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Oración preparatoria.
Consideración para cada día.
Oraciones finales.
DÍA NOVENO
¿Qué me dice Tu Santa Imagen, oh Madre del Perpetuo Socorro? Que eres de
verdad lo que Tu Nombre consolador encierra: Perpetuo Socorro de todos los
hombres, y por tanto, Perpetuo Socorro mío. Eres Perpetuo Socorro de todos los
hombres. Eva, dice San Bernardo, fue la maldición para todos sus hijos. Desde
aquel día aciago, todos los hombres arrastraban desde la cuna, la cadena de la
maldición Divina. Pero, Tú Madre mía, has sido nuestra bendición… Todos al
nacer levantan los ojos a Ti y ven en Ti la Madre querida, que ha de aplastar la
cabeza de la infernal serpiente, que quiere inocularnos el veneno de la culpa y de
la muerte.
Eres Perpetuo Socorro en todos los tiempos… Todos los días, desde el primer día
del mundo, sale el sol y sus rayos espléndidos comunican al mundo la fecundidad,
la belleza y la vida… No hay nadie que se esconda de Tu Luz bienhechora…
Desde que Tú, ¡oh Madre mía!, fuiste predestinada para ser Madre de Dios y
Madre nuestra, Tus Manos benditas han dejado caer sobre el mundo las lluvia de
las gracias Divinas… Y se apagará el sol en el alto Cielo, y aún seguirás Tú
derramando sobre todos los predestinados las alegrías de la gloria de Dios.
Eres Perpetuo Socorro en todas las edades de la vida… El niño te envía besos de
amor; el joven te cuenta sus luchas; el hombre de edad madura te consulta sus
empresas; las familias crecen, viven y rezan a Tus Plantas; y los ancianos entran
confiados a la eternidad, cuando al morir han podido dirigirte una última mirada.
Eres Perpetuo Socorro en todas las penas. Cuando el cuerpo siente las
mordeduras del dolor…, cuando la conciencia se agita entre las sombras de los
remordimientos…, cuando la tristeza se mete en el alma y clava sus garras
despiadadas…, cuando falta el pan y cuando huye la paz…, cuando la familia nos
abandona y el mundo nos persigue…, cuando todas las criaturas parece que se
conjuran contra nosotros, y cuando el infierno mismo nos rodea con sus olas de
fuego…, aún entonces hay un lugar en el mundo donde estamos seguros, donde
podemos cantar y bendecir a Dios: Tu Corazón, ¡oh Madre del Perpetuo Socorro!
Por eso a Ti acudo, y te llamo y te invoco; te llamaré y te invocaré hasta que al fin
oigas mi angustiosa voz. Nueve días hace que vengo a Tus Plantas a pedirte un
milagro porque sólo Tú me puedes salvar de este apurado trance… Que no se
diga que Tu Perpetuo Socorro no se ha compadecido de mi miseria. Adoro la
Voluntad Divina, pero confío en Ti… Si es necesario que venga mil veces a Tus
Pies, aquí me verías. Resiste, si puedes a mis lágrimas…, vuelve de lado Tu
Rostro si Tu Corazón no me mira.
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Para gloria de Tu Nombre, que llena el mundo, y
que tantos tristes ha consolado, y a tantos enfermos ha curado, y a tantos
huérfanos ha recogido, y a tantas víctimas ha glorificado, mírame y sálvame.
Rezar 3 avemarías.
ORACIONES FINALES
- Por Tu gozo dulcísimo cuando por vez primera se miró Jesús en Tus Ojos y
te dio el nombre dulcísimo de Madre. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro,
óyeme!
- Por tu gozo divino cuando viste como Jesús obraba el milagro de los
milagros, la Divina Eucaristía para vida, sustento y alegría de todos Tus
hijos redimidos. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro, óyeme!
- Por los continuos y estupendos milagros que haces en favor de los que
invocan este nombre Tuyo dulcísimo. ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro,
óyeme!
- Para que el poder de Jesús sea reconocido y celebrado. ¡Oh Madre del
Perpetuo Socorro, óyeme!
- Para que Tu Amor y Misericordia sean de todos glorificados. ¡Oh Madre del
Perpetuo Socorro, óyeme!
JACULATORIA
V//: ¡Oh Madre, Madre del Perpetuo Socorro, ruega por mí!
R//: ¡Seas amada, seas alabada, seas invocada, seas eternamente bendita, ¡oh
Virgen del Perpetuo Socorro!, mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi
vida. Amén.