electoral, del uso
indebido del Derecho penal, de las actuaciones del Ministerio Público MP y las
decisiones del Juez Séptimo del Ramo Penal, son legítimos y contundentes porque las
citadas acciones las impulsa el bloque en el poder, aferrado a privilegios y a la
satisfacción de intereses personales, concedidos por la corrupción e impunidad que los
envuelve.

Respecto a las intenciones de vulnerar principios democráticos y burlar la voluntad de


la mayoría ciudadana expresada en las urnas el 20 de agosto 2023. La Misión de
Observación Electoral (MOE) de la Organización de Estados Americanos OEA,
publicó el 31 de agosto un comunicado que expresa la preocupación que tienen por la
“posible suspensión del Movimiento Semilla”, así mismo, su inquietud por los
acontecimientos de los últimos días que son, “…nuevos intentos de desconocer la
voluntad expresada en las urnas por las y los guatemaltecos.”
En relación con la suspensión del Movimiento Semilla el comunicado agrega:

21
“Suspender a un partido político con base en el requisito de firmas resulta
extemporáneo luego de la elección, cuando ese mismo partido ya recibió un respaldo
en las urnas que excede, con creces y contundencia, el mínimo legal establecido para
su conformación y para su registro. El voto constituye un elemento mucho mayor a la
firma en la determinación del respaldo popular. De esta forma, el bien jurídico que
busca la norma se encuentra plenamente protegido en el caso del Movimiento Semilla.”
Para finalizar la MOE-OEA llama al TSE a, “…que aplique los criterios pro homine y
pro personas respetando los derechos de participación política y que, como lo ha hecho
anteriormente, respete sus precedentes a la hora de resolver sus casos.”

De septiembre 2023 a enero 2024 hay mucho trecho

El período de transición de poderes entre el Gobierno saliente y el entrante se extiende


del 4 de septiembre 2023 al 14 de enero 2024, un trecho bastante largo en el tiempo
que, dadas las actuales amenazas al orden constitucional, el debilitamiento del Estado
de derecho y el intento de burlar la voluntad popular, puede dar lugar a muchos otros
acontecimientos y a crear escenarios no deseables de los que no tenemos ni idea.

Estados Unidos señala a “fuerzas corruptas” y al MP de querer evitar que Arévalo


gobierne Guatemala y pide a Giammattei que apoye transición. El 31 de agosto 2023
el señor Brian Nichols, Subsecretario del Departamento de Estado para América
Latina, reiteró la condena de los Estados Unidos a las acciones del MP en Guatemala
y anunció la visita de una delegación de alto nivel que visitará el país próximamente
para evaluar su contexto actual.

“Están tratando de obstaculizar la posibilidad de gobernar a Bernardo Arévalo y es


inaceptable en un hemisferio donde valoramos la democracia”, subrayó el alto
funcionario estadounidense.

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Arévalo denuncia conspiración para impedir que asuma el poder

El presidente electo y certificado por el TSE, Bernardo Arévalo de León, denunció


públicamente el 1 de septiembre que el bloque de corruptos en el poder prepara un
golpe de Estado para anular las votaciones e impedir que asuma el cargo en enero 2024.
En su mensaje a la ciudadanía, el presidente Arévalo llamó a todas las fuerzas vivas de
la Nación a defender la voluntad de la mayoría ciudadana que le dio el triunfo el 20 de
agosto 2023.

Dice parte de la denuncia: “Ustedes han confiado en mí y en Karín Herrera para


conducir el país desde el Organismo Ejecutivo en los próximos cuatro años. Los
resultados de la elección en segunda vuelta, oficializados por el Tribunal Supremo
Electoral, aceptados y celebrados con alegría por el pueblo de Guatemala, y
reconocidos por los principales actores sociales y por la comunidad internacional, así
lo confirman.”

Continúa, “Y, sin embargo, existe un grupo de políticos y funcionarios que se niega a
aceptar este resultado. Mientras por un lado se han puesto en marcha las formalidades
protocolares del proceso de transición, por el otro se ha puesto en marcha un plan para
romper el orden constitucional y violentar la democracia.”

El presidente electo señala a autoridades del Congreso Nacional, del sistema de justicia
y del Ministerio Público como responsables, agrega la denuncia: “Estas acciones
constituyen un Golpe de Estado que es promovido desde las instituciones que debieran
garantizar la justicia en nuestro país, encabezadas por la Fiscal General Consuelo
Porras, el Fiscal Rafael Curruchiche, el Juez Séptimo de instancia penal, Fredy
Orellana, así como la Junta Directiva del Congreso de la República y otros actores
corruptos y antidemocráticos.”

Los escenarios posibles

Ante la guerra jurídica o lawfare desatada en contra del Movimiento Semilla y los
esfuerzos de los corruptos para impedir que Arévalo asuma la presidencia el 14 de

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enero 2024, algunos analistas políticos coinciden en predecir al menos tres escenarios
posibles que puedan suceder entre octubre 2023 y enero 2024 que podrían ser:
1. Una explosión social con carácter insurreccional, violenta y caótica.
2. Un intento de magnicidio para eliminar a Arévalo. (Esta posibilidad fue
denunciada antes y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
otorgó medidas cautelares a favor del binomio Arévalo-Herrera y ordenó al
Estado de Guatemala les brinde la protección necesaria para resguardar sus
vidas e integridad personal.)
3. Un rompimiento del orden democrático institucional represivo, sangriento y
antidemocrático.

En la actual crisis política institucional es difícil saber con precisión cuál será el
resultado final, lo que sí es verdad es que amplios sectores de ciudadanía están
dispuestos a defender la voluntad popular expresada en las urnas el 20 de agosto y
desean el cese de la judicialización, criminalización y persecución política desatada por
el MP contra el TSE y actores políticos.

Se espera que todo transcurra ausente de actos o decisiones que propicien la alteración
de la paz social y que la toma de posesión el 14 de enero, se realice con tranquilidad y
en plena armonía para el bien de la Nación.

24
Sergio Castañeda Castañeda

El proceso electoral vivido en Guatemala en este 2023 fue, sin lugar a dudas, de lo más
convulso y además contó con algunas sorpresas que prácticamente nadie esperaba y
que ahora -terminada la segunda vuelta- hacen complejo pero necesario el ahondar en
el asunto para así intentar vislumbrar los posibles escenarios a presentarse a corto y
mediano plazo. Claro, no está de más recalcar que fue así como lejos de serios debates
y profundas propuestas lo que en realidad presenciamos, en la gran mayoría de los
casos, fue un proselitismo que transcurrió entre pueriles estéticas, trillados slogans e
inalcanzables promesas. ¿Cuánto habría de impactar esto en una sociedad que en buena
medida y lamentablemente sufre de amnesia histórica, despolitización sistemática y
alienación mediática y mercantil?

Es sabido que en este país y su “democracia” (de lumpen-oligarquía) se vota pero no


se elige. Si analizamos la historia inmediata del país nos damos cuenta como los
políticos de turno han sido prácticamente operadores de las élites económicas que
financian a los partidos políticos y a los candidatos que han escogido para cuidar y
preservar sus intereses y suntuarios privilegios en detrimento de las necesidades de las
mayorías. No está de más mencionar que, cuando los politiqueros que se prestan a tan
ruines acciones llegan a las instituciones del Estado, llevan a cabo una deleznable y
sórdida corrupción para llenarse los bolsillos gracias al heraldo público.

Entonces decimos que en Guatemala votamos pero no elegimos ya que la detallada y


sistemática planificación para elegir qué personas posicionar e impulsar como los
candidatos a los cargos de gobierno más importantes es llevada a cabo entre las élites
dominantes (empresariales y militares) también, por supuesto, en diálogos y con ciertos

25
consensos con sectores del Comando Sur y la embajada estadounidense. Así, a grandes
rasgos, se van determinando las autoridades cada cuatro años. Por ello a estos grupos
de poder se les ha llamado los “hacedores de Presidentes” pues buscan un perfil (entre
disputas y diferencias intra-oligárquicas internas, por supuesto) y los van eligiendo para
financiarlos e impulsarlos mediáticamente como los candidatos más fuertes y entonces,
allí si, dejar la “libertad” de que el Guatemalteco promedio y biempensante llegue a las
urnas en patrio ardimiento para votar por personas que, como recalcamos una vez más,
ya han sido elegidas para proteger el statu quo. Ahora bien, quien no entra en el perfil
de estas élites y, además de buscar participar, apueste por formas dignas de hacer
política y cuente con conciencia y autonomía de clase es rápidamente criminalizado o
desprestigiado socialmente a través de métodos como la guerra jurídica (lawfare) y la
calumnia mediática (fakenews), entre otras artimañas. La lamentable negativa que dio
el TSE a la inscripción del binomio del MLP previo a la primera vuelta electoral es una
muestra de esto.

También cabe mencionar como esos caminos que de una u otra manera tienden a un
tipo de desobediencia civil para el día de las elecciones como los pueden ser el
abstencionismo o el voto nulo conscientes (para así deslegitimar y mostrar rechazo a
candidatos y al sistema) son en definitiva dignos y pudiesen ser efectivos pero,
lamentablemente, por el bombardeo mediático y la tergiversación que muchos
“analistas” realizan respecto a estas opciones -despotricando contra ellas- no suelen
tener mayor trascendencia ni adeptos y al no ser en verdad masivos lamentablemente
no repercuten en mayor grado y quedan únicamente como un pequeño porcentaje
estadístico.

Se trata de un sistema que ha sido elaborado cuidadosamente y como se ha visto cuenta


con dinámicas, procedimientos y normas que regulan cuasi toda práctica y conforman
estructuras históricas que trascienden a las personas individualmente hablando. Así es
como se logra anular, en gran medida, muchas intenciones y acciones en pro de las
mayorías cuando, como excepción a la regla, logran llegar a cargos públicos personas
honestas y capacitadas para las respectivas funciones. El sistema en el que se encuentra
inmerso este país es tan fuerte que avasalla y desgasta a quien intente, aunque sea en

26
grado mínimo, no seguir todas sus directrices sumisamente. De tal manera que toca
entender, también, que llegar al gobierno no es necesariamente llegar al poder o, mejor
dicho, llegar allí es alcanzar solamente uno de los poderes (evidentemente no el más
fuerte). Ya que en el campo de disputa del sistema-mundo actual no pocas veces los
gobiernos quedan relegados tras el poderío de lo que podríamos describir, de la manera
pedagógica que lo hace el politólogo argentino Atilio Borón, como una peculiar mesa
de cinco patas en donde se encuentran las élites económicas y su concentración de la
riqueza, las corporaciones mediáticas que imponen el “sentido común”, el poder
judicial con sus jueces y fiscales al servicio ¿de quién?, las embajadas estadounidenses
y su geo-estrategia neo-liberal y las fuerzas armadas como aparatos de reacción.

Dicho lo anterior toca situarnos en el domingo 25 de junio cuando se llevaron a cabo


las elecciones y, como se veía venir, en cuanto al Congreso, se impuso el partido del
actual oficialismo y, en general, los partidos de derecha aliados a este que han
conformado el Pacto de Corruptos y se han establecido en el Legislativo para imponer
sus espurias y conservadoras agendas. En relación a la alcaldía capitalina la continuidad
de Quiñonez -a pesar de su gestión bastante cuestionada por la carencia de soluciones
a tantas problemáticas de la urbe- pasó a ser un hecho.

Ahora bien, los resultados de la papeleta blanca marcaron una notable sorpresa, la cual
ni analistas políticos serios ni las encuestas de los distintos medios de comunicación
pudieron prever ni vislumbrar. Porque, claro, la candidata de la UNE y su primer lugar
no salieron de la tendencia que se esperaba pero en cambio que en un país
marcadamente conservador como Guatemala un partido progresista (circunscripto a la
social-democracia) obtuviera un segundo lugar y pasara a la siguiente vuelta, en
realidad parecía impredecible. No conozco a ningún especialista que vislumbrara tal
escenario, pero sucedió en contra de todo pronóstico. Así fue como el factor SEMILLA
fue ganando impulso y popularidad para el balotaje del 20 de agosto (tanto por la guerra
judicial espuria que grupos de poder iniciaron en su contra como por el clamor popular
que comenzó a ver una luz en el final del túnel) y logró ganar contundentemente.

No cabe duda de que tras la sorpresa que significó el hecho de que Movimiento Semilla

27
se instaurara en la segunda vuelta electoral y luego en el balotaje lograra ganar
avasalladoramente siendo electos Bernardo Arévalo y Karin Herrera como presidente
y vicepresidente respectivamente los sectores más reaccionarios del país se han
alarmado y enfurecido. De tal manera que previo a la segunda vuelta fueron las élites
empresariales más conservadoras, la politiquería oficialista concentrada en el pacto de
corruptos y altas autoridades del MP quienes iniciaron una persecución jurídica en
contra de dicho partido. Ante tales artimañas la protesta y movilización ciudadana fue
y continúa siendo de suma importancia.

El lograr agudizar nuestro juicio crítico y reflexivo para comprender esta sorpresa
electoral y el despertar de conciencia de buena parte de la ciudadanía resulta
esclarecedor además de pedagógico. Porque tal y como lo entendemos se trata tanto de
varios factores como lo es el desgaste y hartazgo colectivo respecto a la politiquería
tradicional y corrupta que en las últimas décadas nos ha gobernado. También, cabe
mencionar que el llamado al voto nulo para la primera vuelta que hicieron muchos
personajes mediáticos ─de distintas líneas de pensamiento─ que quedaron fuera de la
contienda restó votos a los partidos tradicionales (sin mencionar que deslegitimó al
sistema y quitó mucho dinero a los partidos políticos que, lejos de tener proyectos y
planes de gobierno serios, únicamente buscan ganancias al participar en las
votaciones). También es de tomar en cuenta que la campaña electoral de Semilla logro
contar con un enfoque simple, pero, sin lugar a dudas, fresco y amigable, logrando
empatía con muchos jóvenes y con un discurso que apuntó a la clase media que, nos
guste o no, suele marcar diferencia en las votaciones, sobre todo respecto a presidente
y vicepresidente. Otra cosa de mucha importancia es cómo, a través de su narrativa,
enfocaron recurrentemente un tema que toca la sensibilidad del guatemalteco: el asunto
de la no tolerancia a la corrupción, lo cual se denomina como un tema no polarizante,
ya que prácticamente todos coinciden en que esta es un mal en verdad nocivo para el
país. Estos son solo algunas de las causas que, sin duda, determinaron los sorpresivos
resultados.

Entonces dentro de las posibles situaciones a darse frente a la llegada de Bernardo


Arévalo a la presidencia el próximo año está el asunto respecto a que las élites

28
oligárquicas, corporativas y militares, cierren filas para defender sus intereses. De tal
manera que, sin romantizar al señor Arévalo ni mucho menos a Semilla vemos que
resulta necesario comenzar a trabajar desde ya en articulaciones entre partidos
progresistas, organizaciones sociales, colectivos críticos y demás asociaciones
comprometidas para dar apoyo al lo que será el oficialismo semillero. Claro, para que
esto sea posible, al menos en algún considerable grado se deben trascender viejos celos,
rencores de antaño, sectarismos, dogmatismos y pueriles purismos que históricamente
han caracterizado a los espacios izquierdistas y progresistas guatemaltecos, y que
suelen pasar factura a sus partidos y/u organizaciones.

Una articulación que vaya constituyendo un frente amplio plural y que tenga claro que
el tema no pasa porque pensemos todos exactamente igual (cosa imposible y además
poco deseable) o por caer en un izquierdómetro donde los más «radicales» entran en
estériles pugnas con los moderados y viceversa. Más bien es de abogar porque al
Ejecutivo llegue un gobierno, al menos en buena medida, distinto a los que han regido
en las últimas décadas.

Que el gobierno de Semilla no revertirá en cuatro años siete décadas de atraso, es un


hecho. El candidato de dicho partido lo ha dejado claro. Por lo cual se vale motivarse
mas no caer en ingenuidades políticas ni en exigencias irracionales. Que probablemente
será un gobierno de tendencia moderada reformista en muchos aspectos y tendrá que
enfrentarse, en gran desventaja, a los poderes fácticos (élites económicas, medios de
comunicación), al lawfare y a un Legislativo en su mayoría conservador y reaccionario,
por supuesto. Sabemos que llegar al gobierno dista de ejercer el mayor de los poderes.
Empero, con el hecho de que fiscalice como es debido y se ejecuten de forma eficiente
y comprometida los recursos del Estado será un importante paso para una población
que ha vivido décadas en la zozobra gracias a un modelo económico y político
oligárquico-militar totalmente desfavorable para sus necesidades y derechos.

Sabido es que el poder reaccionario y conservador cuando busca neutralizar a alguien


o algo ataca por varios flancos por lo que en paralelo a la espuria persecución jurídica
que está ejerciendo sobre Movimiento Semilla se percata que el asunto discursivo y del

29
imaginario colectivo no puede dejarse de lado. De tal manera que desde hace meses
busca instaurar en la opinión general la idea de que dicho partido es comunista
(cuestión falsa pero que no tendría por qué verse necesariamente como negativa), que
atenta contra los valores religiosos de la familia tradicional e, incluso, se han escuchado
disparates que señalan que en el logo de dicho movimiento existen mensajes
subliminales de tinte satánico. En sociedades acríticas donde el sistema de educación
es profundamente precario y el pensamiento crítico es casi un milagro esta sarta de
absurdos e insensateces pueden permear la mentalidad colectiva ya que la
manipulación es más factible.

Ante tanto barullo es oportuno recalcar que el anticomunismo como doctrina de odio
ayudó al ultraje de la contrarrevolución y el derrocamiento del presidente Jacobo
Árbenz en 1954 del cual las lamentables consecuencias se viven hasta la fecha en el
país. Este discurso tiene orígenes históricos y se ha dispersado globalmente logrando,
a través de una narrativa de saña, desprestigiar toda discursiva no conveniente al
sistema que abogue por el bienestar colectivo. Por otro lado han sido algunos jerarcas
católicos y las iglesias evangélicas neopentecostales quienes han utilizado su poder de
manipulación a las masas en torno, entre otros temas, a divulgar las campañas negras
en contra de Semilla. Hemos presenciado como algunos de los pastores más
reconocidos de Guatemala han descalificado al candidato Arévalo mientras en antaño
felicitaron y “bendijeron” a corruptos e impresentables personajes como Otto Pérez
Molina, Jimmy Morales y Alejandro Giammattei. Se trata de conocidos pastores entre
los cuales, incluso más de alguno, ha estado señalado por supuestos nexos con el
narcotráfico. Claro, esto no quiere decir que se caiga en la actitud falaz de generalizar
al respecto ya que ha habido en la historia -y actualmente- varios sacerdotes que se han
comprometido con las causas del pueblo (el importante papel en Latinoamérica que
tuvo la iglesia católica con la teología de la liberación, por ejemplo) y también pastores
que hoy por hoy han proclamado la necesidad de un cambio político y socioeconómico
para el país.

Por ello hoy más que nunca no se puede caer en tan absurda propaganda y disparatados
discursos y, en cambio, debemos agudizar nuestro pensamiento reflexivo ya que si el

30
gobierno de Bernardo Arévalo no cuenta con un fuerte apoyo social y popular tal
oficialismo estará en verdad debilitado y en serios problemas.

La historia reciente de América Latina nos ha demostrado como gobiernos que asumen
en condiciones hostiles y desfavorables ante el poder económico y sus aliados deben
contar con el respaldo social. Por ello en toda sociedad es fundamental tener una
organización colectiva basada en consensos y que vea de manera estructural los asuntos
y no sea únicamente reactiva a cualquier coyuntura. Esta organización debe ser plural
y basarse en múltiples articulaciones de diferentes sectores (clase trabajadora,
colectivos urbanos, pueblos indígenas, sectores de mujeres, estudiantes, academia
comprometida etc.) creando un frente(s) amplio que sepa actuar prolijamente con la
táctica y estrategia que cada caso amerite. Esto representaría la conformación de un
sujeto político plural cuya fuerza podría ser capaz tanto de oponerse y ayudar a contener
espurias artimañas como de acompañar y/o construir procesos de soluciones a nuestros
problemas coyunturales e históricos. Tamaño reto el que nos compete y debemos
emprenderlo desde ya.

SEMILLA, finalmente, encarna la posibilidad de una gestión reformista y de dignidad


política que tanto necesita este país. Se trata de comenzar a cambiar esta terrible
realidad lo cual es un asunto impostergable y es acá donde vemos el posible inicio de
un proceso con medidas esenciales como necesario paso para lo que tendrá que ser ese
momento donde propuestas de soluciones estructurales y acciones más profundas y
cercanas a esas mayorías excluidas, saqueadas y explotadas sean un hecho. No hay
duda que la realidad concreta nos demuestra el camino a recorrer donde el estar
organizados social y popularmente y atentos a través del pensar crítico es la tarea para
realizar incluso por parte de los escépticos que hacen propia la máxima Gramsciana
“pesimismo de la razón, optimismo del corazón”. Siempre todo esto, por supuesto, con
la claridad política, el matiz y el discernimiento presentes.

31
Byron R. Barillas

Introducción
Este ensayo se propone, situar de forma sucinta en distintos momentos y contextos
históricos de conflicto, dictaduras y transiciones democráticas, el accionar
sociopolítico de la sociedad guatemalteca frente al sistema dominante con énfasis en la
dimensión política, con el fin último de analizar el inusitado torrente ciudadano que
catapultó a Semilla como primera fuerza política en la contienda electoral de Junio
2023, dando como ganador de la misma al binomio Bernardo Arévalo, Presidente y
Karin Herrera, Vicepresidenta, en un clima de incertidumbre por amenaza de golpe de
estado técnico por la vía judicial, antes de la toma de posesión en enero 2024.

Si bien el examen sobre las características de dicho accionar tiene como centro de
atención la noción de “ciudadanía” frente al poder político, es insuficiente para
comprender comportamientos sociales y políticos que incluyen y a la vez trascienden
el fenómeno de ciudadanización, por lo cual, resulta útil intentar un breve abordaje del
concepto de “sujeto” junto a algunas categorías que se deprenden de este concepto.
Siendo así, se comienza por hacer una primera aproximación teórica al concepto de
ciudadanía que será un hilo conductor en todo el texto.

La ciudadanía surge en la modernidad, tanto para afianzar las relaciones sociales en el


modo de producción capitalista liderado por la burguesía (ciudadanía social) como para
legitimar socialmente la democracia en tanto sistema político que nace de la
Revolución Francesa (ciudadanía política). Es un concepto clave de la modernidad que
nace afianzado en un despliegue de los derechos civiles y políticos, pero además con
pretensiones de universalidad y homogeneidad civilizatoria de esa ciudadanía que
resultan posicionándola como el gran logro de la modernidad. El logro consiste en que,

32
al ser consideradas las personas igualmente libres, independientemente de su condición
de clase, género o etnia, como señala el sociólogo inglés Marshall “introduce un estatus
igualitario universal” (Dominguez, 2009, 46; ); (Rodino, 2015, 49). Un característica
de la ciudadanía es que por su naturaleza discurre en el ámbito público y por lo mismo,
considerada según Domingues “la expresión máxima del imaginario de la modernidad
vinculada con el sistema de derechos” (Domingues,2009, pp.29, 46) y específicamente
con la democracia.
Valga subrayar, en tanto a la ciudadanía se le concibe como la población dotada
naturalmente de derechos civiles y políticos, representa una especie de transfiguración
político jurídica. Dicho esto, en su definición clásica la ciudadanía es entendida como,
un estatuto jurídico y político mediante el cual el individuo adquiere un estatus como
poseedor de derechos políticos, civiles y sociales con relación a una colectividad
nacional (población) de otros individuos que gozan del mismo estatus, tienen la
facultad de actuar en la vida política del Estado y su pertenencia al territorio nacional,
además de conferirles nacionalidad, afianza automáticamente su condición de
ciudadano. (Woltke, 2016, 80).

De lo dicho, es importante destacar tres cosas, lo primero, en el plano civil y


principalmente el político, la ciudadanía se distingue de otros sujetos y dinámicas
sociopolíticas, por constituir individuos (ciudadanos) con derechos y poder inmanente
debido a su potestad sistémica de elegir por medio del voto a sus gobernantes, pero su
fuerza está determinada por la acción colectiva en una dirección u otra, de ahí que
indefectiblemente conjuga el individuo con el ser social; lo segundo, no todas las
acciones o luchas sociales se constriñen a esta noción homogenizante de ciudadanía,
de ahí la importancia de distinguirla y enmarcarla en un plano más general dentro de la
teoría del sujeto; tercero, tanto en la ciudadanía como en otro tipo de sujetos, las
ciencias sociales suelen situar al individuo (persona que actúa individualmente), más
inclinado a comportarse como agente reproductor del orden establecido.

Ahora bien, dado que este ensayo no pretende desarrollar una discusión teórica, esta
base conceptual introductoria en torno a la ciudadanía y los sujetos que será retomada
en su momento, es solo una guía de enfoque para el análisis de la realidad

33
guatemalteca, para efectos de una mejor caracterización y visualización de los cambios
ocurridos a partir de 1954, sobre lo cual se ha escrito en abundancia, se hace un breve
repaso histórico con el fin de contextualizar y aportar algunos elementos de explicación
sobre el fenómeno sociopolítico inédito que ocupa la atención nacional e internacional
de la coyuntura actual. Con tal propósito se ha optado por una periodización histórica
en tres momentos.

Primer período (1954-1985): Dictadura militar. Estado


contrainsurgente. Eclipse ciudadano y nuevo sujeto histórico

Tras el golpe de estado de 1954 orquestado por el ejército guatemalteco con apoyo de
los Estados Unidos, mediante el cual es derrocado el presidente Jacobo Árbenz
Guzmán, se pone fin a la revolución democrática y construcción de un Estado social
de derecho inaugurada en 1944, cuya primera etapa se llevó a cabo bajo la presidencia
del Dr. Juan José Arévalo. El efecto inmediato en la esfera política fue el ascenso de
los militares al aparato del Estado con plenos poderes para gobernar e instauración de
una Dictadura militar oligárquica que toma control directo e indirecto de las
instituciones públicas, instala formas de gobernanza dictatorial y protagoniza tres
golpes de estado durante un largo período de 30 años. En sustitución del sistema
democrático de corte liberal, éste de coopta y se subsume dentro de una concepción de
Estado contrainsurgente dirigido por una burocracia militar de alto rango, con una
política de terror anticomunista inspirada en la Doctrina de Seguridad Nacional que
dejó miles de víctimas. Esa dictadura operaba en co-gobierno con políticos de derecha
y funcionarios civiles de alto nivel afines al régimen, en contubernio con poderosos
grupos económicos de la élite oligárquica y un incipiente grupo de altos jefes militares
quienes hacia finales de los años 70 se habían constituido en poderosos terratenientes
en la Franja Transversal del Norte y subsecuentemente un nuevo poder fáctico que pasó
a formar parte del Bloque Histórico.

En el plano societal se resaltan tres aspectos de particular interés. En primer término,


la desarticulación y deformación del sistema democrático implementada a partir de la
primera década dictatorial, rompió con la edificación de un Estado liberal clásico

34
inspirado en la modernidad y con ello la ciudadanía comienza a deconstruirse hasta
quedar eclipsada para las siguientes dos décadas, es decir, hacia los años ochenta la
sociedad guatemalteca había sufrido un proceso de des-ciudadanización que objetiva y
subjetivamente anula la conciencia individual y colectiva de saberse con potestad de
ejercitar derechos políticos adquiridos en todo el sentido apuntado sobre la ciudadanía.
Como segundo aspecto, la década de los años 60 y los años 70 con mayor intensidad,
fueron testigos del auge de movilizaciones masivas de dimensión nacional como la
histórica Marcha de Ixtahuacán, huelgas y todo tipo de protesta social por parte de
organizaciones sindicales obreras, movilizaciones campesinas en las áreas rural-
urbanas principalmente en el Sur o el sector estudiantil de educación media y un potente
movimiento estudiantil universitario asentado en la USAC; todo lo cual propició la
reconstrucción de una Sociedad Civil diezmada en la primera década de régimen
dictatorial.

Siguiendo la secuencia, en tercer lugar, esa Sociedad Civil que se construye desde lo
popular y clases sociales anti sistémicas, alcanza una sincronía que resulta confluyendo
directa o indirectamente con el ímpetu de un movimiento revolucionario guatemalteco
de finales de los años 70 (precedido por la experiencia guerrillera de la década anterior)
que decide enfrentar a la dictadura militar oligárquica, mediante una cruenta lucha
armada guerrillera que tuvo su mayor pico de confrontación bélica hacia 1983. Llegado
este punto interesa destacar el surgimiento de un nuevo sujeto histórico que es
entretejido al calor de dicha confluencia.
En la pretensión de caracterizar dicho sujeto hay que decir, a pesar de las variantes de
enfoque, la definición del sujeto histórico muestra cierto consenso respecto a su sentido
esencial. Así, desde la tradición marxista el sujeto histórico es aquél con clara
conciencia del sistema de dominación y explotación al que está sometida la clase
trabajadora y por lo mismo, es proclive a transformar colectivamente la realidad que le
oprime. De ahí que teóricamente, la definición del sujeto histórico aparece asociada a
la función del cambio social, y particularmente al cambio de las estructuras de
dominación (Rodríguez M., 2009). Se advierte sin embargo que no es un ente
homogéneo pues condensa diversas expresiones sociales que confluyen temporal y
parcialmente en un proyecto político o social de cambio, tal como lo muestra la

35
diversidad organizacional que se ilustra en el párrafo anterior.

Período (1985-2015). Democracia transicional.


A sabiendas que existe una latente polémica en cuanto si a este largo ciclo sucesiones
en el poder político del Estado guatemalteco se les puede calificar como democráticas
o nó, la postura metodológica asumida en este ensayo es que durante este período tuvo
lugar un proceso transicional pactado bajo un nuevo orden constitucional, en el que,
por varias razones que serán mencionadas (aunque pueden haber otras), los distintos
grupos del bloque de poder optaron por dejar atrás los regímenes militares de dictadura
e instaurar a su conveniencia democracias electorales controladas con libre juego de
partidos políticos y participación ciudadana, de manera que tiene lugar la hipótesis que
afirma, el problema de la transición democrática no es el sustento jurídico que puede
considerarse sólido, sino el irrespeto a ese orden constitucional de parte de las élites
económicas, grupos políticos gobernantes y la clase parasitaria que termina
conformando el bloque de poder. En ese sentido y para facilitar el abordaje se hace
una delimitación en dos etapas.

Sub-Etapa I (1985-1996). La democracia pactada.


Esta primera etapa surge de un pacto entre el alto mando del ejército guatemalteco y la
Oligarquía como clase dominante, en un contexto internacional y centroamericano
favorable para ambos intereses, que tiene además como punto de partida la derrota
anticipada y no declarada de la guerrilla de base popular alzada en armas, que sería
formalizada once años después con los Acuerdos de Paz de 1996.

La primera razón e indicador que permite hablar de un momento en que se acuerda


transitar de una dictadura militar a una democratización formal del sistema político, es
la conformación de una asamblea constituyente que produjo la nueva Constitución
Política aprobada en 1985, la cual puede catalogarse de avanzada a juzgar tan solo por
lo prescrito en el Título II y primeros tres capítulos, tal como puede apreciarse la
siguiente brevísima ilustración de cláusulas relevantes, por ejemplo, . Título II.
Derechos humanos, en el Capítulo I. Derechos individuales (Art.3 a 46), en el Art.45

36
otorga “legitimidad de la resistencia del pueblo para la defensa de los derechos y
garantías consignados en la Constitución”. Mientras en el Capítulo II, Derechos
sociales (Art.47-56) Sección quinta. Universidades (arts.82-90) reconoce
explícitamente la autonomía universitaria y la obligatoriedad de una asignación
presupuestaria estatal. Mientras el Capítulo III. establece los Derechos y deberes
cívicos y políticos (Arts.135-137). La segunda razón es que no se trató de un hecho
aislado, sino que tuvo como preludio el proceso de diálogo para resolver los conflictos
armados en Centroamérica entre 1983 y 1985 promovidos por el Conocido Grupo de
Contadora, que culminaron con los acuerdos entre los presidentes centroamericanos
entre 1986 y 1987 sobre procedimientos para establecer la paz firme y duradera en
Centroamérica, conocidos como Esquipulas I y II, en donde tuvo destacada
participación Vinicio Cerezo como Primer Presidente electo democráticamente en
Guatemala en el marco de esa transición. A esto se agrega, el lobby realizado
previamente por el Gral. Oscar Mejía Víctores con representantes de Comisión
Interamericana de Derechos Humanos para encontrar aval a sus intenciones de
democratización y supuesto respeto por los derechos humanos.

En otro plano, una de las características de esta etapa es la consolidación ampliada del
bloque hegemónico liderado por fracciones de la élite oligárquica, quienes además de
conservar estrecho vínculo con la cúpula militar, refuerzan el bloque de poder con
partidos políticos de derecha o centro derecha y la Iglesia Católica como entidad
beligerante de la Sociedad Civil, entre otras, con el apoyo de los Estados Unidos. Entre
los tres mandatarios que gobernaron durante este período se destaca Vinicio Cerezo de
la Democracia Cristiana un experimentado político, electo ; Serrano Elías, un político
emergente con aires populistas; y finalmente Ramiro de León Carpio, uno de los
integrantes de alto nivel de la Asamblea Nacional Constituyente de mayo 1985, quien
sustituyó a Serrano luego de su dimisión por intento de golpe de estado técnico. En lo
que concierne al Estado podría hablarse de una relativa refundación del mismo y de la
política, en términos de recomponer una institucionalidad debilitada que requirió
importantes ajustes para reorientar la función pública y desconectar el aparato de poder
de la política contrainsurgente.

37
Desde el escenario social, se puede advertir una sociedad sensiblemente impactada y
traumada por la guerra, miedos, apatía política y desconfianza generalizada hacia el
sistema político dominante, no obstante, el 1 de enero de 1986 mediante el Decreto 8-
86 el Congreso de la República declara una amnistía general para delitos políticos y
comunes, que frena la persecución política y propicia el retorno de exiliados políticos
residentes en el extranjero. Mientras, en términos de la correlación de fuerzas cabe
destacar la total desaparición de sujeto histórico revolucionario forjado en los años 70
y 80. Es un hecho que durante este corto período, el sistema político y clase dominante
reestablecen el estatus de ciudadanía a una población que desconoce las reglas de una
democratización incipiente que le abre espacio y en ese sentido se puede advertir la
activación desde arriba de una especie de “ciudadanía zombie”, la cual se mueve por
clientelismo, por temor, por necesidad, oportunismo o con un inconsciente colectivo
de asco a la política que irónicamente resulta favoreciendo a la élite criolla, quienes
por su hegemonía cultural ideológicamente ha incrustado en la conciencia social la idea
de mejor sigan ustedes gobernando porque no hay alternativa, en fin, una
individualización enajenada contraria al sujeto político crítico.

Sub-Etapa II (1996-2015). Democracia controlada.


Esta segunda etapa está marcada por los Acuerdos de Paz que formalizan el fin del
conflicto armado interno; por la consolidación del proyecto político de la clase
dominante; un escenario inusitado de cooperación internacional; y, la rearticulación la
organización social y popular.

Los Acuerdos de Paz de 1996 representan el gran acuerdo nacional de conciliación que
abre un espacio legal y legítimo de participación política abierta a la otrora izquierda
revolucionaria que representaba a las fuerzas beligerantes opositoras de la década de
años setenta y ochenta. Dicho acontecimiento constituye a la vez un nuevo contrato
social mediante el cual el bloque hegemónico a través del Estado crea la ilusión de un
escenario ampliado de libertades políticas con el fin de estimular la participación
ciudadana. Pero a la vez es un gran acuerdo político de cara a la comunidad

38
internacional con predominante presencia de la Comunidad Europea, la cual en este
período despliega importantes flujos de cooperación económica que generan la
proliferación de ONGs en toda Centroamérica y Guatemala en particular. En el caso
de Guatemala, tal despliegue de cooperación internacional contribuyó de manera
relevante a un fortalecimiento o articulación de organizaciones campesinas, indígenas,
sector obrero en la ciudad, organizaciones de mujeres y Derechos Humanos. Pero
también fue aprovechada por funcionarios y políticos para desviar a su favor recursos
de esa cooperación canalizados por entidades gubernamentales, lo que va incubando
prácticas de corrupción solapada por parte de funcionarios públicos. Tal flujo de
cooperación se mantiene con altibajos durante la primera década del Siglo XXI y
comienza decaer hasta el retiro casi total de la cooperación más o menos del 2010 en
adelante.
En lo que concierne al proyecto político dominante, es válido señalar que, dada la
legitimidad que otorgan los Acuerdos de Paz con amplio respaldo de la ONU y los
EE.UU. el bloque hegemónico que para entonces está conformado básicamente por
fracciones de la élite oligárquica y representantes de una burguesía relativamente
independiente (vinculados o no a la élite criolla), todos con algún grado de
representación en el CACIF, diseña un modelo político de poder en donde la
democracia formal funciona exclusivamente para activar la participación política a
través del voto y ejercer el control total de un Estado desconectado del desarrollo social,
sin interés por políticas sociales que contribuyan a disminuir la pobreza, la exclusión
social y la marginación de amplios sectores de la población. Paralelamente se pone en
evidencia la penetración en el Estado de la primera red criminal dedicada al
contrabando de contenedores conocida como Red Moreno que involucraba varios
militares de alto rango, entre ellos el Gral. Ríos Mont y el candidato presidencial por
el FRG, Alfonzo Portillo (1996-2000) quien a pesar de ser confeso, es electo como
Presidente para el período 2000-2004 y el juicio contra la Red delictiva queda sellado
por fianza en el 2002; lo cierto es que las ganancias ilícitas de la Red eran repartidas
dentro de una estructura, que involucraba a la Policía Nacional, la Guardia de Hacienda,
el Ministerio de Finanzas Públicas, el ejército y el mismo Ministerio Público.

Esa alerta criminal propicia que durante el gobierno de Oscar Berger se autorice la

39
instalación de la Comisión contra la Impunidad en Guatemala respaldada por Naciones
Unidas (CICIG), la cual a través de la FECI y el MP, inicia un intenso proceso de
judicialización contra funcionarios y políticos involucrados en actividades criminales
dentro del Estado. Como se sabe, la labor transparente de investigación y
enjuiciamiento implacable culmina con la crisis de Estado del año 2015 por el caso de
“La Línea”, un proceso judicial por corrupción iniciado en abril del 2015, cuando el
Ministerio Público y la CICIG, involucraron a varios altos funcionarios del gobierno
del entonces Presidente Otto Pérez Molina, al capitán retirado Juan Carlos Monzón
(secretario privado de la vicepresidencia Baldetti) y directores de la Superintendencia
de Administración Tributaria de Guatemala, en una sofisticada red de contrabando en
las aduanas. Entre agosto y septiembre de ese año, la vicepresidenta Roxanna Baldetti
y el Presidente Pérez Molina (obligado a renunciar) fueron vinculados a juicio y
encarcelados junto con alrededor de 75 funcionarios públicos involucrados en la red
criminal. La crisis del 2015 termina por desdibujar el endeble proceso democrático y
coloca la “corrupción” como el punto mira más importante para la sociedad
guatemalteca, que tendrá efectos nefastos en la siguiente etapa histórica hasta la
actualidad, poniendo en evidencia así mismo, la creciente conformación una nueva
“clase parasitaria” de perfil criminal enquistada en el Estado.
En el plano organizacional, durante esta larga etapa 1996-2015, se puede decir que
persiste una ciudadanía que en general ejerce sus derechos políticos de forma
pragmática restringida al voto en período electoral, sin mostrar interés de avanzar más
allá en términos de ciudadanía activa. En contrapeso, se fue forjando un conjunto de
estructuras que fortalecen la Sociedad Civil desde organizaciones de clase en lo rural
y lo urbano, junto a otros sectores ya mencionados con relación a la cooperación
internacional e influencia internacional de las Naciones Unidas. Valga decir que la
Sociedad Civil durante toda esta etapa no tuvo como derrotero ni motivación el
proyecto político democrático de la clase dominante, sino por el contrario, una
preocupación por la erosión y degradación de dicho proyecto político, siendo una de
las razones que explicarían su renuencia o desinterés por construir estructuras
partidarias. En este punto es oportuno diferenciar el papel de la otrora izquierda
revolucionaria antisistema, quienes, siendo parte de esa Sociedad Civil son el único

40
sector que opta por reestructurarse como partido político convencional dentro del
sistema a partir de la inscripción de la primera coalición de izquierda en 1999, pudiendo
señalarse la necesidad de sobrevivencia política como una de las razones de esa
conversión, quienes ciertamente persisten en la dinámica democrática formal pero sin
alcanzar beligerancia alguna, menos aún por el deslucido papel en su representación
legislativa, sin capacidad alguna de disputar el peso político del bloque de poder y
menos aún el peso ideológico del bloque hegemónico de las élites criollas. Esta realidad
en adelante explicará por qué la renovada izquierda progresista no constituye
alternativa para encabezar algún movimiento transformador antisistémico.

En contraparte, la crisis de Estado del 2015 que cierra esta etapa, dio lugar al
surgimiento de un poderoso movimiento social multisectorial en contra de la
corrupción en donde sin duda incidieron las organizaciones de la Sociedad Civil
estructurada hasta ese momento, con la característica justamente que no fue liderado
por ningún partido político de derecha ni izquierda. Lo cierto es que se refuerza lo
indicado en cuanto a que, el eje movilizador antisistémico de dicho movimiento social
fue la corrupción y la penetración del crimen organizado en el Estado, pero a la vez, el
vacío de liderazgo visible da pie a la emergencia de al menos dos nuevas expresiones
políticas partidarias como lo fueron el partido Semilla de base social urbana y el
Movimiento para la Libración de los Pueblos de base principalmente indígena rural-
urbana, que comienzan a jugar un papel importante como fuerzas políticas en el
siguiente período.

Etapa actual (2015-2023). Democracia fallida y revolución ciudadana.


La turbulencia gubernamental creada por el desmantelamiento de la Red criminal “La
Línea” en el 2015 es la punta del iceberg de una estructura paralela del narcotráfico y
otras organizaciones criminales durante todo el período de transición democrática
encaminado en 1986 y 1996, período que coincidió con la fijación del narcotráfico en
Centroamérica y marcó a Guatemala como eslabón estratégico de acceso a los
mercados de la droga en Norteamérica y al Estado como un flanco susceptible de
penetración y contubernios criminales que persisten, desfigurando la política y

41
configurando una gobernanza criminal en tanto, el narcotráfico financia campañas
políticas y políticos locales y nacionales, soborna y coopta militares y estructuras
policiales. Como bien señala Gutiérrez (s/f), ..la irrupción del narcotráfico cambió por
completo los parámetros convencionales de la corrupción y abrió la puerta a la
influencia criminal en el Estado de transición democrática, con débiles controles
administrativos. Pero a la vez, las élites económicas neoliberales en su carrera por
evitar la intervención reguladora del Estado en el mercado y el control fiscal con fines
ilícitos, desnaturalizaron la función pública, dando lugar al otro escenario complejo de
“corrupción” que funciona a la sombra del Estado.

Dichas prácticas, escenarios de criminalidad y corrupción sintetizan y caracterizan los


dos últimos gobiernos cuya simbiosis se profundiza a partir de la expulsión de la CICIG
en enero del 2019 durante la administración de Jimmy Morales. Esta decisión abrupta
fue una impronta de reversibilidad de la lucha contra la impunidad en favor de la
corrupción institucionalizada que vino a sellar del pacto de poder vigente, en función
de lo cual se desató un feroz persecución en contra de fiscales y jueces que
acompañaron a la CICIG en el proceso de judicialización contra conductas criminales
dentro del Estado.

Es a todas luces conocido que la actual administración encabezada por el Presidente


Giammattei mantiene cooptado el Estado, mediante un pacto de corrupción entre
facciones de las élites económicas, el crimen organizado asociado con políticos,
militares y estructuras policiales que ha permitido total impunidad a las acciones ilícitas
intra-estatales y un bloque de poder que se ha considerado infranqueable. Todo ello
define lo que podría denominarse más bien como una “democracia fallida” de fachada,
absorbida por el Estado mediante un tipo de dictadura corporativa criminal en tanto
involucra políticos, élites económicas y crimen organizado (civiles y militares), cuyo
aparato a través de la cooptación del poder judicial ha emprendido una ofensiva que
rebasa toda racionalidad jurídica y límites jurisdiccionales para impedir el ascenso
legítimo del binomio Arévalo y Karin al poder ejecutivo.

2023: Sisma político y revolución ciudadana.

42
Siendo que el propósito central de este ensayo es el intento de explicar la victoria de
Semilla y Arévalo en la segunda vuelta electoral de junio 2023, se obvia la descripción
y detalles de todo el proceso electoral en función de analizar el sorpresivo fenómeno
político que mantiene en vilo a la sociedad guatemalteca y la comunidad internacional.

Valga comenzar por un enunciado literario mediante el cual puede describirse el


acontecimiento como un torrente ciudadano subterráneo que emerge en modo erupción
silenciosa, dirigido a sacudir el terreno de lo impensable en forma de voto masivo
atípico a partir de lo cual todo es atípico.

Pues bien, se comienza por señalar que el fenómeno sociopolítico en cuestión es


susceptible de diversos enfoques y explicaciones desde las ciencias sociales, lo cierto
es que se trata de un fenómeno inusitado e imperceptible frente al devenir tradicional
de la política en los últimos 37 años. Desde una perspectiva sociológica se puede
considerar el fenómeno como una “revolución ciudadana” en la que se pasa de la
resistencia pasiva a la resistencia proactiva, del conformismo a la determinación
calculada. Se puede considerar entonces, que luego de 37 años de un proceso
abigarrado de democracia formal bajo control hegemónico, la ciudadanía se sobrepone
por vez primera como un nuevo sujeto histórico en donde, del ejercicio del voto como
derecho pasivo se trasciende al voto como potencial político de acceso al poder y
vehículo de transformación. Esa noción absorbida por el pueblo se traduce en una
acción colectiva y masiva que sobrepasa cualquier expectativa partidaria, porque
revierte la lógica de filiación tradicional, de modo que no es el partido político quien
estructura su afiliación, sino, es la ciudadanía quien decide acuerpar
incondicionalmente al partido político de su elección y se convierte en un fenómeno
masivo imperceptible que subvierte la cultura política típica, la cual se manifiesta como
una forma encadenada de subjetividades subterráneas, invisibles que solo emergen en
el momento justo, porque “la evidencia” es su vulnerabilidad, mientras la invisibilidad
justamente constituye su fuerza.

Para el caso concreto de Semilla, ese despertar inédito de la ciudadanía se volcó en un


voto masivo que al menos se le pueden atribuir tres características: es un voto

43
anticorrupción que se magnificó en la crisis del 2015; un voto de dignidad, protesta y
castigo ante la desfachatez e irrespeto de los partidos tradicionales de la derecha, y, por
otra parte, un voto simbólico de memoria histórica en torno a Juan José Arévalo (padre)
en que confluye una generación adulta con el ímpetu de una generación de jóvenes.

A expensas de lo más concreto en términos de causas o indicadores que pudieran


explicar el ascenso de Semilla al primer plano de la contienda, en primer lugar, se
antepone el hecho mismo de ser Semilla el único partido estructurado ejerciendo
labores legislativas que mantuvo una posición firme y coherente en contra de la
corrupción. En términos de comportamiento electoral, se podría hipotetizar que el voto
nulo resultó desfavoreciendo a todos los partidos de la derecha. En lo concerniente a la
política electoral, sin duda contribuyeron las decisiones del TSE que dejaron fuera de
la contienda a fuerzas políticas con posibilidades de ascenso. Por otra parte, interfieren
las contradicciones entre los partidos tradicionales de la derecha con evidencias de
financiamiento ilícito y un comportamiento cínico, extremadamente inmoral y
desprecio por la dignidad de las personas, con lo cual se dejó de nuevo a la UNE y
Sandra Torres al frente en virtud del voto estructurado (seguro) con el que cuenta, pero
con la debilidad de que le acompaña un historial de anti voto en la segunda vuelta, que
no pudo superar.

En síntesis, el posicionamiento de Semilla y Arévalo como virtual ganador a la


Presidencia bien puede definirse como una “revolución ciudadana” cifrada en la
interconexión subrepticia de subjetividades en torno a un hito: la corrupción. Ese
despertar inesperado constituye sin lugar a dudas un shock para las élites políticas de
Guatemala y para el pacto de corrupción en el bloque de poder. De concretarse la
toma de posesión del binomio Arévalo-Karin, se prevé posible crisis hegemónica del
Bloque Histórico en términos de influencia política y ante todo dominación ideológica.

Referencias bibliográficas

Dominguez, José M. (2009). La modernidad contemporánea en América Latina. 1ª ed.,


Siglo XXI editores: Buenos Aires, Argentina.

44
Gutiérrez, Edgar (s/f). Élites y crimen organizado en Guatemala. InSight Crime.

Rodino, A. M. (2016). Educación en Derechos Humanos para una ciudadanía


democrática. San José, Costa Rica: EUNED.

Rodríguez, Manuel L. (2009). La cuestión del sujeto histórico. PARADYGMAS.


Extraído de: http://paradigmas.over-blog.es/article-31826601.html

Wöltke Trejo, Lizeth. Fundamentos de sociología. Material complementario. San José,


Costa Rica: EUNED.

45
Carlos Figueroa Ibarra

Introducción
En la primera vuelta electoral del 25 de junio no les salieron del todo bien los planes al
establishment oligárquico y delincuencial que hoy gobierna al Estado en Guatemala.
Cuando las encuestas ubicaban a Bernardo Arévalo candidato del partido Movimiento
Semilla en un lejano octavo lugar, las elecciones presidenciales lo metieron en la
segunda vuelta electoral con aproximadamente 12% de los votos. Así las cosas,
Arévalo se enfrentó a Sandra Torres, la candidata de la Unión Nacional de la Esperanza
(UNE) quien encabezó la primera ronda electoral con casi 16%. Con ello de manera
inesperada, en Guatemala se abrió una ventana de esperanza en medio de la oscuridad
desalentadora en la que no se vislumbraba ninguna salida a la descomposición social y
política del país.

Varios fueron los factores que propiciaron este significativo tropezón electoral del
dominante bloque en el poder llamado coloquialmente “Pacto de Corruptos”. Si por
fraude electoral entendemos no solamente la adulteración de resultados, sino el acarreo
y la compra de los mismos, así como impedir la participación de ciertas candidaturas,
en el 25 de junio hubo un fraude fracasado. Más aun, una de las tácticas del fraude,
ilegalizar candidaturas, tuvo efectos contraproducentes.

Así las cosas, fueron varios los factores de la derrota de la dictadura delincuencial ese
25 de junio. En primer lugar, por exceso de confianza e intereses particulares, no pudo
concertar una candidatura de unidad y se dispersó en los 24 partidos que apoyaron
múltiples candidaturas distintas. De todos estos partidos, solamente 15 alcanzaron
representación en el congreso mientras otros ocho quedaron eliminados por baja
votación. En segundo lugar, la estrategia del fraude sacó del juego a candidaturas cuya
participación hubiera provocado resultados distintos. Me refiero con esto último a
Thelma Cabrera del Movimiento para la Liberación de los Pueblos, Carlos Pineda de

46
Prosperidad Ciudadana y a Roberto Arzú de Podemos.
Sin duda el factor más importante de la derrota parcial del fraude fue el voto surgido
de los pliegues ocultos de la sociedad que favoreció a Bernardo Arévalo. Fue el voto
en gran medida urbano y de jóvenes que manifestaron su hartazgo ante la corrupción y
la impunidad con la que opera el llamado Pacto de Corruptos. El hartazgo también se
manifestó en casi un 25% de voto nulo y en blanco. Sumado este casi 25% al 12% que
obtuvo Bernardo Arévalo, puede decirse que, en términos gruesos, casi el 40% de los
votantes del 25 de junio expresaron un profundo descontento contra la creciente
dictadura delincuencial.

Hasta antes de la primera vuelta electoral Bernardo Arévalo había sido un político de
mediana visibilidad. Preciso en sus propuestas, preparado para gobernar, moderado en
su ideología, educado en sus contraataques. Lo que resultó novedad entre la primera y
segunda vuelta electoral fue la efervescencia popular que su candidatura generó.
Bernardo Arévalo capitalizó un profundo descontento oculto en los pliegues de la
sociedad guatemalteca, encarnó la esperanza de la mayoría del pueblo en que era
posible una Guatemala mejor que la descomposición a la que la ha llevado la
gobernanza criminal en el país. Se benefició también de un hecho de carácter nacional
popular como es el recuerdo de su padre, Juan José Arévalo, quien durante muchos
años encarnó la esperanza en que la historia interrumpida con la contrarrevolución de
1954 se reanudara y sacara a Guatemala de su tragedia. Todo esto es lo que resume el
grito que empezamos a escuchar desde la infancia y que ahora se ha vuelto eslogan de
campaña: “¡Viva Arévalo!”.

El resultado de todo ello fue el que Arévalo se convirtiera en un líder nacional de


primera relevancia. La campaña electoral para el balotaje del 20 de agosto se volvió
una marcha triunfal, una suerte de bola de nieve que terminó con su triunfo por 58.26%
de los votos contra el 37% obtenido por su oponente Sandra Torres. Si bien los
resultados de la segunda vuelta eran totalmente previsibles, no eran esperados los de la
primera vuelta que generaron un giro inesperado en la situación política del país. Como
lo expresó en frase premonitoria, el querido y malogrado Ronaldo Robles: “no nos
vieron venir”.

47
2. Las fases del fraude.
El fraude electoral tal como lo había concebido el bloque en el poder en Guatemala no
salió como esperaban quienes lo diseñaron. Se trataba de hacer pasar a una segunda
vuelta a una de las tres opciones que debería enfrentar a una segura ganadora de la
primera vuelta: Sandra Torres de la Unión Nacional de la Esperanza. El bloque en el
poder coloquialmente llamado Pacto de Corruptos hizo tres apuestas: Manuel Conde
del partido Vamos, expresión de los intereses del gobierno de turno encabezado por
Alejandro Giammattei; Zury Ríos Sosa expresión del ala neofascista del mencionado
Pacto de Corruptos a través del partido Valor aliado al Unionista y apoyada por un
sector significativo de la clase dominante; Edmond Mulet del partido Cabal, expresión
de una derecha apoyada también por un sector empresarial.
La fase 1 del fraude no funcionó. Zury Ríos Sosa entró en caída libre en las preferencias
electorales y otro tanto le sucedió a Edmond Mulet. Y al gobierno de Giammattei y a
su partido VAMOS no le alcanzó el acarreo y compra de votos para la presidencia,
aunque si para las diputaciones y las alcaldías. Así las cosas, entró en acción la fase 2
del fraude una vez que la fase 1 fracasó. La fase 2 consistió en aceptar por parte de la
Corte de Constitucionalidad los amparos interpuestos por todos los partidos
representativos del Pacto de Corruptos para hacer un recuento de los votos y por tanto
que el Tribunal Supremo Electoral no calificara ni oficializara los resultados iniciales
de las elecciones del 25 de junio. Se trataba de rebajarle votos a Bernardo Arévalo y
tratar de meter a la segunda vuelta a la primera de las tres opciones de la gobernanza
criminal: Manuel Conde de VAMOS.

Esta segunda fase del fraude electoral terminó fracasando porque tenía un serio
problema. El primero es que tenía que hacer del recuento una verdadera alquimia
electoral para quitarle a Bernardo Arévalo aproximadamente 219 mil votos y subirle a
Conde otros tantos o más para hacerlo pasar a la referida segunda vuelta. El panorama
adverso se agravaba si esto fracasaba y Arévalo finalmente pasaba a la segunda vuelta
como finalmente sucedió: el Pacto de Corruptos tendría que apoyar a una candidata a
quien la derecha había desprestigiado y satanizado como corrupta y comunista a lo

48
largo de tres lustros. En esa circunstancia, tendrían que ver como acababan con una
candidatura que a estas alturas representaba para un creciente electorado una esperanza,
una luz al final del túnel de la gobernanza criminal.

El factor decisivo en el fracaso del Pacto de Corruptos fue la situación inesperada que
provocó que Arévalo y Movimiento Semilla pasaran al balotaje. Este hecho provocó
que el Pacto de Corruptos empezara a mostrar fisuras. Unidos en materia de impunidad
para la corrupción y el crimen organizado, los integrantes del Pacto de Corruptos se
empezaron a dividir porque advirtieron un escenario adverso después del 25 de junio.
El primer indicio fue el fracaso de la tentativa de invalidar los resultados de la primera
vuelta, a efecto de ubicar a Manuel Conde Orellana en la segunda vuelta. El Tribunal
Supremo Electoral (TSE) validó los resultados electorales de la primera vuelta con lo
que la segunda terminó siendo una competencia entre Sandra Torres y el inesperado
Bernardo Arévalo. Temerosas de los efectos económicos del rechazo internacional,
diversas cámaras empresariales y el organismo que las agrupa, el Comité Coordinador
de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF,) se
sumaron al aval de los resultados electorales.

En el momento de escribir estas líneas también está fracasando la fase 3 del fraude. La
que se ha pretendido después de la segunda vuelta electoral. De manera vergonzante
el presidente Alejandro Giammattei ha estado propiciando, a través de la Fiscal General
Consuelo Porras, el titular de la Fiscalía Especializada Contra la Impunidad (FECI)
Rafael Curruchiche y el juez Fredy Orellana el quitarle a Movimiento Semilla la
personería jurídica por supuestas anomalías en el registro de afiliados. Esto implicaría
debilitar sustancialmente a un eventual presidente Bernardo Arévalo o incluso
impedirle tomar posesión de la presidencia el 14 de enero de 2024. Las dificultades
para este último intento de escamotear los resultados de la primera y segunda vuelta
electoral se expresan en las ya mencionadas fisuras en las instituciones del Estado
capturadas por el Pacto de Corruptos. También en la creciente movilización popular
que se ha venido observando particularmente el mes de septiembre en las cuales
participaron diversas organizaciones sociales urbanas, el movimiento de los 48
cantones de Totonicapán, diversas alcaldías indígenas y el Comité de Defensa

49
Campesino (CODECA) quien ha organizado bloqueos en diversas partes del país ante
el disgusto empresarial. Siendo la principal responsable de la represión judicial, la
renuncia de la Fiscal Porras se volvió bandera principal.

Finalmente, esta última tentativa está enfrentando las inequívocas muestras de repudio
a la artimaña por parte del establishment internacional: El Departamento de Estado del
gobierno estadounidense, la misión de observadores de las Naciones Unidas y de la
OEA, el Grupo de donantes de los 13, las comisiones de relaciones internacionales en
ambas cámaras legislativas en los Estados Unidos han expresado su desacuerdo en
descarrilar el proceso electoral en Guatemala. Un factor adicional de presión ha sido la
publicación de la versión 2023 de la Lista Engel de corruptos del Departamento de
Estado. En la Asamblea General de la ONU, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva de
Brasil denunció el 19 de septiembre de 2024 un eventual golpe de estado que
“impediría la investidura de Arévalo, ganador de unas elecciones democráticas”. Como
respuesta a ese planteamiento, en la misma Asamblea el presidente Giammattei
refrendó su compromiso de entregar la presidencia al ganador de las elecciones y
denunció la injerencia internacional en el proceso electoral guatemalteco.

3. Esbozo radiográfico del Pacto de Corruptos y la Gobernanza


criminal
¿Es el Pacto de Corruptos solamente un puñado de funcionarios corruptos,
narcotraficantes y ultraderechistas neofascistas? Ciertamente este parece ser el núcleo
duro de la naciente y ahora tambaleante dictadura que se ha venido forjando en
Guatemala en los últimos años. Pero el Pacto de Corruptos es mucho más que este
grupo de espurios intereses que se ha venido irradiando por todo el Estado
guatemalteco. El Pacto de Corruptos es un orden social y un régimen político de
carácter deplorable, destino lamentable en el que finalmente terminaron los acuerdos
de paz de 1996. El Pacto de Corruptos es la continuación de la tragedia que ha vivido
Guatemala desde el derrocamiento de Jacobo Arbenz en1954. El Pacto de Corruptos
es la manera en que funciona el capitalismo en el país.

50
La contrarrevolución de 1954 canceló la posibilidad de una Guatemala democrática y
con posibilidades para la justicia social. Canceló la posibilidad de un Estado que
encarnara lo público y no fuera solamente expresión de los intereses particulares de
una voraz clase dominante. Inauguró la confrontación política y social que culminó en
el conflicto armado interno que costó al país aproximadamente 200 mil vidas. Creó el
camino para la dictadura militar de carácter terrorista más violenta de América Latina.
Perpetuó mutatis mutandis el orden oligárquico que se había heredado de la colonia y
el siglo XIX. Los acuerdos de paz de 1996 perseguían enmendar de alguna manera ese
rumbo que anegó en sangre y dolor a Guatemala. Pero los acuerdos de paz no solamente
eran limitados como consecuencia de la correlación de fuerzas de la que fueron
producto, sino esa misma correlación de fuerzas permitió que fueran ignorados y
esencialmente desechados.

Ciertamente las fuerzas armadas dejaron el lugar vertebral que ocupaban en el Estado,
pero la democracia liberal y representativa que sustituiría a la dictadura militar
comenzó a deteriorarse porque no hubo cambios sustanciales en el capitalismo
oligárquico y excluyente que fue restaurado en 1954. Más aun, ese orden excluyente
se vio acentuado por la implantación mundial del neoliberalismo y la acentuación
notable de la corrupción en el Estado y en los sectores empresariales.

El Pacto de Corruptos no se agota en los actores venales que actúan en el seno del
Estado guatemalteco. Detrás de ellos se encuentra la clase dominante que les ha
delegado la gestión estatal y que ha permitido que buena parte del erario se vaya por el
caño de la corrupción. De igual manera que en la época de la dictadura militar cuando
la clase dominante delegó la gestión estatal para administrar la contrainsurgencia que
protegía sus intereses, ahora ha delegado en funcionarios, representantes populares y
partidos políticos corruptos la gestión de una gobernanza que administra un capitalismo
criminal.

La corrupción es una suerte de pago para que se mantenga un orden social que se
sustenta en una desigualdad extraordinaria y en una pobreza extendida. Buena parte de
los empresarios se ha adaptado al funcionamiento corrupto del Estado y ha participado

51
de dicho funcionamiento porque el mismo favorece enormes márgenes de ganancia,
privilegios e impunidad. Licitaciones amañadas, presupuestos de obra pública
abultados, contrabando, permisos ilegales, tráfico de influencias, evasión de impuestos,
leyes onerosas, sobornos, malversación, dispendio, robo y un orden represivo son
algunos de los mecanismos de la corrupción que hace cómplices a funcionarios
públicos y a empresarios. La descomposición se ha profundizado con la creciente
importancia regional del narcotráfico y las más diversas formas de crimen organizado.
El narcotráfico no solamente ha impregnado a funcionarios y empresarios, sino que ha
originado que las mismas fuerzas armadas también estén minadas por la corrupción y
el contubernio con las actividades criminales. He aquí la esencia de la gobernanza
criminal en Guatemala. Entiendo por gobernanza criminal una gestión estatal en la que
actores estatales, funcionarios corruptos y crimen organizado se entrelazan en una zona
gris que paulatinamente desvirtúa el carácter público del Estado.

La gobernanza criminal del Pacto de Corruptos es heredera del régimen construido en


el contexto del conflicto armado interno. Se nutre del oscurantismo reaccionario
clasista, racista, misógino y homófobo que ha propiciado la tradición anticomunista en
Guatemala. Por ello la derecha neofascista es un actor ideológico y punitivo en el
asesinato moral y judicial que son necesarios para mantener dicha gobernanza. Cuenta
ahora con el apoyo de pastores y feligreses de las diversas iglesias del fundamentalismo
neopentecostal. Pero no son solamente convicciones ideológicas las que animan a la
derecha neofascista en Guatemala. Dicha derecha también es beneficiaria de las
ganancias que genera la corrupción y el narcotráfico.

Se ha usado en este trabajo el concepto de dictadura para calificar a la gobernanza


criminal en Guatemala. En efecto, se ha venido irguiendo una dictadura, una dictadura
distinta a la dictadura militar que el país padeció durante casi cuatro décadas, pero
dictadura al fin. Esa dictadura es distinta a la militar, porque el eje central de la
gobernabilidad no la ejerce el ejército como institución. En este caso, esa dictadura es
practicada por los funcionarios del estado insertados en los tres poderes y que expresan
los intereses de la corrupción y el crimen organizado. Pero en ambos casos, dictadura
militar y dictadura de la gobernanza criminal, han sido una manera de funcionar del

52
capitalismo en Guatemala.

En el primer caso, la dictadura militar protegía y reproducía los intereses de la clase


dominante mediante el terrorismo de estado y el ejército formaba parte del bloque en
el poder. En el segundo, la dictadura delincuencial hace de la corrupción una suerte de
pago empresarial para que se mantenga un orden social que se sustenta en una
desigualdad extraordinaria y en una pobreza extendida. Reitero que buena parte de los
empresarios se ha adaptado al funcionamiento corrupto del Estado y ha participado de
dicho funcionamiento porque el mismo favorece enormes márgenes de ganancia,
privilegios e impunidad.

En la dictadura militar la ejecución extrajudicial, la desaparición forzada y las masacres


eran la manera perversa de ejercer el terror que buscaba disciplinar a la población y
aniquilar en ella la voluntad de transformación. La dictadura delincuencial, la que
ejerce la gobernanza criminal, efectúa el terror a través del asesinato moral y el
asesinato judicial. Guerra mediática ejercida por las redes sociales y otros medios de
comunicación y guerra judicial haciendo uso del aparato judicial en el país, tales son
los métodos de terror disciplinario mediante los cuales se mantiene el bloque en el
poder. Este está constituido por viejos y nuevos empresarios, funcionarios corruptos,
narcotraficantes-crimen organizado y la derecha neofascista.
Hoy la dictadura de la gobernanza criminal se está tambaleando porque perdió la
oportunidad de seguir controlando el poder ejecutivo. El binomio presidencial
constituido por Bernardo Arévalo y Karin Herrera han sido reconocidos como los
ganadores de la contienda electoral del 20 de agosto. Es un hecho casi consumado que
tomarán posesión el 14 de enero de 2024 por lo que el presidente Alejandro Giammattei
los ha convocado para iniciar el trámite de entrega-recepción. Con esa esperanza, puede
decirse que todavía es posible en Guatemala un pacto histórico que destierre al actual
bloque dominante compuesto por los actores antes mencionados, que rescate al Estado
de la cooptación delincuencial que padece y recupere su función pública, que restaure
la democracia, que destierre a la corrupción, que dé destino social y productivo a los
fondos públicos arrancados a la venalidad. En suma, que haga salir a Guatemala del
oscuro túnel en el que ha estado en todo este tiempo.

53
4. Defender al triunfo y al gobierno que vendrá

El triunfo de Bernardo Arévalo y Karin Herrera no fue una victoria electoral más. Fue
la consumación de un anhelo popular como el que no se había observado desde muchos
años atrás. En los votos emitidos a favor de Movimiento Semilla se condensa una
multitud de agravios acumulados desde el derrocamiento de Arbenz en 1954. Desde la
frustración y rabia que generó dicho derrocamiento con su cauda de feroz
anticomunismo y persecución, hasta la indignación que ha generado el Pacto de
Corruptos con su venalidad defendida cada vez más por métodos dictatoriales. Y en
medio de estos hechos las largas décadas de miseria y desigualdad, ejecuciones
extrajudiciales y desapariciones forzadas, dictaduras militares y rampante desigualdad.
Por ello el triunfo de Bernardo Arévalo fue celebrado con un júbilo popular que no se
había visto con motivo de una victoria electoral. El triunfo de Bernardo Arévalo y
Movimiento Semilla es el evento progresista más relevante desde la contrarrevolución
de 1954. Aun cuando Arévalo reivindica ese gobierno como una “Nueva Primavera”
aludiendo a la primavera democrática de 1944-1954, la victoria va más allá de esa
reivindicación. El triunfo y el nuevo gobierno deben ser defendidos porque significan
la posibilidad de que Guatemala deje de ser el botín de un grupo de bribones y se
convierta la patria que cobije a todas y todos los y las guatemaltecas y guatemaltecos.

En el momento en que se escriben estas líneas, todavía falta un gran trecho que
comenzó el 20 de agosto y terminará en su primera fase el 14 de enero de 2024 cuando
Bernardo Arévalo tome posesión como presidente de Guatemala. El Pacto de Corruptos
todavía no ceja en el ánimo de dar un golpe de Estado. Este golpe de Estado se daría
en la forma que han asumido los golpes de Estado en los últimos años y cuyas víctimas
han sido los gobiernos progresistas de América Latina como José Manuel Zelaya
(Honduras, 2009), Fernando Lugo (Paraguay, 2012), Dilma Rousseff (Brasil, 2016) y
Evo Morales (Bolivia, 2019) y Pedro Castillo (Perú, 2022). No se trata de los clásicos
golpes militares sino de los llamados golpes blandos o constitucionales que han sido
denominados en su conjunto como “neogolpismo” en tanto que en los derrocamientos
son usados los poderes legislativos aduciendo delitos. Se trata del Lawfare (guerra

54
judicial) cuya esencia es la fabricación de delitos haciendo un uso retorcido de la ley.
Las fuerzas armadas no son directamente protagonistas del golpe, pero se necesita de
su consenso para efectuar tales golpes en tanto que resguardan el orden ante posibles
protestas que podrían generar tales rupturas del orden institucional. El golpe de Estado
buscaría impedir el reconocimiento de los resultados electorales a efecto de que
Arévalo no pudiera tomar posesión como presidente el 14 de enero de 2024 por lo cual
el Congreso tendría que nombrar a un interino para que el Congreso a su vez nombre a
un presidente sustituto.

Aun cuando las tentativas golpistas fracasarán, Movimiento Semilla y la voluntad


popular tendrán que resistir las maniobras judiciales del Pacto de Corruptos que
comienzan con las pretensiones de quitarle la legalidad a dicho partido. Tendrá que
enfrentar la guerra psicológica con rumores de órdenes de aprehensión para dirigentes
y militantes de Movimiento Semilla y la eventual captura de estos. Arévalo y la
voluntad popular tendrán que encabezar la resistencia contra las pretensiones de
reventar los resultados electorales y la eventual desaparición legal de Movimiento
Semilla. Y a partir del 14 de enero de 2024 cuando Arévalo asuma la Presidencia de la
República, el nuevo gobierno tendrá que enfrentar también el embate de la mayoría
legislativa y la acción del Pacto de Corruptos desde la Corte Suprema de Justicia, el
Congreso, la Fiscalía Especializada Contra la Impunidad y otras instancias del Estado
en donde se anidará el Pacto de Corruptos en una situación de desventaja hasta entonces
desconocida pero que no le impedirá el sabotaje al nuevo gobierno.

Se trata entonces de hacer llegar al gobierno en la mayor debilidad posible. Por eso
buscan ilegalizar a Movimiento Semilla, con lo cual le agregan a su bancada una
debilidad cualitativa a la cuantitativa que ya tiene en el Congreso. Se busca un
presidente sin partido. Agrietado por el miedo a las consecuencias que tendrían sus
integrantes en caso de que la causa democrática prevaleciera, el Pacto de Corruptos
sigue dando coletazos desesperados: el Registro Ciudadano ha convalidado la decisión
de quitarle al partido de Bernardo Arévalo la personería jurídica; ha apresado a la
abogada Claudia González, defensora del ex fiscal contra la impunidad Juan Francisco
Sandoval y de la ex fiscal anticorrupción Virginia Laparra; ha allanado las oficinas

55
profesionales de su esposo; también cobardemente ha allanado la casa de los padres del
referido ex fiscal Sandoval; ha dictado medidas de amedrentamiento contra las
personas que han capturado los datos en los dos vueltas electorales; la fiscal general
Consuelo Porras ha metido un amparo en la Corte de Constitucionalidad para que haya
penalizaciones contra quienes la critican públicamente por su represivo
comportamiento.

Debilitar al presidente electo y a su partido, amedrentar a quienes los apoyan, lograr


las mejores condiciones para entregar el poder ejecutivo y una vez instalado el nuevo
gobierno boicotearlo para que la ciudadanía se desencante, tal parece ser la estrategia
del Pacto de Corruptos para prevalecer y volver a gobernar. La lucha en las semanas
que siguen será por lograr que la gobernanza criminal no logre su objetivo.

El gobierno de Bernardo Arévalo tiene ante sí grandes desafíos. En primer lugar, lograr
la gobernabilidad con una correlación de fuerzas adversa. También lograr erradicar la
corrupción y poder disponer del 40% del presupuesto del Estado que se fuga debido a
dicha corrupción. Establecer un pacto con las cúspides empresariales en el marco de
una autonomía del poder político con respecto al económico para poder realizar las
políticas públicas que ha prometido. Deberá limpiar al Estado de funcionarios
corruptos y agentes del crimen organizado. Ineludiblemente tendrá que dar resultados
y difundirlos mediáticamente. Establecer una relación fluida con las mayorías
populares y lograr que éstas sean pacientes en lo que se refiere a las expectativas
enormes que se han generado. Si esto sucede así, después de muchos años, Guatemala
dejará el largo invierno y entonces se podrá hablar de una nueva primavera.
19 de septiembre de 2023.

56
Rafael Cuevas Molina

En Guatemala está terminando una era que la ha marcado durante, por lo menos, los
últimos 35 años, pero cuyos antecedentes se pueden rastrear hasta la segunda mitad del
siglo XX, cuando un cruento golpe de Estado sacó del poder a las fuerzas sociales y
políticas que estaban intentando modernizar el país. Esta era se encuentra en sus
últimos estertores, lo cual no quiere decir que se vaya a terminar de la noche a la
mañana, pero sí que el sistema que la sustenta está agotado, que se le cierran cada vez
más las vías para subsistir, que tiene que hacer más esfuerzos para seguir prevaleciendo
y que quienes lo conforman ya no se sienten seguros y algunos están empezando a
discrepar y a desertar.

El sistema prevaleciente -que ha sido construido por una élite cleptómana compuesta
por grupos de empresarios fosilizados, militares enriquecidos por las ventajas que les
dio la guerra que sufrió el país durante más de 30 años y crimen organizado que tiene
al Estado como su botín- fue sorprendido por una marea subterránea que nadie vio
venir, mucho menos ellos, con su prepotencia ciega, que se expresó en el
posicionamiento del partido Semilla en la segunda vuelta electoral que se realizó el
domingo 20 de agosto.
El partido Semilla se convirtió en catalizador del enojo ciudadano ante los atropellos
en los que esa élite cleptómana ha incurrido cada vez más arbitraria e impunemente
contra todo aquel que se atreva a poner en evidencia los crímenes y corruptelas que le
caracterizan. Se trata de un partido pequeño y relativamente nuevo que puede
entenderse como un esfuerzo por dar algún tipo de continuidad orgánica al movimiento
espontáneo que logró la renuncia del presidente Otto Pérez Molina en 2015. Después
de que este movimiento masivo lograra su objetivo, se conformaron varios grupos,
sobre todos de jóvenes, que intentaron que el movimiento ciudadano no se diluyera,

2Este artículo se sustenta en artículos preparados por el autor para la revista digital Con
Nuestra América, publicada en Costa Rica, y en la revista digital guatemalteca Gazeta.

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pero no lograron la consolidación de más largo aliento que si logró este partido.

Es en ese contexto que nace el Movimiento Semilla, que luego sería inscrito como
partido político en 2018. Su ideario político puede ser caracterizado como
socialdemócrata y su bandera central es la lucha contra la corrupción. Quienes lo
apoyan son especialmente personas jóvenes de los centros urbanos, un sector social en
crecimiento en un país que está cambiando su perfil demográfico y su estructura socio
económica, aunque, dadas las circunstancias poselectorales, se han adherido sectores
con agendas que se intersectan o aproximan a los objetivos perseguidos por ellos.
El papel catalizador de Semilla se acrecentó exponencialmente después de la primera
vuelta de las elecciones, realizadas el 25 de junio de 2023, lo que ha sorprendido al
sistema imperante y sus operadores que lo veían con desdén y nunca pensaron que
podría ser un peligro para ellos.

Una derecha desconcertada


No habían terminado aún los cómputos de la elección presidencial del domingo 25 de
junio -pero ya se veía como una tendencia que Bernardo Arévalo, del partido Semilla,
pasaría a la segunda vuelta de las elecciones-, cuando empezaron a correr en las redes
sociales los bulos en contra suya. Uno de los primeros fue una carta de su padre, Juan
José Arévalo, quien fuera presidente entre 1945 y 1951, que, con una lectura sesgada,
es interpretada como una especie de rendición de cuentas ante el embajador de la URRS
en México.

La intención estaba clara: Bernardo Arévalo y el partido Semilla serían los


representantes del comunismo que, como establece la narrativa usual, habría logrado
llegar hasta la instancia definitoria de las elecciones guatemaltecas a través de engaños
y manipulaciones de fuerzas internacionales oscuras.

¿Quiénes serían esas fuerzas oscuras? Según ellos George Soros; las nebulosas fuerzas
detrás de la Agenda 2030 impulsada a través de la ONU; los conspiracionistas pro
aborto, matrimonio igualitario y la ideología de género. Es decir, nada nuevo bajo el
sol en estos procesos electorales en América Latina.

58
Como parte de este guion ya conocido, inmediatamente salen a relucir los nombres de
Nicaragua, Venezuela y Cuba, a los que ahora se agrega Colombia. Es decir, una
retahíla harto conocida que, como un mantra, trata de amedrentar a quienes ya habían
votado por Arévalo y a quienes podrían estar pensando en votar por él en la segunda
ronda.

No hay nada más alejado del comunismo que Bernardo Arévalo y el partido Semilla,
que son socialdemócratas, pero que en el país son excepción entre la caterva de partidos
mampara de organizaciones criminales y arribistas que buscan llegar al gobierno para
lucrar, enriquecerse y tener impunidad por los crímenes que han cometido.

Esta cohorte de corruptos que se ha enquistado en el aparato gubernamental desde hace


muchos años, pero especialmente en las últimas tres administraciones, estaba segura
de que lograría colocar a uno de sus representantes en la segunda vuelta de las
elecciones. Si así hubiera sido, la que entonces habría sido satanizada como comunista
come niños habría sido la otra contendiente en la segunda vuelta de agosto, Sandra
Torres.

El movimiento subterráneo de los hartos


Quienes votaron por Semilla y Arévalo fueron los hartos, es decir, todos aquellos que
han visto cómo el país se hunde cada vez más en la corrupción, el cinismo, la mentira
y la manipulación. Son especialmente jóvenes urbanos menores de cuarenta años, pero
en realidad no son solamente ellos. En 2015 fueron los que lograron que el presidente
de entonces, el general Otto Pérez Molina y su vicepresidenta, fueran llevados a juicio.

Luego de tan mayúsculo acontecimiento, el movimiento espontáneo que llevó a las


multitudinarias manifestaciones que dieron al traste con Pérez Molina pareció
esfumarse, pero solo fue un espejismo, porque evidentemente existía un movimiento
subterráneo que salió a flote en esta elección. Tal como sucedió en 2015, nadie se lo
esperaba, ni siquiera Semilla y su candidato, menos aún la derecha.

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En ese sentido, Semilla forma parte de un proceso que ha venido articulándose en torno
a un creciente malestar social, que posiblemente las últimas arbitrariedades del sistema
-persecución de jueces y fiscales y a la prensa independiente- canalizaron en su
dirección.

Los resultados de la segunda ronda de las elecciones pusieron en evidencia el


desconcierto que privó entre quienes entraron en pánico cuando vieron la posibilidad
de ser desplazados del poder que han usufructuado. Su campaña intentó activar el
miedo atávico al comunismo que han inoculado en la población desde por lo menos
hace setenta años, y los prejuicios de un pensamiento conservador horrorizado con el
mundo diverso en el que vive. Ambas “acusaciones” estaban, sin embargo, muy lejos
del ideario ideológico de Semilla.

El Pacto de Corruptos al contrataque


La elección de Bernardo Arévalo puso en aprietos al Pacto de Corruptos, que pasa
momentos de apremio. No habiendo calculado que un contrincante no deseado, que
amenaza con destramar la red de apoyo mafioso que ha construido, llegaría a la segunda
ronda de las elecciones presidenciales, sus flancos más débiles empezaron a
desmoronarse.

Entre ellos afloraron contradicciones, resquemores y grietas que seguramente ya


estaban presentes y que, en tiempos de vacas gordas para ellos, se obviaban, pero que
cuando se sintieron amenazados, se evidenciaron con toda claridad.

Funcionarios de diversas dependencias del Estado entraron en contradicción y hasta


enfrentamiento, y sobre ellos el núcleo duro del Pacto de Corruptos descargó su ira con
la misma fuerza que si de contrincantes se tratara. Se trata de una táctica de
disciplinamiento y escarmiento con carácter ejemplarizante que pretende evitar el
destramamiento de la red que han construido durante años, pero que tiene pies de barro.

Pero lo cierto es que el círculo de sus leales, que se parapetan tras la batalla judicial
que llevan adelante, se reduce. Entre quienes prefieren establecer distancia hay de todo,

60
empresarios, políticos, burocracia estatal y hasta mafias locales y transnacionales
camufladas en cualquiera de los otros estamentos mencionados.

Por otro lado, en el ámbito internacional es tan grande su descrédito que han dejado de
ser útiles para quienes no tendrían empacho en hacerse de la vista gorda de todas sus
maquinaciones si no fuera porque a ellos mismos les causan problemas. El caso más
relevante en este sentido es el de los Estados Unidos, que con su famosa Lista Engel
establece quienes son los que ha decidido tratar como apestados quintándoles las visas
para entrar en ese país y, dependiendo de la gravedad que decidan que tienen sus actos,
agregue otras “sanciones”. Pronto agregaron a la ya bastante larga lista a quienes han
llevado a cabo la persecución contra el partido Semilla, que es la ficha política con la
que los demócratas se sentirían más cómodos negociando políticas y medidas que les
ayudaran a, por lo menos, atenuar algunas problemáticas que les quiebran la cabeza,
como las migraciones y el tráfico de estupefacientes.

En estas circunstancias, los ideológicos del Pacto de Corruptos no tienen empacho en


enarbolar argumentos que cualquiera diría que son esgrimidos por fervientes
defensores de la soberanía nacional, antiimperialistas, pero no se trata más que de otra
muestra de los enfrentamientos a los que son arrastrados en tiempos de crisis del
modelo de dominación.

Bernardo Arévalo, en conferencia de prensa, calificó todo esto como un golpe de


Estado en proceso, y llamó a las fuerzas vivas de la nación para que manifestaran su
oposición a esta trama y apoyaran la legalidad que le dio a él y a su partido el triunfo y
convocó a una manifestación para respaldarlo y, al mismo tiempo, pedir la renuncia de
las cabezas más visibles y los agentes más activos que están maquinando para no
dejarlo asumir la presidencia.

Se trata de la jefa del Ministerio Público, Consuelo Porras, incondicional del actual
presidente de la República -máximo exponente del Pacto de Corruptos-, quien se ha
destacado por la persecución contra jueces y fiscales probos que intentaban llevar
adelante juicios contra corruptos y criminales de guerra.

61
Asimismo, del fiscal Rafael Curruchiche, cuya primera acción cuando llegó al puesto
que ahora ostenta fue desestimar las investigaciones que apuntaban a que el presidente
Giammattei había recibido sobornos.
Solo mencionamos a dos exponentes de este entramado que ha utilizado la
institucionalidad pública para perseguir a Arévalo y su partido, y mantener en el poder
a una alianza de inescrupulosos mafiosos que saquea a Guatemala y la tiene estancada
en un estadio de desarrollo que ostenta los más bajos índices sociales de América
Latina.

Guatemala cuenta ahora con la oportunidad única de impulsar un proceso que limpie a
la nación de esas sanguijuelas, pero como se está demostrando en la práctica, no será
un proceso sencillo. Hay demasiados intereses en juego, han involucrado muchos
esfuerzos tejiendo la red que los une como para que no se aferren con uñas y dientes al
botín.

Se trata de un grupo tan anquilosado y atrasado, que considera que el gobierno de los
Estados Unidos está copado por los comunistas, y ese solo hecho los autorizaría a
continuar con la cruzada de defensa de los valores occidentales basados en la familia
tradicional y una serie de bulos creados y reforzados por fake news que mezclan el
negacionismo del cambio climático, el conspiracionismo globalista y hasta la
responsabilidad de los incendios que han asolado a Australia, Canadá y Grecia que
serían responsabilidad de una conspiración comunista que incluiría la mentira de la
pandemia.

Es decir, nos encontramos ante un entramado ideológico que colinda con el


pensamiento mágico por medio del cual se justifica un miedo cerval contra todo lo que,
según ellos, personifique esta amenaza que pone en peligro su modo de vida. En esta
coyuntura, Bernardo Arévalo y el partido Semilla han sido puestos en la mira como
representantes de esa amenaza difusa de múltiples aristas que, como ya es usual en
nuestros días, es potenciada por las redes sociales que lanzan infundios que caen en
terreno fértil entre una población ya de por sí temerosa y receptiva a todo lo que
alimente su angustia.

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Posibilidades de cambio
Guatemala nunca ha sido espacio propicio para la democracia. Su historia republicana
está tachonada de dictadorzuelos de opereta, crueles con sus conciudadanos y
genuflexos con las grandes potencias. En su espacio geopolítico nace la peyorativa
noción de Repúblicas Bananeras para significar a gobiernos venales prestos a venderse
al mejor postor.

Hacia finales del siglo XX, pareció que ese opaco destino podía cambiarse cuando se
firmaron acuerdo de paz y se hicieron votos fervorosos por la construcción de la
democracia, ojalá participativa. Fueron procesos que no lograron despegar nunca,
porque las estructuras tradicionales, que siempre tuvieron el poder en un puño,
firmaron documentos que pretendían crear el sustento institucional de nuevas
relaciones sociales, pero que sabían que nunca iban a cumplir.

Los acuerdos de paz quedaron en el aire, totalmente al margen de la dinámica de la


vida real. Incluso, con el tiempo, quedaron en el olvido. Lo que sí siguió su curso
avasallante fue lo de siempre, es decir, el gobierno de fuerzas tradicionales avorazadas
y violentas, acostumbradas a los gestos y los tratos de gamonales y finqueros.

Ese parece ser el mundo natural en Guatemala, el del mando vertical y autoritario que
no permite el más mínimo cuestionamiento del poder omnímodo; el mundo del trabajo
mal remunerado y en pésimas condiciones, a veces colindantes con la explotación
colonial; el de los generales y coroneles ambiciosos, mediocres y violentos que antes
se peleaban por el turno en la presidencia, y ahora forman pandillas de mafiosos que
hacen fortunas con el tráfico de drogas y personas, los contratos con el Estado y el
negocio de la violencia organizada.

Esa calaña es la que ha prevalecido hasta ahora. Cuando parece que las cosas pueden
cambiar, se las arreglan para dejar fuera del ring lo que los reta. Aceptaron a
regañadientes a la CICIG y la midieron durante un tiempo, hasta que fue evidente que
ponían en peligro el régimen de impunidad en que se mueven. Entonces la echaron, no
hubo fuerza que los detuviera.

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Esa fue la clarinada que tocó a arrebato y dio inicio a la contraofensiva en la que están
involucrados hasta ahora. Se trata de defender con uñas y dientes las estructuras que
permiten que hagan y deshagan a su antojo, sin que nadie les llame a cuentas.

Se encuentran en un momento de paroxismo en el que se están jugando el todo por el


todo. Aunque se encuentran arrinconados por el triunfo de Bernardo Arévalo en las
elecciones presidenciales, tienen aún muchos recursos producto de los tejes y manejes
con los que, por años, han construido un entramado de intereses y lealtades que solo
puede existir en el statu quo imperante.

Ese entramado es el que se encuentra ahora en funcionamiento a toda máquina,


carburando cómo hacer para entorpecer la llegada a la presidencia de quien los
cuestiona y puede ponerlos en peligro. Un día atacan por un flanco, otro día por otro,
y no cejarán en la tarea porque en ello se les va su modo de vida.

Hasta ahora, se sentían seguros porque parecía que su marcha avanzaba de victoria en
victoria, deshaciéndose de organismos, instituciones y personas incómodas que les
cuestionaban. Pero surgió, aparentemente de improviso, la tendencia contraria. Era una
corriente subterránea difícil de detectar, como tantas veces ha pasado en la historia, que
de pronto irrumpió con fuerza y le dio un nuevo cariz a todo.

Conclusión
En Guatemala se está transitando hacia una nueva era en la que se harán esfuerzos por
desplazar del poder del Estado a quienes han hecho de él su botín y han transformado
a la sociedad en un entramado de corrupción y venalidad.

Se trata de un período de tránsito que se inició con la llegada de la CICIG al país, que
ha conocido momentos decisivos entre los que destacan el juicio por genocidio a Ríos
Montt, el juicio al general Otto Pérez Molina y su vicepresidenta, la condena de
Benedicto Lucas, el juicio de Tres Erres y el juicio del Diario Militar.
Se trata de un período de transición de duración incierta, puesto que el Pacto de

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Corruptos contrataca con la fuerza que aún tiene y que ha construido a través de los
años. Hechos relevantes de su contraofensiva son el cierre del Archivo Histórico de la
Policía Nacional, la disolución de la CICIG, la persecución de periodistas, jueces y
fiscales que se oponen a sus componendas, las denuncian, los juzgan y los condenan
de acuerdo con la ley.

El triunfo del partido Semilla y Bernardo Arévalo forman parte de esta pugna y
apuntalan la posibilidad que la tendencia a que se pueda transitar a una nueva era se
fortalezca. Pero, al no tratarse de un proceso lineal, es de esperarse que esta tendencia
sufra tanto avances como retrocesos en el futuro próximo. Mucho depende esto del
apoyo popular que el gobierno de Arévalo sepa agenciarse.

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Carlos Figueroa Ibarra

El mes de octubre de 2023 será visto en la historia de Guatemala como el momento en


el que los pueblos originarios se convirtieron en el sujeto colectivo central de la
transformación que Guatemala necesita. Transformación indispensable debido a la
degradación que el país ha mostrado desde la firma de los acuerdos de paz de 1996. A
lo largo de muchos años, la vida política del país tuvo su epicentro en la capital del
país. Salvo unos breves años, cuando el clímax del estallido insurgente hizo que el
altiplano central y septentrional del país se volvieran los puntos nodales del
estremecimiento estatal, es en la capital donde los acontecimientos han resultado
decisivos.

Fue en la capital donde se fraguó la independencia de 1821, allí mismo se observó la


insurrección de 1920 que derrocó al dictador Manuel Estrada Cabrera. Fue la capital el
escenario central del derrocamiento de la dictadura ubiquista que dio nacimiento a la
revolución de 1944-1954 y de las jornadas preinsurreccionales de marzo y abril de
1962. Finalmente, fue la capital en donde se observó la acumulación de fuerzas del
movimiento social y popular en la década de los setentas del siglo XX, previa al
estallido insurgente de fines de esa década.

Por ello lo que ahora obserVAMOSes diferente. La fuerza transformadora que busca
desmantelar a la dictadura delincuencial que hoy rige a Guatemala, ha provenido del
interior de la república aun cuando el desencadenante haya sido el triunfo electoral de
un partido de clases medias mestizas y urbanas como lo es Movimiento Semilla. El
otro hecho novedoso es que no son los ladinos o mestizos quienes son los protagonistas
centrales como sucedió a lo largo del siglo XX. Hoy la conmoción que sacude al país

3El texto fue publicado en el sitio digital Mundo Nuestro. Periodismo y Acción Civil., el 11 de
octubre de 2023 y el autor ha autorizado su publicación en el presente dossier.

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con el paro nacional fue iniciada el 18 de septiembre cuando ocho comunidades
indígenas pidieron al Ministerio Público la renuncia de los esbirros judiciales más
notorios de la gobernanza criminal: la fiscal Consuelo Porras, el fiscal Rafael
Curruchiche y el juez Fredy Orellana. El paro nacional que ha estremecido a Guatemala
es consecuencia de la indiferencia y negativa a dicha demanda.

El eje central del paro nacional son el Consejo de Alcaldes Comunales de los 48
Cantones de Totonicapán, la Municipalidad Indígena de Sololá, el Parlamento del
Pueblo Xinca (Santa Rosa y Jutiapa), las Alcaldías Indígenas Ancestrales Maya Ixil de
Nebaj (Quiché). A estas entidades se agregan las Comunidades Indígenas Aliadas de
Chichicastenango (Quiché), la Municipalidad Indígena de Santa Lucia Utatlán
(Sololá), el Movimiento Social K’ekchí’ (Cobán, Alta Verapaz), la Asociación
Indígena de San Francisco el Alto (Totonicapán), la Junta Directiva de Alcaldes
Comunales de las 14 comunidades de San Cristóbal Totonicapán. Otras organizaciones
mayas que se han adherido al paro son el Consejo de Autoridades Ancestrales de los
Siete Municipios de Totonicapán y Articulación Chimaltenango que agrupa a sectores
del pueblo Kaqchikel. Independientemente de la adhesión de otros pueblos mayas al
paro nacional como son los pueblos Mam, Poqomam y Chortí, es posible distinguir en
un primer plano a los pueblos K’iche, K’ekchi’, Xinca, Ixil y Kaqchikel.

Un registro de los bloqueos ocurridos en las distintas carreteras del país y en la capital
revela que del lunes 2 de octubre hasta el lunes 9, los bloqueos subieron de 17 a 115 y
que en todos esos días los mismos subieron de manera constante. El martes 10 de
octubre la Dirección General de Seguridad Vial (PROVIAL) reportaba 136 bloqueos
en todo el país, 23 de los cuales se observaban en la capital del país. El miércoles 11,
se reportaban 119 bloqueos, 11 de ellos en la ciudad de Guatemala. Por datos vertidos
en conferencia de prensa ofrecidas en el sexto día del paro por las organizaciones
indígenas y diversas fuentes es posible deducir que los puntos nodales de los bloqueos
han estado en la Cumbre de Alaska (Sololá), Las Trampas (Sololá), Los Encuentros
(Sololá), La Cuchilla (Sololá), Cuatro Caminos (Totonicapán), Chupol (Quiché) y El
Boquerón (Cuilapa). Manifestaciones de protesta se han observado también las

69
ciudades principales del país como Quetzaltenango, Antigua y aun en los centros
urbanos de El Petén como Libertad y Poptún. En suma, la rebelión en esta ocasión ha
ido del campo a la ciudad. A diferencia de las luchas populares de los setenta del siglo
XX, el movimiento sindical no juega un papel destacado.

En la capital de Guatemala, el centro de concentración de la protesta ha sido la sede del


Ministerio Público. En los primeros días del paro la mayor parte de los manifestantes
eran integrantes de los pueblos originarios, a tal punto que en un discurso vertido allí
por el Cardenal Álvaro Ramazzini no dejó de hacer un reproche a la falta del
acompañamiento capitalino. Pero los habitantes de la capital, en su mayoría mestizos
o ladinos, se han ido sumando a la protesta a través de los estudiantes de la Universidad
del Valle, Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala, los locatarios de los mercados
de la ciudad y de manera copiosa habitantes de las zonas populares.
Las manifestaciones en contra de la corrupción que se observaron a partir de abril de
2015 y que concluyeron con la renuncia del presidente Otto Pérez Molina y la
vicepresidente Roxana Baldetti, habían sido la referencia más reciente de la protesta
popular. Lo que hemos observado en este mes de octubre tiene una envergadura mayor
porque es nacional y porque los pueblos originarios han estado al centro de esta.

El estallido insurgente observado entre 1978 y 1982 fue cualitativamente distinto


porque fue sustentado en una rebelión de los pueblos mayas. Desde entonces los
pueblos mayas se volvieron un sujeto de importancia nacional. Esta nueva rebelión se
distingue de la anterior, porque son los pueblos originarios los que están al frente,
porque sus formas organizativas son las derivadas de sus formas comunales y
autónomas de gobierno y porque los mestizos son acompañantes y no dirigentes.

Al momento de escribir estas líneas todavía falta ver la reacción ampliamente


desplegada del núcleo duro del Pacto de Corruptos. Ya la comenzamos a ver con los
discursos de la fiscal General Porras, del ministro de Gobernación Napoleón Barrientos
y del presidente Alejandro Giammattei. Todos dijeron lo mismo: hay financiamiento e
intervención extranjera en manifestaciones y bloqueos; los manifestantes ejercen
violencia con los bloqueos viales; son una minoría de piquetes que incluso están

70
armados; están ejerciendo actos vandálicos y ocasionando el caos; atentan contra los
bienes del resto de los guatemaltecos. De manera más o menos implícita los tres
amenazaron con acciones represivas. La derecha neofascista a través de su principal
vocero, Ricardo Méndez Ruiz, ha llamado a la dispersión de los manifestantes con
bombas lacrimógenas. Esto fue precisamente lo que provocaron los infiltrados en la
Plaza Central la noche del 9 de octubre.

El Pacto de Corruptos ya empezó la infiltración de manifestaciones y protestas,


manipula el desabasto, carestía y los contratiempos que provoca el paro, busca atizar
la violencia para justificar la represión y agita el racismo de las clases medias urbanas
que una vez más en algunos de sus sectores, evidencian la vieja paranoia que imagina
una ciudad invadida por “indios” de violencia desenfrenada. Esto último no sucederá.
Lo que sí ha empezado a suceder con esta emergencia de los pueblos originarios, es el
inicio del largo camino que sustituirá a la comunidad ficticia de Guatemala con la
instauración de un Estado Plurinacional.

71
Fernando Espina Bances

Bernardo Arévalo no es Thelma Cabrera y Semilla no es el MLP. No hay que olvidarlo


y, si es necesario, debemos repetírnoslo a cada rato. El Tío Bernie viene de la alta
sociedad, ha tenido buena formación académica y roce diplomático, no tiene extracción
popular, se le mira muy cómodo entre cooperantes, organismos internacionales y
empresarios oligarcas (No me extrañaría verlo sonriente y bien peinado en el ENADE).
Nunca había estado expuesto a violencia ni a amenazas de muerte contra él o los suyos.
Thelma Cabrera nació, creció, vive y lucha desde el campo (los territorios dicen ellos),
se ha formado como ha podido, ha tenido que abrirse camino a codazos y resistiendo,
sus discursos, más que aprendidos o estudiados, son sus vivencias con la gente, convive
con la muerte (ha enterrado al menos 28 compañeros de lucha y se sabe en la mira del
enemigo), viene del pueblo y se siente cómoda entre él. Semilla es un partido político
urbano, fundado por profesionales y académicos de clase media alta urbana y
respaldado por jóvenes universitarios. El MLP no era un partido político en sí, era un
instrumento político de una organización campesina de resistencia contra el sistema.
Semilla busca votos para ganar las elecciones, el MLP buscaba hacer crecer su
organización de base y poner en el escenario político sus demandas y su visión del
mundo, ganar las elecciones no era su prioridad.

Yo no juzgo ni cuestiono a unos y otros, simplemente hago ver que son distintos y que
por ende, los líderes y los partidos tendrán un actuar y una personalidad distinta. El
pobre Arévalo está viviendo ahora, de forma ruda y acelerada, la represión, el acoso,
la violencia física y psicológica con la que ha convivido la gente del MLP toda su vida.
Tiene que asimilarlo y aprender a vivir con ello, puede que no lo logre. Le dicen que
su vida está en riesgo, que cualquier exposición pública puede ser fatal. Esas cosas se
le meten a uno en la cabeza y le pesan. Nunca olvidaré cuando me llamó mi compañero
de bancada para decirme desencajado que acababan de matar a su esposa. Eso me
marcó para siempre. Y eso que la cosa no era directamente conmigo, pero no pude

72
separarlo de nuestro trabajo. No pretendo justificar que el Tío Bernie esté en Estados
Unidos mientras el pueblo, principalmente organizaciones indígenas y campesinas, dan
la lucha para defenderlo y permitirle llegar a la toma de posesión. La gente votó por
Arévalo para que peleara contra el monstruo de la corrupción político-empresarial y
quiere verlo dando la batalla desde la presidencia. Somos un país presidencialista, el
presidente es LA AUTORIDAD, EL GRAN LÍDER NACIONAL.

Escribo esto porque veo a alguna gente molesta porque Arévalo anda de gira mientras
el país está viviendo sus días más tensos en muchos años. No hay que esperar del Tío
Bernie y de Semilla cosas que nunca han hecho. No esperen que encabecen las marchas
del pueblo, como lo hacen sin dudarlo Thelma Cabrera o Vicenta Jerónimo. Siempre
han sido de grabar tiktoks y videos para comunicarse con la gente. ¿Se acuerdan de
aquel mal chiste que hizo Arévalo diciendo que él sí podía ir a Estados Unidos a un
foro porque tenía visa? ¿Entonces qué nos sorprende que ande por allá, “buscando
apoyo”, en momentos de crisis o que le parezca una gran cosa quejarse ante la OEA?
¡La OEA!

En conclusión: No me cabe la menor duda que la victoria de Arévalo es un gran triunfo


del pueblo contra el sistema y me emociona ver al pueblo defendiéndolo. El sistema
corrupto seguirá dando la batalla para no irse, a mí me da la impresión que solo el
pueblo lo puede detener. En esta lucha contra el sistema, todos y cada uno debemos
aportar desde dónde podamos y cómo mejor sepamos hacerlo. Incluso coreando a
Taylor Swift. Hay que dejar de exigir que Semilla haga cosas que nunca ha hecho y
con las que no se sienten cómodos. Ellos son institucionalistas y creen en la batalla
legal, aunque sea obvio que está perdida, en conseguir respaldos internacionales y de
empresarios oligarcas, no en promover o encabezar los bloqueos y paros que las
organizaciones indígenas y campesinos están tan acostumbradas a hacer para
incomodar a los dueños de la finca. Que conste que no estoy diciendo que no se vale
cuestionar el actuar de Semilla o de Arévalo, más aún si usted votó por ellos. Lo que
quiero decir es que no hay pedirle peras al olmo, pero tampoco dejar de cuidarlo.

73
José Alfredo Calderón

La avalancha social crece cada día de Hace varios años escribí que, si existía
protesta y sienta un precedente alguna posibilidad de cambio real, este
histórico. No fuimos los académicos provendría de los campos y las montañas.
ni los intelectuales, no fueron los Lo veía muy lejos, pues comprendía que la
dirigentes tradicionales ni los guerra interna había roto el tejido social,
politiqueros oportunistas de extirpado los liderazgos e instalado el
siempre; no fueron los periodistas ni miedo como mecanismo de defensa.
los curas o pastores. Fueron los
Hoy asistimos a un movimiento sin
representantes de esa mayoría
precedentes en la posguerra. Las
ninguneada, invisibilizada y
discriminada, muchas veces por sus comparaciones con La Plaza en 2015 no se

propios “iguales”. Infinitas gracias a han hecho esperar, pero las diferencias son
las autoridades indígenas que, con muy marcadas en fondo y forma.
mucha humildad, pero gran Hasta hace pocos días, muchos nos
sabiduría, supieron medir los
quejábamos de la falta de liderazgo y
tiempos y encender la chispa, dando
organización, así como de claridad política
cátedra del liderazgo horizontal y
en muchos dirigentes mestizos y urbanos.
colectivo, la mesura y el temple
Los diversos intentos por convocar y lograr
simultaneo, así como la coherencia
una asistencia, si no masiva, al menos
ancestral de la que han hecho gala
relevante, habían fracasado y las
por mucho tiempo.
concentraciones eran muy discretas.
Incluso la convocatoria de Bernardo Arévalo ante la Corte Suprema de Justicia logró
un efímero entusiasmo ciudadano que pronto decayó.

4Este artículo fue publicado por José Alfredo Calderón en la Revista Crónica, el 12 de
octubre de 2023. Ha sido incluido en este dossier con la autorización del autor.

74
Los únicos que siempre han tenido constancia y claridad (así como paciencia
centenaria) han sido los pueblos indígenas por medio de sus distintas expresiones y
representaciones. Recuerdo todavía que los primeros en protestar frente a la Cámara de
Industria (CIG) que a la vez es sede del CACIF, fueron ellos. La tradición contestataria
popular siempre había situado la protesta en las plazas, las cortes y el Ministerio
Público y no frente a los verdaderos causantes de la tragedia nacional, las élites
económicas depredadoras.

Este pequeño grupo que trasciende el CACIF y que varios analistas hemos llamado por
años el G-8; formado por las 8 corporaciones monopólicas más grandes y fuertes con
un aproximado de 22 familias, al fin ha sido develado como la mano que mece la cuna.
Ya la CICIG los había puesto en el banquillo de acusados y obligados a pedir perdón
públicamente, pero todavía, las mayorías seguían concentrando en los operadores
políticos y funcionarios públicos, la carga acusatoria. No hace mucho, todo se reducía
a culpar a Giammattei y “Miguelito”; Consuelo Porras y Rafael Curruchiche, así como
el juez Orellana. Ahora el telón estratégico se corrió.

Volviendo al punto central, no es la primera vez que 48 Cantones pone la cara para
defender, no solo sus propios derechos, sino los de todo el pueblo. Tampoco es la
primera vez que viajan a la ciudad de Guatemala a plantar lucha y darnos el ejemplo.
Es más, en ocasiones anteriores, el racismo estructural se imponía y por eso el referente
de los pueblos no impactaba como debía en los contingentes urbanos capitalinos,
tradicionalmente dirigidos por funcionarios de organizaciones no gubernamentales
que, hay que decirlo, limitaban su dinámica a su necesidad de financiamiento y a los
intereses de donantes. En tal sentido, los movimientos unitarios fracasaban uno a uno
y se quedaban en una temporalidad de corto alcance. Ni qué decir de la inoperancia de
los partidos políticos, casi todos vinculados a la alianza criminal.

Por otra parte, esa fuente inagotable de recurso intelectual de la USAC, ya no lo era
más y cooptada como lo está, se limita a las pocas expresiones aisladas de docentes,
trabajadores y estudiantes conscientes.

75
En las primeras 72 horas del paro anunciado no se veía mayor trascendencia, pero las
condiciones fueron mutando y, a partir del viernes 6 de octubre, estamos viviendo algo
muy distinto, respecto a todos los precedentes inmediatos, incluyendo La Plaza. El
nivel de organización, coordinación y logística que los pueblos originarios le han
impregnado al movimiento de protesta, es impresionante.

De nada sirvieron las sempiternas medidas empresariales para contrarrestar la protesta.


El ejemplo de los 48 Cantones, ahora acuerpados por otras autoridades indígenas de
Sololá y Quiché, se ha fortalecido y con ello, el movimiento se ha generalizado y
mezclado con la espontaneidad de muchos grupos que recién no estaban organizados.
Como era de esperar, las cámaras patronales aglutinadas en CACIF obtuvieron con
facilidad la licencia judicial implícita para el empleo de la fuerza pública, a fin de
desalojar inmediatamente a quienes bloqueaban el paso vehicular en las carreteras. Han
llegado al extremo de fomentar grupos de choque contra los manifestantes indígenas
que se habían instalado en las afueras del MP y, ahora, infiltran a agentes del Estado
para generar disturbios y tratar de deslegitimar la protesta genuina. Todo esto, alentado
por el cabecilla operativo de los golpistas y títere de las élites: Alejandro Giammattei,
quien en la “conferencia” del lunes 9 por la noche se lució tal cual, al amenazar al
pueblo y presidente electo, confirmando de una vez por todas, que será recordado por
mucho tiempo, lamentablemente, junto a su progenitora.

La primera gran diferencia actual es la contundente articulación que las autoridades


indígenas han hecho para que el movimiento esté coordinado a nivel nacional. La
legitimidad innegable de sus dirigentes y el acompañamiento de sus comunidades le ha
dado una solidez incuestionable al crecimiento social de la protesta,

Como bien apunta Edgar Gutiérrez en su artículo de El País del domingo 8 de octubre:
“Los pueblos indígenas siguieron con paso sereno y firme. No pelearon con nadie en
los centros urbanos ladinos, donde por lo general no son bienvenidos y resultan blanco
de sutiles o abiertas expresiones de racismo y discriminación. Se acercaron a los
estudiantes universitarios, a los profesores y autoridades de los centros de enseñanza,
a los pequeños y medianos empresarios, a los transportistas, trabajadores en la
informalidad y amas de casa. Explicaron que habían dejado sus hogares lejanos

76
porque sin democracia ni libertades, el reino oscuro de la corrupción, el crimen y la
impunidad terminaría enseñoreándose, sometiendo a todos los habitantes.”

Los estudiosos de las ciencias sociales somos testigos de la dificultad para lograr
consensos en un país tan diverso y golpeado por la guerra interna. Construir una agenda
común y hacer coincidir los distintos intereses es una tarea titánica, pero se logró,
siendo esta la segunda gran diferencia que identifica a este movimiento, pues la agenda
de la protesta trasciende el apoyo a Semilla y el binomio ganador, ahora se trata de
defender el voto democrático y exigir la renuncia de la Fiscal General y sus dos
achichincles principales: Rafael Curruchiche y Cynthia Monterroso, así como del juez
Orellana. Esta agenda mínima facilitó el consenso.

La tercera diferencia es una coordinación inusual entre la tradicional disciplina de los


pueblos indígenas, con la espontaneidad de la ciudadanía tanto urbana como rural. Los
apoyos han sido múltiples y la consciencia del beneficio colectivo, ha hecho surgir una
confraternidad solo vista durante el terremoto de 1976. Distintas personas y grupos se
autoconvocan, logrando una cobertura sin precedentes.

Una cuarta diferencia se refiere a que la coyuntura hizo unirse a toda la comunidad
internacional con énfasis en Estados Unidos, Unión Europea y la OEA. Para nadie es
un secreto que lograr consenso entre la agenda de EE. UU. y el resto de los países
siempre ha tenido valladares insalvables, no digamos el caso de la OEA, que se
distanció de su habitual posición conservadora y connivente con los Estados
autoritarios, algo inédito.

Una quinta diferencia es que el centro motriz se inició en el Occidente del país bajo el
liderazgo de las autoridades indígenas, quienes lograron una fusión extraordinaria con
la capital y otros centros urbanos y rurales. Está claro el liderazgo y, en forma
sorprendente, los mestizos nos hemos unidos. La procedencia de los apoyos es diversa
en cuanto al perfil económico, socio-cultural y político-ideológico. La articulación
para la unidad nacional ha sido ejemplar.

Es importante destacar una sexta diferencia de otras adicionales que, por espacio, no
puedo cubrir en esta entrega. Me refiero a esa cadena popular de apoyo entre los

77
manifestantes; no ha faltado la comida, atención médica, insumos de uso personal,
jornadas culturales de aliento y un sinfín de actividades que demuestran la unidad en
la lucha y el ambiente festivo de saberse acompañados. Incluso los pilotos del
transporte pesado varados en carretera han recibido alimentos y atenciones por parte
de la población y líderes comunitarios, entendiendo que la lucha es contra las élites
depredadoras y no contra el pueblo trabajador.

La avalancha social crece cada día de protesta y sienta un precedente histórico. No


fuimos los académicos ni los intelectuales, no fueron los dirigentes tradicionales ni los
politiqueros oportunistas de siempre; no fueron los periodistas ni los curas o pastores.
Fueron los representantes de esa mayoría ninguneada, invisibilizada y discriminada,
muchas veces por sus propios “iguales”. Infinitas gracias a las autoridades indígenas
que, con mucha humildad, pero gran sabiduría, supieron medir los tiempos y encender
la chispa, dando cátedra del liderazgo horizontal y colectivo, la mesura y el temple
simultaneo, así como la coherencia ancestral de la que han hecho gala por mucho
tiempo.

Gracias a las molestias de hoy, el día de mañana, hasta quienes más se oponen, recibirán
los beneficios de esta lucha. Es ahora o nunca, el indiferente que se haga a un lado
porque el protagonismo es de quienes soñamos con una Guatemala diferente, más
humana y más justa.

¡Nada que mediar con los victimarios! Estamos a un paso de trascender las renuncias
puntuales y unirnos en un solo grito: ¡Que se vayan todos!

78
Mauricio José Chaulón Vélez

Los grupos de poder económico y político en Guatemala han actuado históricamente


con tal impunidad, que en los últimos años ésta ha crecido de forma exponencial y les
ha provocado un nivel de arrogancia tan grande que no les ha permitido ver el hartazgo
de las grandes mayorías. El materialismo histórico nos dice acertadamente que el ser
social determina la conciencia social y es por ello que tanta ha sido la opresión para el
pueblo y para los pueblos que conformamos el territorio guatemalteco que llegó la hora
de enfrentar la situación para empezar a transformarla. El ser social en este caso ha sido
el sometido a distintas maneras de empobrecimiento, angustia, dolor e incertidumbres;
por lo tanto, se inicia en muchas personas el proceso de generar una conciencia social
sobre lo que está sucediendo y esto lleva a tomar acciones.

La clase dominante y la clase política hegemónica no quieren y muchas veces ya ni


siquiera pueden darse cuenta de eso. Y quienes de ellas lo sepan, buscan manipular la
opinión pública para desinformar, deslegitimar, invisibilizar o alterar la realidad. Sin
embargo, ésta sale a la luz cada vez más poderosa, sobre todo en una época en que las
redes sociales digitales nos llevan la información, los hechos y los acontecimientos en
cuestión de segundos y a un botón de distancia en el mismo teléfono celular. Los
tiempos están cambiando y las condiciones ya no son las mismas para el poder. Esto
no significa que el pueblo ya triunfó en Guatemala, pero ha dado pasos muy
significativos en sus luchas y para la historia.

La defensa de los resultados de un proceso electoral que los poderes tradicionales no


pudieron ganar constituye ese primer gran paso. No se trata solamente de defender la
legitimidad del binomio presidencial electo, conformado por Bernardo Arévalo de
León y Karin Herrera Aguilar del Movimiento Semilla, lo cual es parte importante en
estas jornadas de luchas sociales, sino que va más allá: es fundamental que sea el mismo

79
pueblo el que ataque a los corruptos que se han apoderado del Estado, sean quienes
sean. Esto permite agrietar el sistema. Si partimos de contextos más recientes dentro
de la época de la posguerra o posconflicto armado interno, el mismo pueblo empezó a
hacerlo con las movilizaciones del 2015 en contra de la evidente corruptela del
gobierno de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, pero lamentablemente tomaron el
rumbo que le dieron las élites económicas y todo resultó peor. Sin embargo, debido a
que la historia y lo social también son dialécticos, de esa situación resultante en los
nefastos gobiernos de Jimmy Morales y Alejandro Giammattei se agudizaron las
contradicciones y se ha generado lo que hoy estamos viviendo. En las elecciones del
2019 el binomio presidencial del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP),
instrumento político del Comité de Desarrollo Campesino (CODECA) una de las más
grandes organizaciones campesinas en Guatemala, conformado por Thelma Cabrera y
Neftalí López, ambos dirigentes históricos, obtuvo un destacado cuarto lugar y
encendió las alarmas del sistema dominante. Esa fue la razón por la que no permitieron
la participación del MLP para estas elecciones presidenciales del 2023, porque sabían
que hay mucha más conciencia por parte del pueblo y de los pueblos y que entonces
existía la alta probabilidad de que el instrumento político de CODECA tuviese un
puesto alto. Pero las grandes mayorías del pueblo y de los pueblos teníamos claro que
la lucha contra la corrupción era un principio central ineludible y votamos por el
binomio del Movimiento Semilla como una posibilidad de hacerle frente al arrogante
poder que estaba confiado de asegurarse con varias opciones de las candidaturas de
siempre. No les salió la jugada y no aceptan su derrota en las urnas. Han sacado todas
sus cartas sucias, como es su costumbre, para evitar que el presidente y la
vicepresidenta electos tomen posesión y es a partir de ahí que grandes sectores del
pueblo y de los pueblos hemos dicho ¡basta!

Se necesitaba iniciar la marcha a través de un movimiento organizado y éste ha sido el


de 48 Cantones de Totonicapán, al cual se articularon otras organizaciones indígenas,
campesinas y populares para encarar a los impunes corruptos encabezados por la Fiscal
General y Jefa del Ministerio Público (MP) Consuelo Porras; el fiscal del MP Rafael
Curruchiche; el juez Fredy Orellana y la fiscal del MP Cinthia Monterroso, con todos

80
sus cómplices grandes y pequeños. Y a partir de ello esto la lucha no se ha detenido y
ni siquiera se ha debilitado, sino todo lo contrario. Se potencializó el principio de SÓLO
EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO y con esto no contaban los grupos de poder. Como
un movimiento molecular del cual ha hablado el pensamiento crítico desde hace tanto
tiempo, nos hemos venido articulando personas y grupos, unos más organizados que
otros, quienes estamos en distintos niveles de lucha en diversos espacios y con
diferentes grados de toma de conciencia sobre las problemáticas de Guatemala, pero
que de una u otra forma tenemos las capacidades para producir movilización que
empiece a agrietar el sistema dominante.

Por eso es que las jornadas de septiembre y octubre del 2023 no son semejantes a las
del 2015. Forman parte de un mismo proceso, eso sí, porque el tomar conciencia lleva
su tiempo y no todos los sujetos sociales poseen el mismo grado. Pero lo importante es
que el movimiento molecular social ya está en una marcha más potente y nada ni nadie
lo detiene. Esta vez no son las élites económicas y políticas las que se apoderan del
proceso, sino que todo viene desde abajo, desde el mismo pueblo y de los pueblos.
Muchas personas poco a poco adquieren conciencia de lucha, comprendiendo que
solamente de esa manera se puede derribar la corrupción, lo cual es un punto de partida
elemental para pensar en otra Guatemala y en la construcción de democracia. Ven en
el ejemplo decidido de organizaciones históricas como 48 Cantones y otras similares
que esa toma de conciencia se adquiere desde la praxis.

Así mismo, aquí no son las élites las que dan el giro de timón, sino que la hegemonía
en las ideas y en la práctica sociopolítica de cómo enfrentar la impunidad y la
corrupción del gobierno y del sistema judicial la están desarrollando el pueblo y los
pueblos. Sin ningún tipo de intervención de las élites económicas y políticas, las
personas están activando desde su hartazgo, pero también están haciendo posible el
sentido de comunidad. Ese espíritu de lo común es algo muy importante que en este
momento toma vuelo. Muchos grupos lo han venido haciendo desde hace mucho
tiempo, pero lo valioso en este momento, y por eso lo que estamos viviendo es
histórico, es la toma paulatina de conciencia de muchas personas que han comprendido

81
que sin tejido de comunidad estos poderes corruptos seguirán oprimiendo. La clase
dominante y la clase política deben entender de una vez por todas que las cosas ya no
son como ellos quisieran.

El sentido de comunidad y su espíritu son un motor inquebrantable y es lo que se


necesita para luchar contra un golpe de estado promovido desde un poder que se niega
a aceptar que otro tipo de gobierno ha sido elegido por la mayoría. Porque sí, es un
golpe de estado lo que han venido haciendo los alfiles del poder. Dicho golpe no
comenzó con las acciones espurias recientes de Porras, Curruchiche, Monterroso y
Orellana contra los resultados de las elecciones. Dio inicio mucho tiempo antes, con la
elección de las cortes en el Congreso de la República. Toda la maquinaria golpista del
poder se activó y mucho de lo que está sucediendo ahora ha sido posible para estos
corruptos debido a que tienen a la gente que quisieron en las cortes, tanto en la Corte
Suprema de Justicia como en la Corte de Constitucionalidad. En la primera ni siquiera
ha habido cambios en los puestos y eso a todas luces contraviene la Constitución, cosa
que no les importa a los criminales que gobiernan con el patrocinio y bendición de la
clase dominante y con el apoyo de grupos de extrema derecha que hacen campañas
mediáticas y que accionan en los tribunales con querellas donde se inventan casos que
son aceptados por jueces corruptos.

Así mismo, la negativa de que participara el binomio presidencial del MLP fue uno de
los primeros golpes fuertes al proceso electoral. Por esto y mucho más estamos aquí
también en pie de lucha. Por eso es que no podemos permitir que la Organización de
Estados Americanos (OEA) pretenda intervenir como «mediadora» para que las
manifestaciones bajen de intensidad. De una persona como Luis Almagro no se puede
tener confianza: recordemos que prácticamente apoyó el golpe de estado de los
derechistas reaccionarios en Bolivia en contra del legítimo gobierno de Evo Morales
en el 2019. En todo caso, la OEA debiese de presionar al Estado de Guatemala para
que deje de actuar contra la legitimidad de la voluntad popular y que, como mínimo,
las personas que están llevando a cabo el golpe de estado deben ser separadas de sus
cargos. Ni la OEA ni nadie debe decirnos hasta cuándo manifestamos. Esto no es un

82
simple enfrentamiento «entre dos bandos» como lo quiere hacer ver Almagro: esto es
resultado de las graves contradicciones no resueltas por un sistema socioeconómico y
político que no da para más y que las grandes mayorías del pueblo y de los pueblos
hemos rechazado en las urnas, dándole el voto a una posibilidad distinta. Eso es lo que
estamos defendiendo. Porras, Curruchiche, Orellana, Monterroso, Giammattei y todos
sus cómplices representan lo que ya no se quiere más y la clase dominante ha sido la
sostenedora de este tipo de personajes que corrompen cada vez de peor manera al
Estado y a la sociedad en su conjunto. Y es que todo ello ha servido para que ese modelo
socioeconómico y político de la clase dominante se mantenga y es debido a ello que
todos los poderes están buscando la manera de que las movilizaciones sociales se
debiliten.

Mientras estoy escribiendo esta columna, alrededor de las 22:30 horas del domingo 8
de octubre, el ministro de Gobernación, David Napoleón Barrientos, ha dado un
mensaje sobre lo que han hecho y lo que pueden hacer las fuerzas de seguridad interna
respecto a las manifestaciones. Por supuesto que sigue la narrativa del discurso oficial,
significando las movilizaciones como las causantes de la crisis y que la situación de los
bloqueos ha generado escasez de productos y aumento de precios, así como
inestabilidad en todo el país. Coloca el gobierno en la posición de ser quien busca y
privilegia el diálogo, como si se tratase de un capricho de la ciudadanía el salir a
manifestar. Alude a la presencia de la misión de la OEA en Guatemala para que medie,
representando la situación otra vez como de un enfrentamiento entre dos bandos,
cuando de lo que se trata es de una legítima resistencia y lucha para empezar por separar
de sus cargos a corruptos que de manera impune como los criminales que son están
violando la voluntad popular ejercida en las urnas el 25 de junio y el 20 de agosto recién
pasados. En una parte de su discurso, el ministro Barrientos recuerda que “la Corte de
Constitucionalidad ha emitido resoluciones que se deben atender y cumplir, entre las
que destacan la obligación de proteger el derecho de manifestación pacífica, proteger
los derechos humanos, mantener la libre locomoción y mantener el orden público y la
seguridad.

83
El Organismo Ejecutivo y sus dependencias son garantes de los derechos de todos los
ciudadanos, para lo cual se han ejecutado acciones orientadas a la protección de todas
las personas involucradas directa o indirectamente en los últimos acontecimientos, por
medio de los diferentes protocolos de actuación policial, los cuales, de ser necesario,
incluyen el uso de la fuerza para hacer valer el Estado de derecho y el orden público”.
Es una manera diplomática de advertir que puede venir la represión de las
manifestaciones y que, si el gobierno y la OEA están promoviendo el diálogo, la crisis
debe ir llegando a su fin. El gobierno no da la cara más allá y sabe que esta situación
no estaría ocurriendo si su actuar fuese limpio y respetuoso de la voluntad popular,
fuera de todo acto corrupto.

Estas jornadas van en aumento y crecen con fuerza porque el pueblo y los pueblos
estamos cansados. La lucha de clases y las luchas sociales tienen sus tiempos y hay
momentos en que las grandes mayorías tienen la oportunidad de dar golpes decisivos
al poder y transformar cualitativamente las cosas y la historia. Este es uno de ellos,
dentro del largo proceso complejo de la lucha de clases y las luchas sociales en
Guatemala.

La consigna de SÓLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO vuelve a evidenciarse y se


evidenciará las veces que sea necesario. Es un aprendizaje constante para el pueblo y
para los pueblos, y para el poder la muestra clara de que la historia de mueve y no es
estática. El primer paso ahora es que Consuelo Porras, Rafael Curruchiche, Fredy
Orellana y Cinthia Monterroso deben ser separados de sus cargos, porque han violado
la voluntad popular ejercida legítimamente y bajo el amparo de la Constitución. Luego,
se debe garantizar que sus puestos sean ocupados por personas probas y que se respete
sin ningún obstáculo más el proceso en el que el binomio electo compuesto por
Bernardo Arévalo y Karin Herrera tome posesión el 14 de enero de 2024. Que se firme
un pacto social para que el nuevo gobierno pueda ejercer sus funciones sin amenazas
de ninguna forma y que los responsables de estos abusos que se han cometido contra
la voluntad popular sean llevados a juicio y reciban el justo castigo por sus acciones
criminales. Que se realicen las elecciones a la Corte Suprema de Justicia con todo un

84
proceso limpio y que el pacto de corruptos sea desarticulado en todos sus niveles. Al
poder ya no hay que pedirle nada, sino al contrario: el pueblo y los pueblos debemos
de tomar las riendas de lo que por derecho nos corresponde, con toda la dignidad del
caso. Eso incluye empezar a transformar el modelo económico en este país y seguir
trabajando en los procesos que nos permitan ver con claridad cada día más en dónde
están las causas de tanto problema.

Pero por algo debemos empezar y comprender que se trata de procesos. Lo importante
es no claudicar y salirle al paso a la campaña mediática de los grupos de poder que
pretenden criminalizar las movilizaciones y llevarlas al desgaste, señalándolas de ser
las causantes de la crisis cuando los causantes son precisamente los grupos de poder.

Esas causas tienen nombres y apellidos que pertenecen a una clase dominante de larga
data que ya no puede seguir haciendo lo que se le da la gana a través de sus operadores
políticos. De nuevo, debemos de tener muy claro que SÓLO EL PUEBLO SALVA AL
PUEBLO y que este momento no podemos desperdiciarlo. El poder no se lo esperaba.
Las renuncias de Porras, Curruchiche, Orellana y Monterroso son necesarias como un
primer gran paso pero no es lo único. Los objetivos deben ser más amplios: por lo tanto,
la lucha sigue.

85
Fernando Espina Bances

A los abogados nos enseñan en derecho constitucional un montón de principios que


luego repetimos a la gente con pose de estar explicando la voluntad de dios: “La
soberanía radica en el pueblo” “El Estado se organiza para proteger a la persona y su
fin supremo es la realización del bien común” “Está prohibida la subordinación entre
el Ejecutivo, Legislativo y Judicial”. Algunos se tragan el cuento sin nunca cuestionarlo
y se vuelven alfiles o defensores del sistema. Otros, quienes tenemos una visión más
crítica de las cosas, terminamos dándonos cuenta de que son mentiras. Que el interés
particular prevalece sobre el general. Que la soberanía radica en algunas familias,
quienes contratan a los políticos para que les cuiden la finca, a cambio de dejarlos hacer
fiesta con los fondos públicos. Que la fuerza pública y el sistema de justicia no están
para defender y servir al pueblo, sino para reprimirlo y someterlo a la voluntad de los
patrones. Que la democracia no es real (Salvo durante la primavera democrática,
ningún presidente asume sin el consentimiento y respaldo de los dueños del país). El
asunto está ya muy estudiado y demostrado.

Por eso, a mí no me sorprende que ante la tremenda crisis que se está viviendo en el
país, los políticos y funcionarios públicos no escuchan al pueblo, sino más bien lo
amenazan con represión y violencia. La voluntad del pueblo les da igual, lo importante
es quedar bien con sus patrones. Siempre ha sido así y no creo que con la misma
Constitución, con el mismo sistema de leyes y con la misma institucionalidad, las cosas
vayan a cambiar.

Sin embargo, veo con mucha emoción que el pueblo se levantó y tomó las calles para
exigir la renuncia de la Fiscal General, a quien ven como la principal amenaza de que
se cumpla voluntad expresada en las urnas (en realidad ella sólo es una empleada). No
están dispuestos a negociar ni a ceder. Si no renuncia la Fiscal General y su gente, no
levantarán la protesta. La crisis no tiene una salida legal beneficiosa para ambas partes.

86
Es un pulso en el que sólo puede haber un ganador: o renuncia la Fiscal o el Estado
reprime y disuelve la protesta con violencia, para cumplir la voluntad de los dueños de
la finca. Pero incluso en el último escenario, puede que los políticos y sus jefes
terminen perdiendo más de lo creen. Pueden perder su sistema y su orden, porque la
gente va aprendiendo de cada crisis. Lo que se ve en 2023 es mucho más avanzado y
organizado de lo que pasó en 2015. Y lo que puede pasar después de esta crisis exigirá
cambios más profundos. Los políticos y sus patrones deben entender que son ellos
quienes tienen más cosas que perder. Para un pueblo que vive sumido en la pobreza y
para el que su principal alternativa es arriesgar su vida emigrando a Estados Unidos,
arriesgar su vida acá para construir un mejor país, con un mejor orden e
institucionalidad para sus hijos, no deja de ser una buena alternativa.

87
Leslie Sequeira Villagrán

El encuentro interétnico, interracial, intergeneracional y (fundamentalmente) entre


estratos sociales que propició el inminente y reconocido liderazgo de los 48 Cantones,
se fortalece sobre la base de un acuerdo tácito entre la pluralidad de identidades que
atendieron al llamado, enfocado en “Defender instituciones y prácticas democráticas
liberales (elecciones periódicas y transparentes, potestad de elegir y ser electo, sistema
plural de partidos políticos, alternancia en el poder y libre emisión del pensamiento) en
un contexto de Estado de Derecho”. La sostenibilidad material de la protesta proviene
fundamentalmente de sus protagonistas, quienes efectúan una importante inversión de
recursos, enfocada en defender derechos formales que, hasta el día de hoy, han sido
letra muerta, pero que, gracias a la movilización basada en intereses diferentes, aunque
no por eso divergentes, es una realidad tangible en las calles, hoy. Así, hogares urbanos
y rurales sacrifican recursos, en muchas ocasiones escasos, utilizados regularmente
para el sostenimiento doméstico, ahora direccionados para sufragar su participación en
la protesta, con el objeto de reivindicar la dignidad perdida en una dinámica política,
económica y social de país, marcada por el abuso de poder y la exclusión.

Cobra central protagonismo, las remesas provenientes desde la comunidad de


migrantes (urbanos y rurales) guatemaltecos, mayoritariamente radicados en Estados
Unidos, cuya salida de su lugar de origen, aclara y amplía la perspectiva de ellos y de
sus familias sobre los retos y las soluciones que requiere el país, para detener las causas
que generan la expulsión masiva de sus habitantes. Claro, una perspectiva permeada
por la influencia del sistema que impera en el país receptor, lo que contribuye y explica
el espíritu liberal de la protesta o, al menos, el guion que nadie discutirá porque, al
final, constituye un consenso mínimo que mantiene cohesionado en las calles a una
sociedad que, hasta hoy, carecía de un punto de convergencia que le aglutinara.

No menos relevante, está el papel del estudiantado universitario que, desconcertado por

88
la situación del mercado laboral en el que pronto competirá, ha decidido echar mano
de sus recursos e incidir a través del ejercicio de sus derechos civiles y políticos, para
contrarrestar la incompatibilidad de su formación profesional frente al diseño de una
realidad que niega la lógica formal detrás de la epistemología propia de sus campos de
estudio. Sin contar, la poca demanda de mano de obra calificada en un país cuya matriz
productiva perpetúa instituciones económicas y políticas extractivas, que poco o nada
ofrecen a este segmento.

Pequeños y medianos empresarios indígenas y ladinos, que reconocen la necesidad de


contener y hacer retroceder la cooptación del Estado, como una verdadera camisa de
fuerza para la competitividad y el crecimiento económico anhelado. Para los cuatro
segmentos referidos, defender la democracia liberal de los ataques provenientes de una
élite política y económica conservadora, es fundamental para avanzar en el camino
hacia la consolidación del Estado de Derecho, detener la corrupción y promover el
desarrollo de las fuerzas productivas vía el goce de los Derechos Humanos. Tres
consideraciones vinculadas, íntimamente, a los valores liberales que defienden las
protestas.

Cuatro índices relevantes de competitividad a nivel mundial permiten ampliar las


justificaciones de las movilizaciones, desde un enfoque eminentemente económico:

1. Doing Business: Ranking propiciado por el Banco Mundial en el que se evalúa las
regulaciones que favorecen o restringen la actividad empresarial en 190 países
alrededor del mundo.

En el Doing Business del 2020, Guatemala ocupa el lugar 96/190 países, siendo los tres
indicadores más bajos:

30/100: Protección de los inversionistas minoritarios

34.5/100: Cumplimiento de contratos

27.6 /100: Resolución de insolvencias

89
En otras palabras, el país es poco atractivo para los negocios por la falta de certeza
jurídica, que se manifiesta en diferentes aspectos. Para hacerse una idea, el indicador
sobre pago de impuestos tiene una ponderación de 70/100, así que, con la carga
impositiva más baja de América Latina, la presión fiscal está muy lejos de ser el
obstáculo del país para atraer inversión extranjera, aunque, si lo contrastamos con la
falta de certeza jurídica, los 30 puntos restantes sí que están vinculados con la
competencia desleal que se genera con las prácticas de elusión fiscal que favorecen a
grandes empresarios locales.

2. Índice Global de Competitividad: Herramienta elaborada por el Foro Económico


Mundial con la intención de ser utilizada para identificar y comparar la capacidad para
proveer oportunidades de desarrollo económico a los ciudadanos de los 141 países
analizados. En el Índice Global de Competitividad del 2019, Guatemala registra una
valoración de 53.52/100 y ocupa el lugar 98/141 países. Siendo los 3 puntajes más
bajos:

122/141 Mercado Laboral: por costos redundantes como transporte, seguros médicos
y otros temas vinculados a la falta de servicios básicos, en consecuencia, del monopolio
del poder político y la toma de decisiones en detrimento de las garantías mínimas para
la población trabajadora, sumado a la corrupción. Otro aspecto valorado en este puntaje
es la brecha salarial entre hombres y mujeres (situación que explica en el país, el ataque
sistémico a la mal llamada "ideología de género" ya que, para los efectos del tema que
se está abordando, atenta contra la continuidad de la explotación laboral de las
mujeres). Así como la precariedad en los derechos de los trabajadores con una nota
ínfima de 3/100.

121/141 Infraestructura: Donde la inoperancia de la red vial y de servicios básicos se


vincula nuevamente con la corrupción y la baja inversión por una carga tributaria
insuficiente.

103/141 Educación: Pocos años de escolaridad, PEA sin conocimiento de nuevas


tecnologías y educación que no fomenta el pensamiento crítico. En otras palabras, el

90
poco desarrollo de las fuerzas productivas hace que, invertir en el país sea poco
atractivo, dada a incapacidad de tecnificación e innovación, que supondría desde el
corto plazo.

3. Índice de Desempeño Logístico: Medición del Banco Mundial para 139 países sobre
la facilidad para establecer conexiones confiables en la cadena de suministro y los
factores estructurales que lo hacen posible. Para el 2023, Guatemala figuraba en el
lugar 88 de 139, con deficiencias en los 6 indicadores:

116/139 Puntualidad: La mercancía circula a 18 km por hora Enel territorio nacional.

101/139 Aduanas y gestión de fronteras: De nuevo, la corrupción y el atraso técnico


generan pérdidas millonarias en este país.

89/139 Infraestructura relacionada con el comercio y el transporte..."Si no le gusta el


Libramiento, no lo use... (Palabras de un Juez, para dispensar los señalamientos de
corrupción sobre un contrato millonario de infraestructura que se desploma con cada
lluvia desde su inauguración)

4. Índice de Desarrollo de E-Gobierno : En total coherencia con los 3 ranking


presentados anteriormente, los resultados del 2018 de Naciones Unidas, demuestran
que Guatemala figura en el lugar 113 de 193 países en cuando al Gobierno Abierto y
la participación pública. Denotando que, una dinámica para garantizar la
instrumentalización de los derechos civiles y políticos hacia la defensa y protección del
Estado de Derecho, las garantías a los Derechos Humanos y la lucha anticorrupción,
ha sido poco aprovechada por la ciudadanía.

91
Mauricio José Chaulón Vélez

El anticomunismo es una de las estructuras de larga duración más potentes en


Guatemala como herramienta hegemónica de la clase dominante y de los grupos de
poder en Guatemala. Lo utilizan de manera directa y explícita como también indirecta
y en estas jornadas de protestas populares de septiembre y octubre de 2023 no hay
excepción en ello. Van en contra de todo lo que signifique comunidad, derecho común,
comunalidad.

Con las declaraciones del ministro de Gobernación, David Napoleón Barrientos, y de


la jefa del Ministerio Público, Consuelo Porras, los días 8 y 9 de octubre
respectivamente, es evidente que es el gobierno el que declara la confrontación con el
pueblo. Su estrategia empieza a ser la de siempre en estos casos:

Una narrativa de desinformación, presentando las manifestaciones como las causantes


de la crisis, cuando son los grupos de poder los responsables de lo que estamos
viviendo.

Inventan que las manifestaciones son organizadas por Semilla, cuando en realidad es
el pueblo y son los pueblos quienes han decidido levantarse en contra de tanta
impunidad y corrupción.

Empiezan a subir los precios de muchos productos y a desabastecer para generar


incertidumbre, preocupación, molestia y cansancio, pretendiendo que se reaccione en
contra de los bloqueos.

92
Infiltran personas en las manifestaciones o posiblemente armando ellos mismos
bloqueos para generar violencia y que parezca que es el movimiento popular el que la
provoca, justificando así la intervención violenta de los aparatos de seguridad del
Estado.

Presentan las manifestaciones como aisladas unas de otras y la problemática como de


"bandos" que deben sentarse a dialogar, por lo que la OEA en este momento les resulta
útil.

Estamos luchando contra mafias, contra grupos criminales que han tenido la bendición
de la clase dominante para que todo siga igual. La lucha sigue y vienen días decisivos
en los cuales los grupos de poder no dudarán en sacar sus ideas anticomunistas, como
por ejemplo el decir que las manifestaciones utilizan los métodos “chavistas”, que
Semilla es comunista y que todo es un complot del comunismo para crear terror. De
esa manera es que los sistemas hegemónicos como el de Guatemala manipulan la
información y tratan de deslegitimar las movilizaciones y demandas de los pueblos. Y
el anticomunismo atraviesa estas acciones.

93
Jaime A. Chicas Zea

Como contexto general


Guatemala, como el resto de países de Latinoamérica, ha tenido un devenir histórico
basado en una estructura de dominación marcada por el secuestro y apropiación de los
medios imprescindibles para la reproducción de la vida, tanto de las condiciones
materiales y objetivas de subsistencia, sometiendo al trabajo forzado a las comunidades
campesinas enfocadas en la producción de la tierra, mayormente, y de la población
general, en la explotación en el sector de bienes y servicios a toda escala, así como de
las condiciones simbólicas y subjetivas, marginando de la construcción del Estado a
las grandes mayorías de poblaciones indígenas, mestizas populares y algunas minorías
étnicas con presencia ancestral y actual en el país,

Esa mentalidad de largo plazo ha buscado crear una nación homogénea, sin
oportunidad de expresar y reproducir sus culturas en ninguno de los espacios sociales,
económicos y políticos. Asegurándose de que este modelo trascienda en el tiempo a
partir de estrategias, políticas y mecanismos de control disciplinario y coacción directa,
por medio de las instituciones represivas, o bien por medio de la internalización del
poder a través de sus instituciones ideológicas construidas de manera histórica.

Esta realidad concreta, experimenta una crisis profunda, en tanto el bloque histórico
dominante se ha fragmentado (mas no debilitado) por divisiones dentro de la oligarquía
nacional y regional, por la emergencia de nuevos capitales que han escalado en el poder
del capital económico, simbólico e ideológico de manera ilícita, representados por el
narcotráfico y el crimen organizado. Provocando un sisma al interior del Bloque
histórico y una pugna importante por el control y ejercicio del poder del Estado

94
guatemalteco.

Esto se materializa cada cuatro años en la lucha por la administración del poder y la
cooptación de todos los espacios de ejercicio de este, lo cual limita la independencia
de poderes y garantiza, a la vez, el control total de las instituciones autónomas y
semiautónomas, que en algún momento histórico fueron, pilares y respiraderos para
romper y oponerse a los planes de apropiación total del gobierno y del país. La
institucionalidad encargada de velar por los derechos humanos y la Universidad
nacional San Carlos de Guatemala, son dos claros ejemplos.

Por su parte, los contrapesos históricos, como los partidos políticos de izquierda y
progresistas en general, se vieron mermados por el control institucional que no solo los
ha disuelto en este último proceso electoral, sino que, cooptando a muchos de sus
integrantes, no tardaron en convertirse en operadores de los intereses económicos y
políticos de la derecha hegemónica guatemalteca.

En el caso de los movimientos sociales, la división y fragmentación ha sido aún más


profunda: están aquellos que han sido totalmente arrancados del interés común, como
el magisterio, ahora bajo el control del bloque dominante, encabezados por un dirigente
enquistado y al servicio de la hegemonía nacional.

Están los que siguen organizados y luchando por el interés y bien común, pero que han
sido criminalizados y perseguidos violentamente, lo que dificulta su crecimiento, sea
por las mismas bajas o por el temor de las personas a involucrarse directamente en la
organización.

Por último, están los movimientos descabezados, que actualmente hacen esfuerzos
sobrehumanos por reponerse y reorganizarse, muchas veces entre la confusión o
manipulación de quienes quieren capitalizar esos esfuerzos, espacios y logros. En este
caso identificaría a los movimiento estudiantiles de educación media y superior, a los
docentes y trabajadores de la universidad pública, a quienes no solo la violencia de la
época reciente los fragmento y descabezo sino que la actual coyuntura sanitaria por el
COVID y la usurpación del gobierno universitario por parte del actual rector,

95
dispersaron (literalmente) a la población universitaria, quienes luchan, de manera
heroica y casi estoica, por rescatar las piezas rotas de una universidad cadavérica. Por
lo cual, este panorama no ofrece ninguna alternativa promisoria de cambios profundos
inmediatos.

El fenómeno Semilla
Bajo esta breve mirada panorámica, no es extraño que el proceso electoral 2023 haya
sido, sin lugar a duda, uno de los más controversiales y atípicos de la historia reciente
de Guatemala. Los esfuerzos del bloque histórico y su sed de poder y explotación los
llevaron a: cooptar todas las instituciones del Estado, generar componendas entre los
partidos hegemónicos para posicionar a Zury Ríos o a Sandra Torres en el poder, y
manipular al Tribunal Supremo Electoral (en adelante TSE) para dejar fuera a varios
contrincantes que suponían un peligro para las candidatas oficiales y para el poder
hegemónico.

Sin embargo, al bloque histórico dominante le salió el tiro por la culata, pues la realidad
dio un giro inesperado cuando al finalizar el conteo de votos fuera Bernardo Arévalo
del partido SEMILLA quien saliera electo junto con Sandra Torres del partido UNE
para competir en segunda vuelta.

Arévalo, un candidato que tenía pocas expectativas, dejó sorprendido a un país entero,
por lo inesperado de su victoria, pero dejo sobre todo neurótico y muerto de rabia al
ala más conservadora del bloque histórico dominante, quienes de inmediato pusieron
al partido SEMILLA, y a sus presidenciables, en el lugar del enemigo común de la
derecha recalcitrante guatemalteca: El altar del comunismo, la izquierda extrema y en
el inevitable discurso del camino hacia la desgracia.

Para la derecha no hubo otra alternativa que declarar públicamente que existió un
fraude evidente y contundente, con la finalidad de sostener el plan original de
cooptación de la administración del Estado durante otros cuatro años, sirviéndose para
esto del concurso de la fiscal general del Ministerio Publico, Consuelo Porras, del jefe

96
de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad, Rafael Curruchiche, entre otros fiscales,
así como del juez Fredy Orellana del juzgado séptimo penal. Personajes obscuros que
de manera impune intervinieron al TSE y violentaron el proceso electoral y la
manifestación pública en las urnas con el fin de deslegitimar y declarar nulo el proceso
electoral.

Este hecho político y social, ha generado un estallido popular general que ha llevado
(hasta el momento de redacción de este texto) a casi dos semanas de protestas públicas,
conducidas en un principio por miembros del pueblo Quiché de Totonicapán, de los 48
Cantones, seguidos en todos los departamentos por otras organizaciones campesinas,
indígenas, estudiantiles, comunitarias, mercados cantonales, municipales y otra gran
cantidad de sectores del país, constituyéndose en agrupaciones apostadas en las
principales carreteras del país, en las entradas/salidas de la ciudad capital, así como de
los edificios clave de las instituciones de Estado involucradas directamente en la
problemática.

Este hecho inédito, mucho más grande, importante y organizado comparado con las
movilizaciones ciudadanas del 2015, conlleva la esperanza por un cambio radical de la
sociedad guatemalteca. Sin embargo, aunque estamos viviendo un momento histórico
que era inevitable y necesario, debemos poner la mirada en varios temas que, de no ser
analizados, expuestos y llevados a los espacios de coordinación del movimiento social,
correríamos el riesgo de quedarnos en el estadío del hartazgo y el entusiasmo popular
de masas; sin capitalizar de manera política, clara y contundente, la coyuntura actual
como una pieza fundamental de la historia del país. Es decir, perderíamos la posibilidad
de reconstruir un tejido social y de articular anteriores y actuales liderazgos, para
caminar hacia una transformación radical de la realidad nacional.

De esta manera, considero que debemos abordar, en primer lugar, el hecho de que el
partido SEMILLA y su candidato electo, tienen un origen que está muy lejos de tener
bases ideológicas de izquierda, mucho menos de proponer políticas o un proyecto
comunista. Las personas que integran dicho partido se inclinan más hacia la social
democracia, una perspectiva progresista que contiene diversidad política/ideológica en

97
sus filas y que por tanto responde a una agenda que está ligada, en cierta medida, a los
intereses de una facción de la oligarquía guatemalteca representante del capital
empresarial disidente y de los intereses regionales de los Estados Unidos. Esto rompe
de primera mano los planteamientos infundados y malintencionados de la facción del
bloque dominante conservador, respecto al carácter demoníaco y comunista con que
quieren amedrentar a la mayoría de la población que no voto por Bernardo Arévalo.

En segundo lugar, lo anteriormente descrito es un hecho que queda claro para muchos
sujetos históricos colectivos, pues el llamado a las protestas no se reduce a un apoyo
directo al presidente electo, sino que los motivos del Paro Nacional son el hartazgo y
el rebalse de la paciencia, tanto de los movimientos sociales como de la población en
general, en cuanto al actuar ilegal, impune y corrupto del Presidente Alejandro
Giammattei, como representante del poder ejecutivo y de todos los procesos anómalos
que han acompañado su gobierno de saqueo los poderes judicial y legislativo,
propiciando las condiciones para tomar el control total del aparato de Estado, esto es:
no llamar a elecciones de magistrados de las dos Cortes de Justicia con el afán de
solapar las ilegalidades en cuanto al proceso electoral, entre otros muchos temas;
controlar la agenda legislativa, trabajando solamente en los proyectos de ley necesarios
para hacerse de los fondos para materializar su plan estratégico de continuidad en el
poder; cooptando instituciones autónomas y semiautónomas con especial injerencia en
la vida política nacional, como la Procuraduría de Derechos Humanos y la Universidad
de San Carlos de Guatemala; y eliminando la posibilidad de participación real de los
partidos políticos de oposición por medio del miedo y la intimidación.

En tercer y último lugar, hay que reconocer que existe una polarización importante en
la sociedad guatemalteca que opera y se materializa a través de dos vías: una, la
utilización de aparatos paralelos a las instituciones del Estado, como la Fundación
Contra el Terrorismo, la Asociación de Veteranos Militares, los operadores que de
manera individual aplican el discurso del miedo, la desinformación y criminalización
de sus contrarios, etc. Y, la otra, que se refiere a la casi nula capacidad de
entendimiento, consenso y unidad de las organizaciones de izquierda en el país, así

98
como su preocupante alejamiento de la sociedad civil y no organizada, lo cual ha hecho
muy difícil generar en la opinión pública otra perspectiva o posibilidad de cambiar el
país por vías alternativas al sistema histórico hegemónico oficial.

Algunas conclusiones para la reflexión


Por tanto, a partir de este primer texto de una serie de publicaciones que llevaremos a
cabo, que serán un esbozo de otros tantos temas a profundizar, tiene a manera de
conclusión parcial, pero urgente y pertinente el siguiente planteamiento:

Si bien esta ruptura político social era evidente y solo necesitaba la chispa necesaria
para encender los fuegos populares, reconociendo que las demandas, los bloqueos,
tomas y piquetes son esenciales para la transformación radical del sistema como
acciones de facto, no podemos aspirar a un proyecto profundo de transformación si no
tenemos clara la necesidad inmediata de convocar a una Gran Unidad Nacional para
darle una direccionalidad política concreta, clara y consensuada, a este estallido social.

Por lo cual, corremos el riesgo de no superar el nivel del entusiasmo y volvamos al


gatopardísmo, tan dañino en nuestra historia reciente, como sucedió en el 2015 cuando
tras presión interna y externa, se da la renuncia, aprehensión, juzgamiento y condena
del binomio presidencial. Sin embargo, al no tener una real alternativa, con nombres y
apellidos de gente capaz para ocupar sus puestos, por no tener un proyecto
político/ideológico contrahegemónico, permitimos que el sistema se recompusiera y
nos brindará opciones profundamente peores que las anteriores, como los gobiernos de
Jimmy Morales y Alejandro Giammatei.

Es decir, sin un proyecto político alternativo, a manera de Frente Amplio, sin duda
pasará otra vez lo mismo. En este momento es Arévalo y SEMILLA quienes tienen en
sus manos la posibilidad de encontrar ese cambio radical y la construcción de ese
proyecto antes mencionado. Solamente si están dispuestos a permitir que el
movimiento popular exija que la agenda del país sea replanteada con la participación
amplia de todos los pueblos, sectores y colectivos, tendremos un gobierno de transición

99
hacia un nuevo modelo de gobernanza que nos lleve por la ruta de transformación real
del Estado y sin caer de nuevo en lo mismo.

No debemos permitir que todas las fogatas que arden, a lo largo y ancho del país,
queden reducidas a humo, cenizas y al recuerdo, pues de no propiciar los cambios
planteados, estás movilizaciones serán una etapa más de la larga lista de momentos en
donde “casi” pudimos cambiarlo todo, pero no cambiamos nada.

100
Índice
Presentación
4

¿No se atreverán?
José Alfredo Calderón
6

Las atípicas votaciones generales en Guatemala 2023.


Lectura ex post facto.
Factor Méndez Doninelli
10

Del convulso proceso electoral e inesperadas sorpresas


a los posibles escenarios por delante.
Sergio Castañeda Castañeda
25

Elecciones 2023. El despertar de la ciudadanía.


Byron R. Barillas
32

El estremecimiento de la gobernanza criminal en Guatemala.


Carlos Figueroa Ibarra
46

Asomándonos al final de una era,


Rafael Cuevas Molina
57

Guatemala, rebelión popular y pueblos originarios.


Carlos Figueroa Ibarra
68

El Tío Bernie no es Thelma Cabrera,


Fernando Espina Bances
72

Entre la organización ancestral y la espontaneidad social.


José Alfredo Calderón
74

Sólo el pueblo salva al pueblo:


con esto no contaban los grupos de poder.
Mauricio José Chaulón Vélez
79

101
La soberanía radica en el pueblo será…
Fernando Espina Bances
86

Democracia liberal ¿Para qué?


Leslie Sequeira Villagrán
88

El anticomunismo como herramienta de los detractores


de la protesta popular en las jornadas
de septiembre y octubre de 2023
Mauricio José Chaulón Vélez
92

El fenómeno SEMILLA y la desromantización


del cambio por inercia.
Jaime A. Chicas Zea
94

Créditos de las fotografías

Mauricio José Chaulón Vélez (portada y pp. 3, 66,103,104, 105, 107).

Prensa Comunitaria (pp. 67).

Agencia Ocote (p. 106).

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