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Posible debate entre dos personas

A: Buenas tardes, señor B. Es un placer debatir con usted sobre este tema tan importante y controvertido. Yo soy
partidario de que los animales tengan los mismos derechos que las personas, porque considero que son seres
sintientes, capaces de experimentar emociones, dolor y sufrimiento, y que merecen respeto y protección. Como dijo
el filósofo Jeremy Bentham: "La cuestión no es ¿pueden razonar? ni ¿pueden hablar?, sino ¿pueden sufrir?".

B: Buenas tardes, señor A. Le agradezco la oportunidad de intercambiar opiniones con usted sobre este asunto tan
relevante y polémico. Yo soy contrario a que los animales tengan los mismos derechos que las personas, porque creo
que hay una diferencia esencial entre los seres humanos y los demás animales, que radica en la racionalidad, la
moralidad y la dignidad humana. Como dijo el filósofo Immanuel Kant: "El ser humano es el único que posee una
dignidad, es decir, un valor intrínseco que no depende de ninguna condición externa".

A: Respeto su punto de vista, señor B, pero no lo comparto. Creo que la racionalidad, la moralidad y la dignidad no
son atributos exclusivos de los seres humanos, sino que se pueden encontrar en mayor o menor grado en otros
animales, especialmente en los más cercanos a nosotros, como los primates, los cetáceos o los elefantes. Estos
animales demuestran tener inteligencia, memoria, comunicación, cooperación, altruismo, empatía y autoconciencia,
entre otras capacidades que los hacen merecedores de consideración moral. Como dijo el biólogo Frans de Waal:
"Los animales no son simples máquinas, sino seres complejos con personalidad, cultura e historia".

B: Entiendo su argumento, señor A, pero no lo acepto. Creo que la inteligencia, la memoria, la comunicación, la
cooperación, el altruismo, la empatía y la autoconciencia no son suficientes para otorgar derechos a los animales,
sino que se requiere algo más: la capacidad de comprender y respetar los derechos de los demás. Los animales no
tienen esta capacidad, porque actúan por instinto, por necesidad o por placer, pero no por deber. No tienen
conciencia de lo que está bien o mal, ni de las consecuencias de sus acciones. Como dijo el filósofo Thomas Hobbes:
"Los animales no tienen justicia ni injusticia, porque no tienen pactos ni convenios".

A: Discrepo de su razonamiento, señor B, pero lo respeto. Creo que la capacidad de comprender y respetar los
derechos de los demás no es una condición necesaria ni suficiente para tener derechos, sino que basta con ser un
sujeto de intereses, es decir, tener preferencias, deseos y necesidades que pueden ser satisfechas o frustradas. Los
animales tienen esta capacidad, porque tienen intereses básicos, como el de vivir, el de no sufrir, el de expresar su
naturaleza y el de relacionarse con otros de su especie. Como dijo el filósofo Peter Singer: "El principio de igualdad
de consideración de intereses no requiere que tratemos a todos los seres de la misma manera, sino que tengamos
en cuenta sus intereses de acuerdo con su importancia".

B: Difiero de su conclusión, señor A, pero la valoro. Creo que el principio de igualdad de consideración de intereses
no es aplicable a los animales, porque supone una equiparación injustificada entre los seres humanos y los demás
animales, que ignora las diferencias cualitativas y cuantitativas entre sus intereses. Los intereses de los seres
humanos son más complejos, variados y elevados que los de los animales, y por tanto, tienen más peso moral. Como
dijo el filósofo John Rawls: "Los animales no tienen un bien propio, sino que son bienes para los seres humanos".
Discurso a favor de que tengan los mismos derechos que los seres
humanos
Queridos amigos y amigas, hoy quiero hablaros de un tema que me apasiona y que considero de vital importancia
para el futuro de nuestra sociedad y de nuestro planeta: los derechos de los animales.

Los animales son seres vivos, como nosotros, que comparten con nosotros el don de la vida, el deseo de vivir y el
derecho a vivir. Los animales son seres sintientes, como nosotros, que sienten placer y dolor, alegría y tristeza, amor
y miedo. Los animales son seres inteligentes, como nosotros, que tienen capacidades cognitivas, emocionales y
sociales que les permiten adaptarse, comunicarse, cooperar y aprender. Los animales son seres morales, como
nosotros, que tienen valores, principios y normas que rigen su conducta y sus relaciones con otros de su especie y
con otras especies.

Los animales, en definitiva, son seres dignos, como nosotros, que merecen respeto, consideración y protección. Los
animales, en definitiva, son nuestros iguales, como nosotros, que tienen los mismos derechos que nosotros.

¿Qué derechos tienen los animales? Los mismos que tenemos los seres humanos: el derecho a la vida, el derecho a
la libertad, el derecho a la integridad, el derecho a la no discriminación, el derecho a la no explotación, el derecho a
la no violencia, el derecho a la no crueldad, el derecho a la no tortura, el derecho a la no esclavitud, el derecho a la
no cosificación, el derecho a la no instrumentalización, el derecho a la no dominación, el derecho a la no opresión, el
derecho a la no degradación, el derecho a la no extinción.

Estos derechos son universales, inalienables e imprescriptibles, es decir, que no dependen de ninguna condición, que
no se pueden perder ni renunciar, y que no se pueden olvidar ni ignorar. Estos derechos son naturales, racionales y
morales, es decir, que se derivan de la naturaleza, la razón y la moral de los seres vivos. Estos derechos son éticos,
jurídicos y políticos, es decir, que implican un deber moral, una obligación legal y una responsabilidad social de
respetarlos y hacerlos respetar.

¿Por qué debemos reconocer y defender los derechos de los animales? Porque es lo justo, lo bueno y lo necesario.
Es lo justo, porque los animales son sujetos de derecho, no objetos de propiedad. Es lo bueno, porque los animales
son fines en sí mismos, no medios para nuestros fines. Es lo necesario, porque los animales son parte de nuestro
entorno, no recursos para nuestro consumo.

Reconocer y defender los derechos de los animales es un acto de justicia, porque implica reconocer su valor
intrínseco, su dignidad inherente y su autonomía personal. Reconocer y defender los derechos de los animales es un
acto de bondad, porque implica respetar su bienestar, su felicidad y su naturaleza. Reconocer y defender los
derechos de los animales es un acto de necesidad, porque implica preservar su diversidad, su equilibrio y su
armonía.
Reconocer y defender los derechos de los animales es, en suma, un acto de humanidad, porque implica ampliar
nuestro círculo de compasión, nuestra conciencia moral y nuestra solidaridad universal. Reconocer y defender los
derechos de los animales es, en suma, un acto de civilización, porque implica avanzar en nuestro progreso ético,
nuestro desarrollo jurídico y nuestra democracia participativa.

Amigos y amigas, los animales no son inferiores a nosotros, sino diferentes. Los animales no son enemigos de
nosotros, sino aliados. Los animales no son problemas para nosotros, sino soluciones. Los animales no son
obstáculos para nuestro futuro, sino oportunidades. Los animales no son una carga para nuestra sociedad, sino una
riqueza.

Por todo ello, os pido que os unáis a mí en esta causa noble y urgente, que es la causa de los derechos de los
animales. Os pido que os comprometáis con esta causa, que es la causa de la justicia, la bondad y la necesidad. Os
pido que os implicéis con esta causa, que es la causa de la humanidad, la civilización y el futuro.

Muchas gracias por vuestra atención y por vuestro apoyo. Juntos podemos hacer de este mundo un lugar mejor para
todos los seres vivos. Juntos podemos hacer realidad el sueño de que los animales tengan los mismos derechos que
las personas.

Discurso a favor de que no tengan los mismos derechos que los seres
humanos
Estimados señores y señoras, hoy quiero hablarles de un tema que me preocupa y que considero de gran relevancia
para el presente y el futuro de nuestra sociedad y de nuestro planeta: los derechos de los animales.

Los animales son seres vivos, como nosotros, que comparten con nosotros el hecho de estar vivos, pero no el modo
de vivir ni el sentido de la vida. Los animales son seres sintientes, como nosotros, que sienten placer y dolor, pero no
el valor del bien y del mal. Los animales son seres inteligentes, como nosotros, que tienen capacidades cognitivas,
pero no el uso de la razón ni el conocimiento de la verdad. Los animales son seres morales, como nosotros, que
tienen conductas, pero no el deber de la moral ni el respeto de la ley.

Los animales, en definitiva, son seres distintos, como nosotros, que merecen cuidado, atención y protección. Los
animales, en definitiva, son nuestros inferiores, como nosotros, que no tienen los mismos derechos que nosotros.

¿Qué derechos tienen los animales? Ninguno, salvo los que les otorgamos los seres humanos: el derecho a ser
tratados con humanidad, el derecho a ser respetados en su naturaleza, el derecho a ser protegidos de la crueldad, el
derecho a ser cuidados de su salud, el derecho a ser conservados de su extinción.
Estos derechos son relativos, contingentes y limitados, es decir, que dependen de las circunstancias, que pueden
variar según las condiciones y que tienen restricciones según los casos. Estos derechos son artificiales,
convencionales y pragmáticos, es decir, que se derivan de la voluntad, el acuerdo y el interés de los seres humanos.
Estos derechos son instrumentales, funcionales y utilitarios, es decir, que implican un beneficio, una conveniencia y
una satisfacción para los seres humanos.

¿Por qué no debemos reconocer ni defender los derechos de los animales? Porque es injusto, malo e innecesario. Es
injusto, porque los animales no son sujetos de derecho, sino objetos de propiedad. Es malo, porque los animales no
son fines en sí mismos, sino medios para nuestros fines. Es innecesario, porque los animales no son parte de nuestro
entorno, sino recursos para nuestro consumo.

No reconocer ni defender los derechos de los animales es un acto de justicia, porque implica reconocer la
superioridad, la dignidad y la libertad de los seres humanos. No reconocer ni defender los derechos de los animales
es un acto de bondad, porque implica respetar la naturaleza, la armonía y el orden de las cosas. No reconocer ni
defender los derechos de los animales es un acto de necesidad, porque implica preservar la civilización, el progreso y
el desarrollo de los seres humanos.

No reconocer ni defender los derechos de los animales es, en suma, un acto de humanidad, porque implica
mantener nuestro círculo de solidaridad, nuestra conciencia de responsabilidad y nuestra identidad de especie. No
reconocer ni defender los derechos de los animales es, en suma, un acto de civilización, porque implica seguir
nuestro camino de evolución, nuestro destino de historia y nuestro proyecto de futuro.

Señores y señoras, los animales no son iguales a nosotros, sino diferentes. Los animales no son amigos de nosotros,
sino servidores. Los animales no son soluciones para nosotros, sino problemas. Los animales no son oportunidades
para nuestro futuro, sino obstáculos. Los animales no son una riqueza para nuestra sociedad, sino una carga.

Por todo ello, les pido que se opongan a mí en esta causa absurda e innecesaria, que es la causa de los derechos de
los animales. Les pido que se desentiendan de esta causa, que es la causa de la injusticia, la maldad y la innecesidad.
Les pido que se resistan a esta causa, que es la causa de la inhumanidad, la barbarie y el retroceso.

Muchas gracias por su atención y por su apoyo. Juntos podemos hacer de este mundo un lugar mejor para los seres
humanos. Juntos podemos hacer realidad el sueño de que los animales no tengan los mismos derechos que las
personas.

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