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ÍNDICE
Ideas clave ............................................................................................................................. 4
1. Introducción ................................................................................................................. 5
Síntesis.................................................................................................................................. 24
Nutrición clínica y dietoterapia
IL3 Tipos de dietas hospitalarias
4
IDEAS CLAVE
INTRODUCCIÓN
1.
Durante el período de tiempo en que, por diversos motivos, un paciente permanece ingresado en el hos-
pital, debe evidentemente efectuar sus comidas, recibir su alimentación en dicho centro. Es impres-
cindible que exista la organización adecuada para que esto sea posible. Cocina hospitalaria, programa
de dietas del petitorio existente, nutrición enteral y/o parenteral son entes destinados a hacer posible
que cada paciente ingresado reciba su alimentación apropiada, en consonancia a su patología. El
paciente diabético, el postoperado de estómago, el ingresado para efectuar exploraciones complejas,
el septicémico, el paciente en coma por traumatismo craneal, y un largo etcétera deben y pueden reci-
bir la alimentación suficiente y adecuada a sus necesidades nutricionales, que estará adaptada al pro-
ceso patológico que sufre.
El enfermo espera que la dieta (desayuno, almuerzo, merienda, cena) sea apetecible, tenga la tempe-
ratura adecuada en cada plato, que la presentación sea sencilla, pero agradable. Y que pueda comer
en un ambiente tranquilo, que respete su intimidad, en una postura cómoda. Si el paciente ha partici-
pado en la elección de su menú, la aceptación será, sin duda, mayor.
IMPORTANTE
Algunos hospitales ofrecen la posibilidad del «menú optativo», es decir, poder escoger entre
2-3 primeros y segundos platos, y los postres. No en todas las dietas, sólo en las más
comunes.
Es necesario, pues, que exista una –a veces– compleja e importante organización dentro del hospital
que lo haga posible. Como se verá más adelante, existen serias dificultades para hacerlo efectivo. El
hospital puede recibir pacientes desnutridos –en uno u otro grado– a los que debe mejorar (¿optimi-
zar?) su estado nutricional. Pero no es fácil, y la literatura científica recoge abundantes publicaciones
donde se comunica (se denuncia, podría decirse) el empeoramiento de este estado nutricional en un
porcentaje relativamente elevado de pacientes durante el tiempo que permanecen ingresados.
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Todo hospital debe estar en disposición de proporcionar las dietas que precisan los pacientes que
atiende. Algunas dietas son comunes o necesarias a todos los hospitales; otras van a depender, lógi-
camente, de las patologías del centro. En cualquier caso, debe existir un programa de dietas de cada
hospital en concreto, plasmado en un Manual de dietas o en un programa informático. Como casos
especiales, poco frecuentes, debe existir la posibilidad de preparar y servir dietas específicas, comple-
jas en ocasiones, singulares o personalizadas (por ejemplo, dieta blanda, de diabético y astringente), o
con diagnósticos excepcionales (por ejemplo, dieta para una linfangiectasia intestinal).
La dieta astringente tiene como objetivo
enlentecer los movimientos intestinales y
disminuir elvolumen y la frecuencia de las
deposiciones.
– Insuficiencia cardiaca.
– Hipertensión arterial.
– Insuficiencia renal.
– Ascitis.
– Síndromes febriles, enfermedades infecciosas.
– Síndromes diarreicos.
– Patologías gástricas.
– Patologías biliares.
– Patologías hepáticas.
– Patologías pancreáticas.
– Postoperatorios diversos, digestivos y extradigestivos.
– Situaciones con necesidades proteicas elevadas.
– Diabetes mellitus.
– Obesidad.
– Dislipemias.
– Intolerancias a algún alimento/nutriente.
– Función masticatoria deficiente/imposible.
– Imposibilidad de alimentarse por vía oral.
– Paciente que ingresa para efectuar pruebas diagnósticas especiales.
Si el hospital dispone de una unidad de obstetricia y/o de pediatría, deberán existir dietas específicas
para estos pacientes.
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La siguiente figura nos muestra algunos ejemplos de los cambios más frecuentes:
La existencia de un programa de 40, 50 o más dietas diarias, no implica que deba trabajarse con igual
número de alimentos para su confección. Un mismo alimento sirve para distintas dietas, ya que se
puede preparar de diversas formas.
Veamos un ejemplo:
Puré de pollo, triturado con patatas Dietas trituradas (paciente que no puede
y zanahoria masticar)
Un mismo plato –pollo guisado con champiñones– cocinado sin sal es válido para la dieta basal hipo-
sódica y también para otras dietas hiposódicas. Una misma verdura puede ser adecuada para prepa-
rar un plato de verdura sofrita, hervida, o un puré de verduras o para servir como acompañamiento de
un segundo plato.
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EJEMPLO
EJEMPLO
– 95 gramos de proteínas.
– 82 gramos de lípidos.
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Dentro de las posibilidades del centro, se tendrá muy en cuenta el patrón alimentario propio de la zona
geográfica donde está ubicado. Si el paciente ha intervenido en la elección del menú, podrá indicar los
alimentos que rechaza (porque, por ejemplo, no los tomaba nunca en su casa).
IMPORTANTE
Es la dieta indicada en los pacientes hospitalizados que pueden comer libremente, ya que
no presentan ninguna anomalía digestiva, metabólica o de otra índole que requiera una
dieta terapéutica.
De todos modos, la dieta basal no debe contener platos o alimentos de difícil o larga digestión-esti-
mulación digestiva, pues la simple hospitalización provoca en el paciente cierto grado de estrés, pre-
ocupación por su diagnóstico o su evolución, lo que puede repercutir en una dificultad digestiva que
no va a presentar en su domicilio.
Aunque las necesidades calóricas son algo menores en mujeres que en hombres –a igualdad de pará-
metros antropométricos y otros– no suele diferenciarse este aspecto en el programa de dietas hos-
pitalarias.
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IMPORTANTE
Dieta semejante en todo a la basal hospitalaria, excepto en que precisa una reducción
de su contenido en sodio, que deberá ser inferior a los 100 mEq (o 2.300 mg)/día. Ahora
bien, pueden ser necesarias reducciones sódicas más severas, con aportes de Na/día
inferiores a 50 mEq.
Cada hospital tendrá que resolver qué tipo de dieta hiposódica basal o más habitual precisa, según el
tipo de indicación prevalente del paciente, y si se pueden proporcionar dos o más tipos de dieta basal
hiposódica. Probablemente, lo más adecuado es programar una dieta basal hiposódica de mayor seve-
ridad, de unos 50 mEq (1.150 mg de Na/día), a la que se adaptarán los pacientes que no precisan una
reducción tan importante.
Para un hipertenso arterial, será suficiente una dieta con 2.300 mg de Na/d. Pero, para un insuficien-
te cardíaco, con edemas, deberá ser igual o inferior a 1.000 mg/d.
– Hipertensión arterial.
– Insuficiencia cardiaca de mediana severidad.
– Ascitis poco importante.
– Insuficiencia renal poco avanzada.
En caso de insuficiencia renal muy avanzada (o terminal), el nefrólogo valorará la intensidad de la reduc-
ción sódica, que puede ser muy severa.
Para su confección, no se utilizará sal de adición (o de cocina) ni alimentos procesados con sal añadida
(jamón cocido, jamón serrano, embutidos, aceitunas, atún en lata...). Ni glutamato monosódico, como refor-
zante del sabor de caldos y sopas. Es preferible utilizar pan sin sal. No se servirá bollería/pastelería. Algunos
congelados (verduras, pescado) contienen sal añadida. Deberá valorarse su inclusión. Ciertas aguas mine-
rales carbónicas contienen 1.000 mg o algo más de Na por litro, por lo que no están permitidas.
IMPORTANTE
Indicada en postoperatorios, inicio de ingesta tras varios días de ayuno, ensayos de tole-
rancia digestiva.
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Los alimentos habituales son las infusiones suaves, los zumos de fruta, los caldos (vegetal o de
carne). Según la enfermedad (o la fase en que se encuentre), puede añadirse leche y/o yogur líquido.
Se permite libremente la ingesta de agua, salvo indicación médica especial.
IMPORTANTE
Formada por alimentos de textura y digestión muy suaves, que no precisan –o apenas–
masticación. Suele ser la continuación de la dieta líquida en diversos postoperatorios.
Alimentos típicos: puré de patatas, sémola, yogur, manzana cocida, huevo pasado por agua. Existe una
variedad (dieta triturada) en la que los paltos se deben preparar de diferentes formas culinarias, en forma
de puré. Se indicaría, básicamente, en personas con imposibilidad de masticar. Se permiten los líquidos.
Tal vez sea necesaria una dieta pastosa, en la que sólo se pueden tomar alimentos de textura puré,
con exclusión total de los líquidos, ya que existe disfagia a éstos. El agua, los zumos, la leche, etc. se
podrán ingerir espesándolos con ciertos espesantes instantáneos especiales.
IMPORTANTE
Alimentos típicos: sopas de caldo vegetal o de carne poco grasa, con arroz o pasta fina. Patatas y zana-
horias hervidas, calabaza o calabacín sin piel. Verdura hervida (mejor como puré). Pollo, albóndigas,
pescado blanco hervido. Tortilla (en las patologías o fases de la enfermedad que la permiten). Jamón
cocido. Pan blanco, mejor de molde. Queso fresco. Se pueden añadir los alimentos de las dietas líqui-
das y semilíquidas.
– De patología biliar.
– Astringente.
– Del ulcus gastroduodenal.
– De postoperatorio extradigestivo (indicada también en enfermedades febriles).
– De distintos postoperatorios digestivos.
– De diabético (deberán concretarse más parámetros).
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IMPORTANTE
– Sin residuo.
– Biliar.
– De distintos postoperatorios.
– De protección hepática, dispepsias inespecíficas.
– Del ulcus gastroduodenal.
Algunos pacientes deberán tomar este tipo de dieta durante mucho tiempo o, incluso, indefinidamente.
Otros podrán pasar a la dieta basal.
Si fueran necesarias reducciones más severas, se utilizarán «dietas muy bajas en calorías» comercia-
les (VLCD, very low calorie diet), además de un control clínico y analítico apropiados.
En todos los casos, se tendrá previsto proporcionar suplementos (segundo desayuno, merienda, suple-
mento nocturno) adecuados en glúcidos para los diabéticos insulinizados.
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– Insuficiencia renal antes de diálisis. Sobre la base teórica de proporcionar 0,6 a 0,7 g/d, se dis-
pondrá de una dieta estándar con 35-40 g de proteínas. Deberá ser restringida en K, en P, y, gene-
ralmente, también en Na. En ocasiones, se complementa con cetoácidos e histidina.
– Cirrosis hepática con encefalopatía. En una primera fase, y siempre que sean capaces de inge-
rir alimentos por boca –en relación con su estado de conciencia–, se indica una dieta hipoprotei-
ca rigurosa, de unos 25 g/día. Con la mejoría del paciente, se aumenta a 40-50 g/día según la
tolerancia. Si la reducción proteica es importante y continuada, se suele suplementar con prepa-
rados orales de aminoácidos ramificados (isoleucina, leucina, valina).
– Dieta líquida astringente, compuesta de agua de arroz, zumo de manzana, caldo vegetal colado.
– Dieta semilíquida astringente, formada por sémola de arroz, manzana cocida, dulce de membri-
llo, yogur.
– Dieta blanda astringente: sobre todo arroz hervido, pescado blanco o pollo (u otra carne tierna)
hervidos, puré de patata (sin leche), jamón cocido, tostadas de pan blanco. Se aceptan los ali-
mentos de la fase anterior.
– Dieta de fácil digestión, sin residuo, compuesta de arroz, pasta o patatas hervidas en caldos sua-
ves. Se excluyen las ensaladas y la fruta cruda, se puede probar una pequeña ración de verdura
hervida. Se aceptan los alimentos de las fases anteriores.
– Dieta sin residuo, rigurosa. Dieta con los mismos alimentos que en la basal hospitalaria, pero en
la que se excluyen las verduras, ensaladas, fruta cruda y legumbres, así como el café, el zumo de
naranja y de otras frutas. Se puede ensayar la tolerancia a la leche.
Sobre la base de la dieta basal, se compone de pan integral, verduras y ensaladas en almuerzos y
cenas; las guarniciones del segundo plato son con ensaladas u otras verduras.
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Se intentará confeccionar menús con 120 a 150 g de proteínas/día. Si el paciente no fuera capaz de
ingerir los alimentos convencionales, se le ofrecerán suplementos proteicos en polvo (añadidos a la
leche o al caldo), o suplementos de dietas enterales hiperproteicas.
Estará formada por lácteos desnatados, carnes no grasas, pescado blanco –varias veces por semana–,
pescado azul –una o dos veces–, ensaladas, verduras y fruta fresca a diario. Se evitarán los fritos y las
salsas grasas y se preferirán las cocciones a la plancha y los hervidos. El queso está excluido (excep-
to variedades con un máximo del 5% de materia grasa), así como la mantequilla, el cordero y las
vísceras. Para aliñar, se utilizará el aceite de oliva.
En la dieta para la intolerancia a la lactosa se excluirán la leche, el queso fresco, las natillas o simi-
lares y los preparados culinarios con leche (por ejemplo, cremas de verduras). El queso curado o el fun-
dido no contienen prácticamente lactosa.
La dieta sin gluten debe prepararse con el máximo rigor, ya que la presencia de pequeñas cantidades
–en un caldo colado en el que se ha hervido pasta, por ejemplo– provoca una recaída. El hospital dis-
pondrá de pan, pastas (macarrones...), galletas, etc. confeccionados a partir de harinas, levadura, etc.
sin gluten.
En los casos con intolerancia psíquica o alergia a determinado alimento, al solicitar la dieta se hará
constar el alimento que se debe excluir; por ejemplo, dieta basal sin pescado.
• Dieta progresiva postpancreatitis aguda. Después de unos días de dieta absoluta (y nutrición
parenteral), se inicia la ingesta oral, respetando los principios de bajo volumen por ingesta, y extre-
madamente hipolipídica. Se efectuará una progresión especialmente lenta en el paso de una dieta
a otra más permisiva. El hospital puede adaptarla a una dieta biliar muy rigurosa, progresiva,
medias raciones.
• Dieta progresiva postgastrectomía total. Después de 6 a 10 días de dieta absoluta (y con nutri-
ción enteral por sonda de yeyunostomía), se iniciará la alimentación oral, progresiva, pequeño volu-
men por ingesta, pasando rápidamente de la dieta líquida (sin leche) a la semilíquida, y mante-
niendo una dieta blanda a base de seis ingestas al día, todas ellas de volumen reducido, pero de
elevado contenido energético proteico. Pronto se pasará a una dieta de mantenimiento, con los mis-
mos principios básicos.
• Dieta progresiva postcolectomía total con iliostomía. Se indica una pauta progresiva, astringen-
te rigurosa, con ingesta de líquidos isotónicos (100 cc, o menos, muchas veces al día), seguido
de una dieta sin residuo, estricta.
En la dieta ovolactovegetariana se excluyen todas las carnes y pescados. El aporte proteico queda
asegurado por los productos lácteos y los huevos y, evidentemente, por las legumbres, pasta, arroz y
pan. No presenta dificultades relacionadas con carencias nutricionales. Lo mismo puede decirse de la
dieta lactovegetariana.
En la dieta vegetariana estricta, como el paciente no acepta lácteos, carnes, pescados y huevos, se
le deben proporcionar las proteínas, el hierro y otros nutrientes problemáticos con las legumbres, los
farináceos y los frutos secos oleaginosos. También se le deben ofrecer raciones generosas de frutas y
verduras y bebidas vegetales, así como suplementar con vitamina B12.
Las diversas creencias religiosas de la población procedente de África tienen poca influencia en sus patro-
nes alimentarios, por lo que no provocan restricciones dietéticas notables. No ocurre lo mismo con los
judíos, musulmanes, hindús y sijs, cuyas religiones proscriben ciertos alimentos (cerdo, alcohol…), orde-
nan determinados rituales alimentarios (alimentos halal o kosher…) y prácticas de ayuno (Ramadán…).
la certificación "Kosher PAREVE" (NEUTRO) cumple al pie de la letra con las exigencias de
aquellas personas que por diversas razones requieren de una dieta vegetariana, vegana o muy
estricta, y que no pueden contener ningún tipo de grasa animal, debido a que esta certificación
asegura la inexistencia de contaminación o arrastre de partículas que afectan a personas con
diferentes tipos de alergias, principalmente de derivados de lácteos o cárnicos
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Las restricciones alimentarias y los posibles días de obligado ayuno pueden ser suavizados en caso de
enfermedad. Los interesados lo consultarán con su autoridad religiosa.
Como su alimentación será, en general, a través de una sonda de alimentación, se dispondrá de bolsas
y nutribombas adecuadas.
En general, las distintas dietas se preparan en la cocina del hospital, aunque existe la posibilidad de
un servicio de catering externo, que prepara los menús de varios hospitales y los transporta. El centro
sólo debe efectuar funciones de acabado y emplatado u otras relativamente simples.
Desde 1996, por el Real Decreto 2207/1995, de 28 diciembre 1995, es de obligada introducción y
cumplimiento en todos los servicios de alimentación y restauración colectiva el Sistema de análisis de
riesgos y control de puntos de puntos críticos (APPCC), también conocido como HACCP (Hazard
Analysis and Critical Control Point). Fue diseñado en Estados Unidos en 1971, y recomendado por la
OMS en 1985. Su objetivo principal es identificar los riesgos (bacteriológicos, principalmente, aunque
también los químicos o físicos) para que puedan ser controlados y, en consecuencia, evitados.
Los puntos críticos, en cuanto a riesgo, deben definirse en distintas zonas y funciones de las áreas de
alimentación y cocina hospitalaria:
En todos estos puntos deben concretarse la función, el riesgo, las medidas preventivas, el tipo de con-
trol y su responsable, los límites aceptables y las medidas que se han de tomar en caso de incum-
plimiento.
Se elegirán proveedores de reconocida solvencia. Éstos deberán demostrar tanto la calidad de los ali-
mentos que suministran como la implantación de un programa de higiene alimentaria efectivo.
Los hongos y levaduras pueden contaminar alimentos si la temperatura y la humedad ambientales les
son favorables. Temperatura ambiente recomendada: no exceder los 18ºC.
Los platos calientes deben mantenerse a >65ºC. Y tanto los calientes como los fríos han de estar
tapados.
La empresa es responsable de que reciban la formación en higiene alimentaria, así como de controlar
que cumplan todos y cada uno de sus puntos.
Igualmente, se deberá recoger y conservar de manera adecuada durante tres días, una ración de algu-
no de los platos más representativos del día, a fin de posibilitar estudios epidemiológicos en el caso de
que se produjera una sospecha de toxiinfección alimentaria en pacientes hospitalizados.
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«¿Cómo es posible que la malnutrición sea tan prevalente, desconocida y que tienda a empeorar duran-
te el ingreso hospitalario? ¿Cómo es esto posible en países relativamente ricos?», se preguntaba
J. Garrow, en 1994, en la prestigiosa revista BMJ.
La mayoría de publicaciones sobre este tema hace referencia a DCP ya existente en el momento del ingre-
so, pero es más preocupante su persistencia o empeoramiento durante el período de hospitalización.
Durante el ingreso, la existencia de una o varias de las siguientes situaciones explicaría el empeora-
miento del estado nutricional:
• Ayunos iatrogénicos por prescripción facultativa, necesarios para la práctica de análisis bioquí-
micos, ciertas exploraciones radiológicas, pre y postintervenciones quirúrgicas. En muchas de
estas situaciones, se pierde no sólo el desayuno, sino también el almuerzo.
• Enfermedades que cursan con disnea de reposo que imposibilita el trabajo masticatorio. Además,
las breves, pero continuadas, apneas en el momento de la deglución obligan al paciente –por el
aumento insoportable de su disnea– a rechazar la comida cuando apenas ha ingerido la mitad, o
menos, de su ración.
Quizá no sea posible efectuar este seguimiento del estado nutricional en la totalidad de la población
hospitalaria, por lo que los pacientes con riesgo elevado de malnutrición tendrían que ser identifica-
dos para un seguimiento escrupuloso. Los diagnósticos de estos pacientes podrían ser los siguientes:
Los ingresos hospitalarios prolongados son, también, un riesgo de malnutrición. En todos los casos,
el buen manejo nutricional de estos pacientes requiere la existencia, en el equipo asistencial del hos-
pital, de médicos, farmacéuticos, enfermeras y dietistas-nutricionistas preparados para llevar a cabo el
diagnóstico de la situación, así como la instauración y seguimiento de la pauta nutricional adecuada.
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SÍNTESIS
Recibir una alimentación adecuada durante el ingreso hospitalario es de máxima importancia, pero tam-
bién es un tema relativamente complejo. El paciente puede estar afecto de una diabetes mellitus, ser hiper-
tenso, tener insuficiencia renal, estar intervenido quirúrgicamente del estómago, etc. La dieta indicada a
su situación clínica debe ser prescrita por un profesional sanitario –médico, dietista, enfermera– y el
servicio de alimentación del hospital deberá proporcionársela.
El hospital tendrá que disponer de un conjunto de dietas estandarizadas, en número y variedad sufi-
ciente, para que, a diario –y conforme a los parámetros dietético-nutricionales de cada una de ellas–
puedan prepararse los alimentos, sus cocciones, tamaño de ración, etc., para ofrecer las distintas inges-
tas de las dietas solicitadas.
Algunos pacientes, debido a su estado, no pueden o no deben alimentarse por boca. Son tributarios de
una nutrición artificial –nutrición enteral, nutrición parenteral– que la organización del hospital deberá
satisfacer.
Todo esto requiere un equipo de profesionales de lo que podría llamarse ciencias médicas –médicos, far-
macéuticos, biólogos, dietistas-nutricionistas, enfermeras–, así como cocineros, encargados de la com-
pra y almacenamiento de los alimentos, etc.
Es imprescindible que todo el proceso mantenga una perfecta higiene, destinada principalmente a evi-
tar cualquier tipo de contaminación por microorganismos, así como por agentes físico-químicos.
Incluso los residuos o sobras merecen un cuidado especial, pues podrían contaminar alimentos o uten-
silios destinados a los enfermos hospitalizados.
Se trata de una, relativamente, compleja organización dentro del hospital, encaminada a que el enfermo
ingresado reciba la alimentación/nutrición conveniente de acuerdo con su enfermedad, en unas condi-
ciones de higiene y presentación, no sólo para su satisfacción personal, sino también para evitar o tratar
la posible y nada infrecuente desnutrición hospitalaria.