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El Malestar en la cultura.

En búsqueda de la felicidad

Pablo Jorge Vale Daubenberger

Año 2023

Desde hace muchos siglos la humanidad esta tras descubrir su fin último.
Muchos marcaron con frases interesantes cual es el orden evolutivo del
hombre en este círculo vital. Muchos hablan de construir una actitud
superadora, otros una construcción identitaria, desde las teorías más ortodoxas
como el caso de Platón, el concepto de Felicidad es semejante al de Tales: son
felices los que poseen bondad y belleza. Aristóteles dijo que las personas
Felices deben poseer tres especies de bienes: externos, del cuerpo y del alma.
La corriente escolástica con uno de sus más grandes pensadores, hizo girar
toda su Filosofía sobre la felicidad perfecta, ese fue Santo Tomás de Aquino.
«Santo Tomás de Aquino dejó escrito que, todo el mundo entiende por felicidad
un estado perfecto en su forma más elevada; pero qué constituye la felicidad
por dentro, esto, no lo sabe nadie: occultum est.»

Y se puede arribar al texto, que en lo particular se trabajara en este ensayo, se


trata, del malestar en la cultura, Sigmund Freud nos convoca a reflexionar.

Con varias intervenciones en su redacción, en uno de sus párrafos nos explica


que con envidiable integridad los enigmas de este mundo, y por otro, le
aseguran que una solícita providencia guardará su vida y recompensará en una
existencia ultraterrena las eventuales privaciones que sufra en ésta. Alguien le
asegura que el porvenir será fructífero, y lo colmará de aquel sentimiento
oceánico para calmar todas sus frustraciones terrenas, como si fuera una égida
cubriendo todas sus necesidades.

El hombre común no puede representar esta Providencia sino bajo la forma de


un padre grandiosamente exaltado, pues sólo ese padre semejante será capaz
de comprender aquellas necesidades de la criatura humana, conmoverse ante
sus ruegos, ser aplacado por las manifestaciones de su arrepentimiento.

Asi en nombre de la fe, se disputa la creencia, si será posible que el hombre se


doblegue a ella o no.
Ya Abandonando la cuestión precedente y acercándonos a otras propuestas,
surgen preguntas como: ¿qué fines y propósitos de vida expresan los hombres
en su propia conducta; qué esperan de la vida, ¿qué pretenden alcanzar en
ella? Es difícil equivocar la respuesta: aspiran a la felicidad, quieren llegar a ser
felices, no quieren dejar de serlo. Casi como un legado divino el hombre vino a
vivir esta experiencia de vida para descubrir la felicidad.

Nos responde Freud ante semejante cuestionamiento. Inevitablemente se


presentan las experiencias vividas en distintas situaciones de la vida cotidiana
donde nos interpela con sus actos. Por momentos todos creemos que el
camino a la evolución humana transita por el progreso, la voluntad de vivir una
vida llena de satisfacciones, que se construyen a través del amor, de los
vínculos, de las personas que nos rodean. Nuestras herramientas para
construir la felicidad están condicionadas desde que salimos del vientre
materno. En ese estadio de gestación, el infans vive un mundo donde la
omnipotencia está a su favor. Allí es donde en su pequeño espacio se conjuga
el estado de omnipotencia incondicional dirá Sandor Ferenczi. Es a partir de
nuestra inclusión a la vida en el mundo exterior donde aquella quimera pronto
marcara su desenlace final.

Dice S Freud, “nuestras facultades de felicidad están ya limitadas en principio


por nuestra propia constitución.” Haciendo referencia a nuestro contexto
biologisista marcando el principio del fin, nacer dependiendo del otro.

Continua “En cambio, nos es mucho menos difícil experimentar la desgracia. El


sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo que,
condenado a la decadencia y a la aniquilación, ni siquiera puede prescindir de
los signos de alarma que representan el dolor y la angustia; del mundo exterior,
capaz de encarnizarse en nosotros con fuerzas destructoras omnipotentes e
implacables; por fin, de las relaciones con otros seres humanos.”

Esta relación con el otro, marca la finitud del desarrollo del sentido de la
realidad a través de las relaciones humanas que aquella omnipotencia
encuentra el momento del condicionamiento a la omnipotencia alucinatoria
mágica, pronto desaparecen nuestro momentos de satisfacción cubiertos por
aquellos que nos aman y aparece el estado de construcción de la omnipotencia
condicional , comienza el trueque, la demanda aquello que Ferenczi le dirá
introyección proceso psíquico por el que una persona se atribuye
características de otras personas a las que quiere y admira, pero que también
teme u odia.

“El sufrimiento que emana de esta última fuente quizá nos sea más doloroso
que cualquier otro; tendemos a considerarlo como una adición más o menos
gratuita, pese a que bien podría ser un destino tan ineludible como el
sufrimiento de distinto origen.” (S Freud 1930)

Todo indica que el malestar que se va construyendo en el sujeto, deja bien


establecido que no es una lucha por ser feliz, pareciera correr el concepto a
experimentar un recorrido por el reconocimiento de uno mismo, para no caer en
el sufrimiento, los grandes cambios en la evolución de las especies aplicando la
hipótesis de las catástrofes. Cada metamorfosis obedece a una reacción a ese
acontecimiento equivalente a la noción freudiana de trauma. Propongo hacer
una aclaración al termino catástrofe que viene al caso de como el humano cae
preso de las palabras que lo define. La Real Academia define esta palabra
como “suceso infausto que altera gravemente el orden regular de las cosas”,
“cosa de mala calidad o que resulta mal, produce mala impresión, está mal
hecha, etc.”

Catástrofe proviene del latín catastropha y ésta, del griego katastrophé, que
significaba ‘convulsión, tumulto’, y en el caso de una obra dramática,
‘desenlace’. Katastrophé se formaba con el prefijo katá- ‘hacia abajo’ y el verbo
strephein ‘dar vuelta’. Vuelta hacia abajo. Toda una definición para construir
una nueva teoría sobre el malestar, sobre el porque nos alejamos de la
felicidad y caemos hacia abajo con el sufrimiento, un acontecimiento cargado
de energía destruye la configuración anterior, irrumpe y rompe las estructuras.
Una nueva organización debe establecerse para recuperar el equilibrio. La
teoría de las catástrofes es un aporte original de Ferenczi, basado en el estudio
de la evolución de las especies. Rearma la estructura de la identificación, que
en muchos casos fue instruida a través de la Intropresión definición del glosario
Ferencziano que apunta a una educación violenta de los padres sobre los hijos,
a una educación devastadora que inocula la culpa, el secreto y la prohibición
de pensar, introduciendo un trasplante extraño. Los adultos hacen penetrar por
la fuerza su voluntad, particularmente contenidos psíquicos de carácter
displacentero, en la persona infantil. Estos trasplantes extraños escindidos
vegetan durante toda su vida en la otra persona. En muchas ocasiones se
trabajan en la clínica haciendo su aparición a través de recuerdos
encubridores.

Freud nos muestra el camino para estar atentos en cuanto a que tenemos que
temer. “El sufrimiento nos amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo que,
condenado a la decadencia y a la aniquilación, ni siquiera puede prescindir de
los signos de alarma que representan el dolor y la angustia; del mundo exterior,
capaz de encarnizarse en nosotros con fuerzas destructoras omnipotentes e
implacables; por fin, de las relaciones con otros seres humanos.” S Freud
1930.)

Estos tres caminos que recorre el sujeto a lo largo de su paso por la vitalidad,
sufren permanentemente la adaptación hacia el camino de su propia evolución.

El permanente peregrinar en búsqueda de certezas, el animal humano no haya


más que su propio instinto de sobrevivir.

“Este programa ni siquiera es realizable, pues todo el orden del universo se le


opone, y aun estaríamos por afirmar que el plan de la «Creación» no incluye el
propósito de que el hombre sea «feliz». Lo que en el sentido más estricto se
llama felicidad, surge de la satisfacción, casi siempre instantánea, de
necesidades acumuladas que han alcanzado elevada tensión, y de acuerdo
con esta índole sólo puede darse como fenómeno episódico. Toda persistencia
de una situación anhelada por el principio del placer sólo proporciona una
sensación de tibio bienestar, pues nuestra disposición no nos permite gozar
intensamente sino el contraste, pero sólo en muy escasa medida lo estable.” S
Freud 1930.

Ese plan de la creación que no asegura nuestra búsqueda sin fin de esa
felicidad tan anhelada, ha de ser aun en esos pocos instantes donde aflora algo
de placer, produce la suficiente energía para poner en marcha, por un lado, el
dejar de sufrir, por los resultados ya obtenidos, poco, inestable o como sea,
algo ya se presentó. En algunos casos porque el mundo exterior no da una
oportunidad de vivir algo hermoso, otras porque por algún tiempo el cuerpo nos
deja experimentar algunas situaciones de placer, y por último los vínculos con
el otro no siempre traen sufrimiento. Se debe continuar en esa búsqueda
porque ya sabe que su recompensa se hará presente en su andar.

Es la humanidad la que debe saber tomar el sendero por el que se puede


transitar la búsqueda de la felicidad o la evitación del sufrir.

Bibliografía

Sigmund Freud. El malestar en la cultura. 1929- 1930. Ed Amorrortu.

Sandor Ferenczi LA ADAPTACIÓN DE LA FAMILIA AL NIÑO

(1928 a)

Sandor Ferenczi, (1984). Confusión de lenguas entre los adultos y el niño.

El lenguaje de la ternura y de la pasión (en Psicoanálisis [Tomo IV]).

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