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Introducción:
El objetivo de este trabajo práctico es comprender desde la perspectiva de las personas
con discapacidad estos cuarenta años de democracia. Como la sociedad ve a las personas
con discapacidad y los cambios que han surgido en el transcurso de estos últimos años.
● Las políticas de los 80’ y 90' no eran otra cosa que la continuación y la
profundización de las neoliberales de la última dictadura cívico-militar. Todo un
entramado discursivo e ideológico definía a la persona con “discapacidad” y las
posibilidades de su integración social y cultural. En 1987 se crea la Comisión
Nacional Asesora para la Integración de Personas Discapacitadas (Decreto 1101/87,
1987) y 1994 es declarado como el “Año de la plena integración para las personas
con discapacidad” (Decreto 1027/94.)
Sin embargo a pesar de estas acciones sociales, se construyeron a través del tiempo
parámetros y estereotipos para categorizar a las personas que tienen alguna deficiencia
motriz o mental.
Era común en un pueblo hablar del “tonto” o de “la tonta del pueblo” en referencia a las
personas con discapacidad mental e incluso ocultarlas de los demás por que generaban un
pánico moral. Esto también se manifestaba en las Políticas Públicas destinadas a estas
personas que eran prácticamente inexistentes, y las que había, tenían un carácter
marcadamente asistencialista.
A través del discurso social el concepto de las personas con discapacidad psíquica tenía y
tiene su reflejo en el uso de un lenguaje ofensivo y discriminatorio. Palabras como
imbéciles, idiotas, tontos, retrasados, y muchas más, son sobradamente conocidas.
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Dentro de las discapacidades, las personas con síndrome de Down, probablemente por
sus rasgos físicos característicos han tenido sus propias denominaciones mogólicos o
mogólicas.
Tampoco las personas con discapacidad física o sensorial se han librado de ser designados
con términos despectivos, lisiado o lisiada, mancos o deformes. Y para quienes tuvieran
una enfermedad mental, gente loca, o ida de cabeza. Estas equivalencias discursivas se
naturalizaron y configuraron socialmente generando y reproduciendo diferencias y
discriminación.
A lo largo del tiempo las personas con discapacidad han superado barreras y prejuicios
sociales, luchan día a día por un cambio en sus vidas, una inclusión más justa con los
mismos derechos que las personas llamadas “NORMALES”.
En el texto, “Mostrar lo no dicho” el autor Sergio Caggiano afirma: “Las imágenes visuales
juegan un papel clave en nuestra percepción y valoración del entorno social y de las demás
personas. Medios de comunicación, libros ilustrados, carteleras en la calle, exposiciones y
sitios de Internet son apenas algunos de los dispositivos que nos ofrecen un mundo de
imágenes públicas en el que vernos y ver a los/as otros/as. ¿Quién es quién en esos
paisajes visuales? ¿Qué caras y qué cuerpos son mostrados y de qué manera”? Las
siguientes imágenes fueron el resultado de una búsqueda realizada en google de la
palabra” MOGOLICO”. Este es un claro ejemplo de cómo se identifica a las personas
discapacitadas con un significado que prolifera en las relaciones sociales.
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En Argentina, tras un estudio realizado en 2002-2003, que tuvo como objetivo cuantificar y
caracterizar a las personas con discapacidad en torno a su desenvoltura en la vida cotidiana
dentro de lo físico y social, que fue realizado por la Encuesta Nacional de Personas con
Discapacidad (ENDI). Este estudio analizó tanto a las personas con discapacidad como a sus
familias pero no tuvo en cuenta centros de internación.
Los resultados de la encuesta muestran que en uno de cada cinco hogares del país reside por
lo menos una persona con discapacidad. Esta prevalencia es levemente superior en las
mujeres (7,3%) que en los varones (6,8%). Los más afectados son de un rango de edad de 65
o más que representan el 47%. El tipo de mayor discapacidad es la motora con el 39,5%
(donde el 61,6% es por miembros inferiores) y el 15,1% mental (63,2% padece retraso mental y
36,8%, psicosis infantil o autismo). De todas estas personas analizadas el 73,9% solo tiene una
discapacidad, el 20,1% cuenta con dos discapacidades y el 5,9% padece de tres o más
discapacidades. Pero, para el 47% del total su condición se debe por una enfermedad, solo el
12,8% es por nacimiento y el resto es causado por distintas razones; accidente laboral (5,0%),
accidente doméstico (4,0%), accidente de tránsito (2,3%) y algunos no saben la causa (9,2%).
En vista de esto, las personas que cuentan con obra social son el 60% y las poseen el
certificado de discapacidad son del 14,6% y otras 3,6% desconocen de él.
Otro tema a tratar es el estrecho vínculo que hay entre las personas que sufren alguna
discapacidad con la pobreza por la escasa participación en el mercado laboral. Aunque el
problema no es fácil de tratar porque los buscan trabajadores consideran que las PCD no
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tienen conocimiento ni adiestramiento suficientes, por lo tanto tienen una baja productividad y la
demanda de este tipo de trabajadores tiende a ser menor. Sin embargo, los Trabajadores con
Discapacidad (TCD) si cuentan con los conocimientos necesarios, una suma lealtad y bajas
tasas de ausentismo.