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A la Reina del cielo y de la tierra.
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Índice
Lección 1: El método y los criterios de selección.
Lección 2: Parábola del Sembrador (Mt 13, 3-18. Mc 4, 13-20. Lc 8, 4-8; 11-15)*
Lección 3: Parábola de la cizaña (Mt 13, 24)*
Lección 4: Parábola de la red (Mt 13, 47)
Lección 5: Parábolas del grano de mostaza (Mt 13,31-32. Mc 4, 30-32. Lc 13, 18-19), de la
levadura (Mt 13, 33) y de la semilla que crece sola (Mc 4, 26-29)
Lección 6: Parábolas del tesoro escondido (Mt 13, 44), dracma perdida (Lc 15, 8-10) y la perla
preciosa (Mt 13, 45-46)
Lección 7: Parábola de los dos hijos (Mt 21, 28-32)
Lección 8: Parábola de los viñadores homicidas (Mt 21, 33-44. Mc 12, 1-12. Lc 20, 9-19)
Lección 9: Parábola de los invitados a la fiesta (Mt 22, 1-14)
Lección 10: Parábola del rico insensato (Lc 12, 16-21)
Lección 11: Parábola de la higuera estéril (Lc 13, 6-9)
Lección 12: Parábola de los primeros puestos (Lc 14, 7-11)
Lección 13: Parábola de la oveja perdida (Mt 18, 12-13. Lc 15, 4-7)
Lección 14: Parábola del juez y la viuda (Lc 18, 1-8)
Lección 15: Parábola del fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14)
Lección 16: Parábola de los talentos (Mt 25, 14-30)
Lección 17: Parábola del siervo cruel (Mt 18, 23-25)
Lección 18: Parábola de los obreros de la viña (Mt 20, 1-16)
Lección 19: Parábola Diez vírgenes (Mt 25, 1-13)
Lección 20: Parábola del buen samaritano (Lc 10, 30-37)
Lección 21: Parábola del amigo insoportable (Lc 11, 5-10)
Lección 22: Parábola de los servidores vigilantes (Lc 12, 36-37)
Lección 23: Parábola del hijo pródigo (Lc 15, 8-32)

Lección 24: Parábola del Administrador infiel (Lc 16, 1-9)


Introducción
En una ocasión, se aproximó a Jesús un maestro de la ley, quien con intención de
ponerlo a prueba, le hizo una pregunta, a la que Nuestro Señor respondió con otra pregunta
forzándolo a responder con las palabras textuales de la Ley que este maestro, por oficio,
estaba obligado a conocer. Y ante esa situación, la de haber él mismo respondido a su propia
pregunta, y para excusarse, levanta un nuevo cuestionamiento al Salvador. “¿Quién es mi
prójimo?” En ese momento, el Verbo Encarnado, el Hijo Unigénito de Dios, la Sabiduría
Eterna, el Camino, la Verdad y la Vida, responde: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…”
Nuestro Señor le responde con una historia. La muy conocida parábola del Buen Samaritano.
El modo que Cristo quiso explicar quién era su prójimo fue a través de una narración; una
narración simbólica, a la que llamamos tradicionalmente parábolas. La regla general de estas
parábolas es enseñar lo desconocido a partir de lo conocido, por ello el recurso a las cosas
cotidianas y de fácil acceso para la comprensión de los israelitas de su época.

«Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos
podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado,
les explicaba todo.» (Mc 4, 33-34)

Pero a pesar de lo simple de las palabras y las imágenes utilizadas por Nuestro Señor,
el misterio envolvía estos relatos y era necesaria la explicación de las parábolas, y esto Cristo
lo hacía solo a sus discípulos en la soledad y en la intimidad de su cercanía.

«Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor de él junto con los Doce, le preguntaban por
el sentido de las parábolas. Y Jesús les decía: «A ustedes se les ha confiado el misterio del Reino
de Dios; en cambio, para los de afuera, todo es parábola, a fin de que miren y no vean, oigan y
no entiendan, no sea que se conviertan y alcancen el perdón» (Mc 4, 10-12)

La peculiaridad de estas narraciones es que tratando de temas familiares para los


israelitas de su tiempo, pues hablaba de sembradores, de ovejas, de dracmas, tenían siempre
la peculiaridad de poseer una pizca de inverosimilitud, como es el caso del rey que perdonó
una millonaria deuda a uno que solo le pidió un poco de tiempo o el emblemático caso del
pastor que dejó noventa y nueve ovejas para buscar una que se había perdido, o también
podemos recordar la parábola de aquellos viñadores que pretendían quedarse con una tierra
matando al heredero. Estas aparentes exageraciones, no son sino modos de expresar los
misterios divinos que se escapan a la simple mirada de la razón humana.

Y este pequeño libro lo que busca es, meditando en esas inverosimilitudes narrativas,
encontrar el mensaje escondido de las parábolas que Nuestro Señor nos dejó y con eso hacer
oración, ponernos en su presencia, colocar nuestra vida a la vista y luz de Dios. No son sino
meditaciones personales de las parábolas de Cristo, que quise compartirlas como la mujer
que hizo una fiesta cuando encontró su moneda perdida.
Pedimos el auxilio del Espíritu Santo, para que guíe nuestras meditaciones y nos lleve
al dulce puerto de la verdad donde encontraremos a Jesucristo, Nuestro Rey. También
rogamos la intercesión de nuestra Madre del Cielo, la que mejor que nadie entendía las
palabras de su Hijo. Así también recurrimos a nuestro Ángel de la guarda, siempre atento a
auxiliarnos para que esté con nosotros en estas meditaciones. Pero sobre todo imploramos la
misericordia de Dios para que nos dé un corazón humilde y atento a sus mociones
celestiales.
Notas preliminares
Criterios de selección
Meditación

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