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DIPLOMADO INTERVENCIÓN EN MALTRATO Y ABUSO SEXUAL INFANTIL

UNIDAD 3

Elementos base y tipologías


del maltrato infantil

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ÍNDICE
OBJETIVOS ESPECÍFICOS ........................................................................................................................... 4
INTRODUCCIÓN ...................................................................................................................................... 4
1. ELEMENTOS BASE EN LA ELABORACIÓN DE DEFINICIONES DEL MALTRATO INFANTIL................................. 5
1.1. PERSPECTIVA EVOLUTIVA .................................................................................................... 7
1.2. FACTORES DE VULNERABILIDAD ......................................................................................... 9
2) FACTORES EN LOS PROGENITORES O FIGURAS A CARGO DEL CUIDADO: ........................ 11
3) FACTORES RELACIONALES: ................................................................................................ 12
4) FACTORES AMBIENTALES: ................................................................................................. 13
1.3. EFECTOS O CONSECUENCIAS ............................................................................................ 14
2. CARACTERIZACIÓN Y DIMENSIÓN DE TIPOLOGÍAS DEL MALTRATO INFANTIL .......................................... 16
3. DEFINICIONES PSICOSOCIALES ......................................................................................................... 17
COMENTARIO FINAL .......................................................................................................................... 19
REFERENCIAS........................................................................................................................................ 20

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ELEMENTOS BASE Y TIPOLOGÍAS DEL MALTRATO INFANTIL

OBJETIVOS ESPECÍFICOS
• Analizar las perspectivas teóricas relacionadas con el maltrato infantil considerando
elementos base, tipologías y definiciones psicosociales de dicho fenómeno.

INTRODUCCIÓN
La aceptación del maltrato infantil como realidad social, ha sido el resultado de un extenso
proceso de revisión y crítica hacia aquellas representaciones y creencias que dificultaban el logro
de una “conciencia social” de dicho fenómeno a nivel de la comunidad. Este reconocimiento
social, ha ido acompañado de la observación y el análisis de diversas disciplinas las que, desde sus
ámbitos de especificidad han entregado distintas definiciones y conceptos del maltrato infantil.

De tal contexto: “No existe una definición única de maltrato infantil, el concepto ha ido
evolucionando en la medida que se va conociendo más del fenómeno, ampliando sus
manifestaciones y evaluando su impacto” (Larraín y Bascuñan, 2008, pp.8).

La consideración que el maltrato o violencia puede adquirir formas nuevas e inesperadas, plantea
como desafío a la sociedad responder a nuevas propuestas y mejores planes de acción, que sean
actualizados y consistentes con las dinámicas propias de la temática. Por lo tanto, describir las
bases que participan en la definición del maltrato infantil, distinguir sus tipologías y describir los
elementos que configuran las diferentes situaciones presentadas, conlleva una tarea de suma
relevancia por cuanto posibilitará la mejor y más oportuna toma de decisiones ante aquellas
experiencias maltratantes que afecten a niños, niñas y/o adolescentes.

Para iniciar esta unidad le invitamos a ver el siguiente video: campaña


impacto Unicef 2014, disponible en: www.youtube.com/watch?v=gF5C5JYzbGo

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1. ELEMENTOS BASE EN LA ELABORACIÓN DE DEFINICIONES
DEL MALTRATO INFANTIL
El Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud (2002) define violencia como:

“El uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como amenaza, contra uno
mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas
probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo
o privaciones.” (Krug, Mercy, Dahlberg y Zwi, 2002, pp.2).

Diversas son las formas que puede adoptar la violencia y donde esta puede llegar a tener lugar: la
familia, la escuela, las instituciones, los conflictos armados, etc. Esto lleva a considerar que la
violencia puede manifestarse en los más diversos entornos, siendo una experiencia compleja y
difícil para quienes la sufren y, por lo cual, se parte de la base que ninguna forma de violencia
contra niños, niñas o adolescentes es justificable.

Desde el lenguaje corriente pudiera entenderse la violencia como daño físico y/o daño intencional.
Sin embargo, desde el Comité de Derechos del Niño (Observación general nº 13. Derecho del niño
a no ser objeto de ninguna forma de violencia) 1, queda sentado inequívocamente que la elección
del concepto violencia involucra las formas no físicas y no intencionales de daño (descuido, malos
tratos psicológicos, entre otras).

Teniendo claridad que la violencia atenta contra todo derecho humano, desde la perspectiva de
los niños, niñas y adolescentes, la Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas en
su Artículo 19 número 1, los estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas,
administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de
violencia, perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o
explotación, mientras que el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un
representante legal o de cualquiera otra persona que lo tenga a su cargo 2.

1
Enlace a texto completo de la Observación General nº 13:
http://www2.ohchr.org/english/bodies/crc/docs/CRC.C.GC.13_sp.pdf

2
Enlace a texto completo de la Convención sobre los Derechos del Niño:
http://www.iin.oea.org/convencion_sobre_los_derechos_del_nino.htm

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Según estos principios o filosofía, todo lo que se haga (acción), se deje de hacer (omisión) o se
haga inadecuadamente (negligencia) provocando un daño y/o privación al niño, niña o
adolescente, perjudicando su desarrollo estando al cuidado o a cargo de un adulto, será una
situación considerada en la categoría de violencia o maltrato.

Este abuso de poder provoca aflicción a aquellos niños y niñas víctimas que, muchas veces, se
expresa por medio de las huellas físicas o emocionales de daño, las que pueden llegar a provocar
graves consecuencias.

Desde esta perspectiva, el maltrato surge de lo opuesto a la idea del “buen trato”, es decir, cuando
se transgrede el bienestar y la salud de niños, niñas o adolescentes y estos quedan en una posición
de desventaja, es decir, subordinados al abuso de poder de aquellos adultos que los maltratan o
violentan.

La definición de maltrato nos confronta, entonces, a una pregunta central: ¿qué


aspectos son necesarios de considerar para identificar una situación como “maltrato”?

Para contextualizar el tema, se le invita a observar el siguiente cortometraje:

Sinna Mann (hombre enojado). Disponible en: www.youtube.com/watch?v=1SsXQ8M4Ee8

Para definir una situación como “maltrato” será importante considerar los siguientes elementos:

1.1. Perspectiva evolutiva.

1.2. Perpectiva de factores de vulnerabilidad del niño, niña o adolescente.

1.3. Efectos o consecuencias.

La consideración de estas tres perspectivas, se constituye en un aporte importante para lograr


detectar una situación como violenta y poder modificarla, en otras palabras, son una buena

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herramienta de observación que permite hacer la conexión entre la aflicción que puede estar
viviendo un niño y la vivencia maltratante.

1.1. PERSPECTIVA EVOLUTIVA


Desde esta perspectiva, el ejercicio de la función para cuidar, proteger y educar a un niño, debe
darse, teniendo en consideración la etapa de desarrollo en que se encuentre el niño o niña. Por
ejemplo, es muy diferente dejar a un hijo recién nacido solo en casa que, hacerlo con un hijo
adolescente. Esto por cuanto las etapas evolutivas en que cada uno se halla, existen niveles de
dependencia distintos respecto del mundo adulto, para una adecuada satisfacción de sus
necesidades.

En este sentido la función del que cuida, protege y educa debe contar con la suficiente plasticidad
estructural para que la respuesta a las necesidades del niño sea ajustada a lo que este precisa para
su adecuado desarrollo. La familia, la escuela y la sociedad en general, son pilares fundamentales,
marcando elementos claves en la evolución que puede tener el desarrollo de un niño o niña.

Entonces, surge la pregunta:

¿Qué se espera en cada etapa de desarrollo de un niño o niña o adolescente ?

En los estudios evolutivos sobre el desarrollo humano es muy habitual que se encuentren diversas
tipologías en las que se diferencian las necesidades que puede presentar un niño según su etapa.
No obstante esto, se advierte que, aunque aquello facilita sin duda la mejor comprensión, no
puede olvidarse que el desarrollo humano requiere ser comprendido como un continuo vital y en
articulación con el contexto sociocultural en el que se sitúa.

Haciendo esta aclaración y con fines pedagógicos se describen a continuación las principales
características presentes durante las etapas evolutivas de la temprana infancia, etapa preescolar,
etapa escolar, preadolescencia y adolescencia.

Etapa evolutiva Características

Temprana infancia. La temprana infancia se constituye como una etapa caracterizada por
diversos procesos de adaptación y ajustes. En este contexto, es
(Período
importante considerar que la etapa de infancia comprenderá cambios
comprendido entre 0

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y 2 años). muy rápidos tanto desde el punto de vista físico, como desde las
funciones propias de su desarrollo. En el segundo año de vida, el niño o
niña, debe ser capaz de desplazarse, identificando el mundo que le
rodea; el inicio del caminar le posibilita la maduración de la conducta
asociada al “no”, es decir, a oponerse o desobedecer. Al concluir el
segundo año de vida, en condiciones normales, se estrena el control de
esfínteres ámbito que, sin duda, constituye una de las tantas
expresiones que seguirán más adelante y que contribuyen a este
sentimiento de “conquista” de autonomía. De tal situación, en esta
etapa, según así lo describe Ángeles Cerezo (2012) es tan importante
aplicar instrumentos preventivos de primer orden desde profesionales
de la salud y que permiten conocer aspectos relacionados a que se estén
cumpliendo tareas relacionadas con la adecuada alimentación,
mantención de un peso y desarrollo psicomotor acorde a lo esperado.
Desde el punto de vista psiquíco, el bebé comienza a desarrollar formas
de autoconocimiento de sí mismo como alguien diferente al otro, por lo
mismo, en esta etapa no es extraño que un niño, mirándose al espejo,
toque su nariz, cabello o cara; o bien manifieste expresiones de sorpresa
ante su reflejo o gestos.

En esta etapa el niño o niña se vuelve más competente tanto a nivel de


conocimiento, inteligencia, aprendizaje como de lenguaje. Los conceptos
de tiempo y espacio ya son manejados; asimismo, se produce el uso de
símbolos como parte del pensamiento. El niño se vuelve un ser opinante,
logra explicar si algo no le parece justo y es capaz de escoger entre
Etapa preescolar. varias ideas. El niño es capaz de crecer a través del juego, imitando roles
(Período de adultos y representando situaciones. Desde el punto de vista
comprendido entre 3 cognoscitivo, el niño logra hacer representaciones mentales de los
y 6 años). objetos, personas o situaciones y con ellos desarrollar un pensamiento
simbólico o preconceptual. Desde el punto de vista del intercambio
social, el niño se mantiene centrado en sí mismo, por lo que no logra aún
intercambiar pensamientos ni lograr ponerse en el lugar del otro o
imaginarse otro punto de vista diferente al propio. Como expresión de
este egocentrismo, se puede ver que esta es la etapa de los “¿por qué?”.

En la etapa escolar el niño o niña va adquiriendo mayor independencia y


Etapa escolar. con ello comienza a tomar decisiones y gobernar su conducta. El
concepto de sí mismo se vuelve más real y son capaces de descubrir sus
(Período cualidades y destrezas. No obstante todo esto, en esta etapa la familia
comprendido entre 6 y/o figuras de cuidado pasan a tener un rol central, como nutriente para
y 12 años). el desarrollo afectivo y autoestima del propio niño.
De los 9 a 12 años de edad se produce un pleno equilibrio de las

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funciones psiquícas acompañada de una total búsqueda de actividad
vital (es muy atractivo en esta etapa la búsqueda de actividades que
impliquen fuerza, riesgos). Es muy propio de esta etapa, las iniciativas de
coleccionar objetos e incorporarse a grupos de camaradería. Un aspecto
destacable en esta etapa es considerar las características externas, como
un aspecto que “define a la persona”. Así es como en esta etapa
abundan los sobrenombres y, por otra, la propia autovalía se vuelve muy
dependiente de la apariencia “externa”.

En la etapa de la pubertad o preadolescencia, se produce una serie de


Etapa de la pubertad cambios fisiológicos, asimismo el mundo interno adquiere mucha
o preadolescencia. importancia lo cual se expresa en la busqueda del aislamiento y
reflexión. Los pensamientos girán en torno a la propia individualidad,
(Período por lo cual, diversos autores atribuyen a esta etapa como la productora
comprendido entre de “un gran abanico de sentimientos”, que van desde las expresiones de
los 12 a 14 años). alegría hasta la tristeza profunda y depresión (Bascuñan, Dörr y
Gorostegui, 2008).

Etapa de la La adolescencia conlleva una serie de cambios y transformaciones no


adolescencia. solo físicas, sino psiquícas. Respecto de esto último, en esta etapa el
adolescente descubrirá su propio “yo”, es decir, su individualidad “yo
(Período
soy un mundo diferente al resto”. De aquí surgen muchas preguntas de
comprendido a partir
autorreflexión como “¿por qué existo?” o “¿qué quiero llegar a ser?”.
de los 14 años).

Como complemento a esta perspectiva de análisis, se le invita a la lectura de dos


artículos. El primero de María Victoria Hidalgo, José Sánchez y Bárbara Lorence (2008)
,Procesos y necesidades de desarrollo durante la infancia y el segundo, de Felipe
Lecannelier, Marianela Hoffmann, Fernanda Flores y Lorena Ascanio (2008), Problemas,
proyecciones y desafíos en la salud Mental Infantil según etapas evolutivas. Ambos
disponibles en los Recursos Adicionales de la unidad.

1.2. FACTORES DE VULNERABILIDAD


Todo niño o niña cuenta con una serie de necesidades, cuyo grado de satisfacción por parte del
mundo adulto permite definir hacia dónde irá la intervención. En esta línea, es interesante
considerar la base de necesidades que surgen del modelo propuesto por Félix López y su equipo
de la Universidad de Salamanca (Barudy y Dantagnan, 2005) y en el que se consideran como
necesidades:

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Necesidades fisiológicas básicas. • Existir y contar con buena salud.

• Recibir nutrientes y alimentación en calidad y cantidad


adecuadas.

• Disponer de asistencia médica cuando se requiera.

• Vivir en condiciones ambientales adecuadas y protegido


de peligros que amenacen su integridad.

Necesidad de vínculos afectivos • Desarrollar un sentido de pertenencia a una comunidad.


seguros y continuos.
• Establecer vínculos de afecto recíprocos.

• Mantener vínculos estables y continuos en el tiempo.

Necesidad de ser aceptado y • Desarrollar un sentido de pertenencia y familiaridad con


valorado por alguien. los que cuidan directamente.

• Recibir gestos y palabras que confirmen la propia


identidad y sentido de sí mismo.

• Recibir gestos y palabras que contengan y permitan a su


vez el desarrollo de la propia autonomía.

Necesidades cognitivas. • Recibir interacciones que le permitan sentirse


estimulado y, a la vez, explorar su entorno por medio de
sus órganos sensoriales, percepción, lenguaje,
pensamiento y reflexión.

Necesidades sociales. • Insertarse en una comunidad logrando un sentido de


pertenencia a ella, de participación y asimilación de las
normas sociales de convivencia.
Necesidades de valores. • Interiorizar reglas sociales que posean valores positivos.

Fuente: Barudy y Dantagnan (2005).

Teniendo presente este marco de necesidades que posee todo niño o niña, se puede sostener que
hay ciertos factores que pudieran hacer a un niño o niña más vulnerable a los malos tratos. A esto
se le llaman factores de vulnerabilidad predisponentes y que, en definitiva, buscarán dar respuesta
a la pregunta sobre ¿qué factores pueden condicionar y desencadenar el maltrato?

Diversos autores han abordado la relevancia de detectar estos factores de vulnerabilidad y que, en
síntesis, se pueden consignar como los siguientes:

1) Factores relativos al propio niño o niña:

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- Edad.
- Prematurez o malformaciones.
- Llanto fácil; problemas de alimentación.
- Hospitalización temprana prolongada.
- Presencia de discapacidad física, psíquica o patológica.
- Mal rendimiento escolar; fracaso o repitencias; deserción,
http://www.eduglobal.cl/wp-
content/uploads/fotos/Ni%C3% desinterés o rechazo por el aprendizaje.
B1os-felices1.jpg
- Problemas de comportamiento, sea este evasivo, disruptivo o
confrontativo frente a las normas y a la autoridad; retrasos en
desarrollo y otros que hacen difícil la crianza. Problemas con los
pares.

Fuente: Colombo, De Agosta y Barilari (2008); Minsal (2013); Romero, 2010; y Valdivia (2002).

Al respecto, Cerezo (2012) hace referencia a que en la primera etapa de la vida infantil de niños o
niñas menores de dos años, un 60% de las muertes de estos, ocurren por conducta abusiva por
parte de alguno de los progenitores o cuidadores y un 50% se ve afectado por daño permanente
sobre todo por lesiones en la cabeza. La misma autora destaca que en el primer año de vida,
generalmente los primeros seis meses, el llanto puede ser un precipitante y un estímulo de
aversión para algunos de los cuidadores. Es habitual que estos recurren a conductas como
lanzarlos contra la cama o taparles la boca, lo que precipita, en definitiva, una escalada de
violencia que puede llegar a situaciones de alta gravedad para un niño. Los problemas de
alimentación también pueden ser un factor de riesgo, en específico si existe bajo peso ya sea por
datos concretos que indican dicho déficit o por ansiedad de la madre y percepción subjetiva de
esta que su hijo no sube de peso en nivel suficiente. Aquí la complejidad de la situación está dada,
porque muchas de las conductas de los cuidadores incrementan la dificultad alimentaria (forzar a
comer apretando la nariz, hablando fuerte o gritando al niño, uso del zamarreo o acercamiento
brusco de la boca del niño al alimento).

Cabe agregar dentro de las características individuales la referida por Cielo Nury Romero (2010)
en que da cuenta de la visión pesimista o autoconcepto negativo que pueda experimentar un niño
o niña y que le lleva a manifestar sentimientos de tristeza, temores, preocupaciones de manera
constante.

2) Factores en los progenitores o figuras a cargo del cuidado:

- Embarazo no deseado, intentos de aborto, rechazo persistente


más allá del segundo trimestre.
- Historia de ausencia a los controles de embarazo y de respuesta

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a las indicaciones médicas.
- Depresión posparto.
- Dificultades para establecer vínculo con el recién nacido.
- Existencia de expectativas poco realistas o erróneas respecto del
desarrollo de un niño o niña.
- Rigidez en los estereotipos asociados al género.

http://elembarazo.net/como- - Aceptación del castigo como forma de control conductual y del


afectan-las-emociones-a-tu- uso de la violencia como modo relacional.
embarazo.html/miedo_parto
- Presencia de patología física o mental que dificulta un sano y
adecuado desenvolvimiento de sus capacidades parentales.
- Dificultades en el autocontrol.
- Presencia de consumo problemático de drogas o alcohol.
- Aislamiento social.
- Autoimagen deteriorada.
- Altos niveles de estrés.

Es importante destacar que la sensibilidad parental es una de las cualidades centrales para poder
lograr acompañar el desarrollo de un niño de manera suficientemente nutricia. Esa capacidad de
empatizar con las necesidades de un niño o niña, es lo que, en definitiva, permite asegurar que la
respuesta sea conveniente, consistente y contingente a lo que un niño o niña precisa. De tal
situación, la insensibilidad impide por una parte estar atento a las señales y, con ello, percibirlas
en forma adecuada; dificulta su interpretación y al final interfiere en la posibilidad de reacción y
toma de decisiones adecuadas. Sin duda, la capacidad de empatizar estará ligada siempre a la
ausencia o presencia de vinculación afectiva entre padres o cuidadores del hijo. En este sentido y
como refiere Romero (2010) la debilidad de vinculación afectiva entre padres e hijos y la
percepción negativa de este por sus cuidadores serán factores que aumentan el riesgo del
maltrato.

3) Factores relacionales:

- Ausencia o fracaso de un vínculo afectivo entre adulto a cargo y


niño.
- Violencia al interior del grupo familiar.
- Abuso de poder desde algún miembro de la familia y legitimado
en su interior.
http://m.periodicoeldiario.com
- Condiciones de vida adversa (marginación, cesantía, pobreza).
/articulos/tunja-con-los-mas-

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altos-indices-de-violencia- - Crisis causadas por eventos vitales estresantes agudos
intrafamiliar-e-interpersonal/
(separación, encarcelamiento, duelo, etc.).

A nivel relacional destaca como factor de riesgo la escasa red afectiva que pudiera presentar un
niño o niña y que les lleva a manifestar muchas veces que “no tienen personas que los quieran”.

4) Factores ambientales:

- Discriminación contra la familia por razones de raza, nacionalidad,


cultura, etc.
- Carencia de servicios de apoyo de la red social.
- Naturalización y validación de la violencia; redes de silencio,
aceptación y tolerancia al maltrato.

http://bienestar.salud180.com
/salud-dia-dia/carrera-contra-
la-violencia

Considerando la realidad nacional, en el último estudio realizado por la Unicef (2012) sobre el
maltrato infantil, se identificaron como factores centrales de vulnerabilidad:

Consumo
excesivo de
alcohol en el
hogar

Dependencia de
establecimiento
educacinal
La existencia de
agresión entre
los padres

En términos estadísticos se consignó que niños y niñas que sufren algún tipo de violencia tenían
mayores porcentajes de padres que peleaban hasta golpearse y que en aquellos que eran víctimas
de violencia grave, el porcentaje de padres que agredían alcanzaba el 29,8%, cifra seis veces
superior al 5% de los niños y niñas que no vivía violencia. En cuanto a la embriaguez de los padres

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como factor de riesgo, se encontró que los niños y niñas que sufrían violencia vivían en un mayor
porcentaje con alguien que se emborrachaba dos o más veces al mes y un 36,8% de los que eran
víctimas de violencia física grave, vivía con alguna persona que se emborrachaba más de dos veces
al mes.

Es importante recordar que en la medida que se puedan reconocer los


factores de vulnerabilidad predisponentes, se podrá reforzar de manera más eficaz la
labor de prevención y detección para los grupos de niños o niñas de mayor riesgo. De
esta forma y con el de fin complementar este análisis se sugiere revisar en Recursos
Adicionales el texto de la Unicef (2012). Cuarto estudio de maltrato infantil.

1.3. EFECTOS O CONSECUENCIAS


Determinar o reconocer los efectos o consecuencias que puede conllevar una situación para ser
definida como maltrato, precisa estar sensibilizado frente a la temática, asegurándose que se
posea un nivel de información y preparación suficiente como para abordar de manera oportuna y
adecuada situaciones de este tipo. Esto es de especial relevancia, porque no siempre el daño o las
consecuencias del maltrato son evidentes. Por ejemplo, no cabe duda que la tarea de
reconocimiento puede hacerse más fácil ante la evidencia de hallazgo físico, no así en el caso de
maltrato psicológico que no deja huella física que lo devele.

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Al respecto, se le invita a leer y reflexionar sobre el siguiente caso:

Una familia conformada por ambos progenitores y sus dos hijos de 7 y 3 años de
edad. El hijo de siete presentaba un bajo rendimiento escolar, su comportamiento
en el aula era generalmente disruptivo, tenía problemas para concentrarse y
respetar normas, lo cual lo llevaba a ser objeto de llamados de atención
constantes con las consiguientes anotaciones escolares. Le indicaron derivación a
un neurólogo, quien le indicó un tratamiento por diagnóstico de déficit atencional
con hiperactividad. La ausencia de cambios desde el punto de vista conductual,
significó en varias ocasiones citaciones a los apoderados con el fin poder informar
de las dificultades de adaptación que estaba presentando el niño. Era habitual que
tras las reuniones, a las que asistía el padre, el efecto seguido era el ejercicio de
castigo físico desde el padre hacia el hijo. Los castigos consistían en zamarreos,
dejarlo sin comer y acostado hasta el otro día. La madre no intervenía, temía ser
agredida por el progenitor de sus hijos dado que había sido víctima de graves
hechos de violencia años atrás. Los hechos de malos tratos hacia el hijo se
repitieron por el padre de manera prolongada, hasta que a sus ocho años de edad,
el hijo sufre un desmayo en el aula de clases, siendo llevado de urgencia y en la
que por los signos médicos presentes, se abre hipótesis de maltrato por hipoxia
producida ante constantes zamarreos.

Fuente: Caso clínico. Equipo especializado en atención a víctimas de violencia física y sexual.

Luego de la lectura del caso anterior, cabe reflexionar sobre lo siguiente:

¿Cuál es la importancia de estar atento a los daños o consecuencias de


un posible maltrato infantil en nuestro entorno cercano?

Casos como este dejan al descubierto, en muchas situaciones, que el maltrato se ve reforzado por
el silenciamiento de la familia, en otras, por la incredulidad o negación a que ocurra un hecho de

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tales características, dependiendo del reconocimiento de su existencia muchas veces,
fundamentalmente, de los observadores. Desde el caso específico, la respuesta a las conductas del
niño, aparecen más bien reducidas a un trastorno del comportamiento, no abriéndose otras
eventuales hipótesis, de lo contrario esto emerge solo ante el hallazgo médico clínico que
posibilitó “la realidad del maltrato se haga patente”.

En nuestra sociedad, se puede ser testigo de muchas historias en que los malos tratos hacia niños
se han producido de manera repetitiva y la interrupción del mismo se ha visto enlentecida.

A modo de ejemplo se le invita a revisar el siguiente video y reflexionar al


respecto. Disponible en:
http://www.chilevision.cl/noticias/chvnoticias/nacional/indignante-nana-golpea-
brutalmente-a-ninos-bajo-su-cuidado/2014-11-14/222437.html

2. CARACTERIZACIÓN Y DIMENSIÓN DE TIPOLOGÍAS DEL


MALTRATO INFANTIL
El maltrato infantil puede clasificarse según (Larraín & Bascuñan, 2008):

El momento en que se produzca.

Los autores que lo ejerzan.

Las acciones maltratantes concretas efectuadas.

Dependiendo de uno u otro punto de vista, el maltrato adoptará una tipología determinada, la que
se describe como:

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Según el momento en el que se produce, se le ha caracterizado
como prenatal y posnatal, concibiéndose como aquel maltrato
acontecido antes y después del nacimiento, respectivamente.

Según quienes ejerzan el maltrato, este puede ser tipificado


como familiar, extrafamiliar, institucional y social.

Según la acción u omisión concreta maltratante, se ha definido


como tipologías el maltrato fisico, negligencia, maltrato
emocional y abuso sexual.

Al respecto, Soledad Larraín & Carolina Bascuñan (2008) consideran como elementos importantes
de considerarse en cada una de las definiciones según tipología de maltrato los siguientes:

• Maltrato físico: será considerada como maltrato físico toda acción de tipo física realizada de
modo voluntario y que provoca o puede provocar lesiones físicas en un niño o niña.

• Negligencia: descuido u omisión en la atención de necesidades que se debe entregar a un niño,


así como a los deberes de cuidado y protección.

• Maltrato emocional: generalmente constituyen acciones verbales y actitudes hacia un niño


que menoscaben su autoestima y desarrollo psicológico.

• Abuso sexual: toda conducta por medio de la cual un adulto usa a un niño o niña para lograr su
propia estimulación o placer sexual.

3. DEFINICIONES PSICOSOCIALES
El sistema abusivo que caracteriza a las expresiones de maltrato en cualquiera de sus formas, se
da en un contexto social que, en definitiva, lo admite y lo justifica. Considerando la complejidad de
esta realidad es que, la perspectiva psicosocial permite considerar distintos niveles de análisis a
este fenómeno, por cuanto considera la perspectiva del individuo; del microsistema al cual este se
adscribe; de la comunidad en la cual se inserta y los sistemas de creencias y valores del contexto
cultural más amplio que lo rodea. Cada nivel aporta un abordaje más eficiente y, por lo mismo,
queda abierta la posibilidad de conexión importante entre los distintos operadores intervinientes.

Desde esta perspectiva el Programa de Apoyo y Prevención del Maltrato (2007) plantea una
definición de tipos de violencia y grupos más afectados:

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Tipos de violencia Definición

Toda agresión física no accidental, por parte de los padres o


cuidadores que provoque daño físico, lesión o enfermedad en el
Maltrato infantil
niño o adolescente. La intensidad del daño puede variar desde
lesiones leves a lesiones mortales.

Niños que presencian, escuchan u observan situaciones de


Testigos de violencia
violencia entre los padres, cuidadores o entre miembros de la
intrafamiliar
familia.

Situaciones en que los progenitores o cuidadores buscan ventaja


Explotación sexual comercial
económica, forzando a un niño a realizar labores que escapan a
infantil
su etapa de desarrollo vulnerando los derechos del niño.

Cualquier forma de contacto sexual o erotización con un niño


por parte de un adulto sea familiar o no. La intensidad pudiera
Abuso sexual infantil
variar desde exhibición, exposición a situaciones eróticas,
seducción, hasta violación.

Abandono o negligencia en Falta de cuidado físico y protección desde padres o cuidadores


los cuidados hacia un niño.

Es concebido como el fracaso en proporcionar al niño un


entorno adecuado a su etapa evolutiva y una figura de apego
Maltrato psicológico para desarrollar sus competencias sociales y emocionales. Los
actos incluyen: restricción del movimiento, discriminación,
hostilidad, rechazo, ridiculización.

Hostigamiento verbal hacia un niño por medio de insultos,


Abuso emocional
críticas, descalificaciones.

Es importante considerar que, desde la práctica clínica, siempre se van a descubrir conexiones e
interrelaciones entre los diferentes tipos de violencia o malos tratos, situación que, obviamente,
debe llevar a no olvidar que se está frente a un fenómeno complejo. Sin duda, tener presente esto
evita simplificar y fragmentar la realidad, sobre todo ante un fenómeno que requiere tener una
mirada amplia que posibilite observar el “bosque completo”, distinguir las señales de sufrimiento y
efectuar respuestas oportunas de interrupción al daño vivenciado por un niño, niña o adolescente.

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COMENTARIO FINAL
Todo niño, niña o adolescente precisa desarrollarse en un contexto de interacciones que le
posibiliten la asunción de elementos vitales para el logro de su identidad y desarrollo personal.
Esto, sin duda, se ve interferido cuando se tejen relaciones en las que se hace uso de la violencia o
maltrato en cualquiera de sus formas y, por lo cual, es necesario considerar siempre que ningún
tipo de violencia contra un niño, niña o adolescente es justificable.

Existen diversas tipologías de maltrato y también entornos en los cuales se puede manifestar la
violencia hacia niños, niñas o adolescentes, pudiendo presentarse muchas veces una
interconexión que determina en definitiva que, muchas veces, un tipo determinado de violencia
no se presente como fenómeno único, sino junto con otros.

Tener claridad sobre las necesidades que posee todo niño, niña o adolescente según su etapa
evolutiva y de mostrarse sensible a lo que requiere un niño para su desarrollo y bienestar, puede
llevar a advertir con mayor claridad los factores de riesgo que, asociados al niño, familia o
contexto relacional, lo exponen a vivencias maltratantes. Sin duda esta capacidad para detectar
aquellos escenarios en que emergen conductas violentas es un desafío relevante al momento de
afrontar esta temática y favorece la posibilidad de convertirse en un puente de ayuda capaz de
diseñar líneas de acción adecuadas, oportunas y ajustadas en pro de la interrupción y/o detección
situaciones de violencia o maltrato.

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