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Aplicación del tipo penal de desobediencia e insubordinación: estudio de casos zona 16-

policía

MAURICIO OTÁLVARO GÓMEZ 1


MILENA ROCHEL RODRÍGUEZ 2

Resumen
La fuerza pública tiene una función disuasiva, preventiva y represiva, pues los fines
superiores la responsabilizan de la defensa nacional, la independencia e integridad territorial, de
asegurar la convivencia pacífica, y del ejercicio de derechos y libertades ciudadanas.
De igual forma, el fuero penal militar es constitucionalizado en el artículo 221 superior, al
ser desarrollado por la Ley 522/99 y la Ley 1407/10, Código Penal Militar y Policial, en los cuales
se definen, entre otras conductas, los delitos contra la disciplina como la desobediencia y la
insubordinación.
En el marco de esta normativa, existen contradicciones evidentes en la aplicación de estos
dos delitos en la zona 16, componente policía, las cuales generan desgastes innecesarios en la
administración de justicia, con la consecuencia directa de impunidad para el involucrado, pues al
haberse abordado el descontento desde el punto de vista penal militar, se prescindió de darle trámite
a través del proceso disciplinario, en donde el resultado hubiese sido la imposición de una sanción.
Abstract
The public force has a dissuasive, preventive and repressive function, since the higher
purposes make it responsible for national defense, independence and territorial integrity, to ensure
peaceful coexistence, and for the exercise of citizens' rights and freedoms.
The military criminal jurisdiction is constitutionalized in Article 221 above, being
developed by Law 522/99 and Law 1407/10, Military and Police Criminal Code, which defines,
among other behaviors, crimes against discipline such as disobedience and insubordination.

1
Abogado de la Universidad Mariana, estudiante de la especialización en Probatorio, Procesal y Oralidad,
Universidad Libre. Artículo presentado en el marco de la línea de investigación derecho y problemática social,
sublínea sistemas procesales, probatorios e interpretativos del derecho.
2
Abogada de la Universidad Areandina, estudiante de la especialización en Probatorio, Procesal y Oralidad,
Universidad Libre. Artículo presentado en el marco de la línea de investigación derecho y problemática social,
sublínea sistemas procesales, probatorios e interpretativos del derecho.
Within the framework of this regulation, there are evident contradictions in the application
of these two crimes in zone 16, the police component, which generate unnecessary wear and tear
on the administration of justice, with the direct consequence of impunity for the person involved,
since having addressed the discontent from the military criminal point of view, it was dispensed
with to process it through the disciplinary process, where the result would surely have been the
imposition of a sanction.
Palabras clave
Desobediencia, insubordinación, jerarquía, superior, orden, disciplina, fuero, fines,
violencia, fuerza.
Keywords:
Disobedience, insubordination, hierarchy, superior, order, discipline, jurisdiction,
purposes, violence, force.
Introducción
El acontecer diario en la jurisdicción penal militar deja ver que existe cierto grado de
dificultad por parte de la estructura policial y de algunos operadores jurídicos de la zona 16,
componente policía, para aplicar e interpretar los tipos penales de desobediencia e insubordinación.
El presente artículo cobra gran relevancia, puesto que, de su análisis, se pudo establecer
que existe una aplicación inadecuada al bien jurídico tutelado de la disciplina, en cuanto a lo que
se refiere en el delito de desobediencia e insubordinación por parte de la estructura policial y de
algunos operadores jurídicos. De esta manera, el interrogante que permite realizar esta reflexión
es: ¿cuáles son las contradicciones encontradas en la aplicación del tipo penal de desobediencia e
insubordinación en las investigaciones desarrolladas por la justicia penal militar, zona 16,
componente policía, para el periodo 2016-2018?
Para responder esta pregunta, es indispensable realizar una inmersión bibliográfica, en la
cual se revisan textos: “Las conductas punibles y faltas contra la disciplina y el servicio en La
Justicia Penal Militar” y “Responsabilidad penal del militar en razón a las órdenes impartidas por
el superior”, en los cuales se establecen diferencias significativas en el ordenamiento penal militar
y policial y el militar disciplinario; por lo cual queda clara la necesidad que las órdenes impartidas
se relacionen con el servicio y sean expedidas al guardar las formalidades legales, si se pretende
que puedan llegar a generar responsabilidad disciplinaria o penal.
Finalmente, se realiza una revisión normativa, reglamentaria y jurisprudencial, además, de
un estudio de casos, para apreciar en la práctica los componentes del fuero militar, el bien jurídico
disciplina y la forma como se aplicaron los tipos penales de estudio, para así dar una respuesta a la
pregunta problema.
Aproximaciones conceptuales y constitucionales en la justicia penal militar
A través de un estudio documental y al emplear un análisis de casos en la zona 16, se
pretende mostrar, a todas aquellas personas involucradas en la aplicación de la justicia penal militar
y estudiosos del área, cómo se presenta una dificultad interpretativa, en cuanto a la aplicación de
los tipos penales de desobediencia e insubordinación, por parte de la estructura policial y de algunos
operadores jurídicos de esta zona; al partir, en algunos de los casos, desde la elaboración del
informe de los hechos y al sobrepasar el filtro de la etapa de instrucción, lo que ha conllevado a
mover inoficiosamente el aparato judicial y con ello a un desgaste innecesario en la administración
de justicia.
Con el ánimo de contextualizar al lector, se retomaron investigaciones anteriores, que
resultan ser las más cercanas al objeto de estudio de este artículo, con el fin de ser abordado con
una mayor fundamentación teórica acerca del ejercicio de la justicia penal militar. De esta forma,
se encontró la investigación “Las conductas punibles y faltas contra la disciplina y el servicio en la
Justicia Penal Militar” y el Reglamento de régimen disciplinario, en donde se desarrolla un paralelo
entre el ordenamiento penal militar y el militar disciplinario, para establecer las diferencias
interpretativas de cómo abordar el tema en una y otra jurisdicción, pues para ambos regímenes
sancionatorios el bien jurídico protegido es la disciplina, materializada en las órdenes –el medio
natural de comunicación entre el subalterno y el superior, y el mecanismo a través del cual se
materializa el servicio, y con ello, las funciones preventivas, ejecutivas y sociales impuestas por la
Constitución en sus artículos 217 y 218, a su vez, nutridos por los fines del Estado, contemplados
en los artículos 1 y 2 Superior (Vásquez & Gil, 2016).
En este sentido, la investigación “Responsabilidad penal del militar en razón a las órdenes
impartidas por el superior” enfatiza en el hecho de que para que las órdenes generen
responsabilidad disciplinaria y penal al no ser obedecidas o rechazadas, se requiere que sean
expedidas con formalidades legales y que se relacionen con el servicio; pero si estas contradicen la
Constitución o se imparten desde la fuerza insuperable, bajo ninguna circunstancia generarán
responsabilidad para el emisor de la misma (Jaimes & Rojas, 2011).
De la exploración bibliográfica realizada, se infiere la falencia de estudios serios que
aborden los tipos penales militares auscultados, lo que conlleva a que este examen contribuya a
llenar el vacío del conocimiento que existe del tema, lo que genera un material de consulta
novedoso y, además de ello, dada la especialización de la jurisdicción penal militar, el artículo
arroja luces a toda la comunidad académica que guste de explorar esta temática en particular.
Por lo anterior, el tema de investigación deductivamente delimita a la legislación penal
militar interna, al partir de la Constitución Nacional, los Códigos Penales Militares vigentes, la Ley
1058/2006, el procedimiento penal militar para delitos especiales, el estatuto de carrera para
uniformados de la Policía Nacional, el reglamento del servicio de policía, el reglamento de
supervisión y control de servicios de policía, así como de la jurisprudencia constitucional que trata
el bien jurídico militar, la disciplina y las órdenes.
Lo antes mencionado permite establecer cuál es la correcta aplicación de los tipos penales
en cuestión. De igual manera, gracias al estudio de casos desarrollados por la justicia militar, zona
16 (componente policía), para el periodo 2016-2018, junto con la jurisprudencia que regula el
fenómeno de estudio, se triangula la información, en aras de establecer si, en efecto, se está
confundiendo o se da una incorrecta aplicación a los tipos penales en cuestión.
La justicia penal militar es una jurisdicción desconocida en su hermenéutica jurídica, por
lo que este artículo contextualiza a la comunidad académica, al mando policial, a los operadores
jurídicos, y demás actores interesados en el tema, sobre la importancia de dominar habilidosamente
la disciplina como bien jurídico tutelado en los tipos penales de desobediencia e insubordinación;
pues esta no solo es fundamental para la institución castrense, sino que impide que sus destinatarios
cumplan a cabalidad con el rol que les corresponde en la investigación cuando no se comprende de
forma adecuada desde qué circunstancias puede verse afectada, lo que conlleva no solo a que se
produzcan desgastes innecesarios en el aparato judicial, sino a que se perturbe el buen ejercicio de
la administración de justicia.
Fundamentos constitucionales: razón de ser de la fuerza pública
La Constitución impone al Estado cuáles deben ser sus fines, además, les exige a todas las
instituciones que se desprenden de él que, con base en dichos fines, diseñen su actuar, puesto que
en su aplicación buscarán materializar derechos y libertades para que los asociados puedan vivir
con dignidad y en pacífica convivencia.
Así pues, la sociedad colombiana para apalear penurias sociales, económicas, culturales,
etc., crea un modelo de Estado que satisface necesidades sociales: el Estado Social Democrático
de Derecho, fundado en el respeto a la dignidad humana, el trabajo, la solidaridad y la prevalencia
del interés general, como lo dice el artículo 1º constitucional. A su vez, estos se convierten en fines
materializados por la función pública al tomar individuos y envestirlos de autoridad para que se
concreticen estos fines, al facilitar y proteger la dignidad humana, mientras se garantiza la
participación en las decisiones importantes, al promover, defender y auspiciar el desarrollo de los
derechos y las libertades públicas, lo que logra la prosperidad de los asociados y la materialización
de la convivencia pacífica y de un orden justo para todos sus afiliados, como lo reza el artículo 2º
constitucional.
Existe una estrecha relación entre los fines del Estado y los medios para lograrlo, al
depender de la decisión ciudadana. Estos son limitados por la Constitución y por la Ley, como lo
ordenan los artículos 3º y 4º; por ello, los ciudadanos solo responden ante las autoridades por
infringir la Constitución y las Leyes, mientras que los servidores públicos responden por estas y
por hacer o dejar de hacer lo debido, como lo dice el artículo 6° de la Constitución.
Entre las instituciones encargadas de defender a los asociados se encuentran las que
administran justicia de manera permanente; unas de estas son las altas Cortes, la Fiscalía como ente
acusador natural, los Tribunales, los jueces y la Justicia Penal Militar, entre otras instituciones
listadas en el artículo 116 de la Constitución Política.
Las instituciones anteriores materializan el poder punitivo estatal, al defender derechos y
libertades ciudadanas, incluso al presunto contraventor o agresor social, al garantizarle un juicio
justo, claro, preciso y respetuoso de los derechos humanos, mientras se cumple el debido proceso,
desarrollado en el artículo 29.
No obstante, hay asociados de condición especial, como los integrantes de la fuerza pública,
los uniformados de las Fuerzas Militares y los de la Policía (definidos por el artículo 216 de la
Constitución Política de Colombia), a quienes se les prepara física y mentalmente para defender la
soberanía nacional, la integridad territorial, la Constitución, los derechos y las libertades públicas,
al exigírseles, incluso, el sacrificio máximo en pro de la defensa de tales fines constitucionales.
Ante dichas peticiones especiales, no reclamadas a un ciudadano cualquiera, se les demanda
un perfil definido en la ley y atado a valores castrenses como: la obediencia, la subordinación, la
responsabilidad, el valor, la fidelidad patriótica a la Constitución, la Ley y los reglamentos; para
ello se establece una jurisdicción especial, en donde estos concurran y se puedan revisar sus
actuaciones para determinar si merecen o no reproche en caso de acción, omisión o extralimitación
en sus funciones constitucionales (Cermeño, 2004).
Es así que, con el interés de materializar mandatos superiores como el de juez natural, los
fines de la fuerza pública (art. 217 y 218 CN) y la constitucionalización de la jurisdicción penal
militar (art. 221 CN), materializada en el artículo 16 de la Ley 522 de 1999 y el artículo 13 de la
Ley 1407 de 2010, se dispone que ante la posible comisión de un hecho punible, los miembros de
la fuerza pública sean juzgados por jueces y tribunales militares y policiales, no como un privilegio,
sino dado que a un juez ordinario le sería complicado ubicarse en un escenario bélico o de
restablecimiento del orden público; por lo que tal justicia especializada actúa excepcionalmente,
siempre que las conductas sean propias del servicio y estuvieren encaminadas a materializar los
fines del Estado. De lo contrario, la justicia penal ordinaria es la llamada a conocer, al ser este el
sustento del fuero penal militar.
Aspectos legales y normativos de la justicia penal militar
La constitucionalización del fuero penal militar exige del legislador un desarrollo legal para
garantizar que al uniformado se le juzgue según su condición especial como servidor público, de
acuerdo con su jerarquía y grado, por ello se expide el Código Penal Militar y otras normas. Desde
el aspecto legal, la Ley 522 de 1999, Código Penal Militar, estableció como su destinatario el
uniformado en ejercicio funcional, siempre que su conducta se relacione con los fines
constitucionales, bien sea fuerzas militares o policiales.
Dicha ley definió lo adjetivo y la competencia de los jueces, encabezada en la Corte
Suprema de Justicia, tribunal superior, jueces de instancia, fiscales y jueces de instrucción. En
cuanto a la policía, se cuenta con un juez de dirección, inspección, de metropolitanas y de
departamentos, los cuales presenta una relación horizontal entre ellos (art. 250 y s.s. CN). Respecto
de los jueces instructores, estos son quienes investigan todos los delitos de conocimiento de la
jurisdicción, cualquiera que sea el lugar del hecho; debido al grado o jerarquía del implicado son
instructores, los magistrados de la Sala Casación Penal de la Corte Suprema, magistrados del
Tribunal Superior Militar y los jueces de Instrucción Penal Militar (artículo 263 y s.s.,CN).
Por su parte, la Ley 1407/2010, nuevo Código Militar, en su artículo 96 definió la
desobediencia como “El que incumpla o modifique una orden legítima del servicio impartida por
su respectivo superior de acuerdo con las formalidades legales, incurrirá en prisión de dos (2) a tres
(3) años” (Ley 1407, 2010, art. 96). De igual forma, el artículo 98 definió la insubordinación de
esta manera:
El que mediante actitudes violentas en relación con orden legítima del servicio emitida con
las formalidades legales, la rechace, impida que otro la cumpla, o que el superior la imparta,
o lo obligue a impartirla, incurrirá en prisión de tres (3) a seis (6) años. (Ley 1407, 2010,
art. 93)
Por último, se cuenta con el Decreto 1791 de 2000, estatuto de carrera del personal de
oficiales, nivel ejecutivo, suboficiales y agentes de la Policía, que define la jerarquía y el escalafón,
que en su artículo 5.º estableció factores que inciden sustancialmente en las relaciones funcionales
entre superiores y subalternos, debido al grado, la antigüedad o la jerarquía (Decreto 1791, 2000,
art. 5).
Aspectos Reglamentarios de la justicia penal militar
No hay servidor público sin reglamento y manual de funciones, por ello la policía cuenta
con un gran número de reglas que definen el servicio, el cómo prestarlo y por quién; desconocerlos
genera acciones penales o disciplinarias, según sea el fin buscado.
De esta forma, la Resolución 00912/2009, Reglamento del servicio de policía, permite
materializar los fines constitucionales policiales, al concretar las capacidades preventivas,
disuasivas, ejecutivas y de control policial. En el artículo 35 y 36, dispone que el servicio de policía
busca mantener y garantizar el ejercicio de libertades públicas y la convivencia pacífica, gracias a
las actuaciones comunitarias, preventivas, ejecutivas, educativas y solidarias, para asegurar la
convivencia y el orden público, mientras auxilia la rama judicial y ejecutiva, y facilita la solución
de conflictos debido a la mediación y la conciliación (Resolución 00912, 2009, art. 35 y 36).
Por su parte, la Resolución 03514 de 2009, Reglamento de supervisión y control de
servicios de policía, parametriza el servicio de policía en el territorio nacional y de los que se
encuentran en comisión en el exterior. Por ello, el artículo 5 establece el concepto de orden como
un mandato dado por la autoridad competente a un funcionario de la Policía Nacional, que es de
obligatoria observancia; que debe estar fundada en la ley o el reglamento; que es precisa, clara y
de posible cumplimiento; debe de estar dirigida a una persona o un grupo individualizado de
personas; debe ser motivada y estar escrita o verbal (Resolución 03514, 2009, art. 5).
Además de ello, la orden es obligatoria, impugnable por vía jerárquica y si es ilegal, acarrea
responsabilidad disciplinaria y penal, en algunos casos, para el funcionario emisor; de igual forma,
debe ser comunicada mediante un medio idóneo, debe fijársele un plazo para su cumplimiento y
admite ser revocada.
Evolución en los fundamentos jurisprudenciales
Si bien es cierto que existen los códigos militares, estos se desarrollan en la medida en que
los jueces los aplican, por lo que la Corte Constitucional y la Corte Suprema de Justicia marcan
líneas de interpretación de obligatorio cumplimiento para sus jueces subordinados; de esta forma
han promulgado sentencias que definen cómo interpretar y aplicar el fuero militar, el bien jurídico,
la disciplina y cómo abordar los delitos hoy escudriñados.
Desde la jurisprudencia, el concepto de fuero militar, en la Sentencia C-358/97, se definió
como una excepción, pues en los casos en donde no sean claras las condiciones de aplicación,
prima la competencia de la justicia penal ordinaria; al respecto, los elementos que deben estar
presentes para que opere el fuero militar son dos:
(i) el carácter subjetivo, pertenecer a la institución castrense y ser miembro activo de ella;
(ii) el carácter funcional, el delito debe tener relación con el servicio, puesto que exigir que
la conducta punible tenga una relación directa con una misión o tarea militar o policiva
legítima, permite dar aplicación a la especialidad y evitar que el fuero militar se convierta en
un privilegio. (Corte Constitucional, Sentencia C-358, Sala Disciplinaria, 1997)
En otras palabras, de lo expuesto por la Corte, para que un delito sea de competencia penal
militar, debe existir un vínculo de origen entre él y la actividad del servicio; es decir, el punible surge
de la extralimitación o de un abuso de poder dentro de la actividad funcional propia de las fuerzas
armadas, más aún, el lazo entre el delito y la actividad propia del servicio será próxima, directa, no
hipotética ni abstracta. Esto es que el exceso, la omisión o la extralimitación tengan lugar por la
realización de una tarea legítima establecida en la constitución para la fuerza pública.
Aunado a lo anterior, un delito de lesa humanidad resulta extraño a la función constitucional
y jamás tendrá relación con actos propios del servicio, debido a que su comisión repudia el vínculo
entre la conducta del actor, la disciplina y la función constitucional; por lo tanto, tales delitos
perpetrados por funcionarios de la fuerza pública y que se contemplan como de lesa humanidad no
son de competencia de la justicia penal militar.
Ahora, la Sentencia C-878/00 establece cuándo una conducta es propia o no al fin policial;
hay fuero militar cuando el delito tiene relación con el servicio, cuando su actuar se oriente a
cumplir con fines propios de la fuerza pública: “defensa de la soberanía, la independencia, la
integridad del territorio nacional y del orden constitucional –y de la policía nacional– mantenimiento
de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas y la convivencia
pacífica” (Corte Constitucional, Sentencia C-358, Sala Disciplinaria, 1997), . Además, frente al
ataque, al artículo 3 de la ley 522 de 1999, dispone que en ningún caso podrán considerarse como
relacionados con el servicio: la tortura, el genocidio y la desaparición forzada, entendidos en los
términos definidos en los convenios y tratados internacionales ratificados por Colombia (Corte
Constitucional, Sentencia C-878, Sala Plena, 2000).
De igual manera, la Sentencia C-709/2002 permite entender lo siguiente:
El derecho penal militar es un derecho especial y que la mayoría de los delitos
comprendidos en el Código Penal Militar suponen la infracción grave de los deberes
especiales que se relacionan con la disciplina a la cual están obligados los uniformados y
con los deberes especiales, en relación con su servicio; precisamente por ello, el legislador
les ha otorgado un plus de antijuridicidad, al excluirlos de los beneficios o subrogados
penales. (Corte Constitucional, Sentencia C-709, Sala Plena, 2002)
La disciplina, el servicio, el honor militar y policial, los bienes del Estado destinados a la
seguridad y defensa nacional y la seguridad de la fuerza pública son bienes jurídicos:
Que buscan garantizar la estructura de la institución militar, al mantener un nivel de
exigencia superior en la conducta y el comportamiento de los miembros de las fuerzas
militares, para que puedan cumplir adecuadamente su función de garantizar la subsistencia
del ordenamiento constitucional. (Corte Constitucional, Sentencia C-709, Sala Plena, 2002)
Por su parte, el concepto de disciplina es abordado con soltura en la Sentencia T-152/2017:
el bien jurídico disciplina es una condición básica para el buen funcionamiento de la institución
policial, que implica el respeto por disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias, las
cuales demarcan el deber profesional diario de estos servidores. No obstante, dicho bien jurídico
tiene entre otros límites, se le reserva al subalterno la potestad de no obedecer las órdenes ilegítimas
que dicten los superiores jerárquicos y que sean violatorias a los derechos fundamentales de los
asociados (Corte Constitucional, Sentencia T-152, Sala Tercera de Revisión, 2017).
T 152 -
C 709 - 2017
2002
C 878 -
2000
T 358
- 1997

Nótese entonces, cómo la jurisprudencia constitucional ha desarrollado temas transversales


que ocupan a la jurisdicción castrense, entre otras tantas. Estas resultan de interés académico para
este artículo, por el desarrollo del fuero con la Sentencia T-358/97, al complementarlo con la C-
878/00, en donde se hace referencia a los beneficios que pueden llegar a lograr el uniformado y,
por último, la Sentencia T-152/17, que desarrolla el concepto de disciplina y sus implicaciones en
la fuerza pública. Tales contextos resultan importantes, debido a que demarcan cuándo avocar al
fuero militar, definen la disciplina y su entorno de interés, y aclaran cuáles son los fines de la
fuerza.
Bien jurídico y comprensión de los tipos penales de estudio
El desempeño diario de un miembro de la fuerza pública permite recordar que vive dentro
de una estructura jerarquizada, con base en la disciplina y el cumplimiento de las órdenes, que
tienen por fin defender la Constitución, la ley, la soberanía, la independencia nacional, las
instituciones, garantizar el ejercicio de derechos y de libertades públicas, y propender por la
convivencia pacífica de las personas.
Ahora, las fuerzas militares, en su régimen disciplinario (Ley 836 de 2017, art. 3),
definieron la disciplina como “el conjunto de normas de conducta que el militar debe observar en
el ejercicio de su carrera y condición esencial para la existencia de la fuerza”; complementada con
el art. 6, numeral 21, de la misma norma: “es el pleno acatamiento a las órdenes y deberes
impartidos para alcanzar los fines […]”. Además, el cuerpo policial, en su Ley 1015 de 2006
artículo 25, dijo que “la disciplina es una de las condiciones esenciales para el funcionamiento de
la institución policial que implica observar disposiciones constitucionales, legales y
reglamentarias”.
Atendiendo al contexto que ciñe este artículo, es oportuno atar el concepto de disciplina
con las órdenes, al ser estas últimas el medio de comunicación entre los subalternos y superiores
jerárquicos. Las órdenes materializan la disciplina, pues para las fuerzas militares son la
manifestación externa del superior con autoridad, que se debe obedecer, observar y ejecutar,
además, estas deben ser legítimas, lógicas, oportunas, claras, precisas, concisas y relacionadas con
el servicio o fin superior (Ley 836, 2017, art. 9). De igual forma, dentro del ámbito policial, en la
Ley 1015 de 2006, en su artículo 28, se define la orden en los mismos términos que la Ley 836/17.
Por otra parte, cabe resaltar que la Corte Constitucional ha sido enfática en cuanto a la disciplina
militar se refiere:
En efecto, esta Corporación ya había señalado que, como es necesario conciliar la disciplina
castrense con el respeto de los derechos constitucionales, es inevitable distinguir entre la
obediencia militar “que se debe observar por el inferior para que no se quiebre la disciplina
y la que, desbordando las barreras del orden razonable, implica un seguimiento ciego de las
instrucciones impartidas por el superior”. (Corte Constitucional, Sentencia C-225, Sala
Plena, 1995)
El cuerpo colegiado pretende decir que, si bien es cierto la base de la vida castrense es la
disciplina canalizada en las órdenes, se debe recordar que la fuerza pública está integrada por
personas susceptibles de yerros y fallas. Por ello, a pesar de conocer su profesión, no siempre se
someten a la disciplina y terminan, entre otras conductas humanas reprochables, incumpliendo
órdenes; tal fenómeno es conocido como desobediencia y la insubordinación.
La desobediencia es reconocida en la Ley 1407/2010, nuevo Código Penal Militar, el cual
reza “El que incumpla o modifique una orden legítima del servicio impartida por su respectivo
superior de acuerdo con las formalidades legales, incurrirá en prisión de dos (2) a tres (3) años”
(art. 96).
Para entender tal conducta y adecuarla, debe ser descompuesta, por ello es sujeto activo
quien materializa la conducta, calificado por ser un servidor público que pertenece a la fuerza
pública; el sujeto pasivo corresponde a la persona natural o jurídica vulnerada, al ser el Estado
quien, al convertirse en persona jurídica, configura un vínculo jurídico con el servidor público-
uniformado; este último es quien genera la ofensa. Por su parte, el bien jurídico es la disciplina,
conocida como norma de conducta militar para mandar y obedecer; verbo rector, modificar,
entendido como cambiar el sentido de la orden (Real Academia Española [RAE], s.f.a.) y del verbo
incumplir, materializado cuando no se ejecuta lo ordenado (Real Academia Española [RAE],
s.f.b.); en complemento, el objeto jurídico son las órdenes, las cuales entran en riesgo, definidas
como la manifestación externa del superior jerárquico que se debe acatar y obedecer.
Al respecto, la Sentencia C-578/95 define de manera clara los elementos para que una orden
sea legítima del servicio:
a) no ser contraria al orden superior, pues de contrariarla, el emisor estaría excediendo la
órbita de competencia, porque quien no puede lo más, no puede lo menos; b) que no viole
la Constitución Nacional, la ley y los reglamentos, puesto que el miembro de la fuerza
pública jura respetar la constitución, la ley y los reglamentos, por lo que sería un
contrasentido que en el fregar diario de la vida castrense se permita ir en contravía de los
fines institucionales para la cual fueron creadas dichas instituciones; c) no exceder los
límites de la competencia del emisor y del ejecutor, por lo que el superior debe prever no
contrariar el orden superior, la Constitución Nacional, la ley o el reglamento, o que implique
ordenar dentro de lo que por su función operativa o administrativa le corresponda; de igual
manera, aplica para el subalterno, debido a que al ejecutar la orden de hacer o no hacer, esta
debe orbitar dentro de las funciones administrativas u operativas que le han sido asignadas.
(Corte Constitucional, Sentencia C-578, Sala Plena, 1995).
De igual manera, la sentencia antes citada, establece cuándo se cumple con las formalidades
legales para que una orden genere poder vinculante sobre el receptor de esta:
a) será escrita, es decir, que obre en documento u oficio, acto administrativo, el cual debe
ser oportunamente comunicado, al ser en ese momento cuando nace el poder vinculante de
la orden; b) sea clara y precisa, quien la debe ejecutar tiene claro, sin espacio a confusiones,
qué debe hacer o no; c) directa, se deja en claro quién la ejecutará; d) de posible
cumplimiento, está claro lo que se debe hacer y no viola la disposición legal o
reglamentaria; e) lo ordenado se encamina a cumplir los fines estatales para los cuales fue
creada la fuerza pública, establecido de manera expresa por el artículo 217 y 218 de la
Constitución Política; por lo que toda orden legítima y formal deberá perseguir la protección
de la soberanía nacional, la independencia y el orden constitucional, facilitar el ejercicio de
derechos y libertades, y asegurar la convivencia pacífica de todas las personas residentes en
el país. (Corte Constitucional, Sentencia C-578, Sala Plena, 1995).
Comprendida la esencia del delito de desobediencia y los elementos que lo componen, es
importante resaltar que no toda orden se debe cumplir o ejecutar, por lo cual, no toda orden se
constituye, a la luz de la doctrina y la jurisprudencia, en una orden legítima del servicio dada por
un superior jerárquico e impartida con las formalidades legales, que generará una acción penal;
valga de ejemplo, incumplir las órdenes que buscan el buen gobierno y la convivencia en una
unidad militar o policial, si bien merecen reproche disciplinario, no merecen un reproche penal,
puesto que no van en contra de los fines constitucionales.
Bien, ante la insubordinación, este es un tipo penal nacido de la protección del bien jurídico,
la disciplina, materializada en las órdenes; incumplirlas motiva la persecución penal o disciplinaria
por parte del Estado, puesto que no acatar la orden o modificarla involucra investigar al subalterno
infractor por desobediencia, pero si el actor se vale de la violencia, se verá inmerso en el tipo penal
de insubordinación, encontrado en la Ley 1407/10, parte especial, título I, delitos contra la
disciplina, capítulo I:
Artículo 93. Insubordinación. El que mediante actitudes violentas en relación con orden
legítima del servicio emitida con las formalidades legales, la rechace, impida que otro la
cumpla, o que el superior la imparta, o lo obligue a impartirla, incurrirá en prisión de tres (3) a
seis (6) años. (Ley 1407, 2010, art. 93)
Respecto de los elementos: el sujeto activo, el cual resulta ser indeterminado, calificado de
condición especial, es decir, servidor público miembro activo de la fuerza pública y su actuar estar
ligado al cumplimiento de los fines constitucionales de la fuerza pública (art. 1, 2, 4, 217 y 218
superior). Será sujeto pasivo, además de ser uniformado en ejercicio de funciones, deberá
accesoriamente estarse a la línea de mando y ser superior jerárquico del actor, además, es de tener
en cuenta que el superior al momento de transmitir la orden, en sí mismo, representa al Estado,
quien en últimas resulta ser el titular del bien jurídicamente protegido. Regresando a la víctima, el
superior debe contar con la atribución de mandar, de disponer, de imponer disciplina y es por ello
que se convierte en la víctima directa e inmediata, quien verá sometida su voluntad por la amenaza
o coacción física del agente, violencia en general que le resultará imposible de resistir.
Serán verbos rectores de la acción reprochable, rechazar, impedir y obligar. En este sentido,
rechazar es “contradecir lo que alguien expresa, no admitir lo que propone u ofrece o denegar algo
que se pide” (Real Academia Española [RAE], s.f.c. párr. 1), por lo que, en el contexto de este
artículo, puede entenderse como sinónimos rehusarse, refutar, rebatir, contestar u oponerse a la
orden impartida por un superior jerárquico. Ante la acción impedir, se define como “estorbar o
imposibilitar la ejecución de algo” (Real Academia Española [RAE], s.f.d. párr. 1); respecto del
ámbito castrense, impedir implica imposibilitar que otro ejecute o que un superior manifieste su
ejercicio de autoridad, bien sea por medios psicológicos o físicos sobre la víctima. Ante el verbo
obligar, “significa forzar a alguien a que haga algo, siempre se construirá con el complemento
introducido por a, que expresa la obligación” (Real Academia Española [REA], s.f.e. párr. 1), tal
obligación debe ser manifiesta por la violencia sobre el sujeto pasivo.
Frente a los elementos normativos que componen el tipo penal de estudio, “[…] mediante
actitudes violentas en relación con orden legítima del servicio emitida con las formalidades legales,
[…]”, (subrayado fuera de texto) (Portal Encolombia, s.f. párr. 1); se desarrollaron al estudiar los
elementos normativos de la desobediencia.
Como último elemento normativo, los actos violentos; etimológicamente, la violencia
procede del latín violentia, que a su vez está compuesta por el latín vis, que significa fuerza y
olentus, que expresa abundancia, lo que traducido significa: actuar con mucha fuerza o fuerza
abundante (Portal Etimologías, 2020).
Entonces, el fin de la fuerza o la violencia es lograr consentimiento ilegítimo de la víctima,
pues la fuerza en sí misma no vicia, lo que se vicia es el resultado logrado sobre la víctima al
afectarse su ánimo y voluntad, puesto que al dejar de aplicar esa fuerza, el sujeto pasivo actuaría
de manera diferente.
Recuérdese que el sujeto activo requiere de la voluntad de contrariar, refutar u oponerse a
la orden dada por su superior, al valerse de la violencia; lo cual conlleva a concluir que la
insubordinación necesita de una voluntad inequívoca, acompañada de violencia dirigida a lograr
un resultado, bien sea el de rechazar, impedir u obligar al superior o compañero para que se cumpla,
no se cumpla, se imparta o no se imparta el orden, relacionado con el servicio emitida con las
formalidades legales.
De esta forma, la fuerza o violencia puede ser moral o física. Es moral cuando la presión
psicológica desvía la voluntad del sujeto pasivo, por el temor causado por la amenaza, intimidación
o amago de daño, al no ser otra cosa que la coacción de la voluntad por temor a sufrir un daño
grave e irreparable; tal coacción no priva a la víctima de hacer lo correcto, lo que limita es el temor,
es la acción violenta sobre la voluntad de la víctima. Por tanto, se requieren unos presupuestos para
que la fuerza sea insuperable, entre ellos: (a) que el mal sea inminente en su realización; (b) que el
mal sea grave; (c) que el mal sea injusto; (d) que el mal no pueda evitarse sino con la ejecución del
acto por parte de la víctima.
Respecto de la violencia física, se puede definir como la fuerza material aplicada sobre un
agente, la cual tiene por fin lograr la acción u omisión de este; por lo que materialmente se afecta
la voluntad pero no se elimina, puesto que lo irresistible de la fuerza gira sobre la imposibilidad de
este de rechazar con eficacia o de oponerse a la fuerza física, que de no existir tal limitante a la
voluntad, el sujeto pasivo obraría de manera diferente (violencia física y moral, fuerza irresistible
y miedo insuperable).
Aplicación de los tipos penales de desobediencia e insubordinación en los despachos
instructores de la zona 16, componente policía, para el periodo 2016 al 2018
Para dilucidar en la práctica cómo se da la aplicación al tipo penal de desobediencia e
insubordinación, se tomaron cinco casos allegados a la fiscalía 165 penal militar, por los despachos
instructores de la zona 16, componente policía, para el periodo 2016 y al 2018.
Caso 1.
Adelantado en contra de un intendente (IT)3, jefe encargado del almacén de intendencia de
la Policía de Nariño, quien es denunciado por la mayor (MY)4 jefe administrativa del departamento,
quien le ordenó al subalterno abstenerse de entregar unos elementos, pero esta orden no fue acatada
por el IT y al cuestionársele por lo ocurrido contestó a la MY de manera incorrecta.
Gracias a la denuncia, el juez instructor lo investiga por la comisión del delito de
desobediencia (artículo 96 del CPM). Acreditada la calidad de funcionario del investigado, se
revisan las actas de entrega de elementos, el manual logístico de la policía, el cuadro de distribución
de elementos ordenado por el coronel comandante de departamento y se recepcionan algunos
testimonios que aseguraron que el acusado insistía en entregar los elementos, según los protocolos
y el cuadro ya pre aprobado por el Comando del departamento, pero la MY no entendía.
El juez instructor concluyó que la orden es vinculante, porque existe un nexo de
subordinación superior-inferior, al haber sido impartida de un oficial superior a un suboficial,
ambos están en su órbita de competencia, la orden que fue impartida es clara, la orden es de no
hacer y fue directa al jefe del almacén, por lo que es intuito persona; lo que conllevó a que se le
imputara el delito de desobediencia, mas no se le impone medida alguna.
El acusador militar avoca conocimiento por el delito de desobediencia, habida cuenta de
que existen elementos objetivos y subjetivos para aplicar el fuero penal militar. Los hechos fácticos
son respaldados con medios de prueba suficientes, pero no los jurídicos, puesto que no obra, al
menos, prueba indiciaria de la emisión de la orden sujeta a las formalidades legales; y no se probó

3
IT: Intendente
4
MY: Mayor
que el investigado incumpliera orden legítima y formal, pero si se probó que este se apegó al cuadro
de entrega preordenado por el coronel comandante del departamento, ordenándose el cese de
procedimiento por atipicidad de la conducta.
Caso 2.
El juzgado instructor adelantó investigación contra un auxiliar de policía (AP) de la estación
La Unión, Nariño, por el delito de desobediencia, hechos acaecidos en la localidad de la Unión,
Nariño. Este debió recibir de centinela a las 07:00 horas, pero apareció hasta las 13:00 horas del
día siguiente, al alegar que estuvo en El Estrecho, Cauca, para resolver problemas personales y al
regresar se accidentó.
Se inicia la investigación por el delito de desobediencia (artículo 96 del CPM), con material
probatorio suficiente: los testigos policiales confirman que los servicios se asignaban en la minuta
de servicios, que el encartado dijo haber sufrido un accidente de tránsito (el cual no se probó) y
que, además de ello, el investigado no contaba con permiso para salir de la unidad policial; no se
impuso medida de aseguramiento.
Al tomar la denuncia, el fiscal penal militar avoca conocimiento por la comisión del delito
de desobediencia, al contar con los medios probatorios, tales como la copia del libro de guardia,
servicios y población, en donde consta el servicio ordenado y se registra la ausencia del policial; y
las copias de las actas de instrucción y testimoniales recepcionados al subcomandante de estación
y al secretario de la unidad policial La Unión.
Frente a la adecuación típica de la conducta, se identifican los elementos del tipo penal, en
la medida en que el sujeto activo calificado es un uniformado de la estación de policía La Unión,
Nariño, quien incumplió orden legítima y vinculante en apariencia, emitida por el comandante de
estación; sin embargo, al ahondar el análisis de esta, se puede deducir que tal orden no cumplió
con las formalidades legales, puesto que la minuta de servicios tiene un carácter meramente
informativo; para que esta sea vinculante, se debió emitir orden de servicios, previamente
notificada; por lo que ante la ausencia de ello, debía cesar el procedimiento.
Caso 3.
Adelantado en contra del AP por el punible de insubordinación (artículo 93 del CPM), en
la estación de policía Génova, Nariño, cuando a las 18:00 horas, en plena formación, el comandante
de estación ordena al AP a recibir de centinela a las 19:00 horas de ese día; a lo cual el subalterno,
de manera airada, refuta la orden, al manifestar exasperadamente su negativa a cumplirla, por lo
que es capturado en flagrancia por la aparente comisión el delito de insubordinación.
El juzgado instructor de reparto recibe el detenido, avoca conocimiento, cuenta con medios
de prueba como: testimoniales, minutas de guardia, servicios y actas de instrucción. De igual forma
se escucha en indagatoria al AP, al imputarle el delito de insubordinación y se le da libertad
inmediata, al levantar la medida preexistente.
El fiscal penal militar avoca conocimiento, procede a realizar el análisis de fondo, para así
superar la etapa en sede de acusación, al decidir que, en efecto, se cumplen los presupuestos
objetivos y subjetivos para aplicar el fuero militar; respecto a la orden, rescata que esta, además de
ser legítima del servicio y cumplir con el fin constitucional, se surtió con las formalidades legales;
pero frente al tipo penal en estudio, si bien hay una relación superior-subalterno, el comportamiento
aparentemente ilícito no comportó violencia sobre el superior víctima, aunque la protesta del
subalterno fue indebida (alzó la voz al superior jerárquico, lo que afecta la disciplina), no media la
violencia, todo se queda en una discusión que merece acción disciplinaria, pero prima la atipicidad
de la conducta y, en consecuencia de ello, debió cesar cualquier procedimiento por ese delito.
Caso 4.
Adelantado en contra del AP, por el punible de insubordinación, reconocido por el artículo
93 del Código Penal Militar, por hechos ocurridos en la estación de policía La Esperanza, Nariño;
a quien se le ordenó que después de cumplir labores de aseo, debía recibir de centinela en el puesto
Orión. Este cumplió la orden y al recordársele contestó de manera airada, por lo cual el superior le
impuso como correctivo realizar un trabajo escrito de veinte hojas, orden que tampoco cumplió.
El juzgado instructor avoca conocimiento, al contar con medios probatorios, como
testimoniales, minutas de guardia, servicios, actas de instrucción, al vincular, mediante indagatoria,
a otro AP, e imputar el delito de insubordinación y desobediencia, al abstenerse de imponer medida
alguna.
El fiscal penal militar avoca conocimiento, realiza el análisis de fondo y decide que, en
efecto, se cumplen los presupuestos objetivos y subjetivos para aplicar el fuero militar. Respecto a
la orden encuentra que esta no cumplió con las formalidades legales, pues ante la relación superior-
subalterno, la orden fue verbalmente emitida, por tanto, se torna atípica la conducta para
desobediencia; además, si bien es cierto que el subalterno contestó de manera airada a su superior,
no medió violencia o sometimiento de la voluntad del sujeto pasivo y, en últimas, el auxiliar sí
recibió el turno de centinela, respecto del no cumplimiento del correctivo menor, tal
incumplimiento no tiene relación con los fines constitucionales y solo hay una afectación al buen
gobierno de la estación, al merecer un reproche disciplinario, pero al penalmente atípico, por lo
que se dispone el cese de procedimiento.
Caso 5.
Adelantado en contra de un PT, por el punible de insubordinación, por hechos acaecidos en
la estación de policía Gualmatán, Nariño. Este incumplió una orden general de prestar
disponibilidad a partir de las 08:00 horas, ante lo cual el comandante de estación, al valerse de
improperios, llama la atención y la respuesta del subalterno fue igualmente grosera y desafiante.
El juez instructor avoca conocimiento, gracias a pruebas necesarias, como testimoniales,
minutas de guardia, servicios y actas de instrucción, vincula mediante indagatoria al PT, imputa el
delito de insubordinación y absteniéndose de imponer medida preventiva alguna.
De igual forma, el fiscal penal militar avoca conocimiento, realiza el análisis de fondo,
decidiendo que, en efecto, se cumplen los presupuestos objetivos y subjetivos para aplicar el fuero
militar, pero respecto a la orden de prestar disponibilidad no se encontró orden clara, expresa,
intuito persona, pues por el contrario, fue general y se pretendió probar la existencia de la orden
con las rutinas implícitas en la minuta de servicios; además, el denunciante aceptó la generalidad
en la emisión de la orden, por tanto la orden no cumple con las formalidades legales.
Ahora bien, respecto de ciertos elementos normativos del tipo penal en estudio, no se
avizoró, por parte del sujeto activo, violencia alguna para que se emitiera o no se diera la orden,
para que otro no la cumpliera o para no cumplirla, puesto que aún, con mora en el tiempo, asumió
el servicio y puesto que el rechazo se dirigió a los improperios usados por el superior, se concluye
que si bien se afectó la esfera disciplinaria, no hay presupuestos para acusar ante el juez de
instancia, al disponerse el cese de procedimiento y el archivo de la referida investigación.
Alcance jurisprudencial frente a la orden legítima del servicio emitida con las
formalidades legales
Identificados los elementos del tipo penal de desobediencia y realizado el estudio de casos,
en el cual se aprecia la aplicación que se da a los tipos penales materia de estudio, se hace
importante analizar el alcance jurisprudencial frente a una orden legítima del servicio impartida
con las formalidades legales, puesto que el concepto de actos violentos ya fue abordado con
anterioridad.
La sentencia de la Corte Constitucional C-578 de 1995, de manera expresa hace referencia
a las órdenes militares, al fijar que una orden legítima del servicio deberá: i) no ser contraria a
orden superior, pues de contrariarla, el emisor estaría excediendo su órbita de competencia; ii) que
no viole la Constitución Nacional, la ley, y los reglamentos, puesto que el miembro de la fuerza
pública jura respetar la Constitución, la Ley y los reglamentos, y sería una contradicción que en el
fregar diario de la vida castrense se permitiera ir en contravía de los fines para la cual fue creada;
iii) que no exceda los límites de competencia del emisor y del ejecutor, por lo que quien la emite
debe prever que lo ordenado no contraríe orden superior, la Constitución Nacional, la ley o el
reglamento, o que implique ordenar dentro de lo que por su función operativa o administrativa le
corresponda; de igual manera, aplica para el subalterno, debido a que al ejecutar la orden de hacer
o no hacer, esta debe orbitar dentro de las funciones administrativas u operativas que le han sido
asignadas.
Así mismo, la sentencia de referencia define de manera clara y precisa cuándo una orden
es emitida con las formalidades legales, concretando que i) será escrita, es decir que obre en
documento u oficio, acto administrativo, al ser allí en donde nace el poder vinculante de la orden;
ii) será clara y precisa, quien la debe ejecutar tiene en claro, sin espacio a confusiones, qué debe
hacer o no hacer; iii) directa, deja en claro quién, de manera específica, la ejecutará; iv) de posible
cumplimiento, es claro lo que se debe hacer y no viola disposición constitucional, legal o
reglamentaria; v) lo ordenado se encamina a cumplir los fines constitucionales para la cual fue
creada la fuerza pública, establecido de manera expresa por el artículo 217 y 218 de la Constitución
Política, por lo que toda orden legítima y formal deberá perseguir la protección de la soberanía
nacional, la independencia y el orden constitucional, facilitar el ejercicio de derechos y libertades,
y asegurar la convivencia pacífica de todas las personas residentes en el país, además, proteger la
vida honra y bienes de todas las personas residentes en Colombia.
Delimitado el tema, en cuanto a la legislación nacional interna constitucional, legal,
reglamentaria y jurisprudencial, conocida la jerarquización que rige la institución policía, con
conceptos básicos como fines de la fuerza pública, servicio, disciplina, órdenes, jurisdicción penal
militar y conocidos los delitos temas de estudio, es pertinente explicar cómo esta temática aplica
para resolver la pregunta problema.
El Estado tiene por fin satisfacer necesidades sociales e individuales, entre tantas, proteger
la soberanía nacional, la constitución, proteger la vida, la honra y los bienes de todas las personas,
además de asegurar la convivencia pacífica de todos los residentes en el territorio nacional (217 y
218 CN). Los anteriores fines son responsabilidad de la fuerza pública, al convertirse en la razón
de ser de su servicio, para lo cual se les entregan las armas del Estado; por ello, los uniformados
son servidores de condición especial, a quienes se les exige, incluso, el sacrificio máximo por la
Nación.
Para asegurar que los miembros de la fuerza pública cumplan con su misión superior, se
debe contar con la disciplina, la condición esencial de mandar y obedecer dentro de las atribuciones
del superior y subalterno, materializada en las órdenes, conocidas como esa manifestación externa
del superior que debe ser acatada y cumplida por el subordinado.
Ahora bien, la naturaleza humana hace que algunos uniformados no se sometan a disciplina
y desobedezcan las órdenes superiores, por lo que merecen reproches penales o disciplinarios;
puesto que no todo incumplimiento de una orden genera acción penal, pero sí todo incumplimiento
una acción disciplinaria, al radicar la diferencia en que si la orden incumplida busca o no busca la
materialización de los fines constitucionales.
Dentro del ámbito penal militar existe el bien jurídico de la disciplina, el cual cuenta, entre
otros, con dos tipos penales (hoy objeto de estudio): la insubordinación y la desobediencia, artículos
93 y 96 del nuevo Código Militar, Ley 1407/10. Lo que genera una pregunta problema, la cual se
contesta en este sencillo artículo; dentro de la descomposición de estos tipos penales se notan
similitudes, mas no son iguales, pues a la insubordinación se le adiciona el elemento normativo de
las actitudes violentas.
Se pudo establecer que, al analizar los elementos normativos, se generan las mayores
confusiones al momento de aplicarlos en un caso concreto; nótese cómo en el estudio del Caso 1
fácticamente se estableció que el superior jefe administrativo dio la orden verbal de no entregar
unos elementos, pero el instructor desconoció que, previamente, el coronel comandante de
departamento ya había ordenado la entrega de tales bienes, de acuerdo a un cronograma, el cual
fue cumplido por el investigado; por tanto, la orden del superior denunciante se convierte en
ilegítima, por contrariar orden escrita de su superior en grado y jerarquía, además, la orden del
superior denunciante fue verbal, no buscaba la materialización de los fines constituciones, por
tanto, nunca se presentó la desobediencia.
Frente al Caso 2, se registró en la minuta de turnos el servicio a prestar por el investigado,
al olvidarse que tal libro solo tiene un criterio orientador para facilitar la administración del
personal, pero no suple la formalidad legal, puesto que se debe emitir orden de servicios,
previamente publicada y notificada; de allí nace el vínculo que ata al superior-subalterno, entre
otros elementos, por tanto la conducta imputada resulta atípica.
Ahora bien, frente a la insubordinación en los Casos 3, 4 y 5 se nota el mismo patrón de
comportamiento de los casos anteriores, el destinatario recibe la orden, entra en discusión con el
superior, pero no obra violencia, entendida esta como el uso de la fuerza psicológica o física,
tendiente a evitar que se emita la orden o sea cumplida por otro.
Así mismo, en el Caso 5, el comandante de estación da una orden general de prestar
disponibilidad, no era escrita y al adecuar la conducta resalta que la orden no cumplía con las
formalidades legales, se pretendió probar con la secuencia de servicios radicados en la minuta de
turnos, entonces, la orden del superior fue general, al no ser directa o intuito persona. En concreto:
¿qué dice la Corte Constitucional frente a la orden legítima del servicio y sus formalidades? Al
respecto, la Sentencia C-578/95, define cuándo una orden es legítima del servicio, cuando no
contraríe orden de superior en grado o jerarquía, no contraria a la Constitución, la ley o los
reglamentos, que no se excedan los límites de competencia del superior y del subalterno, y que la
orden procure la materialización de los fines estatales del ente castrense.
De igual manera, dicha sentencia establece las formalidades legales de una orden legítima
del servicio, la cual será escrita, pues de allí nace el poder vinculante, que sea clara, precisa; es
decir, no sujeta a confusiones para hacer o no hacer; directa, es decir, intuito persona, además, de
posible cumplimiento, pues nadie se obliga a lo imposible o fuera de su esfera funcional, que
busque materializar fines constitucionales, por lo que las órdenes dirigidas al buen gobierno de una
unidad policial no son de interés penal militar.
Por último, frente al delito de insubordinación, es de rescatar como elemento diferenciador
de la desobediencia el término violencia, definido como el exceso de fuerza física o psicológica, a
fin de rechazar o impedir que superior emita, no emita o que compañero no cumpla una orden
legítima del servicio y emitida con las formalidades legales. Nótese, la voluntad del actor
manifestada en la violencia debe buscar un fin específico, claro y directo, someter o cambiar;
gracias a la violencia, la voluntad del superior-víctima, pues sin esa fuerza insuperable el agredido
actuaría de manera diferente.
Conclusiones
Al materializar los objetivos se hizo un recorrido académico desde lo normativo, una
revisión documental con examen de casos y la descomposición de tipos penales en estudio, por lo
que tal sistematización y análisis de resultados permite dar respuesta a la pregunta problema que
motiva este escrito.
Como primera medida, en efecto se aplican mal los tipos penales estudiados, puesto que si
bien es cierto son parecidos en su redacción, frente a un estudio más detallado, las diferencias nacen
cuando se aborda el elemento normativo de actos violentos; por lo que se nota que se excluye todo
un desarrollo doctrinal sobre el tema, al desconocerse que tales actos violentos, físicos o
psicológicos, deben ser respaldados con suficiente material probatorio, pues la violencia tiene un
fin específico, que el superior imparta una orden o impida que otro la cumpla o la rechace gracias
a la violencia sobre su víctima.
De igual manera, al tomarse el elemento normativo del orden relacionado con el servicio,
se puede concluir que se toma como causa el incumplimiento de cualquier orden, lo que en derecho
penal militar no es cierto, lo dice claramente la Sentencia C-578/95; las órdenes de interés en el
ámbito penal son aquellas relacionadas con el servicio, que busquen la materialización de los fines
constitucionales, definidos en los artículos 217 y 218 Superiores, por tanto, el incumplimiento de
toda orden genera acción disciplinaria, pero no todo incumplimiento genera acción penal militar,
pues las órdenes que buscan el buen gobierno y administración de la unidad policial no son del
interés penal militar.
Se puede concluir que no se está tomando en cuenta las subreglas que rigen las órdenes
definidas en la Sentencia C-578/95, la cual no debe ser contraria a la orden previa de superior en
grado o jerarquía, no contraria a la Constitución, la ley o reglamentos, no exceder los límites de
competencia del superior y el subalterno y, lo más importante, que la orden procure la
materialización de los fines constitucionales del ente castrense.
En cuanto al elemento normativo, emitida con las formalidades legales, al momento de
adecuar la conducta no se tienen en cuenta las subreglas que la rigen: ser escrita, excepcionalmente
verbal, pues de allí nace su poder vinculante, que sea clara, precisa, es decir, saber qué hacer o no
hacer, directa o intuito persona, de posible cumplimiento, que no esté fuera de su esfera funcional,
y por último, que la orden busque materializar fines constitucionales; puesto que en los casos de
estudio, al momento de instruir el proceso no se tenían claras o suponen su existencia y no las
respaldan con material probatorio suficiente.
Finalmente, de manera general se pudo establecer que existe una insuficiencia en la
identificación de los elementos de los tipos penales en estudio, así como el desconocimiento de
jurisprudencia que los desarrolla y, al desconocerlos se enfocaron mal las investigaciones; las
cuales, desde su nacimiento, cuentan con un futuro poco prometedor, generando impunidad,
sometimiento al investigado a soportar el peso del Estado frente a una investigación mal enfocada,
además de generar un desgaste innecesario en la administración de justicia y de gastos de insumos,
lo que contraria los principios administrativos superiores, como la eficacia, eficiencia, economía,
celeridad, trasparencia, entre otros.

Referencias
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D.C., Colombia.
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Cifuentes Muñoz. Bogotá, D.C., Colombia.
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Sierra. Bogotá, D.C., Colombia.
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