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ROMPIENDO BARRERAS

Noche de luna en la remota comunidad ashaninka de Pampa Michi, un joven


llamado Kushibo caminaba bajo la luz de la gran luna, en su caminata
observaba los árboles, las estrellas, su casa a los lejos.

- ¡Kushibo, ya vuelve a casa es muy tarde! – grito la madre del muchacho


a lo lejos.
- ¡Ya voy! – le respondió Kushibo mientras corría de vuelta a su hogar.

Volvio a su casa sin percatarse de que alguien lo observaba a lo lejos,


escondido entre las malezas. Un par de ojos miraban detenidamente cada
movimiento y cada detalle de aquel muchacho; sus ojos profundos y marrones,
sus labios delgados y rosados, su forma tan linda de correr. Shiro admiraba a
aquel joven, tenía muchos sentimientos que revoloteaban en su ser, una
mezcla de amor, temor y deseo.

En el crecía más y más aquel sentimiento por Kushibo. Pero junto con ese
amor, crecía su temor, miedo y cautela. Shiro temía que dirían de los
superiores de ese amor imposible, se imaginaba las miradas de odio y
desprecio que recibiría si daba a conocer sus sentimientos. Los prejuicios
pesaban sobre sus hombros, y la palabra “¿Qué diran?” se repetía una y otra
vez en su mente como un eco amenazador.

A pesar de los prejuicios en la comunidad, Shiro y Kushibo interactuaban más y


más, sus encuentros eran breves, pero cada mirada y sonrisa compartida los
iba uniendo rápidamente. A medida que el tiempo pasaba, Shiro y Kushibo se
enamoraban lentamente, sin poder resistirse a la irresistible atracción que
sentían el uno por el otro.

Sin embargo, el peso de ocultar su amor comenzaba a ser insoportable. Shiro


anhelaba con todas sus fuerzas poder mostrar al mundo su amor por Kushibo,
pero el temor a los comentarios maliciosos y la desaprobación por parte de su
comunidad le impedían hacerlo. Por su lado, Kushibo también se sentía mal
por ocultar sus sentimientos solo por el pensamiento homofóbico de su
comunidad, para él, amar debería ser libre del juicio negativo de los demás.
El destino, llevó a Shiro y Kushibo a un momento decisivo. En un día soleado,
cuando la comunidad se reunía para una festividad importante, Kushibo,
cansado de ocultar su amor, tomó la valiente decisión de demostrar a todos su
amor. Enfrentando las miradas de sorpresa y las murmuraciones, Kushibo se
acercó a Shiro y, sin miedo alguno, lo besó con timidez frente a todos.

La comunidad quedó en silencio, atónita ante la acción de Kushibo. El drama y


la tensión llenaron el aire mientras los ojos se posaban en Shiro y Kushibo,
quienes, con lágrimas en los ojos, mostraban al mundo que el amor verdadero
no debe ser ocultado por el miedo al juicio de los demás.

Pero, lamentablemente, las acciones arriesgadas no siempre tienen un final


feliz. La comunidad, atrapada en sus prejuicios, reaccionó con indignación y
rechazo. Shiro y Kushibo se vieron obligados a abandonar la comunidad,
enfrentaron la dolorosa realidad de su amor incomprendido y la desaprobación
de aquellos que los rodeaban.

En la soledad, Shiro y Kushibo buscaron consuelo en ellos mismos. Sin


embargo, el precio que pagaron fue alto, y sus corazones quedaron marcados
por la tristeza y la desilusión por el rechazo de su comunidad.

Semanas más tarde, durante una noche oscura y silenciosa, Shiro y Kushibo
se encontraron en un lugar apartado de la comunidad, donde nadie los
observe. Sus rostros reflejaban tristeza. Shiro miró a Kushibo con los ojos
tristes y susurró con voz temblorosa:

- ¿Cómo pudimos llegar a esto, Kushibo? Nuestro amor era puro y hermoso,
pero el miedo y el rechazo de nuestra comunidad lo ha destruido.

Kushibo agarró las manos de Shiro, tratando de transmitirle su apoyo y


consuelo.

- Lo sé, Shiro. Nunca imaginé que tendríamos que enfrentar esta dura realidad.
Pero debemos recordar que, en medio de todo esto, aún tenemos el amor que
nos une. No podemos dejar que el rechazo de otros determine nuestra felicidad

Shiro asintió diciendo.


-Tienes razón, Kushibo. No podemos permitir que el miedo y la desaprobación
nos definan. Nuestro amor es autentico, incluso si el mundo no está listo para
aceptarlo. Juntos, podemos enfrentar cualquier problema.

En medio de la noche, rodeados por la naturaleza, Shiro y Kushibo se


abrazaron con fuerza. Prometieron que, a pesar de las dificultades y
problemas, seguirían luchando por su amor y por un futuro en el que todos
fueran libres de amar sin restricciones.

Con lágrimas en los ojos, Shiro miró a Kushibo y dijo:

-No importa lo que nos espere el destino, Kushibo, siempre llevaré tu amor en
mi corazón.

Kushibo sonrió mientras sentía tristeza y esperanza en su ser.

-Nuestro amor será extraño para muchos, pero para nosotros es una chispa
que puede encender el cambio. Tal vez hoy enfrentemos la desaprobación y el
rechazo, pero quién sabe el futuro que nos espera.

Unidos en su determinación, Shiro y Kushibo se prometieron seguir adelante,


amándose en silencio, pero con una fuerza inrompible. Sabían que la senda no
sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentar cualquier dificultad con amor y
esperanza en sus corazones.

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