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Sobre la ira y el intenso dolor como circunstancia de

atenuación punitiva

En este acápite resulta interesante evaluar cómo, jurisprudencialmente,


ha operado en Colombia la figura de la “ira e intenso dolor”, entendida
como un atenuante de la pena que suele alegarse en aquellos casos
catalogados como “delitos emocionales” o “delitos pasionales”. La causal
ira e intenso dolor supone la perturbación de las condiciones psíquicas y
emocionales normales de la persona, por lo que no puede juzgarse su
comportamiento de la misma manera en que se juzga aquel de quien
delinque de manera premeditada, consciente y voluntaria. Esto no
significa, sin embargo, que la figura pueda emplearse para justificar las
violencias basadas en género y contra las mujeres, ni para ocultar la
violencia institucional que supone la indebida valoración de las pruebas
en los procesos penales. El discurso jurídico plasmado en las sentencias
judiciales no puede convertirse en una herramienta encubridora de la
violencia ni de los estereotipos y roles de género que le sustentan.

La violencia contra las mujeres en el ámbito de la pareja se caracteriza


por la expresión de conductas agresivas contra aquellas, que suelen ser
recurrentes, y que se fundamentan en una relación de poder desigual y
dominación. No en pocos casos, los agresores pretenden obtener
disminución de la pena a imponer por la comisión de un ilícito alegando
un supuesto estado emocional exaltado, que les hace actuar de manera
violenta en contra de las mujeres. No obstante, no es posible aplicar este
atenuante si los actos se derivan de celotipia extrema, o si se verifica que
ha existido un continuum de violencias contra la mujer que finaliza, en
muchos casos, con un feminicidio.

Recordemos que el artículo 57 de nuestro Código Penal se refiere a la ira


e intenso dolor en los siguientes términos: “El que realice la conducta
punible en estado de ira o de intenso dolor, causados por
comportamiento ajeno grave e injustificado, incurrirá en pena no menor
de la sexta parte del mínimo ni mayor de la mitad del máximo de la
señalada en la respectiva disposición.” Se trata entonces de una
circunstancia genérica de atenuación punitiva, es decir, no opera ligada a
delitos específicos, sino que es aplicable a, en principio, todos los delitos
contenidos en el Código. A pesar de ello, debido a la carga emocional
que implica ese estado de perturbación del ánimo, la ira e intenso dolor
se encuentra más presente en delitos contra la integridad personal y la
vida.

Ahora bien, respecto de su interpretación, la Corte Suprema de Justicia


ha indicado que para reconocer este estado, resulta indispensable la
prueba de que el acto delictivo se cometió como consecuencia de un
impulso violento, que ha sido provocado por un acto ajeno, grave e
injusto. Así las cosas, debe existir un nexo causal entre ambos eventos, y
el delito debe perpetrarse bajo un estado anímico alterado.

La Sentencia de Segunda Instancia proferida el 09 de octubre de 2019


por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Pereira, Sala de Decisión
Penal, se pronunció sobre el caso de Nadia Patricia Peláez Espinel,
quien fue agredida físicamente por su esposo, LBMC. El hombre
reaccionó de manera violenta contra Nadia Patricia, como solía hacerlo,
propinándole golpes, intentando estrangularla, e increpándola a beber
insecticida, alegando como causa los reclamos que su cónyuge le hacía
sobre la difícil situación económica en que se encontraban por cuenta del
desempleo de LBMC.

El agresor fue procesado y condenado por el delito de tentativa de


feminicidio, pero apeló esta decisión aduciendo que había actuado bajo
el estado de ira e intenso dolor que le provocó el reproche de su cónyuge
y la intención de aquella en herirlo con una plancha caliente para el
cabello.

En este caso, llama la atención la manera en que se recurre al uso de la


figura ira e intenso dolor, para excusar el comportamiento agresivo de un
hombre que además, había perpetrado ya una serie de actos violentos
en contra de Nadia. En la convivencia conyugal, LBCM había desplegado
conductas discriminatorias, posesivas, patológicamente celosas,
amenazantes, y agresivas.

El Tribunal consideró que la causal de atenuación punitiva no era


procedente por falta de cumplimiento de los requisitos que le asisten, y
que se encuentran condensados en este concepto de la Corte Suprema
de Justicia:

“El artículo 57 penal determina que el estado generador del descuento punitivo
es aquel que hubiere sido causado por un comportamiento grave e injustificado
de un tercero, esto es, la actuación del último debe ser la causa, razón y motivo
de la conducta delictiva. Debe existir una incitación del tercero para que se
desencadene en el agente la agresión, o, lo que es lo mismo, una provocación
que comporta irritar o estimular al otro con palabras u obras para generar su
enojo, pero en el entendido de que tal provocación no puede ser de cualquier
índole, sino de especiales características, como que debe ser grave (de mucha
entidad e importancia, enorme, excesiva) e injusta (es decir, no justa, no
equitativa; sin justicia ni razón)…”1.

De lo anterior, se concluyó que Nadia Patricia no había incurrido en


comportamiento grave e injusto alguno, y que su amenaza del uso de la
fuerza con la plancha para el cabello estaba fundada en una reacción de
defensa ante los agravios cometidos por su esposo. Así las cosas, se
confirmó que no procedía la ira e intenso dolor como atenuante punitivo,
y que el sujeto debía cumplir condena por el delito de tentativa de
feminicidio agravado.

1
Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal: Sentencia del 13 de agosto de 2014. SP10724-
2014. Rad. # 43.190. M.P. JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO.
En este caso, el Tribunal hizo un análisis certero de las circunstancias
que rodearon la comisión del delito, reconociendo que los hechos
formaban parte de un contexto de violencias en el que el hombre sometía
a la mujer con fundamento en estereotipos y roles de género, y en ideas
machistas y patriarcales que promovían la dominación y la restricción a
las libertades de Nadia. Esto, de ninguna manera, es compatible con los
supuestos que implica la ira e intenso dolor, pues no debe olvidarse que
esta causal se prevé únicamente para las conductas delictivas cometidas
bajo un estado emocional alterado por cuenta de una acción grave e
injusta de un tercero, y no para justificar las violencias de género y contra
las mujeres.

Sobre los celos como causantes del estado de ira e intenso dolor, la Sala
de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en Sentencia SP
2190 – 2015, mencionó que los celos (…) son la expresión del macho
dominante que no reconoce la libertad de su pareja para dejarlo”, con lo
que se entiende que los actos violentos motivados por celos, desconocen
y vulneran la autonomía, la libertad y la dignidad de las víctimas. Estas
violencias se fundan en la consideración, por parte de los victimarios, de
la mujer como objeto de propiedad y subordinación.

En similar sentido, la Sentencia proferida por la misma Sala en fecha 19


de agosto de 2015, reiteró la interpretación del atenuante punitivo al
remarcar la necesidad de la existencia de un comportamiento grave e
injusto de un tercero, una provocación que genera el enojo de la persona,
una incitación de gran importancia, y que ocurre de manera injusta, esto
es, sin razón.

De lo dicho, no toda provocación es grave e injusta, y los llamados


“crímenes pasionales”, en tanto manifestación de la relación desigual de
poder y el ejercicio de dominación sobre las mujeres, no admiten el
argumento de un comportamiento justificante del estado de ira e intenso
dolor.

Bibliografía

 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal: Sentencia del


13 de agosto de 2014. SP10724-2014. Rad. # 43.190. M.P. JOSÉ
LUIS BARCELÓ CAMACHO.

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