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DURKHEIM: ANÁLISIS DE LA DEFINICIÓN DE EDUCACIÓN

Análisis de la definición de educación que presenta Durkheim (1858-1917)


INTRODUCCIÓN:

Emile Durkheim “pensó” la educación en el marco del proyecto de construcción de lo que pretendía ser una
auténtica ciencia social.

Cabe recordar que esa época caracteriza a Francia, por las convulsiones sociales y una profunda crisis, la
Tercera República nace por fines de 1875, tras ásperas luchas entre republicanos y monárquicos. La
expansión del capitalismo industrial tropieza con la toma de conciencia cada vez más acentuada de las clases
obreras que se organizan, bajo la influencia de la tesis socialista y el marxismo.

El joven Emile considera que enseñar a un grupo, hacer ver a los hombres lo que podría ser una “buena
sociedad”, presupone una reflexión científica sobre lo que es la sociedad. Se planteaba la cuestión capital de
las relaciones entre el hombre y el grupo y pensaba que para edificar una sociología científica, era urgente ir
más allá de las ideologías políticas y sociales. Se preguntaba ¿hay que dar preferencias al bien de las
personas o al de la sociedad? ¿ hay que ser “individualista “como querían los liberales y los economistas o
“socialista” en el sentido de Marx ?
Entonces Durkheim tratará de demostrar que la integración de una sociedad moderna, deriva de la expansión
del capitalismo, está condicionada por una nueva definición del individualismo y del socialismo que sólo la
ciencia social pude dar.
El pensamiento educativo del autor debe articularse con el modelo de análisis de los hechos sociales que el
mismo construyó, que permite pensar la educación, tanto en su naturaleza como en su evolución.
Su modelo plantea ante todo la especificidad de los fenómenos sociales, la analogía de una sociedad como
un organismo vivo, constituido de órganos (estructura) que desempeñan funciones.
¿Qué función desempeña la educación ?
Cada sociedad, considerada en un momento determinado de su desarrollo, tiene un sistema de educación que
impone a los individuos. Se fija un cierto “ideal de hombre”, lo que debe ser desde el punto de vista
intelectual, físico y moral. La sociedad no puede existir sino existe entre sus miembros cierto grado de
homogeneidad.
La educación refuerza está homogeneidad que exige la vida colectiva, gracias a la educación “el ser
individual se transforma en ser social”. Está homogeneidad es relativa, no debemos olvidar la división del
trabajo que existe en las sociedades modernas, que el propio autor va a fundamentar en el doble aspecto de
la educación.

Hacia la definición:
Establece el autor, no hay ninguna sociedad en la cual el sistema de educación no presente un doble aspecto:
este es a la vez único y múltiple. En toda sociedad es necesario una base única de homogeneidad, que debe
recibir todo individuo y atendiendo a la propia división del trabajo, debe ser múltiple, porque se puede decir
que hay tantas clases de educación en la sociedad como medios distintos. Por ejemplo la educación varía de
una casta a otra, hoy en día, dice Durkheim, vemos como la educación varía según las clases sociales, la de
la ciudad no es la del campo, la del obrero no es la del burgués.
Es evidente que la educación de nuestros hijos no debería depender de donde se nace o de tales o cuales
padres. Pero aunque la conciencia moral de nuestro tiempo hubiese recibido, en este particular, la
satisfacción que espera, no por ello la educación se haría más uniforme.
También la especialización lleva a que la educación sea múltiple, ya que el niño a partir de cierta edad se
debe preparar en vista de la función que será llamado a desempeñar, la educación no puede ser la misma
para todos los sujetos a quienes se aplica.
Para encontrar una educación absolutamente homogénea e igualitaria dice Durkheim que hay que
remontarse hasta nuestras sociedades prehistóricas, en el seno de las cuales no existe ninguna diferenciación;
y aún esta clase de sociedades no representan más que un momento lógico en la historia de la humanidad.
Toda las educaciones se basan en una base común, no hay pueblo donde no exista un cierto número de ideas,
sentimientos y de prácticas que la educación debe inculcar a todos los niños indistintamente, sea cualquiera
la categoría social a la que pertenezcan. La educación es una porque supone normas comunes para todos que
son generales y necesarias para ser funcional.
Durkheim expresa que toda educación, lo mismo la del rico que la del pobre, la que conduce a las carreras
liberales como la que prepara para las funciones industriales, tiene por objeto fijarlas en las conciencias.
Resulta de este hecho que cada sociedad forma un cierto ideal de hombre, de lo que este debe ser, tanto
desde el punto de vista intelectual como físico y moral; que este ideal es, hasta cierto punto, el mismo para
todos los ciudadanos; que a partir de cierto punto se diferencia según medios particulares que toda sociedad
lleva en su seno. Este ideal a la vez uno y diverso es lo que constituye el polo de la educación. Este tiene,
pues, por función suscitar en el niño: primero un cierto número de estados físicos y mentales que la sociedad
a la que pertenece considera como no debiendo estar ausentes en ninguno de sus miembros; segundo ciertos
estados físicos y mentales que el grupo social particular considera igualmente como debiendo encontrase en
cuanto lo forman.
Así son la sociedad en su conjunto y cada medio social particular, quienes determinan ese ideal que la
educación realiza. La sociedad no puede vivir si entre sus miembros no existe una suficiente homogeneidad:
la educación perpetúa y refuerza esta homogeneidad, fijando de antemano en el alma del niño las
semejanzas esenciales que exige la vida colectiva. Pero por otra parte, toda cooperación sin una cierta
diversidad, sería imposible: la educación asegura la persistencia de esta diversidad necesaria,
diversificándose y especializándose ella misma. Entonces el ideal de hombre sería el lugar hacia donde se
dirige la educación.

Durkheim llega por lo tanto a la definición siguiente:


“La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para
la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos,
intelectuales, y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial, al que está
particularmente destinado”.
En esta definición podemos observar que la educación consiste en una socialización metódica de la
generación joven.
En cada uno de nosotros puede decirse que existen dos seres, uno está hecho de todos los estados mentales
que se refieren únicamente a nosotros mismos y a los sucesos de nuestra vida personal: es lo que podría
llamarse el ser individual, y el otro ser es un sistema de ideas y de hábitos que expresan en nosotros, no
nuestra personalidad, sino el grupo, o los grupos diferentes, de los cuales formamos parte; tales son las
creencias y las prácticas morales, las tradiciones nacionales o profesionales, las opiniones colectivas de todo
género , su conjunto forma el ser social. Constituir este ser en cada uno de nosotros, es el fin de la
educación.
El niño al entrar en la vida, no aporta más que su naturaleza individual. La sociedad se encuentra, pues, a
cada nueva generación en presencia de una tabla casi rasa en la cual tendrá que construir un nuevo trabajo.
Hace falta que por las vías más rápidas al ser egoísta y asocial que acaba de nacer, agregue ella otro, capaz
de llevar una vida moral y social. He aquí cual es la obra de la educación y bien se deja ver toda su
importancia. No se limita a desarrollar el organismo individual en el sentido indicado por la naturaleza, a
tornar aparentes fuerzas ocultas, que no piden más que revelarse. Ella crea en el hombre un ser nuevo.
La virtud creadora que mencione anteriormente es un privilegio especial de la educación humana.
Completamente distinta es la que reciben los animales, si podemos aplicar este nombre al entrenamiento
progresivo a que se hallan sometidos por parte de sus padres. Puede esta educación apresurar el desarrollo de
ciertos instintos dormidos en el animal, pero no le inicia en una vida nueva. Facilita el juego de las
funciones naturales, pero no crea nada. Instruido por su madre el hijo sabe volar más pronto o hacer su nido;
pero no aprende casi nada que no hubiese podido descubrir por su experiencia personal. La educación en los
animales no puede agregar nada esencial a la naturaleza, ya que esta llega para todo, en la vida del grupo
como en la del individuo. Por el contrario en el hombre, las aptitudes de toda clase que supone la vida social
son demasiado complejas para poder encarnarse, de cualquier modo, en nuestros tejidos y materializarse
bajo la forma de predisposiciones orgánicas. Resulta que no pueden transmitirse de una generación a otra
por la vía de la herencia. Es mediante la educación como la transmisión se hace.
La sociedad menciona Durkheim forma a los individuos según su necesidad, con esto podría parecer que
éstos sufrían una insoportable tiranía. Pero en realidad los individuos mismos tienen interés en esa sumisión,
porque el nuevo ser que la acción colectiva edifica mediante la educación en cada uno de nosotros,
representa lo que hay de mejor en nosotros, de propiamente humano. El hombre en efecto no es hombre más
que porque vive en sociedad:
“…el ser nuevo que la acción colectiva, a través de la educación, crea de esta suerte en cada uno de
nosotros, constituye lo de que puramente humano hay en nuestro interior…” “…el hombre no es hombre
más que porque vive en sociedad “ (Durkheim,E,OB.Cit.pág.57)

Sobre la Moral :
Si existe un hecho históricamente establecido, es que la moral tiene una relación estrecha con la naturaleza
de las sociedades, ya que, ella cambia cuando las sociedades cambian. Es la moral una resultante de la vida
en común, en sociedad.
Cada vez que una generación se extingue menciona el autor no se disipa sino que viene otra a sustituirla, la
sabiduría humana se acumula sin cesar, y esta acumulación indefinida es la que eleva al hombre por encima
de sí mismo. Esta acumulación no es posible más que en la sociedad y por la sociedad. Pues para que el
legado de cada generación pueda conservarse y añadirse a los otros, hace falta que exista una personalidad
moral que perdure más allá de las generaciones que pasan, que ligue una a las otras es la sociedad.

Durkheim agrega “el individuo, al querer a la sociedad, se quiere a sí mismo. La acción que ésta ejerce sobre
él, señaladamente por medio de la educación, no tiene, de ningún modo, como objeto y como efecto,
comprimirle, disminuirle, desnaturalizarle; sino por el contrario, engrandecerle y hacer de él un ser
verdaderamente humano.

Es la educación y las instituciones educativas las encargada de ofrecer lo medios que contribuyen a instaurar
los valores que se requieren para el logro de la cohesión social y la integración social. Debe apostarse a una
nueva solidaridad basada en el respeto a la persona, a una nueva moral, “una moral individualista”. Este
individualismo se transforma en un nuevo punto de conexión entre los hombres y la cohesión social.
En la división del trabajo social, la función de la misma permite la cohesión social, entonces “… debe tener
un carácter moral, pues las necesidades de orden, armonía, de solidaridad social, pasan generalmente por ser
morales”…
El encargado directo de cumplir con está función “Moral” es el maestro, el educador laico, con alto sentido
de su misión, ya que e parte de la sociedad en tanto persona moral, intérprete de las ideas morales de un país
o sociedad determinada “…la autoridad moral es la cualidad principal del educador”

Sobre el papel del Estado


La educación se concibe como una cosa esencialmente privada y doméstica. Y la tendencia natural es
reducir al mínimo posible la intervención del Estado en la materia. Este debería servir de auxiliar y sustituto
a las familias.

Si la educación tiene antes que nada una función colectiva; si tiene por objeto adaptar el niño al medio social
en que está destinado a vivir, es imposible que la sociedad se desinterese de semejante operación. Es a la
sociedad a quien corresponde recordar incesantemente al maestro cuáles son las ideas, los sentimientos que
hay que imprimir en el niño para ponerle en armonía con el medio en que debe vivir.
Desde el momento en que la educación es una función esencialmente social, el Estado no puede
desinteresarse de ella. Por el contrario, todo lo que es educación debe estar, hasta cierto punto, sometido a su
acción.

No pertenece al Estado el crear esa comunidad de ideas y de sentimientos sin la cual no hay sociedad; debe
ésta constituirse por si misma, y el Estado sólo puede consagrarla, sostenerla, hacer que sea más consciente
en los particulares.
Hoy en día existen en la base de nuestra civilización un cierto número de principios como respeto a la razón,
a la ciencia, a las ideas y a los sentimientos que están en la base de la moral democrática. La función del
Estado es abrir paso a estos principios esenciales, hacer que sean enseñados en las escuelas, velar para que
en ninguna parte se consienta que los ignoren los niños, porque en todas partes se hable de ellos con el
debido respeto.
Durkhein habla de lo innato y lo adquirido en el hombre.
Afortunadamente una de las características del hombre es que las predisposiciones innatas son en él muy
generales y muy vagas. En efecto, el tipo de la predisposición definida, rígida, invariable, que no deja lugar
a la acción de las causas exteriores, es el instinto. Ahora bien se puede preguntar si existe un solo instinto en
el hombre, propiamente dicho. Se habla algunas veces del instinto de conservación; pero la expresión es
impropia. Porque un instinto es un sistema de movimientos determinados, siempre los mismos, que, una vez
remplazados por la sensación, se encadena automáticamente unos a otros, hasta que llegan a su término
natural, sin que la reflexión tenga nada que ver con ello; ahora bien, los movimientos que nosotros hacemos,
cuando nuestra vida está en peligro, no tienen en modo alguno esa determinación ni esa invariabilidad
automática.
Lo que el niño recibe de sus padres son facultades muy generales; es algún poder de atención, cierta dosis de
perseverancia, un juicio sano, imaginación etc. Pero cada una de estas facultades puede servir a toda clase de
niñez diferente. Un niño dotado de imaginación bastante viva podrá, según las circunstancias, según los
influjos que se hagan sentir alrededor suyo, llegar a ser un pintor o un poeta, o un ingeniero de espíritu
inventivo, o un financiero atrevido. Hay pues una separación importante entre las cualidades naturales y la
forma especial que éstas deben tomar para ser utilizadas en la vida.
La educación no puede llegar a grandes resultados cuando procede por golpes bruscos e intermitentes. Pero
cuando la educación es paciente y continua, cuando no busca los éxitos inmediatos y aparentes, sino que
insiste con lentitud en un sentido bien determinado, sin dejarse desviar por los incidentes exteriores y las
circunstancias adventicias, entonces dispone de todos los medios necesarios para impresionar hondamente
las almas.

Reflexión final:

Sobre el papel del educador y sus prácticas


No podemos dejar de reconocer que las sociedades cambian y se diversifican cada día más, pero es necesario
que el docente reflexione acerca de sus prácticas.

No debemos olvidar que la transformación pedagógica está íntimamente ligada a la transformación social. El
maestro debe ser conciente del momento histórico en que debe desarrollar su tarea, debe poseer capacidad
de intervenir sobre la estructura social para que cumpla la función social que necesita ese tiempo y buscar su
transformación.

Debido a ello, vemos que las reformas educativas siempre centran sus esperanzas en la tarea docente y en la
función educativa, porque los docentes pasan a ser sujetos claves en las prácticas escolares, cumpliendo el
rol de mediadores ente escuela y sociedad .Cumpliendo la educación , en términos durkheimianos, su
función socializadora.
Hoy en día la escuela, cada vez debe tener más presente su papel integrador y de cohesión social, frente a las
fisuras del tejido social y a los procesos de exclusión social.
Está situación de vulnerabilidad social cada día llega pronto a las poblaciones más jóvenes, más indefensas,
aquellas en las cuales la educación está a tiempo de actuar.
Las instituciones educativas tienen, hoy, una responsabilidad esencial, rescatar a esa población excluida
social y culturalmente, para cumplir su función integradora y de formación de ese” ser social “necesario para
una determinada sociedad.
Los aportes durkheimianos deben estar presentes en el ejercicio de nuestra práctica docente para continuar
con el ideal de una sociedad integrada, con una cierta escala de valores compartidos por la mayoría de los
miembros de la sociedad, atendiendo a las diferencias del medio específico en el cual se desarrolla el niño,
respetando las “individualidades” necesarias para el intercambio social y crecimiento del mismo como se
individual y social.

BIBLIOGRAFIA

Emile DURKHEIM (1990) Ediciones península- Barcelona

MATERIAL PUBLICADO POR PROF. SILVIA CEDRES LACAVA

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